BREAKPOINT - 2

~CAPITULO DOS ~

[BREAKPOINT.]

...












...




INTRODUCIR: FIRST MOMENTS - MELODYSHEEP

Hubo dos explosiones.

Una de ellas trajo la vida como la conocemos.

La segunda... robo todo lo que conocemos.


*WOSHHHH*

La oscuridad eterna desapareció en un segundo. Todo fue arropado de miles de luces despues de aquella explosión.

El Big Bang.

Una explosión que creo lo que conocemos, que guio todo a al lugar que le corresponde.

Una explosión que creo vida y muerte, la lucha interminable donde al final de cada batalla, un nuevo ser prevalecerá siempre.

[Resurrección.]

Despues... tenemos la segunda explosión.

Fue una explosión que nadie se esperaba. Absolutamente nadie llego a imaginar que en un segundo toda la vida seria retorcida desde la base de su existencia.

Pero, a diferencia de la primera explosión, la segunda tuvo un llamado antes. Uno que solamente algunos podrían haberlo escuchado.

Un nombre, una presentación y un objetivo.

Todo despues de eso se vino abajo.

Las personas miraban el cielo, asustadas, sorprendidas. Todo lo que ellas habían estado haciendo ese día, perdió total interés.

Esos cielos azules, esos cielos oscuros... todo se ilumino de una luz celeste que se expandió por todo el mundo. Una luz que brillo tan fuerte que parecía estar consumiendo todo a su alrededor.

Tras un segundo de la explosión, toda estructura se derrumbó.

Las leyes físicas, toda logística y parte de la realidad se vieron altercadas por una fuerza superior. Una que fue capaz de retorcer el árbol de la vida, una que tuvo el poder de alterar la misma realidad en la cual muchos estuvieron viviendo por largos milenios.

Esta explosión se le dio a conocer cómo; «El Descender De La Tierra.»

Las luces celestes se expandieron por los mundos resquebrajados. Las vidas habían sido tomadas cautivas y todo lo que paso despues fue una orquesta de desastres.

Era... como la manzana caer de un árbol simultáneamente por cien veces en un momento.

La realidad de distintos lugares se retorció tanto que los planetas que se encontraban girando en un espacio vacío, sobre su propio eje se desprendieron de su naturaleza.

Los mares, ríos, lagos, todo salio disparado hacia el espacio rodeando la tierra en un aro de puro liquido azul. La tierra se desprendió y esta comenzo a flotar en los cielos dentro del planeta. Las ciudades se volvieron islas flotantes y las cuevas ahora eran aquello que se mantenía apegado a aquel núcleo ardiente.

La tierra en muchos sentidos murió.

Toda vida, toda existencia había desaparecido en un momento.

Mientras que del otro lado de la moneda, sobre una tierra árida. Cielos nocturnos y un enorme árbol de energía.

[El Punto De Origen.]

Miles de millones de personas junto a sus reflejos habían aparecido simultáneamente alrededor de aquel masivo árbol. Era como si un grupo de campistas estuviera en una noche en el bosque, rodeando una fogata.

Hubo un discurso, una pelea pero al final... aquel que subyugo todo resulto vencedor.

El punto de origen se destrozó.

Una vez más la lucha interna se desato y como resultado todo lo que había quedado inconcluso se resolvió en el peor de los escenarios posibles.

La absoluta destrucción.

El árbol de los destinos, aquel que posee el control sobre los planetas de distintas realidades que cuelgan de sus ramas.

Este mismo árbol fue destrozado. Casi todas sus ramas en la mayoría se desprendieron dejando una fractura irreversible en aquel árbol. Los mundos que aún se mantenían colgados a estas ramas, tuvieron un destino peor que los primeros que cayeron de ellas.

Atados a un fragmento del árbol de los destinos que había perdido consecutivamente su brillo, su poder.

Los mundos rápidamente murieron en agonía pues no había poder que controlara sus realidades.

Y aun a pesar de que el ciclo se había repetido una vez más, una vez más la explosión de la vida apareció y todo se formó, sin embargo... el resultado ya estaba hecho.

Sin embargo... hubo una tercera explosión.

A diferencia que sus dos antecesoras, esta fue muy pequeña, casi imperceptible. Fue una explosión diferente y única, una simultanea múltiple.

En un bosque había caído ella, la cabellera rubia y ojos ámbar. Expuesta a un lugar que ella no reconocía.

En un mar rodeado de fuego ella había despertado. Con decenas de cadáveres marinos, con un sol al final del mar, tan vigoroso y caliente que parecía estar consumiendo el cielo.

Su cabellera oscura y su piel dura como la roca. Los ojos azabaches de aquella chica estaban abiertos como un par de ventanas.

Despues... un alma encerrada al derive del fin de los mundos.

Encadenado a su propio pasado por culpa de su futuro.

Once almas que luchan, doce que viven.

―Deberías de ocultarte, la tormenta ya viene ―de golpe himiko miro hacia atrás―. Morirás si te quedas aquí.

Una voz femenil, fría como el hielo y delgada como una hoja de papel.

Una niña.

―¿...?

El muro de hojas que ella había cruzado, miro hacia allí, despues hacia un lado, nada. Su palma cayó sobre el cristal y esta se lastimo.

―Ghg...

En seguida levanto su mano y observo como un trozo de cristal estaba enterrado en su palma. La sangre fluyo fuera de su piel y está en vez de caer parecía desprenderse de la fisura para comenzar a flotar.

Era como si el cielo estuviera absorbiendo la sangre de Himiko.

―¿Duele?

Una vez más, la voz de la niña. Toga se dio la vuelta y frente a ella, de pie una niña vestida de un vestido blanco, desgastado y lleno de sangre.

Pero lo que más resaltaba de ella era su cabello blanco, sus ojos aperlados. Estos brillaban en tonalidades rotas. Los colores no se mantenían y desvanecían su retina por momentos.

A veces parecía verle ambos ojos verdes, a veces color ámbar, incluso en bicolor de ambos colores pero otras veces, el color se tornaba blanco, oscuro o gris.

Se apagaba.

El sudor que caía por la frente de toga ni si quiera tenía tiempo a tocar el suelo ya que al momento de que su piel lo secretara, esta gota se desprendía de ella hasta alcanzar el cielo. Un viento enternecedor golpeo la cordillera. El muro de hojas se sacudió y comenzo a escucharse un crujido.

Todo el bosque estaba resquebrajándose.

A su espalda una lluvia de hojas comenzo a brotar como una expansión de ondas de viento. Elevándose por encima de ella.

Toga un miraba a la pequeña niña frente suya sin comprender quien era o que era. «¿Qué hacía en ese lugar?» era lo que se preguntaba, claro, despues de preguntarse; «¿Quién es esa niña?» aunque de cierta forma, le parecía familiar.

De hecho, muy familiar.

―¿Quién eres...? ―pregunto con un hilo de voz la rubia.

La niña sonrió.

A pesar de estar de pie, ella era algo pequeña por lo cual, al estar frente a la arrodillada Himiko Toga, la cabeza de la rubia le llegaba al pecho por lo tanto, ni si quiera tuvo que arrodillarse, solamente inclinarse hacia delante extendiendo su mano hacia la cabeza de la chica.

Un susurro.

[...]

Un silencio.

[...]

Algo que se quebrara, algo que se revela.

El cielo crujió, el cielo grito. Las ventosas inexistentes aparecieron. En un espacio exterior, externo a un planeta tierra. El mar de agua, el mar de lava, ríos y cascadas por igual cantaron.

La vida de las aves que se había extinguido sacudió los árboles de aquel bosque como si de una parvada se tratase.

Los lípidos de la chica se elevaron de su piel, de su palma. La herida se cerró y el cristal cayo.

[Corre.]

Dijo con un murmuro.

[La tempestad arrasa con todo lo que toca.]

Algo imposible.

Lluvia en el espacio exterior.

Era hermoso.

Una lluvia como ninguna otra. Una lluvia que no nace en el cielo, una lluvia que nace desde abajo. Como si todo estuviera invertido, como si nada estuviera colocado en su lugar correcto.

La palma sobre las hebras doradas.

La lluvia que ascendía y no descendía.

Un viento que golpeo la espalda de la niña y sacudió su vestido como sus blanquecinos cabellos.

Los destellos de cientos de colores, estelas y brillos celestes se unieron en la oscuridad que adornaba el espacio exterior.

Nuevamente la chica susurro y el suelo de la cordillera se resquebrajo. De esta manera, Toga había resbalado y en un deslave de tierra ella había caído hacia delante. Hacia un vacío que ella temía.

Mirando hacia atrás, aquella niña le saludo, sonrió y se despidió.

Por un segundo, tan solo una fracción de este vio algo. Sus ojos se entrecerraron para cerrarse y abrirse. Todo su cuerpo tembló y la sensación de frio se desvaneció. Ella sintió que debajo de ella, su espalda dejo de tocar la tierra y cayó en un vacío el cual le hizo estremecer cada músculo de su cuerpo.

Ella extendió su mano hacia la niña pero desapareció de su vista tras un parpadeo. Luego vinieron dos y tres, cuatro para cinco al final.

*CRKK*

Un chirriante sonido, el sonido que nace de raspar un cristal.

Luego...

*CRACK*

En pleno vacío pudo ver las ramas de los árboles que se extendían fuera de la cordillera marchitarse con la lluvia que a su espalda golpeaba.

Una hebra de su cabello había sido mojada y esta se tornó en blanco. Una gota golpeo su cuello y una parte de este se arrugo, tan solo dos centímetros de piel se hicieron como pasa.

Entonces debajo de ella, el enorme vacío se quebró y una grieta apareció.

*CRASH*

Los vidrios se resquebrajaron y ella sintió un gran viento golpear su espalda. Su cabello se sacudió con fiereza y sintió una enorme presión en su pecho. Se dio la vuelta aun cayendo.

Entonces se asustó.

Cientos de edificios tan altos como un Empire State apareció a la vista. Estos no solo parecían ser altos si no que daba la impresión que mientras toga caía, estos se expandían hacia el cielo el cual ahora dejaba de ser oscuro, era azul, pero un azul con toques rojos.

Era un atardecer muriendo o un amanecer naciendo.

No había sol, no había luna ni nubes cerca. Era una explanada de colores vividos que cubría lo que parecía ser una ciudad

Ella aún seguía cayendo.

La presión en su pecho provoco que le faltara el oxígeno. Sentía que se desmayaría en cualquier segundo. El miedo, el terror se abrazó a ella y le hizo sentirse aterrorizada pues mientras más se extendían los edificios al cielo, el suelo se acercaba cada vez más ella.

Entonces nuevamente...

*CRASH*

Otro cristal se quebró y aquellos edificios se llenaron de hielo. Parecía que aquella ciudad había pasado por una gran helada. Los edificios pasaron a no solo estar congelados si no que desechos, como si una guerra hubiera pasado por ahí.

Ella observo como toda la ciudad estaba cubierta de hielo. Los autos volaban de cabeza y trozos de calle disputaban una lucha con otros, chocando unos diez metros encima, flotando al lado de las farolas que aun iluminaban parpadeantemente.

Todo el ambiente se llenó de una bruma sin igual.

Cuando ella atravesó la siguiente grieta, todo se tornó gris y las extensas nubes de humo inundaron la ciudad junto a las nevadas nubes gélidas.

Las nubes del cielo se abrieron poco y ella las atravesó.

―¡C-carajo...!

Ella escondió su rostro detrás de sus brazos. Contrajo su cuerpo y se hizo bolita.

*¡CRASH!!*

En la cima del edificio ella había aterrizado justo al filo de esta chocando con un cumulo de hielo quebrándolo y deteniendo su caída, sin embargo esta fue la predecesora para otra más peligrosa.

Su cuerpo se retorció del dolor mientras se revolcaba por todo el filo del edificio hasta que el hielo la hizo resbalarse y caer por la orilla de este.

Una lluvia de trozos de hielo cayó junto a ella mientras que, luchando por mantener la consciencia se aferró a sí misma chocando con un trozo de concreto proveniente del suelo que se encontraba unos 30 metros flotando en el aire.

*¡THOOOOM!*

Un golpe cruel que termino por estallar en una nube de humo gelido que se liberó por todo la calle.

El trozo de concreto flotante parecía descender un poco, tan solo un metro para despues volverse a elevar a su posición antigua.

Una pequeña marea de humo gelido cayó por los costados de la calle flotante y trozos de hielo cayeron a un costado del hoyo donde Himiko Toga estaba.

Desecha, con una pierna rota y con el cuello rasgado. Ambos brazos desgarrados y la ropa casi hecha tiras de tela desvelando su abdomen y parte de su pecho.

Uno de sus ojos estaba cerrado y el otro por cerrarse. De su nariz salio una pequeña explosión de sangre que estaba vez, cayo a través de su mejilla hasta el frio hielo.

Sus tímpanos sangraron, su boca dejaba caer un hilo de sangre y su ojo perdió brillo.

Junto a la sangre que nació de su pupila, una gota de lagrima descendió junto a ella. Uniéndose, mezclándose como el yin yang.

La gota de sangre y lagrima cayó al suelo.

Un eco en el estruendo, en el choque.

El suspiro de la vida se convirtió en el sonido de la muerte. Estridente y sonora, tan fuerte que resonó por todo el lugar.

El aleteo de las aves y el oleaje del mar.

Un calor ardiente.

[Vivir no es muy diferente a estar muerto, si estas solo.]

Un túnel sin luz más que oscuridad. Al final, un trono, un brillo a punto de morir. Una persona sentada en este mientras que la oscuridad de las sombras lo arropa. Dentro de este túnel, su mirada viaja y se enreda con las mismas paredes que conforma todo el lugar.

El brillo tintinea.

Esmeralda.

Sus miradas se encuentran y ella vuelve como si el tiempo retrocediera.

―¡Ahhg...!

*¡Cof!* *¡Cof!*

Ambos ojos se abren de golpe y toga gira hacia su derecha comenzando a vomitar. La sangre se ha desvanecido, las heridas han desaparecido. Solamente ella se encuentra en aquel suelo flotante, gelido como un iceberg.

Durante unos segundos ella se mantuvo tosiendo y vomitando hasta no poder más. El dolor en su pecho se incrementó y sintió la presión contra sus pulmones desgastados.

Su estómago dolía como su espalda.

Un dolor infernal.

―La muerte es curiosa, ¿No? ―dijo la voz delgada.

Nuevamente ella estaba ahí.

Toga levanto su rostro, mirando con sus ojos lloroso a la niña para frente a ella.

―¿La muerte es dolorosa? ¿La muerte es el final? ¿Qué es la muerte? ―ella aparto su mirada de la chica y camino alrededor de ella―. ¿Qué es el comienzo? ¿La vida es placentera? ¿Qué es la vida?

―...! ―toga respiro pesadamente mientras tomaba su cuello con fuerza. En eso noto como sus brazos estaban bien a la vez que sacudia su pierna que se supone rota estaría.

―Usualmente la vida se aferra a sí misma por el miedo de encontrar lo que del otro lado está pero eso no tiene sentido. Aunque ellas huyan o se escondan, la muerte es omnisciente, omnipresente. Ella está en todos nosotros, en todos lados, en todo momento. Lo sabe todo de todos y todo ―la niña se detuvo a espaldas de Toga―. Pero ahora...

[¿Qué sentido tiene la muerte si no puede llevarte?]

No era fuerte, no lo sabía todo de todos y todo. No estaba presente ahora ni antes, tampoco en el futuro ni para siempre.

―¿Qué te queda ahora? ¿Qué le queda a la vida ahora? No hay objetivo, no hay destino... no hay nada.

Tan fría su mirada, tan filosos sus ojos. El contorno de su rostro girando tan secamente como el frio metal corrido por el hielo.

[No hay nada... y aun así sigues aquí.]

―¡¿Q-quién eres...?! ―toga no lo soporto más. Ella giro de golpe con su mirada nefasta.

No había nadie.

Una vez más...

[¿Alguien puede escucharte?]

Detrás de ella, la cabeza inclinada de la niña la miraba fijamente. Los ojos entornados hacia ella y el remolino de colores fragmentados. Los hebras de su cabello parecían envueltas en gotas de sangre, evaporándose, helándose.

Un aire gelido sale de su nariz, y la respiración vaporizada.

Himiko no se da la vuelta.

―¿Quién...? ―su voz temblorosa―...¿eres?

Toga se aferra al hielo en sus palmas y sin mirar solo siente la respiración de la niña.

―Procura no sufrir más. Este eco de vida y muerte te mantendrá rota. No hay más, no hay menos. Ni por lo cerca un despues... Concluye tu viaje Himiko Toga.

Lentamente, la rubia se dio la vuelta y observo como todo se había desvanecido. El cielo gris, las nubes azules gélidas. Toda la ciudad se convirtió en pura oscuridad donde solamente el suelo donde estaba se mostraba ante su vista.

Delante de ella, como un son violento de luz brillante, la niña de pie la miraba.

Nuevamente sus miradas se encontraron.

Por alguna razón, cientos de cosas pasaron en un segundo dentro de la cabeza de Toga. Cosas que la hicieron sentir miedo, más confusión. Incluso ira. Al contrario, ni si quiera una pizca de felicidad o tranquilidad pudo esconderse en su pecho.

La frustración y la inquietud se volvieron su pilar.

[¿E-estoy... muerta?]

Fue lo único que salio de su boca.

De repente en la oscuridad había surgido una línea color naranja. Una línea que se curveo formando un medio circulo. Detrás de este emergieron una luz blanca que brillaba con estelas más puras que la misma luz. Esta brillo tanto que alrededor de Himiko se pudieron vislumbrar rocas que flotaban he iban directo hacia la luz estelar.

Al adentrarse, una luz cambiaba, los tonos cambiaban de lugar y como gotas de lluvia color oscura caían sobre el suelo blanco, manchando su pureza.

Parecía una guerra de formas con líquidos que no tienen descripción.

Entonces todo cambio de color y el cielo rojo se volvió. A lo lejos brillaba la luna, una que era color carmesí he inundaba el espacio de un tono rojo sangre. La línea de media luna que se creó encima de la niña se le extendió otra línea que a lo lejos parecía ser un cohete espacial despegando. Este cohete termino convirtiéndose en un pilar de luz tan gruesa que se convirtió en un rayo de energía oscura carmesí.

Atravesó todo el cielo y partio la luna a la mitad.

Una ciudad espejo sobre sus ojos, reflejados en su pupila.

Parpadeo una vez, parpadeo dos veces y el cielo era claro, el suelo verde y el aire limpio.

―No estas muerta. Tampoco estas vivan. Este lugar no es más que un limbo que quedo tras todo lo ocurrido. Tú eres, tú eras... tú serás solo el eco de una vida transformada y difuminada. Eres el resto que queda de un pasado inconforme en un mundo olvidado... en el eco de un destino quebrado.

La niña extendió su mano hacia toga.

[Bienvenida.]

Con amabilidad ella sonrió.

[Estas en punto de origen, en uno completamente destruido.]

El descender de la tierra había terminado.

Tras el tiempo de eternidad, los siglos, milenios, eones... todo el tiempo convergió y desapareció en una esfera. No había descripción de días, meses o años. Ni si quiera había un lugar donde pudiera detenerse para verificar que el tiempo no se ha detenido o sigue avanzando.

―...

Toga se había quedado en silencio. Ella tomo la mano de la niña y se levantó junto con ella. Al hacerlo esta solo le sonrió amablemente mientras se colocaba a su costado, sin soltar su mano.

―Deberías de buscar algo de ropa si quieres continuar tu viaje ―dijo la niña.

Toga observo su cuerpo completo. Pudo ver como apenas la bata de hospital se mantenía sostenida en su hombro. Su abdomen y parte de su pecho estaban desnudos. Sus piernas llenas de tierra y escarcha junto a sus manos ensangrentadas.

―¿Puedo saber dónde estamos? ―pregunto ella.

―Claro. Despues de todo, tú y yo caminaremos juntas a partir de ahora.

Los ojos de la niña se tornaron ámbar, su cabello termino en un color blanco y una estela se adaptó como la cola del vestido que ella portaba hasta simplemente unirse a este como el encaje de un volante.

Ambas se miraron a los ojos un poco más de un minuto y delante de ellas el pasto verdoso se había secado. En el cielo azul una delgada línea formo un camino delante de ellas que poco a poco se cerraba en una grieta a más de cien metros delante de ellas.

Durante este tiempo, ellas caminaron, juntas y un pequeño relato había comenzado.

Toga escucho atentamente.

Este relato hablaba de un bebé, uno que había nacido entre padres amorosos. Fue criado de la mejor manera hasta cierto punto. Pasaron muchas cosas y el pequeño bebé había crecido hasta convertirse en un niño. Este niño transformaría todo a su alrededor en un mundo fantástico, proveniente de una imaginación enorme.

Lo más curioso de este mundo era la brillantez indiscutible de como los relataba.

»Cuando la vida y la muerte contemplamos con decencia, ¿Dónde está la diferencia? ¿En nuestro ojo solamente? Si su cuerpo cae enfermo, si su mente odio supura, ¿No será el loco borrego como el cuerdo con mesura? El padre cruel y tenaz y su nueva hija adoptiva no conocerán la paz en esta violenta vida. El mal acabara muerto junto con el bien, por cierto. Y la única distinción visible es la incomprensión tangible.

Las visiones tras las siestas esperaban del todo alertas. Creadas por muchas mentes pero presentadas por solo una. Entre todos esos raros, el niño con sus creaciones infinitas creaba un increíble viaje que solo el sueño limita.

De esta forma un relato termina.

Historias que Himiko no comprendía, incapaz de entrelazar las ideas de la historia relatándose en sus oídos. Su cabeza no daba para más. Aun la confusión la deterioraba.

Ella había muerto.

Era lo que pensaba.

Sin embargo, sobre la mesa las cartas no dejaban. Simplemente, Himiko concentrada en algo estaba.

«¿Qué era?»

Esa caminata con la niña, «¿Quizás se equivocaba?» ni si quiera pensaba con claridad en ese pastizal árido.

Era como una melodía en su mente que transformaba su cabeza en un remolino. Llena de líos, sin una pizca de comprensión ella se había alejado de la idea de entender.

Sin embargo, en algún lugar algo reacio se encontraba.

«¿Qué era?»

[Punto quebrado.]

El origen que ha creado.

El destino que ha consumado.

«¿En qué lugar lo ha encontrado?»

Sin duda alguna, un relato abstracto.

Ella tenía que reunir la piezas que en su cabeza se le han dejado. Sin embargo no ha encontrado un camino el cual poder seguir.

El camino que ellas van a finalizar solo le ha creado más dudas sin una respuesta que poder tomar. Ni si quiera para ella misma es capaz de darse una respuesta. La niña menciona que muerta no está, pero ni si quiera siente la emoción de la vida. La sensación de un mundo firme y concreto.

Todo lo que sucede se convierte en un somnoliento sueño.

Pero, al final algo ha encontrado.

Al filo de la puerta que se ha creado, en el final del pastizal la vuelta se ha dado.

[Punto de origen.]

El cielo oscuro se ha tornado y el verde suelo por fin marchito ha quedado.

El limpio viento se ha convertido en una calvario.

Cuando ella finalmente vuelve en sí, la puerta a cruzado para encontrarse con un nuevo mundo a sus pies.

Cielos oscuros, edificios flotando, nubes grises y polvo por todos lados. Autos destrozados y suelos agrietados. La ciudad abandonada se le ha dejado.

Sola con la niña, en un mundo que desconoce en su totalidad.

Ni un sol, ni una luna.

Ella estaba en la suma de todas las desgracias y oscuridades acumuladas en un mundo vacío. En el eco del misterio y la extinción de toda la vida.

―Encontremos un camino de vuelta... ―dijo la niña en un susurro.

―¿De vuelta a dónde? ―pregunto Himiko.

Cuando finalmente la puerta detrás de ellas se cierra, la niña suelta la mano de la chica. Ambas se miran y separan sus vistas por un segundo. El cielo oscuro que se encuentra frente a ellas, cubierto de miles de toneladas de nubes, se abrieron.

―A veces me pregunto... ¿Podría realmente estar ahí, esperándome? ―la mano que sostenía la mano de la chica se extiende hacia delante. Casi como si una luna naciera, el mundo de oscuridad se había iluminado.

Un enorme árbol resquebrajado.

La desesperación, desesperanza, el fracaso y la melancolía en general abarcaban a la niña a medida que contaba su situación. Ella, trato de salvarle, pero al final, no pudo.

Al igual que el destino, estaba condenado a no hacer nada más que observar, incapaz de ayudar.

―¿Lo escuchas? ―ella pregunto, himiko escucho.

El viento, la brisa delgada cantaba una canción, tocaba una ligera melodía.

La forma en que las notas se separaban unas de otras realmente ayudaba a amplificar el sentimiento aislado e inconexo que solo hace que el momento que pasa ahí se sienta más desgarrador.

Era como una melodía de piano repetida.

―El aún está ahí. No espera a nadie, no espera nada. Todo lo que él ha intentado se ha consumado. Este resultado se ha dado por el declive de su destino. El... ya ni si quiera sabe quién es él. Y todo continuara así si de alguna forma somos ignorantes a esto. Pues la razón de tu presencia aquí es la misma que su estado.

Ella miro hacia aquel árbol. Toga miro por igual pero pareciera que la mirada de la niña se adentraba más profundo, más allá de la misma corteza azul.

[El me espera.]

Los puños de toga se cerraron y ella agito su voz con fiereza.

―N-no puedo entender nada... ―dijo ella―. ¡¿Dónde...?! No, ¿Qué...? ¡No!

Su respiración pesada se volvió y agitando su garganta ronca ella exaltada exclamo.

[¡¿Qué es esto?!]

La niña bajo su mano y giro.

Una mirada seria en su rostro se dibujó.

Un relato de su boca una vez más salio.

»La evolución ha creado vida y muerte, construcción y destrucción. La rencarnación por la extinción. Los quirks se han convertido en dicha extinción pues la evolución ha creado una distante locación. Himiko Toga, tú eres una de las pilares que aún quedan despues de la destrucción. Todo lo que ves a tu alrededor es el resultado de una guerra sin comparación. Tu no estas muerta, no estas vivan, eres el reflejo de una vida difusiva. Estas aquí para completar un trabajo. Llevarme a mí, debajo de aquel árbol y permitirme encontrarme con mi destino.

Aun a pesar de la respuesta concreta, toga no pudo evitar sentirse molesta. Poco a poco comenzaba a ser más consciente de sí misma y su alrededor. Todo lo que estaba delante suya, atrás y por los lados no era nada parecido a su realidad. No entendía que hacía ahí, como es que de estar peleando por su vida en el muelle, había pasado a un plano completamente extraño.

La niña frente a ella, una completa desconocida. La ciudad que la rodea, ni idea de donde se encuentra. Un mar de estrellas donde la lluvia va en contra de toda regla.

Ya estaba llegando a su límite.

«¿Qué muerta no estaba?» imposible pensar así en un lugar como ese. Ni si quiera una pizca de apacibilidad, toga arremetía contra la pequeña niña.

«¡Ya basta de puras mentiras!» ella decía.

Aun así, el viento continuaba con aquella melodía.

El árbol de los destinos destruido al final del camino yacía. Brillante como una luna, poderoso como un sol... más grande que un universo mismo.

Era la hormiga frente a la luna misma.

La niña explico.

»Antes hubo una explosión, una que dio origen al tiempo y al espacio. Antes hubo una explosión que puso un planeta a girar por ese espacio. Antes hubo una explosión, una que le dio origen a la vida como la conocemos. Y luego, fue la siguiente explosión...

Aquella niña relato una historia más.

Era la historia de una chico solitario, uno que al paso del tiempo supero increíbles obstáculos y que de alguna forma, para aprender y entender el mundo que lo rodeaba, necesitaba crear otro para probar.

Esta acción se convirtió en un círculo vicioso, despues... en un ciclo.

El mundo dejo de ser solo uno y se convirtió en dos, luego en tres, despues... en 100.

Miles de mundos vinieron despues y millones más despues de los miles.

Al final... no hubo un número suficiente para describir cuando eran.

Pero, en uno de esos mundos, un chico había sido encerrado sin embargo, las ideas de su pasado se transmitieron a través del futuro llegando de alguna forma hacia él y de este método, liberarse de los muros que habían sido construidos alrededor de él.

Entonces, frente a él un enorme árbol había sido construido a base de guerras, perdidas...

Sin ninguna victoria.

Y aun a pesar de todo esto, el lucho incansablemente por crear un mundo donde todo lo que el odio, lo que sus recuerdos le hacían odiar... jamás lo logro.

Desesperado, entristecido y sin camino fijo, el tomo una última decisión.

Una decisión imposible.



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[No elegir más.]




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Sentado sobre un trono vacío en las ascuas de sus antiguos recuerdos, sus ojos se apagaron y su cabello cayó sobre su rostro. Las sombras lo tomaron como uno suyo y todo su alrededor se derrumbó.

Poco a poco, sin nadie que pudiera detenerlo el simplemente apago su corazón, lo cerro al sufrimiento y así se quedaría por una eternidad.

El peso de sus huesos cansados y sus ojos ensangrentados junto a su ropa sudorosa termino por destrozar el punto de origen y con ello retorcer los destinos y existencias que a la merced de aquel árbol estaban.

La pequeña niña menciono un nombre al final de este relato.

Un nombre que Himiko no conoce.

Midoriya Izuku.

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