Capítulo 31

Raphael

Dejo que el agua del lavamanos se lleve la sangre, la hemorragia sólo empeora con el pasar de los días, tengo que hacer las cosas más rápido si quiero llegar al punto.

Me quedo sin tiempo.

Verifico que el uniforme esté limpio y salgo a la ceremonia, por fin me harán General y tendré un cara a cara con ese puto imbécil, sólo quisiera retorcerle el cuello y salir de todo esto.

Subo al estrado cuando me presentan, hablo un poco de tonterías sobre lo orgulloso que me siento del cargo, de seguir con la tradición familiar, puras sandeces. Mis abuelos están presentes y debo decir que no se ven contentos.

Bien, tenerlos irritados es mi placer.

Lucca me quita el rango actual y coloca el de General, le agarro la muñeca antes de que pueda alejarse por completo, la guardia reacciona dando un paso al frente, está muy bien cuidado, no es una sorpresa.

—Tenemos una conversación pendiente, Mariscal.

Pone atención a mi mano y luego me mira como si fuese un simple insecto, el último que me miró así terminó muerto y no fue hace mucho.

—Claro, podemos hablar en la sala de reuniones, ahora suéltame —obedezco sonriendo ladinamente, sigo en la gala hasta que ya no soy necesario y camino a la sala de juntas.

Lucca está sentado y hay dos guardaespaldas detrás de su silla, otros dos flanquean la puerta por la que acabo de pasar, no hay posibilidad en la tierra de que pueda hacer algo contra él.

—¿Y bien, de qué quieres hablar? Que sea rápido, soy un hombre ocupado —me apoyo en el respaldo de una de las sillas y lo miro con una ceja levantada.

—¿Por qué me querías tras Maddox si tu lo tenías? Eso sólo entorpecía tu… la cosa que tenías intentando encontrar a Dasha —se echa a reír y me mira como si fuese estúpido, en realidad me siento así porque tiene la ventaja.

—¿Entorpecerme? No, que va, mi intercambio con Dima ya estaba establecido, era Maddox por Dasha, pero no confiaba en él, con razón, así que moví una de mis cartas y resultaste ser tú.

—¿Y de qué sirvió? No me confirmaste específicamente que estaba vivo, no tenía un norte dónde buscar, no sabía que Dima lo tenía, así que ni siquiera me acerqué.

—Te equivocas en eso —arrugo la frente—. Estabas cazando, esa es tu especialidad, te dije que te daría a Dasha por Maddox y sabías que ella estaba ahí, estuviste escarbando en el lugar correcto, el problema fue que no sabías que Maddox estaba ahí también.

—No era necesario que…

—¿Qué le diera a Maddox? Claro que lo era, Dima lo quería, sabía que me jodería en el intercambio y por eso te puse en su camino, hiciste salir a Dima varias veces de su guarida, claro, admito que no fue suficiente, pero lo mantuviste ocupado.

—¿Y de qué te sirvió? —aprieta la mandíbula, supongo que no obtuvo los resultados que quería.

—Cierto, no pude sacarla porque Maddox decidió escapar repentinamente, pudo sacar a Dasha, pero no, escapó solo —resoplo con una sonrisa.

—¿Por qué sacaría a una mujer que ni siquiera conoce? Querías demasiado, a Maddox sólo le importaba su hijo.

—Debí dejarlos morir a ambos, no hubiese perdido tanto tiempo.

Lo fulmino con la mirada, luego cierro los ojos e intento calmarme, tengo que obtener una respuesta que me sirva, esta información no es útil, así que creo que no estoy haciendo las preguntas correctas.

—Aún no logro entender qué quieres —Lucca se apoya en el escritorio y sonríe.

—¿Qué quiero? Esa respuesta es fácil, quiero a Dasha y a Dima arrodillado, quiero a la mafia rusa a mis pies, es la única que falta en mi colección, no me gusta que me vayan a la contraria —lo miro fijamente, miente.

—¿Sólo poder? De alguna manera lo dudo, no creo que sea sólo eso.

—¿Qué más podría querer de esa gente?

—No lo sé, hay cosas que no cuadran, ¿por qué matar a la familia de Simon y a Stella? —hace una mueca de molestia.

—El objetivo era Stella, pero ni eso pudieron hacer bien, está muerta de todas formas, así que el resultado no fue tan malo.

—¿Por qué?

—Quieres saber demasiado, Raphael.

Me mira de forma extraña, esa es la verdadera respuesta que necesito, este hombre básicamente jodió un montón de vidas por puro capricho, sólo por poder, claro, no digo que sea imposible, pero hay más.

—Me envolviste en todo este problema, así que tengo derecho a exigir respuestas.

—Y yo creo que nuestro tiempo terminó, mándale saludos a Maddox —bien podría decirle lo que diría Maddox respecto a sus saludos, sonrío mientras él se pone de pie.

—Disfruta de la poca paz que te queda.

—¿Me amenazas? —los guardias se mueven, me echo a reír.

—Para nada, eres un hombre ocupando un cargo muy importante, los problemas deben perseguirte.

Se pone de pie y me agarra por el frente de la camisa, está enojado.

—No me amenaces de nuevo, Williams, por suerte lo que estás haciendo con tu querida familia me beneficia un montón, así que no hagas que te detenga, puedo meterte en Iron Grills por toda la mierda que has hecho hasta ahora.

—Así que estás contento mientras yo me ensucio las manos —Lucca se echa a reír.

—Ciertamente no te dije que te pusieras a matar a todos los Williams, eso es cosa tuya, que me convenga ya es otra historia.

—¿Qué tienes contra mi familia?

—¿No has revisado tu árbol genealógico?

—¿Qué?

—Ahora retírate, tengo una reunión importante a la cual asistir —aprieto la mandíbula, estoy igual que como llegué, sin respuestas.

—Esto no fue útil, ¿qué tienes contra mí?

—No tengo nada contra ti, Raphael, sólo fuiste la herramienta que utilicé —me saca de quicio, así que lo agarro del cuello y lo tiro sobre la mesa, agarra mis manos y los guardias me separan, uno de ellos me da un golpe en las costillas que me deja sin aliento.

Lucca baja de la mesa y me da un rodillazo en el abdomen, ni siquiera puedo defenderme gracias a los guardias que me sostienen, me agarra el mentón en cuanto logro incorporarme.

—No te equivoques, Raphael, puedo deshacerme de ti sólo con un chasquido de mis dedos, eres así de insignificante, sé lo que planeas, ser General para estar más cerca de mí, matarme, pero no te servirá de nada —me suelta y se retira de la sala, los guardias me dejan ir y van tras él.

Ese imbécil acaba de buscarse más problemas de los que tiene.
Conduzco a casa, Maddox se pone de pie en cuanto me ve, me gusta tenerlo en mi propiedad, nuestra propiedad, ya no quiero que esté lejos, lo quiero viviendo permanentemente conmigo y todos saben que cuando quiero algo lo obtengo.

—Felicidades, General —hace un saludo militar con una pequeña sonrisa, lo agarro del pelo y lo beso con desesperación, Maddox se aferra a mi espalda y corresponde sin problema alguno.

Agradezco que Phil se llevara a los niños, de esta forma lo puedo tener sólo para mí, Maddox desabotona la chaqueta de mi uniforme y saca la camisa de mi pantalón para acariciar mi abdomen.

—Cariño, me gusta que te emociones al verme, pero hablemos primero —muerde mi labio inferior y aleja su rostro cuando me ve con intenciones de besarlo otra vez.

—¿Es en serio? —gruño con molestia.

—Sí, quiero saber cómo te fue con el Mariscal.

Me separo y camino  hacia el estante con botellas de licor, sirvo un trago para cada uno y me siento, Maddox empieza a preocuparse, agarra su vaso y lo mueve ligeramente.

—¿Así de mal? —trago el alcohol de una vez y suspiro, ni siquiera sé cómo catalogar el encuentro.

—Fue una pérdida de tiempo, sólo se puso a despotricar sobre querer poder y a la mafia Rusa a sus pies, por alguna razón me sonó a una completa mentira.

—Ciertamente es extraño, ¿no dijo nada más?

—Algo sobre mi árbol genealógico, no lo sé, creo que el tipo sólo está desquiciado —Maddox niega.

—Sabes bien que no está desquiciado, ¿qué hay con eso de tu árbol genealógico, qué quiere decir?

—Yo que sé —me sirvo otro trago, Maddox toma un sorbo del suyo.

—¿Lo sabes todo sobre tu familia?

—Conozco a Stella, mi padre, abuelos maternos, bisabuelos maternos —se sienta a mi lado y deja el vaso en la mesa de cristal, tomo otro trago, el ligero dolor de cabeza que empezaba a presentarse ahora no es más que un leve entumecimiento.

—¿Qué hay de tu padre, qué sabes sobre él?

—No lo sé, no sé nada sobre él, era un tema prohibido en la familia.

—¿Por qué? —dejo el vaso junto al otro y lo miro.

—Creo que dejó a su familia para estar con Stella, incluso abandonó el apellido, así que tampoco sé su apellido.

—¿Y si Lucca tiene algo que ver con tu padre?

—¿Crees que sean familia?

—Puede ser, vas a tener que investigar sobre tu padre.

—Mierda, no me esperaba esto, pero aún así no justifica… —Maddox me deja un pequeño beso en el cuello haciendo que mi piel se erice.

—Pensemos un poco más tarde en ello, vamos a tu habitación —toma mi mano y subimos las escaleras, miro la unión de nuestras manos mientras lo sigo, me gusta eso, lo cual me parece bastante confuso, lo acorralo contra la pared, aún estamos a mitad de las escaleras, muerdo su labio inferior.

—Hablando de tu situación legal estamos progresando, sólo me queda encargarme de ese imbécil de Dima.

Maddox me jala de la corbata y una vez en mi… nuestra habitación, me lanza a la cama con una sonrisa, sus cambios de humor son una completa locura.

—Me gusta que quieras protegerme, pero… —me apoyo en los codos y arqueo una ceja, Maddox muerde su labio inferior—, olvídalo, sigue haciéndolo, no voy a decirte que no lo hagas.

Coloca una pierna entre las mías y me levanta la camisa, hizo de mi uniforme un desastre.

—¿No? ¿Por qué, no te gusta que te trate como a una damisela en apuros? —me echo a reír, Maddox me besa el abdomen desde el ombligo hasta el pecho, me mira con una sonrisa ladeada.

—No soy una damisela en apuros y lo sabes —abre la camisa rompiendo los botones, podría quejarme, pero no me molesta lo suficiente como para eso—, y no voy a decirte que no me protejas porque quiero que lo hagas, quiero que mi esposo me llene de promesas y las cumpla.

Me besa lentamente deslizando la lengua por cada rincón, intento quitarme la chaqueta, pero me detiene y fija al colchón, supongo que las cosas serán a su manera.

—Voy a cumplirte todas las promesas que te haga —Maddox desabrocha el cinto y me mira.

—Más te vale, Lyubov’, o haré que las cumplas.

—¿Estás amenazándome? —Maddox se echa a reír y termina de quitarme el pantalón, acaricia mi erección por encima de la tela.

—Tómalo como quieras —baja la ropa interior y cierro los ojos cuando me acaricia, se acomoda entre mis piernas y vuelve a besarme.

Le quito la camisa y la lanzo al suelo, Maddox gruñe cuando le araño levemente el pecho.

—Los tatuajes, dime el significado —Maddox muerde mi labio inferior.

—Déjalo estar, cariño, sólo son tatuajes.

—Quiero sabes qué tan importante soy para ti —se ríe de mí y abre la gaveta, agarra el lubricante y lo esparce en sus dedos.

—Eres el hombre más testarudo de la tierra —se queja acariciando mi erección y luego deslizando un dedo en mi interior.

—Joder —Maddox suspira.

—Lo siento, estoy un poco ansioso —me aferro a la almohada con una mano y con la otra lo agarro del pelo para acercarlo, lo beso de forma ruda.

—Comienza a decirme —gruño acariciando al lobo aullando en su pectoral.

—¿Desde cuándo te gusta hablar en la cama?

—Sigue evitando el tema y no vamos a follar nunca —jadeo cuando toca el punto exacto, Maddox sonríe.

—Es un guía espiritual, son fuertes y feroces, me recuerda a ti —admite besándome, esta vez acaricio las rosas negras, Maddox desliza un segundo dedo y lo araño—. Vas a salir de aquí más arrogante que antes.

—Pensé que sólo la pantera… —Maddox muerde un pezón haciendo que me contraiga.

—No sólo la pantera, la mayoría son por ti y Azael, uno de mi antigua familia —mordisquea mi oreja y luego deja caer el significado de las rosas—, significan mi amor eterno por ti, así que nunca dudes de eso.

—Eres tan cursi —me quejo y lo rodeo con las piernas—, hazlo de una vez, deja de perder tiempo.

Maddox agarra el lubricante, acaricia su polla con él y luego me penetra lentamente, se queda quieto por unos segundos.

—El reloj marca la hora a la que nació mi hijo, la serpiente significa muchas cosas, sabiduría, poder, curación, venganza —le araño la espalda e intento hacer que se mueva, no lo consigo.

—Luego hablamos, ahora muévete —Maddox me mira con burla, en serio, es un imbécil.

—Querías que te dijera —replica dando una embestida y mordiendo mi oreja—. La rosa de los vientos representa suerte a la hora de encontrar tu camino y mi camino siempre serás tú —lo beso.

—Dijiste que me odiabas, que Dima… —Maddox por fin se mueve aumentando el placer entre nosotros.

—Sí, pero te amo como no tienes idea, estoy mal de la cabeza, Raphael, pero cada tatuaje me recuerda que te amo más de lo que te odio —me besa y se mueve lentamente—, a veces consigues que te odie, él me hizo odiarte, pero sé que sus palabras eran vacías, no podías ayudarme y odiarte por eso era estúpido.

Jadeo y le araño la espalda.
Maddox me agarra la cadera con una mano y con la otra el pelo, descubre mi cuello dejando besos y marcas por doquier mientras se mueve.

—General, dime lo que quiero escuchar.

—Dilo tu primero —gruño, Maddox muerde mi labio inferior y suspira su amor por mí.

—Te amo.

—También te amo, Maddox, eso tampoco va a cambiar.

Hasta el final y me aseguraré de que se quede así, ya está decidido, soy mejor cuando estoy con él, me gusta más cuando puedo amarlo, supongo que ese jodido tumor sólo me hizo un favor.

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