Capítulo 18

Cut off the bottoms of my feet

Make me walk on salt

Take me down to the police

Charge me with assault

A smile on her face

She does what she wants to me

Freedom At 21 — Jack White

☆★☆

La banda sonora del día ha sido Coldplay. Sofía ha escuchado la discografía entera una y otra vez... ¡Estoy en un estado meloso y cursi! Como sea, no me he quejado porque quiero que So se encuentre tranquila para la reunión, no importa si sufro un coma diabético en el proceso.

He evitado hablar de Eric porque balbuceo y Cedric se burla de mí. El baterista nos ha acompañado al supermercado a comprar y luego al bar por el licor patrocinado por el mejor jefe del mundo. Creo que tenemos provisiones para sobrevivir por un mes de comida chatarra y alcohol en caso de un Apocalipsis zombie.

Tampoco he hablado con Eric, sé que ha ido a entrenar porque Cedric me dijo que lo vio salir de su casa con ropa deportiva cuando paso por ahí. Deduzco que luego irá con Henrik a ensayar... Me gustaría enviarle un mensaje, preguntarle cómo está o qué hace, pero sería demasiado.

Por otro lado, Sofía me ha contado que no ha vuelto a besar a Cedric; por las miradas y los leves roces que comparten es notorio que es cuestión de tiempo para que se repita. Cedric respeta cada una de las decisiones de So, es admirable. Ya no encuentras personas como él, estoy feliz de que So lo hiciera.

Ella le ha dejado conducir su lujosa camioneta, ha sido mi oportunidad para burlarme del nervioso de Cedric que ha temido hacerle un golpe en cada vuelta.

—¿Podemos cambiar la de Magic?

Sofía ha conectado su iPad al estéreo mientras terminamos de ordenar la casa, Cedric nos ayuda en el jardín.

—¡No! —exclama mi amiga con un tierno mohín—. Es mi favorita.

Entorno los ojos, supongo que deberé de escucharla y fingir que no recuerdo a Dimas cantándola.

—Y envíame ese cuento o fingirás que se te ha olvidado.

—Voy, mamá.

Sofía deja mi laptop sobre la repisa que divide la cocina y la sala. No sé por qué le he contado de la historia que he escrito sobre Eric, pero me ha pedido leerla como parte de su regalo y no pude negarme. No estaba en mis planes enseñarle a alguien ese depresivo cuento que me inspirara la mirada oscura y cubierta de misterio de Eric.

—Eres una mujer cruel, So.

—¿Sofía cruel? —pregunta Cedric al entrar a la casa—. ¿Hablamos de la misma Sofía?

—Es que tú sólo conoces su lado de Candy Candy —contesto fastidiada—. No tienes idea de lo cruel y manipuladora que es debajo de esa cara bonita.

Sofía me da un golpecito en la frente con una tierna sonrisa en los labios... ¡Mi amiga es preciosa!

Cedric se sirve un vaso de agua helada desde el dispensador del complicado refrigerador, me ha llevado una semana descubrir cómo hacer eso. Estoy distraída observándolos platicar cuando me encuentro con una fotografía de Minerva en el Facebook donde asoma sonriendo frente al jardín del Club.

—¡¿Qué demonios?!

Sofía se apresura a asomarse sobre mi hombro.

—¿Es el club?

—Sí —mascullo—. Ojalá el espíritu de León la empuje a la piscina.

Cedric suelta una carcajada.

—¿Ha llevado a Mina al Club? —medita Sofía—. ¿Tiene membresía?

—No, sólo sus papás...

Me muerdo una uña, eso significa que están con ellos. Eso significa que se las ha presentado a sus padres y hermanos, a su familia. Es algo serio lo que tienen. Me molesta que me moleste aquello, es un trabalenguas que ni yo misma consigo desenredar.

—Si no cambias la canción de Ink terminaré por asesinar a alguien —bufo.

Cedric se acerca hasta el estéreo con una sonrisita divertida, selecciona la siguiente canción del álbum.

—El cuento, Aura.

—¡Ya voy!

No le he corregido, prefiero enviar el manuscrito original en lugar de leer aquello de nuevo. A veces, los escritos dejan ver demasiado del autor, en especial cuando es un novato como yo que no consigue disimular los sentimientos.

☆★☆

Aguardamos a que Cedric se fuera para iniciar la búsqueda en esa zona de su ropero que suele dejar intacta. Sofía me ha permitido elegir su atuendo para la reunión. Elijo un traje de baño azul con una sexy abertura al frente que deja ver parte del vientre.

Sofía palidece al ver mi elección.

—Vamos, So ¡Si lo compraste es porque te gusta!

Mi amiga parpadea un par de veces con la vista fija en la tela azul.

—No puedo ponerme eso...

—Claro que puedes —digo al sentarme a su lado—. Te verás hermosa.

—Pero...

—No voy a obligarte —tomo su mano con fuerza, está sudando como si estuviera muy nerviosa—, pero sé que puedes hacerlo...

Sofía ejerce un poco más de presión en mi mano al tiempo en que asiente con determianción.

—Puedo hacerlo.

—¡Claro que puedes!

Tengo la fe absoluta en que lo intentará, el mundo necesita ver a esa Sofía hermosa y segura de sí misma. Yo necesito verla, no sólo una vez más, sino muchas y valorarla cada día más y más. Sofía me ha enseñado que se puede salir adelante de cualquier adversidad, nunca comprenderá lo mucho que la admiro, lo mucho que la quiero y la querré siempre.

☆★☆

Nuestros amigos ya están en casa y, aun así, tengo que ser la única tarada que va a abrir la puerta cuando llega Minerva y Dimas. Sonrío con tanta naturalidad como mis rígidos labios lo permiten, evito el contacto visual. Minerva lleva el mismo vestido blanco que luciera en la fotografía; la niña miedosa que ocupaba el rincón del salón de clases emerge de las profundidades de mi alma, no es fácil sentirse segura de mi físico cuando hay una mujer como Minerva cerca.

La agradable pareja me sigue hasta el jardín donde están los demás, menos Eric y compañía. Por desgracia, Nicolás pregunta sobre la fotografía en el club.

—Almorzamos con mis padres —dice Dimas—. Querían conocerla.

Claro que querían conocer a la modelo que tienes como novia, imbécil.

—Son encantadores —añade Minerva.

—Te enviaron saludos...

Levanto ambas cejas mientras bebo de mi cerveza.

—Gracias —Me obligo a ser amable o lo intento, no funciona.

Nicolás tiene sobre su regazo a Teresa, es cuando descubro que todos están en parejas.

¿En serio, destino?

Me arrebujo en mi asiento y bebo en silencio de mi cerveza. Al menos Sofía la está pasando bien y baila un poco con Teresa. Cedric no le quita los ojos de arriba a mi amiga y, siempre que me descubre mirándolos, no consigo esconder mi sonrisa llena de malicia... ¡La sorpresa que se llevará Cedric cuando la vea en traje de baño!

Escucho el timbre y me incorporo al estilo Berenice, es el pretexto perfecto para desintoxicarme del romance que desprenden todos. No obstante, cuando me encuentro con los ojos negros de Eric siento un nudo en el estómago, deseo huir de regreso. No está solo, sino que Berenice, Henrik y Gabriel están con él. Berenice me saluda al quitarme la cerveza de las manos y corre hacia el jardín. Henrik y Gabriel siguen a la baterista, pero Eric me hace una seña para que lo siga hasta la cocina.

—Berenice quiere algo con Gabriel —me dice.

Saco dos cervezas del refrigerador y las abro.

—Eso noté la otra noche.

—¿En serio?

—Soy buena en esas cosas.

—¿Sí? Tengo mis dudas.

Entorno los ojos.

—No eres muy bueno con las indirectas —Le entrego su cerveza.

—¿No?

—No, eres como el rey de la friendzone.

Eric desiste de beber de su cerveza y agrega:

—¡Así me llama Henrik!

—¡Aura! —grita Nicolás desde afuera.

Muerdo mi labio inferior, el guitarrista parece adivinar que me debato entre hacer algo o no... ¡Al demonio! Entrelazo su mano con la mía y lo guío hacia el jardín, Eric me deja tirar de su cuerpo sin oponer nada de resistencia.

—Pensé que ya se habían encerrado en la habitación —sonríe el chico revelando su perfecta dentadura blanca— y que ya no los veríamos hasta mañana.

—No sería la primera vez —comento, mordaz.

Nicolás abre mucho los ojos, es mi turno de reír. Eric me abraza y besa mi cabello con suavidad, creo que ha recordado lo que compartimos.

—Es verdad —suspira Sofía—. Fue muy gracioso.

—No, no lo fue —dice Eric.

—Es que soy muy agresiva.

—Lo eres.

—Muerdo y araño.

—Oh, eso también lo sé.

De acuerdo, no debo bromear sobre cosas así frente a demás y mucho menos sobre algo así... ¡Mucho menos en los brazos de Eric! Me sonrojo muchísimo, consigo que los demás rían de mi vergüenza.

—Cállate —le digo con un ligero golpe en el abdomen—. Nunca te perdonaré eso.

—No dormiré por la preocupación.

—Nunca duermes.

—Porque te mueves mucho.

—Eso no es cierto —argumento con indignación.

El silencio que hay frente a nosotros me hace morderme la lengua... ¡Justo cuando creí que no podía avergonzarme más!

—Y eso era todos los días en la oficina —comenta Sofía—. Eric alteraba las hormonas de todas las chicas del piso, pero invertía su tiempo en molestar a Aura.

—Eso es verdad —digo con el rostro escondido entre mis manos—. ¡Debieron de prohibirle la entrada!

—¿Así se conocieron? —pregunta Gabriel.

—Sí, era mi editora.

Me descubro el rostro, nunca lo vi de esa forma, pero es verdad. Era editora de Eric y, por muy ridículo que parezca, me encanta cómo suena.

—Y León me odiaba.

—Todavía espero que desde el más allá rompa tu guitarra.

—Mientras no lo haga durante el concurso todo va bien —opina Nicolás—. ¿Cuándo volverás a ensayar con nosotros?

Eric mira a Henrik, éste se encoge de hombros.

—¿El Miércoles?

—Me parece bien —dice Bere—. Ya me he resignado a que no podré regresar a la guitarra pronto...

—¿Ya la escucharon tocar? —pregunto—. Es asombrosa.

—Soy mejor que todos ustedes —Coloca las manos en su cintura—. Todavía tengo la esperanza de que estas chicas formen una banda conmigo.

Sofía niega, pero yo sé que ella sí sabe tocar el piano; aunque, no lo ha intentado en un tiempo.

—Puedo enseñarle a Aura —comenta Minerva.

Me toma por sorpresa, pero consigo responder a tiempo.

—Soy una pésima alumna en cualquier cosa relacionada con la música.

—Podríamos intentarlo —insiste—. No perdemos nada.

¡Está siendo amable conmigo! O planea incendiar la casa o en verdad sucederá un Apocalipsis zombie y ella es de las primeras afectadas por el virus.

—¡¿Ves?! —chilla Bere—. ¡Tienes que aceptar! ¡O sea, Mina te está ofreciendo ayuda! ¡Y tienes a Eric que en serio se arrojaría de un edificio si se lo pides!

—Ay, Bere... ¡Siempre tan comunicativa! —masculla Eric.

Reímos, me encanta estar al lado de él y percibir la vibración de su risa viajar a mi cuerpo.

—Yo creo que si ustedes cinco suben a un escenario poco importaría si están golpeando botes de basura o tocando, nadie prestaría atención a la música —dice Henrik.

Berenice se acerca hasta Henrik y le planta un beso en la boca.

—Gracias, amor.

—De nada, cariño.

Eric me susurra al oído si ya creo que es parte del comportamiento de Berenice, contesto que sí sólo porque su proximidad me ha dejado como una tonta.

—¡Esta canción! —chilla la pelirroja psicodélica y tira de la pelirroja discreta—. ¡Ven, ven!

Teresa le sigue porque no sabe qué más hacer, puedo ver la confusión en su rostro, Nicolás está muy divertido observando a su novia en lugar de ayudarla. No obstante, estoy a punto de ser yo la que rescate a Teresa al ver cómo le baila Berenice, es demasiado para la pobre chica que parece en un shock momentáneo.

Sofía está colorada, se cubre la boca mientras ríe, Cedric está al frente como si planeara interponerse si Bere va por ella.

—¡No sabía que tu novia bailara así! —exclamo sorprendida al notar que Teresa sigue el juego de Berenice.

—Yo tampoco —dice Nicolás maravillado.

No puedo dejar de reírme, sólo me detengo al descubrir la mirada pícara de Bere.

—¡No!

Me escondo detrás de Eric. Berenice lo rodea y tira de mi mano, pero me resisto sosteniéndome del guitarrista que no hace intento alguno por detenerla.

—¡Te voy a matar, Eric!

—Ya lo haces, Aura.

¡Mi corazón!

Es una dualidad de amor y odio con ese tipo de frases que baja mis defensas, Berenice me arrastra hasta el borde de la piscina con Teresa. Ambas chicas me bailan de forma provocativas mientras los demás ríe. La única idea que tengo es empujar a ambas hacia el agua, pero no cuento con me sujetan y me sumerjo en la piscina con ellas.

—¡Muy lista, Aurita! —silba Bere y me arroja agua.

—¡Instinto de supervivencia!

Las pelirrojas salen de la piscina con la ropa empapada. La brisa me eriza la piel por completo, me abrazo a mí misma con los pies todavía dentro del agua. Una toalla me cubre, descubro que es Eric cuando se sienta a mi lado.

—Así que te estoy matando.

Él deja un cigarro en mis labios.

—Todo el tiempo.

—¿Soy tan malvada?

—Puede ser.

Lo empujo con mi cuerpo, como siempre, sólo para obtener esa risita apenada.

Eric me ayuda a secarme, me siento muy tonta y a la vez feliz dejarlo quitar las gotitas de agua de mi frente. Me deshago de la ropa mojada, llevo abajo el traje de baño de dos piezas, y tomo asiento frente a la mesa del jardín donde está también Dimas. Eric me imita, entrelaza su mano con la mía y empieza a conversar con Dimas sobre guitarras; es maravilloso escucharlos hablar como si fueran verdaderos amigos.

Los demás han decidido meterse a la piscina. Sofía ha deslumbrado a Cedric con lo bonita que se ve, parece una verdadera modelo de pasarela. Dimas, Eric y yo somos los únicos que permanecemos fuera, no podría ser más rara la situación.

—¿No vienen? —les pregunto.

—En un rato —contesta mi ex novio y Eric hace un gesto afirmativo, me parece que desean hablar a solas.

—Ok...

La mayoría en la piscina nos observa. Debo fingir que no encuentro aquello tan extraño como realmente es, me arrojo a la piscina y arrojo agua en todas direcciones, consigo que ignoren la extraña conversación de ambos chicos.

No me concentro en las bromas o pláticas de mis amigos, mi atención intenta desviarse cada dos segundos hacia Eric y Dimas.

Es demasiado extraño...

Eric va por dos cervezas, una para él y otra para Dimas. Es difícil saber si están discutiendo o no, me es imposible leer las expresiones en sus rostros.

Y, maldición, son increíblemente atractivos...

—Esto es muy irónico —comenta Minerva.

No sé en qué momento ha llegado a mi lado o si he sido yo la que terminó a su lado, mi cabeza está concentrada en leer los labios de los chicos que siguen afuera conversando.

—¿Qué cosa?

Ella señala hacia el motivo de mi distracción.

—Creo que cuando hablan de música son los mejores amigos —respondo, intento no desviar la conversación hacia donde obviamente quería dirigirla ella—. O eso he notado.

—Sí...

Eric sonríe, hay algo raro en esa sonrisa que no termina de convencerme. Dimas se revuelve el cabello de esa forma meditabunda cuando reflexiona sobre algo que le preocupa muchísimo.

—No creo que sea nada importante —añado, no puedo creer que estoy intentando tranquilizarla—. Luego te contará Dimas.

—Supongo que tienes razón.

Saco dos cigarros de una cajetilla que está cerca, le entrego uno. Es complicado fumar cuando estás en una piscina, pero lo prefiero a continuar en una plática incómoda con la novia de mi ex novio.

—¡Tienes la canción de Aura! —exclama Henrik, está a la orilla de la piscina seleccionando la música desde su celular conectado al estéreo.

—¡Es cierto! —grita Berenice como si fuera necesario hacerlo... ¡De seguro hasta los vecinos la escucharon!

—No empieces —le advierte Eric desde afuera.

El rubio y Bere están cantando, están locos si creen que preguntaré el nombre de la canción. No tardo en comprender que es por la letra, pues habla de una chica que hace lo que quiera con él. Lo cual no es justo porque yo no sabía nada sobre lo que sentía Eric...

Tal vez la canción tenga un poco de razón...

Demonios.

Dimas se quita la playera, me sumerjo para no ver desviar ni por accidente la mirada hacia él. Salgo a la superficie cuando mis pulmones claman por oxígeno, froto mis ojos para quitar las gotas de agua y encuentro a Eric sentado frente a mí. No tengo que desviar la mirada con él, puedo apreciar su cuerpo todo el tiempo que quiera, sé que le gusta que lo haga.

—¿Si notaste que acabas de apagar tu cigarro? —me pregunta.

No todo puede salirme bien.

—¿Vienes?

Él no contesta, sólo se deja caer en la piscina.

—¿De qué hablaban?

—Cosas.

—¿Qué cosas?

Me aferro a sus hombros, Eric no comprende lo tierno que es esto para mí. Hace mucho que no sé lo que es demostrar cariño frente a otras personas, mis relaciones anteriores pasaron gran parte en secreto. Este simple gesto significa un mundo, me gusta sentirme así.

—Algunas cosas de la banda, es todo.

Noto su incomodidad, supongo que también hablaban sobre mí.

—Lo siento...

Eric niega con suavidad.

—No importa si puedo tenerte así... —Me abraza por la cintura por debajo del agua.

No debería recordar todas las cosas que han pasado entre nosotros, mucho menos rodeados de todos ellos, pero mi mente no tiene control. Un hormigueo se propaga sobre mi piel cuando pienso en que es Eric el que me está provocando todas estas emociones. Es él quien hace sentir mi corazón como un pájaro enjaulado. Relamo mis labios, sus ojos siguen el lento movimiento de mi lengua.

Rodeo su cuello al tiempo en que mis labios alcanzan los suyos, la sorpresa le hace demorarse un segundo en responder el beso. Extrañé la suavidad de su piel, la firmeza de sus músculos bajo mis manos, la seguridad que me envuelve entre sus brazos. Extrañé estos besos lentos, en los que parece deleitarse por completo conmigo; consigue estremecerme con una sutil mordida en mi labio inferior.

—Mi color favorito es el rojo —susurra sobre mi boca hambrienta de él.

Mi traje de baño es de color rojo... Sonrío como una tonta, dejo un beso fugaz en sus labios.

—No lo parece.

—Me va mejor el negro.

—Me encanta.

Me encantas, quise decir, pero al final me he acobardado.

Eric baja sus manos hasta mi cadera, el agua sirve como refugio, nos regala una efímera privacidad.

—Deberías quedarte a dormir hoy.

—Sabes que no puedo, Aura...

Deslizo las uñas sobre sus hombros, cierra los ojos. No sé quién besa primero a quién, sólo sé que siento su desesperación mientras su lengua se desliza dentro de mi boca y sus manos se aferran a mi cuerpo con urgencia.

—Aura.

Nos separamos, tardo un pequeño instante en volver a la realidad. Sofía está al lado con el rostro colorado, no se atreve a mirar hacia Eric.

—No creo que sea buena idea —añade mi amiga.

—No puede ser —masculla él.

Dimas está hablando con Minerva, creo que ella llora. Algo se agita en mi pecho con violencia, por un segundo he intercambiado los lugares con León y conmigo, es horrible. Minerva está cruzada de brazos, Dimas parece furioso al dirigirse a ella, estoy segura de que la chica no ha hecho nada para ganarse esa ira. Y, aunque lo hubiera hecho, no tiene derecho a hacerla sentir mal y menos con nosotros ahí. Me aparto de Eric, creo que me pregunta qué pienso hacer, pero ni yo estoy segura hasta que llego al lado de la violinista.

—¿Me acompañas por el regalo de So? Necesito un poco de ayuda.

Minerva se limpia las lágrimas que se disimulan con las gotas de agua y asiente.

—Vamos, está en mi cuarto.

La violinista abandona primero la piscina, aprovecho ese instante para acercarme a Dimas.

—Tú no eres así.

—Aura...

Su mirada celeste parece arrepentida, tiene la enorme habilidad de hacerte vacilar.

—No, no puedes hacernos esto, Dimas.

No sé si hablo sobre Minerva, Eric o yo. Tal vez hablo sobre los tres, no puede hacernos esto.

Minerva me ayuda a salir de la piscina, ni si quiera me giro hacia los demás porque deben estar esperando que empecemos una pelea en cualquier minuto... ¡Ni yo estoy muy segura de lo que estoy haciendo!

—¡Vamos por tu regalo, So!

—Trae mi cámara —me pide Eric—. ¿Sí?

Él me mira con una mezcla extraña de emociones, como si estuviera orgulloso, no me permito analizarlo más o regresaré a besarlo en este mismo instante. Tampoco hablo con Minerva, no somos nada parecido a amigas y no planeo meterme en su noviazgo. Es simplemente que recordé lo que es estar en la posición de la violinista, lo difícil que es aceptar que la persona que amas pueda sentir algo muy fuerte por otra persona. Sé lo que es eso, las noches mirando el techo y preguntándote si duerme en casa como dijo o está con esa chica. No le deseo a nadie pasar por ese tormento de saber que sus labios pueden anhelar otros aun cuando tiene los tuyos, ni si quiera a Minerva.

Espero que Dimas cambie, no debe ser así con ella, conmigo o con Eric. No bailamos al ritmo que quiera, somos humanos y tenemos sentimientos, también tenemos derecho a ser felices.

Sonrío, Minerva me mira como si estuviera loca.

Hace mucho que no pensaba en mi felicidad de esta forma y... se siente bien.

☆★☆

AMO la canción del intro...

Jack White es uno de los hombres más sexys y talentosos del mundo 💗

https://youtu.be/s92smjLq_38

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