Capítulo 30: Actuar sin temor a nada.
La mañana llegaba en ese nuevo día lleno de preocupación, los guardias vigilaban su alrededor con especial atención por si se encontraban de nuevo con aquel ser nombrado como Eón.
A caballo, miraban con detenimiento todo lo que les rodeaba, iban con sus armas en mano por si acaso eran atacados por alguna aberración, aunque nada extraño había ocurrido, es más, no habían recibido ningún ataque,.
Yrmax, quien también estaba vigilando, creía que la culpa la tenía aquel virus. Pensar en cómo lo tenía todo planteado le ponía tenso. No se podía creer que durante gran parte de su vida hubiera vivido con un ser que arruinaba poco a poco su vida.
—Llegamos a Miei, señor —avisó uno de los guardias.
—Perfecto —murmuró Yrmax.
Le pareció curioso. Caminaban por el mismo lugar que se encontraron aLizcia. Recordó su encuentro y agradeció haberla conocido porque gracias a ella no perdían la fe y la esperanza.
«Una diosa de su lado. No es cualquier tontería —pensó Yrmax—. Ànima no es un dios como nosotros concebimos No, ella ha sido como nosotros y consiguió llamar la atención de su diosa. O al menos eso supongo».
—Señor, hemos llegado.
La voz de uno de los guardias logró despertarlo de sus pensamientos, viendo el pueblo con varios de los ciudadanos que, nada más le vieron, se arrodillaron ante él. Yrmax solo suspiraba cansado.
«Debo dar explicaciones. Debo...»
—¡Quita tus manos del próximo rey! ¡¿Es que acaso no sabes tener respeto!?
—¡Yo solo quiero decirle sobre Lizcia! ¡Soy su mejor amiga y sé dónde se encuentra!
Yrmax parpadeó varias veces sus ojos, dirigiendo su mirada a la joven de tez morena.
—¿Tú eres amiga de Lizcia? —preguntó Yrmax.
La joven se giró a él, cruzando sus brazos.
—¡Sí! ¡Hace unos días estuvo aquí para ir a Synfón!
—¿Cuánto fue eso?
—¿Dos días? Si, dos días.
Yrmax la miró con interés.
—Señor, no tendrá la intención de ir ¿verdad? —preguntó uno de sus guardias.
—Sí quiero ir, aunque esté enfermo —respondió con una sonrisa—. Dime, joven Mitir, ¿serías tan amable de indicarme donde fueron y que te explicó?
—Sin problema, pero a cambio quiero ir con ustedes —pidió, poniendo sus manos en sus caderas.
Tal petición sorprendió a todos los presentes.
—¿Podría saber por qué?
—Porque la muy... —Suspiró con fuerza—. Dejó su bastón en mi casa y cuando fuimos a por ella, se ve que las Sytokys. Se la llevaron, quise hacer algo, pero por miedo no lo hice, en cambio si voy con ustedes podré dárselo sin problema.
—Puedo encargarme de ello si me...
—Aparte —interrumpió de nuevo—, es mi mejor amiga y quiero, de alguna manera, ayudarla.
Yrmax suspiró, no tenía pinta que fuera a rebajar su oferta, no ante esa mirada decidida.
—Bien, pero a mi lado, sin alejarse y con cuidado.
Todos se despertaron ante el escandaloso concierto que Rima realizó con su batuta, dándoles un buen susto. Ya iban a recriminárselo hasta que Rima apareció con varias cestas llenas de comida. Carnes, pescados, ensaladas, bebidas frías o calientes. Un buen desayuno para empezar el día, a pesar de no haber dormido bien.
—No, dormir en un sofá de cristal no es cómodo —se quejó Curo.
—Pues yo dormí en el suelo de madera y quería de piedra —se quejó Xine.
—Eso sería dormir afuera y no quería dejarte ahí —explicó Rima.
—Me daba igual, son piedras cómodas.
Eymar miró hacia el techo mientras negaba con su cabeza, sentándose en la silla para poder desayunar.
—La verdad es que ha sido interesante dormir en el suelo, es como si estuviera de acampada —añadió Lizcia mientras bebía con educación un vaso de agua.
—¿¡Ves!? Esa actitud hay que tener, no ser un niño mimado —comentó Rima.
—Tú dormiste en una cama enorme acolchada —recordó Curo, mirándola con los ojos entrecerrados.
—Porque una buena cama da buenos sueños y con ello una gran inspiración.
Curo arqueó la ceja, sin haber tocado nada del desayuno.
—Ya. ¿Inspiración o comodidad?
—Celoso, estás diciendo que mi cama es mejor que la tuya.
—¡Dormí en un sofá de cristal!
—No empecemos, por favor. Si no empiezo con dolores de cabeza y tenemos mucho día por delante para la actuación que tenemos en poco —pidió Eymar.
—Mañana de hecho.
Todos miraron a Rima.
—¿No era dentro de dos o tres días? —preguntó Lizcia, tratando de recordar.
—Uy, ¿dije eso? —preguntó Rima, abriendo su boca—. Ah, no. En tres días. —Pensó sus palabras y negó con rapidez—. Me equivoqué, perdón. Era mañana.
—Ay por todas las plumas, que Orgullo me salve.
Ànima se había fijado en un pequeño detalle. El rostro de Rima pasó de ser uno distraído a lleno de preocupación, como si dentro de esos días hubiera algo muy importante para ella. Tal hecho le entró curiosidad, pero no preguntó porque Curo se estaba quejando al no saber si su parte iba a estar bien hecha.
Al terminar, se pusieron en marcha para la actuación, aunque no lo harían en el Gran Escenario porque estaría ocupado durante la mañana y tarde. Así pues, lo habrían hecho cerca de la casa de Rima.
—Antes de nada. Lizcia y Xine, ¿os es problema que vayáis a comprar unos instrumentos y telas para la actuación?
—Claro, sin problema —respondió Lizcia. Xine afirmó con su cabeza.
—Perfecto, ten.
Rima le daría unas monedas.
—Son... como pequeñas notas musicales —comentó Lizcia, palpando la moneda.
—Es que nuestra moneda son notas musicales. El do menor es la moneda menos valiosa, el do mayor es la más costosa. En total deberían pediros unos cuatro soles. Si se exceden, regatea sin temor alguno porque querrán aprovecharse al ser extranjeros —explicó Rima.
Lizcia no lo veía, pero cada nota tenía un color. El do menor era azul claro. El re era amarillo. Mi era verde. Sol era rojo. La era rosa. Si era blanco y do mayor era azul oscuro, casi negro. Los demás miraban curiosos ante ese sistema de moneda, ignorando las palabras de Rima para que empezaran con la actuación.
Así pues, Lizcia y Xine se fueron juntos. La joven agarró la mano de su compañero mientras cruzaban por el puente y escuchaban la sinfonía que lograba alegrar sus corazones. Al llegar a la plaza principal, escucharon varias voces de distintas Sytokys que conversaban sobre su día a día. Xine miraba a su alrededor atento para encontrarse con lo que Rima había pedido: Ropas.
Al acercarse, pidió lo que había dicho Rima. Túnicas, camisas y chaquetas azules con detalles dorados, pantalones lisos y blancos y una cinta dorada. Todo esto era para poder simular la apariencia del príncipe Yrmax, o un intento de ello.
—Bien, son... Diez soles.
Xine la miró con los ojos entrecerrados.
—Rima nos dijo que no eran más de cuatro —murmuró Xine.
—Ya, chivata —susurró la mujer, soltando un suspiro largo—. Sí, cuatro soles.
Xine vio como Lizcia abría sus manos, las cuales guardaba las notas de diversos colores. Tomó los cuatro soles y se lo daría.
—Muchas gracias —contestó Xine con una sonrisa agradable.
—Sí, de nada.
Continuaron buscando hasta encontrarse con una pequeña tienda que mostraba varios instrumentos. En este caso, Rima pidió que consiguiera una flauta dulce, una que era de las más comunes, pero que siempre se le rompían.
Cuando se acercaron, la Sytoky los estuvo mirando con una sonrisa leve mientras ponía sus manos en sus caderas. Con velocidad tomó el instrumento que ambos querían sin tener que decir nada, algo que los dejó anonadados.
—A juzgar por vuestra apariencia, diría que sois amigos de Rima, ¿no? O al menos es lo que me decía mientras estábamos juntas trabajando —explicó la Sytoky.
—S-Sí, somos sus amigos.
—Ay, Rima es irremediable. Desde que se ha puesto a vivir sola, se le han olvidado muchos detalles y también tiene la cabeza un poco loca —comentó mientras le daba la flauta—. No hace falta que me paguéis, esto es un regalo de mi parte.
—¿Podría saber quién es? —preguntó Lizcia.
—Mi nombre es Lasi, somos amigas de la infancia. Siempre estamos juntas a pesar de que tenga la cabeza loca y se vaya de un lado para otro. Seguro que no os dijo nada.
—No, la verdad es que no.
—Qué irremediable es a veces. —Rio con calma—. Sí, digamos que hago de hermana mayor, aunque no somos de sangre.
—Oh, muchísimas gracias señora, sin duda se lo diremos a Rima —comentó Lizcia.
Las grietas de Xine se juntaron porque Lizcia se había equivocado. Lasi no tenía más de cuarenta años, sino que tendría unos veinte y pico años o más. Lasi solo sonrió y acarició su cabeza.
—Gracias pequeña, y mucha suerte con la actuación.
—Oh. Lo sabe —murmuró Lizcia con timidez.
—Rima me lo dice todo, aunque sea una olvidadiza.
Xine la miró con admiración. Lizcia sujetaba la flauta con cuidado, sonriendo ante la actitud de Lasi.
—Por cierto, me imagino que necesitaréis telas, se encuentran justo allí —indicó señalando a sus espaldas—. Os aviso, es alguien muy quisquillosa, así que detallarle bien lo que queréis, sino os pedirá más dinero a cambio.
Ambos agradecieron el consejo de Lasi y fueron hacia la última tienda en cuestión. La mujer que, con un monóculo puesto, observaba y juzgaba a los presentes con total seriedad. Lizcia fue la que tuvo que detallar todo, logrando así que obtuvieran la tela y pagaran solo cuatro soles.
Regresaron rápido. Vieron como Rima explicaba todo hacia Curo y Eymar, quienes estaban cansados. Ànima los miraba de reojo sin decir nada.
Al ver que Xine y Lizcia regresaron, Rima se pondría de inmediato con el diseño de la ropa del príncipe, del cual Eymar fingiría serlo. En ese pequeño tiempo, los demás descansaban de la actuación, sentándose en el suelo.
—Por cierto, alguien llamada Lasi nos habló y dijo que la flauta era un regalo para ti, que espera verte en la actuación —recordó Lizcia.
Rima frenó sus acciones para mirar a Lizcia.
—¿En serio? —preguntó boquiabierta.
—Sí. ¿Ocurre algo? —preguntó Lizcia, confundida.
—Uh. Si me disculpan, voy a verla, quiero hablar con ella —pidió Rima, levantándose del suelo, dejando las prendas a un lado—. No sé si tardaré mucho, pero por favor, seguid practicando lo que os dije.
Los demás aceptaron, viendo como Rima iba a paso apurado hacia la plaza principal.
—Bueno, entonces Xine, ¿te acuerdas lo que tenías que hacer? —preguntó Curo.
—¿Vas a tomar tú el rol de Sytoky ahora? —preguntó Eymar, cruzando sus brazos inferiores.
—Sí. Creo que se cómo se hace, aparte que de los presentes soy el que mejor sabe actuar y bailar.
—Siento discrepar, Curo, pero Ànima y Lizcia son las que mejor saben —añadió Xine.
—Coincido. A ti te queda mucho por aprender —confirmó Eymar.
Curo puso su mano derecha en la cadera.
—Envidiosos. Envidiáis mi forma de bailar. Aparte, Ànima no sabe bailar tan bien.
Ànima alzó un poco sus hombros.
—No sé. Solo hacía caso a lo que me dijo Rima —intervino Ànima.
Lizcia se sentó en el suelo.
—Tampoco hay que presionarse, después de todo Rima dijo que sería ella quien bailara principalmente si no nos daba tiempo —recordó Lizcia.
—Entonces sería actuar —murmuró Curo, poniendo su mano en su barbilla—. Bien, eso es fácil. Es solo no ponerse nervioso.
—Hablas como si hubieras actuado toda tu vida, Curo —respondió Ànima.
Curo giró su cabeza hacia Ànima.
—¿Qué insinúas?
—No insinúa nada, Curo. No me seas.
—No, no. Ànima lleva un buen rato soltándome bromas antes. Lo has visto, Eymar —contestó Curo.
Lizcia ladeó la cabeza hacia la derecha.
—¿Qué tipo de bromas? —preguntó Lizcia.
—Sobre Alex y él —admitió Ànima.
—Ya estamos —contestó Curo, cerrando sus ojos por un momento—. Ni una más, Ànima. De verdad que no sabes lo molesto que es.
—¿Molesto? Si te veo super contento cuando lo menciono.
—¡Mentira! Ahg. Ojalá entendieras lo que digo, Ànima. Parece que nunca has tenido sentimientos tan contradictorios.
Ànima se quedó en silencio unos segundos, sonriendo con nostalgia.
—Creo que lo hice, Curo —admitió Ànima, logrando que todos la miraran con atención—. Y creo que lo mejor que puedes hacer es ser sincero contigo y con Alex. Aprovechar el momento.
Curo abrió por un momento la boca, pero decidió callarse. Ante esto, Eymar vio conveniente centrarse en la actuación. Estarían practicando y recordando todo hasta que una visita inesperada los hizo frenar.
—¡Oh! ¡Lasi!
Xine fue el primero en reconocerlo, acercándose a ella para presentarle a los demás.
—Rima me explicó todo lo ocurrido —explicó Lasi con una sonrisa—. La verdad es que es un gusto conoceros a todos. Me avisó que necesitabais ayuda con la actuación, así que estoy aquí para ello.
—¿Y Rima? —preguntó Curo.
—Haciendo de las suyas —respondió con una ligera risa.
Entre los presentes, Ànima fue la que se quedó en silencio analizándola. Le era curioso ver como ambas compartían una altura similar y a una vestimenta parecida, a excepción de las botas, porque Lasi iba descalza como todas las Sytokys. Su cabello era similar, la única diferencia eran los colores, que eran azules.
Frunció un poco el ceño, pero se mantuvo en silencio mientras le daba vueltas a todo.
—Bien, pues si os parece bien, podemos ir al escenario mientras anochece.
A los demás les pareció bien, aunque antes tomarían energías comiendo de ciertas frutas que Rima tenía en su casa. Misteriosamente las manzanas habían desaparecido.
Con ello, se dirigieron hacia el escenario para empezar con la actuación. Lasi, a diferencia de Rima, era mucho más calmada y comprensiva. Desvelaba sus pequeños trucos a la hora de actuar. Como gesticular, moverse, posicionarse, algo que todos prestaron atención, incluso Lizcia.
Los presentes se pondrían con la práctica y habría varios cambios notorios en sus movimientos. Lasi aplaudió su esfuerzo y su actitud, mostrando una sonrisa que a Ànima siempre le parecía ser un puñal en su corazón.
—¿Os es un problema pedir un descanso? —preguntó Ànima—. No me encuentro bien y estoy algo cansada.
—Oh, justamente iba a preguntarte si estabas bien —comentó Lizcia.
—Sí. Es solo reposar un poco —pidió Ànima.
Lasi afirmó con calma.
—Sin problema, aunque ¿te es problema que te acompañe? —preguntó Lasi.
Ànima parpadeó varias veces sus ojos.
—C-Claro, no hay problema.
Alejadas del escenario, se sentaron cerca de uno de los árboles. Estarían en silencio, mirando hacia la noche estrellada que hoy las acompañaban.
—Rima me dijo que tus recuerdos habían sido borrados, o bueno, es lo que decía las cartas que Eymar le enviaba —inició Lasi la conversación.
Ànima afirmó sin decir mucho más.
—Apenas te conozco, pero viéndote en el escenario me has demostrado ser alguien que disfruta mucho de lo que tiene, aunque hay momentos que parece dudar y temer, incluso cuando te quedas quieta en silencio. Algo parece atormentarte y tu sinfonía se vuelve más triste.
—¿A qué te refieres? —preguntó Ànima. mirándola.
—Capaz Rima no te lo dijo, pero cada uno es capaz de desprender una sinfonía de su cuerpo. Xine, por ejemplo, es una sinfonía fuerte, valerosa, constante y dura. Curo, por otro lado, es más divertida, armoniosa, graciosa. Rima es más caótica, constantes cambios bruscos, improvisación; Lizcia es más calmada, esperanzadora. La tuya...
Observó a Ànima detrás de esos ojos negros, sintiendo un escalofrío en todo su cuerpo.
—Veo tormento, soledad, dolor. Una vida llena de sufrimiento que, aunque lo intenten llenar con una sinfonía dulce y pura, acaba siendo consumida por unas notas que no tienen buenas intenciones, pero que no son tuyas porque muy adentro tuyo parece que estás luchando contra eso.
Ànima se quedó atónita ante tales palabras. Apretó sus puños c y respiró con profundidad. Lasi se dio cuenta de ello, y por ello la miró con lástima.
—Ànima. Siento si mi pregunta es muy osada, pero ¿tuviste una hermana?
—¿H-Hermana?
—Sí, una hermana. En mi caso con Rima, si bien no somos hermanas, la considero como una. La quiero mucho a pesar de lo sufrido, es una loca que a veces no tiene consecuencia de sus actos, pero a pesar de ello sé que si la pierdo, acabaría con un gran dolor. Lo tuyo... me recuerda a eso. A que perdiste a alguien de importancia, y siento que es una hermana.
Ànima se quedó en silencio. Sus manos temblaban sin parar. Deseaba decir algo, pero aparte de no poder, una voz intervino de golpe:
—¡Hola a todos!
Lasi soltó un suave suspiro.
—Luego cuando se pueda te lo explicaré, ahora es mejor que vayamos y veáis lo que tiene preparado Rima.
Ànima obedeció, levantándose del suelo junto con Lasi para ver como Rima corría y movía sus brazos eufóricos para que de repente, hacer un gesto rápido hacia un lado como si hiciera una presentación
—¡Dos actores se unen! ¡Señoras y señores! ¡Vilonio, Zuklmer, Mitir , Maygard y diosa! ¡Os presento a Yrmax e Ienia! ¡Los actores joya!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top