28. Buenas noches V (186)
–Dime que quieres –condicionó Roca.
Nameless apretó los labios, avergonzada por tener que pronunciarlo. Pero de cintura para abajo estaba ardiendo y las llamas le subían por las entrañas hasta el pecho y llegaban a rozarle los labios, provocándole sed. Además, su cuerpo había aprendido que con Roca obtenía placer y, frente a eso, la vergüenza sólo podía refunfuñar.
–Quiero –musitó a escasos centímetros de su boca.
–¿Qué quieres? –preguntó Roca, rozándole el costado.
Nameless emitió un gruñidito torturado.
–Dime una cosa –exigió Roca–. Y te doy caña sin preguntar más.
–Tócame... –murmuró.
–¿Algo en concreto?
–No sé... Toda –gimió, en parte por vergüenza, en parte porque su cuerpo demandaba cosas que no tenía claro qué eran.
Roca le pasó la mano por el costado y la espalda, y Nameless se movió para facilitarle el que la tocara a fondo.
–Súbete encima para que pueda usar las dos manos –indicó Roca.
Nameless se le subió a horcajadas sobre la cadera y pasó a sentir las dos manazas por ambos costados.
–¿Tetas o culo? –continuó Roca.
–¡Has dicho que no preguntarías más! –se quejó Nameless, acosada por la inseguridad.
–Que te pregunte es algo bueno.
–Ya, pero no sé qué quiero, no tengo experiencia.
–Pues, por la experiencia que tengo contigo... –Roca subió las manos hasta abarcarle los pechos y a Nameless se le escapó un gemido de placer– las tetas siempre son la respuesta correcta.
–Vale –ronroneó.
–Ábrete la camisa –ordenó Roca, que estaba ocupada buscándole los pezones a través de la tela.
Nameless obedeció y se desabotonó la camisa con dedos temblorosos. El tacto de las manos de Roca directamente sobre sus tetas la hizo derretirse, pero consiguió mantener funcionales las suficientes neuronas como para terminar de quitarse la prenda. Después tuvo que apoyar las manos en la cama, para no terminar cayéndose de espaldas.
–Así me gusta, que jadees, perra –le dijo Roca, haciéndola darse cuenta de que estaba jadeando–. Mi perra –añadió posesiva, subiendo una mano de uno de los pechos a su cuello. Nameless ronroneó–. Y dices que no quieres collar de perra, jah.
–Y hoy no me apetecería –contestó mientras se estremecía–. Tu mano es otra cosa.
–¿Sí?
–Está caliente.
–Sí, es más personal. Pero me deja sin una mano para una teta.
–Ya... –se lamentó Nameless.
–Mmmh, ¿te has puesto pinzas alguna vez? –preguntó cuando ya estaba rebuscando con una mano en su mesita de noche.
–¿Pinzas? –repitió suspicaz, aunque no mucho, porque la mano que no rebuscaba en el cajón seguía amasándole un pecho.
–Sí, pinzas. Pincitas. Para los pezones.
–Ah... eso tiene que doler –supuso Nameless.
Roca soltó una carcajada y le pellizcó un pezón. Nameless notó el dolor convirtiéndose inmediatamente en una riada de placer electrizante y arqueó la espalda mientras arañaba las sábanas.
–Tendrá que doler, pero a la masoca que eres le encanta. Te las pongo, ¿vale?
–Vale –aceptó, aunque no muy convencida, como con todo lo nuevo.
Roca le localizó un pezón y, de repente, el pellizco fue continuo. Nameless contuvo un gritito, aunque no pudo cuando le cayó la del segundo pezón.
–¿Bien? –quiso saber Roca.
–Joder –jadeó Nameless con los ojos muy abiertos en la oscuridad.
–¿Bien? –repitió Roca, poniéndole una mano en la nuca para hablarle de muy cerca.
Nameless le contestó lanzándose a besarla con tal empuje que la derribó los centímetros que se había erguido. Roca aceptó de buena gana el morreo y pudo notar cómo se sonreía. Las manazas le bajaron hasta el culo, que apretó presionándola contra sí. Nameless fue consciente de lo mojada que estaba y cómo iba a dejar las bragas, así que, con la mano que no se apoyaba en la cama para quedar erguida sobre Roca, se bajó los pantalones a tirones. Roca la ayudó, dejándola en bragas, pero Nameless también se las arrancó.
–Voy a mancharte –advirtió cuando cayó en la cuenta de lo que implicaba su desnudez.
Roca le metió una mano entre las piernas y le acarició el coño inflamado y encharcado. Nameless se derrumbó de cara sobre su pecho.
–Si algún día te como el coño, me vas a ahogar –comentó jocosa.
Nameless estaba centrada en el placer electrizante de las tetas y el húmedo masaje enloquecedor en el coño, lo que hacía que le babeara la camiseta.
–Quiero atarte las muñecas a la cabecera –le ronroneó Roca.
–Hazme lo quieras –jadeó salvajemente sumisa.
Roca la derribó en la cama, le subió las manos por encima de la cabeza y buscó en su mesilla de noche, que parecía un bazar erótico.
–Rápido –exigió Nameless–. Necesito que me toques –gimió retorciéndose. Roca había sacado la mano de entre sus piernas, pero las pinzas que seguían en sus pezones no la dejaban descansar.
Roca le esposó las manos con un barrote de la cabecera de por medio. Nameless probó a tironear para saber qué se sentía. Se sentía atrapada, y le gustaba, joder.
–¿Sabes? Me pone mucho corromper a una civil –informó Roca y volvió a meterle la mano entre los muslos.
–Entonces estarás a tope –ronroneó buscando rozarse contra su fuerte cuerpo.
–Sí –le contestó en el mismo tono, o tal vez más grave y oscuro, inclinándose para lamerle la barbilla mientras los dedos le daban caña al clítoris, aunque no directamente, sino en círculos alrededor, como había aprendido el día anterior.
Nameless la buscó con la boca. Tenía sed, tenía hambre, necesitaba el contacto. Roca la correspondió en el acto, según sus labios se rozaron, y la besó salvajemente, que era justo lo que Nameless, cuya cadera daba sacudidas de placer, ansiaba. Se agarró al barrote con ambas manos, arqueó la espalda separando aún más las piernas y emitió un gemido largo y profundo con la garganta, ya que la boca la tenía ocupada con la lengua de Roca.
Hubo un momento en el que se arqueó y sacudió tanto que Roca no pudo tenerle la lengua metida hasta la campanilla. "Te quiero", gimió en éxtasis. Acto seguido, se desplomó con sacudidas más pequeñas y agonizantes.
–Ya... –jadeó recuperando la horizontalidad.
–Te voy a terminar atando entera –advirtió Roca, que seguía a tope, aunque fue aminorando el ritmo de la mano.
–¿Me quitas las pinzas, por favor? –pidió Nameless, que notaba cómo el placer electrificante se convertía en molestia y temía que acabara en dolor horrible.
Roca le quitó las pinzas y las dejó por ahí, pero no se apartó ni un centímetro.
–¿Quieres que haga algo... para ayudarte? –le ofreció Nameless pese a que todavía estuviera recuperando el aliento.
–Que seas una civil a la que estoy corrompiendo –le contestó con un jadeo ronco.
Así que quería seguir con la fantasía... Vale. A ver qué le salía.
–N-No me estás corrompiendo –exclamó debatiéndose un poco.
Roca soltó una risotada oscura y perversa que la caló hasta los huesos y la dejó sin respiración. Después se quitó la camiseta que usaba de pijama. Cuando volvió a rozarse, fue completamente piel con piel.
–¿No? Porque bien que jadeabas hace un momento –se deleitó sobándola entera, lo que era un problema en el sentido de que la volvería a excitar.
–Ah... Eso... Ha sido un momento de debilidad.
–Tus gemidos no eran débiles –se burló metiéndole un fuerte muslo entre sus, en comparación, piernecitas blandas.
–E-Es todo culpa tuya –acusó, algo tensa por no saber exactamente qué era lo que quería oír Roca–. Villana depravada –añadió como si le escupiera un insulto.
–Sí –aceptó maliciosa, buscándole la cara para mordisquearle el labio inferior.
–¿Te estás rozando contra mi muslo? –inquirió exagerando la sorpresa y el pudor que realmente sentía.
Roca le plantó una manaza en la boca para callarla.
–Sssh, basta de quejas –ordenó deslizándose hacia abajo–. Vas a gemir para mí, civil.
Nameless notó cómo le lamía los pezones, lo que por un lado le calmaba la molestia palpitante, aunque por otro se los volviera a poner duros. El gemido fue sincero, aunque hizo el amago de querer contenerlo. Fue entonces cuando se hizo consciente de que, en plena actividad, no tenía reparos en gemir y que Roca la escuchara. Fue bastante impactante llegar a esa conclusión, porque realmente era una civil "corrompiéndose". Se vengó intentando morderle los dedos a Roca.
–¿Los quieres? –propuso y le metió el índice y el corazón en la boca–. Chupa –le ordenó.
Nameless lo hizo porque, maldita fuera, le gustaba. Además de que recibir órdenes simples y asumibles la hacía sentirse más segura que tener que improvisar. Usó los labios y la lengua, hasta que Roca separó los dedos, abriéndole más la boca. Nameless sacó la lengua, hasta llegar a lamerle la juntura entre los dedos con la punta.
–Quédate quieta, necesito ver qué cara tienes.
A Nameless no le hizo gracia que encendiera la lamparita de vidrios rojos emplomados en forma de alas de murciélago, y le gruñó. Roca sonrió perversa y movió los dedos dentro de su boca, jugando con sus labios, carrillos y lengua. Nameless se dejó un poco, hasta que los dedos estuvieron adecuadamente posicionados y pudo cerrar la mandíbula, pillándoselos con las muelas. Roca sonrió aún más torcido.
–¿Tienes hambre? –le preguntó con todas las dobles intenciones.
Para su sorpresa, que quedó patente en el movimiento de cejas, Nameless asintió y abrió la boca para liberarle los dedos.
Acto seguido, la rodeó con los brazos, repentinamente no esposados, y con la ayuda de la Oscuridad invirtió posiciones. La lámpara roja sólo servía para crear más sombras cálidas de las que valerse.
–¿Esto es lo que querías? –le siseó, estrujándola con Oscuridad.
Roca le sonrió torcida primero y después le gruñó peligrosa. Nameless le correspondió con una amplia sonrisa con ambas comisuras estiradas, que no era nada habitual en ella y que sentía que le daba aspecto de loca desquiciada. Estrechó el abrazo a Roca y y le dio un amplio mordisco en la base del cuello, la sintió gemir.
–Sí que tengo hambre –le susurró y le pegó una dentellada más hacia el hombro, que era tan amplio que tenía dónde elegir.
Roca se debatía debajo de ella como la bestia peligrosa y encadenada que le gustaba ser. Nameless aguantó encima gracias a las correas de tinieblas, que no podía controlar a placer, pero sí de forma general.
–¿Esto es lo que querías al corromperme? –le siseó y la lamparita parpadeó.
Roca quiso incoporarse para pegarle un mordisco, pero una soga de Oscuridad se le enredó en el cuello y se lo impidió. Roca gruñó retrayendo los labios y dejando a la vista toda la dentadura, lo que daba miedo por lo potente que era, especialmente los colmillos. Se le notaba la ascendencia vampira.
–¿Tienes hambre, perra? –le espetó Nameless.
Roca se relamió lentamente mientras la devoraba con mirada perversa. Nameless se sintió amenazada, con lo que la soga del cuello se estrechó un poco más en torno a los fuertes músculos. Pero, por otro lado, deseaba ser devorada por aquella boca, aquella lengua, aquella mirada... lo que le disolvía el impulso dominante. Pero se obligó a centrarse y cogió las pincitas.
–¿Y si te castigo con esto? –propuso buscándole un pezón entre las capas de Oscuridad.
Roca gruñó como retándola. Nameless deseó que le hablara, pero no podía quejarse cuando ella se expresaba menos aún. Así que se dijo que, si Roca no quisiera, se pondría seria y negaría o algo, que no la retaría, y le puso las pincitas en los pezones. Roca no dio muestras de que le doliera, pero su sonrisa torcida se estiró un poco más y su mirada peligrosa se hizo más diabólica. Nameless quería huir al mismo tiempo que quería soltarla. Se esforzó en seguir centrada e inspirar hondo, mientras que Roca respiraba pesado, haciendo subir y bajar el pecho, tensando la Oscuridad como si la fuera a partir. ¿Podría hacerlo?
Las dudas no eran buenas y la Oscuridad flojeó, por lo que Roca pudo incorporarse con la potencia de hacer cientos de abdominales al día. Nameless mantuvo la soga del cuello por los pelos y se quedaron cara a cara. A Roca le faltaba echar vapor por la boca, y no sería de extrañar por el intenso calor que emanaba.
–¿Quieres comerme? –le preguntó, siendo muy consciente de los músculos tensos bajo y ante ella.
Roca asintió y volvió a relamerse lentamente. Nameless reprimió el estremecimiento bastante mal.
–¿Quieres que te coma? –habló al fin Roca y su voz fue grave y algo rasposa, también aterciopelada, envolvente.
Nameless no se molestó en reprimir el siguiente estremecimiento y asintió. Roca no parecía molesta porque no le aguantara más como dominante, así que acercó su boca, ya que Roca no podía por la soga del cuello. Se tantearon mordisqueándose mutuamente los labios, antes de lanzarse a morrearse como poseídas, especialmente en el caso de Roca, que no tardó nada en pasar a mordisquearle el cuello, los hombros, las tetas... Nameless se dejaba hacer extasiada.
–Se supone que tendría que castigarte... dominarte... –le dijo entre jadeos– pero... perra mala –gimió.
Roca rio oscura y le mordisqueó un pezón. Nameless se vengó tirándole de una pincita. Roca respondió derribándola en la cama, bocabajo, para volver a esposarle las muñecas, esta vez a la espalda. Después la colocó bocarriba, sonriendo ufana y terrible, lo que Nameless igualó ahorcándola con la soga de Oscuridad con una sonrisilla de suficiencia. Roca le gruñó-ronroneó a un palmo de su esternón y un hilillo de saliva le cayó entre las tetas.
Nameless necesitaba tocarse, pero no podía por las esposas, así que entrelazó las piernas con las de Roca y se presionó contra un duro muslo. No tardaron en restregarse mutuamente. Nameless pensó que Roca podría romperle la cadera, pero en ese momento no le importaba mucho, porque estaba a punto de tener otro orgasmo, sólo necesitaba que la lamiera un poco más y... Joder, qué viaje.
Pero Roca seguía rozándose y respirando pesado. Por lo que Nameless inspiró hondo, tiró de la soga de Oscuridad ahorcándola hasta el punto en el que dejó de pesarle, y le metió una mano con las esposas colgando entre los muslos de mármol. Nameless no había tocado nunca un clítoris que no fuera el suyo y no sabía qué le gustaría a Roca, pero probó a darle caña directamente.
–Perra mala, te voy a tener así hasta que te desmayes –amenazó y levantó la mirada. Fue chocante verle la cara de placer, pese, aunque seguramente gracias, a los problemas que tenía para respirar.
Roca terminó poniendo los ojos en blanco y desmadejándose, por lo que Nameless la soltó, y se le cayendo encima cien kilos.
–¿Estás bien? –le preguntó preocupada, y no por haberse quedado aplastada.
Roca inspiró y se quitó un poco de encima.
–Joder, qué bueno –resopló quitándose mechones de la cara.
Nameless se relajó al ver que no la había vuelto a matar y que, además, le había gustado.
–Por cierto –continuó Roca–, ¿antes has dicho que me quieres?
Nameless abrió mucho los ojos, repentinamente avergonzada hasta la médula.
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Uff... *se abanica* Se ha quedado buena noche, ¿no?
Un momento, que voy a escurrir a las bragas e__e
Ejem, espero que os haya gustado ^^;
Si os molan las escenas calentorras que hago, en Patreon tengo el tier6 dedicado a ellas >3<
[www.patreon.com/Cirkadia]
Si nos podéis permitiros eso, el tier más bajo es de 1$ y algo ya me apoyáis con eso ^^ (Y os llevaréis recompensas~)
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