CAPÍTULO VII

Vino espumoso, una vajilla costosa, pastas en todos los estilos, salmón en salsa cremosa, más de diez diferentes tipos de frutas, baguettes cortados en rebanadas, pastel de queso, crema de nuez y helado de yogur.

¿Estábamos festejando que Auro había salido de prisión o era la maldita cena de navidad?

La mesa estaba exageradamente llena de comida para solo tres personas y siendo honestos, más de la mitad iba a terminar en la basura. Ni siquiera el hombre más glotón del mundo acabaría con este enorme festín.

Por lo menos Auro parecía un poco más feliz.

Una vez que nuestro estomago simplemente ya no podía aceptar más comida, le pedí que saliera al jardín conmigo. Había estado preparando una sorpresa para cuando finalmente lo liberaran, así que el momento de mostrársela había llegado. Intenté cubrir sus ojos con mis manos para evitar que la descubriera antes de tiempo, pero amenazó con enviarme a Pakistán mientras dormía si volvía a poner mis manos en su rostro.

—Puedes abrir tus ojos —le anuncié, colocándolo delante de su regalo. En cuanto sentí su mirada, extendí mis brazos con una sonrisa. —¡Tarán!

Como era de esperarse, no hubo reacción alguna en su rostro.

—¿Un auto? —preguntó, observando su nuevo BMW negro con una ceja ligeramente arqueada—. Matthew, tengo uno exactamente igual.

Bajé la mirada y mi nerviosismo se hizo presente, por lo que comencé a jugar con mis manos.

—Sí, yo... Tal vez lo choqué y quedó un poco inservible —admití con pena.

Auro cerró los ojos y soltó un largo suspiro, intentando no perder la cordura.

—Juro que ahora sí vas a amanecer en Pakistán.

Comenzó a dar pasos hasta mí, molesto y dispuesto a hacerme pagar por su auto con mi sangre, sin embargo, lo detuve con mis manos.

—Espera, espera, tengo algo más —hablé protegiéndome detrás de ellas.

Rápidamente rebusqué en el bolsillo interior de mi chaqueta. De él saqué una vieja y maltratada bolsa de papel con un nudo arriba y se la entregué sin más. Él arrugó el entrecejo, la miró confundido, la tomó y la rompió despreocupado para ver su contenido.

Al ver lo que había dentro, entonces sí hubo una expresión en su rostro. Sus ojos azules se abrieron un poco más de lo normal, mostrando que ese regalo no se lo esperaba para nada viniendo de una persona como yo.

—Crimen y castigo —dijo leyendo el título del libro con una sonrisa y aparentemente, sin poder creer que se lo estuviera regalando.

—Una de las primeras ediciones. Esa novela es más vieja que mi tatarabuela, así que fue un trabajo difícil encontrarlo —le confesé, esperando que reconociera mi sacrificio, pero en cambio, seguía admirando cada detalle del libro y me había dejado a mí en segundo plano—. Se dice gracias, maldito perro.

Desde que Auro entró a prisión, desarrolló aún más su hábito por la lectura. No había nada más que hacer dentro de las rejas y los reos con buena conducta tenían acceso a una biblioteca con los libros más anticuados de la historia —como si eso fuese una recompensa—. Él, al igual que muchísimos reclusos más, se refugió en la lectura para no morir de aburrimiento.

Auro me contó sobre muchos libros que lo habían ayudado a que su proceso penal fuera más ligero, pero sin duda, su salvación había sido Crimen y Castigo, una historia añeja sobre un joven que cursaba la carrera de Derecho, comete un crimen y acepta su culpa, sabiendo que ahí afuera hay una chica que lo amará por el resto de su vida.

Evidentemente se sentía identificado con la trama, y no era estúpido para no darme cuenta de que ese libro le recordaba a Zoe.

Su esperanza seguía tan viva como el primer día.

—Gracias, Matt —murmuró con una sonrisa cerrada—. Este libro significa mucho para mí.

En verdad un jodido pedazo de papel viejo y con las páginas amarillentas lo había hecho más feliz que un BMW nuevo. Tenía que estar demente, o muy estúpido.

Saqué mi cajetilla de cigarros y coloqué uno entre mis dientes mientras lo veía disfrutar de su regalo como un bebé con nuevo juguete. Tomé el encendedor y alcancé la punta del pequeño cilindro con la flama mientras apoyaba mi espalda en el auto que Auro acababa de despreciarme.

—¿Y... qué ocurrió mientras yo no estaba? Oh, dime que aprovechaste las visitas de las chicas en prisión —le supliqué.

Tal vez ese no era un tema que quisiese tocar. La diminuta sonrisa que tenía unos momentos atrás al recibir su anticuado regalo se esfumó por completo al escucharme hablar.

—No, Ignati. Y eres un idiota, no necesitaba que hicieras eso por mí.

—Vamos, eran chicas hermosas y necesitabas una distracción —defendí al ver que en verdad se había molestado.

Auro negó con la cabeza, decepcionado. Agachó la mirada y se quedó pensativo en silencio por varios segundos.

—¿Has sabido algo? —pregunta entre dientes, guiando la conversación a otro lado.

—¿Sobre...? —le animo a continuar.

—Ella —dice de golpe.

Solté un suspiro. A este punto, yo también estaba cansado de escucharlo hablar sobre esto. Su fe no disminuía con el pasar de los días y yo comenzaba a hartarme.

—¿Cuánto tiempo seguirás así? Me he cansado de decírtelo. Ella se fue, entiéndelo y supéralo.

—Pregunté si sabías algo, no pedí tu maldita opinión —replica en un tono defensivo.

Le di una calada a mi cigarrillo y alcé la cabeza hacia el cielo en un intento de frenar la discusión. Yo también me preguntaba qué había pasado con Zoe luego de la detención de Mason y qué estaría haciendo ahora mismo, pero sabía que solo imaginarlo era en vano. Ella ya no pertenecía a este lugar, ni con nosotros.

Adopté una actitud un poco más seria y expulsé el humo atrapado en mi boca.

—No —admití en un murmuro—. Rider dijo que estaba Washington la última vez que lo vi. No sé nada más de ella.

Intenté hacer que mi voz sonara indiferente para ocultar lo que en realidad sentía. A diferencia de lo que Auro creía, la desaparición de Zoe también me había lastimado a mí. No podía comprender como una persona podía abandonar a su suerte a otra, cuando más lo necesitaba.

—¿Crees que esté con Damien? —curioseó sin levantar la vista y yo encogí los hombros—. No puede solo fingir que nada ocurrió. Las vidas de todos cambiaron ese día, y estoy seguro de que a todos nos jode todavía.

Lo miré de frente.

—¿Siquiera lo intentaste? ¿Superarla?

—Lo hice. En verdad lo hice —manifiesta, mirándome a los ojos—. Me di la oportunidad de conocer a un par de chicas de las que enviaste pero... no hubo nada. Mi corazón estaba muerto. Reía con ellas, pero dentro de mí no había nada, ni un solo latido. Jamás me sentí más muerto en vida.

Estaba a punto de darle otra bocanada a mi cigarrillo cuando me detuve a analizar sus palabras. Incliné ligeramente mi cabeza hacia un lado al captar lo que intentaba decirme.

—¿Me estás diciendo que en estos dos años le fuiste completamente fiel a Zoe? ¿Incluso después de que ella te abandonó? —cuestioné, incrédulo.

Mis cejas estaban alzadas y el cigarrillo que sostenía cerca de mi cara enviaba el humo a mis fosas nasales, esperando terminar de ser consumido.

—No tengo interés romántico, Matthew. Soy diferente a ti. No me metería con alguien solo para remplazar el lugar de Zoe. Puedo esperarla a ella, porque por mucho que intente, mi corazón no cobra vida con nadie más.

Lo miré con confusión. Mierda, era cursi, ridículo y deprimente al mismo tiempo.

—Pues desapareció —le reafirmé de mala gana—. La he llamado tantas veces en estos dos años que ya perdí la cuenta. Su teléfono suena, pero siempre responde una anciana en Washington. Debió haberlo vendido para conseguir algo de dinero y al mismo tiempo deshacerse de todos nosotros.

—Estaba huyendo de la policía, idiota. No podía dejar rastros —justificó—. ¿Qué hay de su familia? ¿William? Ellos deben saber en donde está ahora mismo.

Negué.

—Busqué a su hermano pero no quiso decirme nada. William dijo que Zoe nos olvidó y siguió con su vida, lejos de nosotros. Yo lo creo, y tal vez deberíamos hacer lo mismo.

Auro estaba a punto de decir algo cuando mi teléfono comenzó a sonar. Éste se quejó al ser interrumpido en un tema de conversación tan primordial para él.

Saqué el celular del bolso de mi chaqueta y leí el "Número desconocido" escrito en la pantalla. Le pedí al pelinegro frente a mí que me esperara por un segundo mientras respondía la llamada.

Para bien o para mal, yo estaba envuelto en muchos asuntos y la mayoría de ellos definitivamente no podían hacerse esperar.

—¿Hola? —dije, pegando el teléfono en mi oreja.

Auro me miraba con una cara de pocos amigos.

—¿Me extrañaste, mi amor? —escuché una voz masculina del otro lado de la línea.

Levanté una ceja, extrañado.

—Ah...Creo que se ha equivocado de número. No me malentienda, aquí no juzgamos las preferencias de nadie, pero por favor, no vuelva a llamar a este teléfono si no quiere meterse en problemas. Tengo asuntos más importantes que resol...

Ni siquiera había terminado de hablar cuando la persona del otro lado de la línea respondió.

—Escúchame bien, pedazo de mierda seca. No me importa que estés haciendo ahora, no me importa si te interrumpo o no porque tienes muchas, en serio muchas explicaciones que darme.

Claro, ¿cómo no reconocí su voz al instante? Si era la misma que la del tipo que tenía en frente de mí.

—Damien —musité entre un suspiro y el rostro de Auro cambió drásticamente al escucharme pronunciar ese nombre—. ¿Por qué demonios estás llamándome? ¿Y qué droga consumiste ahora? Yo no te daría explicaciones de nada, así mi vida dependiera de ello, jodido loco.

Auro comenzó a alterarse y a querer acercarse a mí para escuchar las palabras de Damien a través del teléfono. Yo lo apartaba con mis manos.

—Pues quizá lo hace. Verás, Ignati, tengo un perro muy rabioso en mi casa. Uno salvaje, muy agresivo y que todo el día brota espuma por la boca. Está enfermo de odio, pero aun así lo he estado reteniendo conmigo para que tú y tu querido hermano tengan una feliz vida. Si tú no solucionas esto, me temo que tendré que dejarlo salir y entonces —hizo una pausa dramática—. Tú, Auro y yo seremos hombres muertos.

Alcé la vista e intercambié miradas de confusión con mi hermano. Él también lo había escuchado.

Estaba en problemas serios.

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AAAAAHH mi gente! Tendremos un reencuentro fuerte y preparen esa mente porque las cosas seguirán siendo complicadas de entender. 

¿Creyeron que en esta ultima entrega las cosas iban a ser más tranquilas? Pues no, enloquecerlos es mi profesión<33 

El capítulo de hoy es dedicado con mucho amor para estas hermosas personitas:

kimberly_21726

AlejandraGonzlez061

SoyMailes

ArtemisDameDuro

achilisset26

lamparaqwerty

_Hello231

Bigodish16

YLLARI22

DDwu4_715

Y a las personitas que dejaron su comentario en mi último video de Youtube:

Lucía Cárdenas
Itas Rojas
Valeria Ornelas
Naty Carmona
Dylann Soto
Astoria Grengarden
Juárez Baez Alexai
Tarrestnom E
Alisson Bailon
Ashley Moran
Viviana 07sp
Andrea Lara
Darly Florentin
Antonela Aranda

Muchísimas gracias a cada uno de ustedes por el apoyo❤️ los Bogdanov y yo les mandamos un abrazo enormeee❤️

Si quieres que te dedique el próximo capítulo dejame tus comentarios y sigue mi perfil❤️

Pregunta: ¿En verdad creen que Ignati traicionó a Zoe? ¿Qué relación de hermanos les gusta más? ¿Auro y Matthew o Damien y Dimitri?

Los leo.

Nos vemoooos.

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