Capítulo 9
Maddox
Raphael me sigue mientras caminamos por el bar, mi cita no es precisamente en este lugar, es en una zona mucho más privada, más ilegal, lo miro de reojo mientras nos acercamos al chico que nos dará la entrada.
—Recuerda como tienes que llamarme ahora —Raphael hace una mueca, no tengo idea de lo que quiere decir eso—. ¿Qué?
—Accederé sólo si me dejas llamarte por tu nombre real cuando estemos juntos.
—Demasiado peligroso, si me descubren estamos muertos —me detengo para mirarlo, el chico de recepción parece confundido.
Raphael se acerca a mi cuello, me acaricia con la punta de la nariz hasta llegar al oído.
—Puedo susurrártelo cuando te folle o… —me humedezco los labios y caigo en su trampa preguntando, se ríe por lo bajo—, o cuando esté debajo de ti dejando que me folles.
Pierdo el aliento, antes era bastante persuasivo, ahora acaba de incorporar más armas a su arsenal, definitivamente sabe cómo usar lo que tiene a su disposición, como mantenerme interesado y obtener su victoria.
—Eres un bastardo —me quejo.
—¿Eso es un sí o…?
—Más te vale no engañarme —advierto fulminándolo con la mirada, se ríe.
—Están esperándote —me giro viendo al chico que tiene que recibirnos un poco nervioso, camino hacia allí y saco la tarjeta dorada de mi bolsillo, me deja pasar, pero le pone una mano en el pecho a Raphael.
—Es la primera vez que veo a este hombre —Raphael mira la mano en su pecho, está a punto de entrar en combustión, es normal que estén recelosos, por lo general suelo traer a Misha a estos eventos.
—Tiene rango para entrar, es de confianza —Raphael lo agarra con la mano donde tiene el anillo, el chico hace una mueca, pero nos deja seguir.
—¿Qué se supone que voy a ver ahí dentro?
—No importa, no opines sobre eso, ignora todo lo que pase, lo que se diga, si cometes un error estaremos en problemas —Raphael achica los ojos, pero no me va a la contraria.
Por fin pasamos la última cortina, hay varias mesas y asientos dispuestos en la oscuridad, sólo las luces en el escenario del frente alumbran el lugar con una luz tenue, busco a mi cita y empiezo a caminar cuando me hace una señal hacia una mesa privada.
Cabello castaño, ojos verdes, debe tener al menos treinta y cinco años, debo decir que siempre tiene el mismo aspecto elegante.
—Alessio —saludo cuando llego frente a él, él sonríe de medio lado y deja de fumar su tabaco, me ofrece la mano llena de anillos de oro, la tomo y dejo un beso en sus nudillos.
—Alex, como siempre, es un placer verte, toma asiento —le señalo un lugar a Raphael para que se quede a un lado mientras me siento, Alessio lo mira de arriba abajo—. ¿Qué pasó con el chico?
—En sus tareas, su trabajo no es protegerme, ya tengo a alguien para esa función.
—Espero que sea tan eficiente como un Krysha.
Sonrío.
—Créeme, es eficiente.
Las luces caen aún más, sólo un pedazo del escenario es iluminado para que el coordinador pase y comience con su presentación, Alessio presta atención a lo que hablan, mientras, miro a Raphael que parece bastante tenso.
Me devuelve la mirada y levanta las cejas, me encojo de hombros, hay que acostumbrarse a todo y esta es la vida que tengo que llevar ahora.
—No se arrepentirán de venir esta noche, tenemos mercancía de muy buena calidad esta noche —dice el coordinador mientras presenta a un chico encadenado, me levanto cuando veo a Raphael dar un paso al frente, lo apoyo en la pared colocando una mano en su pecho.
—No, no estás aquí con tu cargo y ni se te ocurra llamar para desmantelar este lugar —gruño en voz baja, Raphael resopla—. Lo digo jodidamente en serio, mírate, no eres un héroe, ¿recuerdas eso? No sé qué carajo te sucedió mientras estuve fuera, pero necesito que sigas siendo el malo al que no le importan los demás.
—¿Qué carajo me sucedió a mí? —replica fulminándome con la mirada—. Deberías verte en un maldito espejo.
—¿Te sorprende estar del otro lado por primera vez? Si ahora eres un niño bueno retírate de esto, aún estás a tiempo.
—Alex. ¿Pasa algo? —ladeo la cabeza mirando a Alessio, sonrío y tomo asiento de nuevo.
—Es nuevo, a veces me da problemas —vuelve a mirarlo, Raphael arregla su postura y vuelve a mirar al escenario ignorándonos por completo, las pujas para comprar al chico comienzan.
Alessio ofrece veinticinco mil dólares levantando su paleta, otra persona ofrece, Alessio vuelve a levantar la paleta ofreciendo cincuenta mil y esta vez los participantes se quedan quietos haciéndolo el ganador de la puja.
—Muy bien, vendido en cincuenta mil a las una, a las dos, a las tres, vendido al caballero.
Alessio le hace una señal a un hombre y este baja a su nivel, le susurra un par de cosas y se pierde en la oscuridad, probablemente para reclamar el premio.
—Querido, si estás interesado en este chico podemos compartirlo —menciona acariciando mi mano, giro mi mano y agarro la suya.
—Sabes que los juegos de tres no son lo mío —mira a Raphael, espero que no esté haciendo nada extraño.
—No, por lo que veo tienes tu tipo —comienzan a subastar a otra persona del otro lado y por fin traen al chico.
Alessio hace una señal para que se siente en sus piernas, no es pequeño, tampoco tengo quejas de este hombre, según tengo entendido los hombres que suele comprar no son obligados a nada, no son maltratados.
Él obedece mirándome un poco espantado, lo siento, pero no estoy dispuesto a ayudarlo, que se ayude a sí mismo.
—Sabes el motivo por el que vine —le recuerdo ignorando la mirada del chico, Alessio chasquea la lengua.
—Vas a tener que pagarme por eso.
—¿Cuánto quieres, los cincuenta mil que acabas de gastarte? —niega, piensa por unos segundos, mira a Raphael y luego me mira con una sonrisa.
—No, un beso tuyo.
—¿Sólo eso? —pregunto levantando una ceja, Alessio parece bastante complacido.
—Sí, ¿lo harás con él ahí? —miro a Raphael, pestañea con normalidad, no tengo nada de qué preocuparme.
—¿Cuál es el problema con que esté ahí? —me levanto y lo jalo hacia mí por la parte delantera de la camisa, el chico comprado se levanta y junto nuestros labios.
Lo agarro de la nuca deslizando la lengua en el interior, no es como que me moleste, es atractivo, el contacto no se siente tan bien como con Raphael, pero no está mal.
Me separo mordiendo su labio inferior.
—¿Contento? Ahora dame esa maldita información —Alessio se carcajea, lame sus labios y se acomoda en el asiento.
—Estará aquí en dos días, se reunirá con un estadounidense que está muy interesado en comprar a alguien.
—¿Hora?
—Diez, ya estamos a manos.
—Sí, gracias por la información —Alessio mira a Raphael y comienza a reírse, le gustan los problemas.
—Fue todo un placer, ahora déjame disfrutar de mi compra.
Caminamos de vuelta al restaurante sólo para percatarme de que comenzó a llover, perfecto, no era suficiente con la nieve, ahora hay una ligera llovizna, agarro una de las sombrillas de la entrada y abro el paraguas, el auto está un poco lejos.
Justo pasando por un callejón Raphael decide empujarme, me golpeo la espalda con la pared y dejo caer el paraguas en la nieve, se ve enojado y espero que no sea por lo que acaba de pasar.
—¿Qué?
—¿Cuál es el problema con que yo esté ahí? —ladeo la cabeza.
—¿Cuál es el maldito problema? Solo fue un beso, no hay que hacer un escándalo de eso.
—¿Y si te hubiese pedido algo más? —lo agarro del cuello de la camisa e intercambio nuestras posiciones dejándolo contra la pared, ahora estamos húmedos debido a la llovizna, este hombre no piensa.
—Si me hubiese pedido más se lo doy. Le debo bastante a ese hombre —admito—. No tienes derecho alguno para reclamarme nada, nunca nos respetamos, esto no es una sorpresa, follabas con cualquiera a pesar de estar conmigo.
—Ahora es diferente —ladeo la cabeza.
—¿Lo es?
—Sí, no puede existir otro, tengo que ser yo, sólo yo.
—¿Me pides exclusividad?
—Sí.
Pestañeo, esto no es a lo que estaba acostumbrado, no lo entiendo, a Raphael nunca le importaron este tipo de cosas, hacía lo que quería sin tenerme nunca en cuenta.
—¿Qué cambió?
—¿Sobre qué? —pregunta como si no acabase de decir algo extraño, no es el mismo, está más calmado, menos enojado.
—No lo sé, sobre ti. ¿Qué cambió? No eres… tu yo habitual.
—¿Qué cambió, en serio me preguntas eso? —gruñe agarrándome el cabello—. Tú eres el cambio, no te importó porque todo este tiempo supiste incluso lo que estaba haciendo, pero yo pensé que estabas jodidamente muerto, Maddox, eso cambió, estás aquí de nuevo y no estoy dispuesto a volver a perderte.
Palabras, odio que me cree falsas esperanzas, la desconfianza todavía sigue arraigada a mi sistema, difícil olvidarse de la maldita.
—¿Por qué intentas que vaya a tu ritmo? Siempre quieres que te obedezca, que haga lo que quieras.
—¿No me estás escuchando?
—Escuché, pero ahora sólo puedo pensar en todas las veces que luché contigo, que te pedí algo y no cediste, no eres el maldito centro del universo —Raphael resopla.
—Sólo te pedí una cosa y no es tan difícil, antes querías… —lo suelto y me peino hacia atrás.
—Olvida lo que quería antes, ya no es lo que quiero, no voy a prometerte algo que no puedo cumplir, si para llegar a lo que quiero tengo que hacer algo que no te gustará pues lo haré, así que ve metiéndotelo en la cabeza.
—Maddox…
—Deja de llamarme así, las personas no cambian de la noche a la mañana —Raphael por fin pierde su aparente calma.
—Pasó un año, un maldito año, incluso tú no eres el mismo, te pareces a mí y sabes que eso es jodidamente malo, me criticaste por esto mismo, por querer venganza, mírate.
Niego.
—Las circunstancias cambian, yo sólo me adapté a ellas, de todas formas ya no estaba muy bien de la cabeza cuando me separé de ti, fuiste el primero en hacer esto conmigo, ahora no puedes venir quejándote como si no tuvieses responsabilidad.
—¿Qué pasó después de tu supuesta muerte?
—Tuve una estadía de tres meses en la mafia rusa, Dima no es muy buen anfitrión.
—¿Por qué? —aprieto la mandíbula.
—Al principio iba a negociar contigo, pero perdiste el anillo, Raphael, ni siquiera pudiste mantener en tus manos el maldito anillo que podía sacarme de todos los problemas.
—Thomas…
—Sí, te jodió tanto como a mí, por eso lo quiero jodidamente muerto y tu maldito anillo de vuelta.
—¿Qué te hicieron?
—Darme galletas con chocolate caliente a la hora de la merienda —gruño, porque no tiene idea de nada, porque me metí en este problema por su culpa, por involucrarme con él—. ¿Qué crees que me hicieron? Incluso a mi hijo, Raphael.
Suspiro, estoy canalizando mi enojo de forma equivocada, no confío en él, pero mis sentimientos no han cambiado, no fue él quien me torturó, es el Raphael al que sigo queriendo.
Se queda callado analizando mis palabras, me acerco otra vez y me apoyo en la pared a su espalda, junto nuestras frentes.
—Creo que es suficiente por hoy, dejemos esta conversación en pausa, no necesitamos seguir peleando —Raphael me agarra el pelo y me doy la tarea de juntar nuestros labios.
Lamo su labio inferior y me da el permiso para seguir, deslizo la lengua en el interior, la enredo con la suya, recorro cada rincón hasta hartarme, hasta que no podemos seguir haciéndolo, muerdo su labio inferior.
—No quiero pelear, no contigo —admito, Raphael se echa a reír.
—Pues no estás haciendo un buen trabajo.
—Lo sé —suspiro—. Déjame hacer esto a mi manera y luego puedo hacerte todas las promesas que quieras, lo que me pides.
—¿No vas a morirte esta vez?
—No, ya estuve lejos de ti por demasiado tiempo.
Me besa.
—Mas te vale, Maddox, puedes hacer lo que quieras, no puedo impedir que hagas nada, no tengo tanto poder sobre ti.
—Pero vas a quedarte, ¿cierto?
—Sí —suspira.
—Te amo —le doy un último beso y lo jalo hacia el auto.
Estamos en circunstancias similares al pasado, pero esta vez tenemos que romper las cadenas de una vez por todas, hay que quitarle la corona a Dima y al Mariscal, mientras sigan en el poder estamos completamente jodidos.
******
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top