19. Sangre fresca IV (108)


Nova se sentó en África Occidental, frente a Senegal. No tenía claro hasta dónde llegaba el territorio de Darkheart, ni qué pasaría si se sentaba dentro de él. No había visto que le denegara la entrada a nadie, pero a saber si habría que pagarle con sangre, tal vez incluso con sexo. Nova no tenía muy claro qué sentía hacia Darkheart, tenía brumoso el recuerdo de la noche lunática, pero tenía la sensación de que había terminado siendo divertida y salvaje. Darkheart no había querido vengarse y Herilane le había asegurado que era normal, pero Nova no terminaba de fiarse. Al fin y al cabo, los tíos a los que había dado palizas durante aquellos meses de justiciera no se lo habían tomado nada bien; pero, claro, con ninguno de ellos había follado en el proceso. Era confuso... Para colmo, ahora que estaba como Regina, a Nova se le iban todavía más los ojos. Y había recibido una sugerencia muy directa, aunque bastante elegante y nada invasiva, para repetir sexo... y no iba a negar que la tentaba un montón. Pero no se fiaba. ¿Era así como captaba gente para morderla? Herilane estaba en aquel rollo y parecía que le iba bien... Nova no estaba segura de cuánto resistiría, como Darkheart se lo propusiera en un momento que estuviera de calentón...

Se estaba levantando después de desayunar cuando aparecieron Herilane y algunas de sus Animadoras Infernales.

–Ey, ¿todo bien? –se interesó la Jefa de las Animadoras acecándose.

–Sí, sí. Ahora voy al entrenamiento.

–¿Con Morilec?

–Sí. ¿Crees que no debería?

–No, no. Regi dice que es seguro para ti. Al menos mientras Nameless esté bien.

–¿Nameless corre realmente peligro? –se preocupó Nova.

–En fin... esto es el Instituto del Mal.

–¿Eso es que sí o que no?

–Ojalá lo supiera –suspiró Herilane–. Regi asegura que no, pero su percepción del peligro ni se acerca a la nuestra.

–¿Qué puedo hacer para ayudar?

–Si ves que tienen un ambiente tenso, avísame. Aunque no estoy segura de que se pueda saber con antelación, ni qué podría hacerse de saberlo...

–Te diré lo que vea –prometió Nova antes de ir a la galería de tiro.

En el gimnasio y los jardines ya empezaba a haber bastante gente, pero dentro de la galería de tiro sólo había cuatro personas. Nova ya se había dado cuenta de que allá donde se juntaban Sica Morilec y Roca Eisentblut, el resto de la gente evitaba entrar, excepto Nameless, que estaba en medio quisiera o no. Aunque aquella vez había otra chica más, una que se le hacía familiar con su camisón blanco y sucio y su pelo negro alborotado.

–Hola, Nova –saludó Sica, pese a que no se hubiera acercado, le diera parcialmente la espalda y hubiera bastante ruido por los disparos efectuados por Roca y Nameless.

–Hola –contestó, sin poder quitarse de la cabeza lo que le había pedido Herilane. Por allí parecía que estaban bien, o al menos había muchas armas pero nadie herida.

–Vamos –indicó Sica después de dejar su pistolón con silenciador en un expositor.

La chica en sucio camisón las miró intensamente un momento e hizo ademán de seguirlas, pero se despistó con el ruido que emitió el rifle futurista de Roca al cargar y allí se quedó.

–¿Quién es la chica en camisón? –le preguntó Nova a Sica mientras iban al gimnasio.

–Mi nueva compañera de cuarto, pero parece que ahora se queda con Nameless.

–¿Te acaban de poner una nueva compañera? –se sorprendió, sobre todo porque Satán le había advertido que ella también tendría una. ¿Era el momento de las alumnas rezagadas?

–Satán no sabía dónde ponerla, así que ofrecí la cama vacía de mi cuarto y ella no puso pegas. Pero tampoco creo que sepa quién soy... –terminó murmurando.

–Creo que la vi la noche lunática entrando por una ventana con esas pintas...

–Y aquí está desde entonces. Le he pedido a Nameless que luego me ayude a ducharla y cambiarla de ropa, a ella se le da bien manejarla –aseguró Sica, pero, por algún motivo, hizo un gesto de desagrado, como si en el fondo le molestara profundamente, y se adelantó para entrar en el gimnasio.

–¿Entonces llegó el otro día? –preguntó Nova.

–Posiblemente desde la Academia. Huyendo de allí. Pon esterillas, hoy voy a enseñarte suelo.

–¿Es una heroína? –exclamó mientras obedecía.

–Su padre es uno de los más famosos, y peligrosos. Y si te lo digo yo es porque no es de los de mallas ajustadas –contestó haciendo estiramientos–. Haz lo mismo que yo cuando puedas.

–¿Y de qué tipo es su padre?

–De los de traje, corbata y contactos en las altas esferas. A su manera, los Kramer son tan temidos como lo somos los Morilecs.

Nova abrió mucho los ojos. Sí, sonaba peligroso.

–¿Y... por qué está aquí? ¿Satán la ha secuestrado?

–No, ella vino y se metió por la ventana, como tú viste. Satán no sabía dónde ponerla, hasta que anoche Nameless la descubrió. Ya has visto que está libre y suelta.

–¿Y por qué Satán no la devuelve a la Academia?

–Seguramente esté buscando la forma de fastidiar y sacar partido, pero, por el momento, creo que principalmente está haciendo una buena acción.

–¿Sí? –alucinó, el Director no le parecía alguien dado a las buenas acciones.

–Virginia hasta hace poco era... de apariencia y de modales, como yo, serena y educada. No sabemos qué le ha pasado este verano, pero de repente ha aparecido así y ni la Academia ni su familia la reclama, así que lo que sea que le han hecho, se lo ha hecho su bando. ¿Preparada? ¿Te has estirado suficiente?

–––

–Hasta hace un momento tenías mejor puntería –acusó Roca.

–Le empiezo a pillar el truco al rifle y, aun así, me cuesta centrarme. Y aquí me siento muy... expuesta –justificó Nameless.

–¿Expuesta? ¿A qué?

–Me he... acostumbrado a estar en el altillo. ¿Qué? ¿No habíamos quedado en que soy una rata?

–Y me parece que cada vez te gusta más que te llame así.

–Bueno... ¿qué le voy a hacer si me siento más cómoda oculta?

–No hay nada vergonzoso en ser una rata –intervino una nueva voz a su espalda.

–Jack, vuelve a hacer eso y te vuelo los sesos –amenazó Roca.

–Inténtalo –retó él separándose de la columna contra la que estaba apoyado de forma de aparentemente casual–. Y así de paso vas pacticando para Morilec.

Nameless receló. ¿Vendría el chaval de tercero buscando problemas? Porque estaba a punto de asegurárselos con Roca. Y, maldita sea, ¿cómo lo hacía Jack para moverse y aparecer como Sica?

–¿Te envía mi prima?

–No, no, Regi sigue dormida –contestó él–. Me he acercado por mi cuenta para saber cómo estábais todas, si seguíais vivas y esas cosas.

–Pues claro que seguimos vivas –gruñó Roca ofendida y se fue con Virginia, que estaba abrazando un lanzagranadas, o tal vez un lanzamisiles, con pinta de poder reventar toda la galería de tiro.

–¿Entonces todo bien? –insistió Jack para Nameless, que consideró que sonaba genuinamente interesado.

–Quien más peligro corrió anoche fue Darkheart, que casi se queda sin cabeza.

–Sí, le pudo la curiosidad –respondió como si le hiciera mucha gracia.

Nameless miró con incomodidad el maniquí que se suponía que estaba agujereando ahora, no le apetecía que Jack la viera fallar miserablemente. O no le apetecía saber que Jack la veía fallar miserablemente, porque a saber cuánto tiempo llevaba espiando.

–Por cierto –dijo él para romper el silencio–, resulta que me he dado cuenta de que para hacerte la ola necesito a más gente que esté de acuerdo, así que espero que no te importe que se quede en reverencia –añadió efectuándola.

–¿Eh?

–Te prometí hacerte la ola si llegabas al sábado sin que mi Jefa te mordiera y lo has cumplido con creces.

–La noche lunática me dejó escapar muchas veces y el viernes estuve sola la mayor parte del juego, hasta mutar tanto que me comí la fusta de Kill. Me pregunto si realmente la digerí...

–No hay nada de malo en ser una rata a la que subestiman o que pasa la mayor parte del tiempo oculta. No hay más honor en morir rápido. Al menos para mí –contestó Jack encogiéndose de hombros.

–Por cierto, gracias. Por protegerme de Roca –aclaró Nameless aprovechando que la aludida estaba entretenida cargando el lanzamisiles al que Virginia le había cogido cariño.

–De nada. A mí me pasó algo parecido. Zack me dejó atrás por considerarme inútil y yo me arrastré por la oscuridad, mutando. Cuando me encontré con él, le pegué un mordisco con esa dentadura asquerosa, y no se lo tomó nada bien, claro. Una de tercero me protegió como pudo. Así que puede que el año que viene o el siguiente te toque a ti proteger a alguien.

–El año que viene... –repitió bajando los hombros.

–Ya verás cómo llegas –aseguró él.

Nameless hizo una expresiva mueca de escepticismo.

–Si no me matan Roca ni Sica, hay tantas opciones...

–Lo de Morilec la verdad es que ha sido ponerte el juego en modo difícil –reconoció Jack.

Nameless asintió mirando cómo Roca le enseñaba a Virginia a usar el lanzamisiles.

–¿Te ha quedado claro cómo se usa? –le preguntó Eisentblut y la invitada asintió con seguridad–. Pues dale.

Nameless pensó en lo bien que se llevaba Roca con una supuesta heroína por el siemple hecho de que fuera tan fuerte y bruta como ella. Como Némesis, la chica con la que se había pegado virtual y físicamente.

Virginia se echó el lanzamisiles al hombro como si fuera un bazooka de juguete.

–Sí que está fuerte –consideró Jack.

Nameless no respondió, porque estaba alucinando con que la invitada en camisón acabara de lanzar aquel trasto hacia los maniquís como si fuera una jabalina. Roca estaba rugiendo un "¿Pero qué mierdas haces?" cuando el cacharro tocó suelo junto a un maniquí, justo el último, y se disparó. La bala, misil o supositorio masivo salió en perpendicular a la trayectoria del lanzamisiles, reventándole las piernas al maniquí y siguiendo adelante, destrozando maniquís en perfecta línea ascendente, por lo que al último de la derecha le voló la cabeza y después creó un boquete en la galería de tiro.

–¡Gano yo! –proclamó Virginia levantando los brazos orgullosa.

–Ganas tú –exclamó Nameless con desquiciado entusiasmo. Pedazo de monstruo.

Roca se quedó mirando toda la línea de la destrucción.

–No sé si tiene una potra inmensa de tía loca o un control brutal de verdad –reconoció con lo que, tratándose de ella, podía ser considerada una gran muestra de sorpresa y respeto.

–––

–Sí, aquí nos bajamos –indicó Max Pain, para alivio del conductor del camión.

–Gracias por el viaje –canturreó Svier bajándose del vehículo.

El hombre sonrió tirante y no se relajó hasta que el profesor de Supervivencia se bajó sin pegarle un tiro con su extraña arma.

–¿Es aquí? –quiso saber la nueva alumna mirando su entorno.

–¿El Instituto? No, todavía está lejos. Pero aquí vive una conocida y espero que nos ayude.

–Ah, vale.

Se habían bajado a las afueras de una ciudad, muy cerca de unos terrenos cercados por un espeso seto. La casa estaba bien aunque no llegaba a mansión, pero los terrenos que la rodeaban eran enormes y tenían todo tipo de instalaciones.

–No suele pasar mucho tiempo en casa, pero a ver si hay suerte –deseó Max Pain peinándose con los dedos, aunque en su caso significaba despeinarse de una forma concreta y estudiadamente juvenil.

–¡Se oyen perretes! –exclamó Svier al escuchar los ladridos.

–Sí, a Hessian le encantan los perros.

–Yo soy más de gatetes, pero los perretes están bien –informó la nueva alumna del Instituto, si llegaba a hacer el ingreso.

–Eso está bien, suavizará las cosas –dijo él antes de llamar al timbre de la pared exterior–. Buenos días, o tardes, que no sé en qué hora vivimos ya, ¿está Hessian? Soy un amigo.

–La señora Hessian no se encuentra en casa en estos momentos. ¿Quiere que le programe una cita?

–Eh... No, gracias. ¿Podría llamarla ahora y decirle que Max Pain, del Instituto, necesita su ayuda urgentemente? Por favor.

–Un momento –pidieron por el aparato.

Mientras esperaban, los ladridos de la jauría de perros sonaban más cerca al otro lado del grueso muro de setos, a través del que Svier intentaba atisbar.

–¿Hessian también estudió en el Instituto del Mal? –se interesó ella–. Hola, perrete.

–Sí, estaba en tercero cuando yo entré en primero. Me salvó de unas cuantas, así que espero no le moleste hacerlo una vez más.

–Pasad –les dijeron por el interfono y el portón metálico comenzó a deslizarse a un lado.

En cuanto tuvo hueco, Max Pain entró, seguido por Svier, y los recibió la jauría de perros de todas las razas, tamaños y colores, sobre todo porque muchos tenían prótesis de colores vivos, sobre todo patas.

–¡Eh, quietos! –ordenó un chaval–. Dejad a los invitados.

La mayoría de los perros le hicieron poco caso y Max y Svier se vieron envueltos en una vorágine canina, aunque a ninguno de los dos le disgustó, porque se notaba que estaban encantados de su presencia y querían jugar.

–Por aquí –indicó el chaval con un gesto de una mano enguantada de negro–. Si os dejan.

Con cuidado de no pisar a nadie, los invitados avanzaron por el jardín. Desde más de cerca, quedó claro que lo de su guía no era un guante, sino una prótesis negra y brillante, como un coche de lujo, incluso tenía cierta iridiscencia según como le diera la luz. Cuando estaban a escasos metros de la casa, salió una mujer a recibirlos; en su caso, la pierna ortopédica era mucho más evidente por ser rosa y amarilla a franjas diagonales.

–Estoy contactando con Hessian por videoconferencia –informó y el chaval se quedó atrás intentando manejar a la jauría, aunque había uno en concreto que giraba como loco en torno a Svier–. ¿Amigo del Instituto entonces? –quiso confirmar mientras entraban en la casa.

–Sí, ella estaba en tercero cuando yo entré en primero –repitió Max Pain.

–Espera, ¿eres el chaval supertemerario que nunca se termina de romper?

–El mismo –contestó sonriendo orgulloso.

–Hessian dice que da igual desde dónde te caigas, que nunca necesitarás una de nuestras prótesis. Una semana escayolado como mucho y listo.

–Sí, es mi superpoder –asintió riéndose.

Entraron en un despacho y en una pantalla les esperaba una mujer de complexión muy fuerte y pelo corto. A ella le asomaba de la manga un mano cobriza, a juego con la corbata.

–¡Hessian, qué raro se me hace verte en camisa, y no en camiseta de tirantes enguarrada de arrastrarte por la selva! –saludó alegremente Max Pain.

–Maxi, ¿qué diablos haces en mi casa cuando deberías estar en el Instituto?

–Pues... tenía que ir a recoger a Svier –empezó señalando a la chica–, pero tuvimos un problemilla con el transporte y hemos llegado hasta aquí haciendo dedo...

Hessian interrumpió con una potente carcajada.

–¿Cómo te pone Satán una misión si trabajo fácil que pillas, trabajo que complicas a niveles épicos?

–Oye, no ha sido culpa mía –se defendió él.

–¿No? ¿Y cómo habéis tenido ese problema con el transporte?

Max Pain dudó como un crío que supiera que había metido la pata.

–Puede que me pasara haciendo tirabuzones cuando iba a buscar a Svier...

–¡Eh! Habértelos reservado para cuando yo estuviera, que yo también quiero –le reprochó la alumna.

–Lo siento, perdón. Quería cogerle la mano para luego lucirme –se disculpó, más avergonzado por haberle negado los tirabuzones a Svier que por haber fastidiado el coche–. Y puede que lo forzara demasiado...

–Así que necesitáis un vehículo para llegar al Instituto –asumió Hessian, de buen humor, parecía muy afable.

–Cuanto antes, para que Satán me despelleje lo menos posible.

–¿Y... ella es la nueva? –se interesó la mujer.

–Sí, es nueva. Acabo de sacarla de la cárcel.

–Le di con mi palo a unos capullos que querían pelea –informó Svier orgullosa, sacando pecho.

–Perfecto, veo que eres de mi rollo. Aunque no me refería a eso –murmuró–. Samantha, que cojan uno de los coches voladores, pero que se lo conduzca alguien, que no quiero que este loco lo estrelle.

–¡Oye! Que conduzco bien –se defendió Max Pain.

–Sí, si estás en una persecución, no si simplemente quieres llegar a casa. Ahora tengo una reunión, ya nos veremos cuando vaya de visita al Insti.

–¡Ah! Vuelve a venir en viernes par –pidió rápidamente él, olvidándose la ofensa–. Y si es en el de Halloween... –hizo gestos de que sería perfecto.

–Para que me vuelvan a cortar la cabeza y dar un caballo, ¿no? –respondió Hessian con una sonora carcajada–. Hablaré con Satán para saber qué otros viernes pares planea y veré cuál me llama más. Suerte en el Instituto, Svier –canturreó como despedida y cortó la comunicación.

_____________________________________________
_____________________________________________

Nova, enviada especial a primera línea de batalla X"D
Pobrecilla, no sabe dónde se está metiendo e___e
(Recordemos que en la parte anterior Sica dijo que no cerraba posibilidades respecto a aceptar un encargo de matar, entre otra gente, a Nova e___e;;;)

Espero que hayáis disfrutado de la pequeña aparición de Jack, que sé que tiene muches fans pese a lo poco que sale.

Y hablando de Jack salido (oh, querida, qué bien hilado), ayer publiqué en mi Patreon un relato calentorro en el que uno de los personajes es Jack. Así que si queréis leer a ero-ero-Jack~ [https://www.patreon.com/Cirkadia]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top