Capítulo 27
Maddox
Firmo el papel frente a mí pensando si lo que estoy haciendo es una buena idea, probablemente me arrepienta en algún punto de esta decisión, pero no se siente del todo mal.
Voy a tenerlo para mí y nada podrá cambiar ese hecho, Raphael firma del otro lado y sonríe al verme, me gusta esta situación, sólo si no tuviera esta horrible sensación de que me oculta algo sería perfecto. Raphael me agarra por la parte posterior del cuello y me besa suavemente.
—Ahora eres completamente mío —murmura contra mis labios, muerdo su labio inferior y sonrío.
—Ya lo era, sólo que ahora es oficial —el abogado agarra el documento y nos mira.
—Te enviaré los documentos luego, todos —Raphael agarra mi mano y me jala.
—Los estaremos esperando.
Soy arrastrado hacia el Maserati, es el matrimonio más rápido y extraño de la historia, pero con Raphael las cosas son así, tampoco quiero más, agarro mi teléfono y me dispongo a llamar hasta que él lo quita de mis manos y lo mete en la guantera.
—¿Qué rayos te pasa?
—Nada de teléfonos, vamos a tener nuestra luna de miel.
—¿Perdón? —lo miro como si estuviese loco, Raphael sonríe de medio lado y cambia la velocidad del auto—. ¿Esto es en serio, vamos a tener luna de miel?
—Claro, es lo más divertido de la situación —dejo caer la cabeza en el asiento, lo que sea, Raphael agarra mi mano sin dejar de mirar al frente y besa el dorso—. No puedo darte el matrimonio que te mereces, pero puedo hacer esto por ti.
—No es necesario —aprieta mi mano y me mira por un segundo.
—¿A dónde quieres que te lleve, París, Viena, Roma?
—No podemos salir del país, en estos momentos no, aplacemos esto y luego tendremos esa luna de miel, ¿vale? —Raphael aprieta la mandíbula, no tengo idea del motivo de su enojo, tenemos todo el tiempo del mundo, sólo hay que esperar un poco más.
—Está bien.
No me gusta verlo decepcionado, esta vez soy yo quien besa el dorso de su mano, por una noche no pasará nada, el mundo no se acabará.
—Pero esta noche puede ser nuestra, sólo de nosotros, podemos ir a un hotel y pasar un buen rato.
—Me gusta esa idea.
Raphael conduce hacia un hotel y habla con una recepcionista mientras espero por él en lobby, está extraño, demasiado, y lo peor de todo es que no puedo descifrar su comportamiento, tampoco habla conmigo.
—Vamos —dice tomando mi mano, algunas personas nos miran de camino al ascensor, pero no parece importarle, Raphael se abalanza sobre mí apenas las puertas del elevador se cierran.
Me agarra de las mejillas y desliza la lengua en el interior de mi boca, recorre cada centímetro hasta que alguien que acaba de entrar se aclara la garganta, Raphael se separa lamiéndose los labios y fulmina a la anciana con la mirada.
—¿Qué pasa, señora, nunca ha visto a dos hombre besándose? —la mujer mira hacia otro lado mientras me echo a reír.
Una vez llegamos a nuestra habitación miro alrededor, es amplia, hay una chimenea encendida justo en el medio que le da calor a toda la habitación, varios asientos a un lado, un minibar, un balcón, armario, una cama King vestida de rojo, el cabezal dorado hace que sea una bonita combinación.
—Es bonita.
—Cuesta mucho, así que tiene que serlo —miro mi reflejo en el espejo del armario, Raphael me abraza por la espalda y deja un beso en el cuello.
—Me sorprende que no me hicieras firmar un contrato prenupcial.
—¿Estás jodiendo conmigo, acabas de compararme con esa perra que estaba casada contigo? —gruñe soltándome de repente, agarro su mano, soy un idiota, acabo de joder el ambiente.
—Fue una broma.
—Una broma terrible, quédate con todo mi maldito dinero, la casa y el Maserati, todo es tuyo —parece alterado, normalmente no se vería así, beso sus labios suavemente.
—¿Qué pasa contigo?
—Nada, el problema eres tú, hiciste algo conmigo y ahora no puedo deshacerme de tu maldito embrujo.
—Sólo te dije que no —comienza a desabrocharme la camisa y la tira al suelo, desliza una mano por mi pelo y vuelve a besarme, esta vez no es nada lento, la rudeza con la que lo hace logra excitarme a niveles que ni siquiera comprendo.
—Eso no es exactamente cierto, me diste tu primer beso, creo que me convenciste con eso.
—No digas tonterías —jadeo quitándole la camisa—, ¿cómo voy a darte mi primer beso con veinticinco años?
—Dentro de todas esas cosas que olvidaste sobre mí también está ese hecho de que me diste tu primer beso —me río, si no supiera que no ha probado una gota de alcohol sospecharía que está borracho.
—Lo recordaría.
—No me importa que no lo recuerdes —me mordisquea el cuello, lo separo para verlo a los ojos.
—¿Hablas en serio?
—Sí, Fierecilla, yo fui tu primer beso, eras tan inexperto —lame mi labio inferior, se burla de mí, pero sigo sin recordar eso.
—No, yo… ¿a qué edad fue eso?
—Dieciséis.
—¿Cuándo, dónde? No recuerdo…
—Tengo que admitir que eso me enojó —muerde mi oreja tan fuerte que me quejo—, que me vieras como un insecto, que regresaras a ese juego donde me ignorabas por completo luego de lo que compartimos —sus palabras siguen siendo un enigma para mí, lo único que recuerdo a esa edad son mis entrenamientos, misiones, salidas con Ares y Annie, nada de Raphael—, pero hablé con tu padre hace unas semanas, me dijo que no lo olvidaste a propósito, así que estoy bien con eso.
—¿Por qué olvidaría algo tan importante?
—Porque peleaste con tu madre y decidiste que esos recuerdos molestaban —deja caer desabrochándome el cinturón, lo alejo por un momento, necesito saber esto.
—¿Cuándo fue?
—Estábamos de vacaciones, bueno, tú estabas de vacaciones, a mí me habían expulsado del Comando Francés por dos meses debido a mi mal comportamiento —me siento en la cama y froto la frente, no puedo creer que esto me pase a mí, tengo que estar jodidamente loco para olvidar algo tan importante.
—¿No estás molesto por eso?
—No, puedo besarte ahora tantas veces como quiera —replica lanzándome a la cama y colocándose a horcajadas sobre mí.
—Lo siento.
—No me importa, Fierecilla, a partir de ahora sólo vas a recordar el sabor de mis besos.
—¿Sólo fue una vez o…?
—Antes eras un poco más aventurero —dice desabrochándome el pantalón y acariciando mi erección por encima de la ropa interior—, te gustaba un poco de peligro y solías escaparte conmigo, hasta que tu madre nos pilló.
—No te acostaste conmigo, ¿cierto? —jadeo cuando saca mi pene y comienza a acariciarlo de arriba abajo, se ríe.
—No seas pervertido, Fierecilla —levanto una ceja mientras me mira de forma extraña—, teníamos dieciséis.
—No eras virgen a los dieciséis, así que mi pregunta es válida —acaricia más fuerte.
—Bueno, pero tú lo eras y yo no tenía experiencia con chicos, era terreno inexplorado —lame su mano y me mira de esa forma que me hace perder la razón, este hombre me tiene a sus pies.
—¿Qué éramos exactamente en ese tiempo? —lo ayudo a terminar de quitarme la ropa y humedece sus labios cuando me ve.
—Mmm… yo que sé, nos veíamos de vez en cuando para darnos un par de besos y toquetearnos un poco, no creo que pueda definir eso.
—¿Entonces fuiste mi novio secreto por unos días? —Raphael ríe de medio lado.
—Si quieres decirle así puedes hacerlo, acomódate, cariño, buscaré lubricante.
Raphael se pone de pie y va al baño, acaba de decirme cariño, sé que me tiene un apodo cariñoso, pero, aún así fue un poco emocionante, acomodo la cabeza en una de las almohadas y me cubro con otra en lo que llega.
Quiero saber más de nuestra adolescencia, no recuerdo eso, sabrá Dios qué más olvidé, eso me molesta. Raphael se aparece con un frasco de lubricante y varios paquetes de preservativos, tira el frasco a la cama y me mira con los paquetes de aluminio en la mano.
—Dime que podemos descartar estos.
—Los resultados de mis análisis llegaron, estoy limpio, pero no traje el… —Raphael deja caer los paquetes al suelo enseguida y regresa a la cama, me besa con entusiasmo.
—Me importa una mierda si no tienes los papeles, eras tú quien no quería hacerlo sin saber los resultados, me da lo mismo, sólo quiero follarte sin el látex de por medio.
Finjo que lo pienso.
—Así que quieres follarme —Raphael me lame el cuello.
—Sí, claro que quiero follarte, correrme dentro de ti —murmura en mi oído, se me eriza la piel, estoy tan perdido en él.
—¿Qué tanto lo quieres, vas a rogarme por ello?
Raphael se echa a reír y quita su ropa sobrante, es una maldita obra de arte, no me canso de admirarlo.
—¿Quieres que te ruegue por algo que me pertenece ahora?
—¿Te pertenece? —Raphael agarra el lubricante y lo deja caer en sus dedos, deja caer un poco sobre mi estómago y sonríe con malicia.
—Sí, soy tu esposo ahora, me pertenece cada centímetro de ti.
—Mmm… aún así no puedes hacer nada si no te dejo —no dejo que se deshaga de la almohada que me cubre.
—Claro, entonces intentaré convencerte.
—Te escucho —acaricia mi abdomen deslizando el lubricante de arriba abajo.
—Cariño, ¿no vas a dejar que tu marido te folle como te gusta? —sonrío, es una mierda en esto, niego.
—Eso no es rogar —Raphael se desespera y quita la almohada, se coloca entre mis piernas, nuestras erecciones se rozan y me hace suspirar.
—Cariño, por favor, déjame follarte esta noche hasta el cansancio —dice contra mis labios, sonrío antes de que me bese.
—¿Ves? Si puedes hacerlo cuando te lo propones.
—Sabes que te haré rogar para que me detenga, desearás nunca haberme hecho esto.
—¿Es una oferta o una amenaza?
—La que desees —acaricia mi erección de arriba abajo con el lubricante y luego sigue bajando, desliza un dedo en mi interior, lo que hace que sea aún mejor, luego pellizca uno de mis pezones.
Jadeo cuando pone un segundo dedo y toca justo en ese punto de placer, separa sus dedos sin olvidar nunca tocar donde debe, se echa a reír viéndome temblar de avidez.
—¿Qué quieres, cariño? —arqueo una ceja, es la tercera vez que me llama así, presiona sus dedos dentro de mí arrancándome un gemido.
—A diferencia de ti no me avergüenza pedir lo que quiero —Raphael besa mis labios mientras sigue extendiéndome.
—¿En serio? Pues ruégame por ello.
—Lyubov’, fóllame de una vez —Raphael levanta las cejas, sabía que no lo dejaría pasar, pero bueno, no perdía nada con intentarlo—. Amor, necesito sentirte dentro de mí, por favor.
Sonríe de medio lado y saca sus dedos, me siento vacío enseguida, pero no tarda en remplazarlos por su polla, Raphael se desliza en mi interior de forma ruda, le araño la espalda y parece gustarle.
—Bien, aquí vamos, Fierecilla —coloco las piernas a su alrededor y lo insto a moverse, obedece moviéndose lentamente al principio.
—Joder, no puedo creer que hagas esto ahora —gruño arañándole el pecho, Raphael vuelve a besarme y luego pone mi cabeza hacia atrás agarrándome del pelo, me tenso contra él.
—Esto se siente bien —me muerde el pecho y succiona un pezón sin dejar de moverse, me suelta haciendo que jadee de alivio, Raphael mordisquea mi oreja—. ¿Qué pasa, no te gusta lo rudo?
Le araño la espalda pidiendo que lo haga aún más fuerte.
—¿Llamas rudo a eso?
—Carajo, Maddox, no me provoques —gruñe agarrándome del cuello y apretando de forma moderada—. Creo que adquiriste un fetiche peligroso.
Me besa, deslizo las manos por su cabello y lo jalo, me gusta que haga eso, sé que es peligroso, pero no me importa, es Raphael quien me tiene, confío en él por completo aunque no lo parezca.
Sigue embistiéndome, acaricia mi erección tratando de darme placer, pero no es suficiente, agarro su mano y lo miro, se muestra reacio, pero sé que le gusta hacerlo tanto como a mí me gusta sentirlo, es una inyección de adrenalina.
—Quería ir suave esta noche.
—Justo hoy tienes que ser rudo —Raphael se apoya con una mano y la que está en mi cuello se cierra con más fuerza mientras acelera sus embestidas.
—Fierecilla, te contraes cuando te hago esto y se siente tan bien dentro de ti —Raphael jadea, una gota de sudor baja por su sien, casi no puedo respirar, pero se siente tan bien que sólo puedo gemir.
Raphael se tensa contra mí y termina corriéndose, su mano aprieta mucho más cortándome la respiración por completo, hasta que comienza a relajarse unos segundos antes de que pierda la conciencia.
—Carajo, casi me paso —Raphael me suelta de repente, eso fue extraño, esta vez ni siquiera pude correrme—. Quédate quieto —pide empujándome hacia la cama, Raphael sale de mi interior y luego comienza a lamer mi erección.
—No hagas eso, estoy bien, yo no… —Raphael coloca una mano en mi abdomen para mantenerme quieto.
—No suelo ser un egoísta en la cama, mucho menos contigo —gimo cuando chupa el glande, deslizo los dedos por su cabello y jalo levemente para que vaya más profundo.
Raphael me mira, pero de todas formas va más allá relajando su garganta, su lengua acaricia el tronco, la punta y por supuesto que me tiene a punto de correrme a pesar de que no lleva ni un minuto.
—Estoy a punto de… —Raphael interrumpe mis palabras deslizando un dedo en mi interior, la estimulación doble hace que me corra de una vez.
—Ahora está mucho mejor —murmura luego de tragar y lamer las comisuras de su boca, me sonrojo como un estúpido a pensar de que ya no tengo nada que ocultarle a este hombre—. Iré a darme un baño, luego vas tú.
Raphael sale unos minutos después en una bata y es mi turno de bañarme, me quedo bajo el agua de la ducha más tiempo del necesario sintiéndome bien, Raphael probablemente esté dormido para cuando salga.
Agarro una bata y salgo, para mi sorpresa Raphael está despierto y esperando por mí.
—Ven aquí —murmura palmeando el espacio libre frente a él, está sentado con las piernas cruzadas, planea algo y no tengo idea de qué, me siento imitando su postura.
—¿Qué pasa? Pensé que estarías durmiendo.
—Aún es temprano, tengo dos cosas que darte y algo que pedirte.
Aquí vamos, algo que pedirme, probablemente en ese pedido esté lo que planea, no dejo que me afecte.
—¿Qué tienes que darme? —Raphael toma mi mano y desliza un anillo de matrimonio en mi dedo anular.
—Aún te lo debía —miro su mano y sonrío al comprobar que lleva el suyo.
—Lo siento, debí comprar el tuyo, o al menos acompañarte a comprarlos.
—Fue mi capricho, ¿recuerdas? Aquí tienes —dice dejando un USB en mi mano, trago con nerviosismo porque imagino lo que es.
—¿La viste?
—No, cumplo mis promesas, Maddox, sólo vi ese pequeño fragmento que vieron todos.
Me pongo de pie y me sirvo un vaso de vodka, tomo un trago intentando sentirme mejor, no funciona, miro la chimenea, dejo caer el USB en el fuego y me quedo viendo por unos segundos como la consume, no quiero saber de nada que tenga que ver con Dima, necesito enterrar toda esa mierda junto con él.
—Eran tres videos, dos eran de tortura, el último… —me quedo callado intentando escoger las palabras, Raphael me ayuda.
—¿Un video sexual? —se me revuelve el estómago sólo de pensar en eso, siento las mejillas calientes.
—Sí, pero no disfruté absolutamente nada, prefería las torturas mil veces más, pero… —me abraza por la espalda y deja un beso en el lateral del cuello.
—No puedo creer que pensaras que me alejaría de ti sólo por eso.
Me echo a reír.
—Incluso yo me siento sucio, no sabía lo que podías pensar de mí, es Dima, tu enemigo, es…
—Prontamente un cadáver más en nuestra lista —murmura, me giro y coloco los brazos alrededor de su cuello.
—Dejemos las cosas deprimentes, ¿qué querías pedirme? —me besa suavemente, empiezo a acostumbrarme a esto y es muy malo.
—Quiero que adoptes a mi hijo —me río pensando que es una broma.
—Bueno, a estas alturas un papel más que firmar ya da lo mismo.
—Lo digo en serio.
—¿Qué, tú también le pondrás el apellido a mi hijo?
—¿No puedo tomar tu apellido? Así será mucho más fácil —sus manos descasan en mi cintura, le beso la sien.
—No me molesta que tengas mi apellido, me encantaría, pero esto que hicimos es una tontería, soy un hombre buscado por la ley y tú eres Coronel, Raphael, no puedes hacer cosas a la ligera.
—Bueno, mantendré el apellido, por el momento, pero lo de adoptar a mi hijo…
—Lo haré, pero tendrás que empezar a explicarme qué está pasando.
—Todavía no es el momento, Fierecilla, no te preocupes, me haré cargo de todo.
No lo dudo, pero quiero que me incluya en sus planes, formar parte del proceso, no quiero estar en la sombra como en el pasado, dónde sólo esperaba asustado cual sería el próximo movimiento de Raphael que me sacaría de quicio.
Supongo que tendré que investigar por mi cuenta sobre su extraño comportamiento.
******
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top