FRACTURE - 3
~CAPITULO TRES~
[FRACTURE.]
...
El agua fluye por su piel. De un tubo de metal a una regadera, de ella a su rostro, de su rostro al resto de su cuerpo. Sus palmas sobre el muro agrietado, mohoso. Sus ojos cerrados y su largo cabello oscuro pegado a la piel de su espalda.
Una espalda llena de heridas, cicatrices.
Cortes, quemaduras, moretones.
Una espalda tan trabajada como sus brazos, como su abdomen, sus piernas. Cada parte de su cuerpo posee al menos dos cortes, una quemadura y marcas de lo que parecen ser dedos.
Se da la vuelta y el cabello azabache cae sobre su rostro, pegado a su piel. Uno de sus ojos se abre y una esfera azabache refleja un reloj de arena frente a ella, sobre una mesa de baño inclinada hacia la derecha por el mismo muro que se ha desprendido del techo.
Observa como el reloj de arena se encuentra por la mitad.
El tiempo ha pasado.
*CHIIIR*
El chirriante sonido de la regadera cerrándose. El gua se detiene dejando de salir del tubo pero aun resbalándose de su piel. Sus pies descalzos pisan una alfombra desgastada llena de tierra, con pequeñas plantas saliendo de los muros y extendiéndose como la mala yerba por todo el baño.
*Clap*
Da un paso, despues otro y así comienza a caminar hacia la entrada del baño. El espejo roto refleja un poco de su rostro pero no más pues ni si quiera se había detenido a verse.
A las afueras del baño una habitación de hotel se encuentra descubierta de la parte derecha del cuarto, justo a un lado de la entrada pues el techo se ha derrumbado.
Una cama justo al lado de la puerta de baño donde se encuentra una mochila, ropa y demás.
Al igual, justo en la mesa de noche esta un reloj de arena y un cuaderno entre abierto. Las hojas amarillas y desgastadas muestran muchos números.
En un segundo la persona se viste.
Pantalones gruesos propios del ejército. Botas hasta las pantorrillas y una camiseta de manga larga desgastada y llena de agujeros. Pero lo más notable es el manto que cubre por completo el cuerpo.
Una capa oscura que se coloca desde la cabeza hasta los pies, cubriendo la mochila.
Se coloca unos guantes y una bufanda que cubre su boca y nariz.
Toma el cuaderno y lo guarda en la bolsa del costado de la mochila, justo a un lado de una botella de agua.
Esta persona mira al reloj de arena, mira justamente la cantidad de arena que está cayendo.
Un brillo plateado dentro de su capa reluce en la oscuridad de la habitación. En un segundo se escucha un...
*Click*
De su mochila cuelga un pequeño reloj de arena y el de la mesa está por terminar de caer la última pizca de arena restante.
Cierra los ojos.
El frio va en aumento, la neblina avanza y en un segundo, cuando vuelve a abrir los ojos, antes de abrirlos por completo escucha la última pizca de arena caer y todo se revuelve en su cabeza.
Sus ojos se han abierto una vez más.
De estar en una habitación en un hotel, ahora estaba en una intersección de cuatro calles en medio de una ciudad pequeña, casi un pueblo en las montañas.
Cuatro calles, una que va hacia el oeste, otra al sureste, la tercera al noreste y la última al este.
Encima de la persona encapuchada cuelgan tres faroles de tránsito.
Una neblina gris inunda todo el pueblo y corta la visión del encapuchado. No puede ver más allá de 20 metros a la redonda.
Aun así, su oído es lo suficientemente bueno como para percibir un canto, un silbido. El viento estaba tocando una melodía y la neblina parecía fluir junto a ella.
En aquel pueblo, uno fantasma. Miro a través de la neblina, justo hacia la calle detrás suya. Sus ojos miraron entorno a esa calle.
Por unos segundos todo lo que solo era un delgado tono de una melodía olvidada se convirtió en el pilar de la atención del encapuchado.
Por unos segundos miro.
Por otros, se apartó.
INTRODUCIR:LOW ROAR - DONT BE SERIUS
Adentrándose en la neblina había desaparecido por completo.
Lo próximo que se ve de esta persona es cruzando una larga carretera rodeada de enormes arboles los cuales en vez de estar pegados al suelo dando a entender que esa carretera fue construida a través de un bosque, estos árboles flotaban junto a enormes trozos de montañas alrededor de todo el camino.
El suelo donde se supone que estaban enterrados solo era agua oscura la cual en momentos entraba a la carretera y consumía el asfalto.
La neblina aun así parecía prevalecer en su camino. Una neblina que acompañaría su paso hasta el fin de aquella carretera.
Una cordillera, un filo sin igual que al llegar observa como un mar de rocas se mantiene flotando como una cascada hacia un vacío oscuro el cual da la impresión de llevarte al fin del cosmos. Pues no hay nada de estrellas, solo un mar de oscuridad que consume las cascadas de piedras flotantes.
Rápidamente las piedras no son lo único en el aire pues se puede ver a esta persona bajando con ayuda de un gancho. Enterrado en el asfalto del final del camino, poco a poco descendió unos cien metros, adentrándose en la oscuridad, siendo consumido por ella.
El tiempo pasa y la pizca de arena cae del otro lado.
*SCH*
El reloj de arena cae sobre tierra.
En la oscuridad, la tierra firme se siente y a lo lejos una luz brilla. Tan cegadora que al momento de ser alcanzada, esta persona abre sus ojos acostumbrándose al brillo de un sol en el cielo.
Había salido de una cueva. Su manto parecía más desgastado, más viejo.
Al salir de la cueva, por un segundo se puede ver una última pizca de arena caer.
El sonido de un lápiz contra el papel y más arena caer.
Números forman tiempo.
Una explanada enorme, tan grande como una isla.
El cielo se cubre de nubes y la neblina parece avistarse a los horizontes donde el mar se eleva hacia los cielos como un muro de este líquido.
Pequeñas islas flotantes y enormes hoyos en el suelo.
Dichosos hoyos cuales líquidos oscuros llenaban su vacío. Este líquido a veces tenía forma humana, animal, de algún tipo de vida anterior.
A veces, esta persona cuando se encontraba estos hoyos no dejaba de pensar en que pasaría si se adentrara dentro de ese mar oscuro. Pero, no lo hacía. Sabía perfectamente cuál era su misión.
Y de esta manera, llegando al filo de aquella enorme explanada, había llegado a la orilla de un mar, uno que se movía hacia delante continuamente cayendo en picada hacia el enorme vacío en espacio exterior.
La noche, el cielo oscuro reflejaba una luna quebrada. Hecha pedazos, dejando caer estelas de nubes blancas por lo alto. Las únicas dos estrellas que se encuentran en el firmamento son consumidas por la oscuridad que arropa la luna.
Su camino sigue siendo recorrido.
Montañas enormes, planicies masivas, ciudades desechas, pueblos muerto, selvas sin vida.
Nada de nada.
Viajando a través de los ecos un universo destruido.
A lo lejos, muy lejos de... ella se alza aquel enorme árbol.
Cubierta de un cielo de tierra pisando un pasto seco.
Todo se retuerce.
Su capucha cae detrás de ella, baja su bufanda y su boca se es revelada. Un corte transversal por encima de su labio. Parte de su ojo izquierdo tiene una pequeña comisura hecha por un hilo de puntos.
Parece que la herida es resiente.
La mano de ella se extiende hacia el bolsillo al costado de su mochila y saca un cuaderno de notas viejo. De su mano derecha abre sus dedos y una luz plateada aparece tomando la forma de un lapicero. Abre el cuaderno y pasando paginas se puede observar rápidamente un sin número de anotación.
Entre ellas, fechas.
Antes de seguir, recorre su manga y en su muñeca un cronometro. Observa por unos segundos, despues admira aquel árbol.
Cierra sus ojos.
Suspira.
La punta del lapicero toca el papel y una nueva fecha se ha anotado.
[Noveno.]
»Septiembre...
Al cerrarse se puede notar en la pasta del pequeño cuaderno un título.
[Año 11.]
Ella guarda el cuaderno y sube nuevamente su bufanda al sentir una tormenta de arena acercarse desde su espalda. Antes de cubrirse completamente de nuevo, ella mira trozos de arena convertidos en vidrio.
No solo era una tormenta de arena común y corriente. A lo lejos, entre las nubes de intensa arena se observan relámpagos increíblemente poderosos, azotando ambas superficies. El cielo y la tierra.
Su rostro es reflejado y ella cubre su rostro una vez más.
Devuelve su mirada al frente y sus ojos se entrecierran.
Aquella viajera... Yaoyorozu Momo.
Ella ya había viajado durante más de 10 años en ese universo fracturado sin haber envejecido ni un solo minuto desde que ella llego.
Aun con 16 años, la chica sigue avanzando... sin detenerse, hasta alcanzarlo.
...
El tiempo en aquel lugar era un misterio.
Un universo fracturado que es liberado de toda ley.
Muchas cosas no funcionan, muchas cosas lo hacen. Lo importante aquí es el cómo dejan de funcionar las cosas más importantes. Una de ellas, el tiempo.
Aunque parece que alrededor de alguien el tiempo sigue fluyendo, internamente no lo hace.
Tierras quebradas, mundos fracturados, el mismo cielo que se desvanece entre la unión de nuevos campos.
Ella ha sido testigo de estos cambios.
Viajando durante mucho tiempo, por muchos lugares. Incluso, algunas veces regresando sin si quiera percatarse para notar como los lugares que ya había dejado atrás, habían envejecido.
Algunos... rejuvenecido.
Pero ella seguía igual.
Momo, ella aún no sabe cómo describir el evento.
Cuando ella arribo, todo era confuso. Los primeros días ella caminaba sin más por un mundo en blanco. De hecho, cuando ella recobro consciencia de ella misma solo podía recordar estar caminando en un enorme lugar de grandes pilares hacia el techo. Todo en blanco donde solamente sus pasos resonaban en eco.
No recuerda mucho de cuanto tempo estuvo ahí. Pero cuando ella finalmente había recuperado su propio pensar, se había dado cuenta de que lo último que recordaba despues de eso fue el rostro de izuku.
Postrado en el suelo, sin fuerzas. Despues vino el recuerdo de All For One, una espada y sangre.
Al final, oscuridad.
Ella... lo había recordado.
[Había muerto.]
No pudo evitar pensar que quizás, este lugar era su limbo.
Tierras nevadas cubiertas de lava. Cielos acuáticos y tierras invertidas. Mundos de neblina y monstruos en la oscuridad.
Pero, «¿Es posible soñar muerto?» ella siempre tenía un sueño. Pues cuando ella dormía, antes de cerrar completamente los ojos tenía un deseo.
Poder volver a su mundo.
Sin embargo, siempre despertaba donde mismo, en aquella playa al filo del fin del mundo donde solamente le esperaba una gran esfera roja ardiente.
El sol.
Desprendiendo de su superficie olas de fuego que se convertían en estelas blancas rodeando todo. Los miles de cadáveres de personas a la orilla del mar. El cielo rojo y ella en medio de todo esto.
No era un sueño, era una pesadilla.
El mar de sangre se torna, los cadáveres se comienzan a arrastrar y el calor del sol la comienza a consumir. Los dedos de los muertos en su piel se marcan y encima de ella, en el cielo carmesí, miles de bestias voladoras se acercan.
Miles de ellas.
Y cuando ella abría los ojos... de pie, nuevamente en aquel limbo.
[Primero, hubo una explosión, una que le dio origen a la vida como la conocemos. Despues... vino la siguiente explosión.]
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Una que tomo todo lo que conocen.
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La madera convertida en carbón cae a trozos de la cima de otra hacia el fuego que más alto asciende.
La noche oculta la arena en el desierto. Una cueva de roca pura y cristales brillosos, tan solo el tono carmesí de las llamas ilumina el lugar.
Yaoyorozu Momo sacude con su mano desnuda lo que queda de madera sin importar que el fuego toca su piel. Ella toma lo que dentro del fuego esta y con ambas manos abre la lata con la comida que ella ha de consumir.
Sin manto, solo su ropa y nada más.
Han pasado unas horas desde que la tormenta de arena ha empezado. Cada vez más fuerte impidiéndole a la chica avanzar por lo cual, a una cueva se fue a refugiar. En términos de su cronometro, al parecer rondaban las 9 de la noche. Aunque, para ser siempre de noche en algunos lugares, solamente era el cansancio lo que le indicaba la hora de dormir.
Sorprendentemente ella no estaba cansada, a pesar de haber recorrido decenas de kilómetros ese día.
Usualmente un humano normal de 60 kilos podría recorrer 5 a 7 kilómetros por hora. Sin embargo, Momo no es una persona normal. Su resistencia, su fuerza, su control.
El desarrollo de un ser humano en su máximo esplendor.
Ella era capaz de realizar la tarea de recorrer un total de diez kilómetros por hora, un poco más. Ella ya había estado caminando por más de doce horas por lo cual, con todo y las paradas para comer quizás ella había recorrido unos 110 kilómetros, poco más, poco menos.
Lo importante era que ella estaba algo cansada. No como otros días, era diferente. Ella estaba agotada mentalmente.
Era casi... normal. Había días, semanas en las que llegaba a sentirse de esa forma. Y no era nada malo, despues de todo ella tenía que cargar con mucho. Aun cuando en su edad natural debería tener 26 años, su cuerpo aún se mantiene de 16 años por lo cual el controlar sus propias hormonas se suma al estrés, la soledad.
Ella no había hablado con nadie durante 10 años.
De hecho, cuando fue la última vez que ella escucho su propia voz que no fuera a través de sus pensamientos.
No podría decirse con certeza.
*Clack*
Ella abrió una lata de comida, era jamón. Un trozo rectangular de un color rosado descolorido, casi gris. Quizás era el tiempo de enlatado que se había puesto así pero de todas formas, Momo no tenía la opción de desperdiciar la comida.
En la olla que estaba sobre la fogata había agua hirviendo. Momo tomo su mochila y de un lado saco un termo viejo en el cual vertió el agua. Despues ella dejo la lata con el jamón a un lado, en la roca donde estaba sentada y camino hacia delante.
Justo en la entrada de la cueva, donde la tormenta de arena aun continuaba, ella se aseguró de cerrar bien el termo y clavar el termo en la arena.
Ella regreso y tomo asiento otra vez. Recogió sus mangas, tomo la olla, la coloco a un lado suyo con el agua que aún quedaba dentro y entonces arrojo el jamón. Despues arrojo un poco de fideos embolsados y con ayuda de un par de palillos comenzo a agitar. Destruyo a pedazos el rectángulo de jamón y poco a poco los fideos comenzaron a absorber algo de agua.
Pasado los minutos ella había terminado de comer.
Camino de vuelta a la entrada de la cueva y tomo el termo. Lo abrió y bebió. El agua estaba totalmente fría ahora y purificada.
Guardo el resto y cerro el termo, camino hacia la roca junto a sus cosas y de la mochila saco un par de sabanas. Estas las coloco sobre la arena detrás de la piedra y nuevamente metió su mano a la mochila. Un rollo de tela que al abrirlo se revelo un saco de dormir. Lo extendió sobre las sábanas y antes de meterse en el ella lanzo más madera, lo poco que le quedaba a la fogata.
Poco despues entro en el saco y por encima suyo arrojo el manto con el cual ella viaja. Cubrió su rostro con la bufanda y antes de cerrar el saco miro su muñeca. El cronometro lo acomodo para que dentro de 6 horas sonara, no más, no menos.
Agito su cabeza y miro encima de la roca un reloj de arena que estaba apenas empezando a caer la arena.
Ella suspiro.
Recostó su cabeza sobre el suelo de la sabana y cerro el saco. Poco a poco sus ojos siguieron el mismo proceso y ella entro en un mundo de oscuridad.
Oscuridad...
INTRODUCIR:REMEMBERING FAYE - MCCREARY
[Oscuridad...]
Pureza, blanquino, puro, blanco... como un panda.
Oscuro y blanco.
―Momo, ¿Dónde estás? ―el panda devora el bambú―. ¡Momo!
El ave mira definidamente a la niña.
Ella mira al ave, las personas a su alrededor pasan de ella y la voz de su abuela alcanza a la niña.
―¿Momo? ―lentamente caminando a través de las personas en aquel zoológico llega a su nieta―. Ahí estas, no te vayas sola.
―Abuela ―Momo se da la vuelta recibiendo a su abuela. Con su vestido de volantes y sosteniendo un helado en su mano derecha―. Abuela, ¿Qué es eso?
―¿Eh? ―la anciana levanta su mirada, posa su mano sobre el hombro de la pequeña―. Un elefante. Es enorme, ¿Verdad?
―Elefante... ―repite.
Sus ojos azabache giran en torno al cielo blanco. Encima del habitad de elefante. El zoológico desaparece. Las personas se desvanecen y un largo camino se extiende frente a ella. Un poco de su helado se derrite y cae por su mano hasta chocar con el suelo. Una ola al costado del largo camino choca con la superficie y el helado ha caído.
Momo ya no es un niña.
El cielo ya no es blanco y la oscuridad se convierte en enormes nubes relampagueantes.
Hay algo ahí.
Algo que colgaba del cielo, cubierto de nubes, desprendiendo estelas de algo que era irreconocible para ella. Y aun cuando irreconocible es, toda su atención puesta sobre esta se encuentra. El largo camino que parece cortar el mar, las aguas oscuras que suben entre marea y marea.
[...]
Ella escucha un susurro.
De golpe se da la vuelta y el mar desaparece en una neblina que inunda su vista.
―I-izuku...
Su voz temblorosa. Aun en sus sueños... el tiempo la convierte en una joya preciosa.
Sus ojos abiertos, sus cejas curveadas al extremo, preocupación dibujada sobre su rostro como el pincel sobre el lienzo.
Entre la neblina muros de yedra se levantan, hojas de arbustos forman paredes de las cuales cuelgan rosas.
El rojo carmesí envuelve su vista y ella nuevamente escucha su voz.
Un jardín se había convertido en un laberinto.
El laberinto de su hogar.
Ella se había quedado sin habla. Al mirar al frente, a los costados, las rosas que crecían a través de las yedras parecieran como si dejaran salir un susurro.
Una súplica.
Momo al intentar tocarla contrajo su mano y ella simplemente siguió el camino delante de ella. a través del camino no había pasto, solo rocas que detenían y dibujaban un margen en los pies de los muros de arbustos.
Ella siguió por un tiempo hasta llegar a una roca la cual ella reconoció al instante.
Girar a la derecha fue lo que hizo.
Lo que en el pasado para aquel peliverde fue un laberinto sin fin, para ella se convirtió en un simple camino a seguir.
Los arbustos comenzaban a tener más rosas adornándolos. Casi daba la impresión de que solamente eran rosas lo que formaba el muro.
Al final, ella había llegado a un giro al final del camino.
Un paso... dos pasos...
"Momo..."
Él había seguido su voz.
[Izuku...]
Ella seguía su voz.
Una voz que los guiaba a través de la noche cuando más fuerza ambos necesitaban. Fortaleciendo sus jóvenes corazones.
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En un pasado que no tiene que ser olvidado.
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Su tercer paso y al final llego, al jardín secreto de su hogar.
El enorme árbol de sakura que alguna vez estuvo en el medio, justo en un pequeño trozo de tierra rodeado por un ligero rio en el cual se había construido un camino de rocas para llegar a este.
Ese árbol no era como lo recordaba.
Era enorme.
Las hojas de color rosado, las ramas y raíces que al cielo y tierra se extendían eran masivas. Los muros dejaron de ser verdes y pasaron a un carmesí rojo pues solamente rosas habitaban en ese lugar.
El pasto verde brillo y las rocas que un camino formaban a través del minúsculo rio eran adornadas como si se convirtieran en un sendero de piedras hermosas.
Regocijándose unas con otras.
El susurro de seguir su amor.
No era ni oscuro ni blanco.
Era un cielo celeste sombrío, iluminado con las estrellas en el firmamento.
La lluvia de pétalos viajo a través del jardín gracias a la brisa fresca de la noche.
Sus labios se movieron solos susurrando un nombre, el nombre de aquel chico que buscaba con anhelo.
El momento perfeto.
Todo brillo y la luna apareció resaltando en destellos el color rosado en un torbellino de pétalos. Atravesando entre las ramas con rayos lunares hacia el pie del árbol.
Todos los pétalos y rosas que volaron cayeron al pie, justo a la espalda de Izuku haciendo la escena más y más hermosa.
La luz que la luna estaba regalando junto a la brisa...
Era precioso.
El corazón de ella comenzo a temblar, su pecho dolía por lo cual con su mano derecha sostuvo parte de este. Apretando fuerte, sus dientes, sus dedos. Apego su puño contra su corazón y ella camino.
Sentía algo dentro suyo golpear duramente, como si quisiera salir. Como si ese algo dentro de ella hubiera estado encerrado dentro mucho tiempo.
Como si una ave revoloteara dentro de una jaula.
Ella... entendía ese sentimiento.
Su mano cayo de su pecho y se había detenido al pie del comienzo del rio que separaba la pequeña isla del árbol donde izuku estaba de pie.
―Izuku... ―su voz era frágil y torpe.
Su mirada... melancólica.
Izuku miraba al árbol, el sostenía en su mano algo.
Momo miro el suelo y observo el rio, las rocas que convertían el camino en un sendero.
Ella dio un paso posando su pie derecho sobre la roca cuando el rio parecía temblar como el agua de un vaso en un terremoto.
El rio se ensancho.
Las rocas crecieron y aparecieron más.
Izuku se alejó y el corazón de momo dolio.
―Izuku ―dijo con más firmeza.
La roca debajo de su pie derecho tembló y el suelo en su izquierda se quebró. Ella miro hacia atrás y el jardín en el cual ella había crecido ahora se había reducido a cenizas. Poco a poco estas mismas comenzaron a consumir el pasto del jardín como si una neblina venenosa inundara las calles en un ciudad.
Momo despego su pie izquierdo separándose del jardín y pisando la siguiente roca con dificultad. Mientras tanto, detrás de ella, las cenizas ascendían consumiendo todo.
―¡Izuku! ―llamo a su nombre con fuerza mientras trataba de mantener el equilibrio.
Una vez más, el rio se ensancho pero esta vez las rocas pequeñas se quedaron y por ende de ser un rio de unos dos metros se había convertido en uno de 15 metros a lo largo.
El trozo de tierra ahora de verdad era una isla en medio de un pequeño mar, con nubes de ceniza rodeándola en los cielos, donde poco a poco, estas nubes se acercaban más y más a la isla.
―Izuku... i-izuku... ―momo se aferró a su equilibrio observando como las rocas cada vez se hacían más lejanas unas de otras.
*Tap*
Sus ojos se alzaron y ella observo como el árbol había desaparecido, izuku estaba solo. Las cenizas lo rodeaban.
―¡E-espera...! ―el sendero de las rocas se hizo más largo he izuku más lejano―. ¡Vuelve!
Ella dio un paso en falso, extendió su mano al frente y al momento de no sentir el suelo debajo de sus pies más que una superficie suave y fría, por un último momento pudo ver el perfil de izuku.
Sus ojos verdes.
*¡SPLASH!*
Al agua cayo y un grito se convirtió en burbujas de oxígeno dentro de su sueño mientras que en la realidad, una mala decisión se tornó.
―¡IZUKU...!
Un enorme error.
Cuando ella había vuelto en sí, el cronometro se encontraba sonando, ya llevaba un rato así y no solo eso si no que ella sintió un gran frio al momento de sacar sus brazos del saco de dormir para terminar observando la fogata en sus últimas brasas pues solamente el ardor en las grietas quemadas de la madera hecha carbón brillaban dentro del socavón de tierra llamada cueva.
INTRODUCIR: OTHERWORLD - SILENT HILL.
Su corazón estaba a mil y su cabeza no dejaba de girar.
Observo el cronometro y marcaba dos horas de estar sonando consecutivamente despues de las 6 horas.
Su mano temblorosa se movió hacia el reloj y este fue apagado.
El sonido dejo de hacer eco en la cueva...
Pero otro hizo eco fuera de esta.
Una sirena.
Las pupilas de momo se contrajeron. Ella se puso de pie y dejo caer el saco a sus espaldas mientras que la luz que sus ojos reflejaban comenzaba a extinguirse.
Todo se volvió oscuro.
Todo se hundio en el infierno.
Momo agacho su mirada y una luz plateada apareció en su mano derecha, despues...
*Crack*
Un palo fluorescente cayó al suelo de madera iluminando todo a su alrededor.
Momo estaba de pie en una sala enorme, era...
"...t-tu eres... m-mi heroína..."
Su infierno.
El suelo de madera comenzo a despedazarse llenándose de sangre. Los muros que rodeaban aquella enorme sala comenzaron a caerse a pedazos y el gran ventanal donde una vez aquel arrogante muchacho, Shinnoke Seshu salio volando, ahora estaba quebrado.
Ella se encontraba en la sala de la mansión donde izuku lucho para salvarla.
Pero ahora estaba hecha un desastre.
La oscuridad y el rojo carmesí apenas fueron iluminadas por el palo fluorescente.
Ella aun miraba el suelo, como este se estaba deteriorando y poco a poco de este se desprendían al cielo trozos de piel quemada.
Entonces...
*Clack*
*Clack*
El metal arrastrándose y quebrandose.
*Crash*
*Crash*
En la oscuridad había algo.
Los ojos de momo no miraban más que el suelo pero sus oídos eran capaces de percibir todo lo que a su alrededor se encontraba. Cada sonido, cada pequeño golpeteo. Incluso escuchaba sus latidos.
Rápidos y constantes, violentos y duros.
Su pecho estaba a punto de explotar.
*GRRRRHHH*
Eran voces.
No... eran crujidos de algo tratando de hablar.
Momo movió su cabeza un poco hacia la derecha, temblorosa como sus pupilas las cuales se entornaron por su rabillo mirando detrás suya.
Sus pupilas se convirtieron en un par de granitos de arena por lo pequeñas que se habían vuelto.
Detrás de ella emergía una bestia podrida. Una bestia de más de dos metros la cual su piel era color oscura, con toques carnosos como si los músculos estuvieran quemados. Sus manos estaban destrozadas y sus dedos tenían los huesos formando garras por sus yemas.
La sangre caía por el cuello, la enorme cabeza deformada estaba. Ojos saliendo por los costados y nariz colgando al igual que parte de su rostro.
El cerebro estaba por afuera y uno de sus pies arrastraba un trozo de metal enterrado.
Poco despues Momo volvió a escuchar el caminar delante de ella y suavemente moviendo su cabeza pudo vislumbrar una cabeza calva salir de la oscuridad. Despues vino un cuello... uno tan largo que se extendió tres metros por encima de ella y seguía en aumento.
*CRRRKA*
*RRRRCRKAAA*
El cuello se abrió y la carne se retorció hasta extenderse como picos hacia los lados a la vez que los huesos de la espina dorsal se convirtieron en pequeños trozos de pilares puntiagudos clavados en la carne.
Al final, el resto del cuerpo salio.
De cuclillas, apenas sosteniéndose con sus manos con la mitad de su cuerpo de la parte de abajo del torso retorcido hasta subirse en su espalda. Los pies sobresalían del inicio del cuello y desde su pecho se extendían manos que terminaban en pies delante de sus manos naturales.
*GYAAaAAAH*
El grito de un bebe unido al de un niño.
Arrastrándose a los pies de momo emergió de la oscuridad una masa carnosa color café de la cual todo su rostro se había desecho solo dejando una gran apertura la cual era su boca. Abierta hasta el pecho y soltando gritos tan aterradores y fuertes que provocaron que las demás bestias comenzaran a gritar.
Una gota cayo de sangre desde el techo hasta la nariz de momo lo cual provoco que ella levantara su mirada.
Una criatura tan enorme como un camión estaba colgando del techo extendiendo sus manos sobre la chica. Dejando caer sobre ella una cantidad de lípidos asquerosos de los cuales resaltaba la sangre y viseras.
No tenía rostro, solamente un cráneo expuesto y de su nariz para abajo contaba con todo lo que una boca podría ser.
Esta soltó un grito atronador.
*¡EEEEee-Yooowww!!!*
La luz plateada se convirtió en dorada.
Una vez más el grito retumbo.
*¡EEEEee-Yooowww!!!*
La oscuridad se desvaneció y el fuego alrededor de toda la habitación apareció. Por afuera de la mansión, en el segundo piso una gran explosión estallo.
*¡FRUSHHHH!*
Una llamarada de fuego resquebrajo todo el suelo y del techo del primer piso se observan los escombros caer junto a una Yaoyorozu Momo rodeada de bestias deformadas por el tiempo, por la realidad.
Por el destino.
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[¿Nomus...?]
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INTRODUCIR: MASTERMIND-MICK GORDON
El grito de una joven mujer estalla en ira.
Rebelión.
―¡ARGH...! ―Momo estaba cubierta de sangre y fuego mientras este se desprendía de su cuerpo mientras caía desde el techo al primer piso. Sin embargo, este primer piso no era de aquella mansión, no, era la sala de estar de su hogar.
Su casa.
*¡WHOOOM!*
El suelo se agrieta y una nube de polvo sale expulsada por todos lados. La chimenea que estaba encendida se apaga y el par de sofás frente a este salen volando.
Momo emerge de la nube de humo.
*¡YEEEEW-ARGGG!*
Sostenida de la cintura por la enorme mano de aquella bestia. Esta le presiona con fuerza y se logra escuchar el crujido.
*CRKK*
El humo se aparta y la enorme boca revela dos filas de dientes puntiagudos que se retraen hacia dentro mientras otros más grandes salen, preparados para devorar a la azabache.
Pero esta en un arranque de ira levanta sus brazos y de sus manos abiertas una luz dorada brilla. Enseguida se enciende un fuego en sus manos y dos cuchillas son clavadas en el gigantesco brazo del nomu.
*¡BOOOM!*
Estalla en pedazos.
Carne de bestia por todos lados y sangre en una lluvia se unen a los desgarradores gritos del nomu cayendo hacia un lado.
Momo sale volando hacia la cocina estrellándose en el muro de esta y llegando a la barra.
*¡THOOOM!*
Estalla toda la barra de mármol y la chica rueda hasta chocar con el refrigerador sacudiendo con tanta fuerza la cocina que provoco que la alacena de más de un metro que estaba encima del refrigerador caiga y cause más destrozo.
Ella cae exhausta al suelo vomitando un poco de sangre. Sus antebrazos sirven de apoyo y ella siente una punzada en su pierna. En ella, justo en la pantorrilla un trozo de hueso se ha clavado del tamaño de un cuchillo pequeño.
Un mechón de cabello cae frente a su rostro y el sudor se resbala junto a la sangre que nace en su cabeza y muere en el azulejo del suelo.
*¡WROOOOOM!*
Detrás de ella, por la entrada aparecen las bestias corriendo hacia ella.
―¡Ngh...!
Reacción en un segundo y esta gira con ayuda de sus brazos al mismo tiempo de un patada rompe el hueso de su pantorrilla y este detiene el sangrado pues el hueso aún se mantiene en la salida de la sangre.
La luz dorada aparece de nuevo y ella de cuclillas se coloca. Se alza y de su mano derecha cae una lanza dorada.
Ella ruge y arroja la lanza con tal fuerza que al momento de que ella contrae su brazo se puede ver los músculos marcarse en la tela rota de su camiseta de manga larga.
Una vena de estrés en su rostro se dibuja y un hilo le sigue a la lanza.
*¡Bang!*
Una potencia aterradora atraviesa al nomu que parecía un gusano de boca hasta su abdomen.
*Click*
Ella tira de aquel hilo.
*¡¡¡KAAAAA- BOOOOOM!!!!*
Antes que el fuego y la onda expansiva alcanzaran a Momo, esta lanzo su rodilla hacia delante y de su antebrazo apareció una luz dorada.
Un escudo de cuerpo completo fue enterrado sobre el azulejo quebrándolo y llegando hasta la tierra.
El humo negro mezclado con el fuego de la explosión empujo a momo hacia atrás arrastrando el escudo hasta toparse con la puerta y usar su espalda como un apoyo más.
Pero ella sabía que no terminaría ahí.
De las llamas emergió una mano tomando el escudo. Del otro lado salio una segunda mano y esta tomo con fuerza la cabeza de Momo.
El escudo termino directo hacia un lado y Momo hacia el otro.
De su cabeza fue levantada y soltada un metro sobre el suelo mientras que la cabeza extendida salio disparada hacia el hombro de la chica lanzando un mordisco que incrusto sus colmillos flagelantes en su carne.
Arrastrada como un trapo viejo fue lanzada por el ventanal destruido por la explosión. Rodo varios metros por el jardín hasta que choco con un árbol.
Algo ocurrió. Al momento de que su espalda había tocado el tronco, este disperso todas sus ramas por el cielo y de las hojas emergieron pequeños lípidos negros que al desprenderse tiraron de la tierra misma.
Los escombros liberados por la explosión comenzaron a flotar dejando caer una lluvia de agua negra la cual comenzo a tensarse hasta conectarse escombro por escombro, formando una red alrededor de Momo.
La sangre cayó sobre su ojo izquierdo y ella se levantó. Arrancándose la manga del brazo izquierdo y de la luz dorada nació una venda que rodeo la mordedura del nomu, el hueso incrustado y en su mano derecha nuevamente la lanza se había formado.
La oscuridad y neblina se disipo.
Un fuego abrasador nació detrás de la casa y esta comenzo a ser consumida por un hoyo negro del cual comenzaron a salir pequeños nomus en forma humanoides. Eran como personas sin embargo estaban cubiertos de oscuridad y desprendían una estala rojiza.
Eran cadáveres que se arrastraban de la tierra.
El hoyo negro se cerró y el fuego creció aún más.
El suelo se resquebrajo y el árbol detrás de momo salio de este mismo con todas sus raíces comenzando a flotar detrás de ella cerrándole el paso.
Un total de 15 monstruos humanizados habían nacido de la tierra y oscuridad delante de momo mientras el fuego tomo la forma de la casa tragada.
Alrededor de las red el fuego avanzo formando un círculo de pelea en el suelo árido.
No la dejarían ir.
Momo irguió la espalda hizo tronar su cuello y agarro con firmeza la lanza. La tomo con las dos manos y la puso delante suya.
Los rugidos de los nomus no se hicieron esperar y un grupo de ellos se abalanzo hacia ella.
Sin pensarlo ella arrojo la lanza hacia delante sin soltarla. Esta se incrusto en la cabeza de uno de esas cosas y ella desde la empuñadura, al filo de la lanza tiro de esta hacia ella y con el otro extremo la hizo girar.
Al final la enterro en el pecho de otra justo en el suelo.
Al hacer esto tomo como apoyo el largo mango de la lanza y de entre sus dedos, la luz dorada formo pequeñas puntas de daga que ella lanzo mientras un hilo le seguía.
*Click*
Pequeñas explosiones constantes en las partes donde las dagas dieron.
Se dio la vuelta y una nueva luz nació entre la casi unión de sus dos manos que se alzaron hacia arriba.
Una hacha apareció y esta cayo directamente al hombro de una de esas cosas cortándolo hasta la cintura. Ella lo arrojo hacia un lado.
Alguien la tomo del cabello y sintió como tiraron de este intentando arrojarla al suelo pero sin lograrlo.
Ella se dio la vuelta.
*CRACK*
Justo en el cuello ella golpeo con todo su antebrazo y codo. Despues lo tomo de la cintura y lo levanto con tan facilidad como si no pesara nada.
*¡WROM!*
Al suelo árido fue a parar. Ella tomo su pierna y lo levanto mientras le colocaba su zuela sobre la cabeza.
Le aplasto de un pisotón, de dos pisotones... ¡De tres!
*TRCHHH*
Tomaron su lanza y con esta intentaron atravesarla pero sin éxito, solo lograron rozar su costado abriendo una ligera apertura en este.
Su rostro se llenó de venas por la mezcla de dolor he ira.
Parecía una fiera descontrolada.
Los mechones que caían sobre su rostro apenas podían cubrir parte de su rostro dejando ver sus ojos inyectados en sangre.
Ella lanzo su brazo hacia el cuello del monstruo arrojándolo al suelo. Este rodo y se levantó tomando la lanza y preparando otro ataque. Sin embargo antes de poder colocarla bien entre ambas manos, Momo solo le basto una de ellas para tirar de esta y quitarse de entre las manos. Lo golpeo en el rostro y despues la lanzo con tanta fuerza que fue a parar hacia el árbol incrustándose en este.
Un total de tres monstruos se lanzaron hacia ella abriendo sus bocas y mordiendo su cuello, pierna y brazo.
Nuevamente la ira tomo cartas en el asunto. Descontrolada levanto su pierna he hizo que el que se la mordió la soltase para luego terminar bajo la suela de su bota.
Le aplasto la cabeza.
Al otro que se le había quedado en el brazo lo coloco delante suya y se lo quitó de encima mientras un trozo de piel se iba entre los dientes.
La luz dorada trajo una daga y se la incrusto en la cabeza atravesándosela lista para ser tomada del otro extremo.
Ella tomo la daga e hizo caer su cabeza hacia su rodilla acertándole un total de tres rodillazos hasta que su cabeza estallo.
El último, el de su cuello... ella lo tomo por el brazo y por igual mordió parte de su hombro arrancándole la brea que el cuerpo le rodeaba.
Sangre salio por todos lados y Momo se bañó en esta.
Arrojo a la bestia y una nueva lanza apareció.
Una y otra vez se la inserto en el pecho hasta que ella se cansó.
Al terminar ella había caído de rodillas sobre el cuerpo de brea que termino de deshacerse a sus pies.
Cubierta del líquido negro y sangre. Sus ojos lagrimeaban, ya no se sabe si era sangre o agua. Su cabello estaba suelto y por todo su rostro. Babeaba como un perro pero... aun no terminaba.
Apenas era el comienzo pues su peor error fue el haber parpadeado.
La oscuridad la había dominado otra vez. El fuego por un segundo había desaparecido y despues apareció por un breve momento.
En sus ojos al momento de reabrirlos.
Eterna oscuridad, rodeada de ella como la neblina en un pueblo.
Extendió su mano derecha al frente y la luz dorada cayó como una cascada formando una katana que se incrusto en el suelo. De su izquierda apareció otra que se colgó de su mano rasgando el suelo.
Ella miro hacia el frente.
A su alrededor miradas enrojecidas se elevaron de distintas alturas y formas.
En un claro de luz en medio de la oscuridad ella sintió todo en gris.
Se levanto con ayuda de las katanas y la sangre fluyo a través de su cuerpo. Sus músculos se tensaron y su mirada se volvió filosa.
Vapor de su boca emergió.
Con la mirada cansada poco a poco esta se tornó llena de ira.
Apreto los dientes y como un animal salvaje los mostro.
Miro a su alrededor y el fuego una vez más se levantó.
Gritos y rugidos por todas partes.
Ellos se abalanzaron como bestias sobre la chica quien se había lanzado hacia ellos.
La sangre estallaba de un lado a otro. La brea se desplomaba por el suelo y trozos de carne oscurecida salían volando como escombros. El aire se llenó de un hedor putrefacto y la oscuridad en veces tenía llamas saliendo de esta.
Las cenizas en forma de brillos carmesí ascendían y las chispas del choque de katanas hacia iluminar el lugar.
No era ni blanco ni oscuro, era gris.
Alterándose con cada parpadeo, más y más aparecían y una cima de cadáveres comenzaba a tomar forma.
Cabezas rodando, piernas y estómagos destazados. Los brazos y cabezas cercenadas iban a jugo con el sonido metálico.
Los gritos empezaron a volverse más comprensibles.
Parecía que estos clamaban una cosa, era como una orden y grito de guerra.
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[MUERTE A ELLA.]
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Una y otra vez hasta el final.
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