20. Planes de domingo VIII (122)
La electricidad transmitida pronto dejó ida a Virginia, que se desmoronó hasta el suelo, donde gemía bajito cada que alguien recibía un chispazo, especialmente si era Nameless. Ella, frustrada por no poder llevarse a la invitada, había sacudido las piernas hasta que los brazos de ésta habían dejado de tocarla. Al menos, que no le llegara más electricidad.
–No está bien... –murmuró Nameless preocupada.
–Está como siempre que le da una de las suyas –contestó Roca sin darle importancia, ni inmutarse por el calambrazo recibido, ya a potencia media.
–Ya, pero... ¿Y si la electricidad le sienta realmente mal? –preguntó y se sacudió cuando le toco a ella. A continuación, los murmullos quejumbrosos de Virginia aumentaron como una ola–. Suena a que le duele –insistió.
–Y a ti te duele más su supuesto dolor que el tuyo –señaló su Capitana–. Eres una estúpida moñas, por eso voy a subirlo más.
–Es muy pronto –se quejó Nameless, viendo la mueca de dolor anticipado de Nova. Por otro lado, Svier tenía cara de expectación. Y Ravana, cara de preferir no hacer declaraciones–. Y deja de mirarme así...
–¿Así como que eres una idiota quejica a la que voy a endurecer? –contestó Roca.
–No te lo decía a ti –musitó mirando de reojo a Sica.
–¿A mí? –inquirió Morilec dándose por aludida–. ¿Cómo te estaba mirando yo?
–¿Con la cara de estatua muerta? –siguió Roca.
–¿Hay estatuas vivas? –preguntó Nameless despistándose–. Da igual. Y tú me estabas mirando con cara de "Oh, le duele más el sufrimiento ajeno que el suyo, tengo que seguir usando eso en su contra" –parloteó, intentando no poner demasiada mala cara por el grito de Nova al recibir el chispazo–. Puedes retirarte si no puedes más... –sugirió con tacto, tragándose el "tú que puedes".
Sica miraba a Nameless con su habitual cara de estatua muerta, pero ella percibía los matices en sus ojos.
–Mierda –resopló tensándose.
–¿Y ahora qué? –le espetó Roca. O se interesó, con ella un poco complicado diferencias, seguramente no lo haría ni ella misma.
–Mirada de "ya está ésta sabiendo lo que pienso" –musitó inclinándose lentamente hacia su Capitana.
Sica movió la mano rápidamente y Nameless se sobresaltó, por si le pegaba una puñalada allí mismo, pero su peligrosa amiga se limitó a girar las dos ruletas de la mesa.
–¡Eh! –exclamó Nameless al ver que ponía ambas al máximo–. ¿Pretendes matarme electrocutada?
Morilec no respondió, seguía igual de pétrea que siempre, pero sospechaba que en el fondo estaba fantaseando.
–¿Se ha roto? –preguntó Svier–. Se ha encendido mi luz, pero no siento nada.
–Porque le ha subido el tiempo de espera –informó Roca, regodeándose con diversión anticipada.
Svier empezó diciendo "Ah" y terminó gritando y cayéndose de la silla entre violentas sacudidas. Su mano se quedó en alto, atada por la muñequera, temblequeando a lo bestia. Virginia se puso a gritar a pleno pulmón y a revolcarse por el suelo. Nameless estaba horrorizada.
–¿En vez de sacar el puñal, me quieres torturar? –preguntó Nameless para no centrarse en que la lucecita se le acababa de encender.
–Intento no matarte –contestó Sica con tono contenido–. Por el momento.
Nameless no se cayó de la silla porque ya se había encargado Roca de abrocharle el cinturón al empezar. La electricidad le subió por el brazo a mordiscos y la hizo imaginarse alambres ardiendo siendo inyectados en sus venas. Se le paralizó el pecho y no pudo respirar, aunque en realidad era lo de menos en ese momento. Le dolió el corazón como si fuera a estallarle. Se le estrujaron las tripas, su columna vertebral restalló como un látigo y su cabeza se meneó como la de los muñecos bailongos de los salpicaderos de los coches. No tuvo claro si gritó o no, pero al terminar la garganta le ardía y estaba caída a un lado como un trapo todo lo que le permitía el cinturón. Había sido como la experiencia de la silla eléctrica, pero condensada en pocos segundos y entrando por el brazo.
Después le tocó el turno a Ravana, que se había puesto el cinturón por los pelos y, viendo que él también lo pasaba fatal, Nova hizo una demostración de mucha inteligencia y poco orgullo, se quitó la muñequera y después la de su compañera caída para que no la terminaran de reventar.
–Eh, ¿sigues viva o ya te ha matado Morilec? –preguntó Roca socarrona, pinchándola con un dedo para que se irguiera.
Nameless gruñó y se movió lo justo para dejarse caer sobre la mesa. Le sorprendía que no le saliera humo.
–¿Qué hay de evitar que ella me mate... –inquirió dolorida– o acapararme para sólo torturarme tú?
–No sé, hoy me estoy divirtiendo –contestó Roca, sin darle importancia a que se encendiera su pilotito.
Mientras su Capitana se sacudía electrificada sin rechistar, Nameless luchó por incorporarse, pensando "¿Así es como se siente una patata frita?".
–Mi idea no es torturarte –aseguró Sica.
–¿No? –contestó Nameless suspicaz.
–Quiero recordar lo fácil que es matarte, me tranquiliza –informó sin aparente sadismo.
–¡Vete a la mierda, Sica! –exclamó ofendida–. Mierda... –repitió al ver que su lucecita se había vuelto a encender.
Se había despistado, de modo que la electrocución llegó antes de lo esperado, arqueándole la espalda y echándole la cabeza más allá del respaldo. Cuando terminó, sentía como si Roca se hubiera lanzado sobre ella para aplastarla y hubiera rodado un par de veces sobre su cuerpo como una apisonadora.
–¿Por qué no has querido quitártelo esta vez? –se interesó precisamente su Capitana.
–Quería... ver cómo... lo lleva Sica –jadeó haciendo muecas con la lengua, la sentía hinchada y... ¿metalizada?
–¿Yo? –preguntó la aludida, y justo entonces se encendió su lucecita. Tampoco se inmutó.
–Sí... ya que estamos... yo también quiero ver cuánto te haría falta para espicharla con la electricidad –murmuró y se escupió en la mano para para mirarse el color de la saliva.
Sica no respondió porque estaba soportando la electricidad erguida, conteniendo las sacudidas y sin caerse sobre la mesa ni de la silla. A saber cuántas veces la habían sometido a chispazos peores para convertirla en una máquina de matar imparable...
–¿Qué haces? –le preguntó Roca mirando cómo se babeaba la mano.
–Me sabe a sangre... y me huele... –murmuró.
Roca suspiró y apagó la ruleta rusa fulminante, permitiéndole una retirada digna a Ravana.
–Suficiente. Se te han quedado hasta las pupilas contraídas. Otra más y te vomitas encima o algo así.
–Lo ponéis siempre muy fuerte –se defendió con un balbuceo, tocándose la lengua, intentando averiguar si la sentía hinchada o realmente le había crecido.
Aparentemente, Sica estaba fresca como una rosa después del chispazo, como Roca, pero habiendo reaccionado mucho menos en el momento. Menudo par de monstruos. Aunque habría que ver cómo lo llevaba Morilec por dentro, como lo del pómulo partido...
–Svier, ¿estás bien? –preguntó Nova sin dejar de mirar de reojo a las locas indestructibles que flanqueaban a Nameless.
Ravana se asomó debajo de la mesa para mirarla. La mano de Svier volvió a aparecer por encima del borde como un guiñol y formó un círculo con el pulgar y el índice, manteniendo los otros tres dedos levantados, formando un OK o...
–Os lo habéis comido, jaja –celebró Svier pese a seguir tirada en el suelo.
–––
–Oye, no ha estado nada mal la cita –reconoció Mantis mientras devolvía los tacones.
–¿Eso es que repetiremos? –planteó Full, que hasta el momento había estado mirando en una columna forrada de espejo, recolocándose el pelo.
–Eso es que podemos seguir un poco más –sugirió sacando un papel doblado.
–Ni hablar, tú te vuelves a cenar con nosotras –intervino Furia inflexible–. Que sólo falta que no te vean y comiencen las habladurías.
–¿Y qué? Que hablen esos cotillas.
–Ya tenemos suficiente mala fama –musitó Veda–, como para que encima nos acusen de confraternizar con enemigos... Nos lo pondría todo más difícil todavía –terminó bajando la mirada al suelo, evitando cruzarla con la del villano presente.
–Siempre podéis veniros a... –empezó Full pícaro.
–Dilo y te arranco la puta cabeza –amenazó Furia cogiéndolo de la pechera de la camisa.
–Vale, vale –aceptó él levantando las manos en señal de rendición–. Qué genio. Como Eisentblut.
Ella ya estaba soltándolo cuando escuchó la comparación y quiso asestarle un puñetazo. Mantis le sujetó rápidamente el brazo.
–Eh, no me lo desgracies. No al menos en la cara, que es guapo y sabe usar la lengua.
Full sonrió ampliamente ante los nudillos de Furia, pero se apartó elegantemente un paso por si Mantis no podía retenerla.
–Vámonos –ordenó la enfurecida muchacha bajando el brazo y pasando a agarrar a Mantis para arrastrarla.
–Mira el papel y dime si te mola –indicó Mantis.
–¿Un héroe va a hacer un salto de la Muerte? –se asombró Full–. Ah, que es Silverpeak.
–¿Lo conoces? –preguntó Mantis deteniéndose en seco y Furia se detuvo a regañadientes, aunque con curiosidad en el fondo.
–He visto algún que otro espectáculo de su familia, son siempre muy extremos y peligrosos –contestó él.
–Hay que joderse –murmuró Furia.
–¿Entonces irás? –quiso saber Mantis–. Me ha dicho que invite a quien quiera, siempre que no arme jaleo.
–Mmmh, ¿cruzar el río para ir a territorio enemigo? –preguntó él pensándoselo–. ¿Me prometéis que estaré a salvo?
–Tú eres el villano –acusó Furia.
–Por eso. Me dirás que no podrían detenerme y encerrarme en alguna cárcel horrible, acusado de las cosas que les interese. Podrían hasta pretender "corregirme". Soy demasiado buen amante, seguro que opinan que eso es de viciosos y desviados.
Furia no respondió, porque tendría que mentir para no darle la razón. Mantis le sonrió.
–Te prometo que te protegeremos. Somos heroínas buenas, de las que apalean villanos sólo cuando hacen cosas malas.
–Te tomo la palabra. Me consta que quieres repetir lo de hoy, con más vicio –contestó guiñando un ojo y se guardó el papel.
Mantis le dedicó una mirada lasciva y se alejó altiva, reprimiendo las ganas de darle un morreo de despedida. Intentaba no ser demasiado pegajosa pese a las hormonas borboteando. Y dejarlo con las ganas estaría bien, lo mantendría enganchado, aunque eso significara quedarse ella también con las ganas.
–Por lo menos cámbiate de ropa y ponte algo que no grite que eres un villano –le recomendó Furia, procurando que sonara a que no quería líos y no a que se preocupara por él.
–Me pondré algo discretito –prometió él despidiéndolas con mano.
Dejaron a Full en el salón de baile y ellas regresaron a los túneles para salir a la calle por la cafetería de Rosita.
–––
Virginia se había quedado completamente ida después de la ruleta rusa fulminante, por lo que Nameless, sintiéndose muy culpable, la guio de la mano hasta el comedor. También hubo que darle la cena a la boca como a una niña pequeña muy ausente. Al menos masticaba y tragaba, pero no hacía otra cosa. Era una estatua que masticaba lo que se le llevaba a la boca y nada más. La mirada la tenía perdida en el infinito más allá de la India, África, el pasillo del Atlántico, América, la pared del otro lado del comedor... Así que aquello era una estatua viva.
–La electricidad le sienta fatal –murmuró Nameless por cuarta o quinta vez.
–Así está bien, callada y sin liarla –opinó Roca.
Nameless le dedicó una mirada cargada de rabia.
–Ahora va a resultar que no te diviertes con ella levantando cien kilos con una mano como si nada y destrozando la galería de tiro –le reprochó sin pensárselo dos veces.
Roca hizo una mueca de fastidio porque su Subcapitana tuviera razón. Posiblemente después se tradujera en otra sesión de tortura para recodarle quién mandaba allí y esas cosas.
–Me gustaría saber si la han torturado con electricidad o es por otra cosa –dijo Sica, sentada al otro lado de Virginia. Por la presencia de Morilec, había un buen hueco libre en la costa de China, a la gente no les gustaba sentarse cerca de una inminente hecatombe.
Al cabo de unos minutos llegó Full y casi no se le notó que la felicidad que irradiaba se le empañó al darse cuenta de que Sica estaba allí. Pero no varió su rumbo y se sentó en su sitio de siempre junto a Hedera, aunque esta vez con Roca al lado y no Nameless.
–Disculpad el retraso –dijo como si se tratara de una cena familiar.
–Ha ido bien la cita –se interesó su compañero.
–Sí –respondió el recién llegado.
–Vamos, cuéntame algo más.
–No soy del tipo de chico que da detalles morbosos de su cita –le contestó un pelín hostil y se hizo un silencio incómodo entre los compañeros.
–¿Preferirías que me marchara? –sugirió Sica–. Aunque igualmente me enteraré de todo. Ya sé con quién has quedado y dónde.
Full se giró para mirarla ofendido, tal vez por lo que había dicho, tal vez por el hecho de que lo hubiera dicho en alto.
–Sabes que es cierto –insistió Sica.
–Sí... –murmuró él, parpadeó y siguió cenando–. Ha ido bien –añadió al cabo de unos segundos–. Congeniamos, el sexo es estupendo y mejor que será cuando nos vayamos conociendo más.
–¿Has quedado con la heroína esa? –preguntó Roca estupefacta.
–Sí. La que es amiga de la que te interesa –devolvió Full–. De hecho, también he estado con ella. No, follando no –se apresuró dignamente a desmentirle al ver su expresión–. Después, tomando un batido.
–¿Te consideran inofensivo? –curioseó Hedera.
–No te creas, están mosqueadas de cómo se la voy a colar. Me consideran demasiado bueno para ser verdad.
–¿Cómo de bueno eres con ellas?
–Pues lo mismo que soy aquí, considerándolas personas por mucho que las pinche. Están tan acostumbradas a héroes capullos y machistas que, como villano, tendría que ser un monstruo para ser peor –contestó encogiéndose de hombros–. Y esa simple e inofensiva idea puede volverse muy peligrosa en las mentes de heroínas oprimidas.
–¿Quieres hacerlas cruzar el río? –propuso Eisentblut interesada.
–¿No sería genial? A las tres les iría mucho mejor aquí. Pero no querría que ninguna lo hiciera por mí, sino porque descubran que aquí podrían ser ellas mismas sin restricciones.
Nameless se imaginó a Veda muy agobiada y a Furia haciendo honor a su nombre. De la amante de Full no tenía muchos datos, pero parecía, como mínimo, temeraria.
–Bueno, siento no poder quedarme más –se disculpó Full levantándose después de haber comido rápidamente.
–¿Y esa prisa? –se sorprendió Hedera.
–Tengo cosas que hacer –se limitó a contestar antes de marcharse.
Nameless pasó a darle el postre a Virginia y entonces descubrió que Sica se había esfumado.
–––
Full entró en su habitación para cambiarse la ropa elegante y sexy por algo más discreto que no gritara tanto "villano trasgresor de roles de género" e iba a cerrar la puerta a su espalda cuando percibió que alguien lo había seguido.
–Joder, Sica –resopló antes de volverse y acertó, era ella.
–¿Qué has pensado antes? –interrogó entrando en el cuarto y encargándose ella de cerrar la puerta.
–¿Cuándo? –resopló Full, que estaba un poco acostumbrado a que su "prima" se le apareciera así al menos una vez al año.
–Cuando te he dicho que sabías que era cierto que me enteraré de todo lo que hagas.
Full suspiró. Sabía que no serviría de nada darle largas, sólo provocaría que Sica lo amenazara explícitamente.
–He pensado... que es raro en ti decirlo. Sí, ya sé que puedes averiguarlo, pero tú nunca has dicho esas cosas. Siempre has callado y has dejado la duda de si lo sabrías o no.
Sica no dijo nada, pero él sabía que aquello, más o menos, equivalía a un asentimiento.
–Tratándose de ti, ha sido un ramalazo brutal de sinceridad –continuó él–. Porque querías quedarte, ¿no?
Se quedaron en silencio mientras Morilec asimilaba el haber sido tan obvia para él.
–Va a ser horrible cuando mates a Nameless –musitó Full.
–Sí... –reconoció Sica y salió de la habitación con suavidad y sin despedirse.
________________________________
________________________________
Va a ser horrible...
Ejem. Que vamos terminando este domingo movidito.
¿Os está gustado~?
Podéis demostrármelo con apoyo monetario y recibir un porrón más de relatos ;D [www.patreon.com/Cirkadia]
También me apoyáis comentando, favoriteando y difundiendo, eh ^^
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top