24. Planes de guerra I (157)


Nameless no podía creer que aquello estuviera ocurriendo, y que además estuviera yendo bien. Por el momento. No, no podía ponerse negativa, se dijo apartando los pensamientos aguafiestas a empujones y concentrándose en el tremendo placer que le estaba proporcionando Roca. Roca. La misma Roca que la torturaba a su gusto y se burlaba... ¡Que no, joder! Quería alcanzar el orgasmo y quedarse tranquila de una vez. Apartó los pensamientos intrusivos también y luchó por concentrarse en la fantasía.

No era la Roca de siempre, sus feromonas habían activado el lado Darkheart de su Capitana y ahora era una especie de máquina de dar placer que se alimentaba de sus gemidos. Las manazas se movían hábilmente sobre sus pechos, haciendo lo que quería con ellos, pero, casualmente, era justo lo que a Nameless le encantaba sentir. No se había sentido cómoda con la manaza de Roca en su sexo, todavía no, así que había recibido la orden de tocarse ella misma, por lo que, obedientemente, Nameless le estaba dando caña a su clítoris y alrededores encharcados. La boca de Roca tampoco estaba quita, la sentía en todo momento mordisqueándole los hombros, lamiéndole el cuello y rozándole la nuca. Nameless estaba extasiada.

Se giró un poco para que los labios alcanzaran nuevas zonas y los notó subir a la mandíbula. Nameless tuvo que retorcerse mucho más para poder recibir el beso en condiciones, pero valió la pena, porque fue demencialmente placentero.

Y de repente estaba sobre la cama, con Roca encima como cuando iba a estrangularla, pero aquello era completamente diferente.

–Sigue tocándote –le ordenó con un susurro ansioso.

Nameless devolvió la mano entre sus piernas y reanudó el movimiento, vagamente consciente de que su brazo rozaba a su vez el sexo de Roca a ratos. Pero aquello era un dato sin importancia, porque Roca había plantado su antebrazo en la cama, bajo la nuca de Nameless, y se había inclinado para morrearla, por lo que estaba completamente a su merced. Y estaba cómoda con ello. La otra mano de Roca le continuaba con el intenso y juguetón masaje de pechos.

Nameless puso los ojos en blanco y abrió la boca, también separó instintivamente las piernas. La lengua de Roca penetró en su boca y Nameless gimió desde lo profundo del pecho arqueándose, sin dejar de mastubarse y pegándose al cuerpo de Roca.

Y luego cayó en la cama fulminada.

–¿Cómo estás? –se interesó Roca, sin quitarse de encima, aunque no pesándole y dejándola espacio para respirar.

–Jo...der... –jadeó Nameless, sintiendo cómo se le iba la cabeza y se la tragaba la cama.

–¿Quieres otra? –sugirió de buen humor.

–No... Estoy bien... Creo...

–¿Crees?

–No sé... si me he muerto –contestó recomponiéndose, ya que se había desplomado de cualquier manera.

Roca le posó una mano en el cuello.

–Tienes pulso –diagnosticó socarrona–. Y ya no te estremeces cuando hago esto –añadió y retiró la mano acariciándole la garganta.

–Uf, no... –jadeó exhausta y, efectivamente, sin reaccionar lo más mínimo al estímulo.

Roca se dejó caer a un lado y se tumbó junto a ella.

–¿Entonces bien o lo consideras mejorable? –quiso saber, como quien pidiera que le rellenara una encuesta sobre la atención a la clienta.

–Eh... no. O sea, bien. No sé, si... No tengo con qué compararlo, así que... –balbuceó.

–¿Te estás poniendo nerviosa? ¿Después de correrte así? –alucinó con una nota de ofensa.

–Eh...

–¿Qué?

–Que... ahora viene la vergüenza.

–Ya me olía yo algo así –murmuró Roca.

–Es que...

–No voy a reírme ni de ti ni de tus gustos –aseguró aburrida–. ¿Qué más paranoias tienes?

–Es que... ahora no sé... cómo reaccionar.

–¿Te ha gustado? Pues con que me lo digas, ya está. No es que yo sea muy entusiasma tampoco.

–Ya, pero...

–¿Te ha gustado?

–Sí, pero...

–¿Cómo que "sí, pero"? –inquirió, cada vez más mosqueada por no entenderla.

–Que no sé cómo reaccionar... a medio plazo.

–¿A medio...? Ah, ¿te preguntas en qué nos convierte esto?

–...Sí.

–¿Ha cambiado algo para ti?

Bueno –empezó Nameless, con tono de que la experiencia era digna de tener en cuenta.

–No somos novias. Ni amantes.

–¿No?

–Ni me deseas ni te deseo.

–¿Entonces?

–Amigas. Amigas que follan porque tienen una necesidad física. Ya está.

Nameless no respondió, pero rumió intensamente.

–¿Qué, te cuesta aceptar esto como civil? –pinchó Roca.

–Eh... Sí, a mi parte civil le choca, porque me han educado en que no se puede follar con alguien siendo sólo amigas. Que entiendo que, históricamente, habrá habido "amigas" que en realidad eran lesbianas... Pero...

–¿Pero tu parte villana no lo ve así?

–No es villana, es mi yo... al margen de lo que se empeñe en enseñarme la sociedad.

–Básicamente eso es ser villana –señaló inmediatamente Roca.

Nameless estuvo en silencio unos segundos antes de soltar un "Oh" muy escueto pero cargado de significado, acababa de comprender algo crucial.

–¿Y qué opina esa parte no–civil que seguramente sea villana?

–Oh... no sé si opina... sólo no entiende... y le parece raro... pero como soy rara... en eso, pues no sabía si era por eso...

–No es por eso. ¿Entonces a tu parte... al margen de la sociedad –improvisó con sorna– le parece algo asumible?

–Sí...

–No jodas que sigue habiendo un pero.

–Sí... Que me cuesta asumir que me consideres tu amiga.

–Ah, ya –aceptó encontrándolo comprensible–. Te he dicho que me has caído bien, lo suficiente para marturbarte un rato.

–Y que yo te considere mi amiga...

–¿No? ¿A mí no y a Morilec sí? –cuestionó ofendida.

–Ya, sí, buen argumento –admitió–. Pero eres tan terrible...

–¿Y ahora me quieres halagar?

–¡Eres una cabronaza sádica! –exclamó Nameless.

–Ajá. ¿Pero...?

–Pero... no, es que eres así desde el primer día. Pero... puede que seas más "soportable" de lo que me pareciste la primera semana.

–Lo mismo digo. Eres más dura, masoca y manipuladora de lo que te crees.

–Uf...

–¿No me lo niegas esta vez?

–Que tu digas que soy dura...

–No he dicho eso. Digo que eres más de lo que te crees. Pero todavía te falta para llegar a ser lo que yo considero "dura".

–Ah, vale, claro...

–De todas formas... hay muchos tipos de dureza. Y para que yo te considere dura tienes que serlo en varios tipos. Pero, aun así... vas apuntando maneras en algunas modalidades.

–¿Cuáles? –se atrevió a preguntar Nameless.

–Cuando le llevaste la contraria a Kill. Serás una moñas incapaz de hacer daño, pero no eres tan cobarde al plantarte con tus ideas. Mucha gente hubiera acabado haciéndolo por miedo.

–A ver mañana... si no me da la flojera al ver los ganchos...

–Que no te dejes pillar. Escápate de ella, tírale cosas. No te cortes porque te llame rata.

–Si tú lo dices...

–Otra modalidad en la que apuntas maneras de dura es en el sexo. Te he llegado a apretar los pezones un montón y, cuanto más lo hacía, más te gustaba.

–Y así me molestan ahora... –murmuró avergonzada.

–¿Te apetece otro?

–¿Qué? ¡No! ¿Quieres terminar de arrancármelos o qué?

–No, que si no quieres más, te vayas limpiando –indicó bajándose de la cama–. Toma –añadió echándole encima un paquete grande de pañuelos–. A no ser que quieras ir al baño.

–Estoy tan rota...

–Pues límpiate y duérmete relajada.

–¿Y qué hago con los pañuelos...?

–Tíralos al suelo, ya los tiraremos al váter mañana –recomendó con naturalidad–. Y te voy a dar una crema para los pezones. Yo no la uso, porque incluso a Regina le cuesta dejarme marcas más allá de los mordiscos, pero la tengo.

–Uf, no sé si quiero cremas que vengan de ti... que a saber qué usáis para repararos, titanio o algo así.

–Jah. Es sólo una hidratante. Te los relajará.

–Bueno... Supongo que sería raro que una crema hidratante me hiciera más daño que tú...

Roca encendió la luz para buscar la crema, que no la tenía tan a mano como los pañuelos. Nameless se miró el cuerpo desnudo con algo de pudor. Los pantalones y las bragas estaban en el suelo desde que había recibido la orden de masturbarse con las piernas muy separadas, algo que en el momento le había parecido estupendo, pero que ahora la avergonzaba. Roca estaba en tetas, ya que se había quitado la parte de arriba para hacer posible el cálido contacto piel con piel. A Nameless también le daba bastante vergüenza pensar en eso. Pero Roca estaba llevándolo con tal naturalidad... Nameless se limpió lo mejor que pudo con el papel, que dejó bien envuelto en el suelo junto a la cama. Más vergüenza.

–Aquí tienes –dijo Roca lanzándole el bote. Nameless lo cazó al vuelo y casi salió despedida hacia atrás–. ¿Has visto que tienes más pijamas idénticos?

–Menos mal... Mmh...

–¿Qué te pasa ahora? –quiso saber tirándole a la cara el pijama nuevo.

–¿Tú... estás bien?

–Sí, yo no tengo jaleos mentales.

–Eh... mh... vale –contestó vistiéndose.

–Espera. ¿Me estás queriendo preguntar si tengo ganas de sexo?

–Ah... ¿Sí?

–¿Y en el caso de decirte que sí, que estoy cachonda por interpretar tu fantasía, qué? –retó.

–Eh... ¿Hay algo que pueda... hacer? –musitó, haciendo un esfuerzo para mirar al menos a las zonas cercanas a la cara de Roca.

Dio la impresión de que le respondería algo que la abochornaría mucho más, pero que lo terminó desdeñando con una sacudida de cabeza.

–¿Pero tú sabes hacer algo? –inquirió poniendo los brazos en jarras.

–Eh... –bajó la mirada, culpable.

–Bah, olvida eso. El asunto es si quieres hacerlo.

–Eh... Quiero...

–¿Quieres?

–...compensártelo.

–Agh, eres una moñas idiota. ¿Cuánto te he insistido en qué quería darte placer?

–Ah...

–¿Hemos quedado en que tenía que ser recíproco?

–Bueno...

–Moñas estúpida, que no es tu obligación. Yo he insistido en darte placer.

–Ya, pero...

–Más adelante, cuando no te dé vergüenza todo y tengas ganas de verdad, sin quieres te enseño a comer coños.

–Eh...

–Sí, empezaríamos por algo más suave. A mí, con que aprendas a estrangular...

–Ya, pero... ¿cómo sabré cuándo tengo ganas de verdad si yo no...?

–Esto no tiene que ver con la atracción sexual, sino con querer dar placer a otra persona. Tú eres una moñas a la que le gusta hacer sentir bien a otra gente, ¿no? Con humor, protegiendo...

–Sí...

–Pues esto es lo mismo, pero usando sexo.

–Mmmh...

–Primero acostúmbrate a no tener esa vergüenza tan tonta.

–Vale... ¿Mañana harás comentarios graciosillos al respecto?

–No, mañana te pincharé para que trames cómo destrozar a esos cabrones que han dejado libres.

–Ah... Uf.

–Ahora no te agobies con ese tema, termina de ponerte el pijama. Yo voy a masturbarme en un momento.

Nameless se preguntó si podría usar un cinturón para estrangular a Roca, si eso la hacía feliz... Pero, efectivamente, estaba demasiado avergonzada como para sugerirlo.

Roca volvió a apagar la luz y al rato pudo intuirse su respiración acelerada. Nameless se arrebujó hasta la nariz, disfrutando de lo relajada que se había quedado. Lo cierto era que, por mucho que su cabeza se empeñara en buscar pegas, peligros y humillaciones, la actividad le había sentado estupendamente.

–––

Las vampiras regresaron al Instituto del Mal después de la reunión con el "Club Secreto Heroico". Regina se desvió para pasar por la habitación de su otra prima, por si Nameless estaba despierta como para ponerla al día de los terribles experimentos de Eugene Ampersand. En el pasillo la atrajo poderosamente un olor que le recordó a Sarah: el de alguien con la libido por las nubes y que no era capaz de aliviarse, lo que le añadía una peste a estrés. Y olía a Nameless, pobrecilla.

Pero, según se acercó a la puerta, la envolvió el perfume del acto sexual bien llevado y con final satisfactorio. Se coló bajo la puerta como niebla para comprobar que dormían plácidamente. Roca se había masturbado a sí misma después. Pues nada, entonces lo mejor era dejar las pesadillas de científicos desalmados para el día siguiente.

De vuelta al pasillo, captó otro olor, que en un principio le había pasado inadvertido por estar concentrada en el hedor a excitación y frustración. Alguien había estado plantada un buen rato junto a la puerta, quieta y alerta, acechante. ¿O tal vez vigilante? Morilec había estado allí mientras Nameless y Roca se ponían íntimamente salvajes. ¿Voyeur? ¿Alguna paranoia Morilec? Pero no le venían notas de enfado, frustración ni miedo, sólo alerta. Como si hubiera permanecido en las sombras, preparada para irrumpir en la habitación si las cosas no iban bien dentro.

Vaya, quién hubiera podido pensar que Morilec podía, desde su estilo acechante y fantasmal, ser tan protectora con alguien.

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Pues naaaaada, ha salido bien el asunto, ¿no? Con final feliz.
¿Qué opinará Sica del asunto? e__e
Lo veremos durante este capítulo~

Capítulo que espero que os mole, porque empieza así de tranquis (?) pero los planes de guerra no se hacen solos *cejas cejas*

Venirsus a mi Patreon, que tengo más movidas sexys y cañeras~~
(Estoy de vacaciones, así que aquí seguiré publicando durante todo agosto, pero Patreon lo tengo más a desmano, así que buscadme como Cirkadia y disfrutad del porrón de historias que ya  tengo subidas~)

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