10
Envió una respuesta al mensaje de texto recibido y guardó el teléfono móvil en uno de los bolsillos de su pantalón mientras caminaba apresurado a retocar el perfume y darse una última mirada al espejo.
JiMin exhaló nervioso y contó mentalmente hasta tres. A paso decidido salió del departamento y aseguró la puerta principal, para luego dirigirse al elevador. Cuando estuvo dentro del reducido espacio, presionó la opción del primer piso y luego de unos minutos el chico se encaminaba al auto negro que reconocía fácilmente.
Notó que la puerta del conductor era abierta, para luego visualizar al chico de tez pálida salir del vehículo y rodearlo. El ramo de flores no pasó desapercibido a la vista de Park, deteniendo lentamente su paso y detallando al responsable de los latidos desenfrenados de su corazón. YoonGi vestía un pantalón y saco negro mientras que su camisa era blanca, la ausencia de corbata era reemplazada por los tres primeros botones desabrochados. Y eso a JiMin le había encantado.
Salió del edificio y mostró una sonrisa tímida, pues hace mucho no recibía un detalle. Tomó el ramo en brazos y conectó su mirada con la del mayor.
—Traje estas flores para ti, realmente espero que te agraden. —las palabras de Min eran genuinas, y su mirada expresaba mucho más que amor.— Te ves precioso, Jim.
Gracias a la observación minuciosa que hizo en pocos segundos, YoonGi notó que el conjunto de ropa del chico era similar al suyo, con la única diferencia del saco, pues JiMin no traía uno consigo.
Tenía en cuenta que, debido a trabajar en la misma instalación, había visto al chico utilizar ropa formal cinco días a la semana, sin embargo, el menor siempre robaría su atención, admirando aquel pantalón de vestir ceñirse a su cintura y aquella camisa blanca combinar con su tez.
—Gracias. Te ves guapo, Yoon. —los ojos del más bajo destellaron cuando los del contrario se achicaron debido a la sonrisa que le estaba regalando únicamente a él.
—Gracias, ángel. Bien, vamos —caminó unos pasos hasta la puerta del copiloto y la abrió, invitando a su chico a sentarse.—, la cena en tu restaurante favorito te espera.
El transcurso desde la casa de Park hasta el restaurante se basó en conversaciones cortas y nerviosas. Quince minutos en donde ambos miraban al frente, intentando distraerse con las calles de la ciudad y disipar el nerviosismo que les generaba estar junto al otro, hasta que alguien se atrevía a hablar. Así, hablarían unos minutos y luego de unas pequeñas sonrisas volverían a permanecer en silencio. Un ciclo bastante complicado de romper.
YoonGi apagó el motor del auto y ambos salieron del vehículo, deteniéndose a mirar el gran restaurante. Los labios de JiMin formaron una sonrisa alegre, y el mayor deseó poder detener el tiempo para poder admirar al chico durante horas.
Salió de su ensoñación cuando sintió que alguien tiraba levemente de su brazo, obligándolo a caminar hacia la entrada principal. Una vez dentro, YoonGi solicitó la mesa que había reservado horas antes. Fueron guiados al lugar, y cuando tomaron asiento, se les hizo entrega de las cartas con los diversos platillos que el restaurante ofrecía. Cada quien hizo su respectivo pedido, y una vez que la persona que los atendía tomó nota para luego retirarse, ambos permanecieron mirando la mesa como el objeto más interesante del planeta.
No sabían cómo actuar, cuándo hablar, o qué decir. Para ambos estaba más que claro que una vez iniciada la conversación acerca del tema, ya no habría vuelta atrás. Estaban seguros de lo que sentían, pero inseguros de los sentimientos del otro, y tenían temor del resultado que la cita les arrojaría, porque con ella sus vidas tendrían un cambio positivo o negativo.
La comida llegó a sus mesas en un abrir y cerrar de ojos, el aroma tan apetitoso que desprendía cada platillo los puso a degustarlos de manera instantánea.
Y como si la buena sazón del señor Jeon le fuera de gran ayuda para tener valentía, YoonGi comenzó a hablar.
—Entonces, Jim. —visualizó al chico tensarse, y aunque para él la reacción de Park era negativa, prosiguió sin titubeos.— Hablemos de lo que sucedió un mes atrás.
El menor jugó escaso tiempo con la comida de manera nerviosa, aclarando sus pensamientos para poder hablar sin fracasar al intentarlo.
—Nuestro ruptura se dio en un mes crítico para ambos. Ninguno de los dos estaba bien consigo mismo, y pensaba que separarnos nos ayudaría a solucionar nuestros problemas de una manera eficaz. El trabajo ocupaba la mayor parte del tiempo en nuestros días, y ambos sabemos que no nos quedaban muchas energías para compartir momentos juntos. —suspiró, recordando las veces en las que él se quedaba dormido en medio de una conversación debido al cansancio de sus jornadas laborales.
—Soy consciente de ello, pero nos ofrecieron vacaciones. No las tomamos porque las aplazamos para tu cumpleaños, pero si te sentías agobiado, tomábamos el descanso de inmediato. —explicó Min, angustiado por todas las emociones negativas que su chico experimentó sin que él pudiera serle de ayuda. Vio al menor negar con la cabeza.— ¿Cariño?
—Te convencí de no tomar las vacaciones en ese mismo instante y aplazarlas porque la opción de terminar nuestra relación ya rondaba en mi cabeza. —sus orbes chocaron con los contrarios y las ganas de llorar aparecieron.— Nuestro vínculo no era el mismo, el cansancio mental me jugó en contra y la relación se tornaba fría. No quería eso para ti.
—JiMin... —las palabras quedaron atoradas en su garganta. El impacto de esas palabras rompían su corazón, una realidad cruda que lo atacó.
—Yo sólo... –suspiró de manera temblorosa, tanto sus pensamientos como sus sentimientos fueron expuestos luego de aquella confesión.— Tenía miedo de lo que me estaba sucediendo, así que decidí terminarlo sin más.
El silencio reinó en la mesa, y con ello JiMin supo la respuesta de su mayor. No había más que hacer, él lo sabía. Terminó de comer de manera callada, y cuando YoonGi se puso de pie para dirigirse a los servicios higiénicos, aprovechó para dejar dinero con el monto de los platillos pedidos sobre la mesa y salir rápidamente del restaurante.
Comenzó a correr. Las lágrimas caían sin cesar, y todos los pensamientos de su mente habían desaparecido, excepto uno, el que le recordaba lo cobarde que fue por segunda vez.
Huiste nuevamente.
Su llanto fue tanto que hasta el cielo estuvo triste de él. Las gotas de agua de las nubes se combinaron con las de su rostro, y fue cuando poco a poco paró su cansado trote. Dio inicio a un caminar desganado, mientras veía a personas correr desesperadas por no ser víctimas de la lluvia. Pero su vista estaba enfocada en una pareja que compartía un paraguas y caminaban con cuidado, buscando un lugar en el cual resguardarse.
Sonrió tristemente cuando el nostálgico recuerdo de unos adolescentes de 19 y 16 años llegó a sus pensamientos. El día en el que YoonGi y él se conocieron. El ofrecerle caminar juntos bajo el paraguas para evitar mojarse fue un gran gesto de amabilidad por parte del mayor. Meses después, entre agradecimientos y conversaciones graciosas comenzó una amistad, para luego, entre confesiones amorosas y besos robados, formalizar una relación.
Un improvisado paraguas fue colocado por encima de su cabeza, y cuando JiMin lo notó, detuvo su paso. Nuevamente estaba él, salvando al chico de ojos bonitos que conoció en una noche lluviosa.
—Vas a resfriarte si sigues caminando por las calles sin un paraguas. —le recordó YoonGi, sin embargo tomó un extremo del saco y se lo arrebató, dejándose sin ninguna protección.— ¡Hey! Dámelo, te estoy cubriendo de la lluvia.
—No es justo si sólo uno de los dos tiene protección. —dijo y retomó su caminar.
—¿Lo notaste? No es justo que uno tenga protección mientras que el otro se ve afectado. Sucedió lo mismo en nuestra relación, JiMin. —el mencionado se detuvo en seco y volteó a mirarlo.— Creíste que protegerme era lo mejor, pero te hiciste daño al intentarlo, cielo.
—¿Entonces cuál es la solución? ¿Dejar que te hundas conmigo en el cansancio físico y mental? —preguntó exaltado.— Quiero lo mejor para ti, entiéndelo.
—Y lo mejor para mí es tenernos mutuamente. —sonrió leve mientras se acercaba al menor.— Cuando volví a la mesa y no te vi, me desesperé. En ese instante encontré la respuesta que estuve buscando durante la cena. —tomó las mejillas del más bajo entre sus manos y continuó.— Podemos juntos. En la cima de la rueda de la fortuna, juramos ayudarnos mutuamente, ¿recuerdas aquel día?
—Juramos estar en las buenas y en las malas. —susurró JiMin, aproximando su rostro al de YoonGi.
—Toma mi mano, pequeño ángel, te sostendré fuertemente. —prometió, sellando los labios del chico con los propios.
Se fundieron en un cálido y dulce beso. Oficialmente habían puesto fin a aquel dilema. Eran un equipo, y a partir de esa noche, enfrentarían todos los problemas futuros juntos.
Sabían que se pertenecían mutuamente, y que nadie más ocuparía el lugar especial en sus corazones. Se amaban y para ellos era más que suficiente.
La lluvia seguía su transcurso, chocando contra el suelo y generando aquel peculiar sonido que muchos conocen, mas para aquel par de enamorados las ropas mojadas no importaban, pues conectaban sus vidas una vez más, tal como aquel día en el que se conocieron.
Sus manos inquietas buscaron el cuerpo contrario, y sus belfos se acariciaron desesperadamente. Cuando el aire no fue suficiente para seguir, se separaron mientras reían joviales, y tomados de la mano corrieron hacia su próximo destino.
Ingresaron al departamento del menor entre besos y tropiezos. Las manos hábiles de YoonGi elevaron la camisa del más bajo, acariciando la tersa piel que tanto había extrañado, mientras que los brazos de JiMin se enredaron al cuello de su mayor, disfrutando de las caricias y apegándose más al cuerpo contrario.
Pronto aparecieron en la habitación de Park, quitando lentamente las últimas prendas que cubrían sus cuerpos. Entre más besos se prepararon para lo que a continuación sucedería, y cuando estuvieron listos, dieron comienzo a la unión.
Los movimientos lentos hacían a ambos deleitarse. Los gruñidos y gemidos eran la pista musical compuesta únicamente para el contrario. Miradas conectadas, y sonrisas enamoradas.
Luego de largos minutos, habían llegado al final. Se dieron un momento para tranquilizar respiraciones y corazones alocados. La burbuja de amor en la que se mantuvieron encerrados seguía intacta, y estaban seguros de que se mantendría así por mucho tiempo. Días, meses, y años.
Se abrazaron, enredando sus piernas con las del otro, como si de aquella manera se convertirían en presos incapaces de huir del contrario. Y siendo sinceros, ninguno se atrevería a correr lejos.
—Te amo, Gigi. —afirmó con las últimas energías que tenía, cerrando lentamente sus ojos al sentirse cómodo recostado en el pecho del mayor.
YoonGi sonrió, dejando escapar un suspiro de tranquilidad.—Te amo, pequeño. —y en un susurro respondió, acariciando el cabello de su más preciado tesoro.
último capítulo narrado, me costó bastante. hope you'll like it <3
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