𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟤𝟤
Terminaba de entrenar con Faustino como método de relajación. Hacía dos tardes anteriores al día que arribó a Isidro a visitarme con un mensaje de Vanss en la estación de la guardia negra en Santiago dónde informaba que los refugiados ya se encontraban reinstalados y las fuerzas desertoras comenzaban a formar filas independientes en búsqueda de rebeldes tal como nuestro acuerdo cedió.
Esa era la última tarde antes de tener que partir a Lorde, ya que debía arreglar todo para la coronación de Benjamín, así como la residencia de los hombres libertanos y su rey que nos acompañarían al día siguiente como signo de tradición, aunque a decir verdad fue mi abuela la mayor encargada de aquel asunto. Ella y tía Gladiola se mudaron con nosotros hasta Teya, aunque el clima un tanto tropical no fuera del todo su agrado. Ambas parecían complacerse en esos asuntos que involucraran aristocracia y celebraciones, por lo que me permití cedérselos ante mi falta de interés. Además, supuse que aquello limaría cualquier rose pasado con mi abuela Rebeca, quién dos meses anteriores partió del palacio ante mi nada sutil demanda de poder, pero qué con mi hermano de vuelta, nuestros títulos volverían a equilibrarse y por lo tanto, ambas nos deberíamos a nuestro rey.
Con aquel asunto resuelto, me quedaba a mí comunicarme con Alaric que pareció evadirme las primeras semanas hasta que fui consciente de los problemas a los que se enfrentaba, ya qué me atrevía a decir que era el gobierno con más que reparar. Al parecer, ya fuera por la cantidad de fuertes politicos o que allí se llevara a cabo todas las leyes que nos llevaron a esta revolución, Lorde parecía el lugar preferido de los rebeldes para atacar. A cambio de la ausencia de mi primo Renata me atendió. Dijo que mi primo había ido a las tierras muertas para supervisar los desembarques de desechos generados en el último mes por las reconstrucciones ya fueran de La Capital o de su propio gobierno.
Las tierras muertas alguna vez fueron fértiles campos, densas selvas y amarillas praderas, sin embargo, el primer brote de la enfermedad que hace siglos aquejó al mundo cedió justamente en aquella zona. En ese entonces, el par de continentes o reinos, se extinguieron por completo infestando al único que quedó de pie y en el que habitamos actualmente y con el qué antes contaba con siete reinos reconocidos y una decena más que no lo eran, pues se encontraban como tierras en disputa o zonas salvajes gobernadas por clanes más antiguos que ellos.
Aquella tierras son poco mas de la mitad del tamaño de una nación, considerando por supuesto que Libertad y Victoria se repartieron el mundo equitativamente, así como también lo fueron las tierras muertas. Ellos con el sur y sus pequeñas islas y nosotros con el norte.
El abuelo de Alaric (el tío de mi madre) solía realizar inspecciones décadas muy atrás haciendo a Lorde, el único que podía ejecutarlo ya que era por igual, el único que deseaba ensuciarse con aquellas cosas tan banales como lo eran las expediciones, pues en ese entonces el medio de transporte para llegar hasta allá era el navío, por lo que se debía pasar casi un mes en el mar para tal travesía.
Ahora en cambio gracias a la invención de los jets, se puede llegar a ella en un promedio de 9 a 10 horas dependiendo del sitio donde se aterrizará. Victoria es relativamente nueva en cuanto a tecnología hablamos, considerando que los jets, electricidad, dispositivos de rastreo y la transmisiones, llevan no más de 70 ciclos que se implementase en nuestras vidas de manera paulatinamente hasta que llegará tal como la conocemos ahora.
Tardamos un siglo entero en lograr una sociedad medianamente funcional y parecida a la que alguna vez fuimos después de que la infección acabara con casi todo. Para cuando se cumplieron dos siglos, nos convencimos de cual era la raza dominante en esta tierra, dejando a los seguidores muy por debajo de nosotros. Y ya para cuando los 400 ciclos de civilización nos alcanzaron, el pasado se había borrado construyendo a cambio lo que hoy conocemos como Victoria.
Los mismos errores de siempre
Supongo que nunca se aprende lo suficiente, al igual que pienso qué las guerras siempre están destinadas a existir tanto como a extinguir.
La espada de Faustino colisiona con la mía atrayéndome de nuevo a la acción y percatándome que esa espada y él son uno solo, ya qué es muy bueno. Mil veces mejor que con los cuchillos qué por lo general, los pocos guardias que entrenaban en el cuadrilátero, acostumbraban apartarse cuando los usaba y pese que decía ser delicado en un encuentro de espada contra espada al final, terminaba con un dolor de hombro.
Siempre me pareció un hombre bastante resistente y fuerte, aunque su corpulencia delgada no lo reflejara. Logré llegar a conocerlo más en esos días que en los meses anteriores, pues me contó sobre Siaka y Fansi, sus padres. Dijo que ella era muy sobria e incluso elegante (la describió él así) y de modales impecables. Agregó también que solo su padre lograba hacerla reír al igual que su vida en la infancia fue algo cómoda dentro de los estándares de vida seguidora, ya qué comida nunca le faltó.
Y durante cada silencio y respiro que nos dábamos, lo observaba. Era un chico muy feliz a pesar de las cosas que tuvo que vivir. Sus ojos rasgados (ahora sé) heredados por su madre, se arrugaban un poco al sonreír, sin embargo, aún así lograba ver tristeza. Quizá pensaba en Hozer. Yo todavía lo hago durante mis momentos de soledad junto con todos aquellos que me han arrebatado, aunque se repuso con velocidad, pues cuando me miró, sonrío y volvimos a practicar.
Mientras caminamos y retiramos el sudor de la frente por aquel desastres, le pasé una botella de agua cuando entonces, un guardia nos intersectó con un mensaje de Misael Borja que contenía una enmienda solicitada por parte mía.
Hacía exactamente una semana atrás que su visita me sorprendió a la casa gobernadora de Teya y de alguna forma, pude sentir el motivo de ella siendo qué él ya había realizado demasiadas cosas por mí y mi hermano, pero ¿cuándo recibiría la recompensa por aquel acto?
Ben estaba a una semana de hacerse rey y entonces Victoria ya no me tendría como su reinante dejando la vacante de reina para su hija, sin embargo, lo que me espetó fue muy distinto a lo que esperado.
—Vanesa Santillán Solares.
Su voz se pronunció arrojando un expediente al escritorio para que lo revisara y prosiguió:
—Se perdió todo rastro de información acerca de ella a los 12 ciclos cuando quedó huérfana, volviéndose así para la sociedad de esta nación una desertora más en Victoria —explicó mientras miraba la foto de la pequeña Vanesa con la edad mencionada antes de que se le perdiera rastro.
Su rostro infantil era muy semejante al actual, aunque aquel rostro endurecido la gobernaba desde entonces.
—No fue hasta que en Palma un fuerte fue asesinado que esa niña volvió a retomar importancia, pues según los relatos de dos de sus trabajadoras fuertes, fue una seguidora empleada en la casa quien cometió aquel atroz acto para robar y huir de la propiedad. Jamás se resolvió el caso, aunque existe un retrato de la asesina que casualmente le resultará muy familiar —agregó en el instante que mis ojos fueron a tal retrato.
Era un par de ciclos más joven, pero sin duda era Vanss. Nunca me llegué a cuestionar su vida más allá del tiempo que la conocí ni la ayuda brindada por su parte hasta ese momento que me pregunté, qué la había llevado a desertar: Asesinato. La comandante asesino a un fuerte y por eso se unió al Fuego Blanco.
—¿Qué es lo que quiere ganar exactamente tras mostrarme esto?
—Bueno, nuestro príncipe asumirá su cargo en una semana, que si me lo permite antes, yo la habría elegido a usted —no supe sí sentirme alagada por eso—. Pienso ampliamente que Victoria debería darle más crédito a nuestras mujeres. Tengo una hija, la cuál es mi orgullo y lo seguirá siendo muy pronto alado de su hermano, así que lo que pregunto es... ¿realmente cuanto conoce a esa joven a quién parece mostrarle su confianza y lealtad?
No lo podía creer. Me estaba chantajeando.
Él deseaba averiguar cuan estaba dispuesta a ofrecerle para que aquella información no se revelara y es qué, podía que la ley que enviaría a los menesteres acerca de que los desertores fueran reconocidos como ciudadanos y no renegados fuera casi un hecho, pero el asesinato sin duda, seguiría siendo un crimen que debía castigarse. Respiré con profundidad y colocando las manos en el escritorio de mi sala particular me levanté y dije:
—Lo suficiente para no cuestionarla.
No estaba exenta de algunas cosas que le sucedieron a lo largo de su vida: como ser huérfana y subastada en Palma. Ella cometió errores al igual que yo y de los cuales no estaba remotamente orgullosa. Sabía que hice actos detestable y al parecer en definición, ambas no éramos tan distintas. No dejaría que fuera revelada ninguna información de la comandante, pero tampoco dejaría ser manipulada.
—Y para hacérselo olvidar también, Misael.
Entonces, me arriesgué con aquel temor que le tenía a mi control y proclamé:
—Y todo lo que pudo lograr averiguar de Vanesa Santillán Solares olvídelo y jamás vuelva a mencionárselo a absolutamente nadie —ordené en la mente de Borja con calma, siendo qué descubrí que de esa forma, lo impuesto era manejable para mí, contemplando que la furia era lo qué activaba la parte destructora de esta habilidad que solía dominarme la mayoría del tiempo al usarlo.
Esa fue la primera vez que usé mi control con plena conciencia, por lo qué me permití sonreír cuando le pregunté acerca de Vanss y este no pareció saber a quién me refería.
—Así que Victoria tendrá nuevo rey —habló Faustino una vez que le comenté acerca de las enmiendas que aceptó Borja con respectos a los desertores y reconocer sus cuarteles ante su gobierno.
—Si, en un día.
Era curioso, pero pese que estábamos juntos, mi hermano y yo realmente no lo estábamos. Y no porque no quisiéramos sino porque nuestro deber con Victoria era primero, aunque recordé la ligera discusión de dos días atrás a ese.
—Hermanita, qué bueno que esperaste a tu adorado hermano para la cena.
—Pues nuestra abuela no me hubiera permitido empezar sin ti de igual manera —como siempre, me envolvió en un cálido abrazo con un entusiasmo voraz, pues poseía una noticia que deseaba contarme.
Comenzó primero hablando acerca de un sistema que podía hacer que los refugiados de Santiago así como los mismos de Teya y Lorde fueran identificados. Una especie de base de datos que por medio de la sangre, se lograría encontrar el gen variante y de esa forma, encontrar un controlador sobre el resto de la población.
—Eso es... muy irresponsable de tu parte, Ben ¿sabes acaso lo que sucedería si toda esa información cayera en las manos equivocadas?
—Una suerte que entonces las nuestras no lo sean.
—No es tiempo de bromas —presioné furiosa haciendo decaer su sonrisa.
—¡No lo es! Supuse que te daría alegría saber que estabas en lo correcto al respecto de que existía más gente como tú.
—Pues sí, pero no podemos invadirlos de esa manera. De la misma forma que lo hizo nuestro despiadado abuelo.
—¿Qué quieres entonces? Que anden por ahí, usándolo para que huyan tal como lo hizo la chica que encontraste aquí en Teya.
Pensé en Fergin y qué en cuanto encontró a su hermana en un refugio de este gobierno, usó su control para huir con ella.
No debió sorprenderme, pero lo hice siendo que yo no me atrevía a usarlo, pues en cuanto la necesidad surgía, una sed por igual me perseguía. Tal vez a ella no le interesa acabar con una vida o pudiera que no lograra hacerlo ni sentirlo una vez que su habilidad se aplacaba así como en Rolan o Diego sin embargo...
¿Por qué aún lo sentía? ¿Por qué casi nunca podía controlarlo?
—¿Tú... me temes?
No me había atrevido a cuestionarlo durante ese par de semanas, pero debía aceptar qué aunque su mirada no me lo dijera, aquello no significaba que nunca lo hubiera sentido en algún momento.
—Como puedes preguntarme algo así. Esto no se trata de ti, Ofe. Se trata de todos aquellos que están afuera y debemos proteger. Tú eres buena, pero que te asegura que el resto lo sea. Sí los descubren a ellos pueden descubrirte a ti también y eso si no lo permitiré. Siempre te protegeré. Siempre.
No poseía respuesta alguna para ello. Aprecié su acto protector como buen hermano mayor por lo que ya no pude enfurecerme.
—¿Y... lo has usado? —pregunté.
—Ahora si quieres saberlo ¿cierto? —contestó y le miré con desespero mientras él con un tanto de resentimiento por mi desaprobación pasada.
Finalmente, como los buenos hermanos que nos enseñaron a ser, cedimos.
—No, no lo he usado. No lo usaremos ni seremos como nuestro abuelo. Haremos lo correcto, lo prometo.
—Y yo prometo que los encontraremos. Otorguémosle elección. Como a Dalia y Lázaro.
A diferencia de Fergin, aquella niña lectora de mentes quiso quedarse conmigo. Le confesé como nos afectó el virus (de toda formas podía leerlo) y ante su orfandad y el hecho de qué los primeros días no pudiera estar en contacto con gente porque los pensamientos de estos la enloquecían, optó por nuestra ayuda. Miró la sinceridad de mi hermano y la mía y se quedó así como Lazaro que en realidad no parecía tener muchas elecciones debido a su edad.
Tal vez no sabíamos si eran buenos o no, pero quizá si les mostrábamos otra forma de vida podrían aprender a serlo.
—Sabes, no lo conozco mucho, pero si el príncipe es igual que tú, creo que todos debemos correr -bromeó Faustino todavía dentro del bloque de entrenamiento, así que le lancé un poco de agua de la botella que bebía hasta su rostro diciendo que callara, por lo que cuando ajustaba mi coleta floja Faustino respondió imitando mi acto.
No supe porque, pero ese evento me remontó a mi cautiverio. Solía tener algunas pesadillas muy reales y el chorro de agua hizo que me fuera hasta la pared colocando mis manos en mi rostro. Faustino corrió tomando mis brazos para quitarlos de mis ojos.
—Tranquila, tranquila. Todo está bien. Estas a salvo —susurró a pesar que mis brazos aún se encontraban temblorosos. Sus manos se colocaron en mi cara y me miró pese que mis ojos iban de un lado a otro.
—L-lo siento —espete respirando rápido—. Cuando ellos me electrocutaron y parecía perder el conocimiento, ellos me arrojaban agua al rostro. No podía respirar y yo... —decidí detenerme al darme cuenta de lo que le contaba optando por callar. No le había contado a nadie en concreto lo que sucedió allí y deseaba que se quedara de esa forma
—No, no. Nunca me pidas perdón por ello ¿de acuerdo? En ese caso yo lo siento —decidió decirme después de un silencio largo, retirándose de mí
—No lo sabias Faus. No es tu culpa.
—Ni tuya tampoco. Si lo sabes o no Ofeli —entonces sonreí un poco.
—¿Cómo me llamaste?
—No presiones o te llamaré Su Alteza —alcé mis manos en forma de rendición, pues cuando platicábamos nunca me decía mi nombre ni título—. Eres muy buena para ser de la realeza ¿lo sabes?
—¿A qué te refieres?
Faustino no logró responderme porque de la nada, una transmisión fue dada en uno de los tantos monitores del pasillo simultáneamente.
Fue entonces, que pasó lo que tanto temía: los rebeldes volvieron. Después de casi un mes volvieron para recordarme que lo peor apenas estaba por venir.
Ichigo se anunciaba en la pantalla llamando a todos los seguidores. Diciendo que era el momento de levantarse. Qué la infección fue premeditada para acabar con una docena de miles de seguidores y qué fue hecha por nada más que René Farfán. El pasado gobernador de Teya y consejero real posteriormente.
No comprendí del porque, pero ellos respaldaron todo lo que yo había espetado. Sin embargo, su propósito era demostrar cuanto habían permitido dejar en el poder a los fuertes al grado de que estos mismos, ya habían comenzado a destruirse entre si. Y justo por eso, ese era el momento y turno para demostrar que ellos realmente si eran uno.
"Estamos en todos lados"
Esas fueron sus últimas palabras cuando la transmisión se terminó y de inmediato, el monitor se apagó al igual que todas las luces de la casa gobernadora.
—Esto no me gusta —se escuchó la voz de Faustino aún estando incrédulo a lo que vimos y oímos.
Fue ene se instante, aún con la transmisión en mis pensamientos, que corrí hacia las afueras. La plaza de la casa gobernadora ya se encontraba llena de soldados y trabajadores que visualizaban fuego y humo elevándose por los cielos causada por una explosión majestuosamente ruidosa que cedió a lo lejos del sitio. Aquello fue tan potente que nos hizo retroceder con horror, haciéndole pisar el pie a Faustino por encontrarse detrás de mí.
—La estación eléctrica —susurré.
Sin equivoco alguno, los rebeldes encontraron el momento que yo tanto temía. La estación eléctrica de Teya alimenta el 65% de la electricidad de toda la nación por lo que sí Teya caía en la oscuridad, muy pronto los demás gobiernos también lo harían. Solo quedaba un poco más de media hora antes de que la oscuridad nos invadiera y las llamas fueran lo único que realmente nos iluminará.
—Definitivamente esto no me gusta nada —recalcó de nuevo mi animoso amigo llevándose sus manos al cabello.
—Están aquí —me escuchó decir—. Ellos están aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top