23. Información incendiaria V (153)


Después de un montón de crujidos que habían amenazado con desmontar a Nameless, el dolor había remitido notablemente. Y eso que Roca le clavaba los dedos que parecía que le iba a hacer un puñado de nuevos agujeros con sólo apretar un poco más. Y entonces se le escapó un ronroneó de placer.

–Te dije que te terminaría gustando –le recordó Roca, para mayor bochorno de Nameless.

–Ha habido que sufrir mucho antes –le contestó para defenderse.

–Tienes un montón de tensión en los hombros y la parte alta de la espalda. Por eso vas encogida como una rata asustada –acusó su Capitana.

–¿No será que me asustáis con vuestra locura psicópata y me encojo y me tenso?

–Nah, esto es un vicio que ya tenías antes de venir aquí –aseguró mientras seguía amasando, estrujando y recolocando. Todavía sonaba un clac o un clon-clon esporádico.

–Pudiendo tener vicios más divertidos... Al menos no gasto dinero.

–Pero te deja el cuerpo hecho mierda. Ya entiendo por qué no vistes del todo bien los trajes Elegans.

–Es por el autoestima, Roca...

–Ya, todo parte de tu misma maraña. Pero voy a desenmarañarla, como tu espalda.

–¿Tú no deberías preferirme con poca autoestima?

–¿Y eso por qué? –cuestionó sin parar de mover las manos, que estaban bajando a los lumbares.

–Una secuaz con autoestima no se deja mangonear...

–Me basta con que me seas leal, la humillación es para los enemigos.

–¿Sí? ¿Y lo de jugar con la jodida pistola que te gusta tanto qué?

–Ah, ¿pero teniéndote más en estima te asustarías menos y me divertirías menos? –planteó con sorna.

Nameless puso los ojos en blanco por el hastío antes de gruñirle:

–No me dejaría.

–¿Y cómo lo impedirías, ratita?

Nameless resopló y quiso levantarse airada, pero Roca le puso una manaza en el cogote para obligarla a volver a bajarse.

–¿A dónde vas ahora que te estoy tratando bien? –cuestionó, siguiendo con el masaje en su nuca.

–No me gusta que te rías de fí... –no puso terminar bien la frase porque la mano de Roca acababa de cortocircuitarle el cerebro.

–¿Decías? –preguntó burlona.

El placer por el masaje la tenía completamente atontada, pero la vergüenza tenía mucho poder en Nameless, así que se sacudió la mano de encima y se incorporó recogiendo la camisa del pijama.

–Que no me gusta que te rías de mí –repitió con rabia para su Capitana, que se había quedado sorprendida por su arranque de decisión-. Dices que quieres que tenga autoestima, pero te ríes de mí. Dices que me gustaría... pero te... ríes –Mierda, ¿y ahora tenía ganas de llorar?

–Sólo me ha hecho gracia que te estuvieras quejando y no hayas terminado porque casi gimes.

Nameless estaba hecha un lío, no sabía si había si había sobreactuado o si Roca seguía riéndose de ella. Se sentía enfadada, y amargada, y triste, y frustrada y... excitada. Mierda, con tanto toqueteo ahora le daba miedo mirar sus bragas. Pero su cabeza contenía un torbellino de emociones negativas. Se puso la camisa con extra de bochorno y se bajó de la cama abotonándosela.

–¿Ey, ¿dónde vas? –inquirió su Capitana.

–Al baño –le gruñó–. Tanto apretarme, me han dado ganas de mear –inventó a medias.

Si Roca sospechó cuál era la otra verdad, por suerte no la dijo y la dejó marchar. Igualmente, Nameless pegó un portazo al salir al pasillo.

–––

No le preguntaron a Veda cómo sabía hacer aquello, pero se quedaron con muchas ganas. Primero se encargó de las cámaras de seguridad, pegándoles un aparatito con pinta de pila de botón, gracias a que Darkheart podía materializarla justo detrás de las cámaras, en un punto ciego y a dos metros y medio de altura. Después esperó a que pasaron los guardias y grabó dos minutos de pasillos vacíos. Lo siguiente fue usar la grabación para ponerla cuando no había guardias y salir rápidamente a poner otra "pila de botón" en el panel donde había que meter la contraseña digital.

–Uf, menos mal –suspiró la inventora–. No utilizan reconocimiento de iris ni huellas dactilares, sólo la contraseña numérica –explicó leyendo los datos que el aparatito hackeador le enviaba.

–Demos gracias por el sentido de la seguridad tan chapucero de esta gente –murmuró Apolo.

–Si no, habría que ir a sacarle el ojo y cortarle la mano a tu tío, ¿no, Apolineo? –sugirió Tess, que oscilaba abrazada a la espalda de Aderyn.

–La idea es que no se enteren de que entramos –le recordó Apolo con dureza.

–Tess, ¿sabes que llamarle "apolineo" es llamarle guapo? –señaló Aderyn divertido.

–Ups, entonces debería llamártelo a ti –se corrigió ella.

–Es mi jodido nombre –le gruñó el que tenía nombre de dios.

Darkheart reía por lo bajo.

–Eh... ¿Os centráis? –pidió Veda con la ansiedad trepándole por la garganta.

–Sí, perdón –contestó Aderyn.

–¿Necesitas que haga algo? –ofreció Apolo.

–Ya tengo el número. Alguien con buen pulso tiene que hacer la llave –dijo sacando una llave sin muescas.

–¿Cómo se hace una llave? –contestó el motorista temerario.

–La metes en la cerradura y le das al botón de la empuñadura. Y ella ya analiza qué forma tiene que tener. No me miréis así... por favor –musitó encogiéndose.

–Es muy... útil –consideró Darkheart, evidentemente sin querer usar adjetivos de connotación villana.

–Voy yo –proclamó Aderyn cogiendo la llave metamorfa.

–Espérate a que pasen los guardias –ordenó Apolo enganchándolo del cuello de la camiseta.

–Ah, sí –aceptó él.

Cuando los guardias hubieran pasado y Veda hubo puesto otra vez la grabación, Aderyn salió con la llave, seguido de cerca por Bloodmist.

–El aburrimiento es muy grande, ¿no? –tuvo que comentar Apolo.

–Sí... No hacemos nada en las clases –justificó Veda bajando la mirada, con la excusa de vigilar lo que detectaban los aparatos.

–Lo bien que te lo pasarías en la clase de Cacharros –prometió Darkheart y sus palabras fueron seguidas por un silencio incómodo.

–También por miedo –musitó Veda al cabo de unos segundos–. Por si alguien acaba ahí... o yo.

–¿Y todo esto lo has desarrollado en dos semanas? –se interesó Apolo.

–No... Vinimos al día de puertas abiertas y... eché un vistazo... Y luego ha habido un par de lunas llenas entremedias –terminó con un murmullo–. Y tienen que volver ya –señaló de los nervios.

–Aderyn –llamó Apolo con un susurro asomándose–. Vuelve.

–Ya casi la tengo –contestó él.

–Que vuelvas –ordenó poniéndose también de los nervios.

–Ya casi... Ya.

Uno de los guardias dobló la esquina cuando Aderyn sacaba la llave maestra y Bloodmist lo enganchó para arrastrarlo rápidamente al lugar del escondite. El guardia debió de ver un borrón que no supo cómo tomarse, por lo que se acercó a la zona con cautela, pudieron verlo en la pantalla que mostraba lo que las cámaras de seguridad captaban. Veda estaba al borde de un ataque de ansiedad.

–No van a pillarnos –le prometió Darkheart diluyéndose en niebla negra–. Escondeos lo mejor posible.

El guardia se asomó por un ventanuco y después abrió la puerta. Por no hacer ruido resollando, Veda casi se asfixiaba en pleno pánico bajo una mesa. Por suerte, el escrutinio no duró más de dos segundos y el guardia aceptó que habría visto mal y siguió con su ronda.

–Muy bien, lo estás haciendo estupendamente –le susurró Apolo a Veda–. Respira, respira hondo. Cógeme las manos. Bien, respira. Ya casi hemos abierto la puerta gracias a ti.

–Oye, ¿quieres que te suba a tu habitación? –le sugirió Darkheart.

–¿Y si... dentro hay... más cámaras? –jadeó.

–Las hay –confirmó Apolo–. Si tienes más botones de ésos y nos los dejas... Aunque eres tú la que sabe usarlos y no hay tiempo para enseñarnos. Además, confío en ti, tienes solución para todo.

–No... tampoco... –contestó más agobiada.

–Perdón, tienes soluciones para muchas cosas que los demás no. Y para lo que no puedas, para eso estamos los demás –se corrigió.

–La próxima vez... ¿podemos hacer un plan antes? –rogó ella.

–Sí, claro... No se me da bien trabajar en equipo –reconoció Apolo.

–No, no se le da bien –confirmó Aderyn–. Ni confiar en la gente. Esta noche estoy tan orgulloso de ti.

Apolo agarró su compañero con fuerza por el mentón para evitar recibir un abrazo.

–Ahora vamos a hacer un plan de cómo vamos a entrar en el laboratorio, y lo vas a seguir sin hacer el loco –ordenó recuperando su dureza.

–Mmmmh, no es por joder, pero... –empezó Bloodmist–. ¿Por qué no se cuela Regi por debajo de la puerta?

–Los detectores de movimiento –contestó Veda–. Saltarían si detectaran movimiento sin haber recibido una entrada autorizada.

–¿Y dejarlo para cuando los guardias tengan que hacer una pausa para ir al baño o echar una siesta? –continuó sugiriendo la vampira de la niebla roja.

–Los humanos están hasta las dos de la madrugada, después dejan sueltos unos robots que tienen mejor oído y ven a través de las paredes. Tenemos suerte de que el convenio de los guardias de seguridad no permita que les quiten todas las horas –explicó Apolo–. Eso y que Panocha es un zote y se le olvidan los protocolos para que los robots no lo consideren enemigo –añadió con sorna.

–Ah, vaya... –dijo Bloodmist–. Pues entonces vuestro plan es mejor, sí.

–¿Sincronizamos relojes? –sugirió Aderyn entusiasmado cuando vio cómo su compañero miraba el reloj.

–No, estaba calculando cuánto ha tardado en dejar de estar borracha y decir algo con sentido.

–Ey, que he ido a buscar la ayuda que os ha desbloqueado –recordó ella algo ofendida.

–Habría que repetirlo en una situación sin peligros, a ver si tardas más –continuó él.

–No planees hacerme experimentos raros –exclamó Bloodmist.

–Y porque cerca del laboratorio de mi tío me siento sucio –rumió e hizo como si nadie lo hubiera escuchado–. Cuando vuelvan a pasar los guardias, pones en bucle otra vez la grabación, ¿no, Veda?

–Eh... sí –asintió ella, algo turbada por lo que acababa de oír–. Metemos el número en el panel, giramos la llave y, en cuanto suene el clic, ya debería registrarse que hay una entrada autorizada, por lo que Darkheart podría entrar a poner los botones. Bueno, yo con ella –dijo inspirando hondo para combatir el terror que le producía entrar en el laboratorio Ampersand.

–Vale, pero llámame Regina. O Regi.

–Vale... Eh... Grabo unos segundos de laboratorio vacío, lo pongo en bucle y ya entráis los demás. Espero tardar menos de lo que tarden los guardias en volver.

–¿Y no verán que hay una entrada autorizada pero nadie en el laboratorio? –sugirió Aderyn.

–Es lo máximo que puedo hacer –se excusó Veda muy agobiada.

–Y está bien –intervino Apolo–. Lo importante es que no salten las alarmas y no queden registradas imágenes nuestras. Lo demás ya lo apañaremos.

–Si hay pequeñas señales de que algo funciona raro, pero no tienen pruebas evidentes, lo normal es que se desentiendan –aportó Darkheart, bueno, Regina–. Ya habéis visto que al que se ha asomado.

–Esperemos que así sea –murmuró Apolo, pero no se puso mucho más negativo. Veda sospechó que por ella.

Cumplieron el plan según lo dicho y el grupo entero estuvo dentro del laboratorio antes de que volvieran a pasar los guardias.

–Os recomiendo no hurgar más allá de lo que se ve –dijo Apolo mientras se dirigía con seguridad a los ficheros–, podríais encontrar cosas horribles.

–¿Vas a buscar en el ordenador? –preguntó Aderyn.

–No hace falta, sé que tiene todo en papel –contestó él desde el archivador de la K–. Mierda, no está aquí.

–¿Entonces?

–Que es un proyecto secreto y seguramente lo tenga con algún nombre deshumanizante, o número. Pero ya que estamos, busca tu historial, quiero saber qué tiene de ti.

Aderyn se lanzó al archivador que contenía la S. Mientras, Veda miró en el de la A con recelo, sin atreverse a abrirlo.

–Lo tengo –anunció el motorista temerario.

–Fotografíalo todo –indicó Apolo pasándole una diminuta cámara de fotos y él siguió buscando los archivadores especiales–. Luego déjalo donde estaba.

Aderyn lo hizo rápidamente y, como no podía estarse quieto, siguió buscando.

–Tío, no hay tuyo.

–Bien –contestó secamente Apolo.

–Oh... de Veda sí –enseñó sacando un historial bastante voluminoso.

–Veda, te recomiendo que averigües qué saben exactamente de ti –dijo el joven médico, leyendo por encima los nombres del montón de historiales allí acumulados.

–Eh... No creo que pueda sacarle fotos... me tiemblan demasiado las manos.

–Lo hago yo si no te importa –ofreció Aderyn, encantado de fotografiar unas cuantas hojas más con su pulso relajado.

Veda asintió y fue a la L a buscar qué había de Furia. El vistazo que echó por encima del documento le dolió por los términos usados contra su amiga, por lo que tuvo mucho miedo de leer el suyo propio.

–Trae, lo fotografío también –propuso Aderyn sin dejar de fotografiar y pasar páginas.

–¿Cómo hay tanto de ti, Veda? –preguntó Regina.

–Son informes de hace años –informó el fotógrafo.

–Sí... Me detectaron el lunatismo muy joven –justificó ella.

–A mí también –añadió Aderyn–, pero en casa. El Doctor Ampersand no se enteró hasta que entré aquí.

–Y lo mucho que me jode –gruñó el sobrino del mentado.

–¿Por qué os tratan tan mal a los lunáticos aquí? –inquirió Bloodmist cabreada.

–Porque somos peligrosos –musitó Veda.

–No, porque un día al mes sobresalís brutalmente de la media –contradijo Apolo cerrando un cajón y abriendo otro–. ¿No has visto que la Academia se empeña en cortarnos por el mismo patrón, que seamos mediocres en todo? Prefieren eso a que se nos dé muy bien una cosa. Dicen que eso nos prepara la vida, pero la verdad es que si somos demasiado buenos en algo, pierden el control sobre nosotros en ese ámbito –gruñó pasando a otro cajón.

–Y eso les aterra –completó Regina.

–Vaya mierda de sitio –siseó Bloodmist–. ¿Por qué estáis aquí? Ya sé que el Instituto no es un buen sitio para todo el mundo, pero...

Apolo resopló furiosamente y si parecía que fuese como reacción a las palabras de la vampira, lo desmintió rugiendo "¡Buena chica!".

–Apo, respira –le recordó Aderyn.

–¡Lo han llamado "Proyecto Buena Chica"! –chilló el sobrino del Doctor Ampersand.

–No subas tanto la voz, por favor –le rogó Veda.

Apolo inspiró hondo, sacó otra diminuta cámara y comenzó a fotografiar las páginas mientras destilaba puro odio a medida que leía fragmentos.

Aderyn terminó con el expediente de Veda y se puso con el de Furia, por lo que ella guardó el voluminoso historial muy a su pesar en la A y después fue a ver si había algo en la M.

–No hay nada de Mantis –comentó en alto.

–Bien por ella –celebró Apolo, rabiando por el Proyecto Buena Chica–. Les salió mal. Inestable. Se recomienda cuarentena. Sí que la tenían encerrada por aquí.

–Respira, Apo –insistió Aderyn y terminó rápidamente con el expediente de Furia.

Veda acababa de guardar el historial de su amiga cuando sonó el pitido de la puerta al recibir un código correcto, seguido del chasquido de la llave, y se quedó helada de terror al escuchar al Doctor Ampersand hablando muy airado con alguien. Apolo tuvo la sangre fría de guardar los documentos sobre el Proyecto Buena Chica y les hizo gestos frenéticos para que se movieran.

Antes de que pudiera dar un tembloroso paso, Veda notó cómo se disolvía en niebla y corría esconderse al fondo como un ente incorpóreo.

–––

–Nova... –dijo Svier.

–¿Sí? –contestó su compañera de cuarto, que no se había dormido por estar dándole vueltas al asunto de salir de caza.

–¿Qué pasa con Sica, que la gente dice su apellido como si fuera lo peor?

Nova se vio en el aprieto de explicarle lo que había llegado a averiguar sobre la familia de asesinos a sueldo y que Morilec era sinónimo del monstruo del armario para los niños villanos.

–¿Baba Yaga? –exclamó Svier, tapándose hasta la nariz.

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Los nervios a flor de piel, por diferentes motivos, en esta actualización, ¿no? ^^;;

Si queréis saber sobre los lunatimos de Veda, en Patreon tenéis un relato llamado "Lunatismo heroico", en el tier4 [www.patreon.com/Cirkadia]
Y si queréis saber más de los horrores de Ampersand (el que da asco) y Virgi, el octubre pasado escribí un relato llamado "Cura". Podéis descargaros el PDF en patreon con el tier2 o leerlo en Twitter, ya que el hilo de los relatos de Octubre sigue pineado [twitter.com/Cirkadia]

Y si queréis saber más sobre Tess, Zalagath tiene los Relatos Perriféricos, aquí, en wattpad [www.wattpad.com/story/151716787-bloodmist-zalagath-edition-relatos-perriféricos]

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