29. Master class III (191)
–Que les traten tan bien en la prensa sólo son más motivos para pegarles fuerte y que salpique –opinó Svier.
Aquello no era el desprecio y desdén que se había temido, así que Nameless pudo seguir adelante.
–No es por motivos, que los hay de sobra; es que están tan protegidos que cualquier cosa que les hiciéramos, desde pegarles un grito hasta matarlos, será usado para decir que pobrecitos ellos y que qué malas las mujeres.
–Ah, que no instrumentalicen nuestra acción –asintió Herilane–. Sí, seguramente es lo que harán.
–Mis ataques los usaron para echar mierda a mujeres maltratadas, deportistas de artes marciales y gente con trastornos psicológicos en general, movidas racistas también –recordó Nova con rabia–. Como no sabían cómo era yo, se inventaban lo que fuera. Un gilipollas hasta dijo a ver si había que quitarnos los cuchillos de la cocina. Joder, con la de mujeres muertas que hay al día y esos cabrones... –al no encontrar palabras lo suficientemente elocuentes para lo que sentía, optó por clavar el cuchillo varios centímetros en la mesa.
Nameless asintió, esperando que comprendiera su forma de actuar.
–¿Entonces qué vais a hacer? –quiso saber Roca.
–Hay que hacer que dejen de apoyarles –contestó Nameless–. Cuando ya no los apoyen, no podrán... instrumentalizar nuestra acción. O al menos no tanto.
–¿Y cómo hacemos que les retiren el apoyo? –quiso saber Herilane.
–Haciendo que molesten al Sistema, y para eso habrá que centrarse en qué molesta al sistema.
–Que no se respete la propiedad privada –contestó Svier de inmediato–, que roben en unos grandes almacenes, por ejemplo.
El grupo dedicó unos segundos a procesar que al Sistema pudiera fastidiarle más un robo en unos grandes almacenes que una violación.
–Sí, a unos cuantos les han manchado la carrera por cleptomanía mucho más que por otras cosas peores –recordó Nameless.
–¿Y cómo vamos a hacer que roben? –cuestionó la jefa de las animadoras.
–No sé... Pero llegado a un punto, bastaría que con que pareciera o que se dijera –contestó encogiéndose de hombros–. Aunque sí, sería mejor que lo hicieran y los pillaran. Yo tenía pensadas... –se giró hacia Rávana– algunas cosas.
–Nameless quiere ponerles chips –informó el hacker.
–La idea inicial era hacerles un seguimiento, pero Rávana me dijo que en su ciudad se usan para interactuar con cacharros electrónicos... y se me ocurrió que interactuaran con cacharros electrónicos, pero a nuestro gusto –explicó emocionándose un poco, porque era una idea retorcida que le gustaba.
–Lo siento, no lo pillo –reconoció Nova.
–Hacer que se enciendan y se apaguen las luces –empezó Nameless–, parar o poner en marcha el microondas o la lavadora...
–Parar el ascensor cuando están dentro, o hacer que pasen todos de largo –añadió Rávana.
–Que el coche marque por debajo de la velocidad real y les pare la policía por exceso –siguió Nameless–. Que el alcoholímetro les marque de más.
–Programarles citas que desconozcan.
–Y así no se presentarán a ellas y la gente creerá que se les ha olvidado y dejarán de fiarse de su memoria.
–Ellos mismos no se fiarán de su memoria –apuntó Rávana.
–Que se les apaguen las luces, cambien la bombilla y nada, llamen a la compañía eléctrica y esté todo bien, al técnico de la lavadora pero está perfecta; que el coche no les abra, o que se lo hayan dejado abierto, que les paren por exceso de velocidad, vaya, justo cuando iban algo bebidos, o no, da igual, porque el alcoholímetro marca de más; los ascensores pasan de largo después de un día muy duro y tienen un arranque de rabia rodeado de otros señores que no entienden por qué se ponen así por un ascensor de nada... El Sistema duda de su cordura, ellos mismos dudan de su cordura o que están conspirando contra ellos, pero al no tener pruebas... –Nameless dejó la frase colgando con suavidad y una sonrisa que sería beatífica si no viniera con tan malas intenciones. Entonces se dio cuenta de que estaba proyectando Oscuridad y de la mueca que tenía.
–No, no, no. No te vengas abajo ahora –intervino Roca–. ¿No querías ir a Discursos? Pues esto es como un ejercicio –la agarró de los mofletes–. Y la Oscuridad te queda bien.
–Vale –aceptó, impactada porque su Capitana corriera a halagarla.
–Demasiado tiempo con civiles –añadió Roca despectiva para las demás.
–Ya, sí, al principio cuesta un poco quitarse los complejos –respondió Herilane comprensiva.
–¿Entonces quieres que los consideren "locos"? –inquirió Svier, no muy entusiasmada con el plan.
–Ya... Es una mierda recurrir a eso... y seguramente al machismo... pero para que el Sistema desahucie a alguien no se me ocurre otra cosa que usar sus propias reglas... –intentó justificar Nameless.
–Quieres hacerles luz de gas, aislarlos y socavar su credibilidad y confianza –dijo Skull muy seria–. Eso son tácticas de maltratador.
Nameless notó cómo se quedaba blanca al irle toda la sangre de la cara a formarle un nudo de angustia en el pecho.
–¿Y qué? –le espetó Roca a Skull.
–A mí me parece bien, karma –intervino Nova–. Que prueben su propia mierda.
Nameless estaba atascada preguntándose si su plan era horrible, no por pobre, sino por pasarse de cruel.
–Es una idea interesante –consideró Herilane, pero se le iba la mirada a la de maquillaje calaveresco.
–Si no os gusta... –empezó a retroceder Nameless, procurando contener las lágrimas.
–¡Pero si el plan es la hostia! –exclamó Roca dándole una fuerte palmada–. Si queréis cargaros a esos tíos, así os los cargaréis a todos los niveles, no sólo físicamente.
–Yo es que tengo dilemas morales... –confesó Svier–. Pero puedo convencerme de que es como lo de robar a un ladrón.
Nameless estaba en shock. Si la bruta de Svier tenía problemas con su plan, era porque se había pasado tres pueblos, ¿no?
–A mí me parece bien darles de su propia mierda –insistió Herilane–, pero... ¿funcionará? Estando tan protegidos...
–No es como si fuera un grupo de buenos amigos que se apoyaran entre sí y familias bien avenidas –contestó Nameless, aunque perdido toda la fe en su plan–. Es el típico grupo que funciona mientras les vaya bien y nadie cuestione su papel en él.
–¿Y eso cómo lo sabes? –cuestionó Karla.
–Porque he leído sus conversaciones y lo que se dicen a espaldas de los otros y, no es un grupo que se apoyará entre sí; sobre todo si... empezamos afectando a los "débiles" en la jerarquía y dejamos a los cabecillas para el final –sugirió pese a que aquello retorcía aún más el plan–. Los cabecillas son unos cabrones a los que les gusta ser idolatrados, no buenos líderes que se preocupen del resto. Si los débiles se hunden, no les echarán una mano, más bien soltarán amarras y los pisarán.
–Así que quieres crear desunión –dijo Herilane.
–Es el típico "Divide y vencerás", ¿no? –opinó muy conforme Roca, que seguía apoyándola desde la espalda.
–Lo típico de que el maltratador aísle a su víctima –gruñó Skull acusadora.
–Vale –aceptó Nameless nerviosa–. ¿Y qué? Usar la misma técnica no nos convierte en lo mismo, ¿no?
Skull le clavó una mirada de desprecio que decía "¿Cómo que no?".
–Ah, entonces, si pegarle un puñetazo a un bebé es horrible, por tu lógica, también es igual de horrible pegárselo a una persona adulta en defensa propia, ¿no? –le soltó Nameless sin pensárselo mucho.
–No es lo mismo, idiota.
–Ah, espera, algo mejor –anunció ella, que ya no podía con el borboteo de rabia–. ¿En las tácticas de maltratador se incluye la de acosar a alguien aprovechando la superioridad numérica, día tras día, amenazando?
–¿De qué hablas? –le espetó Skull, justo antes de caer en lo que le decía.
–¡Que desde el primer día tú y Karla me habéis estado arrinconando y amenazando!
–No te hemos tocado –alegó Skull.
–Ah, muy bien, ¿así que no es nada si no me llegáis a pegar? ¡Pues bien que te quejas de la tortura psicológica a esos cabrones!¡A unos violadores que han indultado! ¿Pero si me lo hacéis a mí no cuenta? –preguntó desquiciada, odiándose por tener ya los ojos encharcados.
–Eso es porque tú eres una rata asquerosa.
–Eh –quiso intervenir Herilane seria, pero Nameless ya tenía pillada la carrerilla.
–¡¿Y QUÉ?! –le rugió–. Soy una rata asquerosa, vale. Soy una rata cobarde, de acuerdo.
–Oye –quiso interrumpirle Roca con tono de ir a reprocharle el que se autodespreciara.
–Roca me consideraba una rata cobarde, una inútil. Vale, tiene sentido. ¡¿Pero qué sentido tiene atacar a una cobarde, Y LUEGO PONERSE "AY, NO, SI USAS TÉCNICAS DE MALTRATADOR ERES LO PEOR"?! ¡¿Y TÚ QUÉ, JODER?! ¿Y tú qué? –jadeó.
–No es lo mismo, tú eres lo peor –le replicó Skull sin inmutarse.
Nameless no pudo seguir, su enfado tenía un límite muy corto, y lo que tenía en ese momento era mayormente frustración y confusión. No entendía por qué ser una rata cobarde hacía que fuera lícito acosarla. Captó que Karla no quería seguir con el asunto, aunque tampoco retirarle el apoyo a Skull. También captó que todo el Comedor estaba pendiente de ella. Se le saltaron las lágrimas de pura ansiedad.
–No puedo –le dijo a a la mesa peninsular en general, antes de marcharse sin mirar a nadie.
Camino embalada hacia la puerta, inmersa en una vorágine de rabia, tristeza y ansiedad. Quería irse muy lejos y desaparecer.
–¡Eh! –la llamó Roca alcanzándola.
Nameless quiso responderle que la dejara en paz un rato, que se le terminaría pasando, pero entonces vio que su Capitana llevaba a rastras a una asfixiada Skull. Obviamente, justo detrás iban Herilane y Karla a la carrera.
–Vamos a acabar con esto de una vez –anunció Roca, abriendo la puerta del Comedor de una patada y lanzando a Skull al pasillo–. Esto tenía gracia cuando motivabais a mi Subcapitana a evolucionar, pero ahora mismo prefiero que haga planes retorcidos y maquiavélicos. Lo que haría normalmente sería cargarme a esta hipócrita, pero eso no le gustaría a Herilane y tienes que hacer el plan con ella –resopló contrariada–. Habrá que arreglar esto hablando.
–¿Sí, arreglar las cosas hablando? ¿Eres Roca? –intentó bromear Nameless, que no se encontraba precisamente estable emocionalmente.
–Hablar puede ser decirle todas las cosas horribles que le haré si sigue con esta actitud de mierda –le contestó grave su Capitana.
–Ah, vale.
–Eisentblut –llamó Herilane muy seria, intentando imponerse.
–Vamos a una clase o así –indicó Roca, también seria y guardándose la hostilidad un momento.
Irónicamente, terminaron en el aula de Discursos.
–Que sí, que proteges a tu rata –siseó Skull sin perder la chulería, aunque poniéndose a más de tres metros de Roca.
–Mi rata tiene razón, eres una hipócrita –le replicó Roca–. La acosáis durante semanas ¿y ahora resulta que te parece mal acosar a unos violadores? ¿Es que te parece más despreciable mi Subcapitana que unos violadores? –retó feroz–. ¿O estás de parte de ellos?
–¡¿Cómo te atreves a acusarme de eso?! –rugió Skull.
–¿Tienes otra explicación? –inquirió Nameless, que estaba tratando de lidiar con el sentimiento de confusión por ser acusada de mezquina por parte de quien la había perseguido y amenazado.
–Parad un momento –pidió Herilane interponiéndose–. Skull, ya sé que has tenido malas experiencias...
–¡Tú también! –le recordó la animadora de maquillaje calaveresco.
–Sí, y por eso sé el daño que hacen esas tácticas, pero no es lo mismo aplicárselas a una persona indefensa que usarlas contra quienes las usan.
–El fin justifica los medios, ¿eh?
–No estoy diciendo eso...
–Pues yo creo que, hasta cierto punto, sí –intervino Nameless–. ¿Qué? No pongáis esa cara. ¿Es que no calibráis vuestra respuesta según el peligro?
–Sí, visto así... –aceptó Herilane.
–Entonces decidme de una vez qué he hecho yo para ser peor que esos tíos –exigió con rabia, porque si iba a ser despreciada, al menos que fuera por motivos claros.
–Ser una rata cobarde y manipuladora.
Nameless iba a contestarle que ser una rata cobarde no la convertía en mala persona, pero al instante tuvo que maniobrar para defenderse de la acusación de manipuladora.
–Eh, Skull, Nameless no es tu padre –le señaló Herilane, aunque era bastante obvio.
–Son igual de ratas asquerosas –siseó la animadora con extra de maquillaje.
Nameless pasó a intentar asimilar el que la compararan con el padre de alguien.
–No, venga, son niveles muy distintos...
–¿Quién coño es tu padre? –le espetó Roca.
Skull le dedicó una mirada hastiada.
–Puede que lo conozcas como Jackal.
La cara de desdén de Roca varió a incredulidad, y después pasó a interés.
–¿Jackal? ¿El mercenario manipulador que trabaja para los héroes?
Skull asintió de mala gana.
–¿Y has heredado su poder? –se interesó morbosa.
–No –le gruñó la animadora.
–¿No porque no... o porque no te gusta?
–¡Que no!
Nameless estaba preguntándose ahora qué clase de poder podía tener un mercenario que trabajaba para los héroes para que lo compararan con ella.
–Lo que tú digas... ¿Pero comparas a Jackal con mi Subcapitana?
–Sí, ¿qué pasa?
–¿Con mi Subcapitana moñas que no quiere hacerle daño a nadie y va protegiendo a todo el mundo? –insistió Roca–. ¿Ahora resulta que Jackal va por ahí intercediendo por Morilec y K... Virgi?
–Siempre se busca amistades poderosas que le salven el culo. De hecho, es amigo de Kramer –informó de mal humor, echando un vistazo fulminante a Nameless y otro hacia la puerta, donde estaba plantada Virginia mirándolas fijamente con sus ojazos dorados.
–Yo no protejo a nadie por conveniencia –se defendió Nameless, acercándose a Virginia para intentar ayudarla con la crisis que estaría a punto de sufrir, pero la chica le pasó de largo para ir a por Skull.
–¿Qué? –le espetó la animadora super maquillada.
–Tu padre es mala persona –le dijo Virgi con serenidad pese al sufrimiento–. Y... mi padre... también –logró decir entre dientes–. Ella... –señaló a Nameless sin romper el contacto visual con Skull– no es así. Lo sabes. Sabes que no es así, que ella es buena.
–Me da igual lo que...
–Aunque pueda usar los mismos métodos, no es como ellos –siguió Virginia, haciendo esfuerzos evidentes por mantenerse centrada y calmada, pese a las voces y los malos recuerdos–. Tampoco son métodos de su gusto.
–Pues, para no gustarle, bien que ha disfrutado contando el plan –refunfuñó Skull.
–No es sádica, es irónica. No le gustaría hacérselo a ninguna otra persona, y tampoco lo disfrutará cuando se lo hagan a ellos. No es el sufrimiento lo que le gusta, sino el atacar a un sistema corrupto con sus propias armas corruptas.
Nameless inclinó la cabeza a un lado, considerando que aquello era cierto, que a ella lo que la motivaba de su plan era que tuviera algo de justicia poética.
–Que sí, que estáis todas de su parte –gruñó Skull pretendiendo marcharse, pero Virgi la enganchó y le dio un gran abrazo. La animadora intentó zafarse, pero al ver que era imposible salirse del cariñoso cepo, resopló resignándose.
Entonces a Nameless le cayó otro abrazo, en su caso por parte de Nova.
–Que a mí me encanta tu plan –le dijo su compañera de curso–. Soy muy fan de tus ideas.
–Gracias –musitó, impactada por aquella espontaneidad.
–Yo tengo algunos problemas con el plan porque me lo hicieron a mí y... me trae malos recuerdos –intervino Svier.
–Que no quiero molestar a nadie –insistió Nameless, aunque Nova la estrujara–. A nadie que no se lo merezca.
–Que no pasa nada, tonta –aseguró Svier, uniéndose al abrazo, por lo que Nameless quedó bien aprisionada.
–Y si les molesta, que se jodan –soltó Roca–. Tú tienes problemas matando y no por eso nadie va a cortarse con ello.
–Calla y ven aquí –ordenó Svier, extendiendo el palo para engancharla por la cadera y atraerla.
Roca se dejó arrastrar sorprendida y, ya que estaba, demostró que nadie abrazaba más fuerte que ella.
–No... res...piro –advirtió Nameless.
_______________________________
_______________________________
¿Arreglado? e__e
Me hace mucha gracia que Nam, la pobre civil secuestrada, sea aquí la mente criminal más retorcida X"""DD
En fin, he vuelto a casa después de este febrero por ahí en casas de amistades. Y que haya vuelto significa que publicaré cosas en Patreon. Ya sabéis, por si Wattpad os deja con hambre ;D
Además, ahora mismito tenéis activa una encuesta para decidir el ritmo de publicación de IEvsHA~
[www.patreon.com/Cirkadia]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top