Parte Seis
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
— ¿ Y bien? ¿Qué fue lo que encontraron? —
— ¡Naruto! — hizo caso omiso al regaño de la pelirosa, lo único que le importaba era encontrar a los malnacidos que habían osado ponerle un dedo encima a la mujer que amaba.
Kakashi los había convocado a su oficina a primera hora de la mañana. Shino, Kiba, Sakura, Ino, Shikamaru e incluso Sasuke, estaban presentes para saber de cualquier novedad sobre el caso de una querida amiga.
— No pareces haber dormido demasiado, Naruto —
— Sólo responda mi pregunta — parecía molesto, algo muy inusual en él.
— ¡Naruto! — Sakura lo tomó de la manga de su chaqueta para llamar su atención, debía controlar su mal genio. Pero el rubio sólo se sacudió ante su toque, para que lo soltara.
— Bueno... — vaciló ante la mirada atenta de los presentes — Aún no hay noticias —
— ¿Es una broma verdad? — habló el castaño del equipo 8 en un tono nada agradable, pero esta vez ni Shino tenía ánimos de corregir su actitud — ¿Qué acaso los de Kumo son unos incompetentes? ¡No encontraron nada! —
— Mmmm... creo recordar que ustedes también estaban en la misión, si es que quieres hablar de incompetencia — la mirada filosa del Hokage se posó en él. Si bien el peliplata lamentaba el hecho, no podía dejar que toda la culpa recaiga en una de las aldeas cuando el equipo asignado había cometido fallas.
Los tres chicos apretaron los dientes de la rabia, sus palmas cerradas en puños como si fueran a descargar su ira sobre el primero que se les cruzara en frente. Aquellas palabras habían sido una bofetada, una estocada directo al pecho, en especial para Kiba quien se sentía inmensamente culpable.
— ¿Acaso... — la voz y todo su cuerpo temblaban llegados a este punto — ¿Acaso no le importa? —
— ¿Disculpa? —
— ¡¿No le importa lo que le pasó a Hinata?! — Shino lo tomó de los brazos para evitar que avanzara.
— Recuerda que le hablas al Hokage, Kiba —
— ¿Y? ¿Eso qué? — se quejó, incomodando a los demás por el ambiente que se había formado — A este desgraciado... —
— No te confundas — habló el peliplata, con la mirada y el gesto ensombrecido — La situación no me es indiferente pero... — se inclinó hacia adelante para enfatizar sus palabras — Soy el Hokage, pero antes que nada soy un ninja. Las emociones no deben interferir en mi trabajo —
— Basta ya, Kiba — sugirió Ino, a quien extrañamente le hizo caso.
— Esto es molesto — habían ido allí a recibir noticias, no a pelearse por lo sucedido.
— Esto... — el rubio miraba al suelo, frustrado — Esto es una mierda, 'ttebayo — y sin más se dio la vuelta y salió de la oficina, no lo soportaba más.
— ¡Naruto! —
— Déjalo Sakura — suspiró el mayor, cansado.
— P-Pero, ¡Kakashi-sensei! — se quejó alterada, Naruto no podía actuar así. Pero el peliplata alzó una de sus manos, pidiéndole silencio.
— Si alguien más quiere acompañarlo — dejó la posibilidad al aire, no los retendría si no querían estar ahí.
Acto seguido, el resto del equipo 8 siguió el mismo camino que el Uzumaki minutos antes. Todos los siguieron con miradas de lástima, se veían realmente derrotados por la situación de su compañera.
— ¿Continuamos? —
●●●●
— ¡Oi!, ¿a dónde vas, Naruto? —
— ¿Qué no es obvio? — apareció el pelinegro junto a ellos — Se dirige al hospital —
— ¿Y tú? ¿De qué vas? — se giró hacia él, no entendía qué hacía ahí.
— Mmm... no tengo nada mejor que hacer —
Los tres siguieron al rubio, que iba sumido en sus pensamientos, desde una distancia prudente. En total silencio caminaron por las calles de la aldea en dirección al hospital, con suerte los dejarían ver a la peliazul. Al llegar a la entrada cortaron el paso y alcanzaron a Naruto.
— ¿Crees que esta vez no nos echen? —
— No lo sé — contestó el de ojos celestes mientras abría la puerta — El viejo Hiashi asignó a varios del clan para cuidar su habitación —
Dentro los recibió el caos, enfermeras iban de acá para allá buscando a Shizune por órdenes de la Quinta. Parecían nerviosos, en especial Taji, la encargada de sala.
— ¡Necesitamos ayuda en la habitación 236! —
"¿236?" se preguntó, tratando de hacer memoria.
— ¿Acaso esa no es la de...? —
— ¡Hinata! —
Kiba y Naruto fueron los primeros en avanzar a tropezones por los pasillos hasta dar con la habitación de la Hyūga. Los demás miembros de su clan se veían alterados, mientras Kō enviaba a buscar al patriarca.
— ¿Qué sucede, dattebayo? — abordó al castaño, quien siempre había sido muy amable con él.
— Hinata-sama despertó, pero... —
No lo dejó terminar, se precipitó hacia la puerta para así poder entrar y verla con sus propios ojos.
— ¡No, suéltenme! — su voz llegó a sus oídos y su corazón dio un vuelco. Se escuchaba muy irritada.
— Déjenme pasar — pero se lo impidieron, no podían dejar que entrara y empeorara la situación.
— Sería mejor que no lo hicieras, Naruto — el cuidador de su futura mujer volvió a acercarse — Ella no... Hinata-sama no está bien —
Él ya la había visto, y se le había partido el corazón al ver a la niña que siempre había protegido en un estado tan deplorable. Le quemaba las entrañas verla tan marcada, pero sus gritos y el terror que veía en sus ojos fue lo que más le había afectado.
Naruto por su parte, estaba harto de escuchar lo mismo una y otra vez. ¿Qué sabían ellos lo que era mejor para él?, se estaba muriendo por confirmar con sus propios ojos el estado de una de las mujeres más importante de su vida. Unas meras palabras no calmarían su ansiedad.
— ¡Que me sueltes! — un grito volvió a provenir de la habitación, seguido de un estruendo
— ¡Hinata! — haciendo caso omiso, forcejeó hasta entrar a la habitación, aunque lo mantuvieron sujeto. A él y a los otros tres que venían con él
Asombrados, se fijaron que una de las enfermeras se encontraba estampada contra la pared, mientra otra la ayudaba a pararse. Aparentemente la peliazul había apelado a su fuerza para liberarse de los brazos que intentaban calmarla. Tsunade estaba entre ellas, y al ver a Naruto una idea surgió en su mente.
— Que pase —
— Pero, ¡Tsunade-sama! — se quejó uno de los hombres de Hiashi, siendo detenido por Kō .
— Escucha a la Hokage —
Los hombres entraron a la habitación y se acercaron a la rubia, quien empleaba sus fuerzas para tratar de mantener tranquila a la ojiperla que no paraba de gritar.
— ¿Crees que puedas controlarla? — el rubio asintió y se puso a la altura de la camilla.
La Hinata que captaron sus ojos, asustada, sudorosa y magullada, lo dejaron congelado en su lugar. No había tenido oportunidad de verla gracias a que Sasuke se lo había impedido, y ahora entendía el porqué. Tenía ganas de echarse a llorar, sentía que entraría en estado de pánico en cualquier momento.
"¿Qué tanto le dolería?" no pudo evitar preguntarse, con ojos cristalizados y la respiración entrecortada.
— ¿No lo vas a hacer? — le atacó Kiba, quien no estaba en un estado mejor. Incluso le temblaban las piernas y evitaba la mirada perdida de su preciada compañera. Quería huir cuanto antes de la habitación.
Despertando de su estupor, con paso vacilante se acercó. Aún siendo sujeta, trato de captar la atención de Hinata. Al mismo tiempo que Shizune irrumpía en la habitación, jeringa en mano.
— H-Hinata — pareció reconocer su voz, porque giró en su dirección con ojos desorbitados — Hinata, por favor — pero cuando quiso retirar el el flequillo empapado de su frente, la mujer puso cara de terror y volvió a contorsionarse sobre la cama.
— ¡NO! — un escalofrío corrió por la espalda de los presentes — ¡No te me acerques! ¡No me toques! —
— ¿Hinata? — con voz temblorosa y ojos anegados en lágrimas, la llamó. Pero parecía no sentir su propio cuerpo llegados a este punto.
"¿Qué te han hecho mi amor?" se veía rota, hecha añicos.
— Shizune — suspiró la Quinta — Sédala —
Pero aún inoculándole el líquido blanquecino, la agitación de su cuerpo no parecía ceder. La muchacha seguía llorando y gritando que se alejaran de ella.
Sasuke, sin poder soportar un minuto más de aquello, dio un paso adelante captando la atención de los demás. Tomó con algo de fuerza los hombros de la chica, obligándola a mirarlo.
— ¡Oi! — es castaño se acercó, molesto por su brusquedad — ¿Qué demonios le haces? —
Pero el pelinegro, concentrado en la mujer que tenía enfrente, no contestó. En cambio, hizo contacto visual con ella y, ayudado de su Dōjutsu, la metió en un Genjutsu que la ayudaría a perder la consciencia.
Era lo único que podía hacer para ayudarla, el sólo recordar cómo estaba tirada en un charco de sangre le perturbaba, era algo que le acompañaría siempre. No hizo más que recordar a sus padres, en especial a su madre, cuando los encontró tirados en el suelo de su hogar, sin vida. No pudo evitar sentir el mismo escalofrío cuando la había encontrado, en especial por su pelo.
Cuando la joven se calmó, se despegó de ella como si nada hubiera pasado, no sin antes colocar un mechón en su sitio. Tsunade lo miraba atentamente, como los demás, confundida por su actitud con alguien con quien no había compartido más de dos palabras.
— Deberíamos irnos —
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._. no se ni que decir XD estoy un poco desencantado, no les voy a mentir.
Pero bueno, los leemos (✿◠‿◠)
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