[09]-Ocultos

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.

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Capítulo IX: Ocultos

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Mabel se encontraba abrazando sus piernas contra su pecho en una esquina de la habitación, miraba al sujeto que estaba sentado en un sillón color vino con un decorado de huesos. Un silencio incómodo y sepulcral había entre ellos.

La chica hecho un vistazo a la habitación donde se encontraba; un suelo de mármol oscuro con la apariencia de un universo y con destellos plateados, siendo un piso era elegante, las paredes revestidas de color carmín con una columna de runas oscuras adornando las esquinas, el negro poco intenso entre techo que terminaba en forma del interior de una pirámide; un ventanal en forma de triángulo con el ojo de la providencia en el vitral, con dos tonos diferentes de amarillo uno intenso y el otro claro, y un tono rojizo; en la misma habitación había una alfombra enorme y terciopelada de color guinda con el diseño medieval, como la de los libros, había muebles del color oscuro de la madera lisa y brillante, una enorme cama con sabanas en tonalidades grises y blancos; los doseles de la cama eran de roble oscuro y con cortinas rojizas transparentes.

Mabel noto dos puertas oscuras y elegantes, con la chapa brillante de color oro. Se preguntó a donde llevaría dentro, una posible salida y el otro al armario. Hasta que escucho una voz carraspear y sacarla de sus pensamientos.

- - Uno lleva a mi baño personal y el otro a una posible perdición en mi castillo, si sales de aquí. – Respondió el rubio, rompiendo el silencio que habían formado desde que llegaron.

La castaña se encogió de hombros al escucharlo, no quería decir nada.

- - No te haré nada. – Recalco. – Tú castigo término cuando estábamos en la habitación. ¿Lo recuerdas? Hasta te dije que lo hiciste bien, en aguantar.

Ella lo siguió ignorando, aun recordaba en la forma como la toco. No podía soportar estar a su lado, se sentía tan real.

- - Pyronica utilizo una ilusión en ti, te puso a dormir. – Dijo molesto el demonio, golpeando el reposa brazos del sillón. – Lo que haya sucedido, no era yo.

Mabel seguía sin querer escucharlo, sus heridas en la espalda picaban y seguían doliendo. Paso una mano por sus antebrazos para tocar los arañazos que tenía en su piel nacarada, líneas que pintaban a rojizas y violetas. No pudo evitar derramar más lágrimas de sus ojos hinchados.

En cambio Bill seguía viendo a la pequeña llorar en el rincón de su habitación, lo que iba ser una noche de tortura con azotes y tal vez tortura emocional al ver a su tío sufrir. Con el fin de dejarla regresar con los suyos, y tal vez ganarse su odio y temor. Se terminó convirtiendo en una víctima de síndrome post traumático de estrés y violencia.

- - Maldita zorra de Pyronica. – Gruño molesto. – Cuando la encuentre la matare nuevamente.

Volvió a ver a la chica que seguía derramando lágrimas en silencio. Le incomodaba tenerla en esa situación.

- - Voy a acercarme. – Le avise.

Levantándose de su asiento se acercó a ella arrodillándose frente a ella, acerco su mano para tocarla pero fue recibido por otro golpe en su rostro. Notando que la mirada de la castaña en esos ojos avellana; reflejaban un marrón y un verde oscuro y lleno de odio y miedo hacia él.

- - No es real. – Le dije tomando su brazo. – Nada de ese sueño fue real.

Mabel golpeaba su mano con toda su fuerza, intentando zafarse de su agarre, pero no conseguía apartarlo.

- - Te diré que es real: los azotes que te di son reales, los cortes en la piel eran reales, tú tío era real cuando te observaba. – Menciono serio. – Era una ilusión lo que te puso ella: el sueño e incluso cuando rompí tus piernas era una ilusión.

La chica continuaba empujando su mano pero no conseguía moverla.

- - Desconozco el sueño que utilizo... - Dijo el rubio. – Pero sé que soy tu principal fuente de temor.

Con su mano la atrajo levantándola del suelo, sintiéndola retorcerse en su agarre lanzando patadas y golpes a su espalda, entre mordidas en su antebrazos. Se defendía con bastante fuerza para ser una chica de 12 años. No gritaba o protestaba, se había quedado muda tras el momento traumático. Su única defensa era los golpes que daba con sus manos y pies.

Bill se sentó con ella colocándola en su regazo sujetándola de las muñecas, con su mano se dirigió a sus labios para quitarse el guante tirándolo de sus dientes. La chica temblaba violentamente entre su brazo y respiraba de forma agitada, comenzaba a hiperventilar.

- - Quédate quieta y calmada. – Dijo Bill con voz suave intentando no infligir el sentimiento de miedo. – No haré eso. – Había leído un fragmento de sus pensamientos que decía "me va arañar la piel y me morderá". Bill convoco una llama azulada en la palma de su mano y la paso sobre los arañazos que le había hecho, cuando intentaba despertarla. Froto con cuidado las heridas de su piel, reparando y reconstruyendo el daño superficial del tejido lacerado, observando como poco a poco se regeneraba y terminaba curando. – Te sanare. Solo quédate quieta...

Vio que la pequeña pree adolescente cerraba los ojos con fuerza ante su toque. Continuo curando sus heridas en sus antebrazos, viendo como las líneas rojizas desaparecían mientras propiciaba un masaje en sus músculos adoloridos. Paso su mano recorriendo su brazo hasta llegar por sus manos, acariciándolas con suavidad y eliminando rastro de magulladuras en su piel.

La castaña seguía sin abrir los ojos, pero sentía el toque de sus dedos contra su piel lastimada. Sentía alivio en los cortes y de una forma cálida. Respiraba pausadamente y gimoteaba, porque aun recordaba las escenas de ser violada por aquel demonio.

Bill por un momento vio el rostro medio calmado de la chica, su respiración quieta y su rostro suavemente cincelado. Su cuerpo era liviano para su estatura y peso, ¿Cuánto había pasado desde que inicio el Raromagedón? Su Estrella fugaz no sonreía, no veía ese rostro alegre que siempre había observado desde la primera vez que la conoció. Quería verla sonreír... aunque fuera una vez.

- - ¿Te mordiste las uñas? – Burlándose al tomar sus manos y restaurarlas con parte de su fuego. – Debería llamarte el "monstruo comedor de uñas".- Quería calmarla sacándole una sonrisa tonta o molestarla, como antes. – Oh te llamo señorita come uñas.

Veía que la chica seguía ignorándolo, por lo que tuvo que continuar sanando sus heridas. Paso a dirigir su mano por su cuello ganándose una bofetada fuerte en su rostro, provocándole tirar de su parche ocular y que cayera en el suelo.

- - ¡Mierda! – Cerrando inmediatamente su ojo derecho. – ¡No hagas eso! ¡Acaso eres estúpida o te esfuerzas! – Exclamo molesto. - ¡¿Cómo se te ocurre hacer tal idiotez?!

Mabel abrió los ojos mirándolo de forma aterrada. El demonio se reprendió a si mismo por alzar la voz a la chica.

- - No, no... no sucede nada, maldición. –Dijo tratando de calmarse. – Ya se, me merecía el golpe, pero me tiraste el parche. – Señalando el parche en forma de triángulo invertido. – Eso está mal pude haberte provocado caer en la locura. – Señalando su ojo derecho que aún lo mantenía cerrado. – Mal Pines, muy mal. – Regañándola. – No lo hagas.

Bill se agacho junto con Mabel para tomar el parche y volver a sentarse con ella. Mientras se debatía en como colocárselo, sin que ella se alejara o lo siguiera golpeando.

- - Necesito colocármelo. – Dio un suspiro frustrado.

Sintió las manos de la castaña quitarle de su mano el parche con algo de temor.

- - No, no necesitas hacerlo, yo mismo lo hago. – Tomando sus manos. – Solo no mires ni intentes alejarte.

Bill tomo de nuevo el parche para colocárselo cubriendo su ojo derecho, atando las cintillas. La castaña miraba atenta la acción del rubio observándolo atarse los nudillos fijamente en su cabeza. Para después notar que él le daba una sonrisa coqueta a la pequeña.

- - No seas curiosa. – Había leído su pensamiento. – Lo que hay detrás de aquí, no deberías verlo.

Paso su brazo sujetando su cintura suavemente para atraerla a su pecho, moviéndola a que quedara sus piernas a los lados de su cintura y tomara una posición a horcajadas encima de él. Dejando a su vista su espalda descubierta revelando las heridas abiertas y las que ya casi se hacían cicatrices, formando una costra marrón oscuro de sangre seca. Con su misma mano envuelta en una llama, la paso sobre su espalda robando un quejido de dolor en la castaña mientras que ella golpeaba su pecho y mordía su hombro con fuerza clavando sus dientes a través de su traje.

- - ¡Por Axolotl! – Soltó un jadeo el demonio ante la presión en su cuerpo. – No muerdas... – Con las mejillas sonrojadas, eran sensaciones que se sentían extrañas pero de una forma reconfortantes, pero incomodas para él.

Continuo sanado las heridas y cortes, reconstruyendo el tejido hasta volverla lisa y sin señal de magulladuras, inflamación, colgajo pequeños que habían sido provocados con el látigo. Ella gemía de dolor al principio cuando frotaba su piel sobre la carne expuesta, pero fue aliviándose cuando el dolor aminoraba y daba una sensación cálida en su piel y relajante en sus músculos adoloridos. Como si su toque fuera un agradable anestésico.

Bill terminaba de sanar los últimos golpes que le había dado en la parte baja de la espalda, hasta que sintió otra mordida en su hombro, rasgando un poco la tela de su traje.

- - ¡Ah! – Se cubrió la boca al soltar un sonoro gemido. – Te dije que no muerdas, chica tonta. – Dándole un golpe pequeño en su cabeza. – Deja de hacer eso.

Pensó que había terminado... pero había olvidado los cortes en su torso y abdomen, sin olvidar su rostro y su cuello.

- - Mabel... necesito hacerlo. – Dijo con voz firme. – Solo déjame pasar la mano aquí. – Acercando sus dedos al corte en su abdomen, pero sintió otro golpe en su mano. – ¡Maldita sea!, Estrella fugaz. – La empujo en la cama aprisionando sus brazos encima de su cabeza. – ¡Quédate quieta!

Si alguien le hubiera dicho a Bill Cipher que así no se trata una víctima de violación, tal vez hubiera evitado las patadas y el lloriqueo de la castaña.

El rubio hizo rápido el procedimiento de curar las heridas de su abdomen y torso, pero noto que la chica al cabo de unos segundos dejaba de poner resistencia y se quedaba paralizada con la mirada perdida. La soltó al verla no responder o escuchar sus pensamientos.

- - Oye, ¡oye Pines! Responde. – Tomándola entre sus brazos. – Maldición. – Empezó a zarandear su cuerpo. – ¡Vamos responde!

Él la sujeto de su cuerpo mientras repetía a su humana y decía en tono calmado.

- - Era una ilusión, nada es real. – Dijo. – No sucedió, todo era una ilusión, una pesadilla. – Acariciando sus brazos notando lo suave que era su piel bajo su toque. – Nada era real solo es una ilusión, ella te puso a dormir y creo una pesadilla. – Acomodando sus mechones castaños, tan brillante y de un color café achocolatado. – No era yo... no era real, solo es una ilusión.

Mabel reacciono y soltó débiles sollozos, comenzó a temblar nuevamente bajo su abrazo. Bill la dejo en la cama y se alejó de ella.

- - Te dejare a solas, regresare. – Dijo el demonio.

La pequeña solo se encogió nuevamente adoptando la postura que tenía cuando la recogió del piso. Él solo se dirigió a salir de la habitación y dejarla sola.

.

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PV Mabel

- - Te dejare a solas, regresare. – Dijo el demonio antes de salir de la habitación.

Me senté en la cama con las piernas flexionadas contra mi pecho, mi cuerpo temblaba y aunque trataba de repetirme que se había marchado, seguía recordando las imágenes del "sueño" como me repetía aquel demonio cuando me trajo aquí a "su habitación". Me levante temblorosa de la cama provocándome caer de bruces contra el suelo. Me sentía mareada y con una sensación de gelatina en mis piernas, tenía frío en mi cuerpo y sudaba bastante por mi frente.

Una arcada sentí, después vino la segunda provocándome vomitar en el piso de la habitación. Un ardor en mi garganta y el sabor amargo en mi boca, me hicieron ver que había vomitado líquido acuoso y un poco de la última cena que tuve cuando estaba con mi hermano y mis amigos. Me regañe a mí misma por haber ensuciado el suelo y más en la habitación de aquel demonio, volteé a ver la puerta de roble oscuro que estaba aún lado de donde pensé que sería el armario. Recordé lo que dijo Bill "un baño personal para él" como pude me levante y camine para tomar del picaporte, girarlo y abrirlo, revelándome un majestuoso baño de mármol pulido en color hueso y blanco con detalles de dorado en el lavabo y la bañera en forma ¿triangular?, en mi mente decía "narcisista en todo el sentido de la palabra".

Me adentre para tomar una toalla e ir a limpiar mi desastre, no quería que lo notara cuando llegara.

"No quiero que venga"

Me acerque a lo que parecía ser un cesto y tire la toalla adentro. Luego me recordé que podía lavarla, cuando volví abrir el cesto... para mi sorpresa es que ya no estaba la toalla dentro. La busque y no estaba por ninguna parte, salí inmediatamente del cuarto de baño y me regrese a la habitación.

Estaba incomoda en esa habitación, por más que lo viera a detalle... era el lugar donde había sido violada. Aquella habitación fue el escenario más escalofriante de mi vida, un lugar donde fui abusada contra mi voluntad.

"Quiero irme a casa"

Se acercó al sillón donde estaba sentado el rubio, paso sus dedos sobre la tela del sillón sintiendo suave al tacto, era terciopelo. Un dedo se posó en el decorativo de los huesos que parecían estar hechos de animales y tal vez... de humanos.

Un segundo escalofrió recorrió su columna el tan solo imaginarse a los del pueblo en ese sillón.

"Perdóname Gideon"

Caí de rodillas en la alfombra y empecé a derramar lágrimas en mis ojos hinchados, estaba harta de llorar y sentirme como una basura. Mi voz no salía por más que tratase de gritar, solo quejido y murmullos incompresibles. Todo era frustrante.

Me revise el cuerpo y note que ya no portaba ni una herida o cicatriz en mi piel, toque mi cuello y tenía las marcas donde clavo sus uñas aquella mujer. Pase mi mano por mi rostro y toque el corte en mi mejilla. No era muy profundo pero si era una fina línea incomoda.

"Dipper ayúdame"

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PV Normal

Dipper y Wendy se encontraban golpeando la compuerta del bunker para salir, el castaño se encontraba alterado y molesto. Bill se había mantenido oculto en la cabaña, había utilizado a uno de los amigos de Wendy para posesionarse de su cuerpo. Pero lo que más le preocupaba es que su gemela estaba sola con aquel sujeto.

- - ¡MALDITA SEA! – Golpeando la puerta. - ¡BILL, ALEJATE DE ELLA!

- - Ese maldito triangulo despreciable. - Dijo Wendy aun adolorida del golpe que recibió en el abdomen. – ¿De dónde diablos saco la fuerza en Robbie?

- - Wendy no me vas a creer, pero él puede sacar mucha fuerza en un cuerpo humano cuando lo posesiona. Pero al final hay severas consecuencias. – Mirando las cicatrices en sus muñecas. – Y muy terribles.

Escucharon que la compuerta se abría revelando a un Soos adolorido, con sus fuerzas pudo abrir la compuerta. El golpe en su cabeza no era fuerte pero tenía una hinchazón color rojizo y un rapón en su lado izquierdo parietal. Wendy y Dipper lo auxiliaron cuando lo vieron débil y un poco aturdido.

- - ¡Soos! ¿Estás bien amigo? – Dijo Dipper preocupado.

- - ¡Wendy, Dipper! El sujeto triangular está aquí. – Dijo alarmado señalando a Robbie. – Bueno esta inconsciente.

- - Cálmate Soos, eso veremos Dipper y yo. – Dijo Wendy. – Tú trata de recuperarte.

Wendy y Dipper se acercaron con paso cauteloso hacia el cuerpo de Robbie, notaron que estaba la pistola garfio de Mabel enseguida de él. Vieron que el chico gótico despertaba confundido y algo desorientado, se sorprendió de ver a su ex novia y al gemelo Pines amenazarlo con una ballesta y un bate de beisbol.

- - ¡Muy bien Bill! ¡¿Dónde está Mabel?! – Dijo en tono furioso Dipper.

- - ¡Habla estúpido triangulo parlante! - Amenazo Wendy. – ¡Oh te juro que te ira mal!

- - ¡Esperen, Esperen! ¡¿De qué hablan?! ¡Soy yo Robbie! – Dijo el chico asustado. – Wendy... mocoso... digo Dipper, soy yo. ¿Qué diablos hacen?

- - ¡¿Dime la fecha que rompimos y la razón?! – Pregunto la pelirroja.

- - Vamos, por favor no me hagas recordar eso.

- - ¡Uno!

- - Wendy.

- - ¡Dos!

- - ¡El primero de agosto y fue por un estúpido CD que hice para hipnotizarte! – Grito. – Dios me hiciste recordar algo malo.

- - Es Robbie.

- - Aun no estoy seguro, ¿Dónde está Mabel? – Dijo Dipper.

- - No lo sé... solo... - Diversas imágenes llegaban a su mente de un golpe. – Oh Dios... ahora lo recuerdo, ese totopo parlanchín me obligo hacer un trato con él.

- - ¿Qué? – Poniendo una cara de extrañes la pelirroja.

- - ¿Qué clase de trato? – Dijo. – Robbie ¿Qué trato era?

- - Dijo que quería entregar un mensaje... me obligo dijo que si no lo hacía, él día que el gobernada lastimaría a mis seres queridos. – Dijo. – Me ofreció salvar a dos... - Volteándose a ver a Wendy. – Pero veo que no aplico con Tambry... - Agacho la mirada colocando una expresión triste. – Recuerdo muy poco cuando poseyó mi cuerpo, Oh por Dios... tire a tu hermana del acantilado. – Dijo horrorizado. – No pude sujetarla ¡perdón Dipper! Yo no alcance su mano.

- - ¡Robbie! – Dijo el castaño sujetándolo de los hombros. – Mabel no está muerta, estaba aquí con nosotros.

- - Pero no fue lo único que hice. – Dijo el chico con el rímel corrido de su maquillaje gótico. – Creo que también la golpe con eso. – Señalando el arma con miedo. – Después, después... yo caí dormido.

- - Entonces se la llevo. – Dijo Dipper golpeando el tronco. – Ese maldito debe estar... torturándola. – Recordando que el demonio le tenía rencor a su gemelo. – No, ella no.

- - Dipper, cálmate. – Colocando una mano en su hombro. – Recuperaremos a Mabel, pero antes necesitamos regresar a la cabaña e idear un plan. – Intentando conservar la calma. – Yo también estoy muy preocupada por ella, no sabemos lo que hará y ni siquiera quiero imaginarlo. Pero debemos movernos lo más pronto posible y tratar de mantener la mente fría. Él quiere que perdamos el control y nos capturen. – Mientras miraba desde lo lejos el castillo flotante de Bill. – Entre más rápido pensemos en el plan, pronto tendremos la solución para rescatarla.

- - Mabel... te prometo que te salvaremos, a ti y al tío Ford. – Dijo determinado el gemelo.

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Bill se encontraba en una habitación aparte, se encontraba tocando el piano el único medio que lo calmaba y canalizaba sus momentos de impaciencia y ansiedad, tenía que buscar una manera de relajarse. Tocar melodías altas ayudaba ahogar el mar de enojos que tenía en ese momento hacia su subordinada. Ganas de matarlas varias veces por arruinar planes y torturar a sus propias víctimas sin su consentimiento.

Este Raromagedón se salía de sus manos cuando intentaba dar una orden a parte de su élite, pero notaba que una parte lo ignoraba. Como si siguieran a alguien más. Desde que conservo algunos prisioneros, en especial a la chica Pines, todos pensaban que se volvía blando. Matar a Gideon Gleeful fue un buen motivo para regresar su lealtad a sus seguidores y ver que seguía siendo el mismo, lastimar a la chica aumento el auge y que más criaturas interdimensionales del mundo de las pesadillas se unieran.

El acorde del piano cambio y una melodía baja y relajante broto en aquel lugar oculto en su castillo. Aquellos momentos en que estaba en su habitación principal con la castaña mientras la curaba volvían hacia él.

PV Bill

Sus manos tocando esa piel marcada con los látigos y los cortes, sus insistentes gimoteos y lloriqueos. La sensación de sus dientes clavándose en su hombro y sus golpes, que lo hacían sentir extrañamente... excitante.

El demonio tenía que reconocer que se había abstenido por un largo tiempo, de los deseos carnales hacia sus víctimas. Ese acto que encontraba algo poco gratificante e interesante, volvía aparecer hasta el momento. Pensó que un poco de violencia como solía hacer con sus prisioneros o sus contratistas, cuando "rompían un trato" se arreglaría.

No negara que había hecho el acto de copular en su anterior cuerpo y en este; varias veces con súcubos de las pesadillas, diablillas infernales, ninfas que daban placer a cada maldito rato, Fatas tan seductoras que hacían a los hombres de otras dimensiones caer a sus pies y matarlos en el mero acto.

Pero llegar al punto de sentir el deseo por la pequeña que se encontraba en su habitación, al punto de importarle si era o no pura y casta.

Estaba confundido a lo que sentía a la castaña; al principio era odio, un fuerte rencor, seguido de venganza por frustrar sus planes una y otra vez. Aquel circulo vicioso que se hizo cuando empezó a seguir a su hermano gemelo y a ella, buscando una manera de provocar una pelea entre ellos y generar desconfianza.

Lo que parecía un pasatiempo el tener ganas de matarla y molestarla a cierto punto, a que olvidara y después volverla engañar las veces necesarias al punto de corromperla. No hacía que se detuviera la sensación que emergía poco a poco en su interior.

"Tenía que deshacerse de ella"

No estaba en sus planes que la chica le entregara "la grieta multidimensional", pero vio la oportunidad perfecta cuando creo esa línea alternativa de tiempo, en donde había un futuro en donde creaba su Raromagedón.

Solo tenía que ofrecerle una propuesta atractiva y que se negaría poco en rechazar, ante una fachada inocente de un amigo.

"Era imposible alejarla"

Pensó que su necesidad de sed de venganza hacia la Pines había desaparecido, pero todo empeoro cuando la visito en la burbuja. Pues al verla nació una extraña... sensación de verla más seguido.

La visitaba de momentos en la burbuja, jugando a sus juegos y siguiendo sus reglas "De no tocarla". Siempre bebiendo té y comiendo galletas en su forma triangular. Estaba harto, pero la mantenía a salvo de su lado oscuro. Hasta que volví nuevamente a su burbuja y encontré que su gente me impedía verla, incluso sus guardias Waffles me amenazaban con acercarme. Supuse que había algo malo en la burbuja.

Y como lo suponía esa vez, verla a punto de juntar sus labios en un homúnculo. La ira me invadía y una sensación de molestia y odio en cada habitante de la burbuja, me hacía desear eliminarlos de una vez por todas. Pero me calme y seguí sus reglas. Oh eso pensé.

Empeoro cuando cambie mi apariencia en mi forma antiguamente humana, liberando todas esas sensaciones que me hacían enloquecer. Grave error. La acorrale hacia una pared viendo su expresión desconcertada de mí, su rostro asustado cuando le hice recordar todo lo que le había hecho. Merecía la verdad, si es que quería dejar de lado esta extraña emoción. Pero no funciono como lo pensé.

"Un paso a locura y a perder la cordura"

Deje que me dominara un momento mi lado... oscuro. Cumplí un capricho mío al inventar una excusa para besarla, todo era adictivo. Todo empeoro y requería más de esas sensaciones, un paso más y la hubiera llevado a otro lugar más placentero.

Mi advertencia fue clara, que no saliera de la burbuja: porque la dañaría severamente, por lo que le pedí que se quedara. Mientras calmaba mis necesidades.

PV Normal

Bill golpeo las teclas del piano al ser interrumpido de sus pensamientos con el sonido de los golpeteos insistentes en la puerta. El demonio abrió con su telequinesis la puerta revelando a la súcubo rosado. Justo la criatura que buscaba desaparecer y aniquilar con sus manos.

- - ¡Qué bueno que apareces! – La atrajo en un solo movimiento con su mano. – Eres una puta odiosa Pyronica. La perra descarada que buscaba y que necesita una maldita lección.

- - ¿Estuvo mal mostrarle tú lado salvaje y oscuro? – Menciono la súcubo de cabello rosado con un tono de voz burlesco. – Billy necesita liberarse un poco de esta frustración. – Soltando una risita. - Puedo ayudarte.

Se transformó en la castaña colocando una expresión de dulzura e inocencia, con el cuerpo de la joven chica en lencería provocativa manteniendo algunas características de la menor en su ropa. Mientras se abrazaba al cuello del rubio como cualquier amante.

- - Bill~ - Dando un sonido meloso en su voz. – Azótame fuerte y tómame. – Colocando un beso en su mejilla. – Puedes atarme...

- - Basta. – Apartando las manos de la chica. – Y dime ¿qué le hiciste? Para que actué de esa forma.

- - Una pista. – Se acercó cerrando la compuerta del cuerpo del piano y sentándose enfrente suyo. – Podrás ver que ella no trae nada. – Riendo. – Pero tú hallaras la respuesta a esta pista. - Tocándose en su entrepierna y levantándose la falda mostrando una vista a su entrepierna pulida y tersa, tan rosada y humedecida de su vagina. – Tú... y ella, jeje podría decirse que la cogiste rudamente, jefe. – Insertando dos dedos y masturbándose lentamente. – No paraba de gemir en ese sueño... Bill fuiste muy violento con ella, para ser su primera. – Soltando un gimoteo. – Adoro los gritos de una virgen... devorar sus sueños fue lo más delicioso, ese terror y deseo. – Gritaba tú nombre.

Bill la hizo des transformarse cuando chasqueo los dedos y la envolvió en fuego azul quemándola del cuerpo.

- - Lárgate de mí vista antes de que termine de incinerarte y desmembrarte.

- - S-Sí... jefe. – Dijo aun envuelta en llamas. Para después quitárselas dejando la piel chamuscada y saliendo de la habitación. – Jodetela, jajaja.

El rubio al saber el motivo del miedo de la chica, lanzo un largo suspiro y una maldición baja. Por un lado se sentía envidioso y muerto de celos, de no ser él quien la tomara y cumpliera una de sus necesidades oscuras. Y por otra es que la chica estaba dañada y no soportaba verla de esa manera.

- - Solo iba generar un poco de odio. – Dijo. - ¡Carajo Pyronica! – Golpeo muy fuerte destruyendo el piano. - ¡MALDITA SEA!

"La necesitaba a su lado"

[...]

Mabel se encontraba mirando en cierto punto el piso, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que se fue Bill, pero de algo si sabía tenia sed y hambre.

El sonido de la apertura de los portones de la puerta le hizo ver a al rubio entrar a la habitación, mientras sostenía una charola en su mano.

- - ¿Sigues dónde te deje? – Levantando una ceja y viendo a la menor que lo miraba con tristeza.

Mabel aún permanecía en silencio. Pero Bill se fue acercando hacia su sillón para dejar en una mesa la charola.

- - Te traje algo para que comas. – Viendo que la chica desconfiaba de él. – Es comestible nada fuera de tú mundo. – Respondí.

- -... - Mabel seguía sin moverse de su lugar, pero un fuerte rugido en su estómago le hizo enrojecer de las mejillas.

- - Sé que tienes hambre, puedo escuchar rugir tú estomago de desesperación Pines. – Dijo. – Lo probare para que no desconfíes de que es veneno.

Tomo del plato un trozo de lo que parecía ser fruta picada entre frambuesas y moras. Llevo un pedazo de piña a la boca comiéndola, sintiendo el jugo estallar en sus papilas gustativas.

- - Ves no es nada raro, es lo que comen los humanos. – Tomando las moras para llevársela a las boca, saboreando el sabor dulce y acido de estas. – Esto sabe bueno. – Tomando las frambuesas. - ¿Qué diablos es esto? – Dijo extasiado del sabor dulce y agrío, combinado con el jugo. – Es demasiado adictivo. – Tomando otro pedazo.

Mabel se sintió hambrienta y ver a Bill devorarse la fruta le abrió el apetito, se levantó a paso lento para acercarse, pero cuando llego... el demonio se había acabado la fruta. Dejando a la pequeña castaña sin nada que comer y con el estómago rugiendo de hambre.

- - Me lo termine – Dijo un poco sorprendido, como si le mostrara a un cachorro el plato sin darle nada. – Ya no hay más – Mostrando un claro rubor de vergüenza. – Por eso dicen que a los demonios está prohibido comer esto. – Murmuro bajo. Volvió a mirar a Mabel que estaba con la mirada atenta. – Te haré más. – Respondió.

Ella asintió con la cabeza, esperando que volviera aparecer el plato de fruta. Pero otra cosa le dijo Bill.

- - ¿Qué deseas comer humana? – Pregunto.

Mabel iba hablar pero ningún sonido salía de su boca, ni una palabra. Se dio cuenta que aún no podía emitir algún sonido que no fuera un quejido o lloriqueo. Bill se dio cuenta de esto y se llevó una mano a su cuello para sobarlo.

- - No hablas. – Dijo. – Bueno piensa en algo... lo que sea.

Le lanzo una mirada de confusión y extrañes ante lo que dijo.

- - Vamos leo mentes, puedo leer tus pensamientos. – Comento. – Telepatía, vamos Pines imagina algo o dime algo a través de tus pensamientos.

Mabel respiro hondo y pensó lo primero.

- - "Quiero irme a casa" – Le dijo a través del pensamiento.

- - Eso no es comida. – Le contesto.

- - "¿Qué quieres de mí?" – Mostrando una expresión triste.

Bill ignoro esa pregunta, tampoco él sabía que quería de ella. Aun había cosas que quería hacer y aclarar junto con ella. Pero veía un poco difícil esa parte, por lo que volvió intentar.

- - No tienes hambre.

- - "Quiero helado" – Dijo rendida.

- - Eso es una golosina, no soy estúpido bolsa de carne.

- - "El helado me calma, me alivia mi garganta" – Pensó cruzándose de brazos.

- - Oh... eso quieres. – Dijo sorprendido por su respuesta.

El demonio hizo un movimiento con su mano para chasquear los dedos, invocando en su mano una copa de nieve adornada con galletas, se la extendió hacia ella. Mabel lo tomo con algo de miedo y miro con extrañes la copa.

- - Es comestible, si lo pruebo no me detendré. – Respondió. - ¿Eso quieres?

La castaña tomo la cuchara y lo llevo a sus labios, saboreando el chocolate y la nieve de vainilla. Mientras se sentaba en la alfombra.

- - ¿Solo helado vas a querer?

Mabel asintió nuevamente con temor, mientras seguía comiendo el postre. Bill se levantó del sillón y le indico que se sentara.

- - Siéntate en el sillón, no en el suelo.

La chica se negó moviendo la cabeza de forma negativa.

- - Entonces a la cama, siéntate allá. – Señalando para ver que ella volvía a dar otra negativa. – No te quiero en el piso ni en la alfombra.

La castaña lanzo un leve puchero de molestia, mientras su mirada se cristalizaba y empezaba aguarse. Las lágrimas amenazaban a deslizarse nuevamente.

- - Solo no es cómodo. – Dio un respingón cansado. – Quiero que estés en un lugar cómodo. Que comas ese helado sentada en algo cómodo.

Mabel miro a Bill como se volvía a sentar en el sillón algo cansado, pero aún no podía confiar en él. La había golpeado y era un hecho que no olvidaba y lo odiaba por eso. Aunque por otra parte le tenía mucho miedo por el sueño que le había hecho, aquella demonio rosado, a pesar de que el rubio le había dicho que era una ilusión, se había sentido real.

- - Oye sé que no debería tocar el tema niña. – Dijo Bill. – La ilusión de Pyronica... no son reales. Pero da la sensación, te diré que no he tenido sexo con un humano en un largo tiempo. Por eso ella le encanta utilizarme en sus "sueños de tortura" a sus víctimas siendo su principal protagonista. Pero no te había traído para eso, te traje para darte una lección por burlarte de mis planes, por estropearlos y romper nuestro trato ¿lo recuerdas?, te dije que no te salieras de la burbuja. Pero me desobedeciste. Te lleve al cuarto de tortura y te latiguee, lo disfrute y deshice esa sensación de odio. – Miro a la chica que tenía el rostro pasmado y los ojos abiertos como platos. – Pero sigues siendo mi prisionera y mi venganza a tu familia sigue en pie, pero mira el lado bueno, eres una prisionera con privilegios. Estar aquí en mi habitación es uno y que comas eso también es otro privilegio. No ha todos se los otorgo.

- - "Eres un jodido nacho demente" – Dijo en su pensamiento Mabel.

- - Demente sí, nacho no. – Aclaro. – Quédate aliviada que no tengo deseos de golpearte. Ni mucho menos torturarte.

- - "No te creo".

- - No me importa. – Viendo a la chica comer. – Pero no tengo ganas de lastimarte.

Mabel iba responder otra cosa, pero de repente sintió una segunda arcada de asco y la sensación quemante en su garganta. Intento levantarse y correr al baño, pero no alcanzo y vomito en la alfombra. Al ver el desastre en la alfombra comenzó a sollozar.

- - "Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento... no quise hacerlo." – Se lamentó en sus pensamientos.

Bill lanzo una risotada y se agarró fuertemente del estómago. –Jajaja, no tienes que culparte sucia humana. – Viendo como Mabel se sonrojaba ante el insulto. – No estoy enfadado, es una alfombra de un animal poco conocido en el multiverso. No tiene significado.

- - "La ensucie perdón" – Respondió Mabel en sus pensamientos.

- - Diría que no es la primera vez que vomita.

- - "¿Cómo?"

- - Ahí también ensuciaste, pensabas que no me daría cuenta. – Al lado de la cama.

- - "Perdón".

- - Deja de disculparte o te arrancare la lengua. – Amenazo.

Mabel le lanzo una mirada confundida, pues sabía que solo se estaban comunicando a través de sus pensamientos.

- - Es un decir tonta mortal. – Dijo. – Ya sabes que hay un baño ahí adentro. – Señalo la puerta. – Aséate.

- - "No quiero". – Reflejando una mirada de temor.

- - Me agrada el olor de tu sangre seca, mocosa. Pero hay un cierto aroma que me incomoda desde hace un rato y que tu cuerpo no deja de producirlo. Hace que me confunda y tenga, ciertos deseos de hacer algo que posiblemente no te gustara.

- - "Iré a bañarme".

Con eso último Mabel salió corriendo al cuarto de baño.

- - Suelta demasiada feromona. – Dijo llevándose una mano a la cabeza.

La chica camino dentro del baño curioseando las paredes revestidas en color crema con patrones de color oro; paso su mano por el suave mármol del tocador y admiro los detalles en oro brillante del lavabo y la bañera. Noto que algunos muebles eran de color blanco aperlados y que había un taburete largo acojinado con el cuero de color crema. Le recordó al baño de la familia Noroeste – No es que no haya entrado a revisar por su cuenta. - pero tenía la apariencia.

Se aseguró de colocar el pestillo a la puerta y comenzó a retirarse la poca ropa que le cubría; su suéter deshilachado que le servía de top, su falda amarilla que ya estaba manchada de suciedad y sangre perdiendo su color atractivo. Recordó lo que le había dicho el Bill de su sueño "Una falda horrenda" por lo que esto la hizo molestarse. Tomo la falda y la doblo, para después retirarse su braga de color rosa, cuando la bajo noto un extraño liquido transparente en su entrepierna. La chica se asustó pues pensó que el sueño había sido real.

Un ataque de pánico la invadió por completo y después escucho un golpeteo.

- - ¿Todo bien adentro? – Pregunto la voz detrás de la puerta.

Mabel hiperventilaba nuevamente y una capa de sudor frío cubría su frente, estaba paralizada hasta que noto que la perilla giraba. Ella se asustó... iba correr a impedir que la abriera. Pero noto que entraba una pelirroja de ojos verdes.

- - ¿Mabel?

La castaña al ver a su amiga en esa habitación corrió hacia ella y la abrazo enterrando su rostro en su pecho.

- - Oye, ¿Estás bien? – Acariciando su espalda. – Cálmate chica estoy aquí.

Mabel sollozaba y se aferraba a la pelirroja.

- - Dios te ayudare a bañarte. – Con Mabel aferrada a su cintura se acercó a llenar la tina en forma triangular y agregarle jabón y sales aromatizantes. – Okey Mabel adentro. – Tomándola de la cintura para meterla a la tina. – Necesito que te talles tu cuerpo, yo lavare tu cabello.

La castaña obedeció tomando una esponja y empezando a restregarla por su cuerpo eliminando la suciedad de la tierra y las costras marrones de sangre seca. Se sintió relajada cuando sintió las manos masajear el cuero cabelludo y su pelo, eliminando los nudos y el mal olor.

- - Lo tienes tan largo, Mabel. – Dijo. - ¡iiuugh! No olvides limpiar esas uñas, aún tienen mugre. – Hablo de forma maternal. – Unas uñas limpias son unas uñas saludables. – Mostrando una sonrisa.

Mabel era feliz de tener a su amiga hay junto con ella.

- - Muy bien enjuágate. – Tomando agua entre sus manos para limpiar su rostro. – Mucho mejor, ¿no crees?

La pequeña asintió y vio como la pelirroja iba a buscar una toalla.

- - Oye solo hay una, tendrás que exprimir tu cabello.

Mabel se levantó de la bañera para después ser envuelta en la esponjosa toalla blanca. Mientras que la pelirroja la secaba con energía, la dejo un momento parada mientras se acercaba a quitar el tapón de la bañera y limpiar retirando los restos de jabón.

- - Al amo Bill no le gusta que haya jabón. – Dijo con una media sonrisa.

De pronto noto que la expresión de Mabel tenía una llena de confusión. Ella se acercó y le acaricio la cabeza.

- - Debo decir que mi tiempo término... fue un gusto. – La ilusión se desapareció frente a sus ojos. Dejando a la chica sorprendida.

Mabel se acercó al cesto a ir por su ropa, para su sorpresa ya no estaba ahí. Estaba aterrada y confundida, salió del cuarto de baño con el cesto en la mano y con el rostro que pedía respuestas.

- - Terminaste. – Dijo Bill recostado en el sillón, sin mirarla.

- - "Wendy, ¿Dónde está?" – Pregunto.

- - Era una ilusión. – Contesto. – No creas que entrare ayudarte, suficiente tengo con que me hayas mordido y soltaras ese olor.

- - "Y esto... el cesto" – Levantando el cesto de ropa.

- - Es un agujero negro.

- - "¿Mi ropa se fue en un agujero negro?" – Inflando sus mejillas de forma molesta.

- - Ya no están, desapareció. Muy útil ¿no crees?

La castaña se quedó en silencio al escuchar lo último que dijo, era exactamente no que dijo la ilusión de Wendy.

- - Te daré un cambio Pines. – Chasqueo los dedos y le entrego una camisa blanca de manga larga y unos pantalones negros. – Duerme con esto.

- - "Dame mi ropa" – Mirándolo con odio a través de sus orbes color avellana.

- - Es demasiado temprano para que pidas ropa, apenas es el inicio del cuarto día. – Menciono. – Confórmate con eso o ándate desnuda. – Dijo de mala gana.

- - "Imbécil" – Le insulto.

Tomo la ropa y se adentró al cuarto nuevamente. Una vez adentro utilizo la toalla que se cubría para enrollarla en su cabello húmedo; agarro la camisa y se la coloco notando que le quedaba grande y las mangas le colgaban, se abotono los botones notando que le llegaba a cubrir los muslos pareciendo un camisón. Tomo los pantalones y se los puso rozando su intimidad, se maldijo por no haber conservado las bragas. Era incomodo no tener nada que la cubriera, pero tampoco le iba dar la oportunidad de que Bill cumpliera su pesadilla de violarla. Como pudo se acomodó los pantalones que bajaban de su cintura, tratando de caminar sin llegar a tropezarse. Salió del baño y se sentó en la alfombra.

- - Tardaste un siglo Pines. – Dijo Bill, levantándose del sillón. – Si ya terminaste déjame entrar y limpiarme.

Vio como el rubio entraba y cerraba la puerta, hasta que volvió a salir sacando la cabeza fuera de la puerta.

- - ¿No hay toallas? – Dijo. - ¿Qué hiciste con la segunda? ¿la utilizaste para el cabello? – Viendo que la traía envuelta en su pelo. Salió de mala gana para arrebatársela. – ¿Eran dos? – Vio el piso. – Limpiaste el desastre con la toalla.

Observa que asiente la castaña con las mejillas sonrojadas y una expresión de tristeza.

- - Me lo suponía. – Dijo. – No importa.

Bill volvió adentrarse al baño sin voltear a verla. Dejándola con el cabello hecho un lio. Después de lo que pareció ser minutos salió con la toalla enredada en el cuello y con el pecho descubierto y con unos pantalones oscuros de elástico.

- - Duerme en la cama. – Dijo con voz firme. – Ya te dije que no te quiero ver en el piso o en la alfombra. Ve a la cama. – Señalando.

- - "No quiero, duermo en el sillón" – Señalando el lugar.

- - No, no eso es mío. – Dijo. – Tú vete a la cama.

Mabel corrió al sillón, pero Bill fue rápido y la sujeto del brazo para alejarla del lugar.

- - Es mío – Dijo. – Tú duerme en la cama.

- - "No yo quiero dormir aquí, déjame feo triangulo"

- - Estúpida mortal. – Empujándola. – Duérmete en la cama, es mi sillón.

- - "Yo quiero aquí" – Tirando de su cadera para alejarlo del sillón.

- - Tira todo lo que quieras. – Haciéndose el pesado. – ¡Hay no la gravedad se está haciendo más fuerte! – Colocando todo su peso en la castaña.

- - "Bill pesas demasiado, quítate". – Empujándolo.

- - No enserio eso me paso ayer querida, cuando estaba dominando el mundo. – Terminándose de caer junto con la chica.

La castaña lo golpeo del costado saliendo de su cuerpo.

- - "Eres un pesado". – Pensó molesta.

- - Gracias, gracias hago ejercicio. No como mucho, no como tú mocosa. – Se acercó para tomarla de la cintura y tirarla a la cama. – Quédate ahí.

Mabel se resignó a dormir en la cama tomando las sabanas y cubriéndose con ella. Trato de no pensar en la horrible pesadilla, hasta que vio a Bill sentarse en el sillón con la toalla encima de la cabeza y recostándose en una posición que sería muy incómoda para un humano.

Espero unos minutos hasta sentirse cansada y poder cerrar los ojos con pesadez.

"Debería confiar en él"

.

.

Desconocía cuanto tiempo se había quedado dormida en esa cama, paso sus brazos por los almohadones suaves y los abrazo contra su pecho a la vez que intentaba pasar su pierna para enredarse alrededor. Soltó un suspiro relajado, hasta que sintió una mano pasar por los mechones achocolatados de su cabello. Fue cuando abrió los ojos inmediatamente, al sentir el contacto.

- - Te mueves mucho para dormir. – Dijo el rubio. – Siento envidia por la almohada. – Observando que el pantalón que traía se baja y descubría una porción la piel de su cadera y sus glúteos. – Vaya vista matutina para ver las montañas.

Mabel se alejó retrocediendo mientras se acomodaba el pantalón con nerviosismo, cayendo de trasero por el lado de la cama. Escuchando la risa estruendosa del demonio.

- - Eres como un cachorro. – dijo. – Supongo que tienes hambre.

Después de unos segundo Mabel volvió asentir, se levantó cuando olio un delicioso aroma que lleno sus fosas nasales de algo dulce y salado. Levanto la vista y vio encima de la mesa lo que parecía ser pan francés y fruta.

- - No tengo que volver a repetirte que no contiene ningún veneno. – Aclaro. Mientras se terminaba de arreglar la camisa de manga larga de color canario y colocarse su chaleco oscuro. – Siéntate en la cama y come.

Mabel tomo el plato en las manos y se sentó en el sillón de Bill a comer.

- - "¿Cuánto tiempo dormí?" – Pensó mientras cortaba un pedazo y lo llevaba a su boca, masticando el sabor salado de la mantequilla y lo dulce de la mermelada. Colocando una sonrisa.

- - Doce horas. – Dijo Bill.

La chica puso los ojos como platos, mirando a Bill en busca de una explicación.

- - Salí, atendí asuntos y volví. – Dijo. – Dormí y me bañe, y veme aquí terminando de cambiarme frente de ti. – Señalándose. –Termino la función y ni viste el paquete.

- - "Dormí doce horas, ¡DOCE HORAS!" – Lanzando un sonido de frustración en mis labios.

- - Eres una floja de primera niña. – Dijo burlándose de ella.

- - "Cállate tonto" – Le dirigí una mirada de odio, mientras cortaba otro trozo y lo comía.

- - Termina y cámbiate. – Señalando el conjunto de ropa encima de la mesa. – Sé que te gusta mis ropas, pero no son tú talla... pecho plano.

Mabel lo fulmino con una mirada a muerte por burlarse de ella en su condición.

Después de unos minutos de haber terminado de lo que posiblemente seria su desayuno o almuerzo, se levantó a cambiarse al baño tomando las ropas. Vio que era un vestido corto de color azul Prusia oscuro con unas medias de tonalidad café oscuro y unos zapatos de tacón bajo negro. Se lo puso y vio que el vestido resaltaba su figura viéndola un poco coqueta, para una niña de 12.

Salió del baño y Bill esperaba afuera ya más arreglado, arqueo una ceja al ver la melena alborotada de la castaña.

- - Ven. – Le llamo, pero la chica no quería acercarse. – Ven acá, ese cabello tonta. – La tomo del brazo con un movimiento en su mano lo arreglo utilizando un poco de sus poderes, para conseguirlo liso y con terminación de rulos al final de sus mechones largos. Acomodo su fleco dejando a la vista el atractivo de su mirada, sus ojos color avellana. – Listo... mm el vestido te favorece, Estrella fugaz. Claro si tuvieras más aquí. – Señalando su pecho. – Pero sigues siendo hermosa. – Este cumplido le provoco un sonrojo a la pequeña.

Le ofreció un brazo para que se aferrada.

- - Me vas acompañar y no vas a protestar. No intentes escapar a la primera que lo hagas, te tocaran los azotes y será doble. – Amenazo, viéndola temblar. – Ahora toma mi brazo.

La castaña no protesto y tomo su brazo antes de salir fuera de la habitación y recorrer los extensos pasillos. Todo era oscuro e iluminado por las líneas de colores que había entre el piso. Durante el trayecto fue silencioso, hasta que llegaron a la sala del trono. Mabel se asustó al ver a las criaturas, monstruos y pesadillas de diferentes tamaños y apariencias grotescas. Bill ella subían por unos escalones hasta llegar a lo que sería un supuesto trono hecho de "agonía humana", la chica reconoció a las personas convertidas en estatua.

El rubio se sentó y tomo a Mabel de la cintura para sentarla a sus piernas, ella se sorprendió por la acción y le dio un golpe en el rostro. Cosa que impresiono a los súbditos de Bill, el demonio no podía permitirle ese tipo de comportamiento en ella ni mucho menos enfrente de su ejército. Le propino una bofetada en el rostro a la chica.

- - No vuelvas hacer eso. – Le reprendió. – Oh volverás a aprender la lección nuevamente con los azotes, insignificante humana.

Mabel se quedó quieta, solo obedeciendo a sus órdenes.

Durante el rato que estuvieron en la sala de trono, Bill atendía acerca de sus súbditos asuntos relacionados con su extraño apocalipsis, sobre sus planes de expansión y el problema que tenían acerca de la barrera que les impedía continuar. Hubo uno que otra criatura que preguntaba por la humana que lo acompañaba, pidiendo permiso para comérsela, torturarla o haciendo comentarios hirientes en ella. Pero todos ellos terminaban incinerados por un chasquido de dedos o siendo eliminados de la peor manera. Los únicos que no se atrevían a preguntar o que estaban enterados de la situación. Eran la pandilla de Bill, su grupo de criminales más peligrosos en el multiverso, aquellos que fue reclutando y se podría considerar su elite.

La súcubo rosado se acercó a un lado de ellos, tocando los mechones de la chica.

- - Hola pequeña mascota de mi jefe. – Acariciando su cabeza. – Te gusto tu sueño. – Dijo con una sutil sonrisa. - ¿Quieres otro? – Mabel la miraba con miedo, aferrándose al brazo del rubio.

- - Lárgate Pyronica. – Dijo Bill molesto. – No doy misericordia una segunda vez.

- - Pero mírela. – Tomando su rostro. – Esta temblando como una hoja... tal vez si le doy un sueño más placentero. Menos brusco.

- - Eres sorda o no escuchas. – Apartando su mano del rostro de la castaña. – Nadie toca lo que me pertenece.

- - De acuerdo amo. – Dijo la demonio rosado. – Ya sabe dónde buscarme, para sus asuntos. – Desapareció en un fuego blanco.

- - Esa puta zorra... - Murmuro malhumorado Bill.

Él mantenía su agarre en ella con algo de fuerza, la castaña toco su brazo indicándole de su agarre fuerte, eso hizo que el demonio regresara su vista a la chica que lo miraba con esos llenos de calma.

- - "Me aprietas" – Pensó ella, manteniendo su mirada en Bill. – "Duele".

- - No te alejes. – Soltando su agarre. – Abraza mi cuello y apóyate en mi pecho. – Le susurro.

- - "No lo haré".

- - Sí lo haces, nos iremos más rápido.

Mabel pasó sus manos de forma dudosa en su movimiento, las coloco atrás del cuello de Bill y recargo su cabeza en su pecho. Muchos vieron la escena y empezaron a inclinarse y retirarse. Hasta que uno de su elite se acercó y se arrodillo, para avisarle.

- - Señor iremos a buscar los pocos sobrevivientes y.... – Volteando a ver a Mabel. – No lo interrumpiremos en sus asuntos.

- - Me parece bien. – Dijo Bill levantándose con Mabel en sus brazos. – Saben lo que les espera si interrumpen.

- - Sí, señor.

Dicho esto ambos se retiraron saliendo de la habitación y bajándola cuando llegaron al pasillo.

- - "Se fueron ¿Cuál es la razón?"

Bill la tomo de la mano y se la llevo caminando deprisa de regreso a su habitación. Cuando estuvieron adentro la arrincono en una pared, pasando su mano por donde la abofeteo.

- - No vuelvas hacerlo. – Dijo en tono firme.

- - "¿Por qué todos se fueron?"

- - Lo que hiciste es una señal que haría una amante. – Dijo en tono divertido. – Ellos saben que aun demonio no se le interrumpe en el apareamiento.

- - "¡¿QUÉ?!"

- - Muy útil ese truco. – Con un chasquido de dedos le entrego un cambio de ropa. – Báñate, apestas otra vez a ese olor.

- - "No huelo mal" – Cruzándose de brazos. – "Tu nariz esta estropeada"

- - Si te digo que apestas, es porque apestas. – Empujándola al baño.

[...]

Cuando Mabel salió del baño encontró en la mesilla una copa de helado. Ella gustosa la tomo y se sentó en el sillón, busco con la mirada a Bill pero no se encontraba dentro de la habitación. Se acomodó y comenzó a comerlo, poco a poco sus temores se calmaban.

Durante el rato que estuvo ausente el demonio de sueño, la chica comenzó a intentar a pronunciar palabra o emitir algún sonido. Pero solo había podido pronunciar una que otra palabra. Mientras hacia ese ejercicio, se repetía en la mente que nada había pasado.

No abuso de mí

No me violo

Era una ilusión, un maldito sueño

Si me azoto

Si me golpeo

Eso era real y lo odiaba por eso

Ella estaba extrañada por la actitud de Bill, diría que el demonio tiene un extraño trastorno bipolar. Después de otro largo rato se quedó dormida en el sillón, aunque no duro mucho tiempo cuando escucho la voz de cierto rubio.

- - Muy bien... no me obedeces y ese es mi lugar, humana tonta y caprichosa. – Se acercó a ella y la empujo nuevamente del lugar tirándola. – Largo, vete a la cama. – Mostrando una sonrisa de victorioso mientras se sentaba en el lugar.

Lo que no contó es que ella empezara a atacarlo con... cosquillas en su abdomen. Haciendo que este empezara a soltar una sonora carcajada.

- - ¡Basta! Mabel, detente... para pequeña desgraciada mortal. – Riéndose fuertemente. – No sigas. – Había olvidado ese sucio truco que utilizo cuando posesione en el cuerpo de Pino.

Mabel estaba con una sonrisa y se subió arriba de él para provocarle más cosquillas por debajo de sus axilas, hasta que sintió las manos del rubio hacerle lo mismo en sus costados, solo el hecho de que ella apenas salían los sonidos de su risa en su boca.

- - Venganza mocosa. – Dijo Bill imitándola, escuchándola reír y viendo su expresión rojiza por el cosquilleo. – Ya no es tu arma principal.

La chica reía suavemente y se retorcía ante su toque, se divertía de las cosquillas. El demonio estaba embriagado otra vez por las sensaciones, esas extrañas emociones desconocidas. No eran sentimientos de odio ni ira. Como fue anoche. Todo era diferente y esa pequeña castaña lo confundía completamente en lo que hacía.

- - Mabel... - Hablo ronco.

Ella seguía riendo despacio hasta que sintió el brazo del rubio rodear su cadera atrayéndola acomodarse en su regazo obligándola a sentarse de horcajas y llevar una mano posarse en su rostro acariciando su mejilla, donde estaba una vez el corte en su pómulo, eliminando la cicatriz con una flama azul pasando su pulgar con delicadeza. La castaña poso su mirada en su orbe ámbar que era brilloso y amarillo, similar a un dorado suave. Se sonrojo a su contacto, sintiéndolo cálido.

- - Mírame – Dijo suavemente, iba hacer lo que haría en el cuarto de tortura antes de que fueran interrumpidos.

Tomo su rostro entre el índice y pulgar, y acerco sus labios presionándolo con los suyos, los movió suavemente y con cuidado entre roces lentos. Mabel se había quedado un momento paralizada, de nuevo estaba siendo besada, pero este era un beso real.

Se aferró a sus hombros para apartarlo, pero no lo lograba mover.

Bill continúo con su beso algo apresurado, probando sus labios rosados que sabían al helado que había comido, mordiendo un poco su labio inferior sin llegar a perforar. De repente sintió la necesidad de más contacto deslizando su mano atrás de su nuca, hundiéndola en su melena chocolatada y suave. Lamio su labio inferior, hasta el punto de que la chica entreabriera su boca para introducir su lengua y jugar con la suya.

Caricias entre sus bocas y sus lenguas encontrándose y tocándose en un roce dulce y caliente.

El beso se hizo más profundo e íntimo aunque la sentía tensa, acaricio con su mano su espalda baja, provocando un quejido entre el beso.

Se separaron por falta de aire, sus alientos chocando entre si y sus miradas juntas. Bill empezaba a perder la paciencia que quedaba. Si no había tenido deseos en varios siglos, pues la humana se los despertaba.

"La paciencia es el mejor remedio a los problemas"

El ver su mirada cristalina, sus mejillas sonrojadas con un tinte rojizo, sus labios rosados y brillosos como los de una muñeca y su expresión inocente y confundida. Todo le excitaba de ella. Era hermosa y prohibida, algo que fue glorioso de probar.

- - B-Bill... - Logro por fin articular una palabra o más bien decir su nombre.

- - No puedo seguir absteniéndome. – Sujete sus caderas y las junte en mi regazo, para que sintiera el bulto de mi propia excitación que se había formado tras pensar en todo momento en ella. – Necesito hacerte mía. – Besando sus labios en un corto beso. – Mabel... - Jadeando roncamente.

El demonio empujo sus caderas rozando el bulto contra su entrepierna, causando una fricción entre sus ropas. Ella solo llevaba una de sus camisas y unos pantalones holgados de color amarillo. Mientras besaba sus labios nuevamente siendo un beso apasionado y voraz. La escuchaba gemir mientras cerraba sus ojos con un poco de fuerza y las mejillas se tornaban del color de la remolacha, mantuve firmemente sus caderas apegándola más a la erección de mis pantalones de vestir. Dando fuertes embestidas en su intimidad. Me dirigí a besar su cuello y lamerlo con delicadeza, saboreando su piel fresca y lisa. Nuestros pechos se tocaban, su aroma era adictivo.

- - Estrella fugaz... ¡Ngh! – Sentí como ella empezaba a moverse por su propia voluntad, restregando su intimidad con movimientos algo lentos, provocando una fricción deliciosa contra el tallo de mi pene revestido. – Sí... sigue querida. – La anime a continuar.

- - Bill... mm... - Gimiendo avergonzadamente mientras colocaba sus manos sobre su pecho, balanceando de atrás hacia enfrente. – Bill... se siente duro. – Comento avergonzada.

- - No pares... - Besando su cuello. – Lo haremos. – Susurre de forma extrañamente amorosa. – Vamos continua moviéndote – Abrazando su espalda y dando masajes circulares por la parte baja. Acaricie su cintura y recorrí mis dedos enfrente hasta tocar los costados de su cadera. – Mabel, baja el pantalón...

- - Ah... Ah... - Gemía entrecortadamente, desconocía la razón de seguir. Pero quería calmar ese extraño calor que crecía en su estómago. Pasando sus brazos por su cuello, mientras se abalanzaba sobre su excitación. Se sentía húmeda en su zona y sentía palpitar, su corazón latía fuertemente. – Bill... mm... - Las manos del demonio deshicieron su pantalón amarillo que portaba levantándola y bajándola hasta sus muslos. - ¿Bill?...

- - Shh... - Colocando un beso en sus labios, hizo lo mismo con los suyos, abriendo la hebilla y el cierre del pantalón, permitiendo dejar al descubierto su bóxer y parte de la cabeza del glande que se asomaba. – Estrella fugaz... baja y muévete...

- Se sentó sobre su regazo sintiendo sus pulidos labios humedecidos tocar la tela del bóxer, un roce de tela contra sus pliegues y parte de su clítoris le hicieron soltar un gemido alto. - ¡Ahh! – Apretando sus manos en la camisa del rubio. – B-Bill... ah,ah...

- - Eso... - Besando su mentón. – Mabel... - Jadeo sintiendo la sensación caliente de su sexo. Como se restregaba contra su erección. Empujo sus caderas sobre su pubis y simulo las embestidas golpeando su entrada vaginal. - ¿Lo sientes? – Le susurro en su oído viendo a la menor asentir y gimotear. – Quiero cogerte... entrar en ti, penetrarte y tomar tú cuerpo mientras gritas mi nombre. – Golpeando sus caderas y aumentando la fricción de sus sexos entre la tensión del momento. - Maldición mgh... más rápido, querida. – Sujetándola de la cintura. Su bóxer apretaba y dolía desesperadamente queriendo retirarlo. – Mabel – Besando sus labios de forma apasionada. – Ya casi... continúa, preciosa. – Susurro de forma lujuriosa. Ambos jadeaban cegados al placer. Buscaba el broche de su cinturón para abrir más sus pantalones y bajarlos más, la castaña no paraba de moverse aumentando su restregamiento mojando un poco el bóxer del rubio manchándolos con su humedad, un calor los invadía entre ellos.

- Bill... Bill... ah, ah, ah... - Sentía la sensación en su interior, recorrer su vagina. Goteaba y cubría de fluido la tela. – ¡Uhh! – Las manos del demonio la atrajeron haciendo el contacto más íntimo.

- Sí... preciosa, no pares. – Apretando su trasero de forma lujuriosa. – Te llevare a la cama... te voy a coger, disfrutare hacerlo. – Jadeo el demonio excitado. – Mabel... ¿quieres que te coja?

- S-Sí... - Dijo la pree adolescente cegada en el placer.

Pero fueron interrumpidos por los estallidos en el castillo, y la apertura de la puerta revelando a uno de sus súbditos.

- - ¡Señor! – Grito una criatura.

- - ¡¿Qué?! – Dijo molesto, mientras que la castaña se cubría ocultando su rostro en su pecho de la vergüenza, parando en sus movimientos y con el pecho elevado de la excitación del momento.

- - Lamento interrumpir pero...– Dijo la pesadilla. - La cabaña nos ataca.

- - ¿Un ataque? – Dijo enarcando una ceja levantada. – Vienes a interrumpir en este preciso momento por un ataque.

- - P-Pero señor, son los rebeldes. – Dijo. – Vienen armados.

- - De acuerdo. – Trono los dedos e incinero al monstruo y cerró la puerta. – Maldita sea, bola de inútiles. – Dijo, antes de fijar su vista en la castaña que se mantenía oculta en su pecho. – Justo en este preciso momento, cuando tú y yo estábamos teniendo una buena conversación.

La tomo de la cintura y la levanto, observando el fluido cristalino caer en su hendidura vaginal. El demonio enmarco una sonrisa maliciosa y acaricio su entrada con unos dedos, provocando un gemido en la menor.

- ¡Ah! Mmm... - Intento detenerlo alejándose y subiendo los pantalones amarillos.

- ¿No quieres terminar de correrte? – Soltando una risa al verla sonrojada. – Yo tampoco acabe. – Señalando su erección. – Pero hay un asunto que debo atender.

Se levantó de la silla y la tomo en brazos para llevarla a la cama, depositándola suavemente en el colchón. Tomo su rostro y capturo sus labios en un corto y rápido beso.

- - No salgas. – Acariciando su rostro. – Espera aquí. – Acomodándose su ropa. – Regresare y terminaremos esto... - Besando su frente.

- - Bill... yo. – Dije un poco dudosa.

- - Solo espera. – Sonriendo. – Y aguarda como buena chica, Estrella fugaz.

Dicho esto desapareció de su vista, la castaña se quedó dentro de esa habitación antes de que alguien entrara y gritara su nombre.

- - ¡¡MABEL!!

.

.

Continuara

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