29. Master class X (198)


Nova se había acercado con ganas de canear héroes, pero entre que uno se había escapado y el resto los habían acaparado las primas del clan Darkheart, no pudo probar a acuchillar ninguno y averiguar si eran igual de penosos que los había trinchado antes de llegar al Instituto del Mal. Svier, más audaz, le arreó con el palo a uno, pero no tuvo ninguna gracia, porque él estaba tan aturdido por un golpe de Roca que el de Svier no pareció notarlo.

Tess Bloodmist pilló a uno de los héroes, el más payaso y teatral, y se lo llevó a rastras, pero era bastante evidente que él se estaba dejando. Los "una vampira sexy me está secuestrando" no sonaban nada preocupados.

–Encargaos de éste, ¿vale? –les dijo Darkheart, en su modo Zack con la camisa muy abierta, empujando hacia ellas a otro de los héroes, porque suficiente trabajo tenía ya controlando al tipo grandote y con la piel oscura surcada por anchas líneas de piel más clara, como un tigre en negativo–. Tú no te revuelvas, Tigre, no me obligues a morderte.

–¿Dónde se lleva a Aderyn? –exigió saber Tigre.

–No te preocupes por él, Tess lo va a tratar bien –le susurró Darkheart–. Va en serio.

Tigre puso cara de "¡Venga ya!" y luego de "Nos vamos a la mierda".

Nova, decepcionada porque no hubiera una batalla a muerte contra los héroes, miró al que le habían endosado para que vigilara. Vale, era guapo y, por algún motivo, no iba vestido con el uniforme gris oscuro del resto, sino uno negro y azul más elegante. Asumió que sería el jefe y, por tanto, el más capullo, y que no iba a dejar que se la liara.

–Hola –saludó él–. ¿Seremos tratados como prisioneros de guerra?

–Siempre que no la lieis, se os dará un trato digno –contestó Darkheart.

Nova entornó los ojos, molesta. ¿Cómo que trato digno si habían irrumpido en el Instituto reventando puertas para buscar a Virginia y llevársela de vuelta al Infierno del que se había escapado? Tenían que rajarlos allí mismo. Aunque podía ser que a la Conserje no le gustara que manchara de sangre el pasillo.

–No, ya les he avisado de que en media hora empezaré a torturar a éste –contestó Roca, saliendo del gimnasio cargando con un héroe tieso como un gnomo de jardín–. Vamos.

–Eh, no –se revolvió el que tenían que custodiar Nova y Svier, así que la primera le puso el cuchillo en la garganta, mientras la segunda amenazó con usar el palo en las partes blandas–. Por favor, dejad a Hart, es novato. Yo soy quien tiene más rango aquí, yo asumiré... lo que haya que asumir.

–¿Te estás ofreciendo voluntario para ser torturado? –preguntó Roca con una sonrisa sádica.

–Pido que no te ensañes con él. Hart ni siquiera quería venir, Panocha lo ha obligado.

Roca puso cara de pensárselo.

–¿Qué relación tienes tú con Furia? –inquirió finalmente.

–Eh... Ésa era Lionheart, ¿no?

–Se ve que no mucha –desdeñó Roca–. Me quedo con el pequeñajo –añadió y echó a andar, llevándolo como si no pesara más que un almohadón.

Nova apartó el cuchillo del cuello del héroe para no rajárselo al empujarlo para que avanzaran. Svier lo guio con el palo cual pastorcilla.

–Tigre, ¿por qué se interesa por Lionheart? –le preguntó el héroe trajeado al rayado.

–¿Tú que crees? Es con la que se peleó en las recreativas –contestó el otro con tono de estar muy cansado.

–¿Ésa es Eisentblut? –inquirió atando cabos.

–Sí.

–¿Y quiere...? ¡Eh, ¿vas a vengarte de Lionheart usando a Hart?! –le preguntó a Roca levantando la voz, por lo que Nova le pegó un empujón.

–¿Qué dices? –le replicó Roca–. Voy a hacer que Furia venga para poder seguir con nuestra pelea. Si llega a tiempo, no torturaré a su amigo. Aunque sería interesante averiguar qué considera tortura un tipo al que le lanzas una haltera a la cabeza y ni se inmuta.

El trajeado parpadeó aturdido por la respuesta y se calló al fin.

Los llevaron al salón subterráneo de las columnas y colocaron a cada héroe contra una de las columnas. Ojalá tener unas cadenas a mano para amarrarlos bien.

–El que falta está en las mazmorras –informó Ludo mirando uno de sus cacharros.

–¿Mi Subcapitana está ahí? –quiso saber Roca.

–Sí, escondiéndose, diría yo.

Roca suspiró y fue a comprobar cómo estaba su cautivo, ahora vigilado por Karla y Jeff, y después se fue hacia las mazmorras. De repente, las puertas reventaron hacia ellas y un tipo grandote fue expulsado por un chorro de ¿oscuridad? Roca fue dispuesta a patearlo, pero el héroe rodó bien, se puso en pie al momento y, en cuento estuvo vertical, echó a correr de vuelta a las mazmorras como si tuviera cohetes. Hasta que las puertas de las mazmorras se le cerraron prácticamente en las narices, no tuvo tiempo ni capacidad para frenar y se dio de bruces. Hubo una carcajada general. Nova se dio cuenta de que hasta su cautivo trajeado se sonreía.

–¡Da la cara! –le exigió el héroe libre con un bramido a la puerta.

Y se llevó un codazo en el costado. Para cuando se giró, Nameless, con el traje completamente cerrado, ya no estaba allí, sino un par de metros más allá. Nova parpadeó, preguntándose en qué momento había aparecido Nameless en el salón. ¿Con el chorro de oscuridad también? El héroe cargó contra ella y Nameless esquivó por muy poco el tren de mercancías desbocado. Dio la impresión de que pretendía golpearlo, pero no lo consiguió.

–¿Quieres esto, rata asquerosa? –le increpó él levantando una mano, en su muñeca había atado una especie de reloj grande con una correa ancha.

Nameless le hizo un gesto con las manos para que esperara un momento y se alejó corriendo, directa a por Nova, que alucinó tanto como el héroe.

–Ey, ¿me prestas un cuchillo? –le preguntó Nameless–. A poder ser, con sierra.

–¿Vas a rajarlo? –se emocionó Nova, desenfundando uno de sus cuchillos, sin pararse a pensar que aquél no fuera el estilo de ella.

–No a él. Gracias –dijo antes de empuñar el cuchillo y regresar con el héroe, que no parecía tener capacidad de pensamiento muy rápido y no se había decidido entre volver a las mazmorras o cargar contra ellas.

Tampoco en el bando villano se había movido nadie. Roca estaba muy atenta a lo que pasaba, pero, por el momento, parecía que se lo iba a dejar a su Subcapitana. Era difícil saber cómo se lo estaba tomando Nameless, porque la máscara y las gafas ocultaban su rostro, pero había algo en ella, en su forma de moverse, de no encoger los hombros, que hacía pensar que estaba cómoda con la situación.

–¡Vamos! –le gritó el héroe, pretendiendo demostrarle que no temía a su cuchillo.

Pero Nameless se le acercaba caminando sin aparente prisa, de modo que él se impacientó y se lanzó a por ella. Nameless lo esquivó, pero no logró engancharlo. El héroe frenó casi derrapando y volvió a embestirla. Y Nameless lo esquivó de nuevo, aunque esta vez más justa. En la tercera pasada ella consiguió meter el cuchillo entre el antebrazo y la correa del extraño reloj, y fue el propio héroe quien la rasgó con su empuje. Lástima que Nameless no hubiera hincado en carne. Es más, el que no lo hubiera hecho le parecía de una habilidad sorprendente, e inútil, dado el caso.

Cuando se dio cuenta de que había perdido el aparato, el héroe se encolerizó. Por suerte, Nameless ya estaba a cuatro metros.

–¡Voy a reventarte! –prometió enfilando hacia ella y puso en marcha los motores a reacción que tenía por piernas.

Nameless extendió hacia él el brazo que sostenía el aparato, como si se lo ofreciera con recochineo, para cerrar el puño, del que salieron chispas, y humo del cacharro. Cayó destrozado al suelo, justo en las narices del héroe.

–¡No! –chilló desesperado, para a continuación rugir de rabia–. ¡Voy a matarte!

Nameless le contestó levantando el puño que había cerrado, y levantar el dedo corazón. Hubo risas generales en el salón subterráneo, lo que enajenó aún más al héroe, que se lanzó de cabeza contra ella. Nameless aprovechó para arrancarle la cámara de la cabeza, derrapó contra una columna y le sacó el pinganillo que llevaba incrustado en oído. Una vez hubo destruido también aquellos aparatos, Nameless relajó su pose felina para volver a ser la Nameless que intentaba aparentar no ser gran cosa.

–¿Es Morilec? –le dio por preguntar al cautivo de Nova y Svier.

–¿Qué te hace pensar que sea Morilec? –le respondió la propia Morilec, que estaba allí como si siempre hubiera estado, como era habitual en ella.

–No sé... va como dicen que van los Morilecs.

–¿Tú crees que una Morilec pediría prestado un cuchillo?

–No, ya, supongo que lo robaría –contestó él.

Sica se lo quedó mirando fijamente, sin expresión alguna. Svier intentó reprimir una risita.

–Una Morilec siempre lleva sus cuchillos encima –le espetó Sica un tanto molesta.

–Sí, tiene sentido –aceptó él y Svier ya directamente soltó una carcajada.

–Me esperaba más de un Svoboda, hijo de mercaderes de la muerte –le soltó secamente Morilec para acabar con él.

El héroe quedó aturdido por el ataque verbal y quiso disculparse o pedir explicaciones, pero Sica ya no le prestaba atención.

–No lo perdáis de vista, pero tampoco a ése –señaló al que seguía queriendo espachurrar a Nameless y no lo conseguía.

Nova iba a contestarle que aquello se daba por descontado, cuando el mastondonte heroico se lanzó a por ellas de repente. Nova tuvo el tiempo justo para parapetarse tras la columna y tirar de Svier. Svier tuvo tiempo de sobra para arrearle con el palo en los morros, aunque eso no lo tumbó, sólo lo enrabietó más. Para colmo, descubrieron que había otro héroe más junto a aquella columna, el que Roca había atrapado y cargado como un gnomo de jardín.

–Hola. Es que iba a aplastar a Marek –justificó el héroe que, visto ahora en vertical, resultaba ser de la misma estatura de Nova y que era consciente de que a las villanas no les gustaría verlo libre.

–¡Svoboda, ¿qué se supone que estás haciendo?! –le espetó el torpedo heroico asomándose.

–Eso me gustaría saber a mí –contestó él mientras a su espalda el novato le partía las esposas como si estuvieran hechas de chicle–. Tú sabes lo que buscamos, sargento, y nos has dejado atrás.

–¿Qué quieres decir, soldado?

Cabo.

Nova aprovechó la discusión para tirar de Svier y llevársela a un par de columnas de distancia. El novato superfuerte las vio alejarse sin alertar a sus compañeros.

–¡Vas a ser degradado por eso! –aseguró el torpedo.

–Tú deberías ser el degradado. No puedes entrar por el peor sitio....

–¡Cállate!

–...y dejarnos tirados, pretendiendo que...

–¡Ni una palabra más!

Nova miró alrededor para ver cómo organizaban un ataque, pero vio a la gente bastante entretenida con la discusión entre héroes.

–¿Órdenes, sargento? –optó por preguntar Svoboda.

–¡Encontrar lo que hemos venido a buscar!

–¿El qué?

El sargento mastodonte resopló frustrado, cualquiera diría que no tenía ni idea.

–Está en la armería. Así que cubridme. ¿Dónde está Tigre?

–Lo tiene Darkheart. ¿Entonces buscamos un arma? ¿Con qué aspecto? –continuó preguntando calmado.

–Calla y sígueme.

–Vale, ¿aunque no deberíamos rescatar a Tigre? –sugirió.

Nova entrecerró los ojos. ¿Estaba Svoboda divirtiéndose demostrándole a su sargento lo penoso que era el plan? ¿Y si era su superior, por qué el sargento iba como los soldados y el cabo era el que llevaba el traje elegante?

–Si es un verdadero héroe, se liberará solo. Vosotros dos seguidme.

Svoboda asintió tranquilo. Pero el otro, el novato, tenía ojos en la cara y veía que estaban rodeados y que si no les habían atacado hasta el momento era porque estaban dando un espectáculo. En cambio, el sargento estaba ciego a lo que no le interesaba y echó a correr hacia las puertas que ya le habían rechazado en varios intentos. Y así fue una vez más, ahora en forma de armadura plateada plantada en medio. Nova se quedó boquiabierta al ver que la armadura se movía y levantaba un espadón. ¿Quién usaba armadura de placas, casco con la visera bajada y mandoble en aquellos días? Fuera quien fuese, tenía el tamaño de Roca.

–¡¿Quién hostias eres tú ahora?! –le gritó el héroe torpedo y cogió carrerilla para embestir a la armadura.

La armadura se apartó lo justo para que pasara de largo y lo golpeó en la espalda con el pomo de la espada. Pero los dos héroes que Roca había despachado antes reaparecieron (uno de ellos todavía sangrando por la nariz) para saltar sobre la armadura y derribarla. Le hubieran arrancado el casco si no hubiera sido porque Nameless regresó a la pelea, ya no como una gata elegante o una rata escurridiza, sino como algún bicho super cabreado que irradiaba oscuridad. Agarró a uno de los héroes pringaos, que era más grande que ella, y lo lanzó a un par de metros como una bolsa de basura, al otro lo pateó en el pecho. Le tendió la mano a la armadura para ayudarla a levantarse mientras disparaba con la pistola paralizante al sargento.

Viendo la repentina ferocidad con la que Nameless protegía a la armadura, Nova ató cabos de quién podía estar dentro de ella. Le dio un codazo a Svier para indicarle que fuera con ella a por los héroes que no eran más que secuaces, para que la armadura pudiera pelear a gusto contra el sargento mastodonte. Llegaron justo a tiempo a que la armadura agarrara por el traje a Svoboda, al que le dio un coscorrón en la frente con la visera del casco, aunque no tan fuerte como para justificar la cara de espanto y lo inútil que se quedó. Al novato lo acaparó Roca de nuevo.

–Eh, ¿a dónde vas tú? Que la media hora está a punto de pasar.

–Y están a punto de llegar –contestó el héroe–. Uy, ¿puede que me haya cargado la sorpresa?

Nova frunció el ceño preguntándose si el novato era tonto u honesto. Ella cogió el otro extremo del palo de Svier para ponerle la zancadilla al sargento torpedo, que retrocedía y se tropezó, cayendo de espaldas. Aunque estuvo dispuesto a incorporarse al instante, lástima que la armadura le pusiera una bota en el pecho para tumbarlo de nuevo y la punta de la espada en el cuello.

–¡Dale! ¡Pincha! –jaleó Svier.

–¡EH! –gritó entonces una potente voz, llamando la atención de todo el salón subterráneo–. ¡Martillo será un cabrón, pero el trato no permite matar!

Quien había intervenido era una heroína pelirroja vestida para la batalla con ropa de camuflaje.

–¡Ya era hora! –exclamó Roca yendo a su encuentro.

Fue como si retomaran la pelea de las recreativas justo en el punto en el que lo habían dejado, bailando en una coreografía de puños y patadas, esquivas y contragolpes. Roca era bastante más alta, pero eso sólo le servía para tener que agacharse si quería darle un puñetazo, mientras que los puños de la heroína estaban a la altura perfecta del abdomen.

–¡Dale, Furia, tú puedes! –animaba el héroe al que Roca había amenazado con torturar y Nova le clavó una mirada fiera, pero él se giró hacia ella con una mueca alegre–. Es mi amiga. La que Roca quería que viniera para seguir con la pelea. ¿A que pelea bien?

Una terrible sospecha apareció en la mente de Nova y esa sospecha era que aquel héroe era demasiado puro para ese mundo.

Por otro lado, cualquiera diría que Furia se lo estaba pasando bien peleando contra Roca. No era que sonriera, se limitaba a estar muy concentrada, pero transmitía un aura de que aquello era lo suyo. Lo mismo debió de pensar el sargento torpedo, porque le pegó un grito.

–¡Diana, no deberías estar aquí! –aseguró, y fue muy frustrante que la armadura lo hubiera liberado y ya no amenazada su cuello con el espadón.

–¡Es Lionheart para ti! –le replicó Furia, esquivando y golpeando a Roca, y bloqueando el contragolpe de ésta.

–¡Panocha te va a matar por esto!

–¡¿Qué ladrás si estáis perdidísimos?! –le contestó, y no esquivó el puñetazo–. ¡Agh!

–Céntrate –le indicó Roca, dándole un momento para recolocarse, sin aprovechar para ensañarse con ella.

Furia le clavó una mirada hostil antes de reanudar la batalla. Pero entonces chirrió la megafonía.

"A ver, héroes", empezó Satán desde las alturas, "fuera de mi Instituto ahora mismo si no queréis que yo mismo os meta en una mazmorra y os torture toda la jodida noche".

Los héroes y la heroína se contrariaron porque de repente los echaran, pero el alumnado villano se quejó en alto acusando a Satán de aguafiestas.

"He hablado con vuestro consejucho. La excusa de que es por María Inferno no se mantiene si pasáis de ella y os centráis en buscar no sé qué en mis mazmorras. ¡Así que a la puta calle si no queréis conocer las mazmorras a fondo!"

–¡Muéstrate! –le exigió el sargento torpedo al techo.

Satán se materializó justo detrás de él.

–¿Qué, gusano? –le siseó.

El sargento torpedo soltó un gritito del susto, se giró y retrocedió.

–Quien se queda... se queda –sentenció Satán con voz ominosa y escaparon llamas por los resquicios de las losas de piedra, como si el Infierno estuviera justo debajo.

Furia gruñó, se acercó para agarrar a su amigo, que estaba alucinando con lo del fuego, y se lo llevó sin hacer caso de las quejas de Roca.

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¡Satán, aguafiestas! ¡Caga fiestas!

Pobre Nova, alma de cántaro, que se cree que esto es juego limpio y los que van saben a lo que van, y no que van porque son gilís, o son pobres y tienen becas que asegurarse u__u
(Y luego están Marek y Ade, que son gilís majetes XD)

Y pobre Marek, la de collejas que se está comiendo XDDDDDDD
No pasa nah, no se nos va a traumatizar por eso.
(Aunque con lo de Morilec se ha coronado...)

Recordatorio semanal de que tengo Patreon~
Hemos superado la tercera meta, yey!
Eso nos pone mirando a la cuarta, que como recompensa tendré a Ransil_FTW haciendo audiolibros de mis movidas. Que si sois de la peña que me lee, puede que los audiolibros no os interesen, pero, ey, hay gente que se podría enganchar así, ¿que no?
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