26. Reinas de hielo III (172)


–Vale, sí, las has visto matando gente –dijo Killgore, llevándosela a rastras al interior del laberinto–. Pero ahora no van a venir con munición letal. ¿Tienes miedo de que Eisentblut te pegue un puñetazo? Porque con ese traje no te rompería nada.

Nameless estaba muy confusa. Tenía pánico, había monstruos horribles acechándola, pero era incapaz de señalarlos y verbalizarlo. No tenía miedo de que Roca o Sica la mataran, pero sí de que lo pareciera. Qué tontería, ¿no?

–A ver, que maten gente delante de ti siempre impresiona –intervino Nova comprensiva–. Y ahora esas pedazo de monstruas vienen a por nosotras. Pues un poco fuerte ya es.

Nameless asintió. Sí, eso era. Entre otras cosas.

–Roca es una fuerza de la naturaleza –logró decir–. Atravesaría las paredes cargando de frente si le hiciera falta.

–Y si no le hace falta, también –apostilló Killgore.

–Y Sica... es un monstruo, un fantasma, aparece y desaparece... No voy a poder verla venir, no voy a poder impedirlo, puede aparecer en cualquier sitio.

–Respira, respira –le recomendó Nova.

–Si alguien puede prever a Morilec, eres tú –aseguró Killgore.

–¡No!

–¡Sí! –replicó Virginia.

–No, no puedo proteger a todo el mundo, no puedo ganar. Nos van a matar.

–Eh, relaja, a mí al menos no me hace falta ganar –contestó Killgore.

–Habla por ti –le soltó Nova.

–Eso he dicho: "al menos por mí". Mirad, vengo de un vertedero, literalmente, estoy acostumbrado a que la gente con más recursos nos machaque. Pero tengo mi orgullo de basura y, si caigo, será jodiendo pero bien. A ver, ¡son Morilec y Eisentblut! Con apoyo de Scalante y Rávana, ¿vale? Lo de la semana pasada estuvo bien, no se lo esperaban.

–Pero ahora sí que se lo esperan.

–Y tú sabes qué esperarte de ellas.

Nameless se lo pensó un momento. Seguía aterrada, pero podía poner en práctica lo que había aprendido el jueves pasado.

–Bueno... podemos evitar lo obvio. Hay que desactivar las cámaras de toda una zona. Y, Ludo, no te alejes de mí...

–––

–He perdido visión en todo un sector –informó Rávana.

–¿Han aprendido y nos están quitando ventajas? –preguntó Roca.

–Eso parece.

–¿Ves? Nameless no está tan mal, Morilec. Porque seguro que es cosa suya.

Morilec suspiró al micrófono.

–Rávana, ¿te ha parecido que estaba animada antes de perderla de vista?

–No, para nada.

–Pero ella siempre va encogida como una ratita.

–Más bien iba muy tiesa y pasmada, Killgore la llevaba del brazo. No me extrañaría que estuviera petrificada de miedo –añadió Rávana con cierto tono dubitativo.

–¿Qué le habéis hecho? –se interesó Full.

–A ella, nada –respondió Roca.

–Nos la hemos llevado de misión –añadió Sica.

–¡¿De las tuyas?! –exclamó él.

–No. Hemos salvado a Irina y la Doctora. Y matado a los sicarios que iban a por ella.

–¿Y los habéis matado delante de ella? ¿Y ahora vais a cazarla?

–Eh, que ella también ha matado –señaló Roca–. Como a uno y medio por lo menos.

–Eso es verdad –coincidió Sica–. La ratita se ha desenvuelto bien. Pero no quiero que nos coja tanto miedo.

–¿No? Porque sería lo mejor para ella –comentó Full.

Se hizo un silencio incómodo en las comunicaciones del equipo cazador.

–Ahí tiene razón –asintió Roca–. Cuanto más miedo te tenga, más se alejará de ti.

–No quiero que se aleje de mí –siseó Sica hostil.

–¿Por qué? ¿Quieres que descubra todos tus secretos? –preguntó con maldad.

–También te va a coger miedo a ti, idiota.

–No lo creo, yo no lo hago por dinero.

Otro silencio ominoso.

–Ya les hemos dado suficiente tiempo –murmuró Morilec antes de entrar en acción. Otra vez.

–––

–¿Tú estás bien? –le preguntó Nameless a Irina.

–Sí, ya veo de que van las clases de Supervivencia.

–Ya, pero... como va de que nos cacen...

–Está bien para practicar. Supongo que es un lujo que a una la cace una Morilec con munición no letal –contestó calmada.

–Ya, sí, pero... ¿no te da ni un poco de repelús? –tanteó.

–No, estoy bien.

Nameless miró a Virginia. La Detectora de Mentiras tenía la cara que ponía cuando había múltiples verdades y no podía gritar "¡Eso es mentira!".

–Vale... Quédate cerca, por si acaso.

–¿Quieres que yo haga algo? –preguntó Irina.

–Eh... –balbuceó al ver que la tomaban por líder–. ¿Qué sabes hacer?

–Sé usar una pistola.

–Sí, necesitamos armas. Ludo, ¿cómo va el cajón?

–Ya casi –contestó él.

Y saltaron los plomos.

–¡Abierto! –celebró Jeff.

Nameless fue al cajón empotrado en la pared para curiosear qué había. No tenía problemas, ya que llevaba el ecolocalizador a tope y veía todo lo tuviera volumen, estuviera en sus manos o al otro lado de una pared que no fuera de plomo. O al otro lado de cuatro paredes de cemento, para ser concreta. Aun así, se probó unas gafas de visión nocturna, por probar. Toqueteando botones, descubrió que tenía visión nocturna. Y algo más.

–¿Irina? –preguntó estupefacta.

–¿Qué pasa?

–¿Qué te pasa a ti? ¿Qué eres?

–¿Por qué lo preguntas?

–Porque estoy con el visor de infrarrojos.

–Ah, sí. Tal vez tendría que haberlo dicho antes, en la presentación. Pero nadie ha preguntado.

Nameless estaba tan atónita observando el agujero negro de calor con forma de persona que se olvidó de su terror durante un momento.

–––

–¿Han apagado las luces queriendo? –preguntó Full.

–No creo –contestó Rávana–. He detectado actividad sospechosa en una de las zonas sin cámaras operativas. Sospecho que Khaos ha tenido que ver.

–Yo me manejo bien en la oscuridad, mejor que la mayoría de las presas –informó Sica.

–Yo me las apaño –murmuró Roca, que no iba a ser menos.

–¿Puedes recuperar la electricidad? –quiso saber Full.

–Eso espero, porque sin electricidad yo no sirvo para mucho...

–Me las apañaré con la linterna mientras tanto.

–Deberíais probas las gafas de visión nocturna en modo infrarrojos –recomendó Sica–. Puede que descubráis algo interesante –auguró críptica.

–––

–Vale... –murmuró Nameless. A ver, había conocido ya a un par de vampiras, ¿no? Y una zombi. Y a saber qué más había. Alguien que no generara calor alguno no debía resultarle raro a esas alturas.

–Cuando venga Eisenblut, me la dejáis a mí –proclamó Killgore con gran confianza en sí mismo.

Pero el caso era que no solamente no emitía calor, sino que a su alrededor había una zona más fría. Es decir, Irina absorbía calor.

–Tú sabrás si quieres suicidarte rápido –le dijo Nova a Killgore.

Tal vez lo más cuerdo sería preguntarse qué sería Irina para funcionar como un sumidero de calor, pero prefirió preguntarse a dónde iría la energía absorbida.

–No, espera, Killgore –dijo Nameless en alto al volver al presente–. Virgi, ¿te apetece jugar con Roca?

–¡Sí! Pero estamos en otro juego...

–No, es el mismo. Ella nos quiere cazar y tú se lo impides.

–¡Vale!

–Pero yo quiero... –empezó Killgore.

–¿Darles por saco lo más posible? Porque Virgi es la mejor rival para Roca. Y suficiente vamos a tener con Sica.

Hubo un chasquido y se encendieron las luces de la zona, aunque lo hicieron de forma indecisa y potencia fluctuante.

–Hecho –dijo Ludo–. Tenemos corriente independiente al resto del laberinto.

–Gracias –le contestó Nameless–. ¿Tienes también las cámaras?

–Sólo las de nuestra zona.

–Tendrá que valernos.

–Ahora intento pillar las otras.

–Jeff, vigila las cámaras que tenemos mientras Ludo hace experimentos, ¿vale?

–A la orden, jefa –contestó él alegremente.

Nameless enarcó las cejas. ¿Ella jefa? En fin, Jeff era demasiado... ¿majo?, y ella tenía más cosas que organizar antes de que apareciera Sica y matara a todas las presas...

–A Roca espero que la veamos venir y, con un poco de suerte, también localizaremos a Full. Mientras Rávana no acceda a nuestra red, espero que no nos dé problemas. Y Sica... –suspiró con la ansiedad latiendo fuerte en el fondo– ahí ya no no creo que se pueda hacer nada...

–¿Cómo que nada? –le reprochó Nova–. No te desanimes, eh.

–¿A quién hay que darle con el palo? –quiso saber Svier.

–Si lo consigues, a Sica –suspiró sin ninguna esperanza.

–¡Vale! ¿Y a Roca no?

–A cualquiera del equipo cazador –añadió Killgore.

Svier soltó una carcajada victoriosa como si ya lo hubiera hecho.

–¡Shh! –la chistó Nameless al quedarse sorda–. Ya viene Roca –señaló una pared–. Y Full... por ahí –añadió señalando treinta grados a la derecha.

–¿Y Morilec? –Inquirió Killgore.

Nameless repasó y repasó en vano los alrededores como un radar enloquecido. No percibía a Sica, y eso la asustaba hasta la náusea.

–––

Roca se había encargado de la gente que no había querido irse con Nameless y compañía a la zona sin cámaras de seguridad. No había dejado nadie para Full. Morilec ni lo había intentado.

–¿Sigues dándole vueltas a lo de no traumatizar a mi Subcapitana? –le preguntó después de que Rávana les advirtiera que entraban en la zona donde no podía verlas.

–Sí –reconoció Morilec.

–¿Entonces qué vas a hacer, pasar de ella?

–No sé. Si voy a saco, se asustará; y si lo hago a mi estilo, sospecho que se pondrá enferma de miedo.

–Ve a saco a por sus amigas.

–Es una idea interesante –aceptó Morilec–. Diviértete peleando.

–No creo que me vayan a dar para mucho –gruñó.

–¿Se te ha olvidado que no estamos jugando la misma partida que la semana pasada?

–¿Eh?

Pero la atención de Roca se había desviado a Killgore, a quien había atisbado al final del pasillo, en un intento de acecharla. A por él fue.

–Hola –saludó alegremente Virginia surgiendo de un rincón donde no la esperaba, y metiéndole semejante empujón que casi la mandó a descubrir pasadizos secretos.

–––

Nameless se había sentado en un altillo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Por más que barriera, no detectaba a más gente de la que ya tenía localizada. Virgi había interceptado a Roca. Ludo casi había frito a Full, y Jeff estaba corriendo para apoyarlo. Killgore vigilaba que Virgi pudiera con Roca. Nova vigilaba que Killgore no hiciera el idiota por tener su ansiado duelo contra Roca. Svier sujetaba el palo a la espera de rompérselo a alguien en la cabeza. ¡¿Pero dónde estaba Sica?!

Nameless tenía tal ansiedad que quería echarse a llorar por no saber dónde aparecería. ¿Pasillo? ¿El otro pasillo? ¿Pasillo dentro de las paredes? ¿Conducto de ventilación? Tenía todo eso controlado en un radio de unas cuantas paredes en torno a la placita en la que se habían reunido, pero quién sabía qué podía usar Sica. ¿Algo en el suelo? ¿En el techo? ¡¿Materializándose sin más?! No podía respirar y tenía el corazón desbocado.

Percibió un movimiento más que una forma física a su espalda.

–Hola –dijo Sica.

Nameless no respondió. Estaba petrificada de terror. Había visto cómo los hombres se desplomaban al aparecerse el fantasma. Ella ya debería estar muerta. No lo soportó más y se echó a llorar.

–Sí, ya me imaginaba que estarías... afectada.

Nameless se encogió esperando la puñalada. Sentía que estaba jugando con ella, por no haberla finiquitado ya. No quería ni mirarla a la cara.

–Hemos acordado en dejarte en paz –informó pasando de largo.

Nameless no se atrevió a desencogerse. Podría darle un golpe sorpresa. Igualmente, no se sentía digna. No era más que una rata inútil que debía estar muerta ya.

–Eso no se aplica al resto de tu bando, claro –continuó Sica.

Nameless levantó lentamente los ojos encharcados.

–Por cierto, ahora caigo en que hemos hablado de no traumatizarte más, pero no hemos dicho nada de la experiencia que será para Irina que vaya a por ella cuando mi madre... ya sabes.

Nameless abrió los ojos como platos de lágrimas. ¡¿Cómo no había pensado en eso?! Se había creído la clama externa de Irina y se había despistado con lo que le hacía al calor, y no había dedicado ni un momento a que una Morilec fuera a por ella después de su tragedia.

–Ahora lo averiguaremos –dijo Sica.

Nameless la vio sacar un cuchillo. Tal vez su hoja fuera roja traslúcida, pero eso no lo hacía menos real.

–––

Roca tenía problemas reales con Virgi. La cabrona peleaba bien y le suponía un reto. Y eso que estaba jugando nada más. Se notaba que le habían dicho que la anulara, ella que podía hacerle frente, y Virgi lo estaba cumpliendo tan bien que Roca no podía ni soltar un tiro a alguna presa, al menos sin comerse otro empujón. Para colmo, el capullo de Killgore estaba ojo avizor por si Virgi se dejaba un hueco.

Entonce vio a Morilec cruzando la placita, esquivando con facilidad los improvisados ataques de Nova y Svier. Podría habérselas cargado con la misma facilidad con la que las había evitado, pero Morilec tenía un único objetivo: la más novata de todas, y el resto no parecía importarle.

–Sólo voy a por ella –les dijo la muy cabrona pasando de largo–. No os interpongáis y no tendré por qué mataros.

Qué asco de asesina a sueldo perdonavidas. Si se sabía cómo se vestían los Morilecs en plena misión, era sobre todo por la gente que sobrevivía. Si no les pagaban por matar a todo bicho viviente, el sello fanfarrón Morilec era dejar con vida a quien no le supusiera un problema.

Pero Svier corrió con intención de arrearle con el palo por la espalda, así que, sin variar su avance, Morilec la esquivó y le lanzó un cuchillo. Svier trastabilló hacia atrás. Había parado el cuchillo con el palo y estaba alucinando con sus propias habilidades.

Irina retrocedió un paso. Su cara era tan o más inexpresiva que la de Morilec, pero transmitía que aquello no le hacía puñetera gracia. Lo cierto era que era una cabronada. Cuando Roca le había dicho que fuese a saco a por sus amigas, se había esperado que iría a por Nova y Svier, o Ludo y Jeff, no a por la que acababan de conocer. Pero, claro, Nameless se encariñaba con cualquiera muy rápido y el drama añadido de que fuera huérfana por culpa de una Morilec hacía aquella elección especialmente cruel.

Morilec sopesó otro cuchillo y lo lanzó contra su víctima anunciada.

El arma no llegó.

Nameless estaba ahora en medio, aparecida como una sombra para empuñar el cuchillo arrojadizo. Tenía los ojos llorosos y le temblaba la mano, pero se había interpuesto con decisión. Era tan predecible que daba hasta ternura.

–Nameless, te he dicho que te dejaba en paz, pero, obviamente, eso es si no te interpones –advirtió Morilec con suavidad mientras desenfundaba otro cuchillo–. Aparta.

Decirle que se apartara en ese momento era tan inútil como decirle que dejara de respirar. Nameless negó mínimamente con la cabeza y después usó la mano libre para subirse la mascarilla y bajarse las gafas, embozándose de nuevo.

Pese a que estaba claro que ésa había sido su intención, Morilec suspiró hastiada, demostrando que era una teatrera cuando quería. Hizo un quiebro rapidísimo con el que rodearla y alcanzar a su objetivo. Se movió tan rápido que Roca no la vio hacerlo, simplemente, de repente estaba en otro sitio.

Pero si la vio fue porque Nameless la bloqueó.

________________________
________________________

El SicNam es un drama continuo, eso lo tenéis claro, ¿no? X"D
Aun así, Sica haciendo teatro para espabilarla es bonito ^^

Weno, puedo decir que estoy a punto de terminar, ¡por fin!, el AU. Pronto lo tendréis en Patreon y lo podréis leer mecenas desde el tier1 ^^
[www.patreon.com/Cirkadia]
Me ha quedado largo el cabrón, así que tendréis capítulos del mismo AU para varios meses X""D


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top