30. Preparativos V (203)


Furia no mejoró su humor ni siquiera cenando, tal vez porque presentía lo que iba a ocurrir.

Panocha apareció cuando la gente más tardona ya había llegado y la gente más rápida todavía no se había marchado. Apareció en el momento álgido de asistencia en el comedor para tener el mayor público posible y que la humillación fuera máxima.

–¡Diana Lionheart, se puede saber qué habéis hecho, so estúpidas!

Por una vez, fue Furia la que puso los ojos en blanco y Mantis quien hizo chirriar el cuchillo en el plato. A Veda casi le dio un ataque al corazón y Dani estuvo a punto de caerse de la silla. Hart, como siempre, reaccionó lentamente, lo que dio la impresión de que no se inmutara gran cosa.

–¡A dónde creíais que ibais tan felices! ¡¿Os he dicho que fuerais a alguna parte?!

Por mucho que hablara en plural, su bronca recaía exclusivamente en Furia, y ella no parecía que fuera a hacer otra cosa que aguantar el chaparrón con la mirada puesta en el plato del que ya no comía.

–¡Era una misión de vital importancia y os la habéis cargado!

–¡BASTA! –bramó Mantis–. ¡Los han atrapado a todos, nos ha llegado la nota de secuestro por megafonía, la misión ya estaba jodida!

–¡Era una nota para engañaros, estúpidas! ¡Para que hicierais precisamente precisamente lo que habéis hecho!

–¡Lo que hemos hecho ha sido salvarlos!

–¡Criaja engreída...! –empezó rojo de ira.

–¡Demuestre que no los han atrapado, enseñe las imágenes grabadas! –exigió Furia rompiendo su mutismo.

Panocha se quedó bloqueado un par de segundos, muestra de que no se había esperado semejante contraataque.

–¡Son secreto militar! –improvisó.

–¡Entonces no puede demostrar que nosotras la hayamos cagado! –arremetió Mantis–. ¡No puede demostrar que el plan no era una mierda y que ha fracasado desde el minuto uno!

–¡Cómo te atreves a deslegitimar a tus compañeros delante de toda la Academia!

Efectivamente, en la otra punta del Comedor, Martillo ya se había puesto en pie muy ofendido.

–¡ has venido a deslegitimarnos a delante de toda la Academia!

–¡Háblame de usted!

–¡Gánatelo, machista de mierda!

Se hizo un silencio ominoso. Por lo visto, llamar machista de mierda a un jodido machista de mierda era una gran afrenta. Pues porque Mantis no le había soltado todo lo que opinaba de él, que incluía "nazi".

–El plan no era muy bueno y nos han pillado enseguida –dijo de repente Hart, con su habitual parsimonia.

A Panocha pareció que se le iban a salir los ojos de sus cuencas.

–Contigo ya hablaré después –advirtió, conteniéndose para no gritarle a él. Después se giró hacia Mantis y redobló su hostilidad–. No me vuelvas a hablar así –ordenó, pero ella ni se inmutó en su altivez, por lo que él perdió seguridad–. O te juro que tramitaré tu expulsión –añadió pretendiendo asustarla.

Una pequeña sonrisa de suficiencia apareció en los labios de Mantis y un silencio incómodo cargado de murmuraciones recorrió el Comedor. Panocha podía expulsarla, pero no podía impedir que fuera derecha al Instituto del Mal y desde allí siguiera dando por saco. Con ella no funcionaba esa amenaza, porque no había peligro de deshonrar a ninguna familia heroica, ni tampoco estaba becada. Así que Panocha reculó y regresó a echarle la bronca a Furia, que era algo para lo que estaba mucho más confiado. Así que cogió aire y... la bocanada que tragó fue de mañana helada, por lo que tosió sorprendido.

–Señor –intervino Regina Kuure–, sé que no soy quien para decirle cómo hacer su trabajo, pero creo que estamos de acuerdo en que el Comedor no es el lugar adecuado para una regañina de estas características.

–¿Q-Qué dices, Kuure? –preguntó Panocha, que intentaba evitar seguir tosiendo por la bocada de aire helado.

–Que el Comedor no es el lugar adecuado para este tipo de escena, ya que podría parecer que su intención es la de humillarlas en público –contestó serena.

Panocha parpadeó. Si hubiera sido Mantis, él hubiera sabido que iba con sarcasmo, pero con la mirada azul hielo de Kuure era difícil saberlo.

–El tema que está tratando es delicado –continuó Regina–. Aunque, por otro lado, es un asunto interesante sobre el que toda la Academia debería ser informada. Se ha hablado de unos vídeos, ¿no?

–¡No se ha hablado de nada! –replicó Panocha recuperando el ritmo–. ¡Vosotras dos, venid conmigo! –les ordenó a Furia y Mantis.

Panocha marchó sin mirar atrás. Se había acercado mostrando hostilidad, enfado y superioridad, y ahora salía con frustración, fastidio y confusión. Seguramente hubiera preferido que Mantis no hubiera respondido, que Hart no hubiera intervenido ni que Regina hubiera aparecido de repente. Ahora iba a tener que improvisar.

–¿Qué demonios habéis hecho? –volvió a preguntarles.

–Ir a salvar a un amigo de lo que pudieran hacerle en el Instituto del Mal –contestó Furia, tragándose el "por tu plan de mierda".

–Humillarlo es lo que habéis hecho, estúpidas.

Furia se quedó sin palabras, como solía ocurrirle siempre que Panocha soltaba una chorrada por el estilo; pero Mantis estaba más curtida en las inseguridades masculinas.

–¿Considera una humillación el que, como chicas, hayamos salvado a un grupo de chicos?

La respuesta era "sí", pero también era una humillación reconocerlo.

–¡Vosotras no habéis salvado a nadie!

–Sí, a Hart de ser torturado –contestó Furia–. Eisentblut lo tenía.

–¡Teníais que haberlo dejado liberarse sólo! ¡¿Cómo va a hacerse un héroe si no?!

–¿Y cómo vamos a hacernos heroínas si no ayudamos a nuestros amigos? –planteó Mantis.

–¡Vosotras no vais a haceros nada!

Furia se tensó en rabia, oscura rabia.

–¿Está diciendo que estamos en la Academia de los Héroes para no convertirnos en heroínas? –interrogó Mantis–. ¿Entonces para qué estamos aquí?

–Como mujeres, desarrollaréis aptitudes adecuadas para vuestro tipo y así ayudar a vuestros compañeros –contestó Panocha, muy seguro de lo que decía de todas las veces que lo había repetido.

Furia rezumó odio, pero siguió sin abrir la boca.

–Sí, para salvarlos cuando todo haya fallado –asintió Mantis con malicia, porque ya sabía ella que Panocha no se refería a eso.

–¡No! ¡Para que los acompañéis y reconfortéis!

–Reconfortarlos al salvarlos.

–¡No! ¡Curándoles las heridas y valorándolos!

–¿Valorándolos en plan ponerles nota a sus actuaciones?

–¡No, joder! ¡Mantis, estúpida, ¿pretendes quedarte conmigo?!

–No, pero parece que usted se está quedando con nosotras, porque me da que está queriendo decir que tenemos que convertirnos en sirvientas de los tíos –dijo inocentemente.

–¡Sí! Aunque a ti nadie te querrá de compañera, ¡porque eres insoportable!

–Oh, vaya, ¿me está diciendo que no voy a ser sirvienta de nadie? Quééé peeeena.

–¡Porque no sirves para nada!

–No, no sirvo para servir –respondió calmada y orgullosa.

–Lo vas a pasar muy mal aquí, Mantis, me voy a encargar de ello.

–Ah, ¿que no lo estaba haciendo ya? Porque resulta insoportable desde el primer día –dijo con un tono que sonaba a que quería halagarlo, pero evidentemente no.

–Te vas a arrepentir –aseguró Panocha.

Mantis decidió responder con una sonrisa de suficiencia, que puso (más aún) de los nervios al profesor.

–Y tú, Diana, más te vale que te pienses con quién te juntas. Antes de que sea demasiado tarde –advirtió magnánimo.

Furia había tenido la mirada fija en una pared y movió los ojos, de forma mecánica, lo justo para mirarlo. Sería por efecto de la iluminación, pero parecía que de repente tenía ojeras oscuras.

–¿No vas a... decir nada? –le preguntó incómodo.

Furia no dijo nada y Mantis supo que, de emitir algún ruido, sería un gruñido de animal salvaje, de una depredadora muy harta y con ganas de sangre.

–Pues... eso, pensadlo para próxima vez –indicó alejándose.

–¿La próxima vez tenemos que dejar que los torturen horriblemente? –le preguntó Mantis, incansable.

–¡Sí! –contestó sin detenerse.

–Menudo gilipollas –siseó Mantis son molestarse en bajar la voz–. Un poco más y se caga cuando habla. Bueno, sí que la caga cuando habla –se volvió hacia Furia–. ¡Eh, espera! ¿Dónde vas?

Furia siguió adelante como si no la hubiera escuchado.

–¡Que te esperes! ¡No te vayas a rumiar por tu cuenta! ¡No hemos hecho nada mal!

Furia se detuvo en seco y se volvió a medias. Su mirada quemaba y golpeaba con rabia.

–Pues es lo que parece –contestó gutural.

–¡Porque el gilipollas de Panocha lo dice! Ya lo has oído, el problema es que somos mujeres.

–Me da igual, déjame –ordenó apretando los puños y siguió adelante.

Mantis suspiró y se quedó en el sitio. No tenía experiencia con las amistades a medio y largo plazo, así que no sabía cómo tenía que reaccionar. ¿La alcanzaba y la agarraba? ¿Esperaba a que se calmara por su cuenta? ¿La llevaba a rastras de vuelta al Comedor para demostrar que no les afectaba? El problema era que a Furia le había afectado, y mucho. Y eso le daba rabia a Mantis, porque quería sacudir a Furia para sacarle todas las malas energía que el cabronazo de Panocha le había metido.

Percibió que se le acercaban por la espalda y, al girarse, vio que Veda se acercaba con cara de preocupación.

–Le ha afectado mucho, ¿no? –dijo la amiga de la infancia de Furia.

Mantis resopló. No era que aquello la superara, a ella no, pero veía que sí a las mujeres que la rodeaban, y no sabía cómo arreglar eso. ¿Pillar a Panocha en un rincón y darle una paliza de muerte? ¿O mejor a la vista de todo el mundo? Si iba a acabar teniendo que irse al Instituto del Mal, al menos que fuera algo memorable.

–¿Qué hacemos? –le preguntó a Veda–. ¿Qué podemos hacer para que no le afecte tanto?

Veda se encogió de hombros.

–Lo ideal sería que Panocha no le dijera nada...

–No, lo ideal sería que Panocha fuera una persona decente y no un gilipollas integral, que le dijese a Furia que lo ha hecho bien. Pero eso no va a pasar nunca, y no quiero saber qué tendría que ocurrir para que pasara.

Veda bajó la mirada.

–Sí, supongo que tienes razón.

–Furia tendría que dejar de darle importancia a lo que Panocha y su caterva piensa, y centrarse en nosotras, en ella misma... como le he dicho esta mañana.

–Sí...

–Pero, de entrada, estaría bien que se desfogara peleando contra Roca. Pero bien, sin interrupciones.

–Pues no parece que vaya a aceptarlo...

Mantis arrugó la nariz y decidió que si Furia no quería actuar de forma sensata, iba a tener que organizar algo. Se llevó a Veda a un sitio más recogido, para no estar en el pasillo por el que podía pasar cualquiera.

–¿Estás de acuerdo con que Furia se pelee con Roca?

–Pero Furia no quiere...

–No hablo de eso. Te pregunto si te parece una buena idea que lo haga, que le sentaría bien.

–Eh... Diría que sí, pero...

–Vale –dijo Mantis sacando el móvil.

–Pero es que todos los problemas que pueden surgir de eso...

–Los solucionaremos. ¿A qué estás dispuesta para que Furia tenga esa pelea?

–Eh... ¿A qué te refieres? –preguntó temerosa.

–Sería bueno para tu amiga, ¿no?

–Supongo...

–¿Entonces de qué eres capaz para empujar a Furia a hacerlo?

---

–Dame tu número y ahora te llamo –fue lo primero que le soltó Mantis.

–¿De qué vas? –le espetó Roca.

–Que me pases tu número para que así dejemos de usar a Full como intermediario.

–Vale –accedió. Mantis era una heroína muy rara, al menos comparada con el resto.

Roca le dio su número y después le devolvió el móvil a Full. Acto seguido, sonó el suyo.

–¿Qué quieres? –fue lo primero que le soltó Roca.

–Hablemos de las condiciones de un secuestro.

Roca frunció el ceño, la larguirucha heroína seguía sorprendiéndola.

–¿Lo dices por tu amigo? –preguntó, intentando encontrarle sentido a la conversación–. Porque lo he tratado bien para lo que he dicho que haría.

–No, me refiero a un secuestro en el futuro.

Roca parpadeó.

–¿Como un protocolo?

–Si eso es lo que quieres... Lo que yo quiero es asegurarme de que, si secuestras a una de nosotras por azuzar a Furia, dicha persona esté bien tratada.

–¡Ah! –exclamó Roca al comprender al fin–. ¿En serio me estás ofreciendo eso?

–Mira, nos parece estupendo que te pelees con Furia. En plan fuerte pero sin mataros, que le supongas un reto y suelte tensión. Pero insiste en que no quiere. O sea, estamos seguras de que quiere, pero que dice que no porque los machitos al cargo le tienen el cerebro jodido.

–¿Como que le han metido una voz asquerosa en el cerebro que le dice que muchas cosas están mal porque es chica?

–Eso parece.

–Es una plaga por allí, ¿no?

–Sí –suspiró Mantis–. En fin, el caso es que, por mucho que se niegue, yo creo que si una amiga suya estuviera en peligro, iría sin dudarlo y se pegaría contigo. Como antes. Pero, claro, quiero que ese "en peligro" sea teatro y la persona secuestrada esté bien.

–¿Quieres asegurarte de que no te voy a torturar? –preguntó socarrona.

–Es que no voy a ser yo, porque no me fío de que Furia no vaya a decir que ya me las apañaré sola. Tiene que ser alguien que le llegue más.

–¿Hart?

–Veda.

–Ah –dijo Roca, intentando enfocar su carita tímida en el cuerpo encogido, como una Nameless, pero más anodina todavía–. Mi Subcapitana se encargará de que no le pase nada, es lo suyo.

–Lo digo en serio.

–Y yo. Ya la habéis visto antes, ¿no? Por las cámaras que no hemos espachurrado porque eran las vuestras.

–¿Realmente era la que iba toda de negro?

–Sí.

–¿Y la armadura?

–Jah –se rio Roca–. La de la armadura era a quien protegía. Que ya habréis visto que tampoco necesitaba mucha protección.

–Sí, ahora lo veo... –dijo Mantis, que estaría mirando las grabaciones.

–Mi Subcapitana se escabulle como una rata porque no le gustan las peleas, pero como tenga que defender, entra a repartir hostias a dos manos.

–Sí, ya lo veo, justo antes de que llegara Furia. Bien, pero no me refiero a ponerle una escolta a Veda, sino a que os comprometáis a...

–Que sí, que no le haremos daño y, además, mi Subcapitana estará allí para lo que sea. Y a Regi parece que le cae bien, así que nadie le hará daño. La soltaremos con cacharros para que se entretenga mientras Furia viene.

–Jah, según las cosas que nos están enseñando aquí, eso sería tan o más horrible que torturarla –comentó Mantis sarcástica–. Me gusta.

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Mantis es chaotic good, te la lía para ayudarte (?)

Joder, al empezar a revisar sabía que venía la bronca, pero no me acordaba de la intensidad.
Jodido Panocha, jodido Patriarcado... ò__ó

Bueno, pues 5 partes más y terminamos la temporada.
¿Se la liarán a Furia? ¿Reventará Furia antes?
Chan chaaaaaaann!

Y ya sabéis que, aunque esto se acabe (y quién sabe cuándo retomaré la 3ª temporada), en Patreón tenéis un montón de relatos, lore, esquemas, fichas de personaje...
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Además, estamos cerquita de la siguiente meta ^^
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