Capítulo 21

Maddox

Esta vida en prisión definitivamente no es para mí, ya no me queda mucha paciencia, mucho menos cuando quieren probar fuerza conmigo como si fuese un chiquillo de quince años, ni siquiera a esa edad dejaba que me hicieran esto.

El tipo del frente me mira con altanería, intenta pelear conmigo desde que salí de aislamiento, una idea muy mala teniendo en cuenta por qué me metieron ahí en primer lugar.

—Sasha, no te metas en más problemas —aprieto los labios cuando Maxim me habla, claro, se supone que debo mantenerme sereno, no buscarme más líos para no terminar de nuevo recluido en solitario, tengo que decir que no fue nada agradable.

—Mira esto —dice de pronto el imbécil agarrándome un mechón de pelo, estoy hecho un desastre, no puedo retocar el maldito tinte y los productos de las cejas y pestañas desaparecieron por completo.

Genial.

—Veo que te gustan los productos para el pelo, quizás pueda ayudarte con eso si tú me ayudas —sonrío de medio lado.

—Soy de un tipo en específico y tu ni siquiera te acercas, mala suerte —intenta agarrarme del cuello, Maxim lo intercepta cogiendo su muñeca.

—Tienes un don para que los problemas te sigan —sí, estoy seguro de ello, Maxim aprieta mirándolo a los ojos, no se ve dispuesto a echarse atrás—. Agradece que sea yo y no él, no te acerques otra vez, no terminarás bien.

El hombre jala su mano y lo fulmina con la mirada, no creo que termine ahí, espero un tiempo mirando alrededor, necesito investigar posibles formas de huida, necesito salir de este lugar ya.

—¿No vas a comerte tu comida? —miro arriba, el mismo hombre de antes, claro, esta vez trajo compañía.

—Maxim, no tengo idea de cómo hiciste para no tener problemas todo este tiempo —Maxim tuerce los ojos.

—Estaba lejos de ti —arqueo una ceja debido a la queja, el tipo resentido da un golpe en la mesa demasiado fuerte, ahora todos nos prestan atención debido a eso.

—No me ignores, perra —lo agarro del pelo y estampo la cabeza contra la mesa metálica, gracias al cielo queda inconsciente, es un puto dolor de cabeza y odio que me digan así.

Miro al compañero y ladeo la cabeza.

—¿Serás el próximo o simplemente…? —decide irse, un guardia se acerca preguntando cuál es el problema, estamos en una de las mesas de atrás, cuento con que no me viera, o quizás decida ignorarme gracias a lo molesto que es el idiota.

—Creo que se desmayó —dice Maxim mirando su bandeja, el guardia arquea una ceja, lo veo con intenciones de castigarnos, pero otro lo detiene.

—Llévalo a enfermería, yo me encargo —el conocido de Raphael nos saca del lío, una vez se llevan al hombre agarra mi brazo y me jala, Maxim se pone de pie.

—¿Qué vas a…?

—Quédate quieto, tiene visita.

—Volveré en un rato, no te preocupes.

Me esposa una vez llego a la puerta y dirige a una oficina, hace que entre sólo para toparme con Raphael, lleva su uniforme, sin embargo, no se ve muy contento de verme, más bien parece un puto castigo.

—Tienes que empezar a esconderte un poco de los problemas.

—¿Cómo sabías que tenía problemas? No eres jodidamente adivino como para venir a detener mis peleas.

—¿Estabas peleando ahora mismo? —gruñe acorralándome contra la puerta, coloco las manos esposadas contra su pecho.

—Ah, ya me parecía extraño, así que viniste por otra cosa.

—Vine exactamente por ese motivo, Maddox, tienes que tener un perfil bajo, desde que saliste de aislamiento sólo te envuelves en más problemas, llevas unas cuantas peleas innecesarias y créeme, a nadie le conviene —aprieto la mandíbula, sé que lo dice por mi bien, pero no sabe lo que es permanecer aquí, la posición en la que estoy, algunos perros de la facción Salvatore incluso intentaron matarme.

No puedo sólo ignorarlos, ya estaría jodidamente muerto.

—Trataré de portarme bien, pero no es mi culpa, los problemas me persiguen —suspira deslizando las manos vendadas por mis mejillas, está herido.

—Te rasuraste la barba —dice, eso no fue por nada parecido al placer, no me sirve de nada si el pelo rubio comienza a aparecer, las cejas y pestañas todavía pasan de ser percibidas.

Sí, lo sé, no pensé muy bien esta situación de meterme aquí.

—Supongo que ahora estoy un poco cerca de cómo era antes, lo cual quiere decir que tengo que irme pronto de aquí, ¿qué te sucedió? —pregunto agarrando sus manos y besando las vendas.

—Pasaron algunas cosas —dice juntando nuestras frentes.

—¿Lo suficientemente malas como para tenerte preocupado? —Raphael suspira otra vez, en serio parece preocupado.

—Encontré la casa Salvatore, el anillo estaba ahí…

—Esas son buenas noticias —sonrío, Raphael agarra el frente de mi camiseta.

—Déjame terminar, fierecilla.

—Lo siento, sigue.

—Encontré el anillo junto a un USB —trago mi nerviosismo—. Tenía tres videos…

—¿Los viste? —gruño arrugando su uniforme esta vez, Raphael mira hacia el suelo.

—Una pequeña parte del primero.

—Quema esa porquería, no veas ni un minuto más de eso, no quiero que lo hagas, ¿entendido?

—No voy a verlo —lo jalo hacia mí y beso, por fin puedo probarlo, su sabor es embriagante, Raphael coloca una mano en mi cintura y fija aún más a la puerta—. No termino aún, deja de entretenerme, si sigues voy a querer follarte y no podremos terminar de hablar —gruñe.

—¿Qué más?

—El video se filtró en la red de la IMS1, saben que estás vivo, tuve la culpa de eso, así que puedes decirme lo que quieras.

Me mira fijamente, es como si estuviese endurecido para cualquier mierda que pueda decirle, esto es lo que suele hacer, protegerse de las cosas como si tuviese un maldito escudo.

—No sabías lo que tenía el USB, si hay algún culpable soy yo por no decirte que le habían enviado los videos a Thomas —lo beso suavemente.

—Pensé que ibas a enojarte —suspira.

—Por lo único que estoy enojado es por esto —menciono tomando sus manos—. ¿Qué sucedió?

—Mi enojo, eso sucedió, la IMS1 te buscará.

—No importa, que me busquen.

—Sabes que si se mete en esto van a encontrarte.

Lo beso profundamente asegurándome de repasar cada rincón de su boca, Raphael desliza una mano bajo mi camiseta y acaricia mis abdominales, sigue acariciando hasta llegar a un pezón y pellizcarlo haciendo que suspire.

—No me encontrarán tan rápido —murmuro contra sus labios, Raphael levanta mi camiseta y acaricia en todas partes erizándome la piel, lo necesito tanto que ni siquiera yo lo comprendo.

Desabotona el pantalón y desliza una mano dentro de la ropa interior, muerdo mi labio evitando hacer ruido, Raphael acaricia mi erección y muerde el cuello dejando una marca, ni siquiera me quejo por la rudeza, sabemos que me gusta eso.

—¿Sigues haciéndote cargo del Comando Canadiense? —jadeo, Raphael vuelve a besarme.

—Sí, por desgracia sigo ahí —coloca el seguro de la puerta y me jala hacia el escritorio, prácticamente me empuja hacia allí, por lo que tengo que apoyar las manos.

—Quiero follarte, fierecilla —suspiro.

—Raphael, estamos en una oficina ajena, no tenemos protección y… —me callo cuando deja dos sobres en la mesa, uno de lubricante y el otro es un preservativo, evidentemente vino muy claro con lo que pretendía hacer.

—Me importa un carajo que la oficina no sea mía —gruñe dejando caer mi pantalón y bajando la ropa interior, me sonrojo recordando nuestra primera vez—. ¿No vas a prepararte?

Ladeo la cabeza para poder verlo, zafo las esposas con un clip de papel mientras me mira con una sonrisa altanera, agarro el sobre de lubricante y dejo que caiga en mis dedos, los llevo a mi interior con toda la vergüenza del mundo.

Raphael mordisquea mi oreja y acaricia mi erección.

—¿Por qué la vergüenza, Fierecilla? Mmm… te ves apetecible y a estas alturas no hay nada nuevo.

Me sonrojo aún más, lo sé, pero no puedo evitarlo, quizás sea por la situación, el recuerdo de nuestra primera vez, pero estoy demasiado sensible, jadeo mientras me besa el cuello.

—No más preparación —dice de repente quitando mi mano, agarra el preservativo y se lo coloca, no tiene ningún puto cuidado a la hora de deslizarse en mi interior, arrastra una mano por mi pecho y llega al cuello, aprieta haciendo que respire con dificultad—. Quiero que me sientas durante días, que todos sepan que me perteneces, que eres mío y sólo yo puedo satisfacerte.

Me aferro al escritorio con una mano y deslizo los dedos de la contraria por su cabello, no me gusta que esté inseguro, sé que tengo la culpa de eso, pero no pensé que realmente pudiera ponerlo así.

—Raphael, soy todo tuyo, no tienes que demostrar una maldita cosa —Raphael encaja los dedos en mi cintura.

—¿Qué hay sobre eso de acostarte con…?

—No lo haré —gruño, este hombre hace que pierda la cabeza por completo, lo quiero tanto que comienza a ser enfermizo, se mueve lentamente creando más ansiedad por tenerlo.

—¿Qué no harás?

—No me acostaré con nadie más, sólo contigo, eres el único para mi, Raphael, sólo quería castigarte un poco —embiste con fuerza y me arqueo.

—Lo sé, conozco todos tus malditos trucos y aún así caí como un tonto —jadeo.

—Antes no te importaba.

—Ahora me importa, estás advertido, voy a matar a cualquier tipo que te ponga las manos encima.

Me gusta el Raphael posesivo, los toques en la puerta hacen que me tense, Raphael encaja los dedos en mi cintura.

—Coronel —es el aviso para que termine de una vez, me echo a reír suavemente.

—Hablas demasiado y te quedas sin tiempo —Raphael quita la mano de mi cuello y luego de arrastrar un poco de cosas en el escritorio me apoya con rudeza para comenzar a embestirme.

—Tienes que dejar de provocarme tanto —gruño, estoy jodidamente incómodo, Raphael me acaricia con una mano mientras sigue moviéndose, la otra me agarra del pelo—. Deja que te crezca el pelo, me gustas más rubio, Fierecilla.

Murmuro una grosería y me jala el pelo con fuerza.

—¿Qué fue eso?

—Dije que puedes irte al demonio, haré lo que me dé la gana con mi maldito pelo —eso parece incentivarlo aún más, Raphael va más rápido e ignora todas las veces que lo llaman.

Al final termina corriéndose cuando vienen a llamarlo por tercera vez, jadeo contra la madera, probablemente manché el escritorio, Raphael sale de mi provocándome escalofríos, me visto mientras amarra el preservativo y lo guarda en su bolsillo junto a los sobres.

—Una lástima que no te vayas con mi corrida dentro —pongo los ojos en blanco y agarro un pañuelo suyo para limpiar mi suciedad, lo pongo junto a las demás cosas que tiene que desechar.

—Terminemos de una vez o romperán la puerta.

Me arreglo la ropa lo mejor que puedo y pongo las cosas del escritorio en su lugar, coloco las esposas de vuelta, Raphael muerde mi labio inferior.

—Recuerda lo que hablamos, tranquilo, no puedo estar todo el tiempo pendiente de ti y si te mandan al aislamiento las posibilidades de huida se reducen bastante.

—Está bien.

Abre la puerta y habla con uno de los guardias mientras me conducen de vuelta a las celdas, me revisan y luego empujan a la celda, Maxim deja el estúpido libro que comenzó a leer aquí y se echa a reír.

—¿Qué te hace tanta gracia?

—Ni siquiera debí preocuparme, pareces un juguete masticable, ¿visita conyugal?

Resoplo.

—No seas envidioso.

—Que venenoso, creo que no estás muy satisfecho —hago una mueca.

—Dejando de lado el sexo, vino a regañarme por mi mal comportamiento —Maxim evita reírse sólo por cortesía, que odioso.

—Es que tiene razón, eres buscapleitos.

—Cállate.

Pasamos los siguientes días con relativa calma, excepto algunos idiotas que siempre intentan buscar problemas, el séptimo día no fue tan calmado, las alarmas comenzaron a sonar y todas las rejas se abrieron, el humo llegó con facilidad a todo el bloque.

Lo que parecía un incendio normal se convirtió en una manifestación interna, el motín se hizo tan salvaje que los guardias tuvieron que retirarse y resguardarse tras las rejas de seguridad que separaban los bloques.

Llevo a Maxim conmigo al suelo cuando una de las paredes se hizo añicos, seguimos a los presos al patio y divisamos un helicóptero, por supuesto que lo supe, esta era la gran escapada de Alessio, sin embargo, era demasiado.

Dos hombres bajan mientras otros dos se quedan encima repeliendo los disparos de los guardias, evidentemente se habían hecho cargo de los francotiradores en algún momento.

Hago que Maxim suba primero, un guardia cerca le apunta, así que me lanzo llevándomelo conmigo al suelo, luego de eso empeoró, no pude evitar que Maxim saliera herido, estaba demasiado lejos de la posición inicial, con Maxim desangrándose y tuve que tomar una decisión.

Al final hice una señal para que se retiraran.

La guardia especial ya estaba encargándose de la situación, Maxim no podía esperar demasiado en su estado y definitivamente tuve que quedarme atrás.

Raphael sí que dará el grito en el cielo esta vez.

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