9🖍
Damon frunció el ceño mirando su teléfono, la discusión de ayer no terminó bien y por eso ahora la oficina era una total incomodidad, Misel alejaba la vista de vez en cuando de los planos para mirarlo.
Sentía su nerviosismo, pero no cedería, ese Alfa lograba ponerlo irritable sólo de recordar sus palabras de ayer, incluso le había dicho que visitara a un médico, eso lo hizo gruñir.
Sabía que esto pasaría y por eso no debió acceder por mucho que sus feromonas lo afectaran, joder, por supuesto que diría que había algo malo con él y no consigo mismo.
Damon frunció el ceño viendo al Omega de la vez pasada, el dueño del proyecto, las feromonas inundaron el despacho haciéndolo sentir enfermo, odiaba cuando los Omegas se imponían de esta forma.
Había trabajado con Darien por un buen tiempo y él nunca hizo esto, sus feromonas siempre estaban bien controladas, por lo que era agradable.
Damon sacó su pañuelo y se cubrió la nariz con él, no podía aguantarlo, no ahora, él se puso de pie y miró a Misel.
—Dejaré que sigas trabajando sin estorbos.
—Damon, no me estorbas —dijo Misel poniéndose de pie, Damon apretó la mandíbula cuando el Omega se aferró a su brazo y esparció más feromonas.
—Misel, quizás tiene algo que hacer, así es mejor, podemos estar solos —Misel lo miró de forma nerviosa.
—Pero…
—Sí, él tiene razón, tengo algo más importante que hacer, nos vemos —Damon mordió su labio inferior mientras le daba la espalda, Misel lo había mirado de una forma extraña y no estaba dispuesto a preguntarse la razón.
Salió de la oficina y caminó hasta toparse con Karl, él estaba hablando por teléfono y enrojeció a penas lo vio, un ramo de flores rojas estaba muy bien organizado sobre su mesa de trabajo.
Damon se despidió de él y entró en el ascensor, no tenía nada que ver con él, se ocuparía de sus propios problemas, unos que se agrandarían más cuando llegara su celo y no tenía a nadie con quien pasarlo.
Negó y dejó de pensar en ello, tarde o temprano saldría y encontraría algo que le acomodase lo suficientemente para ello.
Damon condujo hasta la casa de Regina y aparcó, Mikel estaba esperándolo en la verja y sus ojos brillaron con algo que parecían ser lágrimas.
—Estás aquí —lloró abriendo la verja y echándose a sus brazos, Damon lo cargo y le secó las mejillas, Mikel seguía inconsolable.
—¿Por qué estas llorando otra vez, cachorro?
—Es la abuela —lloriqueó apuntando hacia la casa, Damon tragó.
—¿Qué pasa con ella?
—D —murmuró.
—Vamos.
Damon corrió dentro y rebuscó por la sala de estar, Regina estaba limpiando el suelo ensangrentado con un paño, su cabeza aún estaba sangrando manchando la tela que tenía contra ella.
Damon hizo que se pusiera de pie y quitó el pañuelo de su cabeza para ver la herida, él la sentó en el sofá y pidió algo con que curarla, Regina señaló hacia una pequeña gaveta y tomó lo necesario para curarla.
No era una herida grande, ni siquiera llevaría puntos, Damon se sentó frente a ella en la mesa, Mikel escaló por sus piernas para sentarse en su regazo y Damon le acarició el pelo tratando de calmarlo, él seguía llorando.
—¿Qué pasó? —Regina tocó su frente y sonrió.
—Oh, sólo me caí, no fue nada grave, por suerte ya estaba al final de la escalera, Mikel, estoy bien ¿ves? —preguntó estirando su mano hacia él, Mikel rechazó el toque y se aferró a él.
—No.
—¿No quieres que te toque? —preguntó con tristeza, Mikel movió la cabeza.
—No.
Regina suspiró y se levantó de su asiento.
—Iré a preparar una merienda —ella caminó hacia la cocina dejándolos solos, Damon sentó a Mikel sobre la mesa y le secó las mejillas.
—Mikel, ¿qué pasa, porque hiciste eso? ¿No quieres a tu abuela?
—No, llévame contigo —lloriqueó estirando los brazos, Damon tomó sus manos y las puso sobre su rostro.
—¿Por qué quieres irte?
—Porque si —replicó.
—Mikel…
—¡No! —gruñó pataleando y tratando de bajar, Damon lo cogió en sus brazos y lo abrazó contra su pecho.
—No hagas rabietas, señorito.
—Pero… —Mikel escondió la cabeza contra su abdomen y empezó a llorar de nuevo, Damon lo apartó.
—No, detente, ¿qué te pasa?
—Llora mucho —Damon suspiró y lo bajó.
—¿Puedes ir a buscar tus juguetes? Haremos algo divertido.
—¡Sí! —dijo olvidándolo todo y corriendo a su cuarto.
Damon fue a la cocina y vio a Regina, estaba de espaldas, pero por el movimiento de sus hombros podía ver que efectivamente estaba llorando, ¿cuántas veces al día pasaba esto, cuantas había visto el cachorro?
—¿Regina? —Regina se giró sorprendida y se secó las lágrimas con el puño de su jersey, ella sonrió como si no pasara nada.
—La cebolla me hizo llorar —Damon miró lo que hacía, efectivamente el cuchillo y la cebolla estaban ahí, pero si sólo fuera esto Mikel no hubiese tenido la necesidad de mencionarlo.
—¿Hay algún problema? —Regina sonrió tratando de tranquilizarlo.
—No, para nada.
—Prácticamente no nos conocemos, pero si hay algo en lo que pueda ayudarte puedes contar conmigo.
—Gracias, pero estoy bien.
—D —Mikel lo llamó y Damon no tuvo más remedio que acudir a su llamado.
—Ya voy.
Damon se distrajo con Mikel, pero las acciones extrañas de Regina no dejaban de repetirse, se veía desinteresada y a punto de llorar, a veces se quedaba intervalos de tiempo en su cuarto o se veía somnolienta.
Todo ese comportamiento hacía que Mikel estuviese nervioso, Damon suspiró, no podía hacer nada si ella no le pedía ayuda, sólo quedaba entretener a Damon cada vez que fuese a casa.
Durante toda la semana fue exactamente igual y no era bueno, Damon también tendría que ocuparse de su celo.
……
Misel miró a Damon otra vez y mordió el interior de su mejilla, era viernes por lo que no se verían por dos días, costaba admitirlo, pero se había pasado de la raya, su comportamiento la última vez estuvo mal.
A pesar de saberlo no había podido obtener el valor para disculparse, por lo que habían estado cinco días completos sin dirigirse la palabra a no ser para saludarse o despedirse, simple formalidad.
Damon se puso de pie repentinamente, Misel miró el reloj en su muñeca e hizo una mueca, era hora de irse.
—Espera —Damon se detuvo y lo miró, se puso de pie y caminó hacia él, Damon se veía como si estuviese preparándose para una pelea.
Misel suspiró, no podía seguir perdiendo más tiempo, no le gustaba la situación en la que estaban.
—Me disculpo por lo que pasó esa mañana, dije cosas que no debí.
Misel no quería poner excusas, pero Damon logró enojarlo al creer que había simulado su celo sólo para no admitir que lo deseaba y Misel incluso le dijo que fuese al médico a examinarse porque no era un Alfa normal.
Joder, sí que podía ser un imbécil a veces.
No tenía razones para criticar el estilo de vida de Damon por mucho que le molestara la atracción que sentía hacia él.
—Bien —murmuró Damon prácticamente corriendo hacia la puerta, Misel no lo dejó ir colocando una mano sobre esta y haciendo fuerza, Damon se giró y lo miró—. Déjame ir.
—Sólo quiero que hablemos, Damon, no fingí tener un celo sólo para hacer eso, si hubiese sido así te habría dicho que no recordaba nada —Damon sonrió de medio lado, una gota de sudor resbaló por su sien, su respiración se agitó.
—Pero aún así no puedes aceptarlo.
—Sí, tengo problemas para eso, pero…
—Ugh —gruñó aferrándose a la tela de su traje, Misel lo tomó de las muñecas para mirarlo, Damon abrió los ojos, estos habían cambiado a dorado por completo.
—¿Qué pasa?
—Te dije que me dejaras ir.
Misel aspiró, el aroma de Damon había aumentado, era más dulzón de lo normal, olía a limonada.
—Maldición, ¿ese aroma es tuyo?
—Si lo entiendes ahora, aléjate —replicó con los colmillos alargados.
—¿Estás en celo?
—Sí, y necesito ir a casa ahora —Misel apretó su agarre haciéndolo gruñir.
—¿Tienes a alguien esperando ahí por ti?
—Como si te importara —replicó empujándolo, Misel se alejó, pero Damon no hizo nada por retirarse de la oficina, estaba agitado y luciendo una dolorosa erección.
—Maldición, obviamente me interesa —admitió, Damon colocó las manos en su rostro y gimió.
—Deja de hacer esto, no puedo lidiar con tus jodidas señales contradictorias cuando estoy en celo.
Misel se acercó y quitó sus manos, Damon lo miró con los ojos enrojecidos y húmedos, sus labios estaban rojos, el aroma estaba volviéndolo loco.
¿Por qué tenía que seguir pensando en esto? ¿Por qué debería seguir…?
Misel negó, Damon lo miró con una sonrisa.
—Aún ahora no dejas de pensarlo —Misel dejó su cabeza completamente en blanco y simplemente hizo lo que quería hacer.
No podía seguir posponiendo esto, sólo hacía aún más daño negarlo, simplemente se quitarían la comezón y todo volvería a ser normal.
Lo besó.
Damon colocó los brazos alrededor de su cuello y correspondió deslizando la lengua en el interior de su boca, el cuerpo de Damon contra él, su sabor, el aroma, cada cosa estaba haciéndole perder la cordura.
Misel mordisqueó su labio inferior antes de separarse.
—¿Cómo funciona esto? Me haré cargo.
—¿Funcionar? —preguntó con burla—. Es fácil, sólo tienes que follarme, pero no creo que puedas hacerlo.
—Sé hacerlo y la cuestión de poder la resolveré, ¿qué tan lastimado sigues? —preguntó agarrando su cintura.
—Ya no tengo nada, te dije que era bueno ser un Alfa —Misel deslizó la mano por su abdomen y suspiró.
—Esto sólo será…
—Por mi celo, esta vez no me importan las excusas, sólo llévame a casa y fóllame hasta que termine, no quiero ramos de rosas o que me digas te amo, esas porquerías son para las relaciones entre Alfas y Omegas.
Misel lo tomó de la muñeca y lo jaló, juntos salieron de la oficina y lo metió a su auto, el de Damon tendría que quedarse, comenzó a conducir y el Alfa mordió su labio inferior mirando el camino, él desbrochó su pantalón.
—¿Qué haces?
Damon sacó su erección y se acarició, él jadeó.
—Mira al frente y deja de atender lo que hago —replicó acariciándose con fuerza, Damon metió una mano por dentro de su camisa y gimió.
—Maldición, ¿en serio?
—Ah —Misel apretó el volante en sus manos escuchando cada sonido, su entrepierna no dejaba de agrandarse y doler aún más.
—No hagas ruidos o no podré concentrarme.
—No puedo evitarlo —dijo acariciándose, Misel no pudo evitar mirar de reojo hacia allí, su mano se movía sin compasión y aunque estaba en celo y llevaba un tiempo en ello no se veía a punto de correrse.
Apretó la mandíbula y miró al frente, era la situación ideal para tener un accidente, así que lo mejor sería atender al camino, gracias a lo rápido que iba no quedaba mucho camino de todas formas.
—Háblame.
—¿Quieres que te diga lo bien que se siente? —gimió.
—No —Misel suspiró—. ¿Vas a recordar esto?
—Probablemente, no suelo olvidar mis celos, pero no te preocupes, no espero nada de ti o cualquier otro.
—Lo que dices suena tan triste.
—Es lo que obtengo por llevar una vida como esta.
Misel frenó y se giró para poder verlo con más atención, Damon estaba frotando su polla desesperado por correrse, sus mejillas estaban rojas y sus labios maltratados de las mordidas.
Estiró una mano, por fin pudo acariciarlo, Damon lo miró gimiendo y moviendo las caderas contra él, Misel lo besó profundizando en su boca.
Damon volvió a gemir y mordió su labio inferior mientras se corría, su expresión de total éxtasis era incomparable, Misel miró su mano húmeda y lamió, Damon abrió los ojos a más no poder.
—Sigamos dentro, será una larga noche.
Damon se echó a reír y salió, él se quitó la camisa y la tiró al suelo apenas entraron, Misel lo siguió hasta la habitación, el aroma había aumentado considerablemente, pero para ser un Alfa no le molestaba en absoluto.
Misel dejó de pensarlo, de todas formas, sólo sería durante el celo, no había más.
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