Leo y me estremezco. 
Mis trémulas manos agitan el documento prohibido que cae al suelo. 
Sombras oscuras obnubilan mis desconcertados pensamientos. 
¡Es imposible! 
No quiero aceptarlo, lo dicho allí es inconcebible. 
¡¿Adoptada yo?! ¡¿Dónde están mis padres realmente?! 
Execrables hipótesis florecen como hiedras venenosas en mi mente. 
Me miro al espejo y palidezco: ¡No me parezco a ellos! 
Mi reflejo es imagen de extraños rostros ajenos. 
¿De quiénes? 
Mi corazón se quiebra, los pedazos se clavan por mi pecho como esquirlas de hielo. 
Esa fecha…  
Encaja la primera pieza del cruel rompecabezas. 
Voces enterradas, en el pasado oscuro de mi patria, claman. 
Indago, investigo, me someto a un análisis… ¡Todo es cierto!
La verdad duele, la tristeza arde y muta en odio intenso. 
No puedo perdonarlos, por más amor que me hayan dado, deben ser condenados. 
Mi identidad ha sido flagelada por aquellas personas cómplices de la más ruin historia. 
¡No logro respirar! Un mareo me embarga y agobia.
Me voy desvaneciendo, siento que muero como él, como ella, mis padres biológicos…  
¡Debo ser fuerte y luchar contra deseos ilógicos! 
Aunque no los recuerdo su esencia yace en mí, una huella genética que persiste, que clamará por justicia, verdad y memoria.