Capítulo 5

Raphael

Me froto los ojos, son las dos de la mañana y no hemos parado, bueno, Alexander no ha parado de cobrar deudas, llevo dos días sin dormir y estoy en mi límite, él tampoco se ve bien.

—Necesitamos dormir —menciona deslizando una mano por su pelo, lo miro como si fuese idiota.

—Por supuesto que sí, termina y vamos a dormir.

—Mmm… podría hacer una broma sucia respecto a eso, pero tengo demasiado sueño —levanto las cejas mirándolo con reproche, su sonrisa se apaga cuando el teléfono comienza a sonar—. No puede ser jodidamente en serio.

Alexander mira la pantalla varias veces, pero luego decide contestar.

—¿Qué pasa? —su mirada cae sobre mí mientras escucha a la persona del otro lado, no me importa quién es, sólo quiero dormir—. Mmm… no, sí, no te preocupes, iré para allá.

Alexander cuelga y se pone de pie, por alguna razón tengo la sensación de que ya no vamos a dormir, me levanto y estiro los brazos.

—¿A dónde vamos?

—A casa, vas a conocer al otro miembro al que tienes que proteger —murmura agarrando el abrigo reposando en el asiento, arqueo una ceja, eso es una sorpresa.

—¿No es sólo a ti?

—No, quiero que lo coordines todo, investigues a los guardaespaldas y escojas a los mejores para cuidarlo, cualquier rasguño que tenga lo vas a pagar el doble.

—¿Otra de tus mujeres? —pregunto con burla—. Con Anika no fuiste tan sobreprotector.

—Anika no es… olvídalo —dice de pronto cortando sus palabras, me mira extraño—, no vamos a ver una mujer.

Bajamos y subimos directamente al auto, casi se me cierran los ojos debido al cansancio, Alexander se acomoda en el asiento y me mira.

—Puedes dormir unos minutos, te despertaré cuando lleguemos.

—Estoy bien.

Obviamente no estoy tan bien, pero admitirlo me hace un perdedor, treinta minutos más tarde estamos en el lugar, es incluso más grande que la casa principal, está de más decir que quien quiera que sea la persona que tengo que proteger es el talón de Aquiles de este hombre.

Alexander abre con su llave y enseguida es atacado por algo, miro hacia abajo viendo la mata de cabello rubio aferrada a su pierna, ojos azules llorosos, la nariz roja, viste con un piyama blanco, ni siquiera llega al metro.

—Azael, no puedo venir cada vez que tienes un berrinche —se queja Alexander, sin embargo, parece feliz de ver al demonio rubio prendido en su pierna.

Lo carga y caminamos hacia los asientos, me siento en uno individual mientras ellos lo hacen en el sofá, lo llena de besos y se ríe con el chiquillo como si antes no lo hubiese estado regañando.

Esto es una maldita sorpresa.

Alexander me mira luego de darle un último beso al niño y lo gira para que pueda verlo.

—Raphael, este es Azael Smirnov, mi hijo, ese es tu nuevo tío, se llama Raphael —le dice al oído haciendo que se ría.

Debo estar volviéndome loco para pensar que es jodidamente idéntico a Maddox, el mismo pelo rubio, ojos, facciones de la cara, la sonrisa. Me levanto del asiento y les doy la espalda, hay algo raro en todo esto, el niño puede ser de Anika, eso justifica que sea tan diferente a Alexander, pero…

Me estremezco por la mano que plantan en mi hombro, Alexander me mira buscando algún problema, no va encontrarlo, no voy a seguir dándole pistas para que adivine lo que pienso.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo necesito un tiempo a solas y un celular —levanta las cejas, pero no dice una palabra mientras vuelve a su asiento diciéndole cosas melosas al niño.

—Siéntate, conseguiré ese teléfono —murmura escribiéndole un mensaje a alguien, vuelvo a mi asiento, es incómodo verlos juntos, lo diferentes que son.

—¿Qué edad tiene?

—¿Qué edad tienes?

—Uno y ah… —dice mostrándome un dedo, luego mira a su padre buscando ayuda, levanto las cejas, Alexander se echa a reír.

—Un año y tres meses —responde por fin, bien, puede que no sea su hijo realmente.

—¿En serio eres el padre? —Alexander sonríe de medio lado, parece divertido con la pregunta.

—Sí, se parece bastante a la madre.

—¿Anika?

—Creo que estás malienter…

—Señor, el teléfono —viene un hombre de traje con un teléfono en la mano, Alexander hace una señal para que me entreguen el celular y no termina la oración.

—Lleva a Raphael a una habitación para que hable con tranquilidad.

—Sí, Señor.

Sigo al hombre a una de las habitaciones, busco cámaras alrededor, micrófonos, pero no encuentro una jodida cosa, le marco a mi antiguo número de teléfono y espero.

¿Hola?

—Simon.

Raphael, empezaba a preocuparme —pongo los ojos en blanco, se me revuelve el estómago.

—Pues no lo hagas, es desagradable.

Ya que no llamaste para decir que estás bien supongo que necesitas algo.

—Información, el Mariscal tiene intervenidas mis claves de acceso, pero estoy seguro de que las tuyas todavía están bien —Simon suspira.

—¿Qué quieres?

—Que me envíes las plantillas de los médicos que atendieron a Maddox y su hija.

—¿Todos, eso incluye el parto y cirugía?

—Sí, los quiero a todos.

—Está bien, pero, ¿en qué piensas? —ni siquiera he dejado que la idea se asiente lo suficiente como para exteriorizarla, necesito más información.

—No lo sé, hay algo raro con todo esto.

—Raphael ¿revisaste el ataúd luego del…?

—No.

—¿Por qué no…?

—No, sólo has lo que digo —gruño, luego escucho un poco de ruido, algo que ponen sobre la mesa y la voz de mi secretaria.

—Señor, aquí está lo que pidió.

—Gracias, corazón.

—¿Estás follando con mi secretaria?

—¿A qué viene la pregunta, es de tu propiedad, esposa, novia, polvo recurrente? —pregunta Simon con la voz bastante plana.

—No.

—Entonces no es de tu interés.

—No deberías…

—Raphael, soy el mayor, no me regañes, y sólo para que salgas de duda, no, no estoy haciendo nada con ella, sólo trato a las personas que trabajan para mí con un poco de amor —a mi entender se escuchó con demasiado amor, bueno, no me importa, tampoco es que vaya a guardarle luto para toda la vida a Camila.

—Necesito algo más.

—¿Qué otra información quieres?

—Alexander Smirnov, búscalo ahora mismo, quiero escucharlo, no necesito un informe de esto —escucho el tecleo por unos segundos y a Simon tomando café. 

No hay mucho que decir, Avtorityet de la mafia roja, controla varios casinos a lo largo del país, el principal es WhiteRed en el centro de la ciudad.

—¿Qué más?

No hay más —dice de pronto.

—¿De dónde salió, familia, padre?

No lo dice.

—¿Hijos?

No, no hay nada. ¿Qué está pasando?

—Hay algo raro con este hombre, pero no sé que es, dice conocerme por su padre, pero no conocía su apellido de antes, y su hijo… —me callo antes de decir una tontería.

¿Qué tiene su hijo?

—Nada, olvídalo.

¿No vas a preguntar por tu hijo?

—Sé que está bien, Phil está cuidando de él.

Es idéntico a ti —resoplo debido a esa afirmación, bien podría ser hijo de cualquier Williams.

—Es idéntico a todos, es la maldición del apellido, ¿hablaste con él, con los abuelos?

No, quieres que haga demasiadas cosas en tan poco tiempo.

—Empieza a trabajar, tengo que bajar.

Está bien, ten cuidado.

Cuelgo antes de escuchar otra tontería y bajo directamente a la sala de estar, ya no escucho a Alexander retozando con el niño, me apoyo en el respaldo del asiento viéndolos dormir en el sofá.

Alexander está acostado a lo largo con una mano sobre su hijo, Azael duerme plácidamente sobre su pecho, incluso las pestañas son rubias, es imposible que ese niño sea suyo.

Tener tanto tiempo libre me hace pensar estupideces.

Alexander abre los ojos y los mantiene sobre mí por un tiempo, se incorpora suavemente evitando despertar al chiquillo.

—Aprovechemos para dormir, tendré que dormirlo más tarde —lo acompaño a la habitación del chico, lo deja en la cuna y vamos a otra habitación, esta sí parece ser la suya, está personalizada, pero no es excesiva.

Tiene una cama matrimonial, dos mesas de noche, un estante lleno de libros, sofá y un minibar, no hay nada que me de pistas sobre él lo cual es una lástima.

Alexander se quita el traje y la camisa, lo deja todo en una silla, las botas son lo próximo.

—Iré a bañarme un momento, luego vas tú —menciona, lo miro de arriba abajo notando algo extraño.

—Espera un segundo —Alexander agarra la toalla y se detiene, me acerco notando la diferencia de altura, esta vez no me lleva seis centímetros—. No eres tan alto sin las botas.

—¿Y eso qué? No creí que ese detalle fuese importante, puedo ponerme lo que me de la gana.

—Tienes exactamente la estatura de Maddox —Alexander levanta las cejas y sonríe de medio lado.

—¿Y qué, ahora vas a querer remplazarlo conmigo? Cualquiera puede tener mi estatura y por ende la de él, esto es una tontería.

Intenta irse, pero lo acorralo contra la pared, ya lo dije, desde el principio noto algo extraño, sí, no descarto del todo que esté un poco desesperado por la situación, pero son demasiadas casualidades.

Alexander coloca las manos contra mi pecho, no me empuja con fuerza, por lo que no le molesta del todo lo que hago, deslizo la mano izquierda por su abdomen acariciando el tatuaje de un león, sigo subiendo hacia el puñal, una rosa náutica, suspira.

—¿Qué se supone que haces? —llego al diamante justo antes de llegar al pecho, tiene dos alas bajo los pectorales.

—¿Qué, no era esto lo que querías? —susurro contra sus labios, Alexander jadea, sigo acariciando el ala derecha, puedo sentir una cicatriz extremadamente grande en su costado.

Alexander suspira, es sensible en ese lugar, me echo a reír contra su boca.

—¿De qué es la cicatriz? —pestañea y me mira directamente, raspo con mi uña haciéndolo apretar la mandíbula.

—Colecistitis.

—¿En serio?

—Sí, no hagas preguntas estúpidas y deja de tocarme, o vamos a terminar follando, aún no estás listo para eso ¿cierto?

Doy un paso atrás, ya obtuve lo que quería, así que lo dejo ir, me paseo por la habitación buscando algo sobre él, no hay nada, ni siquiera una maldita foto con su hijo.

El nuevo teléfono suena, reviso y verifico la información, mi hermano por fin está trabajando, ya tengo la información de los malditos doctores, ahora las cosas avanzarán un poco más rápido.

—Ya puedes ir a bañarte —dice Alexander saliendo del baño, tiene puesto un pantalón de piyama azul claro, sin camisa y frotándose el pelo con una toalla pequeña—. Hay toallas nuevas en el estante, intentaré dormir un… —el llanto del niño del otro lado lo interrumpe—. Creo que ya no dormiré, Azael tiene mañas muy malas.

Me doy un baño y luego subo a la cama para leer los informes, son seis médicos en total, en cuanto tenga tiempo libre iré a visitarlos, así voy a enterarme realmente de lo que pasó.

Pongo la cabeza sobre la almohada y por fin tomo una decisión, es hora de abrir ese maldito ataúd.

Ya estoy seguro de que no estará ahí.

Alexander Smirnov, debe ser una maldita broma.

******

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top