21. Tentación vampírica I (126)


Veda se quedó paralizada al principio del pasillo al percibir una puerta abierta, pero Apolo pasó de largo.

–Ni se te ocurra echarnos el sermón, Kuura –advirtió él–. No si tú no haces nada para impedirlo.

–No voy a daros ningún sermón –contestó una chica rubia platino en el vano de la puerta abierta–. Sólo saber si habéis regresado todos bien.

–Pues ya ves cómo regresamos.

–Hola, Regina –saludó Aderyn felizmente sedado.

–Sí, ya veo... Y tú tampoco haces nada para impedirlo –añadió Kuura para Apolo.

–¿Y qué más puedo hacer? Si lo ato más a la cama, sería secuestro; y hay un límite de sedantes que puedo suministrarle antes de joderle los riñones y el hígado.

–Atarme a la cama, jeje –repitió Aderyn, como si se le ocurrieran turbias ideas al respecto.

–Y no voy a delatarlo –gruñó Apolo como si no hubiera escuchado lo anterior.

–Ah, ha preguntado por ti –recordó de repente el temerario, dirigiéndose a Kuura.

–¿Quién...?

–Quién va a ser, tu tocaya –dijo el joven médico con un puntillo torvo–. Y cuidado con que no siga por aquí –advirtió antes de empujar a su compañero dentro del cuarto y cerrar.

Las chicas de primero pasaron procurando no mirar a la cara de la Regina humana, heroína y de segundo curso, que permanecía glacial y seria. O al menos eso hicieron Veda y Furia, porque Mantis le dedicó un descarado "Hola".

Aun cuando todos los estudiantes rebeldes hubieron entrado en sus respectivos cuartos, Kuura no cerró su puerta al momento y se quedó mirando el pasillo oscuro.

–Regina, ¿pasa algo? –preguntó su compañera de habitación, sentada en la cama.

–Que Ampersand tiene razón. Sigue por aquí.

–¿Quién sigue por aquí? –se preocupó.

–La que encuentra divertido que compartamos nombre.

–¿La vampira? –susurró la compañera–. Pues... cierra, ¿no?

–¿Qué haces en la Academia, Darkheart? –le preguntó Kuura a la oscuridad.

Una sombra se destacó de las demás con suavidad.

–Aunque no te lo creas, estoy aquí para ayudar –dijo la sombra por lo bajo.

–¿A quién? –inquirió sin alterarse.

–A Silverpeak y compañía para que no les pillen.

–Pues ya están en sus cuartos todos –señaló Kuura, queriendo dejar claro que su presencia sobraba.

–Ya que estaba por aquí, quería saludaros –respondió la vampira con una sonrisilla–. Como no venís a las fiestas...

–Saludos recibidos. Buenas noches, Darkheart. Y vete de la Academia, no me obligues a dar la voz de alarma.

–De acuerdo –aceptó rezongando un poco–. Buenas noches, Regi. Buenas noches, Sarah –canturreó para la otra chica, que se sobresaltó al escucharse nombrar.

Y así, la vampira volvió a desaparecer en las tinieblas. Para creer que realmente se iría de la Academia sin dar más problemas había que ser bastante optimista, y crédula.

–––

Con Max Pain regresó en el coche la misma gente que había ido y, además, Jack.

–¿Regi se queda a su bola? –preguntó el profesor antes de arrancar.

–Sí, ha dicho que, ya que está por aquí, va a ver a quién se encuentra –contestó el compañero de cuarto de Darkheart–. Se las apañará, pero veréis mañana para levantarla para ir a clase.

–Si no amanece en la cama de alguien de la Academia –añadió Roca.

–Pues creo que no ha tentado a nadie tanto como para eso, pero con la Jefa nunca se sabe –reconoció Jack.

–¿Y Morilec? –quiso saber Max Pain.

–Creo que también va a volver por su cuenta –musitó Nameless.

–¿A qué se ha dedicado ella? –interrogó Roca.

–Pues... a mirar –contestó la única que había sabido dónde había estado la asesina, mientras el profesor arrancaba.

–¿Sólo eso? –desdeñó su Capitana.

–¿Qué más iba a hacer? ¿Matar a alguien? –planteó Jack–. Habrá sacado información que podría usar luego.

–¿Como cuál? –inquirió Roca a su Subcapitana concretamente.

–Como... averiguar las relaciones entre los héroes, no sé. Quién ayudaría a quién. Sus personalidades y esas cosas. Como no conozco las familias de héroes, seguramente me habré perdido información... Yo ni siquiera sé quiénes son los Silverpeak, que parece que todos los conocéis.

–No son héroes, son más bien artistas, feriantes –contestó Full, a su otro lado–. Su padre hace lo que has visto: saltos mortales, a veces envuelto en llamas.

–¿Y su madre qué hace? –preguntó Nameless–. Como Roca ha dicho que sus espectáculos le gustan más...

–Su madre es Scolopendra, que también...

–¡Venga ya! –interrumpió Tess mirando hacia atrás–. ¿Scolopendra? ¿La de los teatros de miedo?

–¿No lo sabías? –inquirió Roca socarrona.

–¿Pero cómo va a ser...? O sea, ¿cómo puede estar el hijo de Scolopendra en la Academia de los Héroes? –alucinó la vampira que volvía al Instituto a dormir en su cama.

–Son héroes, se fijan sólo en el padre –respondió Max Pain–. Y tampoco es que Scolopendra sea villana.

–Sólo lo parece –bromeó Full–. Bohem y Elner le darían sobresalientes.

–Y las torturas de Kill tiene que merendárselas –añadió Roca, lo que significaba muchísimo viniendo de su parte.

–Y se lleva bien con todos los bichos venenosos y asquerosos, así que Kërmil también la aprobaría –aportó Max Pain–. Bueno, yo también aprobaría a alguien que se cuelga de su propia piel, se atraviesa con agujas y se electrocuta por diversión.

Nameless abrió mucho los ojos, atónita, pero procuró corregir con aquella información la idea preconcebida que tenía de la madre de un héroe.

–Ah, por eso él dijo que si se estampaba, se parecería más al espectáculo de su madre –recordó atando cabos.

–Y no se ha quejado nada –apreció Roca–. Al menos en eso es digno de su madre.

–A mí me cuesta asimilarlo –reconoció Tess–. Scolopendra ha actuado en el Insomia.

–Sep –contestó Full sin levantar los ojos de su teléfono móvil, en el que buscaba algo.

–¿Y Aderyn estuvo allí?

–Sí, porque estaba de vacaciones.

–¡Pero no lo recuerdo!

–Porque iba de rubiales. A ver, la última actuación de Scolopendra y su equipo en el Insomnia fue en las vacaciones de primavera. El Psiquiátrico del Terror.

–Lo vi. No estaba borracha ahí. ¡E hicieron amago de secuestrarme! Pero no recuerdo...

–Aderyn hacía de paciente –contestó Full–. Agh, no hay foto de eso –murmuró–. Entró en escena siendo llevado a rastras. Pateó a un enfermero y gritó mucho hasta que lo sedaron. La Doctora Scolopendra leyó su historial de pasada. Algo de "disidente y desviado".

–Creo... que estaba demasiado entretenida mirando a la Doctora Scolopendra –reconoció Tess.

–Como para no –comentó Roca.

–Mira, esto es de otra actuación –anunció Full tendiéndole el móvil a la vampira–. No me extraña que no lo reconozcas si suele ir con estas pintas.

–Uf, qué zarrapastroso –consideró Bloodmist y se acercó la pantalla a la cara–. Pero, sí, bajo el maquillaje y las prótesis...

–Trae, que quiero enseñarte otra foto que te va a encantar –prometió Full recuperando el móvil.

Nameless alcanzó a ver a un vagabundo de pesadilla al lado de una mujer alta y delgada, muy delgada, tanto que parecía que no tenía más que piel sobre los huesos, pero seguramente el maquillaje se lo exagerara. Ambos resultarían terroríficos, entre otras cosas por las uñas que eran prácticamente garras y las miradas oscurecidas por carbón, si no hubieran estado sonriendo afablemente. Full siguió pasando fotos, en busca de la prometida.

–Vale... –musitó Nameless aprovechando un hueco en la conversación–. ¿Y qué hay del compañero gruñón de Aderyn? ¿Qué familia tiene ése? –inquirió, porque le había parecido una persona muy interesante, pese a su gruñonería. O tal vez por ella. ¿Qué clase de persona le hablaba así a dos vampiras sin ser un estúpido integral?

–Uf, su familia es lo peor –contestó Full volviendo lúgubre su tono–. Científicos de los malos, de los que se empeñan en curar cosas como la homosexualidad y el autismo, entre otras cosas, con métodos horribles. Pues como la última actuación de Scolopendra, pero de verdad.

–Científicos locos con apoyo del Sistema –añadió Jack–. No como nuestros científicos locos, que se las tienen que apañar solos, hasta que alguien les jode el experimento por jugar a ser dios. Pero a los Ampensard no les puedes joder, porque los protegen gente como Kramer, así que se envalentonan y hacen cosas mucho peores. Y lo peor de todo es que le hacen creer a la sociedad que es algo bueno.

A Nameless le hubiera gustado que le explicasen más a fondo qué hacían los Kramer, pero en ese momento estaba más preocupada por cómo estaría Virginia en su ausencia.

–Pues vaya mierda de compañero tiene Aderyn –gruñó Tess con tono de que le arrancaría la garganta de un mordisco.

–Ah, no, Apolo no es como su familia –contestó el profesor–. Será un capullo malhablado y hostil, pero es bastante decente. Y, de los héroes que conozco, es el que más odia al Doctor de la Academia, que es su tío. Aunque puede que le gane su madre, la hermana del tipejo ese.

–O sea que, la gente sabe lo que hay de puertas para adentro, odia al Doctor de la Academia –propuso Nameless, que tenía la sensación de que le habían mencionado con anterioridad el apellido de Ampersand, y sospechaba que no había sido en buenos términos...

–Eso será. Yo no sé mucho –confesó Jack–. A la Jefa le hace gracia Apolo, pero es demasiado hostil. Lo que habéis visto no es nada.

–Parecía perro ladrador, poco mordedor –consideró Roca–. Una patada y se calla.

–Si consiguieras darle una patada, no se callaría. Te advertiría de lo que puede hacer, pero me da que eres del tipo de persona que no me creería e iría a tocarle las narices a ver qué pasa. Pero eso sería si le acertaras, porque tiene buenos reflejos.

–Ya veremos. No es que sea alguien que me interese –desdeñó ella.

–Tú suficiente tienes con Lionheart, ¿no? –señaló Tess.

–Al menos tengo claro quién me interesa y no ando dudando como una idiota como tú –le espetó su prima humana.

–Haya paz –intervino el profesor frenando en seco–. Todas vais a tentar y corromper todos los héroes y heroínas que os propongáis.

–La encontré –anunció Full pasándole el móvil a Tess antes de bajarse del coche–. Es de Aderyn antes de entrar en la Academia.

–¿Qué? ¿En serio? –exclamó la vampira–. No puede ser –dijo acercándose la pantalla a la cara–. Pero, sí... es él.

–Sí que lo es –asintió Full riendo por lo bajo.

–Mis pobres bragas –musitó Tess babeando casi literalmente.

–¿Qué pasa con esa foto? –intervino Roca arrancándole el móvil de las manos–. Oh, disfrazado de vampiro –observó socarrona.

–¿Las uñarras son una seña de identidad? –preguntó Nameless al ver a Aderyn caracterizando de elegante aunque decante vampiro con unas uñas postizas de varios centímetros.

–De Scolopendra sí –contestó Full.

–Devolvédmelo –ordenó Tess recuperando el móvil para volver a mirarlo–. Ay, ¿por qué no hacen algo así en el Insomnia? Entonces sí que lo recordaría.

–Pues porque hacen teatros de miedo jugando con lo desconocido y la empatía –explicó el hijo de la dueña del Insomnia–. Y vampiros en el Insomnia... va a ser que no da tanto miedo porque sois reales. Para dar miedo, tendrían que hacer daño a los vampiros, como en el espectáculo del Psiquiátrico del Terror.

–Pues ya sabes qué decirle la próxima vez que lo veas –indicó Roca bajando del coche.

–Sí, sería buena idea –aceptó Tess sin levantar los ojos–. Full, pásame la foto, anda.

–––

–Y con esto creo que ya están todas las malditas heridas –gruñó Apolo cuando hubo cubierto el último raspón del brazo de su irresponsable compañero de cuarto. Había perfeccionado las tiritas o apósitos que le curarían las heridas superficiales en cuestión de horas.

–Gracias, Apo –contestó Aderyn felizmente sereno.

–Pero la pierna es otro asunto –continuó Ampersand hostil–. No va a dar tiempo a que se cure antes de que tengamos que ir a clase mañana.

Silverpeak miró el aparato que le rodeaba el muslo como una presa. Emitía una luz cálida sobre su herida que, cosida y lavada, permanecía expuesta sin vendaje alguno.

–¿A qué nivel está? –quiso saber.

–Te dije que no lo hicieras, pero nada, el capullo temerario tenía que lucirse –siguió gruñendo el joven médico.

–Que a qué nivel está –repitió Aderyn sin dejarse afectar por la regañina.

–Al dos y, aunque lo subiera al tres, no daría tiempo. ¿No podías al menos haberlo hecho anoche? Así habríamos tenido tiempo de arreglarlo el domingo.

–¿A qué nivel tendría que ponerse para que mañana pueda ir a clase sin cojear ni vendajes evidentes, y aguantar el día como si nada hubiera pasado?

Apolo se calló, desvió la mirada y resopló incómodo.

–"Como si nada" es imposible, tendrás que volver a hacer rehabilitación –murmuró.

–Vale, no me forzaré. Pero que no se den cuenta. Dime, ¿al seis? ¿Ocho y por eso me gruñes?

–Siete. Y ya sabes que no me gusta llegar al seis.

–Lo sé, pero hazlo –dijo y se puso a buscar a los lados de la cama para sacar unas correas amarradas a la estructura–. No pongas esa cara. Es bajo mi responsabilidad.

–Sí, como lo del salto y luego tengo que sudar para que no te mueras –le echó en cara recuperando la fuerza.

–Sé que no te gusta nada este método, pero es lo que hay, porque he sido un estúpido que no preparó bien el salto para anoche. Y porque esta gente me dijo que viniera aquí, a la Academia, porque les gustaba mi espíritu, pero no quieren que haga lo que mi espíritu me dicta. Así que átame y ponlo al siete. O voy a tener que llamar a Darkheart para que me pase un poco de su sangre vampira.

Apolo reaccionó cogiendo las correas para amarrarlo a la cama y, acto seguido, le endosó el mordedor. Aderyn no se lo tomó mal y hasta le sonrió. Era obvio que había querido picarlo, así que inspiró hondo, se recordó que aquello no era un castigo y aumentó la potencia de la regeneradora, que emitió una luz más intensa y un zumbido eléctrónico. Aderyn tenía mucho aguante para el dolor, le venía de familia y lo había estado entrenando toda su vida, así que no gritó ni se arqueó. Por el momento.

Apolo retrocedió hasta su cama entre escalofríos.

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Si consideramos que un día se acaba cuando nos vamos a dormir, el domingo todavía no ha terminado X"D

¿Qué os parece el nuevo catálogo de héroes y heroínas~?

(Sí, Nam estaba presente cuando alguien mencionó el apellido Ampersand. Premio para quien encuentre cuándo y dónde. El premio será mi amor (?))

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