ACTO CUATRO: LUNA CRECIENTE
Ya he sido la voz dulce de este cuento.
¿Puedo mostrar mi verdadera naturaleza?
Kemi corría lo más rápido posible hacia dónde se encontraban las hermanas. Sin dudarlo, abrió la puerta con fuerza para ver que Urchevole no estaba en el comedor con su típica taza de té. Su corazón bombeó con fuerza, corriendo por dentro de la casa hasta que por fin la vio en su habitación.
—Por fin te encuentro —pronunció Kemi—. Necesito tu ayuda, es muy grave, demasiado grave.
—Dime la verdad, has hablado con Christel, ¿no es así? —preguntó Urchevole mientras se cruzaba de brazos.
—Sí, pero ella no es el problema —aseguró Kemi. Urchevole abrió sus ojos con sorpresa—. Necesito actuar lo antes posible.
—No puedes luchar con esa poca fuerza —le recordó.
—Me da igual —contestó Kemi—. Es eso o que Claimia esté en un gran conflicto.
Urchevole soltó un largo suspiro.
—No es fácil, Kemi, y...
Detrás de Kemi apareció Aspaura con las manos ocupadas de lo que parecían ser unas guadañas atadas por unas cadenas. Con un rostro cansado, pasó por un lado para dárselas.
—Hermana, sabías que algo así ocurriría, aunque al final ocurriera otro resultado —le recordó Aspaura—. Is mei iares iarjos dem Pittura.
Urchevole suspiró con pesadez.
Kemi no comprendía bien que ocurría, pero no parecía darle mucha importancia ya que observaba las guadañas. Eran de un tamaño mediano, atadas con una cadena que podía aumentar su largura, si lo deseaba. Su color era el verde, como todo su conjunto.
—Sabía que algo iba a ocurrir al final, el Tiempo me lo reveló —explicó Urchevole mientras enseñaba su bastón dorado del que colgaba un reloj de arena—. No quise intervenir porque desconocía toda la historia, desconocía todo lo que estaba ocurriendo, pero no sabía que ese caos era por alguien más.
—¿Ves el futuro? —preguntó Kemi.
Urchevole negó con su cabeza.
—El Tiempo funciona de una forma muy complicada, Kemi. Si bien es cierto que tengo su poder, en verdad solo soy como un tipo de ¿recipiente? Es complejo, pero yo no lo domino, solo puedo usarlo cuando el Tiempo lo decide. Veo lo que el reloj quiere, si solo es un segundo, me lo enseñará —explicó Urchevole mientras cerraba sus ojos.
—¿El tiempo tiene consciencia propia? —preguntó Kemi. Urchevole afirmó suavemente—. ¿Cómo es posible? ¿Desde cuándo?
—Desde el principio de todo, Kemi. El Tiempo tiene conciencia y decide quién es el elegido, no yo. Me enseña lo que quiere, a veces me da respuestas, otras no. Otras me hacen sufrir, otras solo hacen que me cuestione si realmente soy su elegida o si simplemente espera el momento adecuado.
—¿Y qué es lo que viste? —preguntó Kemi.
Recibió una mirada cansada para luego apretar un poco sus labios.
—La destrucción de cuatro galaxias.
ÍNDICE
Capítulo 16: Respirar por última vez.
Capítulo 17: Una sonrisa honesta.
Capítulo 18: La niña que gritaba de dolor.
Capítulo 19: Un silencio mortífero.
Capítulo 20: El cielo se vuelve blanco.
Epílogo
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