21. Tentación vampírica III (128)
Sentado en su cama, con las gafas tintadas quitadas, Apolo Ampersand miraba la ingente cantidad de datos que le llegaban a la pantalla procedentes de su compañero de cuarto desde la cama de al lado. La curación iba a buen ritmo; para cuando tuvieran que ir a desayunar, el paciente no tendría más que una cicatriz que cubriría con el pantalón. No cojearía siquiera y ningún profesor se enteraría de lo mal que le había quedado la pierna, como venía siendo habitual desde el año anterior. Incluso podría aumentarle un nivel de intensidad y asegurarse de que estaría curado con tiempo de sobra y así no levantar sospechas.
Pero... Apolo levantó la mirada de la pantalla y observó cómo Aderyn se tensaba y sacudía dolorido, retenido por las fuertes correas. Lo estaría curando y tendría su permiso, e incluso su insistencia, para obrar así, pero parecía tanto que lo estuviera torturando...
A su pantalla también llegaban datos de cuánto dolor estaba soportando Aderyn y cómo lo estaba llevando. Y era magnífico. Daban ganas de apretar para comprobar hasta dónde podía llegar aquel loco que maltrataba su cuerpo, hijo de dos locos que también maltrataban sus cuerpos. Un experimento interesante...
No, joder, no. Se empezaba así, se seguía torturando para el Gobierno mientras se repetía que era para una buena causa y se terminaba siendo considerado como uno de los mejores médicos de la Historia, cuando en realidad habría sido un monstruo. Era cosa de familia, lo llevaba en los malditos genes.
Apolo miró el reloj y puso una hora como tope, después bajaría la intensidad de la regeneradora y le daría un respiro a Aderyn, sin importar que las lecturas prometieran que todavía quedaba mucho para romperlo.
–––
–¿Y bien? –preguntó Liss cuando su compañera de cuarto se dejó caer en su misma cama.
–Tenías que haber venido –murmuró Tess acurrucándose.
–¿Qué tal ha sido el espectáculo?
–Pues... ha cogido carrerilla con la moto, ha saltado y... se ha estampado –relató.
Liss se carcajeó.
–Típico Silverpeak. Pero vive para contarlo, ¿no?
–Nameless le ha parado un poco el golpe y yo le he evitado desangrarse. Parece que estará bien, pero, no sé, Regi ha ido con ellos. Yo es que no soporto a ese medicucho –gruñó deseando desgarrarle la garganta.
–¿Qué medicucho? –se interesó Liss, dando palmaditas reconfortantes en la espalda de la vampira.
–Uno que no paraba de gruñir y mirar mal a todo el mundo –dijo, pese a que era ella ahora la que no paraba de gruñir–. Se supone que estaba por si Aderyn se hacía daño, pero luego me ponía pegas a que le contuviera la hemorragia. El muy estúpido. Si por mí fuera... –crispó la mano rematada en garras.
–Bueno, es héroe, supongo que es normal que desconfíe de una vampira.
–Pues yo desconfío de él. ¡Es Ampersand!
–Ah, sí, Apolo –Liss de inmediato.
–Oh... sí... Tú ya lo conocías, ¿no? –recordó Tess.
–Sí... Tengo la desgracia de conocer a su tío –contestó con tonillo lúgubre–. Y también a Apolo y su madre –añadió animando el tono.
–¿Entonces... está bien si lo mato un poquito? –planteó esperanzada.
Liss se rio pese a sacudir la cabeza.
–Apolo es un gruñón, y puede ser bastante irritante, y peligroso, pero en el fondo, muy, muy en el fondo, es buen chico. Seguramente esté cuidando de Aderyn ahora.
–Pero es tan irritante...
–Lo es –asintió Liss–. ¿Pero qué tal Aderyn?
–Ah, es muy majo, siempre está sonriendo el muy bobo. Y es tan guapo... –gimió hundiendo la cara en el pecho de Liss.
–Bien, bien. ¿Entonces le hablarás este año? –quiso saber su compañere de cuarto.
–No lo sé, no se me da bien ligar –aseguró hablando desde el esternón de Liss.
–¡Qué dices! Con lo sexy que tú eres –la animó–. Que si sigues ahí, me voy a calentar –bromeó. O tal vez no.
–¿Y cómo me acerco? ¿Qué le digo?
–Pues... –Liss se tumbó mejor. Era cierto que se estaba excitando con el roce de los labios de la vampira en el pecho– lo tienes fácil, ¿no? Vas a interesarte por cómo está después de estamparse. Además, te debe al menos un agradecimiento por detenerle la hemorragia.
–Sí, si me ha dicho que le debo una, pero...
–¿Pero qué?
–Pero Ampersand... tenía cara de ir a apuñalarme en un ojo con un bisturí. ¿Cómo voy a ligar si siempre ronda ese capullo?
–Ya... Puede que no puedas ligar al estilo vampírico.
–¿Y qué estilo es ése? –preguntó Tess levantando la mirada.
–Ya sabes, acechar en las sombras, colarte por la ventana en plena noche, bromear con que vas a morderlo...
–Jo... Con lo que me apetece eso...
–Pero pondría a Apolo más hostil.
–Es que encima está esta foto –dijo Tess sacando el móvil.
–¿Qué foto? –se interesó Liss.
En respuesta, Tess le enseñó la pantallita del móvil.
–Oh, ¿este vampiro tan guapo y decadente es él?
–Sí, para una actuación con su madre. Quiero que me muerda –gimió achuchándose más a Liss.
–¿Una actuación con su madre?
–Ah, sí, es que resulta que es hijo de Scolopendra.
–¿Scolopendra... la de los teatros de miedo, muy alta y con uñarras?
–Sí.
–Vaya, quién lo hubiera dicho... Pero esto te da más opciones con él, ¿no?
–Supongo... –musitó,
–Yo te apoyo. Si quieres, la próxima vez te acompaño. Aunque sea para evitar que Apolo te clave un bisturí en un ojo –bromeó.
–Si puedes...
–Si me avisas con tiempo, no me emporro tanto. Lo prometo.
–Um... Bueno. ¿Me das un poco?
–¿En forma de hierba o de sangre, picarona?
Tess ronroneó mientras le trepaba hasta el cuello.
–Llevo un rato oliendo tus feromonas, ¿sabes? –le informó mientras sus manos tanteaban bajo la ropa de Liss.
–Una vampira sexy se ha metido en mi cama y ha empezado a restregarse contra mí, y yo no soy de piedra, ¿sabes?
–Ya noto que no –le susurró jugueteando con sus zonas erógenas.
–¿Vas a comerme, vampira sexy? –preguntó insinuante.
–Por completo –respondió mordisqueándole el cuello y Liss se estremeció.
–Qué suerte la mía –se deleitó rodeándola con los brazos para pegarla a su cuerpo.
–––
La luz de los servicios se había apagado pasados unos pocos minutos y ahora Sarah se morreaba en la oscuridad, parecía que lo hacía con la oscuridad. Entraba algo de luz de luna por la ventana y el resto marginal que llegaba al interior del cubículo servía lo justo para distinguir, y no siempre, la silueta de Darkheart. Al principio le había dado un poco de repelús, pero ahora más bien le daba un morbazo tremendo. Sus antiguos escarceos con su novio nunca la había excitado tanto, pero resultaba que la vampira parecía saber todo lo que le gustaba y, si no, lo averiguaba rápidamente. Era como una fantasía a su servicio.
Darkheart le estaba besando el cuello y a ella se le ocurrió hacer lo mismo. Para su sorpresa, la vampira emitió un gemido rematado en ronroneo.
–¿Te gusta? –preguntó Sarah.
–Me encanta. Sigue, por favor.
Sarah no se había esperado una reacción tan positiva, porque su ex novio le decía que no lo baboseara y que, si tenía ganas de chupar, se arrodillara. Por lo que colocó sus labios sobre su piel sin saber muy bien qué hacer.
–Y ya si me mordisqueas...
–¿Mor...derte yo a ti?
–Cuidado con no hacerme sangre –advirtió socarrona.
Sarah se encontró en la extraña posición de morder a una vampira, y percibir cómo le encantaba. Pero no tardó en recordar que estaba en un servicio público, en toque de queda, con guardias rondando y Regina esperando...
–Eh... Lo siendo, pero es que debería... volver pronto –intentó decir entre jadeos.
–Pero antes quieres terminar, ¿no?
–Sí, pero...
–Terminamos rápido entonces. Ya nos explayaremos otro día –prometió y aumentó la intensidad de sus manos.
Sarah usó una de las suyas para taparse la boca y no gemir muy alto, con la otra se abrazó a Darkheart pera no caerse. Se sentía a punto de estallar, como si fuera dinamita y la vampira estuviera encendiendo decenas de mechas. La oleadas de inmenso placer no tardaron en llegar, aunque no fue suficiente, nunca lo era. Por suerte, su amante no se detuvo, incluso la agarró con más fuerza y subió el ritmo. Sarah gimió con la garganta contra su hombro, al menos hasta que notó los colmillos afilados de ella rozando su piel y el simple acto le produjo un estremecimiento que desencadenó el segundo orgasmo.
–Jo...der... –jadeó Sarah, a quien las piernas ya la sostenían a duras penas.
–¿Suficiente? –quiso saber Darkheart, acariciándola, y el cuerpo de Sarah reaccionó pidiendo más–. ¿Vamos a por otro? –sugirió tentadora.
–¿M-Más? –exclamó. La sorprendía que su cuerpo deseara más después de semejante meneo, pero todavía más que la vampira no se cansara ni aburriera.
–Hasta que estés satisfecha por completo.
–Vas a matarme –murmuró mientras buscaba una postura en la que abrirse... y no caerse por sus piernas de gelatina.
–Para revivirte después –le contestó con susurro.
Que una vampira le dijera eso, por mucho que fuera por seguirle el rollo, le habría parecido peligroso en cualquier momento... menos en aquél, en el que le pareció tremendamente morboso y le propició un tercer orgasmo mientras morreaba con ímpetu a la vampira.
Segundos después, se estaba desmoronando totalmente agotada.
–¿Estás bien? –se interesó Darkheart ayudándola a sentarse en la taza del váter.
–No lo sé... –suspiró–. Creo que sí... Pero no veo nada... No sé si al final me he muerto...
–Tienes buen pulso –señaló la vampira de buen humor–. Pero recuéstate contra la pared y descansa. Ahora te traigo un vaso de agua y hago que se enciendan las luces –prometió mientras la ayudaba a recomponerse el pijama–. Oh... –añadió en tono sospechoso quedándose quieta.
–¿Qué pasa? –preguntó Sarah, no siendo capaz de preocuparse gran cosa.
–Viene alguien –cuchicheó.
Acto seguido, se abrió la puerta de los servicios y se encendió la luz. Sarah parpadeó cegada y subió un poco los pies, aunque los muslos le temblaban demasiado. Darkheart medio se había encaramado a las paredes, medio flotaba, para que no la viera nadie que se agachara a mirar con toda la mala intención. La persona que había entrado llevaba zapatillas de casa y las arrastraba, lo que indicaba que, al menos, no era un guardia haciendo ronda. Pero a saber qué chica era. Regina no, porque ella no arrastraba los pies con desgana ni bostezaba sonoramente, o al menos no lo hacía en presencia de Sarah. La recién llegada fue a meterse en el cubículo de al lado, lo que tensó a la que llevaba un buen rato allí. Escuchó cómo se sentaba, suspiraba y le costaba un poco arrancarse a mear. Sarah optó por empezar a limpiarse en el mayor silencio posible, tenía una tremenda y pringosa inundación que drenar.
Mientras, Darkheart olfateaba con cara de buscar a quién correspondía el olor de la otra chica y amagó con asomarse por encima de la pared que las separaba. Sarah le hizo un gesto para que se bajara y la abroncó muda para que no espiara a su vecina. Por suerte, la otra chica se levantó, tiró de la cadena y salió de su cubículo. Sarah se dio cuenta de que ya no arrastraba los pies y lo achacó a que se habría despabilado. Oyó correr el agua de un lavabo durante un momento, y entonces la otra chica habló hostil:
–Sal ya o entro a arrancarte la cabeza.
–––
–¿Ves? No tengo fuerza suficiente –indicó Nameless, harta de intentar estrangular a su Capitana y no lograr borrarle la sonrisa condescendiente.
–¿Prefieres estar debajo? –sugirió Roca haciendo amago de derribarla.
–Pues no, pero esto es absurdo. Tienes un cuello demasiado fuerte y yo soy muy floja. Y me exaspera tu sonrisilla de suficiencia.
–Lunática apretaste más.
–Estaba lunática –murmuró incómoda.
–¿Y? El lunatismo no te hace más fuerte. Pero sí te desata.
–Me... cabreé. Creo. No lo recuerdo bien...
–¿O sea que tengo que cabrearte? –planteó pinchándola con un dedo en el costado.
–No creo que funcione...
–¿Y si haces lo que dijiste de la funda de almohada?
–No tengo muy claro cómo... Joder, hay que buscarte alguien más a quien le guste esto, porque en serio que yo no puedo. Y no sólo por fuerza.
–Estoy en ello, pero tú vuelve a intentarlo –ordenó Roca–. O te lo hago yo tres veces seguidas.
–Meh, vale, pero es una pérdida de tiempo –refunfuñó.
–Sí, mejor estrangularte yo y al menos vas curtiéndote, ¿no?
–Pues me jode decirlo, pero... sí. Así lo único que practico es en ver tu cara de condescendencia.
–Menuda masoquista eres –le echó en cara Roca como si le encantase y quiso tocarle la mejilla.
–Lo que está claro es que no soy sádica –contestó echándose hacia atrás para evitar el contacto.
–Pues algo te salió cuando estabas lunática. Así que ahí dentro tiene que estar –aseguró señalándole la frente.
–No era sadismo.
–¿No? ¿Y qué era entonces?
–Pues... hartazgo –respondió, aunque no tenía claro qué había sido.
–¿Tan harta que querías castigarme?
–Castigarte yo a ti, jah –desdeñó Nameless, aunque tal vez sí que hubiera sido algo así.
–Sigue apretando –insistió como si no hubiera escuchado nada–. Aprende para el siguiente lunatismo.
–Roca, que no voy a... follar contigo.
–¿Quién está hablando de eso? Tú nada más. ¿Por qué será?
–No me vas a liar –le advirtió Nameless muy seria–. Te pusiste a mil por lo que hice y quieres que lo haga mejor. ¿Por qué será? –le devolvió.
–Te va a gustar.
–¿Y tú qué sabes? No me atraes, ¿recuerdas? –indicó y sus dedos se tensaron sobre el fuerte cuello.
–¿Y? Tú tampoco me atraes. O al menos no tú –dijo señalándola entera–, pero tienes algo ahí dentro, algo retorcido y oscuro, a lo que quiero hincarle el diente.
–¿Como si yo fuera una chuleta o tú una vampira? –rumió molesta, porque no tenía claro dónde se ocultaba su parte oscura y retorcida.
–Supongo que lo segundo. Lo llevo en la sangre –respondió encogiéndose de hombros–. Y ese algo oscuro tuyo seguro que reaccionará cuando lo muerda.
–¿Reaccionar cómo? ¿Matándote? –planteó sin pensar y se topó con la sonrisilla de Roca–. Agh, me quieres liar. Paso –farfulló pretendiendo quitarse de encima, pero su Capitana la agarró antes e invirtió posiciones con un solo movimiento.
–¿Recuerdas lo que te he dicho de que si no lo hacías tú, yo lo haría tres veces seguidas?
–Sí... –respondió resignada.
–¿Por qué te cuesta tanto ser la parte dominante y torturadora? –planteó mientras le llevaba una manaza al cuello.
–No sé, ¿tal vez porque soy buena persona? –le espetó–. De todas formas, ¿parte dominante sobre ti? Eso es imposible –farfulló, muy consciente de su inutilidad–. Y siéntate bien, ¿no? –planteó señalando el hecho de que no estuviera a horcajadas sobre su cadera, sino que tenía las piernas alternadas con las de ella, por lo que el muslo de Roca se apoyaba y rozaba una zona... delicada.
–¿Te molesta? –preguntó con tonillo insidioso y se recolocó, pero no fue más que una excusa para rozarla un poco más. Para colmo, la mano del cuello reptó hasta su nuca, por lo que tuvo un doble estremecimiento–. Qué carita has puesto –se deleitó cerniéndose sobre su cuello.
–Para. No sigas, joder –le ordenó tensa.
–Vale, no sigo. Me paro... aquí –dijo posando sus labios sobre su cuello.
–Cabrona –le siseó Nameless, conteniéndose para no gemir ni jadear, porque todo su cuerpo estaba reaccionando. Notaba cómo el calor abrasador de Roca pasaba a ella y la derretía. Y humedecía, joder. El problema era que su cerebro daba luz verde por una parte, pero también luz roja, y no sabía cuál era la de verdad, la buena.
–¿Te has masturbado hoy? –preguntó y sus labios acariciaron su piel, por lo que se sacudió entera y se presionó más la entrepierna contra el fuerte muslo de Roca.
–So cabrona... –jadeó con los labios entreabiertos.
Entonces llamaron a la puerta, que se abrió sin esperar respuesta.
–¿Molesto?
–Joder, Morilec –rugió Roca–. Sí, siempre molestas.
______________________________
______________________________
Estas Darks son terribles, eh.
Por esto Wolfy comentó en la partida de póquer que entre las tres podían follarse a media Academia. E Instituto también ^^;;
Bueno, si supierais lo que lo que anda haciendo él ahora... e__e
Por otro lado, ahí seguimos con el dúo gilí (es como llamo cariñosamente a Apo y Ade X"D).
*los achucha*
Si queréis saber qué anda haciendo Wolfy ahora, veníos a mi Patreon y consultad la lista de recompensas de tiers. Cuanto más alto sea el tier, más relatos chachis y lore molón conseguiréis~
[www.patreon.com/Cirkadia]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top