Capítulo 16
Maddox
Tomo asiento en el bar y cruzo las piernas mientras espero a mi acompañante, saco un cigarro y Maxim me ofrece el encendedor, tengo que dejar el maldito vicio de una vez, pero se ha hecho bastante difícil.
Inhalo y exhalo, hay bailarinas en cada rincón, miro a Raphael hablando con una de ellas del otro lado, coloca una mano en su cintura y le dice algo al oído, parece que se divierte, bien por él.
Una de las camareras trae mi trago, Maxim la intercepta y prueba la copa antes de entregármela, en serio, esto es exagerado, Thomas no utilizará la misma táctica dos veces, no es tan imbécil.
Luego de revisar a la camarera la dejan sentarse a mi lado, tiene un top negro y un short muy corto, le acaricio el cabello y sonrío, se me eriza la piel sintiendo la mirada de Raphael sobre mí.
Dios, es un cambio increíble que me cele.
Le devuelvo la mirada y pruebo mi trago, él empezó y dos pueden jugar este juego.
—Ya está aquí —avisa Maxim hablándome al oído, le agradezco a mi guardaespaldas principal y miro hacia la puerta esperando al visitante.
El cabello castaño ondeado está un poco más largo, mira alrededor y logra dar con mi paradero, camina hacia nosotros y lo revisan antes de dejar que se siente frente a mí.
—Alexander —tomo otro sorbo y sonrío, si supiera quién soy en realidad no me hablaría con tanto respeto, después de todo estuvo amenazándome para que encarcelara a su padre.
Ahora que lo pienso, él mismo se buscó que lo derrocaran, sólo tenía que mantener contento a Fabio.
—Diago.
—¿Por qué estoy aquí? —miro a Raphael acercándose por detrás, coloca un cuchillo en su cuello y le jala el pelo hacia atrás para que logre verlo.
—Porque yo quería que estuvieses aquí.
Diago se pone a temblar, ni siquiera sé cómo logró verle la cara de idiota a Raphael, como tuvo el valor para hacerlo con el miedo que le tiene, sigo bebiendo de mi trago mientras se sienta junto a él.
Le ordeno a la camarera que se vaya, Raphael necesita ajustar cuentas con Diago, él me mira como si no pudiese creer que lo traicionara, en serio, no le debo nada, sólo está dentro del negocio por Alessio, no tengo nada que ver.
—¿Sabes quién es y aún así lo ayudas, qué van a decir los demás cuando se enteren de…? —Raphael lo coge por el cuello y oprime el agarre haciéndolo callar.
—¿Quién les va a decir? Me temo que no vas a ser tú.
—Alessio… —levanto las cejas.
—Ahora soy yo el que está al mando, Alessio me dejó el mando a mí y por lo tanto puedo hacer lo que quiera.
—Hicimos un negocio.
—Pues ya no hay negocio, te mantuve cerca porque sabía que necesitaría de ti en algún momento.
—Esto no tiene sentido, él no puede ofrecerte nada, no necesitas protección del…
—Sí que puedo darle algo —dice Raphael acercándose a su oído y susurrándole algo, termino mi bebida viendo la cara perturbada de Diago.
—Ustedes… —gruñe de pronto.
Me pongo a fumar nuevamente, no me importa Diago, no tengo nada en su contra, sé que actuaba por avaricia, lo destronaron y finalmente vino a esconderse con Alessio, él sólo lo protegió porque creyó que sería útil en algún momento contra los Salvatore.
Se equivocó, Diago no será útil en ese sentido, el clan quiere verlo jodidamente muerto, pero no van a negociar con nosotros sólo para matarlo, así que acabo de encontrar su uso.
—Llévatelo de una vez —Raphael levanta las cejas por la orden, pero no me va a la contraria.
Me quedo bebiendo en el bar hasta que vuelve a sentarse frente a mí, pide una botella y comienza a tomar sin parar, fumo mi cigarrillo, está completamente alterado, fuera de sí y no tengo idea de cómo ayudarlo, así que dejo que se desahogue con la botella hasta que quiera hablar, tuvo una semana agitada.
—Sasha —Maxim toca mi hombro para llamarme la atención luego de unas horas, no es necesario, sé lo que va a decirme.
Raphael.
Me froto la frente, no tengo idea de lo que le pasa y lleva un montón de alcohol, un trago más y tendré que llevarlo al hospital, me pongo de pie y le quito la botella, hago que me mire y se humedece los labios.
—Creo que ya tuviste suficiente —Raphael arquea una ceja, no le gusta nada mi comentario.
—¿Según quien?
—Según yo, no hay más alcohol para ti —pongo una mano en su mejilla y acaricio, está un poco caliente, el ambiente en el bar no ayuda, tampoco el alcohol, cierra los ojos por unos segundos disfrutando del toque—. ¿Por qué estás tomando tanto, qué pasó con Diago?
—Dejé al pobre infeliz con mi hermano, que se divierta.
—¿Vas a decirme cuál es el problema?
—Tengo un maldito dolor de cabeza que no se quita, no importa cuántos analgésicos tome y me beba el puto bar, sigue ahí.
—Vamos a mi oficina —ofrezco mi mano, Raphael la toma sin siquiera dudarlo, sí, está un poco borracho.
Subimos con mis guardias pisándonos los talones. Los miro antes de entrar.
—Pueden retirarse, vayan al bar o donde quieran, no los necesito aquí —Maxim frunce el ceño, desde que vino de sus vacaciones está demasiado intenso, bueno, ya me intentaron matar unas cuantas veces sin su presencia, creo que tiene un poco de ansiedad.
—No creo que sea recomendable.
—Maxim, hazme caso, no pasará nada.
Kirill tiene que llevárselo a la fuerza, le agradezco con una sonrisa y finalmente dejo entrar a Raphael, él se apoya en el escritorio tratando de mantener el equilibrio.
—¿Estás seguro que no tienes que estar en el interrogatorio de Diago?
—No me importa ese estúpido, sólo quiero que el dolor se vaya —gruñe frotándose la frente.
—¿Cómo puedo ayudarte?
—Quítate el saco —obedezco dejándolo en el sofá, Raphael se peina hacia atrás mirándome.
—¿Y ahora?
—Ahora bailamos —dice de repente sacando su teléfono y tecleando algo, con mucho trabajo logra poner una canción.
Camina hacia mi cuando los primeros acordes comienzan a sonar, no tengo idea de lo que pasa con él, no creo que esté lo suficientemente borracho para justificar esto, pero pretenderé que sí.
Coloca las manos en mi cintura, así que las pongo en su cuello, la letra comienza a escucharse, es una canción de Mariah Carey, la reconozco, I want to know what love is.
I gotta take a Little time
A Little time to think things over
Raphael sigue la melodía guiando mis pasos, deja un pequeño beso en mis labios, siento mi temperatura subir, casi ni nos movemos del lugar, pero se siente bien compartir algo como esto.
I better read between the lines
In case I need it when I’m colder, hey
In my life there’s been heartache and pain
I don’t know if I can face it again
Can’t stop now, I’ve traveled so far
To change this lonely life
I wanna know what love is
I want you to show me
I wanna feel what love is
I know you can show me
—No sabía lo que decía la letra, así que no digas ni una palabra.
Junto nuestros labios en un lento beso, no voy a decir ni una sola palabra, eso haría que el momento termine y no quiero que lo haga, nunca pensé que tendría un gesto romántico de parte de Raphael, así que si depende de mí no terminará nunca.
—No tengo problema con la letra —murmuro con una sonrisa, la canción por fin termina y comienza otra, Raphael deja de bailar y se apoya en el sofá llevándome con él.
Acaricio su pelo con suavidad.
—¿Qué hay del dolor de cabeza?
—Ya se fue —dice como si nada, muerdo su labio inferior y luego lo beso.
—¿Desde cuándo?
—No lo sé, no cuento los días que me da dolor de cabeza —toco su mejilla, está hirviendo, cuando lo toqué antes lo sentí un poco caliente, ahora entiendo el extraño comportamiento.
—Raphael, tienes fiebre.
—¿A quién le importa? —gruñe besándome.
—A mí, espera un… —intento separarme, pero agarra mi brazo con fuerza.
—No —gruñe, con su mano derecha saca la camisa de mi pantalón y luego la desliza bajo la camiseta acariciando mi piel.
—¿Desde cuándo estás enfermo?
—Maddox.
—Y para colmo te dejé beberte el puto bar.
—No te enojes por tonterías —me separo de él.
—Que estés enfermo no es una tontería —el regaño es interrumpido por la notificación de su teléfono, Raphael me ignora para ir a ver el aparato, achica los ojos leyendo el mensaje, ni siquiera puede enfocar la vista.
—La orden de matar a Stella vino directamente de Lucca Santino.
Suspiro, ese hombre está metido en todo este problema de raíz.
—Vaya, no me esperaba eso, parece que tu madre le daba más competencia de lo que pensábamos, ahora vamos a bajar esa fiebre.
—Estoy bien —dice guardando el teléfono en su bolsillo.
—Acuéstate en el sofá, podemos hacerlo por las buenas o por las malas, tú eliges.
—Le quitas la diversión a todo.
Raphael se acuesta en el sofá mientras busco píldoras y agua fría, le hago tomarse dos pastillas y empapo una de las toallas nuevas del baño para ponerla en su frente, se queja, pero no la quita.
Comienzo a desabrocharle el pantalón y me mira con una sonrisa.
—Estabas muy en contra de…
—Cállate, no haremos nada —le quito los zapatos y el pantalón, reviso la herida de la pierna, tiene unos cuatro días, pero no hay signos de infección—. ¿Tienes más heridas?
—No.
—¿Te duele algo?
—No, sólo es un poco de fiebre, deja de alarmarte.
—Eso quiere decir que hay algo mal, no tienes fiebre porque sí.
Mojo el paño y comienzo a pasarlo por su cuerpo, pronto se queda dormido, la temperatura comienza a bajar, tomo su mano y dejo un beso en el dorso, es un completo irresponsable que no se preocupa por su salud.
—Sasha —miro a Maxim, el cabello rubio está despeinado de tanto pasarle las manos, suspiro.
—Si lo pierdo estoy jodido —admito apretando su mano—. Lo odio como no tienes idea, pero lo amo de la misma forma, estoy atado a este hombre de una forma que ni siquiera yo comprendo.
—Estará bien.
—¿Cómo lo sabes? Hasta hoy pensé que no podía enfermarse y ahora está inconsciente en mi sofá —Maxim da la vuelta y coloca una mano en mi hombro.
—El problema es tu forma de verlo, Sasha, también es humano, no es un Dios o un ser inmortal, es sólo un humano herido igual que tú, también se enferma, también le duele, sufre —suspiro, tiene toda la razón, siempre la tiene.
—Creo que ese fue mi gran problema, sólo vi lo inaccesible que parecía, no flaqueaba, no dudaba y llegué a pensar que no era sólo un hombre sufriendo.
Estoy sentado junto a Raphael, así que Maxim hace que apoye la espalda en su abdomen y coloca las manos en mi pecho como si estuviese abrazándome.
—Todos cometemos errores, es parte de nuestra naturaleza, equivocarnos, arrepentirnos, buscar ser perdonados.
—Estoy tocando fondo.
—Vas a salir de ahí —dice dejando un beso en mi pelo, luego se ríe—. Me voy antes de que despierte por completo y crea cosas equivocadas.
Raphael se remueve y queja tocándose la cabeza, Maxim se retira cerrando la puerta suavemente.
—¿Me desmayé en tu sofá?
—Sí, no puedo creer que una fiebre fuese la causante de tu inconsciencia.
—Joder —gruñe, me echo a reír.
—Creo que es muy pronto para eso.
—No eres gracioso.
—Querías hacerlo con fiebre, así que pensé que…
—Maddox…
—Escúchame —pido agarrando su mano—. Raphael, hice algunas cosas durante este año, cosas que no te gustarán, pero no quiero que me odies por eso, quiero que sigas amándome, que nada cambie.
Raphael se sienta y desliza los dedos por mi cabello, besa mis labios suavemente.
—¿Crees que algo me haría odiarte, alejarme de ti? —resopla—. Obviamente no me conoces lo suficiente, Maddox, esta relación es para siempre, no me importa a quien mataste, lo que hiciste, con quien te acostaste, ambos somos lo mismo, somos todo lo que está mal, pero aún así no deja de estar bien sólo para nosotros.
Aprieto la mandíbula.
—No sabes…
—Y ya te dije que está bien, deja de culparte por eso, hiciste lo que tenías que hacer, estás hablando conmigo, comprendo lo que estás sintiendo, sé de lo que hablas —me pongo de pie, estoy incómodo en mi propia piel, me siento como un impostor en un papel que no es suyo.
—A veces siento como si no me conociera, no me conozco y eso me asusta.
Raphael se pone de pie y me hace retroceder hasta la vidriera.
—No importa lo mucho que cambies, yo siempre voy a reconocerte, no necesitas ser un salvador, no tienes que preocuparte por los demás, está bien ser egoísta, ponerte a ti mismo de primero.
Raphael vuelve a besarme, desliza la lengua en el interior de mi boca con una lentitud que me entumece los sentidos.
—No le debes nada a nadie, por eso no tienes que ser el Maddox bueno de siempre.
—Ya se acabó mi momento de debilidad, Lyubov’ —Raphael gruñe cuando lo dejo contra el cristal.
Arranca los botones de mi camisa y sube mi camiseta para tocarme, lo beso mientras dejo caer la única prenda que lo mantiene mínimamente decente, Raphael desabrocha mi pantalón mientras me besa otra vez.
Ya lo dije, esto está bien, si funciona para ambos no tengo que preocuparme.
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