Capítulo 8
Maddox
Abro los ojos notando la caricia de Raphael sobre mi espalda, estuvimos toda la jodida noche besándonos, incluso me abrazó, es un cambio bastante… no lo sé, extraño.
Me giro de lado para poder verlo, es lo más tranquilo que lo he visto nunca, es una maldita sorpresa que no me gritara por explicaciones anoche.
—¿Vas a contarme sobre este cambio radical o no? Tienes un montón de cicatrices nuevas.
—No es algo sobre lo que desee hablar, así que no.
—¿Por qué decidiste irte de mi lado? —me echo a reír, lo dice como si fuese un gran pecado, una sorpresa.
—Raphael, no eres ningún santo, no me vengas con esto, si hubiese decidido tal cosa estaba más que justificado, no eres una víctima aquí —me siento en la esquina de la cama, Raphael coloca los brazos detrás de su cabeza y me mira.
—¿Así que no te fuiste porque quisiste?
—No, al menos no en ese momento.
—¿Fue real? —no entiendo la pregunta, pero supongo que pregunta por mi supuesta muerte, en realidad no quiero acordarme de eso, es demasiado con lo que lidiar.
—Sí que lo fue, por poco me muero en serio, los informes que te di son reales, bueno, excepto la parte en la que muero —se sienta y coloca una mano sobre mi pecho, acaricia del lado izquierdo, luego el otro donde están las cicatrices de bala.
—¿Cinco disparos?
—Sí, entré en paro, pero lograron estabilizar mis signos vitales.
—La noticia… —suspiro, es difícil admitir que quería irme de su lado, tanta intensidad estaba envenenándome, supongo que de todas formas terminé intoxicado, incluso peor.
—No voy a mentir, planeaba irme, pero eso me tomó por sorpresa, el Mariscal me jodió en grande.
—Sabía que el hijo de puta estaba metido en esto —gruñe retirando su mano—. ¿Él también ordenó el golpe?
—Eso no lo sé, pero es probable.
—¿Qué pasó después?
Me quedo callado por unos segundos, explicar eso me tomaría demasiado, mucho tiempo, mucha energía malgastada, y desembotellar algo que no quiero recordar. Puede vivir sin saber eso.
—No, esa historia es larga y no quiero contarla.
—Eres un hijo de puta inteligente, así que una niña, eso atrasó bastante la búsqueda.
—Me enteré un mes antes de la cesárea, no vi la necesidad de corregir el error con los demás si planeaba irme, tendría una ventaja.
—Ven aquí y bésame —pide con una media sonrisa, gateo y me coloco a horcajadas sobre su pelvis, me agarra el trasero mientras lo devoro por completo.
—Raphael…
—Mmm… carajo, nunca pensé que iba a decir esto, pero te extrañé —me echo a reír, sí, yo tampoco pensé que diría eso, me agarra del pelo y devora mi boca, enreda nuestras lenguas, ha pasado demasiado tiempo—. ¿Por qué no viniste antes a mí, por qué jodidos fingiste no conocerme?
—Pasaron algunas cosas —jadeo, acaricia mi mejilla.
—Maddox…
—No.
—¿No qué?
—Ese nombre, no lo utilices de nuevo, olvídalo —suspira cuando dejo un beso en su pecho.
—Está bien, al menos dime sobre tu aspecto, joder, pareces otra persona.
—¿No te gusta el cambio? —murmuro agitando las pestañas, me besa otra vez.
—Ese no es exactamente el problema, te ves… sexy, pero muy diferente.
—Maddox Werner es enemigo de la mafia italiana y ni hablar de la rusa, estando jodidamente muerto me deshice de ellos.
—¿Y terminaste dentro de la organización?
Me quedo callado debido a la pregunta, ciertamente es desconcertante, pude retirarme, irme a vivir lejos de esto, pero no iba a poder vivir con ello realmente, todo vendría a mí tarde o temprano.
Acaricio sus labios y sonrío.
—Quiero que los hijos de puta se arrodillen frente a mí, quiero que los hagas arrodillarse —Raphael parece desconcertado con mis palabras, es una gran ironía que quien se quejaba por su venganza ahora esté pidiendo lo mismo, supongo que las cosas cambian.
Acaricia mi pecho y deja salir un gruñido.
—¿Qué rayos te pasó?
—Demasiado —murmuro dejando besos en su pecho, deslizo la lengua por los abdominales, se contrae.
—¿Los tatuajes son…?
—¿Permanentes? Sí, cada uno de ellos.
—¿Cuál era la necesidad de confundirme? —me echo a reír desabrochando el botón de su pantalón.
—Fue muy divertido jugar contigo, estabas preocupado, enojado, excitado y tengo que admitir que te veías adorable —me fulmina con la mirada.
—Así que no había necesidad de buscarte, tu solo volviste a mí.
—Todo a su debido tiempo.
—¿Qué haces? —pregunta cuando bajo la cremallera del pantalón, lo miro como si fuese tonto.
—Mmm… trato de tener sexo contigo.
—No —pestañeo, Raphael negándose al sexo es un gran suceso, ni siquiera estoy seguro de haberlo escuchado bien.
—¿Qué?
—Hasta que me expliques todo esto no va a pasar nada.
Bien, hasta aquí llegó mi diversión, me levanto de la cama y voy directamente al baño, quito mi pantalón y me pongo bajo el agua caliente de la ducha, Raphael me sigue, por supuesto que no iba a dejar las cosas así.
—Necesito más de lo que me has dicho, hay cosas que no entiendo y me harás perder la cabeza pensando en ello.
—Ven aquí —niega—. Vamos, ¿desde cuándo eres un cobarde?
—No soy cobarde, ese no es el problema, si dejo que lleguemos a algo no hablaremos, no soy precisamente de los que hablan.
—Sí, por eso me sorprende que estés sólo mirando desde ahí —agarro la esponja y comienzo a enjabonarme, Raphael tiene la respiración agitada, unos segundos más y lo tengo.
—Explícame tu relación con el Mariscal —detengo mi mano, relación con ese hijo de puta, odio al maldito, esa es nuestra maldita relación.
—Cero.
—Eso no me responde nada, dijiste que él…
—Tenía planes de irme, Raphael, en serio quería alejarme de ti porque sentía que estabas en un pozo sin fondo y yo no iba a cambiar eso, estabas cada vez peor, no quería seguir exponiéndome eso y menos a mi hijo.
—¿Qué salió mal?
—Confié en la persona equivocada.
—¿El Mariscal?
—No precisamente, llamé a mi hermana mayor y las cosas se fueron al demonio.
—La pregunta importante es por qué —lo miro, está demasiado tranquilo y me molesta bastante.
—Responderé tus preguntas luego, ahora ven aquí.
No puede seguir negándose, quita la ropa que le queda y se mete a la ducha conmigo, lo pongo contra la pared mientras ataco sus labios, se aferra a mi espalda con una mano, con la otra acaricia mi erección.
—Carajo, no me acostumbro a verte así —se queja.
—Tienes que darte un tiempo, también me pareció extraño los primeros meses —me arrodillo, lamo su abdomen, la línea en V y la base de su polla.
Sisea mirándome con fuego, me encanta verlo así, desesperado por mi toque, lamo el falo y al llegar a la punta pruebo el líquido pre-seminal, Raphael me agarra el pelo gruñendo.
—Deja los juegos, sigues siendo el mismo calientapollas de siempre, ya veremos si aprendiste algo en este año.
—Bueno, estuve entrenando, debería estar un poco más… —me callo cuando afianza el agarre, es doloroso.
—Más vale que eso sea una broma de mal gusto.
Agarro su mano y vuelvo a lo mío, coloco la otra mano en su cintura y chupo la punta de su pene haciéndolo jadear, me encanta la imagen y se pone incluso mejor cuando lo deslizo hasta la mitad y juego con mi lengua.
—Joder —gruñe, miro hacia arriba viéndolo completamente mojado y apetecible, relajo la garganta y llego al final, Raphael me mira con sorpresa, luego sus ojos se oscurecen.
La mano que hasta ahora sólo estuvo aferrada a mi cabello me mantiene en el lugar, agarro sus muslos cuando mueve su cadera casi haciendo que me ahogue.
—Espero que en serio no estuvieses follando con nadie —gruñe embistiendo con fuerza, soporto relajando la mandíbula y la garganta—, porque no te imaginas cuanto me jodió que te fueras.
Se me humedecen los ojos, sus palabras son una gran caricia a mi ego, vuelve a moverse con fuerza, las lágrimas se resbalan por mis mejillas, gracias al agua es poco probable que lo note.
—Te lo dije y lo repito —me aferro a sus muslos, casi no puedo respirar—. Eres mío y eso no va a cambiar —gruñe jalándome, hace que me levante.
—Eso aplica al revés también, Raphael, también eres jodidamente mío —me besa y froto nuestras erecciones juntas, el roce me vuelve tan loco como su lengua en mi boca.
—Sí, no te atrevas a tener otro pensamiento sobre irte —le acaricio el costado hasta llegar al muslo, hago que levante la pierna para que me rodee y el roce sea mucho más placentero —. ¿Te divertiste viéndome desesperado a tu alrededor?
—Sí, me gustó que me buscaras, que dijeras que te irías conmigo —le muerdo el cuello dejando una marca.
—Estás jodidamente enfermo.
—Completamente, dime lo que realmente sientes por mí, nada de manipulaciones esta vez, voy a quedarme, no importa lo que me digas —Raphael deja un rudo beso en mis labios y me mira.
—Te amo, estoy jodidamente obsesionado contigo y lo sabes.
—Lyubov’, córrete para mí —doy un jalón fuerte y por fin termina en mi mano, nos enjuago y salgo, Raphael me mira desconcertado.
—Espera.
—Estoy bien, te espero fuera —me envuelvo en una bata y visto, Raphael sale del baño con una toalla en la cadera y el cabello castaño, el tinte temporal ya no está.
Le lanzo mi ropa y espero a que se vista sentado en la esquina de la cama, ahora que dejé de jugar al desconocido necesitamos concentrarnos en los planes.
—¿Qué pasó con el anillo, Raphael? —termina de colocarse la camisa y me mira, está receloso, no confía en mí.
—¿Por qué esperaste un año para encontrarte conmigo?
—No, mis respuestas primero, ya te di suficientes, ahora me toca —se queda callado por un minuto, no voy a ceder y lo sabe.
—Supongo que lo tiene Thomas, no lo sé, lo perdí la última noche que estuvimos juntos.
Suspiro, ya me lo esperaba, pero aún así no es una noticia buena, tenía la esperanza de poner el asunto de Thomas en pausa, el hijo de puta es bastante escurridizo, incluso trabaja mejor que Diago, los Salvatore se han expandido grandemente.
—Hay que conseguirlo y llevarte a la cima de nuevo, mis métodos para llegar a Dima no darán resultados.
—¿Por qué quieres llegar a Dima? —apoyo las manos en la cama, no es una pregunta difícil de contestar.
—Lo quiero jodidamente muerto, a él y también al Mariscal.
—¿No vas a explicarme más?
—Hoy no. ¿Alguien más sabe de mí?
—Simon sabe que estás vivo, igual que Phil, pero no los detalles.
—Mantenlo así, no necesito más problemas de los que tengo.
Raphael se acerca y pone una mano bajo mi mentón para que mire hacia arriba.
—El Mariscal dijo que podía traerte de regreso.
—¿Cuándo fue eso?
—Lo dijo en el velatorio, donde por cierto, no tenías signos vitales —resoplo con una sonrisa.
—Los tenía, pero estaban lo suficientemente bajos como para que los pasaras por alto.
—¿Por qué negociar conmigo? No tiene sentido.
—No negoció un carajo, simplemente te engañó porque estabas jodidamente desesperado, lo dejaste ver tu maldita desesperación y la utilizó —lo jalo hacia abajo, Raphael se arrodilla entre mis piernas, lo beso y muerdo su labio inferior antes de separarnos—. ¿A dónde se fue eso que pensabas de los sentimientos? ¿Qué le pasó al hijo de puta que dijo que no me amaba, que sólo me manipuló porque no confiaba en mí?
Raphael se echa a reír.
—Sigo siendo el mismo hijo de puta, sólo que esta vez ya probé el sabor de perderte permanentemente y debo decir que no fue agradable.
Le acaricio el cabello castaño, no me gusta, pero es por un bien mayor, también mi aspecto.
—¿Qué hizo contigo?
—Me utilizó como moneda de cambio, él quería a Dasha, Dima quería algo para negociar contigo, tu punto débil y lo consiguió —niega.
—Nunca se comunicó conmigo.
—Estaba esperando que estuvieras lo suficientemente desesperado, luego…
—¿Qué?
—No importa, ya pasó.
Jala mi pelo y besa mis labios, es rudo, no hay nada de delicadeza, pero esto es lo que siempre me ha gustado de Raphael, eso no va a cambiar.
—Tenemos que irnos, tengo una pista del clan Salvatore, hay que conseguir a Thomas.
Raphael deja salir un gruñido.
—¿Por qué ese hombre siempre está entre nosotros? Empiezo a cansarme de él —me río.
—Mmm… cázalo para mí y quizás te de una sorpresa más tarde.
—¿Sí, qué sorpresa sería esa? —dejo un beso pequeño en sus labios.
—Lyubov’, si te lo digo deja de ser una sorpresa.
—Espero que la sorpresa sea follarte, muero por ponerte las manos encima —le acaricio la espalda.
—Depende de mi estado de ánimo, quizás sea yo quien te ponga las manos encima —me mira con una ceja levantada como si fuese la primera noticia que tiene de eso.
—Por encima de mi cadáver.
—Tengo cuchillos, podemos hacerlo como la última vez —le recuerdo, Raphael se pone de pie y niega.
—¿Vas a seguir dándome la lata con eso?
—Sí, me encantó follarte —pestañea sorprendido por la aclaración, luego viene hacia a mí y se apoya en mis rodillas, sus labios quedan prácticamente contra los míos, siento su aliento cuando me habla.
—Mmm… depende de lo que me des por ello.
—¿Eres una prostituta acaso? —Raphael se ríe como si la situación fuese divertida.
—Hay que aprovechar todas las oportunidades.
Muerdo mi labio inferior dudando si aceptar o no, Raphael no se mide a la hora de pedir cosas, la última vez salí muy mal parado, cuando me pidió que lo hiciera Coronel, ahora que tengo una parte de la organización en mis manos, puede pedirme lo que quiera.
—¿Por qué estás dudándolo? —suspiro y finalmente cedo, le daré lo que quiera, lo sabe desde siempre.
—¿Qué quieres?
—Que no vuelvas a irte.
Y yo pensando que Raphael ya no podía sorprenderme, suspiro y lo beso suavemente.
—Volví para quedarme, Lyubov’.
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