CON UNA GRAN SONRISA.

"Puedes ser un héroe."

[Han pasado 2 años desde que recibí esas palabras por parte de mi papá. Aun las recuerdo día a día como si fueran una motivación para mí, ¡Y lo son! Durante estos últimos dos años dedique mi espíritu y alma al conocimiento.]

Los días del pequeño Izuku Midoriya de 6 años de edad eran muy brillantes pese a su situación. ¿Cuál es la situación? Hace apenas dos años Izuku recibió la noticia de que este no tenía un quirk. Que él era una persona que nació con algo que muchos lo hacían.

Era como nacer ciego, paralitico o sordo. El no tener un quirk lo hacía parecer a un discapacitado por lo cual las personas a su alrededor comenzaron a tacharlo de inútil.

Todo comenzo en su escuela donde los niños se enteraron y comenzaron a burlarse de él y poco a poco el rumor fue extendiéndose por toda la comunidad cercana.

»¿Escuchaste sobre el hijo de la señora Midoriya?

»Mi hijo vino hoy a casa y me hablo acerca de su compañero...

»No puedo creerlo, ¿Estas cosas siguen sucediendo hoy en día?

»Que lastima... pobre niño.

Eran pocos los comentarios que Izuku se prestaba a escuchar pero realmente la mayoría de su entorno era un cumulo de dedos apuntando hacia él y susurros sobre este, aquí y allá.

No importaba a qué lado mirase, seguramente alguien lo estaba criticando detrás de él.

Aun así parecía no haberse rendido en lo absoluto.

Para empezar, ¿Qué era lo que necesitaba un chico sin quirk para poder seguir adelante? Quizás conocimientos, sobre todo un buen entrenamiento físico y más arriba de esto debería tener algo competitivo hablando en un conjunto de habilidades.

¿Taquigrafía tal vez?

Izuku era muy bueno en ello ya que durante el lapso de esos dos años la idea de un entrenamiento físico era algo que no podría hacer hasta en un futuro, así que por descarte termino hundido en los libros em casa para aprender cosas que antes no sabía y obtener un extenso conocimiento en todo ámbito.

¿Y que era es ámbito?

En realidad era variado.

Izuku era un pequeño niño que la mayoría del tiempo se la pasaba sentado en su escritorio leyendo y a veces cuando su madre estaba libre lo ayudaba a buscar cosas a través de internet.

Entre todas estas cosas lo primordial fue: ¿Cómo ser un héroe sin quirk?

Incluso cuando su barra de búsquedas diario consistía en tres preguntas, una de esas era esa pregunta esperando a recibir una respuesta que el aceptara ya que lamentablemente internet es un lugar muy duro.

Inko por suerte logro evitar que su hijo leyera algunas crueles palabras en foros hablando de los quirkless como desechos de la sociedad, errores de la nueva generación y un especie de insulto que ella jamás había escuchado.

Pero fuera de esto, Izuku considero de vital importancia saber leer y escribir a tan temprana edad.

Para su buena suerte, en el pequeño departamento que poseía la familia tenía un total de cuatro habitaciones de las cuales una era de la pareja de esposos y otra de Izuku. La tercera habitación era un almacén y el cuarto una oficina en la cual un gran librero lleno de libros de todo tipo yacia ahí, expectantes a un pequeño niño que día a día subía a su banco para tomar uno de esos libros.

―¿Historia de la reversión? ―leyó en voz alta el título de un libro que se asomaba en el tercer estante de la librería.

Este libro databa de hace unas generaciones cuando los quirks comenzaron a aparecer provocando que muchos gobiernos consideraran estas cualidades como enfermedades que tenían que ser curadas. Respecto a esto se comenzo un tratamiento de reversión en niños infantes de apenas meses de nacidos para buscar su normalidad.

Izuku no tardo más de un año en aprender a leer. Pues a sus apenas cinco años de edad ese fue el primer libro complicado que dio paso a un cumulo de temas totalmente ajenos a los que un niño debería conocer.

Tardo su tiempo en terminarlo de leerlo o si quiera entenderlo ya que muchas veces con ayuda de su madre buscaba palabras que no entendía o en otras ocasiones esas mismas palabras más tarde daban un ejemplo de su significado en el mismo libro.

A pesar de su corta edad, Izuku ya presentaba un gran entendimiento.

Esta por demás decir que todo el tiempo que un niño debería usar para salir a jugar, Izuku lo usaba para leer dentro de aquella oficina.

Había veces en que su madre se preocupaba por su hijo. ¿Quién no? Ver a su primer niño, al bebe que sostuvieron en sus manos encerrado durante horas en una oficina vacía con un cumulo de libros que ni si quiera ella podría entender, el causaba inseguridades.

Aun se sentía culpable. Era por esta razón que rara vez intentaba alejar a su hijo de esos libros hasta que comprendido que quizás era mejor dejarlo estar. Aunque quisiera hacer la vista gorda, sabia como eran los niños con él y una que otra vez intento hacer algo pero Izuku siempre le devolvía una sonrisa.

A él no le afectaba.

De cierto modo pensaba que su hijo había aprendido a sobrellevar las cosas, ¿Tal vez?

Tras medio año más de lectura complicada, izuku estaba a unos meses de cumplir los seis años por lo cual comenzo a pensar acerca de su estado físico.

Se preguntaba cuándo podría comenzar a hacer ejercicio. Pensó primero que si su madre aún seguía prohibiéndoselo, quizás podría convencerla diciendo que podrían comenzar a correr.

Era un buen plan.

Así que durante los próximos meses Izuku continúo leyendo y leyendo. Devorando aquella biblioteca de libros tan complejos que cuando su padre llegaba a casa tras meses de ausencia lo primero que se encontraba era con un destrozo en su oficina y a veces entre todo esto, un cumulo de libros entre abiertos eran la cama de un chico peliverde.

Su padre, un hombre serio pero amable.

El jamás pensó que los libros que dejo en esa librería hace tiempo fueran algo interesantes. Pero para su hijo el leerlos, estudiarlos y recordar la información era sumamente divertido.

En el poco tiempo en que él estaba en casa siempre le pedía ayuda acerca de libros complicados pidiéndole que le tradujera ciertos símbolos y frases en otros idiomas.

―Oye cariño.

―Si, querida.

―Se que soy yo la que paso el mayor de tiempo al lado de Izuku pero... ¿No se te hace raro su afición a los libros? ―pregunto Inko.

―Lo haces sonar como si fuera algo malo ―respondió Hisashi.

Ambos estaban recostados sobre su cama en su dormitorio.

―¡N-No... no quiero decir eso! Q-quiero decir... ¿No debería tener más amigos?

―Hacer amigos a veces es más difícil de lo que crees.

―¿Enserio?

Inko no recibió respuesta. Hisashi se encontraba leyendo un libro que había traído de su viaje de negocios.

―Si, si... ―respondió sin poner atención.

―¿Hisashi?

El hombre parecía estar a punto de una revelación.

Justo en la página 60 de aquel libro parecía que estaba por venirle una epifanía.

Inko fue entonces que al ver el rostro de su esposo y el libro un par de veces se dio cuenta de que no tenía nada de qué preocuparse.

Era igual a él.

...

Finalmente Izuku había cumplido los seis años y la idea que surgió hace meses logro volverse realidad.

Tal y como lo había pensado, su madre no aceptaría tan fácilmente que Izuku comenzara a ejercitarse tan abruptamente por lo cual le sugirió si podía correr con él todas las mañanas, al menos para poder mantener la forma.

Inko no parecía muy convencida pero últimamente comenzo a ver un poco más de estómago fuera de las camisas de Izuku. No pensaba que fuera más que su mente jugándole una broma pero juraría que las camisas que había comprado hace unas semanas parecían más pequeñas en Izuku.

»Los niños crecen rápido... ¿No?

Fue lo primero que pensó.

Tardo su tiempo pero finalmente la convención.

La pareja de madre e hijo comenzaron pequeñas caminatas todas las mañanas antes de que Izuku fuera a la escuela. Poco tiempo despues las caminatas se tornaron en un entrenamiento físico básico, como jogging, flexiones y sentadillas. Daba la impresión de que el primer paso en la planificación que hizo el propio Izuku gracias a todos los libros que había leído, era ejercitar su cuerpo de forma general, claro, acompañado de su madre.

Gracias a esto parecía que su madre había abierto un poco más la mente respecto al ejercicio ya que en parte a ella también le había ayudado en sus actividades diarias.

Antes sus días eran lentos y casi grises como una rutina pero ahora haciendo esto y aquello con su hijo los días pasaban volando y cada vez se sentía más energética, casi como si hubiera recuperado su propio ritmo de hace años.

En el caso de Izuku el comenzo a entrenar ahora en casa despues de la escuela, claro con el permiso de su madre.

Él debía seguir un régimen de entrenamiento hasta en los idas que su madre era incapaz de asistir. Estos ejercicios físicos básicos eran de obligatorio cumplimiento diario; parece que esta mentalidad era la misma sin importar cuantos años tuviera la persona.

Izuku se esforzaba al máximo para cumplir, aunque por su edad y su cuerpo era incapaz de aguantar un entrenamiento más existente por lo cual poco a poco fue subiendo la intensidad.

Despues de cinco meses de continuo entrenamiento Izuku comenzo a ver cambios, uno de los principales era el hecho de que las camisas que su madre había comprado hace un año le volvieron a entrar perfectamente.

~2 Años Despues~

[No todas las personas en el mundo son iguales.]

Las calles repletas, la luna puesta sobre el cielo como si esta colgara de un delgado hilo en una obra de teatro.

El telón se abre y las estrellas relucen.

[Hay personas grandes, personas pequeñas, personas muy, muy fuertes y débiles. También hay distintos tipos de color de piel, formas de narices y de labios. Muchas de estas personas temen a la oscuridad, otras no. Las personas también pueden ser amables y crueles.]

Un viernes por la noche y las personas relegan sus trabajos para el día siguiente mientras caminan en grupos a pasar la noche juntos como compañeros de escuela, de trabajo o de cualquier tipo de actividad.

Las cantinas, bares y restaurantes se llenan. Plazas repletas de personas y cubiertas de calles manchadas de las distintas prendas que se agitan con la brisa nocturna.

[Soy un Quirkless.]

Su cabellera verdosa, sus preciosos ojos esmeralda y sus mejillas pecosas. La inocente expresión de un niño que admira el cielo. Sentado de rodillas en una silla al revés con sus codos en el marco de la ventana.

[He aprendido que hay muchos tipos de personas. Gente que no les gusta las cosas que no entienden, que son diferentes a ellos. Ley en un libro de papá que hace mucho tiempo, antes que los quirks aparecieran había personas que nacían sin piernas, sin brazos o sus ojos. Gente que a veces perdia su audición y el habla y eran discriminados.]

Midoriya Izuku era un joven niño de ocho años de edad quien toda su habitación esta repleta de libros esparcidos por la alfombra del cuarto. Tantos libros y tan complicados que nadie pensaría que alguien de su edad estuviera entendiendo pero sorprendentemente... el los entendía.

Quizás, tan solo tal vez era quizás su bendición.

INTRODUCIR: ONE LAST MESSAGE - EVAN CALL

[Ley una historia sobre un mundo de magos y hechiceros. En esta historia había una enorme variedad de personas completamente diferentes unos de los otros. Algunos eran humanos, otros eran duendes, ogros, elfos he incluso osos gigantes que hablaban. En ese mundo un dios regia sobre todas las razas. Tiempo despues un niño nace, un niño humano de una familia de grandes magos. Este niño fue alguien quien nació sin magia.]

A veces las cosas que lo rodeaban lo acomplejan. Muchas de las miradas y comentarios de la gente lo confundían y en ese caso lo hacían sentir mal.

Se alejo de las personas pero no por eso comenzo a odiarlas.

Quizás era un niño solitario pero incluso para alguien quien a esa edad debería estar pateando un balón junto a otros niños, él podía admirar la luna con una gran sonrisa.

Sin rencor, sin tristeza... con una bonita sonrisa.

[El dios de ese mundo se sintió mal al ver que uno de sus hijos había venido al mundo sin alguna pizca de magia por lo cual le dio una gran fuerza, una gran velocidad y una enorme resistencia mucho más allá de lo que cualquier raza podría añorar con años de entrenamiento. Al no tener magia, al no tener el don con el que todos nacen, dios le otorgo uno diferente.]

Miraba las estrellas y las apreciaba. En ellas a veces podía imaginar grandes mares surcar por las constelaciones y en las olas que agitaban los cielos y causaban grandes brisas en la ciudad el pensaba que algun barco viajaba en el universo.

Esto lo hacía reir.

[Años despues, a pesar de que el nació sin magia en un mundo de magos, el termino volviéndose el mas fuerte de todos. Formo una familia, amigos y protegió el lugar donde nació. Creció, se volvió adulto y envejeció. Cuando llego su momento él se despidió del mundo con una sonrisa en su rostro. Sus hijos, nietos y esposa lo despidieron sin dolor ni tristeza. Fueron felices recordando los momentos que vivieron a su lado y al ver que el se fue con una sonrisa, la mejor manera de dejarlo ir era regresándole esa misma sonrisa.]

Algunas personas eran crueles con la familia, con el niño pero jamás se vio afectado por esto. ¿Por qué? Las palabras de su padre aquel día lo hacían fuerte.

"Puedes ser un héroe..."

...

Cuando el teléfono fue alzado lo primero que escucho el hombre del otro lado de la línea fueron sollozos y seguido a esto un llamado.

―¡P-Pa-pa...pa! ―grito el niño al contestar en medio de un mar de lágrimas.

―¡¿I-Iz-izuku...?! ¿¡Que ocurre?! ―pregunto alarmado su padre. En eso, el pequeño niño vuelve a sollozar aun mas fuerte que antes―. ¡¿Q-Que pasa?!

Algo asustado el padre acerca su teléfono a su oído con más fuerza.

El niño de tan solo 4 años de edad a pesar de que hace poco comenzo a formar palabras complejas como "Emparedado del rey emperador del emparedado" parecía que ahora la fluidez de sus palabras era gracias a sus lágrimas.

―¡P-PA-Papa...! ―nuevamente sollozo―. ¡N-No puedo...! ¡No puedo...!!!

―¡¿Q-que no puedes Izuku?!

―¡N-Nn―! ...¡...t-tengo un quirk...!!!

Nerviosamente su padre solo rio y nuevamente pregunto:

―¿C-como dices?

―¡Que no puedo ser un héroe...!! ―bramo―. ¡N-No tengo un quirk...!

*¡WHAAAAAAA!*

Los balbuceos de su hijo se transmutaron a una mezcla de mal vocalización, gemidos y gorjeos de palabras entre mares de lagrimas y baba saliendo de su boca.

Inko quien estaba detrás de su hijo llorando por igual no sabia que hacer. No tenía la valentía para acercarse a su hijo y verlo al rostro. Tenía la mirada decaída y las manos entrelazadas, temblorosas por si solas.

―¡Y-yo fui con mamá...! ¡Y-y... e-entonces... entonces! ―el chillido en medio del llanto se mezclaba con las palabras que luchaban por salir entre mares de baba―. ¡E-el dijo que me rindiera...!

Hubo un corto silencio por el otro lado de la línea. Izuku siguió llorando a mares mientras su llanto poco a poco destruía el corazón de su madre quien era la que más culpa sentía. Abordada por un sentimiento de frustración.

―Hijo... ―hablo la voz del otro lado de la línea―. H-hijo...

Una vez más pero parecía que los llantos del pequeño niño no fueran a parar.

Un par de veces mas intento conseguir la atención de su hijo pero este no parecía reaccionar. Fue entonces que entre los cortos periodos de tiempo entre llanto y llanto que, Hisashi Midoriya pudo escuchar una risa al fondo de la llamada.

Una vez mas el video de All Might se repetía.

Hisashi fue el único que escucho la risa del hombre.

El sonido de una campana y una idea vino a su cabeza.

El hombre del otro lado de la línea tomo una postura extraña y ante los imparables llantos de su hijo la única forma de poder contrarrestarlos era con lo contrario a llorar.

*¡BUAHAHAHAHA!*

Una estridente risa corto los llantos del pequeño niño de cuatro años. Una gran risa que trataba de imitar al del hombre en el video.

Una risa que provenia de su padre.

―¡Incluso sin un quirk...! ―con una voz extraña el hombre siguió hablando―. ¡¿Ser héroe es tu sueño?!

Casi parecía la voz de un infomercial pero, para aquel niño le era parecida.

―¿A-ah...?

―¡JAJAJA!~ ―el rio una vez mas notablemente fingida―. ¡Puede que la vida te ponga obstáculos, que sea duro seguir y que en un momento quieras rendirte! ¡Pero! ¡Una vez mas te pregunto...! ¡¿Quieres ser un héroe?!

―S-si... ―respondió aun atragantándose entre sus mocos.

―¡No te escucho!

―Si... ―repitió una vez más.

―¡NO TE ESCUCHO!

―¡SI...!

―¡¿Qué es lo que quieres?!

―¡¡SER UN HEROE!! ―grito.

―¡¡ENTONCES SELO!!

En ese corto periodo de tiempo en que la voz que había quedado afónica por aquella declaración, Inko pudo escuchar a su esposo del otro lado de la línea.

La voz fuerte ahora era amable.

[Se un héroe...]

Poco a poco los ojos de hijo y madre se expandieron.

[Puedes ser ...]

Sus ojos esmeralda brillaron y la sonrisa de aquel hombre relució.



__________________________________________________

[...un héroe.]

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Incluso si el mundo no era fácil él lo seguiría intentando.

[Entonces aquel hombre nacido sin nada y que al final murió con todo se encontró con dios y dios le ofreció una disculpa. Le dijo que lo sentía desde el fondo de su corazón al no poderle haber dado magia para que la usara. Muchos pensarían que el hombre le reclamaría pero no fue así. Simplemente se inclino hacia delante y con el corazón en la mano, este la agradeció. El hombre le agradeció a dios por no haberle dado magia.]

Izuku salio de su ensimismamiento al escuchar a su madre llamarlo para cenar.

―¡Ya voy! ―respondió este cerrando la ventana y corriendo hacia su puerta.

Detrás de él la cortina que cayo comenzo a oscilar de lado a lado con la fuerza que le quedaba mientras que, las nubes en el cielo se abrían un poco mas y el gran firmamento aparecía de la nada como si se tratara de magia.

En el cielo eterno aquel dios pregunto:

―¿Por qué? ―el dios sin rostro y con estelas pulcras adornándolo extendió su duda hacia el hombre delante suya―. ¿Por qué me agradeces?

El hombre irguió la espalda y miro de frente a dios.

―Muchas personas han comentando que cuando naces con una sensación extraña de que eres especial. Se que puede sonar algo raro, atrevido si quieres usar la palabra. Pero para nada es algo así. A lo que me refiero es que naces con una verdadera sensación así. Cuando yo nací... no sentí eso ―el hombre toco su pecho y bajo su mirada―. Nací sin nada que pudiera ofrecer al contrario que todo el mundo. Me hizo sentir como una pequeña piedra al fondo de un mar inmenso pero al pasar los años fue descubriendo que no era una piedra sola en el fondo del abismo. Yo también era especial.

―Yo amo a todos mis hijos por igual. Los cuido y protejo... pero a veces fallo. Yo no te di algo que merecías.

―Y eso esta bien. No nací como todos los demás y eso me hizo sentirme menospreciado pero al paso de los años supe que también era especial a mi modo. A pesar de que no podía crear grandes rocas con magia o podía hacer fuego de la nada, incluso surcar los cielos como aves... ―el hombre levanto su rostro y con su puño en su pecho sonrió―. Aun así, yo era capaz de levantar grandes rocas, atravesar enormes murales de fuego y correr tan rápido que parecía que volaba. Esto me hizo darme cuenta que no necesitaba ser especial como todos. Tan solo tenia que ser especial como yo podía serlo. Puede que no me brindaste magia pero me brindaste una gran fortaleza para luchar y eso es lo que te agradezco. Vivi una vida placentera y feliz. Dormí con mi esposa he hijos, vi a mis nietos correr frente a mí y vi a mis hijos felices en un mundo de paz que yo contribuí a crear.

Cuando el hombre abrió su puño y lo aparto de su pecho termino en el hombro de dios.

―Yo no pude haber sido más bendecido, gracias.

[Soy un Quirkless pero esta bien, soy listo y puedo entender muchas cosas que otras personas no entienden. No tengo que ser especial como todos... solo tengo que ser especial como yo puedo serlo.]

Con una sonrisa ese niño ceno junto a su madre en otra noche pacifica, felices, juntos y tranquilos.

A la hora en que tuvo que dormir, lo hizo esperando en poder soñar sobre aquel barco una vez más.

Con una sonrisa... en su rostro.

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