30. Preparativos I (199)
Furia se había ido derechita a salvar a Hart, lo que significaba que se había ido derechita a por Roca. Y a Mantis le parecía estupendo, pero ella se iba a tomar la excursión con calma.
–Hola, ¿qué hay? –les dijo a unas villanas que la miraban recelosas–. ¿Qué me recomendáis ver cómo turista?
Su desenfadada pregunta descolocó aún más a la gente que la rodeaba.
–Vaya, así que se nos ha colado una heroína –dijeron a su espalda.
–¿Y qué vas a hacer? –replicó volviéndose con tranquilidad.
Full torció una sonrisa pícara.
–Has dicho que quieres hacer turismo, ¿no? Ven, te enseñaré el Comedor.
Mantis lo siguió con naturalidad y desparpajo, como si no estuviera en territorio enemigo.
–Vaya, realmente me has traído al Comedor –comentó ella al entrar en la gran estancia.
–¿Qué te esperabas?
–No sé, nos cuentan tantas cosas terribles de este lugar... –contestó con sorna.
–Ah, ¿y te las crees? –replicó burlón.
Mantis torció la sonrisa ácida e hizo amago de irse a reír, concediéndole el tanto.
–Igualmente, no me fío de los chicos, menos todavía cuando están en su territorio.
En esta ocasión fue Full el que le concedió el tanto.
Una vez aclarado el asunto de la confianza, Mantis paseó la mirada por las mesas, que tenían formas muy raras y ni una de ellas era cuadrada o rectangular. Por lo que se paseó con las piernas y se subió a un banco para verlo con otra perspectiva.
–¡Es un mapamundi! –exclamó divertida.
Su guía villano respondió con una carcajada.
–¿Te gusta?
–¡Es absurdo! Toda esa mesa continental es un desperdicio de espacio –criticó–. Me encanta.
–Eso me suponía –se vanaglorió él.
–¿Y tenéis algún tipo de jerarquía? –se interesó mientras oteaba desde lo alto.
–Algo hay, pero un tanto anárquica.
–¿Cómo es eso? –quiso saber bajándose de un salto.
–Pillamos sitio donde podemos, a no ser que tengas poder como para defenderlo y que nadie más se siente en él. O que te sientes cerca de alguien con poder que nadie se atreva a molestar.
–¿Y cuál es tu caso?
–Yo me siento aquí –dijo Full señalando el sudeste asiático–. Al lado de Nameless. Y ella a su vez se sienta al lado de Eisentblut.
–Ah, así que estás bajo el poder de Roca –consideró Mantis.
–En su área de influencia –matizó él.
–Claro, claro –concedió ella condescendiente, pero Full no se ofendió, o al menos no dio muestras de ello–. ¿Qué más vas a enseñarme?
–¿Cuánto tiempo tienes?
–No sé –reconoció encogiéndose de hombros–. ¿El que tarde Furia en rescatar a Hart?
–No parece que Eisentblut lo vaya a soltar fácilmente.
–Bueno, pues entonces partimos de que tengo cierto tiempo.
–Puedo enseñarte las clases, la galería de tiro, el salón de juego...
–Nameless dijo que tenéis una clase en la que os maquilláis –recordó Mantis–. Y que tú la ayudas.
–Sí, la de Apariencia. Ven, está cerca.
A Mantis también le habían picado la curiosidad los otros sitios que Full había mencionado, pero los olvidó al ver la clase con los tocadores y las paredes forradas de armarios, cajones y estanterías de material para cambiar la apariencia física.
–¿Y esto es una clase obligatoria? –comentó mientras curioseaba el maquillaje.
–La apariencia es fundamental. ¿Qué queremos hacer: transmitir nítidamente nuestro estilo y nuestros principios o jugar al despiste?
–¿Qué principios transmites tú? –preguntó, pasando a mirar el expositor de uñas postizas.
–Dímelo tú y comprobamos si he hecho mi trabajo.
–Eres elegante, pero también desenfadado y canallita... Y, como dice Furia, eres un guaperas y lo sabes.
Full se rio encantado.
–¿Ella dice que soy un guaperas?
–Oh, sí. Y que no es lo mismo que ser guapo. Pero ya hablaremos de eso en otro momento.
–¿Algo más respecto a lo que transmite mi apariencia?
–Que aquí no destacas mucho, en plan que no eres raro, pero que en la Academia sería impensable que fueras así de ajustadito y arregladito. Tal vez si tu padre fuera muy, muy rico e influyente... pero no creo que eso te validara llevar las uñas pintadas de granate.
–Y si para colmo digo que no tengo padre y sí dos madres...
La pareja se rio de la horrible vida que tendría Full de estar en la Academia.
Mantis siguió curioseando y probándose cosas. De hecho, el comunicado de Satán expulsando a la incursión heroica la pilló probándose boas de plumas.
–Agh –resopló fastidiada–. Pues nada, se acabó la fiesta. Tendré que buscar a los secuestrados –gruñó saliendo de la clase de Apariencia, llevándose la boa de plumas rosa. Curiosamente, por llevarla ondeando a la espalda como una capa la miraban menos raro. Aquello le gustaba.
Full la acompañó silenciosamente mientras Mantis iba a por Aderyn, al que fue fácil encontrar porque Veda ya lo tenía localizado. Aunque no quisiera mirarlo. Mantis no tuvo tantos remilgos para irrumpir en la habitación, aunque sí la teatral decencia de taparse los ojos.
–Venga, vístete y tápate los mordiscos, que nos vamos –le ordenó.
–No estoy desnudo. Ni me ha mordido.
Efectivamente, tan sólo estaba descamisado y despeinado, y no se le veían marcas de mordisco en la piel expuesta.
–Oh, pues otra vez será. Mañana mismo en Neutralia. ¿Vale, Tess? –le sugirió a la vampira, que se sorprendió por la naturalidad con la que le hablaba.
–Pero no hay prisa, ¿no? –planteó Aderyn mientras se abotonaba.
Mantis se asomó al pasillo y vio que los miembros de la incursión se acercaban con cara de mala leche, incluida Furia.
–Si quieres conservar tu honor, sí, la hay. Y mejor si haces teatro.
–El teatro es lo mío –celebró él–. Nos vemos mañana en Neutralia, ¿vale? –le propuso a Tess.
–Te tomo la palabra –advirtió ella.
–Chachi. Y ahora... ¡Atrás, pérfida vampira! –ordenó teatralmente, retrocediendo hacia la puerta sin darle la espalda a Tess–. ¡No me vencerás con tus artimañas! –aseguró señalándola acusador.
Mantis contuvo la carcajada muy mal, mientras que Tess enarcó las cejas, aceptó el juego torciendo una sonrisilla y a su alrededor se desplegó una neblina rojo sangre que hacía honor a su apellido.
–¿Es sangre de verdad? –curioseó Mantis sin temor.
–Sí, y puede ser también tuya –aseguró la vampira con peligrosa suavidad, y Mantis notó un picorcito en la nariz.
–Ya hablaremos –contestó la heroína retrocediendo, aunque no como si huyera.
–Mantis –le habló Veda por el pinganillo–, he localizado a Tigre. Lo tiene Darkheart y no parece que vaya a soltarlo.
–Vale, guíame –indicó echándose la boa de plumas rosa por encima del hombro, pasando del rumbo de los miembros de la incursión y del teatrillo de Aderyn y Tess.
En la siguiente habitación también entró con desparpajo y tapándose los ojos. A diferencia de Aderyn, Tigre se sobresaltó como si fuera a darle un ataque al corazón.
–Vístete y tápate los mordisco, que nos marchamos –repitió.
–¡¿Qué dices, Mantis?! –exclamó, no queriendo admitirlo.
–No le he quitado ni ropa ni sangre –le contestó Darkheart–. ¿Quieres tú? –añadió con tono tentador y peligroso, muy parecido a como lo había dicho su prima respecto a sacarle sangre por la nariz.
Mantis se quitó la mano de los ojos con una sonrisa de suficiencia, y entonces vio que Darkheart no estaba como los días anteriores, ya no tenía tetas, no al menos las blandas, porque los pectorales los tenía algo marcados, como podía apreciar gracias a su camisa muy abierta. Mantis enarcó las cejas con interés.
–La primera parte podemos hablarla –contestó, lo que sorprendió agradablemente a Darkheart.
Y escandalizó a Tigre.
–¡Mantis!
–¿Qué? No te hagas el ofendido para eludir que tú estabas aquí primero.
–¡Yo no estaba haciendo nada!
–Ya hablaremos, señor "tened cuidado con Darkheart" –le replicó ella–. Y ahora tira para fuera y finge que eres un héroe.
Aquello no mejoró la ofensa de Tigre, lo que le vino bien para colar por machito cabreado. Mantis se desentendió de los chicos, que marchaban intentando aparentar que no los habían echado como a críos que se colaran en casa del vecino, y fue a interesarse por Furia.
–¿Qué tal ha ido la pelea con Roca?
Pero Furia tampoco estaba de humor; podía ser porque la pelea había ido mal, o porque Martillo estaba descargando su frustración en ella.
–Todo ha sido culpa tuya, Diana, si no hubieras venido...
–La de la armadura te hubiera cortado la cabeza.
–¡Ni de coña! ¡Te crees muy guay porque tu padre es famoso! –le gritó escupiendo saliva.
Entre que le dio un ascazo tremendo a Mantis y que Furia enrojeció como si fuera a explotar, Mantis le echó la boa al cuello a Martillo y acto seguido la enganchó del pomo de una puerta antes de que él se diera cuenta, por lo que se estranguló y se cayó de espaldas. Mantis siguió adelante tirando de Furia, para salir del Instituto del Mal con la cabeza bien alta.
---
Según salieron los héroes, Nameless se retiró las gafas y la mascarilla.
–Bueno, no ha ido tan mal –consideró, ligeramente orgullosa de su propia actuación, pero Roca estaba enfurruñada.
Virgi se subió la visera del yelmo, sus ojos dorados relucían felices.
–Ha sido divertido –asintió, empuñando el espadón como si fuera un juguete.
–Para ti –le gruñó Roca–. ¡¿Por qué ha tenido que echarla?! –abroncó a Satán.
–¡Porque no me da la gana que estén en mi Instituto!
–¡Pues los atrapas y torturas! ¡Ellos se han metido aquí!
–¡¿Sí, incluso Lionheart?!
–¡De Furia me encargo yo!
Nameless miraba la discusión procurando que no se le notara que ella también opinaba que el Director había cometido una estupidez al echar así, sin más, a los héroes, ya que podían haberle sacado mucho jugo a la situación. Pero su cara de póquer no debió de ser muy buena, porque Satán se giró hacia ella para fulminarla con la mirada.
–¿Y tú qué miras? Venía a por tu amiga –dijo como si le exigiera que le diera las gracias.
Nameless miró de reojo a Virgi, pensando en cómo decirle a Satán lo que pensaba sin caldear más la situación. No le apetecía estropear más su relación con el Director, pero ya se encargó Roca.
–¿Pero qué dice? Si estaba controlado. Virgi casi le corta la cabeza al gilipollas y Nameless se ha puesto a repartir a dos manos. Mi rata cobarde se ha metido en una pelea. Y yo estaba en una pelea.
–¿No estabas nada preocupada de que viniera a por la loca? –le insistió Satán a Nameless, ignorando a Roca.
–Pues claro que sí, ¿no me ha visto peleando? Pero lo teníamos controlado, sí –contestó Nameless y, al ver que él no estaba nada convencido, añadió-. Usted dijo que le daba lo mismo lo que pasara con Virginia, así que pasé a organizarme yo.
A Satán no lo tranquilizó saber que habían seguido adelante pasando por encima de él.
–No le da lo mismo –negó Virginia–. Pero no le apetece colaborar contigo.
–Ya me lo suponía –contestó Nameless encogiéndose de hombros, y no añadió que era recíproco, por si algún día no le quedaba otra que pedirle ayuda, para que él no le echara en cara sus palabras.
–Subcapitana, ven, que tenemos que volver a enganchar a Furia –ordenó sin dejar lugar a negativas, incluidas las de Satán.
Nameless echó un vistazo al Director, que no anduvo rápido de palabra, por lo que ella se fue detrás de su Capitana.
–¿Vas a ir detrás de Furia y todos esos tipos? –cuestionó con intención de hacerla recapacitar.
–¿Tan mala idea te parece? –gruñó Roca, pero realmente esperando su opinión.
–Ellos se te van a interponer. Ya has visto al tipejo más alto, ha empezado a pegarle gritos y la desconcentraba, y si no se ha metido él ha sido porque Virgi lo tenía controlado. Pero ahora está suelto junto a todos los demás...
Roca resopló y se detuvo con fastidio.
–¿Entonces qué?
Nameless se encogió de hombros.
–Sigue quedando Neutralia –recordó, pero Roca no estaba muy convencida–. Creo que a Furia hay que acercársele en un entorno controlado, donde los héroes no puedan verla con nosotras. Tenemos que pillarla a solas o con su grupito de confianza.
–¿Puedes asegurarte de eso?
–Podemos intentar organizarlo. Ya hemos tendido puentes con su grupo. Y a mí me ha parecido que Furia se estaba divirtiendo peleando contra ti.
–Lo estaba disfrutando –corroboró Virgi.
–Pues para disfrutarlo, estaba muy atenta a lo que le decía el gilipollas ese.
Nameless volvió a encogerse de hombros.
–Nos han educado para que nos afecte lo que opinan los tíos de nosotras.
Roca refunfuñó, nada conforme con la respuesta.
–Es la verdad –aseguró Virgi.
–Ya, pero me cabrea muchísimo que os hayan educado así, porque hacéis unas gilipolleces enormes por eso.
Nameless compuso una expresión de resignación.
–¿Y tú qué? –añadió Roca para Virginia–. ¿Éste es tu cuerpo de verdad? Porque supongo que llenas toda la armadura, y en ese caso no estás nada mal –apreció con ojo crítico.
Virginia se bajó inmediatamente la visera del casco, ocultando su cara de susto, y se alejó corriendo con pesado tintineo metálico. Roca resopló gesticulando, harta de ver los frutos de la educación que les habían dado a heroínas y civiles.
_________________________________
_________________________________
Y con este tufo a frustración de un montón de peña empezamos el último capítulo de la segunda temporada. (Menos mal que Mantis y Nam están ahí para tender puentes)
Que esto se empieza a acabaaaaaarrr >.<
Cuando esto se termine (que todavía hay para un par de meses al ritmo que vamos), ahí seguirá Patreon, donde, si no me mecenáis todavía, os esperan un montón de relatos~
Ah, y las respuestas a las Preguntas con Carácter - Edición Especial Cuarentena, que las puede leer cualquiera, sin necesidad de mecenarme. Venid a averiguar qué haría cada personaje de tener que confinarse en su casa.
[www.patreon.com/Cirkadia]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top