29. Master class I (189)


Nameless se espabiló un poco al notar cómo Roca se levantaba de la cama. Percibió que ya entraba claridad por la ventana, así que supo que no podría acurrucarse y dormir un rato más. Gruñó cuando sintió que Roca regresaba, antes incluso de escuchar el chisporroteo.

–Ya sabes, ve corriendo al váter si quieres vaciar la vejiga –advirtió su Capitana.

–Ni un día tranquila –refunfuñó Nameless, arrastrándose por la cama.

–Eh, que ayer no te fulminé –le recordó magnánima.

–Porque ayer me llevasteis a matar gente –replicó fastidiada.

–Eso es. Si pasa algo que te ponga a prueba, no te doy caña con el entrenamiento.

Nameless resopló. Si no le pasaba una cosa, le pasaba otra. Todos los días igual.

–Deja de quejarte y levántate, Subcapitana –ordenó Roca y, para dejar claro que iba en serio, le pegó un chispazo con el aparato.

Nameless se sacudió un poco con la descarga, aunque descubrió que no le dolía. Más bien lo contrario.

–No te veo hoy con mucha urgencia de ir a mear –comentó Roca, yendo a pegarle otro chispazo.

Nameless lo esquivó poniéndose en pie en la cama.

–Ya voy, ya voy –aseguró.

Roca la miró suspicaz, pero la dejó salir al pasillo. Ya en el servicio, Nameless hizo pis y al limpiarse se encontró con una inundación de flujo. Cómo le fastidiaban los días anteriores a la regla. Resopló.

No le apetecía nada volver con Roca, porque sospechaba que lo iba a pasar mal de alguna manera. ¿Pero qué iba a hacer, huir?

–Pensaba que iba a tener que ir a por ti y traerte a rastras –le comunicó su Capitana con dureza.

Nameless no hizo contacto visual y se dejó aplicar la descarga. Sólo tenía que aguantar tres descargas, que era el número de ellas que solía aplicarle Roca. Pero, en mitad de la segunda comprobó que no, que aquello no lo soportaba, y se apartó.

–¡Eh! –se quejó Roca–. ¿Qué haces? Si ni siquiera te estabas apoyando en mí.

–Ya...

–Que no te duele. Así que vuelve aquí.

–No, no me duele –reconoció subiéndose a su cama para seguir esquivando a su Capitana.

–¿Si no te duele, qué...? –Roca se la quedó mirando–. No. No puede ser. No puede ser que te esté gustando.

Nameless estaba muerta de vergüenza.

–¡No puede ser que te guste y huyas! –la abroncó su Capitana–. Ven aquí ahora mismo, idiota.

El no haber interpretado bien las palabras de Roca descolocó a Nameless, que no esquivó bien.

–Reconoce de una vez que eres una masoca –le ordenó derribándola en la cama–. ¿O eres tan masoca que prefieres el dolor? –planteó volviendo a electrocutarla.

Nameless soportó la descarga con las piernas tan apretadas entre sí como los dientes.

–No hay quién te entienda –se burló Roca–. No, en serio, no hay quién te entienda –añadió, efectivamente, más seria–. Si no te duele, ¿por qué estás sufriendo?

Nameless intentó incorporarse en la cama en la que no había dormido, pero Roca la empujó.

–Voy a electrocutarte hasta que me lo digas o hasta que a este trasto se le termine la batería, y te advierto que es nueva.

–Normalmente son tres descargas –se quejó Nameless.

–Sí, porque normalmente te duele. Que intentes huir entonces es comprensible. Esto no. Así que dime qué es. ¿Te meas otra vez?

–¿Me estás tomando el pelo?

–¿Me lo estás tomando tú a mí? Si hasta hablas sin pararte.

–Esto es porque quieres que lo diga en alto, ¿no? –acusó Nameless.

–Pues claro que quiero que lo digas en alto. No soy telépata.

–Ah... Pensaba que ya te habías dado cuenta... –musitó, cayendo en que seguía malinterpretando a su Capitana.

Roca se la quedó mirando mientras la electrocutaba, frunció el ceño y finalmente resopló al comprender.

–No es que te guste, es que te pone cachonda –exclamó–. ¿Cómo querías que me diera cuenta? Pensaba que habíamos quedado en que te gusta follar y que eso está bien.

–Es por la regla –justificó sin mirarla a la cara.

–¿El que te pongas cachonda con las electrocuciones?

–El día antes de que baje tengo bastante más energía de lo normal y aguanto más. Golpes y así. Pero se ve que en el Instituto se extiende a todo...

–¿Me estás diciendo que hoy aguantas cualquier cosa? –preguntó Roca con una sonrisilla.

–Viniendo de ti, "cualquier cosa" no, eh. No quiero probar mi guante, gracias.

–Vale, pero no es sólo que lo aguantas, sino que te pone cachonda.

–Eso parece... –murmuró Nameless.

–¿Y cuál es el problema?

–Pues que yo quería entrenar, ir a desayunar... lo de todas las mañanas. No quiero estar así nada más empezar el día.

–Venga, te echo uno rápido y arreglado, ¿vale? No me irás a decir que preferías cuando te retorcías en el suelo llorando, ¿eh?

–No –refunfuñó–. Pero tampoco me gusta ponerme así... y depender de ti.

–Me encanta que dependas de mí –se deleitó Roca, dejando el aparatito calambrante sobre la mesilla de noche para pasar a meterle las manos por dentro del pijama.

---

A los cinco minutos, Nameless estaba jadeando tirada en la cama.

–Pues sí que estabas a punto, sí. ¿Y va a ser así todo el día? –se interesó Roca.

–Hasta que me baje la regla –suspiró Nameless incorporándose–. Y entonces será al revés, me dolerá todo.

–¿Más de lo normal?

–Mucho más –gruñó por el posible futuro, aunque en el momento se había quedado bastante satisfecha–. Y ahora tengo que volver al baño para escurrirme.

---

–¿Sabes a qué me recuerdas? –empezó Roca mientras corrían en torno al Instituto del Mal, ya con ropa de deporte–. A cuando estabas lunática.

Nameless se lo pensó mientras avanzaban.

–Se parece. Pero al revés.

–¿Cómo que se parece, pero al revés? –le replicó Roca.

–El lunatismo era algo mental que me afectaba al cuerpo. Esto es algo del cuerpo que me afecta a la mente.

–Entonces el día que te coincida la pre-regla con el lunatismo... –planteó Roca morbosa.

–Uf, espero que no.

–¿Te da miedo?

–A saber qué liaría. Prefiero tener la mente clara, gracias.

–Claro, lo que tú quieras, pero no te reprimas.

–Oye, que voy soltándome, ¿no?

Lo que Roca le soltó fue un fustazo en el culo.

–¡Eh! –se quejó la agredida.

–Sólo porque yo te presiono para que te dejes de tonterías.

–Para ti es muy fácil, te han educado así.

–¿Así cómo? –cuestionó soltándole otro fustazo.

–¡Que te pares!

–¿Te está doliendo siquiera?

–Pica, cabrona. ¡Que no! –le gritó cuando le vio hacer el amago de repetirlo.

–¿Y eso te pone cachonda?

–...por suerte, aquí fuera no.

–¿Te gusta la intimidad de un cuarto cerrado?

–Sí, claro.

Sí, claro –repitió mofándose y quiso arrearle otro fustazo.

–¡Que te pares! –le ordenó Nameless, interceptando la fusta, que le arrancó de la mano–. ¿Y ahora qué?

Roca le soltó una patada, que su Subcapitana esquivó y se vengó usando la fusta.

–Eh, eso hasta lo he notado –apreció Roca sincera en su socarronería.

Eso hasta lo he notado –repitió esta vez Nameless.

–¿Quieres pelea? –retó su Capitana.

–¡ quieres pelea!

–Pues a mí me parece que tú también quieres –contestó pretendiendo avasallarla.

–Quiero partirte la cara.

–¡Venga! –animó feroz abriendo los brazos.

–Cuando pille una pesa, que la tienes muy dura.

Roca soltó una carcajada burlona y despectiva. Hasta que Nameless le cruzó la cara con el cinturón de pesas.

–¿Eso también lo has sentido? –preguntó insidiosa.

–Sí –contestó Roca grave.

Nameless sintió miedo de haberla cabreado y se alejó rápidamente unos pasos, pero su Capitana desenfundó la pistola. Y aquella mañana Nameless se había puesto su ropa de siempre, no la Elegans, que paraba cualquier cosa. El terror le prendió rápido y la hizo correr a toda mecha.

–¡Ven aquí, cobarde!

–¡No es justo, cabrona! –le contestó antes de doblar la esquina.

Pero no fue más allá, porque tampoco quería enfadarla más aún huyendo del todo. Así que se asomó un poquito y lo que vio fue una pesadilla acercándose a la carrera. Chilló y volvió a esconderse tras la esquina.

Cuando giró, Roca se detuvo, suspicaz por no verla, y examinó los terrenos. A tres metros por encima de ella, Nameless aguantaba la respiración agarrada a un alféizar. Pero su Capitana no era tonta, y no tardó en mirar hacia arriba.

–¡Déjame! –pidió trepando lo más rápido que podía. Pero cuanto más subía, más se exponía al sol, lo que la ralentizaba. ¿Cuándo aprendería a huir bien?

–¡Hoy no te plantas tanto, eh!

–¡Que no es justo! –le chilló Nameless, llegando por fin al tejado, donde tuvo algo de cobertura de lo que podía venirle de abajo–. ¡Me dices que quieres que me suelte pero ES MENTIRA! –acusó asomándose muy poquito.

–¡¿Mentir de qué?!

–¡Sabes que la pistola me aterra! ¡¿Para qué la sacas en un cuerpo a cuerpo, capulla?! ¡Me importa una mierda lo que digas, no quieres que te plante cara!

–¡Claro que que quiero que me plantes cara, gilipollas!

–¡¿Entonces por qué no has hecho cualquier otra cosa que no me aterre, joder?!

–¡¿Preferirías un puñetazo?!

–¡No! ¡Pero era lo lógico en esa situación!

–¡Dices eso porque piensas que lo esquivarías! ¡¿Por qué no piensas lo mismo con la pistola?

–¡No me voy a volver a quitar el traje Elegans en la vida, so loca!

–¡Pues vale!

–¡¿Pero queréis callaros ya?! –las abroncaron desde una ventana que se había abierto entre ambas.

–¡Cállate, Hedera, ¿no ves que esto es importante?! –le replicó Nameless sin pensar.

El grito que le pegó a su compañero de curso pareció impresionar a Roca, que enfundó la maldita pistola.

–Baja. Vamos al gimnasio –ordenó, echando a andar sin esperarla.

Nameless caminó un poco más por el tejado y se descolgó a cierta distancia de donde habían pegado los gritos, por prevenir posibles venganzas por los malos despertares.

Entró en el gimnasio con cautela, aunque Roca no la esperaba tras la puerta para tirotearla, sino en el ring.

–Sube –ordenó, acodada toda chula en las cuerdas.

–Ni de coña –le respondió, pero se acercó para no tener que seguir a gritos.

–O saco la pistola –condicionó su Capitana.

–Me voy a ir a la habitación, a ponerme el traje Elegans, y luego ya hacemos lo que quieras.

–No, ven aquí ahora.

Nameless le aguantó la mirada mientras calculaba los posibles parapetos donde ponerse a salvo de las balas.

–Mira –dijo Roca, cediendo al duelo de miradas, desprendiéndose de la pistola y del cuchillo, que lanzó a un banco, aunque, del impulso, acabó debajo de una de las cintas de correr–. Ya no tienes de qué quejarte.

–Tus puños siguen siendo de acero, como el resto de partes de tu cuerpo.

–No te he oído quejarte de mi lengua ni mis dedos –contestó con sorna.

–Pero podrías atravesarme con un dedo si quisieras.

–Seguramente, pero no quiero. Y hace un momento no parecía que tuvieras problemas para pelearte conmigo.

–Primero, me estaba defendiendo. Y segundo, ha sido antes de que me demostraras ¡que no aguantas ni unas pesas en la cara! –le espetó–. Si seguro que ni te ha dolido.

–Claro que no me ha dolido. En la cara –añadió de mala gana.

–¿En el orgullo sí?

–Sí, ¿vale? Es algo que me tengo que trabajar –reconoció a regañadientes.

Nameless se acercó como si buscara la trampa, aunque ya sabía dónde estaba: subida al ring. Suspiró y se desprendió de las pesas para tener la rapidez necesaria para esquivar a la mole. Se subió al ring intentando mantenerse calmada.

–¿Hay límite de tiempo? –preguntó, a la mayor distancia de ella que le permitían las cuerdas–. Porque tú me puedes destrozar y, yo a ti, suerte si te hago daño. En el orgullo.

–Hoy tienes la lengua respondona, eh.

–¿Y me vas a decir dónde te gustaría que estuviera? –planteó Nameless ácida.

Roca sonrió socarrona. Al menos volvía a esta de buen humor, por lo que no la mataría.

–Lo haremos a amagos de golpes. No te daré fuerte, tú dame todo lo fuerte que puedas. Si llevaras el guante fulminante, me ganarías con un toque. Así que inténtalo.

Nameless aceptó el plan, asintió y se dispuso a esquivar la muerte.

–¡Las cosas no se dejan tiradas!

–Disculpa –le dijo a Roca–. Voy, Virgi –le contestó bajándose del ring para ir a recoger las pesas que había dejado en cualquier parte.

________________________________
________________________________

Día nuevo, movidas nuevas.
Nunca hay paz para Nam u__u

Por cierto, me falta por escribir una parte más y habré terminado la segunda temporada :)
Cuando vuelva a casa, si os parece bien, volveré a publicar dos a la semana. Aunque eso significará que se terminará antes :(

Cuando se terminen las actualizaciones de IEvsHA, dejaré de publicar en Wattpad durante una temporada.
Pero a mi Patreon seguiré subiendo relatos suculentos =D
[www.patreon.com/Cirkadia]
A mayor tier, mayor cantidad de material~

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top