21. Tentación vampírica XIII (138)


Nameless cenó recostada en su cama, y porque Jeff insistió, aunque fue verdad que después se sintió mucho mejor y hasta pudo hacer algo más de caso a lo que Roca le leía.

–¿Aprenderás algún día a ser estratega de guerra? –le preguntó su Capitana.

–¿Te refieres a si no me muero esta noche de una infección? ¿Y no me matáis tú, Sica o Kill? –planteó Nameless buscando la postura más cómoda, aunque fue extraño que eso incluyera apoyarse en la pierna de Roca–. La teoría suena interesante... pero lo de aplicarlo en la realidad...

–Ya –contestó su Capitana con sequedad y le siguió leyendo.

A Nameless no le tardó en regresar el sueño, por lo que se tomó otra dosis de antibióticos y se arrebujó contra Roca. En aquella ocasión dio las gracias por el calor que emanaba. Su Capitana leyó hasta que la consideró suficientemente dormida. Nameless alcanzó a escuchar algo sobre lo debilucha que era, y a continuación notó cómo era bien arropada.

–––

Durante la cena en el Comedor, Regina se acercó a Tess.

–Ey, primita, ¿te apetece una incursión en la Academia esta noche?

Su primita resopló transmitiendo que el plan era un rollo.

–¿Qué tramas, chanchullera?

–Voy a hacer una visitilla a una chica con la que intimé anoche. ¿No tienes tú alguien a quien visitar?

–Meh –desdeñó Tess.

–¿No quieres volver a ver a ese loco de Silverpeak? –intervino Liss sorprendide.

–Sí, pero... colarme de noche en la Academia suena a jaleo total.

–Oh, de día sería todavía más jaleo –le confió Regina–. La mayoría son gente obediente que se va a la cama con el toque de queda.

–¿Y qué le diría a Aderyn? –continuó Tess–. ¿"Hola, soy una villana loca obsesionada contigo"?

–Sí, la verdad es que ese planteamiento puede asustar a alguien de la Academia... –reconoció Darkheart–. Aunque, por otro lado, hablamos del hijo de Scolopendra...

–¿E interesarte por tu pierna? –propuso Liss–. Dile que estás preocupada por la terrible herida, interésate por si ha tenido problemas, blablablá.

–Liss, a veces eres muy inteligente –consideró su compañera de cuarto.

–A veces no, siempre –corrigió elle–. Pero a veces soy tan inteligente que sé que es mejor hacerme le tonte drogade. Pero tienes cara de que me vas a poner un "pero".

–Es que su compañero es insufrible –se quejó Tess.

–Oh, sí, Apolo es... Apolo –contestó Regina–. No es que sea el Ampersand típico. O sea, tiene todas las habilidades, y muchas más, pero es buen médico. Pero... está fatal de la cabeza.

–¿Opinas que Apolo está loco? –preguntó Liss con una sonrisilla misteriosa.

–Sí, pero en el mal sentido. Nunca me ha dejado entrar en su mente, pero percibo que está rota, traumatizada. Hace daño a la gente de su alrededor y a sí mismo. Por no hablar de lo peligroso que es con sus paranoias –suspiró.

–¿Cómo voy a acercarme a Aderyn si comparte habitación con alguien así? –lamentó Tess.

–Bueno, Apolo tiene algunas ventajas con eso de estar como una cabra –opinó Liss.

–¿Cuáles? –preguntaron al unísono Tess y Regina, la primera con escepticismo, la segunda con curiosidad.

–Que no te delatará. Chivarse no es lo suyo. Si tiene algo contra ti, te atacará, pero al menos no llamará a Panocha y toda la tropa de culturistas en mallas.

–La verdad es que siempre es mejor enfrentarse a un solo pirado que a la Academia entera –coincidió Darkheart–. No es como si no hubiéramos tratado con pirados antes. En la familia mismamente nos faltan uno o dos tornillos.

–Ya... –aceptó Tess, cuya madre era una loca peligrosa que ganaría concursos si alguien se atreviera a organizarlos.

–Oye, yo he quedado con una chica, pero, como mínimo, también lo sabrá la bruta de Furia, puede que más amigas suyas. Me vendría bien que estuvieras cerca, de la misma forma que yo te ayudaría si Apolo se pone demasiado tonto.

–Bueno... pero yo no voy a estar mucho. Me preocupo por su piernas y tal... ¿Y luego qué más le digo? No quiero parecer una acosadora –murmuró Tess.

–Seguro que hacéis buenas migas –prometió Liss–. Silverpeak parece majete. Ni punto de comparación con Apolo.

–Oye, ¿de qué conoces tú tanto a Apolo? –preguntó Regina–. Yo no tenía ni idea de su existencia hasta que llegó a la Academia, lo que me sorprende siendo de una familia famosa.

–Su familia se dedica a la medicina, con fines más o menos cabrones, y mi familia se dedica a las drogas, con fines más o menos cabrones –explicó Liss encogiéndose de hombros–. En muchos puntos chocamos o somos completamente diferentes, pero en algunos... a veces coincidimos.

–¿Coincidís con Ampersands? –se sorprendió Darkheart.

–¿Ahora me vas a decir que no se usan drogas en medicina? Yo no digo que hagamos tratos, pero suele pasar que coincidamos en investigaciones. O en querer conseguir el mismo compuesto.

Regina asintió, aunque tenía cara de estar dándole vueltas a algo. Después le hizo un gesto a su prima para sugerirle marcharse ya. Tess suspiró como si le supusiera un gran trabajo y fue con ella.

Las vampiras salieron del Instituto del Mal, saltaron el río y buscaron qué fachada les interesaba más.

–Vale, Sarah está en el mismo baño que ayer, y con bastante más gente que ayer –informó Regina–. Uf, dudo que sea para una orgía, así que espero que no me preparen algo malo.

–¿Sí? –se extrañó Tess.

–Furia es otra con un punto de locura peligroso, pero no quiero subestimar al resto del grupo. En fin, la habitación de Aderyn es una de ésas –señaló.

Tess asintió con desgana y trepó por la pared. Todo aquello de acechar en la noche no le gustaba, le hacía sentirse como una maldita acosadora. Pero Liss y Regina tenían razón, ¿cuándo sino iba a poder hablar con Aderyn? ¿Durante el día? ¿Esperando una semana para ver si coincidían en Neutralia o él organizaba otro espectáculo clandestino? ¿Mandándole un mensaje? Pasar a saludar al día siguiente de su accidente no era de acosadora, ¿qué culpa tenía ella de que la única manera de que no se la liaran los héroes fuese yendo de noche y directamente a su habitación?

Percibió el olor de Aderyn en la brisa nocturna, un olor siempre ligado a sudor y gasolina, por lo visto, o por lo olfateado. Aunque... también estaba el olor de Apo, que iba unido a desinfectante, puaj. Pero lo peor de todo era que la habitación de la que salían aquellos olores tenía la luz apagada ya. Tess se asomó con cautela por la ventana, sintiéndose otra vez una acosadora, por lo que llamó con cuidado al cristal, queriendo advertir de su presencia. Bastante decepcionada de que Aderyn fuese alguien que se acostara con el toque de queda, Tess se planteó dejar ahí su incursión y regresar a arrebujarse con Liss. Pero le daba rabia que, de mientras, Regina estuviera con alguien que le interesaba, pero, claro, a ella nunca la detenía una ventana entrecerrada. Darkheart consideraba que, si no estaba bien cerrada, era una invitación igual a estar abierta de par en par.

Finalmente, Tess empujó la ventana, que no hizo prácticamente ruido, y observó las estancia. Cada chico estaba echado en su cama. Reconoció a Aderyn porque estaba despatarrado, y parecía que su pierna estaba bien. Apolo estaba tumbado de lado, de cara a la pared y no daba la impresión de haberse enterado. Sintiéndose bastante acosadora, y aumentando, Tess saltó al interior con gracia felina y se acercó a Aderyn. Su plan era susurrarle para intentar despertarlo y, en el caso de que estuviera demasiado profundamente dormido, dejar aquello para otro día.

–Pssst, Ade –llamó, esperó y no hubo movimiento, por lo que se acercó otro poco–. Aderyn, soy Tess.

Y entonces sintió un pinchazo en el culo y se cayó de bruces hacia adelante al fallarle las piernas.

–––

Aderyn no solía irse a dormir temprano nunca, tenía que pasar algo como que casi se hubiera matado otra vez en sus espectáculos, o que estuviese enfermo, lo que ocurría una vez al año como mucho. Aquella noche estaba cansado, no sólo porque prácticamente no había dormido por el dolor de la regeneración, también porque la propia regeneración le había requerido un montón de energía, y luego había tenido que actuar todo el día como si no hubiera ocurrido nada, participando en en las clases con un grado no sospechoso de energía. Por lo que, para cuando dio el toque de queda, Aderyn ya estaba en la cama, en la que se durmió en seguida.

Y entonces le cayó alguien encima.

Se despertó sobresaltado, pensando que Apolo se habría tropezado, pero eso no podía ser, porque Apolo encendió la luz de su mesilla, apuntando con su pistola de dardos. Aderyn miró quién era la persona que le había caído del cielo.

–¿Tess? –exclamó sorprendido.

–Jodida sanguijuela –siseó Apolo–. Ya te dije que nos daría problemas.

–¿Qué le has hecho? ¿La has drogado? –preguntó al ver que a la chica le costaba responder.

–No me irás a poner pegas, ¿verdad? Iba directa a a chuparte la sangre –acusó señalándola con la pistola.

–No digas tonterías –le contestó Aderyn buscando cómo incorporar a Tess–. ¿Te encuentras bien?

–Ay... –dijo ella–. Sólo... quería... saludar...

–¿Ves? Sólo quería saludar.

–Ya, y por eso se cuela de noche en nuestro cuarto –respondió con dureza.

–Quería... saber... cómo estás... de la... pierna...

–Oh, ¿te has preocupado por mí? –se enterneció Aderyn.

–¡Miente para manipularte! –acusó Apolo.

–Apo, no grites a esta hora.

–¿Y quién más ha venido? –le exigió saber, bajando un poco el volumen, pero redoblando la hostilidad–. ¿Quién? ¿Más? ¿Ha? ¿Venido?

–Tío, relaja, no hay nadie más aquí.

–¿No? ¿No lo hay? –interrogó a Tess con saña, mirando cada rincón en penumbra como el paranoico que era.

–Mi prima... se ha quedado... en otro sitio –contestó ella con dificultad, incorporándose con ayuda de Aderyn, punto en el que Apolo se puso las gafas tintadas.

–¿Ha venido Darksy? –se emocionó el motorista temerario.

–Se ha quedado... en un baño...

–Uh, ¿tiene una cita secreta? –cotilleó Aderyn.

–¿Y seguro que está allí? –inquirió Apolo.

–Claro que sí –exclamó ella, pero se le notó un tono de mentira.

Apolo resopló, agarró la lámpara de mesa y la usó de foco al agacharse para mirar debajo de la cama de su compañero de cuarto. Una marea de sombra subió por la pared al ser expulsada del hueco y fue a materializarse junto a la puerta.

–Perdón –se disculpó Darksy–. He notado que mi prima estaba en peligro y he venido por si necesitaba mi ayuda –justificó antes de disolverse en oscuridad y filtrarse por debajo de la puerta.

–Lo tengo controlado –refunfuñó Tess entre ofendida y avergonzada, aunque seguramente también agradecida.

–¿Cómo has sabido que Darksy estaba aquí? –preguntó Aderyn entusiasmado.

Apolo no respondió, arrugó la nariz y dejó la lámpara en la mesilla. Bajó un pelín la hostilidad al quedarse una sola vampira, identificada además, en la habitación.

–¿Por qué llevas gafas de sol aquí? –se interesó Tess, algo más repuesta.

–Porque tu visión me ofende –le soltó Apolo.

–¡Tío! –le reprochó Aderyn–. No seas tan borde con ella. Que reconozco que has estado rápido, pero, tío. Un poco de amabilidad con la invitada.

–¿Con la chupasangre intrusa, quieres decir? –contestó aumentando la saña.

–Qué capullo eres cuando quieres –lo regañó su compañero–. ¿Te encuentras mejor, Tess?

–Sí... algo mareada... pero sí.

Apolo emitió un corto resoplido de indignación y decepción que los otros dos procuraron ignorar.

–¿Y tú cómo estás? –se interesó ella–. ¿Cómo está tu pierna?

–Ah, completamente curada –aseguró dándose una palmada en el muslo.

–¿Sí? ¿En un día? Eres humano, ¿no? –quiso saber aturdida.

–Sí, soy humano –contestó Aderyn riendo–. Y en realidad se me ha curado en una noche. Todo lo que Apo tiene de gruñón amargado, también lo tiene de buen médico –lo alabó.

–Por eso lárgate y déjanos descansar –ordenó el gruñón amargado.

Tess le dirigió una mirada resentida, pero, por otro lado, era consciente de les estaba privando de sueño.

–¿Quieres verlo? –propuso Aderyn de repente–. Parece una cicatriz de hace semanas.

–¿Vas a enseñar...? –empezó a cuestionarle Apolo, pero el chaval ya se había bajado los pantalones del pijama.

Tess abrió mucho los ojos y se esforzó en mirar sólo la cicatriz alargada que realmente tenía pinta de llevar semanas en el muslo, pero no pudo evitar echarle un vistazo a los calzoncillos. Volvió a bajar la mirada, intentando evaluar el poder regenerativo de las capacidades médicas de Apolo, aquello no parecía medicina habitual; pero los ojos se volvieron a ir arriba, a evaluar... otros asuntos.

–Gilipollas –le espetó Apolo–. ¿Tenías que bajarte los pantalones?

–No me dejas llevar pantalones cortos para que no se me vea la cicatriz –se justificó Aderyn.

–Porque, aunque esté curada, podrían darse cuenta de que ha aparecido de repente.

–Bah, tengo un montón de cicatrices, no pueden llevar la cuenta.

Tess pasó a buscarle más marcas con disimulo.

–Podrías haberte subido la pernera...

–La parte del tobillo no pasa de la rodilla por los cuadriceps.

–...o haberle dicho que te has curado y ya está. No exhibirte, idiota.

–No me estoy exhibiendo, esto es como estar en bañador –argumentó Aderyn, pero luego se lo pensó mejor–. ¿Me estoy exhibiendo? –le preguntó a Tess.

Por respuesta, ella apartó la mirada, avergonzada.

–No sabía que las vampiras se sonrojaran –reconoció Apolo.

–¡Cállate! –le ordenó ella cubriéndose la parte inferior de la cara con una mano. Mi... Mi madre es humana. Humana rara, pero humana. Por eso tengo... algunas cosas –contestó y se quedó confundida, porque no entendía cómo el humano que se ponía gafas de sol en interior y de noche podía haber visto su sonrojo en la penumbra creada por la lámpara de la mesilla de noche. ¿Tendría buena visión nocturna, como Khaos? La noche anterior le había dado la impresión contraria.

–¿Sí? ¿Te has sonrojado? –preguntó Aderyn inclinándose hacia ella, lo que la turbó aún más.

–Súbete ya los pantalones, gilipollas –ordenó Apolo.

–Vale, vale –accedió su compañero–. Y yo que quería fardar de lo buen médico que eres.

–No fardes sobre mí –gruñó sin agradecérselo–. Y tú, ahora que has visto que esta bien, ya te puedes...

–¿Me das tu dirección? –le soltó Tess a Aderyn–. O sea, tu dirección electrónica. O nombre en alguna red social. Por si... Para hablar. O por si vas a hacer otro espectáculo, para que me avises –sugirió improvisando sobre la marcha.

–Sí, claro –aceptó encantado echando mano de su móvil–. ¿Cómo supiste lo de anoche?

–Me trajo Max Pain.

–Ese tío mola –asintió Aderyn, enseñándole cuál era su nombre en Twinker.

–Es un villano –le recordó Apolo con frialdad.

–Pues claro que lo es. Aquí no nos enseñan a hacer algo ni medianamente peligroso ni aunque eso nos ayudara a hacerlo de forma segura en el futuro –contestó cortante, porque si había algo que pudiera amargarlo, era aquel tema–. Ey, ya me sigues –exclamó animándose al llegarle la notificación–. Y ahora... –canturreó– te sigo yo.

–Yey –respondió Tess.

–Eh, ¿el gilipollas temerario de vuestro profesor es el culpable de que el resto de la gente también viniera? –inquirió Apolo.

–No le llames así –le reprochó ella–. Aunque es cierto que es un gilipollas temerario –reconoció, pero con cariño–. Y, no sé, creo que fue pasando de boca en boca y, cuando íbamos a salir, estaban justo en la puerta y Maxi nos trajo.

–¿Cómo pasó de boca en boca?

–Yo qué sé. Un compañero tenía un panfleto de ésos.

–¿Sacado de dónde?

–Ay, no sé, de Neutralia, supongo. Qué más da.

–Sí que da –contestó inflexible–. ¿Ese compañero era el que se sentó con Mantis?

–¿Esto meterá en un problema a la heroína esa? –le preguntó ella por lo bajo a Aderyn.

–No por culpa de Apo, te lo aseguro. Es sólo que le gusta tener todo controlado, saber cómo fluye la información y tal. Y si hay "puentes" entre el Instituto y la Academia, pues quiere conocerlos. Pero no es como si fuese a delatar a nadie, aunque sólo sea porque eso nos delataría a nosotros.

La cara de Apolo no mostró gran emoción, pero parecía que estaba mayormente de acuerdo. Tess hizo una mueca de desganada aceptación.

–Sí, Full y Mantis tienen un algo, no sé cómo de profundo, pero lo suficiente como para que ella lo invitara al espectáculo.

–Yo le dije que invitara a su pareja –recordó Aderyn–. No sabía que iba a ser un villano, qué cosas –se rio.

–Esa tía está loca –murmuró Apolo.

–¿Lo dices porque se te ríe en la cara cuando eres borde con ella? –propuso su compañero socarrón.

–Meh. Y tú lárgate de una vez –le ordenó a Tess.

Ella le iba a gruñir de vuelta, pero se lo pensó mejor, tuvo una idea peor y se deslizó a la espalda de Aderyn.

–¿Irme sin probar nada? –preguntó con tono peligroso a la par que tentadora, mientras le rodeaba el cuello con una mano para sujetarle el mentón, y acercando la boca al cuello por el otro lado.

Aderyn emitió una risita de sorprendido entusiasmo, no parecía asustado, como digno hijo de Scolopendra. Pero Apolo era harina de otro costal, ni siquiera dijo "Suéltalo o...", sino que directamente disparó. Tess esquivó por los pelos el dardo que iba directo a su ojo; después, tiró de Aderyn para llevárselo hacia la ventana.

–Relaja ese gatillo –recomendó ella, procurando cubrirse detrás de su rehén, que se dejaba llevar encantado, como si fuese un voluntario para participar en un teatrillo.

Y un teatrillo tonto era para Tess. Pero la cara de Apolo hacía pensar que él se lo estaba tomando en serio, letalmente en serio. Y a saber cómo sería de poder verle los ojos. Aun así, ella acercó los labios al cuello de Aderyn, extendió los colmillos y le rozó la piel. En tal situación, mucha gente se ponía rígida, pero él prácticamente se derritió y exudó feromonas de placer. Tess se descontroló con la oleada que la empujó a abrazar más y mordisquear con un poco más de intensidad. Pero Apolo aprovechó para atacar, arrancar a Aderyn de sus brazos y agarrarle y retorcerle a Tess uno de ellos para estamparla contra la pared. Las feromonas que él emanaba eran de estrés y hostilidad.

–Lárgate o te disecciono –amenazó con tono grave que la hizo estremecerse, era como una afilada corriente fría después del fuego de Aderyn.

A Tess le hubiera gustado responderle algo como "Típico de Ampersands", pero teniéndolo tan cerca le intrigaba cómo serían sus ojos, por lo que se retorció para intentar mirarle por debajo de las gafas y averiguar si tenía ojos refulgentes como los Dementia. A él le molestó más que si lo hubiera golpeado y la soltó alejándose, para ponerse en guardia muy serio al momento. Pero, de repente, resopló hastiado.

–Eres un idiota pervertido –le soltó a Aderyn, que había sido lanzado de vuelta a su cama–. ¿En serio lo has hecho?

Tess lo miró para averiguar qué había hecho el chico que cada vez le gustaba más, y se lo encontró sonrojado y algo encogido, pero no porque le doliera algo, sino porque...

–Oh –dijo ella al reparar en el bulto en los pantalones, que menos mal que se los había subido–. ¿Te ha gustado? –preguntó, procurando tomar la iniciativa para que no la alcanzara también la vergüenza.

Aderyn sonrió algo avergonzado, pero no mucho, porque también parecía divertido. Aderyn no era alguien que se sintiera abochornado por tener una erección por haber sido acariciado por el peligro.

–¿Puedes...? –empezó a sugerir él.

Pero Apolo giró la lámpara para enfocarle a Tess en la cara y ella saltó al vano de la ventana para esquivar el siguiente ataque, que no pudo ver exactamente por estar dolorosamente deslumbrada.

Aceptó que era un buen momento para retirarse, por lo que se lanzó de espaldas al vacío, perdiéndose en la noche.

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¡Y así termina el capítulo 21! \(OvO)/
¡No, Apo, no saques el rifle para perseguir a Tess! >.<

Espero que os llamen la atención el puñado de subtramas que se están preparando para desarrollarse, subtramas relacionadas con la Academia~ =3

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