Capítulo 26
Raphael
Conecto la aguja con mi piel e inyecto el medicamento, tiro las cosas a la mesa cuando termino junto al cuchillo de cocina que dejé ahí, estoy agotado y el dolor de cabeza no ayuda, la mujer atada a mi lado intenta decir algo, pero la tira que muerde lo impide.
No me importa lo que tenga que decir, puede irse a la mierda.
Me quedo por unos minutos más, hoy tengo que ver a Maddox y espero que no esté tan enojado como la última vez, esa maldita pelea fue terrible y en serio no puedo creer que lo que tanto tenía que ocultarme era esa mierda sobre Dima.
Sinceramente no me importa si se acostó con él para obtener beneficios, como dijo, sigue siendo mío, su corazón me pertenece y tarde o temprano va a terminar siempre a mi lado.
De todas formas Dima estará muerto para el final de esta jodida historia.
—Cariño, ya estoy… —Jack se queda de pie en la entrada de la sala, sonrío y le apunto con la pistola a la chica a mi lado—. Raphael, ¿qué haces aquí y por qué…?
—Shshsh, silencio, Jack, por fin mi dolor de cabeza está comenzando a aliviarse, deja todas las armas en el aparador y luego siéntate frente a nosotros —la chica lloriquea.
Él obedece mirándolo todo con atención, está buscando una vía de escape, con su mujercita tan cerca de mí no creo que se arriesgue, un punto a mi favor que el estúpido se haya enamorado de la puta a la que solía comprar, eso sólo le dio un punto débil para yo poder utilizar.
—¿Estás drogándote en mi casa, que mierda pasa contigo? —gruñe mirando el desastre sobre la mesa, quito el seguro del arma haciendo que la mujer solloce.
—Carajo, siéntate o voy a meterle un tiro en la cabeza a esta mujer, te importa, ¿cierto?
—¿Qué quieres? —pregunta sentándose de una vez.
Ni siquiera sé por dónde empezar, necesito matarlo, vine aquí para eso, pero tengo que saberlo, no puedo quedarme con la duda y espero que este imbécil logre satisfacer esa curiosidad.
—Mmm… ¿Cuál era la necesidad de torturarlo?
—No tengo idea de lo que me hablas —muevo el arma una, dos, tres veces, la chica prácticamente se hace de piedra.
—No me hagas perder el tiempo, te hablo de Patrick.
Jack resopla como si hubiese dicho algo divertido.
—¿Y qué, no me digas que ahora te importa un niño que acabas de conocer?
—Ese no es tu problema, mi hijo tiene señales claras de tortura y quiero saber el motivo —cruza los brazos y sonríe de medio lado, sé que esperar de él.
—Era divertido, sólo eso, papá te salvó unas cuantas veces, este no tenía quien lo salvara.
—¿En serio la tomaste con el niño por ese odio irracional que me tienes?
—No es tan así, el chico no quería obedecer y no tengo paciencia, no me mires de esa forma, no eres mejor que yo.
Me echo a reír, no soy una buena persona, pero no me comparo a él o la familia, Stella me dejaba encerrado en el sótano por dos días completos, Jack me golpeaba, Simon también lo hacía, pero no era tan animal, sólo estaba a salvo cuando mi padre intervenía.
Hasta que Stella lo mató y se desató el infierno.
—Definitivamente soy mejor que tú —Jack tuerce los ojos.
—Eres un psicópata de mierda, no eres mejor que yo.
—Tú pareces más psicópata que yo, ¿por qué dejaron vivir al niño, por qué me lo quitaron? —arquea una ceja como respuesta a mi arrebato.
—No lo sé fue idea de mamá, tú no nos sirves, nunca fuiste obediente y eso no era útil, tu hijo es más… sumiso.
—¿Qué quiere decir eso, hiciste que matara a alguien?
—Puede ser, es muy ágil con las armas, tú aprendiste a su edad —se me hiela la sangre, yo pensando que tenía una buena vida por estar coloreando un libro y evidentemente llevaba la misma vida que yo.
—¿Por qué, por qué tenían que quitármelo, burlarse de mí, torturarme con la idea de que estaba muerto gracias a mí?
Jack se queda tiempo examinándome por unos segundos, luego su sonrisa se hace más grande.
—Raphael, ¿en serio ibas a criar al niño?
—Sí, joder, iba a…
—¿No sabes lo que tienes entre tus manos?
—¿Qué?
—Tu hijo también es un Volkov, podemos utilizarlo a nuestro favor.
—Él no hacía falta para eso, yo tenía el maldito anillo, iba a quedarme con todo lo que tenían los Volkov y es un Williams, si Dima se enteraba iba a matarlo —se encoge de hombros.
—Pues no te veo en el puesto.
—Dime que no lo hicieron por esto.
—¿Qué te sorprende? —murmura haciéndome enojar, vuelvo a amenazar a la mujer—. Pero no, creo que ese no era el plan, mamá era la que sabía de eso, no tengo idea de los planes a futuro para el pequeño bastardo.
—Stella…
—Sí, una pena que esté prácticamente muerta, ¿cierto? ¿Por qué viniste, no me digas que estás tan furioso por lo del bastardo que vas a matarme?
—No vuelvas a decirle bastardo, no fue un hijo ilegítimo y sí que voy a matarte, a ti y a todos los Williams.
—Carajo, incluso te ofendes —se echa a reír como si no fuese más que una broma—, ¿crees que vas a matarnos a todos?
—Voy a matarlos a todos, lo que debí hacer desde el principio, perdí demasiado jodido tiempo.
—¿Todos, recuerdas que tu hijo es un Williams, el hermano con el que te reconciliaste y tú también?
—Sólo voy a dejar vivos a Simon y Patrick, nosotros nos encontraremos en el infierno —esta vez ríe con más ganas.
—Ahora si estoy divirtiéndome, ¿estás seguro de que Simon no está jodiéndote?
—Sí —niega.
—No seas tonto, terminará traicionándote en algún punto, así somos nosotros, está engañándote, gran idiota.
—¿Crees que no sé cuando alguien me engaña? Soy el rey del engaño y la manipulación, puedo ver cuando intentan engañarme, así que ahórrate los juegos mentales, ya no caigo en eso.
Jack hace una mueca despectiva, lo odio tanto.
—Te las das de rudo y todo, pero sólo eres un sucio maricón —levanto las cejas, el comentario no me sorprende.
—¿Y?
—Que no mereces estar en esta familia.
—Ojalá no fuera nada de ustedes, desde que nací en esta familia estoy maldito.
—Sí que estás maldito, hiciste que mataran a tu padre —aprieto la mandíbula, dio en el clavo, pero no voy a dejar que lo sepa, no tiene que saber que logró enterrar la pulla.
—¿Cómo fue que Lucca terminó con el niño?
—Lo rescató durante la condecoración de Simon, el tipo es inteligente.
—¿Y él como mierda sabía del niño?
—Tendrás que preguntarle a él.
—Creo que terminamos la conversación, déjame decir que no fue un placer.
—Antes de que me mates tengo que decirte algo —miro a la chica, agarro el cuchillo de cocina de la mesa donde lo dejé y corto los amarres, luego le entrego el cuchillo sin dejar de apuntarle.
—Linda, agarra el cuchillo y ponte de pie, no pienses en escapar, tengo muy buena puntería —ella obedece entre temblores—. Habla, sigue desperdiciando saliva, de todas formas vas a morirte —me limpio la nariz con los guantes de cuero, la sangre los mancha, Jack levanta una ceja.
—Vas por el mismo camino, ya veo por qué viniste.
—¿No ibas a decir algo?
—Ese amante tuyo que está causando un revuelo en la IMS1 resiste bien la tortura.
—¿Qué?
—Fue entretenido, los gritos, gruñidos, cortes, golpes, incluso había un video donde estaba cogiéndoselo, Dima es un retorcido de mierda.
—¿Por qué te enviaron eso?
—Hice algunos negocios con él, lo visité un día y vi al chico.
Mierda de familia, cada día me dan más motivos para odiarlos. Jack sonríe, sabe que puede hacerme daño con el comentario ahora.
—Estaba… hecho polvo, tan lindo, todo quebrado, deberías ver los videos cuando tengas tiempo, ya sabes, puede que te guste después de todo.
—Mátalo —le gruño a la prostituta, Simon me fulmina con la mirada.
—¿Ni siquiera vas a tener los cojones para matarme?
—Podría hacerlo, pero es más placentero ver cómo te mata la mujer que quieres, la que estuviste protegiendo de ese proxeneta suyo.
—Raphael —Simon se desespera mirando hacia la chica, ella llora sin parar.
—No, no puedo, yo…
—Ven aquí —me pongo de pie, ella se acerca y le doy una cachetada haciéndola caer al suelo, se agarra la mejilla y llora—. Ahora levántate y mátalo, estoy dándote una oportunidad, él no se moverá porque sabe que si lo hace voy a matarte.
Simon aprieta la mandíbula, ella le apunta con el cuchillo, tiembla como una hoja.
—Creo que vas a tener que ayudarla o los mato a los dos, escoge.
—Ven aquí, gatita —le pide ofreciendo su mano, ella camina hacia allí y coge su mano, la besa y luego se apuñala en el abdomen agarrando la mano de la chica, ella grita y quita las manos enseguida, se pone a llorar—. Espero que cumplas tu palabra y en verdad no la mates.
—No voy a matarla, mi problema es contigo, no con ella —gruño caminando hacia allí y quitando el cuchillo, vuelvo a apuñalarlo—. Nos veremos pronto en el infierno, no vas a estar solo mucho tiempo.
Lo apuñalo otra vez y giro el cuchillo, el cuerpo de Jack cae al suelo, la chica se pone a llorar y murmurar incoherencias en el suelo, trata de camuflarse con uno de los sillones.
—Por favor, no me mates.
Guardo el arma y camino hacia ella, me mira con horror, la tiro al suelo, luego empiezo a rasgar su ropa sin compasión alguna, se cubre a duras penas y pongo las manos en su cuello, me agarra, pero su fuerza no es suficiente.
La suelto antes de llegar al minuto y me pongo de pie viéndola jadear en el suelo, tiene la cara llena de lágrimas.
—Ódiame todo lo que quieras, pero acabo de darte tu boleto de inocencia aquí, sólo tienes que decirles que fue en defensa propia, que él quiso violarte —susurro, me mira mal, no lo hará—. Sé que tienes una hermana pequeña, no daño niños, pero…
—Lo haré —me pongo de pie y recojo mis cosas antes de irme.
Tengo una cita a la cual asistir.
Me baño y pongo algo presentable antes de subir al avión, el vuelo demora un poco y la ansiedad casi logra hacer que me vuelva loco, quiero verlo y a la misma vez no.
No debí hacerlo, lo sé, pero necesito que se case conmigo, necesito tenerlo a mi lado el tiempo que quede, agarro un pañuelo y me limpio la sangre de la nariz, esto se está haciendo muy regular.
Una vez bajo del avión camino hacia el exterior del aeropuerto y me detengo frente a Maddox, lo único que hace es mirarme, está fumando otra vez, parece un poco ansioso, justo como yo, llevamos unos cuantos días sin vernos, que lo último que hiciéramos fuese discutir tampoco ayuda.
Todos los días me pregunto cuándo será ese momento en el que cruce el límite de una vez y Maddox no regrese, sin embargo, esta vez no estoy haciendo las cosas así sólo para mi conveniencia, por una vez estoy pensando en lo mejor para otros.
—No puedo creer que llegues tarde a tu propia cita —se queja dejando salir una bocanada de humo, se ve jodidamente enojado.
—¿Podemos llevar esto en paz? —pregunto tomando su mano libre, Maddox pone los ojos en blanco.
—Lo que digas.
—Ven conmigo —digo jalándolo hacia donde dejé mi auto, la lluvia es un poco molesta, deja que lo arrastre sin problema, lo miro de reojo—. Pensé que lo habías dejado.
Maddox tira el cigarrillo al suelo y exhala el humo.
—Sí, pero es una mierda andar con un hombre que me hace recaer en mis putos vicios —me detengo bajo el techo de una cafetería, está prácticamente vacía, así que podemos hablar sin problema, agarro sus mejillas y lo miro fijamente.
—¿Aún sigues enojado?
—¿Tú qué crees?
—Definitivamente pareces enojado.
—Que bueno, porque aún estoy jodidamente enojado.
—¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación? —Maddox quita mis manos como si la pregunta fuese lo más estúpido del mundo.
—¿Conociéndote? Probablemente sólo vas a joder más la situación a lo largo del día.
—Lo siento —murmuro, Maddox pestañea.
—¿Qué?
—Me escuchaste.
—No te escuché.
—Dije que lo siento, admito que no fue lo mejor de mi parte, pero sabes que soy un puto imbécil —Maddox me da un golpe moderado en el pecho.
—¿Qué mierda pasa contigo? Debes estar desesperado o en estado terminal, probablemente puedas contar con los dedos de una mano las veces que te disculpaste en tu vida.
—No tienes que burlarte de mí —niega.
—No me burlo, me preocupo, porque nunca habías demostrado arrepentimiento por alguna de tus acciones y eso me hace pensar que hay algo mal contigo.
—No hay nada mal, sólo me di cuenta de que mi manera de proceder no fue la ideal.
—¿Por qué lo hiciste, Raphael? Sabías en la situación que ibas a ponerme y aún así no te importó —no parece enojado preguntando eso, creo que mi disculpa atenuó un poco las cosas, bien, porque no quiero pelear.
—Más tarde lo entenderás, pero esto no fue por mí.
—Difícil de creer, siempre se trata de ti, pero estoy acostumbrado a que sólo pienses en ti mismo, no puedo enojarme por eso —lo agarro del pelo y hago que me mire, por suerte estamos solos.
—Ya no pienso sólo en mí y eso es algo con lo que me incomoda lidiar, es la primera vez que me pasa esto.
—Eres un puto mentiroso —gruñe, aprieto el agarre haciéndolo quejarse.
—¡No miento, me importas! Me importa el cachorro y ese diablillo tuyo, incluso yo estoy sorprendido, pero me pueden importar los demás.
—Está bien, lo que digas —acerco mi boca a la suya, desde que lo vi quiero besarlo, pero no tengo idea de si es seguro.
—¿Me perdonas?
—Sólo sigo dándote armas para que regreses y me lastimes aún peor.
—Maddox.
—Estás perdonado, pero… —lo interrumpo con un beso, Maddox no se niega, corresponde el beso con la misma intensidad de siempre, muerdo su labio inferior.
—Gracias.
—¿Qué?
—¿Qué quieres que te diga ahora?
—Parece que quieres decirme algo más —suspiro.
—Sólo me queda una única vez.
—Raphael.
—Voy a volver a lastimarte y espero que puedas perdonarme otra vez —Maddox me agarra del frente de la camisa y fulmina con esos ojos azules que tanto me gustan.
—¿Hablas en serio, cabrón hijo de puta?
—Sí, lo siento, te prometo que será la última vez.
—Esto es lo que me busco por enamorarme de ti.
Maddox comienza a caminar hacia el auto ignorando mi promesa, pero digo la verdad, una más y será la última, no tendrá que verme otra vez, no voy a seguir haciéndole daño, no más preocupaciones en su vida.
Lo sé, juntos, somos un desastre, me gusta ese desastre, pero nadie puede vivir tanto tiempo en una tormenta, es demasiado caos, no puedo brindarle lo que le hace falta, amarlo con tanta intensidad le trajo todos estos problemas.
Una vez yo desaparezca también se irán más de la mitad de sus problemas.
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