Capítulo 19
Maddox
Thomas sale de su estupor y se echa a reír, creo que la carcajada resuena en toda la maldita cárcel, espero que termine su rutina con calma, aún tenemos tiempo.
—Eso fue bueno, por un momento me atrapaste.
Bueno, teniendo en cuenta mi aspecto debo decir que es la reacción esperada, se seca las lágrimas y vuelve a mirarme, no me divierte la situación y eso empieza a ponerlo nervioso.
—Vamos, Alexander, vas a tener que buscar otra cosa con la que…
—Te presenté a Annie aunque no me caías muy bien, le gustabas y con tal de hacerla feliz podía ir hasta el fin del mundo —resopla.
—Que sepas eso no quiere decir nada.
—Voy a matarte —admito, Thomas levanta una ceja—, pero primero quiero que sepas que soy yo, así que perderé mi tiempo en esto, “Cuando te haga pedazos de una vez, ven conmigo, yo puedo unirlos de nuevo” me dijiste eso cuando supiste que estaba involucrado con Raphael, ¿lo recuerdas?
Aprieta la mandíbula, no me cree.
—Tienes un tatuaje en el pectoral izquierdo de un ancla con enredaderas y una cabeza de león con corona en la espalda, debo decir que eso debió encender mis alarmas, ¿todavía? Te pedí investigar al Coronel Harrell y manipulaste la información a tu conveniencia.
—No fue…
—“El amor debería hacerte sentir en paz, no en una guerra constante, no hay que perseguirle, ni rogarle compañía, si no te hace sentir bien tienes al equivocado.” ¿Recuerdas eso? Thomas, recuerdo cada una de tus palabras, es mi maldición, intentabas con tanta fuerza que dejara a Raphael.
—Trataba de ayudarte —murmura, por fin me cree, me echo a reír.
—¿Ayudarme?
—Sí, quería que me eligieras a mí, iba a convencerte de irte conmigo, pero…
—¿Seguí escogiendo a Raphael?
—Sí, a pesar de pelearse vivían el uno por el otro, yo no significaba nada para ti, no iba a convencerte nunca.
—En eso tienes razón —Thomas aprieta la mandíbula mirándome de arriba abajo.
—¿Qué rayos pasó contigo?
—¿Qué crees que me pasó? Raphael, tú, Dima, creo que estoy bastante bien considerando los hechos —Thomas niega, parece sincero.
—Nunca quise hacerte daño, al menos no como Maddox.
—¿No?
Se acerca a mí y desliza una mano por mi cabello, levanto las cejas, no tengo idea de qué pretende.
—¿Qué crees que haces?
—¿Por qué sigues con Raphael?
—No te importa —gruño empujándolo hacia la pared y apretando su cuello.
—¿De verdad crees que puedes matarme?
—Sí, ¿por qué no podría hacerlo?
—Has cambiado mucho —dice como si nada, al parecer ya hizo las paces con la muerte, o en serio no cree que pueda hacerlo.
—Lo sé.
—¿Por qué quieres matarme exactamente?
—¿Por qué? —pregunto apretando el agarre, Thomas oprime mi brazo—. Me manipulaste como te dio la gana y te llevaste el anillo de Raphael.
—¿En serio quieres matarme porque le robé el anillo a tu amante?
—Me importa un carajo eso, sabes muy bien por qué quiero hacerlo —jadea, lo dejo respirar por un momento.
—Pensé que trataba de engañarme, no puedes culparme por no creerle.
—En realidad sí que puedo culparte.
Una vez Dima supo que Raphael supuestamente no tenía el anillo hizo sus tareas investigando más a fondo, localizó a Thomas y como supo que estuvimos involucrados, aún no tengo idea de cómo, intentó hacer la negociación con él.
Fueron tres malditos meses de tortura que pudieron detenerse si este hombre accedía a darle el anillo a Dima, pero no, pudo más su maldito orgullo.
—Te enterraron, Maddox, estabas jodidamente muerto, no iba a entregarle el anillo para que se hiciera más poderoso.
—¿Creíste que los videos eran una puta broma también?
—Escúchame… —gruñe, no dejo que siga hablando.
—¿Dónde está el anillo?
—No voy a decirte una mierda, de todas formas piensas matarme.
—Aunque no me lo digas tendrás el mismo destino, puedo atacar a Fabio y poner tu maldita casa segura patas arriba.
—De verdad estás completamente arruinado.
¿Por qué sigo escuchándote?
—¿Y qué? Yo no tengo problema con eso y Raphael tampoco, es lo único que me importa.
—Raphael debe estar dando brincos de felicidad, por fin tiene a su lado al psicópata que quería, es como si él mismo te hubiese amoldado a sus gustos.
—Siempre te ha gustado la palabrería, Thomas, pero no quiero seguir escuchándote.
—Entonces, mátame, vamos, Maddox, demuéstrale a todos en lo que te convertiste.
—Tuviste la oportunidad de salvarme, de sacarme de las garras de Dima, pero no, ignoraste el maldito problema, fingiste que no tenías el anillo —logra golpearme el pecho.
—Yo no tengo la culpa de que te involucraras con Raphael, no tengo la culpa de que Dima te hiciera todo eso, tú mismo te metiste en eso, ¿qué crees que piense Ares si sabe de ti, Abby? Dios, si Annie te viera ahora mismo estaría muy decepcionada.
—Para tu mala suerte ya no me importa la opinión de los demás.
Esta vez utilizo las dos manos y le oprimo el cuello, me araña las manos hasta que corto su respiración, lo suelto y resbala por la pared hasta caer al suelo, los ojos verdes siguen mirándome a pesar de que ya no tiene vida, doy dos pasos atrás cuando la alarma comienza a sonar, la reja se cierra de forma abrupta.
El corazón me late demasiado rápido, un guardia abre, revisa a Thomas e intenta resucitarlo mientras otro uniformado me golpea y hace que me arrodille, encuentran las llaves y vuelven a golpearme varias veces.
—Estarás en aislamiento un mes entero —me esposan y sacan a la fuerza, no miro atrás, no puedo hacerlo.
Me lanzan a una fría habitación desolada y me siento contra la pared frotándome las manos, eso no me hizo sentir mejor, ahora me siento más asco de persona que antes.
Es cierto, ¿qué pensaría Ares de mí, mi hermana menor? Sería una total vergüenza para Annie, para todos, porque me convertí en un monstruo que lo único que hace es quitarle la vida a los demás porque creo tener justificación para eso.
No.
No puedo dejar que incluso muerto juegue con mi cabeza.
No hago esto buscando que me aplaudan, nada de lo que hice hasta ahora está bien, pero si no lo hago yo, ¿quién lo hará? No me importa Thomas, tampoco Dima, hago esto por mi propia satisfacción, no por un bien mayor.
Me quedo en la celda sin saber cuántos días han pasado, ni siquiera me alimentan, sólo me dieron agua en tres ocasiones, tengo la boca seca, la deshidratación podría matarme.
Si que querían al maldito Salvatore poniéndome semejante castigo.
La puerta se abre y miro hacia allí, Raphael entra con su uniforme de gala, trae la gorra en una mano, le gruñe algo al guardia y luego cierran la puerta.
—Carajo, sabía que no podía dejarte hacer esto —dice acariciando mi pelo, estoy hecho un desastre, probablemente se me ve la raíz del pelo, incluso tuve que desechar los lentes.
—¿Cuánto tiempo? —Raphael va hacia la puerta, veo que por la abertura de la puerta le pasan una botella de agua.
—Aquí llevas casi dos semanas —responde entregándome la botella abierta.
Me doy unos cuantos tragos de una sola vez mientras Raphael se sienta frente a mí en el suelo y coloca la gorra a un lado.
—Con calma —toso unas cuantas veces—. Obedéceme por una vez.
Dejo la botella vacía a mi lado y suspiro, creo que ya puedo aguantar una semana más.
—¿El trato es preferencial o es así con todos?
—Eres un caso especial, lograste burlarte de un guardia, mataste a un recluso protegido de Iron Grills haciéndolos quedar como unos payasos, así que sí, es una trato preferencial, te odian.
—Vaya, soy toda una joyita —murmuro, miro el uniforme, tiene la insignia de Coronel, así que supongo que está de nuevo en la IMS1—. ¿Ya tomaste tu puesto de vuelta?
—No exactamente. Tengo al Comando de Canadá.
—¿Qué, por qué harías eso? Tendrías que irte del país —se encoge de hombros.
—Estuve allí todo este tiempo, tuve que mover varios contactos para poder entrar aquí, créeme, no fue fácil porque decidiste comportarte como un chico malo en tu primer día. Maddox, no estás pensando las cosas con claridad.
Ignoro el comentario, hay cosas más importantes, como el motivo por el que no regresó a su puesto original y asumió un Comando lejos de aquí.
—¿Qué planeas? Porque todo lo tuyo siempre tiene algo detrás —aprieta la mandíbula, no quiere decirme y enojarme no es la solución, ya entendí eso—. ¿Crees que esconderme la información es útil? Bien, mantenme desinformado si crees que eso es lo mejor, no tengo ganas, ni energía para discutir contigo.
Raphael apoya las manos en el suelo y se acerca a mí, evito el beso ladeando la cabeza, no me he bañado en casi dos semanas, ni cepillado los dientes, soy un puto desastre y no quiero que…
Me agarra de las mejillas con fuerza.
—No me niegues otra vez —agarro su mano y le beso el dorso.
—No fue mi intención, estoy sucio, hace un montón de días que no me cepillo los dientes, no quiero que te lleves una mala impresión.
—Fierecilla, llevas casi dos semanas encerrado en una celda de aislamiento, obviamente sé que no hueles a flores y no me importa —me besa y desliza la lengua en el interior de mi boca, siento mis mejillas rojas, este hombre está desquiciado.
Lame mi labio inferior y sonríe.
—No fue el mejor beso, pero tampoco el peor —le tiro la botella de agua vacía y la agarra con una carcajada.
—No eres gracioso —me besa de nuevo, para no gustarle sigue haciéndolo—. Necesito que le lleves un mensaje a Alessio.
—¿Cuál sería ese mensaje?
—Buscar a Fabio, encontrar el maldito anillo y quemar todas sus malditas casas.
—Me estoy encargando de eso, fuera no saben lo que hiciste, lo del Salvatore es información clasificada, estuve tras Fabio, encontré tres de las casas, pero no había una maldita cosa, hay que tener paciencia.
Suspira.
—Está bien.
—Hablaré con Alessio, quiero que te saque de aquí lo antes posible, por lo menos parecía muy preocupado la última vez que hablé con él.
—Y no creo que sea sólo por mí.
—¿No?
—No, Maxim está aquí, así que puedes apostar que nos sacará.
—No tengo idea de lo que quiere decir eso, pero de todas formas le haré una visita. ¿Ya que estuviste con el Salvatore tienes alguna idea de donde está el dichoso anillo?
—No —Raphael levanta las cejas, pero no dice nada respecto a eso.
—Coronel, no podemos darle más tiempo —dan golpes en la puerta, suspira besando mi frente.
—Tengo que irme, sólo dos semanas más aquí y luego te irás.
—Sí —se levanta y camina hacia la puerta con la gorra y botella vacía en la mano, no quiero que se vaya, que me deje aquí, pero no puede llevarme con él.
Ahora mismo odio haberme metido en este problema. Me mira antes de salir.
—Uno de los guardias es un conocido, me debe un favor, así que te traerá agua y comida de vez en cuando, no sabía que estaban tratándote así.
—Gracias —levanta las cejas.
—Eso no me sirve, sabes cómo agradecerme cuando salgas de aquí —se coloca la gorra y retira, la puerta hace un ruido cuando vuelven a trancarla.
El tiempo que me queda no es tan malo gracias al conocido de Raphael, no puedo tener agua y comida todos los días, pero al menos lo veo cada tres días, esta maldita prisión es un infierno.
Pero no puedo quejarme, todo retomará su lugar de una vez por todas, si Raphael consigue ese anillo estaremos un paso más cerca de derrocar a Dima, el único problema que nos quedaría sería el Mariscal.
Sin embargo, Raphael parece estar planeando algo, lo malo es que no quiere hacerme parte de eso.
Bueno, tarde o temprano me enteraré, no tengo que preocuparme por eso.
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