Acto 5: La locura de un elegido valorado.
《Yo fui el que tuvo esta grandiosa idea, escondido en las sombras y observando. Simples marionetas, algunos leales a mí, otros me entretienen intentando romper una barrera errónea》
Estrofa miró a los elegidos que, con nuevas provisiones y vestimentas, estaban listos para continuar y ayudar a Eymar. Sabían que tenían que ir a por Mitirga para acceder a Mayie y conocer la historia de un pasado difuso.
Listos para su viaje, se pusieron en marcha, o casi todos, porque Ànima había sido llamada por Estrofa.
—He visto como has actuado, Ànima —habló con firmeza—. En general, vi como todos han actuado. Cada uno ha mostrado una fuerza que se representaba mediante colores, formas y notas que he podido ver.
» Lizcia mostraba colores puros llenos de luz. Un poder radiante que cualquiera podría envidiar. Eymar mostraba devoción a las magias, respeto y calma. Una mezcla de colores que componían su figura. Xine era el fuego ardiente. Notas graves y violentas. Con Curo era el gélido viento junto a las montañas nevadas, pero con su presencia logró calmarlas. Y con Yrmax, he visto la debilidad, pero que a pesar de ese defecto, sabe luchar y crear un gran fuego a su alrededor que intimida a cualquiera.
» Contigo, Ànima. He visto algo que me ha dejado sin palabras.
—¿A qué se refiere? —preguntó Ànima.
—Dos historias. Mitirga lo vio bien. Una tiene una melodía calmada. la otra es desastrosa. Notas musicales graves y agudas. Colores blancos y negros, pero parpadean y de repente, son destrozadas. No comprendo bien la partitura porque todo es difuso. Y eso es por alguien que te atormenta.
Ànima miró hacia la derecha con sus ojos, afirmando con lentitud.
—Pyschen es el nombre que pronunciaste —recordó Estrofa—. ¿Es la causante?
—Lo es, por desgracia, pero es algo que me haré cargo sola. Sus juegos han terminado. Una vez nos reunamos, acabaré con sus juegos —aseguró Ànima.
Estrofa la miró con detenimiento, soltando un breve suspiro.
—No caigas en los engaños entonces. Porque el vínculo que veo con ella es difícil de romper.
Tragó saliva por un momento sin mirarla aún. Tenía tanta razón, pero era la barrera que debía romper. La única que le quedaba.
—Gracias por su consejo, Estrofa —susurró Ànima, mirándola de reojo.
No perdió más tiempo, y al salir, se reunió con los demás para ir a paso ligero hacia la Montaña Sagrada. Tenían mucho por delante y en este punto ninguno podía bajar la guardia.
Índice.
Capítulo 34: Un corazón con sentimientos.
Capítulo 35: La leyenda de los Maygards.
Capítulo 36: Nadie se queda atrás.
Capítulo 37: Unión entre razas.
Capítulo 38: ¿Estas segura de tus acciones?
Capítulo 39: Luchar bajo un río de lágrimas.
Capítulo 40: Luz y oscuridad.
Capítulo 41: Por una paz eterna.
Capítulo 42: Jamás debes olvidar.
Epílogo
Símbolo de los Maygards.
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