Despierto y encuentro con que mi casa está desierta. Miré el reloj, ¡Dios mío! Las dos y cuarto del medio día...

Me levanto de la cama y sin poner ningún pie en el suelo me caigo de la cama...creo que me ha salido un chichón en la frente.

Voy al salón y encontré a mi hermano en el sofá durmiendo, se ve tan adorable.

Cojo una manta y lo arropo, él hizo ruidos extraños y empezó a roncar...la ternura ha durado muy poco.

Me dirijo a la cocina y de pronto alguien me abraza por la espalda, me dejé llevar porque pienso que es mi hermano pero cuando me di la vuelta me encontré con Michael.

- ¿Qué haces aquí?- Le pregunto extrañada.

- Pues abrazarte-. Me dice convencido de sus palabras.

- Vete de mi casa antes de que mi hermano se despierte y te vea aquí.

- Tranquila, no se va a despertar hasta mucho tiempo.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?- Me empiezo a poner nerviosa.

- Porque le he drogado.

- ¡¿Qué?!- Me sobresalto-. ¿Tabajas en la droga?

- Pero sólo droga legal.

- ¿Cómo que legal?

- Mis padres son farnacéuticos.

- Pastillas para el insomnio.

- Chica lista.

- Bueno, le has hecho un favor, el pobre no duerme con esto de los exámenes finales.

- Ya, por eso lo he hecho.

- Claro, y yo nací ayer.

El ríe, su risa me encanta, se acerca más a mí y me besa, opongo resistencia pero me dejé llevar al instante por ese delicado beso.

- Vistete, quiero llevarte a un lugar especial.

- Michael, no quiero ser tu juguete.

- No lo eres.

- Sé que sí y eso me atrae más a ti.

- ¿Te va el peligro?

- Me encanta el peligro.

- Y a mí me encantas tú.

Y cuándo me quiero dar cuenta ya no estaba frente mí, ya no hay nadie.

Este chico es muy extraño.