20. Planes de domingo III (117)
En cuanto Virginia se subió a la espalda de Roca, ésta quiso quitársela de encima sacudiéndose, pero la invitada tenía fuerza en los brazos, por lo que Eisentblut optó por chocarse de espaldas contra la pared y aplastarla. Nameless, que no estaba agonizando gracias a haber descolocado a su Capitana justo antes de la interrupción, brincó para ir a detener la pelea.
–¡Iba a hacerte daño! –chilló Virginia–. ¡Tengo que protegerte!
–Ya lo estábamos arreglando –aseguró Nameless–. Roca, dime qué te ha dicho Satán –pidió a continuación.
–No me da la gana –gruñó intentando desengancharse a la chavala en camisón, pero era como una garrapata.
–Cuéntamelo y luego seguimos con lo que estábamos –rogó.
–¡No! –gritó Virginia y su preocupación la hizo despistarse, por lo que acabó derribada.
–¿Me quieres manipular, Subcapitana? –preguntó Roca, manteniendo a Virginia sujeta por el cuello, al igual que había hecho con ella, pero necesitando ejercer mucha más fuerza–. Porque no creo que te prestes por voluntad propia.
–Sólo quiero la información, Capitana.
Por algún motivo, Virginia sufrió una de sus crisis al escuchar aquello, por lo que Eisentblut la soltó, a sabiendas de que la invitada suficiente tendría consigo misma.
–Así que Satán te ha usado para vengarse de Nameless –observó Sica, de repente en la puerta reventada.
–¿De qué coño habláis? –gruñó Roca, incómoda porque le señalasen que había sido manipulada por el Director.
–Antes Nameless lo ha sacado de quicio sólo con palabras.
–Y tú lo has acojonado tanto que ha querido escaparse –contestó la aludida–. ¿Y luego te ha llamado a ti para...?
–Quiere que le informe todas las semanas sobre tu evolución –rumió su Capitana–, como si él no pudiera verlo con sus propios ojos.
–¿Y qué le has dicho?
–Pues que tienes potencial.
–¿Y qué te ha respondido él?
–Que eres una moñas que protege a los demás.
–Bueno... eso es verdad. ¿Y qué más?
–Le he dicho que también eres una retorcida, maquiavélica, manipuladora.
Nameless hizo una mueca de fastidio, resistiéndose a creer que lo fuera.
–¿Y...?
–Y ha preguntado si eres tan estúpida como para haberme manipulado para para que te deje a solas con tu futura asesina.
–Wow –murmuró Nameless–. Para querer un informe ha sido tan estúpido como para insultarte antes de sacártelo todo.
–Sí que es una estupidez que me líes la cabeza para que estés a solas con Morilec.
–¿Sabéis que hay una cámara en vuestro cuarto? –planteó Sica–. Micros no.
–Me lo suponía –rumió Namelees.
–Pues si su plan es azuzar a Eisentblut contra ti... estará viendo el espectáculo –añadió Sica.
Roca volvió a encenderse de ira y se envaró dispuesta a salir al pasillo como una apisonadora, pero Nameless se le interpuso.
–Si vas a decírselo, te responderá que todos son imaginaciones tuyas y te volverá a liar –advirtió.
–Buena lo fue a decir –le gruñó de vuelta.
–Ya, pero yo soy una rata inútil que no tiene otra cosa, él es un tío poderoso con el ego escocido.
–Ya, ya... –aceptó con desdén.
–Si Satán fuese mi objetivo, lo atraería aquí para que se descubriera y además estuviera fuera de su terreno.
–¿Haciendo que crea que la estrategia se le ha ido de las manos? –preguntó Nameless y flojeó al final, por lo que eso significaba para ella.
–¿Habláis de que le haga creer que voy a matar a esta ratita? –quiso saber Roca y Sica asintió conforme al cien por cien–. ¿Pero va a colar si ha estado viéndonos?
–No nos oye, tú le das la espalda a la cámara, yo lo hago cuando hablo y Nameless se esconde la cara con sombras. Y lo que está viendo es que hemos hablado, que tú sigues cabreada y que yo me llevo a Virginia y paso de meterme en vuestros asuntos –dijo Sica agarrando a la invitada para llevársela de la mano aprovechando que seguía ida–. Actuad bien.
–Espera –pidió Nameless intentando seguirla al pasillo, pero Roca la enganchó por la nuca y la lanzó a la cama. Se incorporó mientras su Capitana encajaba la puerta destrozada de una coz. Espera, espera –pidió ahora para ella–. ¿Cuál es el plan?
–Darte tanta caña que Satán se presente aquí. Si es verdad que está mirando –contestó con una sonrisilla peligrosa.
–¿No habíamos quedado en que sería...?
–¿Teatro? –terminó Roca agarrándola para estamparla contra otra pared. Por suerte, pese a la violento movimiento, el golpe fue relativamente suave–. Sí, pero si tengo que acojonar a Satán... –se pegó a ella para susurrarle– te harás una idea de lo que tiene que ver, ¿no?
–No te pases... por favor –rogó al notar que desenfundaba la pistola–. Por favor... –insistió, quedándose petrificada cuando el arma le apuntó a la cara.
Tenía el cuello rodeado por una manaza de Roca, pero la verdad era que no estaba apretando, lo que agradecería de no estar perdiendo la razón por ver el cañón tan de cerca.
–No voy a dispar, tonta –prometió Roca con tono amigable, pero su mueca era sádica, estaba disfrutando de aquello.
Acto seguido, la desplomó en la cama y Nameless no fue capaz de presentar oposición, la presencia de la pistola la anulaba por completo. Roca se le arrodilló sobre el pecho, lo que hubiera sido una presión brutal, si no hubiera estado haciendo fuerza con los pies para no pesarle. Lástima que su siguiente movimiento fuera ponerle el arma sobre los labios. Nameless se sacudió entera y se le quedó la mente en blanco y chirriando de pavor.
–Abre la boca –ordenó Roca con toda la suavidad que ella podía tener–. Que no voy a disparar. ¿Quieres vengarte de ese cabrón o no?
Nameless obedeció mecánicamente, con la única neurona viva luchando por convencerse de que era teatro, que saldría bien. Pero el metal estaba frío y le aplastó la lengua. Se le inundaron los ojos, lo que fue una mejora por la parte de no ver con nitidez cómo la sádica de su Capitana colocaba el dedo en el gatillo. Comenzó a emitir un gemido agónico con la garganta. Como no apareciera Satán y resultara en pifia, Nameless planeaba tirarse por la ventana, o no salir de la cama nunca más.
–Menuda cara tienes, me gusta seguir aterrándote a este nivel –se deleitó Roca acariciándole una mejilla.
Nameless añadió una nota de mosqueo a su su gemido agónico. Si aquello era un teatro mudo, no había motivo para que le dijera aquellas cosas.
–Ssssh, ¿de qué te quejas si estamos jugando a tu estilo retorcido? –preguntó Roca socarrona.
Nameless tuvo el acto reflejo de apretar los dientes con fastidio, pero tenía el cañón entre ellos y el metal no era agradable de morder. Resopló agobiada.
–¿Ves como en realidad no le tienes tanto miedo? –indicó Roca y a saber si lo decía como mofa–. Pronto te gustará jugar a este nivel, estoy segura.
Los ojos llorosos de Nameless se pusieron en blanco por lo que decía semejante loca sádica.
–Pero de momento tienes cara de que va a dar un ataque al corazón –comentó bajando la mano desde la mejilla hasta el pecho–. Es creíble –añadió y Nameless sintió un pinchazo que la dejó rígida–. Me gusta cuando parece que estás muerta –apreció sacándole la pistola de la boca–, pero más cuando me ruegas para que no te mate –añadió maligna y le empujó la mandíbula para cerrársela.
Nameless no pudo responderle ni siquiera con un gruñido de garganta, suficiente tenía con apañarse respirando sin que le subiera y bajara el pecho. Al menos la estaca Rubí que tenía clavada en el corazón le relajó todas las respuestas al peligro, por lo que sus pulsaciones cayeron en picado y necesitó menos oxígeno.
–Ahora disfrutaría unos segundos de tu muerte –continuó Roca, bajando las rodillas a la cama, una a cada lado de su abdomen– y empezaría con el masaje cardiorrespiratorio y el boca a boca –añadió cerniéndose sobre ella y derramó el aliento caliente sobre sus labios inertes.
"Por favor, que no se le ocurra besarme así", deseó Nameless desde su catatonia.
Fuese a hacerlo o no, Roca fue apartada de golpe por un Satán recién materializado en la habitación, que comenzó a echarle la bronca inmediatamente. Pese a que las tretas no fueran lo suyo, Eisentblut se las apañó para que el Director admitiera lo que había hecho. Ahora que no tenía armas apuntándole y la estaca Rubí la había relajado, Nameless recuperó su mosqueo, por lo que, en cuanto pudo, le siseó un "Rata asquerosa" de todo corazón envuelto en tinieblas.
Satán se mostró sorprendido unos segundos, los que tardó en recuperar la compostura.
–Eisentblut, ¿tu Subcapitana te ha arrastrado a sus sucias artimañas? –comentó con desdén, como si de repente engañar fuera algo reprochable en una villana.
–No, yo lo he arrastrado a usted a mi terreno –contestó Roca sin bajar el pistolón con el que le apuntaba a la cara.
A Satán se le escapó una mueca de estupefacción, no se había esperado semejante réplica de la bruta de Eisentblut. "Booom", pensó Nameless incorporándose.
–¿Y a ti te gusta chuparle la pistola? –arremetió contra Nameless.
–En parte me gusta que le hayamos jodido tanto que haya respondido con esta venganza chapucera –contestó Nameless poniéndose de pie en la cama, por lo quedó unos centímetros más alta que su Capitana.
Satán puso los ojos en blanco un momento.
–Niñata deslenguada, te cortaré la lengua.
–Y pasaré a responder por gestos. ¿Me cortará las manos entonces? ¿Para eso me ha secuestrado?
–Puedo hacer lo que quiera contigo –contestó cabreado.
–No, porque es mía –intervino Roca y a Nameless se le escapó una sonrisilla, ya había contado con aquella reacción.
–Sólo la puse bajo tu protección –le recordó Satán, cada vez de peor humor.
–¿Y? Tiene potencial y es divertido torturarla, así que me la he apropiado.
–Que te crees tú eso. ¿Y a ti te gusta lo de que se divierta torturándote? Entre ésta y Morilec, menuda masoca suicida estás hecha.
–En realidad ha querido decir que es divertido "corromperme" –puntualizó Nameless.
Roca se lo pensó un momento y asintió. Sí, lo divertido era estrangularla y que Nameless aprendiera hacerlo de vuelta y esas cosas.
–Eres una rata patética por esconderte detrás de alguien que te va a torturar hasta la locura. Vete preparándote para el collar de perra.
–Usted sí que es patético por ponerse así sólo porque puedo responderle. Le supuse más poderoso e inteligente al conocerlo.
Satán se enfadó tanto que se desdibujó en una terrible sombra, o tal vez fuera fuego negro.
–Supongo que me confundió el traje elegante –añadió la ácida lengua de Nameless.
La carcajada divertida de Roca detuvo el ataque de Satán al humillarlo aún más.
–Así que eso es el estilo –señaló interesada y burlona–. ¿Ve cómo tiene potencial?
–Ya sé que tiene potencial, lo vi antes que tú, por eso la secuestré, estúpida bruta. Pero no voy a permitir que a unas niñatas de primero se les suban tanto los humos.
–Pues ofendiéndose así va mal para ganarse nuestro respeto –contestó Nameless, que seguía parapetada tras Roca.
–Haré lo que me dé la gana –gruñó él.
–Yo también me lo esperaba más... menos patético –despreció Roca.
–Creo que tiene miedo de mi relación con Sica y que ha querido usarte para romperla a hostias o algo así –aventuró bajo la penetrante mirada del Director.
–¿Miedo de que su secuestrada se muera tan pronto? –sugirió con ligereza.
–¿Te importa si le cuento el asunto entero? –preguntó Nameless.
–Cierra la bocaza –ordenó Satán–. Y no se te ocurra tutearme.
–No hablaba con usted, señor.
–¿Estás segura de que quieres ir diciéndoselo a la gente? –planteó Sica, hasta el momento oculta en las tinieblas de Nameless. La puerta rota estaba entornada–. ¿No te preocupa que haya gente interesada en la muerte de Satán?
–¿Y que te manipulen para matarme? A partir de ahora estaré paranoica de todas formas, prefiero estar loca con motivo –argumentó Nameless–. Además, si lo sabe todo el mundo, pensarán que es muy obvio como estrategia y que tú misma te lo olerías y les arrancarías la cabeza.
–Yo no arranco cabezas. Aléjate un paso de Eisentblut, anda.
–Perdón. Les... ¿meterías un tiro en la frente? ¿Puñalada al corazón?
–Mejor –aceptó Sica.
–Dejad de hablar como si no estuviera presente –ordenó Satán.
–Pues lárguese para que realmente no esté presente mientras me explican de qué va esto –respondió Roca, a la que por lo visto se le había soltado la lengua.
Satán hizo amago de crecerse como sombra terrible y la respuesta inmediata de Eisentblut fue pegarle un tiro en el pecho, demostrando que también estaba ligera de gatillo. Él hizo una mueca de dolor, pero más como si hubiera sido de muy mala educación que como un atentado contra su vida.
–Este cuarto es mi territorio –declaró Roca pasando a apuntar a la cabeza–. Última oportunidad para salir.
El Director la fulminó con mirada demoníaca literalmente encendida, pero un brillo a su espalda le advirtió que Sica había desenfundando una daga que brillaba en la Oscuridad de Nameless.
–¿Tenías eso antes de conocer la apuesta con tu madre? –inquirió con voz más grave de lo habitual.
–Por supuesto, no creerás que vendría al Instituto sin tomar precauciones, ¿verdad?
–No, claro. Y no me tutees –ordenó, aunque ya con desgana.
–Resulta que esto no es territorio tuyo –contestó Morilec, aceptando la soberanía de Roca y amargando más al Director.
–Eso ya lo veremos –gruñó y se volvió hacia Nameless–. Dos cosas. Primera, sé cómo torturarte de formas que tu Capitana no podrá protegerte.
–Ah, sí, se me ocurren cinco formas así de sopetón –respondió ella con soltura–. Pero no se las digo, por si sólo se le han ocurrido cuatro.
Satán puso los ojos en rojo sanguinolento, que en su caso hacía las veces de en blanco muy hastiado.
–Segundo –continuó él–, no te mueras pronto –medio ordenó, medio pidió, y se disolvió como sombra para desparramarse por las esquinas.
–No puedo prometerlo –le respondió Nameless al suelo.
Roca bajó el pistolón y Sica se guardó la daga mágica, que parecía mucho más normal al retirarse las tinieblas tanto de Satán como de Nameless.
–Ya estáis poniéndome al día –ordenó la soberana del dormitorio.
–––
–Mmmh, ¿entonces hay peligro de que tus amigas entren de repente a lincharme? –preguntó Full, con una mano bajo su nuca y la otra sobre el muslo de Mantis.
–Mmmh, sí, con Furia nunca se sabe –contestó ella echándole la pierna por encima de las suyas–. Le he prometido que si pretendes algo malo, las avisaré para que me ayuden a darte una paliza –informó con naturalidad–, pero seguro que piensa que soy una egoísta.
Full se giró para tumbarse de costado y dibujó una sonrisilla nada ofendida.
–¿Puedo preguntarte por qué estás en la Academia y no el Instituto?
–Puedes, pero es demasiado pronto para que te responda la verdad.
–Oh, pues entonces respóndeme con una mentira –sugirió Full acariciándole la cadera.
–Mmmh. Mi familia es una de esas familias de superhéroes de la leche, por eso estoy en la Academia.
–Vaya, ¿sabes el morbo que nos da en nuestro lado el corromper a las nuevas generaciones de las familias de superhéroes de la leche? –comentó tentándola con un beso.
Mantis respondió empleándose a fondo, hasta el punto de sofocarlo.
–Lo que haces con la lengua es... brutal –jadeó él–. ¿Podrías hacerlo un poco más abajo? –sugirió sin dejar de acariciarla con intensidad.
–¿El pecho? –señaló ella con sorna y él puso morritos–. Sí, creo que ya sé a qué te refieres –añadió bajando la mano a la entrepierna y Full pasó a besarle el cuello.
Aquello estaba bien, prácticamente se lo estaba rogando, y estaba siendo muy cariñoso, nada ver con los otros tíos con los que había estado y la habían querido empujar a hacerles una felación. Además, el cunilingus del comienzo había sido bestial. Se lo merecía. Aunque le fastidiaba que Full dejara de besarle el cuello, ella bajó a su mitad inferior concentrada para hacer un buen trabajo.
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Las escenas siguen y nadie ha muerto por el momento.
¿No es sorprendente?
Considerad pasar por mi Patreon [https://www.patreon.com/Cirkadia], echarle un vistazo, seguirme aunque no me deis dineros... También me gustaría que me dijerais sin tenéis interés en conseguir algunos relatos de los que sólo publico para mecenas (los que queráis, lo relatos, no mecenas) por un pago puntual (esto tengo que desarrollarlo).
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