CAPITULO XIV

Zoe.

Mi tercer día de clases. Estaba caminando por el pasillo, con libros en mis brazos, una mochila bastante desgastada en mis hombros, ojeras debajo de mis ojos y un par de tontos a mis lados discutiendo sobre la actuación de Harry Styles en Don't Worry Darling (mis amigos). Para mi suerte, las clases ya habían terminado y no faltaba mucho para que regresara a casa.

—No estás siendo objetiva, Mónica. Tus hormonas no pueden ser críticas de cine —habla Kian, mientras nos dirigíamos hacia la salida de la escuela.

—¿Y quién quiere ser objetivo? Si ves a Harry Styles siendo sexy en la pantalla, esa película se convierte automáticamente en el mejor filme de la historia.

Reí ante su respuesta absurda, aunque siendo brutalmente honesta, pensaba lo mismo que ella. No iba a opinar en voz alta porque, de alguna manera, yo siempre había sido la parte imparcial en este trío, y darle la razón a alguno de los dos solamente crearía caos.

De pronto mi sonrisa cesó; no me había percatado de que estábamos caminando a un lado del casillero de Auro, hasta que estaba ahí, frente a mí. Lucía un poco —muy— abandonado. El metal de las rejillas comenzaba a oxidarse, y además, el polvo había cubierto gran parte de él. Creo que incluso pude observar un par de pelusas incrustadas. Definitivamente, nadie se había acercado a él en un largo tiempo.

Me detuve a mirarlo en silencio, casi como si lo estuviese mirando a él. Su casillero era lo más cerca que había estado de él en los últimos dos años, y era un recordatorio de que por mucho que intentara fingir que los Bogdanov no estuvieron en mi vida, era imposible olvidarlos. Ellos siempre estarían ahí.

—Zoe, ¿por qué te detienes? —me pregunta Mónica.

—Ah... Adelántense ustedes, ya los alcanzo. Creo que debo ir al baño.

—Oh, pues te esperaremos aquí —dice Kian.

—No, no. Está bien. Ustedes caminen, en un minuto estaré ahí.

No muy convencidos, mis amigos siguieron con su paso, atravesando finalmente la puerta de la escuela. Habíamos perdido mucho tiempo bobeando en la cafetería, por lo que ya era bastante tarde y la escuela se encontraba muy vacía. Aun así, miré hacia los lados para asegurarme de que nadie estuviera cerca y caminé hacia el casillero.

¿Sería loco si dijera que el casillero aun mantenía el olor de Auro?

No pude evitarlo, miles de recuerdos me invadieron en ese instante. Cosas tan sencillas y cotidianas como su olor, o verlo sacar sus libros para ir de clase en clase, cada una de esas pequeñas cosas me hacían sentir que, sin importar el tiempo que pasara, él siempre sería necesario en mi vida.

Sin pensarlo, intenté abrirlo. Quizá dentro quedaba algún rastro de él, algún libro, su bolígrafo favorito, su libreta de notas, su última tarea, o lo que fuese. Lo extrañaba. Necesitaba algo que me recordara que él era real, que aquel chico misterioso, frío, con un color de ojos único, un rostro de pocos amigos y un corazón blando por dentro no había sido solo producto de mi imaginación.

Después de todo, Auro —al igual que la historia de nuestro romance—, había sido demasiado perfecto para ser real. Tal como una corta película de acción, en donde después de tanto golpe y drama esperas que por fin haya algo de calma para los personajes, pero pestañas por un segundo y cuando abres los ojos, la historia ya ha terminado.

Auro era el chico de mis sueños. Lo había sido desde de la primera vez que lo vi, y si no fuera por el dolor que me causaba su ausencia cada mañana, estaría dudando si realmente ese chico tan inalcanzable para mí habría logrado convertirse en mi novio o había sido tan solo un breve desliz de mi mente soñadora.

Su casillero estaba completamente cerrado. No había manera alguna de abrirlo a no ser que supieras la contraseña exacta. ¿Cuál sería su código? ¿Su cumpleaños? ¿El cumpleaños de Morris?

Sabía que probablemente estaba violando la privacidad de Auro, pero siendo honestos, este viejo cajón de metal llevaba años abandonado y era cuestión de tiempo para que los directivos decidieran cederlo a un nuevo estudiante.

Intenté adivinar su código probando en la manilla.

10.11.00

Error.

No era su fecha de nacimiento.

13.09.01

Error.

Tampoco la de Ignati. ¿Y por qué lo sería? Qué estúpida.

12.34.56

Error.

¿Quizá mi cumpleaños?

14.12.01

Error.

¿Quizá una fecha importante para los dos?

15.06.22

El casillero se abrió, demostrando que había ingresado el código correcto.

Era la fecha de nuestro viaje a París.

De pronto sentí como mi corazón se encogía. Nuestro viaje había sido tan importante para él como para usarlo como contraseña en su casillero, incluso con todo lo que había ocurrido. Incluso después de todo ese caos entre balas, Mason siguiéndonos las espaldas y la ruptura de nuestra relación, para Auro seguía siendo una fecha importante.

Pude suponer que la había cambiado cuando regresó de París y me dejó botada con Damien.

Nadie podrá entender la psicología de Auro nunca, de eso estaba segura.

Jalé la manilla y abrí el casillero para ver lo que había dentro, aunque me llevé una ligera decepción al ver que no había mucho.

Un libro de leyes, una libreta, una pegatina con el logo de la banda Misfits. Tomé la libreta en mis manos y al alzarla en el aire, noté como un pedazo de papel caía al suelo. Lo recogí y en cuanto vi lo que era, mi respiración se detuvo un momento.

Era una foto de nosotros, en París, la noche que cenamos frente a la Torre Eiffel, justo antes de que Mason volviera a joder nuestras vidas.

Una foto de cuando éramos felices.

Tomé la foto en mis manos y la observé. Apreté mis labios intentando reprimir un sollozo. No pude contenerme más y la pegué a mi pecho.

Ver su rostro de nuevo me dejó sin aliento, sin importar que haya sido en un simple papel. Lo amaba y estaba casada de fingir que no.

De pronto pude sentir como una pequeña lagrima resbalaba por mi mejilla. Probablemente, lo que más tristeza provocaba en mí era el hecho de pensar que Auro había guardado esa foto en su casillero un día cualquiera, sin siquiera saber que esa sería la última vez que lo abriría porque luego entraría a prisión.

Casi de manera inconsciente acaricié su rostro con la yema de mi dedo pulgar, intentando recordar la sensación de su pálida piel rozar la mía.

—No sé cuánto tiempo más pueda seguir fingiendo que no te necesito. Te extraño, Auro.

Tomé la foto y la guardé en mi mochila de manera discreta. No podía contar como robo si yo también aparecía en la foto, ¿o sí? Sin demorarme más, cerré el casillero y corrí de vuelta con mis amigos.

Recorrí los pasillos y atravesé solitaria entrada de la escuela un par de veces, pero ahí no había ni un alma.

—¿Mónica? ¿Kian? —grité, buscando escuchar una respuesta de su parte.

Continué buscando un par de minutos más, pero lo único que pude encontrar fue a personas de limpieza y alumnos con actividades extracurriculares nocturnas. Mis amigos no estaban.

Quizá tardé demasiado ahí adentro, observando la foto de Auro. No podía evitarlo, de alguna manera me hacía sentirme cerca de él.

En medio de la oscura noche, comencé a caminar hacia el estacionamiento para subirme a mi bicicleta. Para mi sorpresa, todo estaba completamente vacío. No había más que algunos tres autos, fuera de eso, todo era asfalto, árboles y el sonido de las hojas siendo arrastradas por el frío viento.

¿Habían sido capaces de dejarme aquí?

Subí a mi bicicleta mientras seguía buscándolos, sin embargo, no parecían estar cerca. No parecía haber nadie cerca, de hecho.

Bueno, quizá me estaban jugando una broma, o quizá solo no pudieron esperarme en verdad. Era raro que me dejaran sola de esa forma.

Sin darle demasiada importancia comencé a pedalear mi bicicleta camino a casa. Conforme avanzaba en mi recorrido, podía sentir constantemente una presencia detrás de mí. Instintivamente volteé algunas veces de reojo, aunque nunca pude divisar a nadie.

Había sido mala idea quedarme tan tarde en la escuela. En la calle no había personas, y por si eso fuera poco, parecía que en mi vecindario todo el mundo se dormía a las ocho de la noche, por lo que cuanto mas me acercara a mi casa, más vacío y tétrico se pondría.

—Debe ser tu paranoia por volver, Zoe —me dije a mí misma en un susurro.

Continué pedaleando y fue entonces, cuando de la nada, antes de doblar en una esquina, una enorme camioneta blindada y con los espejos polarizados me cerró camino. Al no tener más camino tuve que detenerme para no impactarme contra ella, pero algo dentro de mí me decía que frenar mi pedaleo no era lo mejor.

De la camioneta descendieron tres personas, vestidas completamente de negro y de manera elegante, a decir verdad. Comenzaron a acercarse a mí lentamente, por lo que yo giré mi bicicleta hacia el lado opuesto dispuesta a marcharme del lugar sin interactuar con ellos.

—Zoe Young —dijo uno de ellos, a mis espaldas. Sentí un escalofrío al escucharlo pronunciar mi nombre—. Sube a la camioneta, por favor. No queremos vernos obligados a usar otros recursos.

Sin girarme, les respondí.

—No sé qué demonios quieren, o quién buscan, pero no es a mí. Déjenme en paz, o yo también me veré obligada a usar otros recursos.

—¿De qué hablas? Llevas dos años escapando del juego. Es tu momento de jugar. Dolka te espera, al igual que Mason Coleman.

La sangre bajó hasta mis pies al escuchar ese maldito nombre de nuevo. 

*****

Mi genteeeee, estoy de vuelta y venimos con actualizaciones de Ignatiiii, les pido una enorme disculpa por estar tan ausente, el año pasado tuve muchos problemas de salud, pero este año se vienen cosas grandes y habrá actualizaciones mas seguido. 

AURO AHORA EN AUDIOLIBRO! Ahora pueden escuchar Auro mientras trabajan, viajan, caminan, etc, etc,gracias  Audible, vayan a mi instagram para que sepan como pueden ganarse UN CODIGO PARA ESCUCHARLO🥰

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nos vemos por allá y les dejo mas noticias sobre el nuevo libro sobre MASON tambien, corran corran🥰


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