x. el petiso que se quiso levantar a martina (pero enzo casi lo caga a piñas)
ཻུ۪۪⸙ ❬ ❍̥͙̊ ࿔ ˖۪⸙͎ ំஂchapter ten
ICONIC, enzo vogrincic
veinticinco de enero 2020
00:54 AM
montevideo, uruguay
2/2
(holis, subi otro capitulo
antes, si wattpad los
trajo a este primero,
retrocedan un poquis)
Así que heme aquí. Caminando por las desoladas calles de Montevideo, a las casi una de la mañana. Tratando de buscar el boliche que había dicho Enzo. Era medio incómoda la cosa, tenía a Rodrigo a un costado, y al torito, del otro. Los tres íbamos en silencio, mi amigo de vez en cuando tarareaba el ritmo de las canciones que solía escuchar.
— ¿Cómo va la película?
Enzo y yo nos miramos. Lo señalo con la cabeza para que hable. — Eh- bien, la verdad. Todavía no grabé ninguna escena con tu amiga, sólo las mías.
Rodrigo asiente, mirando al frente. Quedamos callados por tres segundos más. — ¿Es verdad que tienen escenas de sexo juntos?
Lo golpeo con mi codo por la pregunta desubicada que tiró, y por la manera en la que lo dijo. Sin tacto. Enzo asiente, un poco incómodo. Rodrigo me mira mal, cruzándose de brazos.
— ¿Hace cuanto vivís acá, Enzo? — se me sale preguntar. Hoy iba a romper la racha de las malas contestaciones que este tipo me daba. La noche iba a terminar y nosotros dos nos estaríamos cagando de risa como si nos conociéramos de toda la vida. Estaba harta de llevarme mal.
Él me mira, confundido por la pregunta. — Desde que nací, básicamente.
Asiento. — ¿Sabés que yo viví un tiempo acá? Hasta que mis viejos se separaron.
Enzo abre la boca para decir algo, pero Rodrigo lo interrumpe, señalando el cartel del boliche no tan lejos. — ¡Dale, che! Muevan las patas que dice que era gratis la entrada hasta las 01:15. Son las 00:55. ¡Muevan!
Mi amigo me toma del codo y nos hace corretear hasta la entrada. Recibimos miradas extrañas cuando llegamos, pero, sinceramente no me importa. Volteo, buscando a Enzo, y está caminando pacíficamente hacia nosotros, como si no le debiera nada a nadie. Ruedo los ojos, era obvio que no correría con nosotros. Él es mejor que eso.
Agh, que asco.
Después de veinte minutos, evidentemente así no era la manera en la que quería pasar el primer día de mis veinte años. Es decir, ¿quien querría pasarlos haciendo una fila infinita para entrar a un boliche pedorro? Bueno, según Enzo, no era pedorro. Pero para mí, lo era.
Rodrigo se apoya bruscamente contra la pared, haciendo sonar la cabeza sin cerebro que tiene, quedando en silencio, estoy segura de que se durmió. Enzo asoma su cabeza desde nuestro lugar, para ver cuánto avanzó la fila. Bufo, harta y abro mi cartera para sacar un cigarrillo. Era la única manera de pasar el rato. — ¿Fuego, tiene? — Rodrigo sonríe, pasándome el encendedor. — ¿Querés? — el niega, colocándose unos anteojos de sol.
— Eso es nocivo. — dice Enzo, mirándome con su característica cara de culo. Le doy una calada al pucho y suelto el humo en su cara.
Él intenta alejar el humo con sus manos, puteándome. Me río, mirándolo. — ¿Y? ¿Por eso hay que dejar de hacerlo?
Enzo me mira, estoy segura de que intentando buscar la respuesta correcta en su cerebro. Finalmente, niega con la cabeza, como si estuviera hablando con una pared. Excepto de que no, está hablando con una persona.
Conmigo.
Y es de mala educación ignorar como si no hubiera pasado nada. Cierro bruscamente el cierre de mi cartera, enojada, y, lo rompo. — La puta madre.
Rodrigo baja un poco sus lentes, observando lo que hice. — Qué gila. Te iba a pedir que guardes mi celu.
— Te lo guardo, pero queda en vos. Si me lo sacan, cagaste.
Veo de reojo como Enzo extiende su mano. — Denme sus cosas, yo las guardo. — mi amigo y yo nos miramos, intentando procesar. ¿Qué pasaría si el torito fuera un chorro disfrazado? Igual, mucho que robar no habría, nuestros teléfonos están en la mierda. Y no creo que le sirva un gloss de caramelo. A menos que le guste pintarse los labios.
Me doy la vuelta, y es ahí cuando noto que lleva una riñonera negra en la cintura, que pasa completamente desapercibida. Como cualquier persona mayor de cuarenta años. Me recordaba a mi tío, con las medias blancas a la rodilla, la camisa y el pantalón como si fuera un jugador de golf. Me reí inconscientemente, pero igual, se lo dí.
Al teléfono, y al gloss.
Mientras lo hago, analizo su outfit. Tiene un jean negro, la riñonera invisible y una camisa blanca arremangada hasta los codos, que tapa por completo el accesorio. Jamás había visto a un chico usar una riñonera así, pero me da igual. Cada quién usa lo que se le canta.
Mágicamente, la fila avanza bastante, y un grupo de chicos se nos quiso colar. Rodrigo se enderezó, intentando intimidarlos, sin lograrlo. Bufo y me meto, me encanta armar quilombo. — Eh, pendejos de mierda. Se colan y los cago a piñas.
Un mocoso (literal se ve de trece años) se da vuelta, con una birra en la mano, y se me ríe en la cara. — ¿Y usted quién es? Vaya a dormir, mejor. — dice y hace reír a todo el grupito. Abro la boca ofendida. Este pendejo es un blancón escuálido y petiso, con el cabello castaño. El resto del grupito, los identifico como rápidos alcoholicos, tenían una mirada de borrachos y seguramente ni media botella iban tomando. Fácilmente, a cualquiera de una piña lo tiro al piso.
— ¿Cómo que usted? Pendejo de re mier-
El mocoso me mira por unos segundos y me sonríe. Haciéndose el lindo. — Disculpá, es que me perdí en esos ojos tan lindos que tenés. Perdón por lo que di-
— Eh, ¿Cuántos años tienen? ¿Llamo a sus viejos para que los vengan a buscar? — Enzo se para a mi lado, y le saca como dos cabezas al chaboncito. Pero eso no lo intimida, si no que intenta hacerse el malo.
— ¿Qué se mete? Estoy hablando con este bombón. — dice, y me sonríe. Yo me río, incrédula por el atrevimiento. El nene se me acerca, tratando de agarrarme la cintura, yo le saco la mano bruscamente.
— Eh, eh, más respeto. — dice Rodrigo, desde la pared, cruzado de brazos sin inmutarse. — Que podría ser tu mamá. — se ríe solo, aplaudiendo por la estupidez que acaba de decir. Lo golpeo en el pecho, sacándole todo el aire. — Hija... de... mil-
Enzo se le planta al chico, ignorando que casi le provoco un paro cardíaco a mi amigo. — Dejate de joder, gurí. Volvete a tu casa. — frunzo el ceño, ¿eso es un insulto? Me cruzo de brazos.
Estos chiquitos me recuerdan a mí y a mis compañeras del colegio, cuando teníamos quince años y nos colábamos en las filas de los boliches. Con DNI falsificados y un par de botellas de vodka encima. Época dorada en ese momento, época oscura ahora.
El nene intenta abalanzarse frente a Enzo pero dos de los chicos lo frenan. Ahora es el turno de él de reirse. — Por favor, ¿Me querés golpear? Intentalo, a ver.
Eso parece hacer enojar al chiquito, que parece una tetera por lo rojo de la bronca que está. — Te voy a cagar a piñas, viejo metido.
— Vení, pendejo.
— Dale, Agustín. Nos van a sacar de acá. — le dice uno, logrando que se quede quieto. El otro chico, tiene algo en la mano, desde lejos se nota que es un DNI. Se lo arrebato, recibiendo quejas por parte de todos.
— Les faltan como ocho años para los veinte a todos ustedes. — me burlo, sabiendo que yo era así a los quince.
— Tengo diecisiete. — dice ese Agustín, guiñándome un ojo. Bueno, intentando, porque parecía que le había dado un tic extraño. Y la perra seguía y seguía.
— Dale, me cansaron. Rajen. ¡Rajen dije! Vayan a colarse a la concha de su madre. — grita Enzo, sobresaltándonos a todos. Los chicos deciden irse, puteándolo en su cara.
El petiso castaño me tira un beso mientras se va. — ¡Buscame en Instagram, belleza! ¡Me llamo Agustín Lain!
Enzo se da vuelta, volviéndolo a putear. ¿Qué le pasaba? Estaba por protestar hasta que veo lo cerca que estábamos de la entrada. En dos pedos, nos encontrábamos en la entrada.
— Por fin, hermano. ¿Qué es de oro este boliche? — el patova, bastante intimidante con ese uniforme negro levanta una ceja detrás de esos lentes de sol oscuros, y nos ignora. Obligo a que Rodrigo cierre el upite sino nos van a echar sin siquiera haber entrado.
Enzo suspira, tallándose los ojos con las manos. Se vé que se cansó al intentar alejar a los chiquitos. Pero su cara se ilumina al mirar al frente, al mismo patova que nos cagó ignorando a Ro y a mí.
— Facu, crack. — Enzo me hace a un lado, le da la mano amistosamente al tipo que hace tres segundos tenía una cara de ojete tremenda, y ahora se transformó en alguien amistoso. Los dos se dan palmaditas en la espalda, y por lo menos, vale la pena. Él abre la puerta para nosotros, y Enzo me toma del codo y nos hace entrar.
● ● ●
Rodrigo se caga de risa, casi tirándose encima de la mesa en la que estábamos sentados. — Sos un culiado, Enzo. ¿Cómo van a mear en la pista? — dice y lo palmea en la espalda, haciendo reir por primera vez en la noche al torito. Los veo desde el mostrador de la barra, esperando los tragos, aburrida.
— Y yo que sé, teníamos dieciseís y estábamos drogados.
Era extraño verlos hablar tan animadamente, pero en ese momento no me importó. En realidad, me hacía ruido que yo esté acá, en un boliche de Uruguay, con Enzo.
El mismo Enzo con el que casi me cago a piñas dos días antes en el set de la película. Cuando le cuente esto a Berta y Graciela, las maquilladoras y vestuaristas, se caen de culo. Todos los productores no lo van a poder creer.
"Locuras contigo" de Rombai, suena a todo volumen por todo el boliche. No sé como hago, pero, después de pagar y agradecerle al barman, no sin guiñarle un ojo (haciéndome la linda), camino hacia la mesa con tres vasos gigantes en las manos, me tambaleo un poco, pero lo logro, bueno, derramando un poquito en el proceso. No podía creer que los dos varones me habían obligado a ir hacia la barra que se encontraba llenísima, a comprar yo los tragos. ¡Se suponía que la cumpleañera no hacía nada! Enzo había replicado diciéndome "¿Qué es tu cumpleaños?" sacándole una carcajada a mi amigo, iniciando así las conversaciones copadas y chistosas entre ellos que siendo sincera, no esperaba ver.
— Bue, tira todo. — ruedo los ojos y lo ignoro, dándole un sorbo a mi Sex on the Beach. Habíamos pedido tres cosas distintas, Rodrigo: el clásico e infaltable Fernet con Coca, que esperaba cruzando los dedos que sea igual que en Argentina. Y Enzo un Caipiriña.
— Salud, por la Martu. — dice mi amigo, colocando su vaso en el medio. Enzo duda, pero lo hace, igual que yo.
— Por la peli.
Estaba segura de que esta noche la tendríamos presente por mucho, tiempo, no sé.
Cuando está sonando en los parlantes de todo el boliche Marama y Rombai, estás seguro de que la noche va a estar con todo.
Y sí que lo estuvo.
█▓▒░ nota ░▒▓█
Buenaaass ¿como andan? Otro capítulo de relleno y ahora sí, para el próximo preparen las chabombas y los pochoclos. 😜
Aparecía de la nada Agus Lain ups, me pareció lo más ramdom que podía hacer, entonces lo hice. Era él o Agus Berutti, pero Berutti tiene una cara de bueno que no rompe ni una taza así que no iba a ser tan maleducado como Lain. Igual, disculpenlo estaba en la edad del pavo en ese momento, como todo varón de dieciseís/diecisiete años.
A todooos, por el apoyo que recibe la novela, los quiero. Gracias, gracias, más por favor.
Nos vemos en el siguiente capítulooo💋💋💋💋 voten y comenten si les gustó
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