Capítulo 12

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—¡Tranquilízate!

—¡¿Cómo puedes pedirme eso?! —Arrojo el encendedor a sus pies—. ¿Por qué te quedaste ahí...? ¡¿Eres voyerista o qué?!

Camino en círculos frente a él como si así encontrara una escapatoria para la vergüenza y el enojo que siento... ¡¿Por qué se quedó ahí?! ¡Debió marcharse de inmediato!

—¡Yo estaba ahí antes que ustedes! —Se levanta y su expresión amenazadora me hace detenerme en seco—. ¡¿Qué querías que dijera?! ¡Disculpen, sus gemidos no me dejan escuchar el mar!

—¡¿Nuestros qué?!

Empujo su cuerpo con todas mis fuerzas, sé que se deja caer en la cama porque quiere y no porque lo derribara... ¿Cómo ha podido decirme eso? Por un momento no reconozco a este chico, no sé quién es...

—No debí decir eso, disculpa...

No puede mirarme a la cara, yo tampoco puedo. Observar nuestros zapatos parece mejor opción que enfrentar la vergüenza.

—No, no debiste —espeto—. Y tampoco quedarte ahí...

Busco iluminación divina en el techo, no sé qué hacer... Dimas y yo también tenemos parte de culpa, no era un sitio privado. Mi cabeza trabaja a marchas forzadas desbloqueando esos recuerdos que siempre intento olvidar, regresando sobre mis pasos, percibiendo la arena y el salitre sobre mi piel... Las imágenes están ahí, nítidas, el olor de Dimas, el sabor de sus besos y la ternura de sus palabras, ese recuerdo está grabado con fuego. Sin embargo, lo que sucedió después es muy borroso, pues estaba asustada por Sofía... No sé con exactitud cuando volví a ver a Eric, creo que estaba afuera de la casa mientras hablaba con So en el auto, no lo sé...

—¿Viste todo?

—Sí...

Me siento a su lado y cubro mi rostro mucho más avergonzada de lo que he estado en toda mi vida. Yo sé que es normal que estas cosas a veces sucedan, pero no a mí. Soy muy reservada con mi vida íntima y no puedo terminar de aceptar que Eric viera eso, no puedo. Es vergonzoso, estúpido y triste, escuchó las palabras de amor que dijera a alguien que me dejó a la mañana siguiente.

—¿Por qué? —musito—. Sólo tenías que irte...

Eric recoge el encendedor y relame sus labios, parece planear una larga respuesta.

—Lo sé, pero no pude moverme... —Levanta la vista hacia un punto en medio de la nada—. No quería verlo, pero... Acabábamos de cantar como si Dimas jamás hubiera regresado y una parte de mí creyó que...

Calla con la amargura de ese recuerdo en el aire. Estaba un poco borracha y pensaba en la felicidad que compartí con Eric cuando Dimas no había vuelto, esas emociones revivieron aquella noche.

—No te equivocaste —murmuro cabizbaja.

Sólo ahora puedo ver que pensaba en él más de lo que se piensa en un amigo.

—Lo siento... —agrego bajo su mirada misteriosa—. Comenzaba a percatarme de ciertas cosas, pero Dimas...

Está inquieto. Mueve el encendedor entre sus manos con nerviosismo o se acomoda el cabello, su inquietud brinca hasta mí.

—Lo sé, no te estoy reclamando nada —Enciende y apaga el encendedor un par de veces—. Pero bebí demasiado durante todo el día y cuando los vi... Eras tú y me congelé, no supe qué hacer.

Es imposible cambiar lo que ha pasado y, además, Eric ha actuado igual conmigo después de ver eso. No obstante, me cuesta sostenerle la mirada luego de saber que presenció aquello.

—Discúlpame...

—Está bien —acepto observando el encendedor que enciende y apaga—. Me alegra que me dijeras tú y no Dimas.

Se levanta y camina a lo largo de la habitación. Deshace su coleta y arroja la liga sobre la cama, frota sus manos y revisa algunas cosas que tiene sobre su escritorio como si buscara algo en específico, aunque me parece más una reacción de nerviosismo.

—Hay algo más —añade sin mirarme.

—¿Más?

Eric tiene la vista clavada en sus pies mientras vuelve a caminar de un lado a otro. Se detiene frente a mí y el miedo consigue que mire sus ojos.

—Me estás asustando...

Él se arrodilla y toma mis manos entre las suyas. Presiento que sus palabras serán la guillotina que termine de decapitarme, es una sensación vívida que se convierte en una ligera capa de sudor en mi frente.

—Estaba borracho... —Cierro los ojos y niego con suavidad, no puede decirme lo que pienso que dirá—. Minerva sospechó que algo había pasado y, cuando todos se fueron a dormir...

—No quiero escucharlo —interrumpo—. Por favor, no lo digas.

Ese nudito molesto hace acto de aparición en mi garganta, está dispuesto a exprimir las lágrimas de mí.

—Aura, es necesario...

Rompo el contacto y cruzo los brazos sobre el pecho.

—Ella también había bebido mucho y...

Joder, no... No él, no Eric... No...

—¡Por favor! —exclamo encarando su rostro avergonzado—. ¿En serio usarán esa excusa?

Eric baja la vista y deja una mano sobre mi pierna. Quiero apartarlo, pero no puedo moverme.

—Minerva estaba ocupando una habitación sola —continúa, mi estómago se revuelve con cada palabra que escapa de su boca—. Supongo que Dimas se percató de que yo no estaba en el cuarto con los demás y fue a la habitación de Minerva...

—¡No quiero escucharlo!

Empujo a Eric, pero no es suficiente para descargar toda la ira que siento y, antes de pensarlo, le lanzo una bofetada. La palma de la mano me escuche al compás de las lágrimas que caen por mi rostro. El sabor amargo del odio y la vergüenza hacen más nudos, provocan más lágrimas y dolor en pocos segundos.

¿Minerva...? ¿En serio?

Eric me sostiene de las muñecas cuando intento levantarme, ni se ha inmutado con la bofetada.

—¡No pasó nada, Aura...! No pasó. Llegó Dimas.

Sé que aquello debería apaciguar el dolor, pero no es así.

—¿Sólo por eso no pasó...?

Forcejeo hasta que libera mis muñecas, aunque mis esfuerzas enteras se van en eso y no consigo apartarme.

—¡Aura, te vi con Dimas...! Escuché lo que se dijeron... —me dice muy cerca de mi rostro con la frustración en sus ojos cafés oscuros, así de cerca percibo el color fácilmente—. Tú, la persona que me hace sentir algo, que creí jamás volvería a experimentar, estaba haciendo el amor con otro... ¡No tienes idea de cómo me sentí...! Sólo quería lastimarlo y sabía que esa era la forma de hacerlo...

Las piezas se acomodan poco a poco hasta que comprendo con exactitud por qué Dimas se alejó de mí al día siguiente. Fue por eso, porque vio a Eric con Minerva y no soportó la idea de verla con alguien más.

—Inventamos la discusión —añade, terminando de empujar las piezas del rompecabezas—. Dimas y Minerva permanecieron hablando toda la noche y por la mañana él le contó sobre lo que pasó entre ustedes...

Tiene sentido. Ahora están juntos y yo apenas descubro qué fue lo que pasó esa noche. Eric vuelve a tomar mis manos, limpia las lágrimas de mi rostro y busca mi mirada.

—No significó nada.

Esa misma madrugada Dimas me dijo que regresó por mí, pero se ha quedado con ella. No ha significado nada todo lo que pasamos.

—No cualquiera puede rechazar a una chica como Minerva y eso explica por qué son amigos...

¿Quién rechazaría a una mujer con su cuerpo por alguien como yo? Cuando era una adolescente y salía con Sofía, me acostumbré a ser la única a la que nadie invitaba a bailar. No era que quisiera hacerlo, pues ya estaba con Dimas, pero sembró una semillita de inseguridad saber que nadie se fijaba en mí.

—No lo entiendes —Ejerce un poco de presión en mis manos—. Ella estaba de acuerdo en lastimarlos.

—¿Lastimarnos?

Eric baja la cabeza antes de hablar.

—Creo que pensó que tú y yo...

No se equivocó... Nadie lo hizo...

Quiero golpearla con todas mis fuerzas y saber que no puedo hacerlo me produce más deseos de llorar.

—Bueno, me ha lastimado. Espero que la felicites de mi parte —musito derrotada por las lágrimas—. Tengo que ir al bar, Eric.

Mi voz es torpe y débil. Detesto escuchar las palabras que salen de mi boca.

—No puedes irte así...

Intento sonreír, pero sólo caen más lágrimas que vuelve a retirar de mis mejillas. Se acerca hasta mí y recarga su frente en la mía.

—Eres tú...

—Duele saber que ustedes casi... —ordeno mis ideas y lo miro a los ojos—. Yo no soy tan hermosa como ella y pensé que tú...

Los años me hicieron acostumbrarme a ser una sombra, mantener mi perfil bajo, entender que sin importar si me maquillo o no siempre obtendré el mismo resultado. Jamás seré la chica que captura miradas o recibe cumplidos.

—¿Qué?

—O sea... Está Sofía y Minerva, me parecía increíble que te fijaras en mí antes que en ellas y resulta que no fue así...

Eric me abraza y recargo la cabeza en su hombro, me siento derrotada. Es sólo que no pensé sentir un dolor así otra vez y tan pronto, no con Eric.

—Hace meses que había dejado las pastillas para dormir —dice al tiempo en que desliza una mano sobre mi espalda en una lenta caricia que me hace llorar de nuevo—. Empecé otra vez cuando Dimas se mudó contigo, sabía que... —Calla un momento—. Por las noches me preguntaba si estabas con él y eso no me dejaba dormir.

Me aparto, tarda un momento en decidirse a mirarme a la cara.

—¿Cómo? ¿Por qué...?

—Porque...

—Eric...

Toma aire y suelta las palabras muy despacio.

—Sólo estás tú, Aura. Fue una tontería lo que pasó y si no quieres perdonarme, lo entenderé. Pero no es por las razones que tú crees...

Mi corazón se estremece, ordena a mis brazos rodearlo con fuerza porque cree que si lo suelto se irá y jamás regresará. Eric tira de mí hasta sentarme en su regazo y me envuelve con la misma intensidad de mi abrazo.

—Sólo estás tú... —susurra varias veces a mi oído mientras mis manos se aferran con desesperación a su playera.

¿Sólo estoy yo...? ¿Y por cuánto tiempo? ¿Cuánto durará esto hasta que le resulte aburrida y busque a alguien como Minerva?

En otro mundo escucho mi celular recibir una llamada tras otra, no sé cuánto tiempo llevamos así, no me interesa. Sólo quiero sentirlo cerca de mí y que apacigüe el dolor de mi corazón con el aliento cálido que empieza a reconocer mi piel.

Henrik se asoma en la habitación, parece apenado por encontrarnos así. Se disculpa varias veces antes de hablar.

—Llamó Dimas —dice—. Que si planeas ir o no.

Eric afloja su agarre y toma mi celular, ya son las nueve de la noche. Recibo una llamada de Sofía que contesta Eric, pero con el celular sobre mi oído.

—¿Aura? ¿Dónde estás? Hace rato que deberías estar aquí.

—Ya voy.

Mi voz ha sonado lamentable.

—¿Qué pasa...? ¿Estás bien?

—No.

Ella le dice algo a alguien que está cerca, la escucho caminar rápido con sus tacones resonando en algún sitio donde la música llega amortiguada.

—Aura... Te espero ¿Sí? Lo que sea vamos a resolverlo, tranquila.

—Gracias, So.

Él cuelga y me mira con expresión derrotada. Me gustaría decirle que estoy bien y que esto no afectará en nada, pero sería mentirle. Eric acaricia mi cabello con lentitud sin apartar su mirada misteriosa de la mía.

—Gracias por devolverme el encendedor.

Sonríe y el mundo se detiene cuando noto sus ojos llorosos.

No quiero que llore... ya lo ha hecho mucho tiempo...

Henrik se disculpa una vez más y desaparece. Ninguno le presta atención, yo sólo puedo acariciar la piel pálida de su rostro y acomodar los mechones negros detrás de su oreja. Eric se recarga en la palma de mi mano donde deja un beso fugaz que consigue hacerme sonreír.

—No llores... —pido en un susurro—. Por favor, Eric...

En sus labios permanece la media sonrisa capaz de detener el curso del tiempo. La mezcla de ese sutil gesto y las lágrimas atrapadas en sus ojos oscuros forman una imagen que jamás olvidaré.

—Es el vino —bromea—, pero no le digas a Bere.

Mis brazos lo rodean con fuerza, una vez más, y hundo el rostro en su cuello. Puedo intentar que las cosas no cambien, dejar atrás todo, empezar ahora.

—Quiero intentarlo, Aura —me dice muy bajito al oído con la inocencia de ese niño que a veces se asoma en su mirada.

Beso su cuello con timidez, me recibe el estremecimiento de su cuerpo. Deslizo las manos sobre su pecho hasta su rostro y lo separo de mí para mirarlo a los ojos. Necesito que comprenda todo lo que está en juego y el peso de cada una de mis palabras. Necesito que comprenda el poder que tiene para destruirme.

—Podemos intentarlo, Eric...

Y en sus ojos descubro que lo entiende.

Descubro que tengo el mismo poder sobre él.

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¡Mil disculpas por no responder todavía los comentarios del capítulo anterior! He tenido mucho trabajo y compromisos, pero hoy mismo lo hago 💜. 

Es un capítulo corto, pero el siguiente es uno largo ;D Es probable que haga alguna actualización sorpresa en la semana 🙌🏼

¡Los quiero mucho 😘!

Lena 🌹

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