viii. ¿qué le regalas a una persona que odias?
ཻུ۪۪⸙ ❬ ❍̥͙̊ ࿔ ˖۪⸙͎ ំஂchapter eight
ICONIC, enzo vogrincic
veinticuatro de enero, 2020
montevideo, uruguay
( capítulo porque matu
ganó el premio goya <3
ahre q tenia q ver )
Me tiro de panza en mi cama, aterrizo bajo la almohada. Qué ganas de hinchar las pelotas que tuvo Vivi hoy, no lo puedo creer. No pensé que se iba a atrever a pedirle una foto a Martina hoy, justo hoy.
Tampoco creí que la ciudad sería tan chiquita como para que me la encontrara en uno de los café que más solía frecuentar con mi familia. De tantos lugares, ¿ahí tenía que cruzármela? No voy más.
Me doy la vuelta, y no puedo evitar pensar en toda la movida que le hicieron por su cumpleaños. ¿Traerle mariachis? Me parece un montón, y además, creo que es apropiación cultural, no sé. Además, un poco meloso estaba ese Rodrigo con ella, ¿no? ¿O son ideas mías? Medio cargoso andaba. No sé, ni lo conozco, tampoco quiero hacerlo. Me da malas vibras, aunque no sé ni quién es. Viene a mi mente el momento en el que entré al café, después de todos los mariachis y las melodías que sonaban.
La reconocí al toque, el cabello rojizo que ya se estaba adaptando a ella. La musculosa negra que se amoldaba perfectamente a su silueta. Pará, Enzo, Pará. ¿Qué carajo?
Las ganas de volver a stalkearla en Instagram para buscar el perfil de este tipo me invaden, pero me contengo. No puedo estar comportándome así, como un puberto que no sabe controlarse. Además, Martina ni me importa.
Escucho mi celular en la mesita de luz vibrar, así que lo agarro. Es un audio de Rafael. Abro el WhatsApp y estoy seguro de que me está informando sobre la dirección del cumpleaños de Martina. "Hola Enzo, ¿cómo andas? Hoy la familia se junta en El Fogón, ya sabés donde queda no? Pecado si no, sos oriundo de acá. A las 20 hay que estar allá. Que bueno que Martina se decidió en invitarte, así la terminan con esa mala leche que hay entre ustedes."
Bufo, escuchando el audio. Aprieto el botón para iniciar un audio yo. "Hola Rafa, si, si me ubico. Fui un montón de veces, gracias. Y con respecto a lo de Martina, fue más obligada para invitarme, culpa de ese amiguito que tiene. Sabés que hoy me la encontré en el café que te recomendé?"
Mando, recibiendo las dos tildes azules, que indicaba que Rafael leyó al toque y seguro estaba escuchando el audio. Me manda otro audio; "Opa, opa. Amiguito? Jaja sonaste medio... bue mejor no lo digo porque se me arma. Te la encontraste? Y se saludaron?"
"Sí, bueno- algo así. El amigo le llevó mariachis al café, re cualquiera. Quién hace eso? Está loco. Mi hermana la reconoció y me hizo ir hasta donde estaba ella. Se sacaron una foto y todo."
Envío el audio, y tiro el celular a mi costado. Me incorporo, pensando en si ir o no. Uma se sube a mi regazo, y la acaricio, me ronronea y sonrío. — ¿Que decís, chiquita? ¿Vamos?
Vivi irrumpe en mi habitación, la veo con las manos llenas. Envoltorios, moños, y un montón de cosas que no logro reconocer alrededor. — ¿Qué haces, Vivi?
Ella se sienta en mi cama, y en instantes Ada se trepa junto a ella. — Ah bueno, se juntó toda la familia. — vuelvo a decir, viendo como mi hermana me ignora y ordena todas las cosas por mi cama. Reconozco paletas de maquillaje, peines, paquetes de aritos, collares. Alzo una ceja, viendo todo. — Me parece que te confundiste.
Vivi voltea los ojos, sonriendo. — No es para vos, es para Martina. ¡Tenés que regalarle algo! ¡Es su cumpleaños!
— Bueno, que se yo, te dije que no somos tan cercanos. Ni la conozco, Vivi. No sé si da que le regale algo...
— Ay, Enzo. Dejate de joder. Es tu co-estrella, vas a tener que besarla. Lo mínimo que podes hacer es regalarle algo en ¡el día de su cumpleaños! — exclama, revoleando los moños y envoltorios.
— Pará, Vivi. — la freno, riendo. Me pongo a pensar, y me pregunto a mí mismo. ¿Qué le puedo regalar? No la conozco. En todos estos días, solamente la molesté para intentar lograr que renuncie, pero fue en vano. Solo aprendí actitudes suyas, frases, etc. Pero no sabía sus gustos, ya que para lo único que hablábamos era para bardearnos.
¿Qué le regalas a una persona que odias? Bueno, es una palabra fuerte, pero eso creo que define completamente lo que siento hacia ella. Un odio, no grande, pero uno regular. Me quitó la posibilidad de trabajar por primera vez en una película a lo grande junto a mi novia.
Hablando de Sofi, estos días no la ví mucho, ya que se encontraba laburando a full con el tema de la obra de teatro que estaba haciendo junto a nuestros amigos. Obra la cuál ella me había pedido que participe, aunque sea en un papel secundario, pero me negué, excusándome con que debía ayudar siempre en el set y estar pillo para cualquier cosa que necesitaran de mí.
— ¿Cuál es el color favorito de Martina? — la voz de mi hermana me saca de mis pensamientos, confundiéndome. Me encojo de hombros, agarrando uno de los peines que estaban desparramados en la cama. Si le regalo un peine, va a pensar que yo pienso que tiene todo el cabello enredado (cosa que es verdad) y que debe peinárselo más seguido (porque parece una bruja). — No tengo idea, Vivi. Siempre usa ropa negra, capaz el negro es su color favorito. Es el color de su alma.
— Enzo... — me reprende Vivi — Siento que no te llevás muy bien con ella, ¿por qué? — estaba por abrir la boca, pero me interrumpió. — No me digas que es porque le quitó el papel a Sofi. Ya basta con eso, sos muy pesado.
Dejo el peine ahí, y agarro uno de los paquetes de aritos que trajo mi hermana. Hay un montón, con dibujos de sandías, frutillas y con forma de planetas. Me pareció un poco infantil, al igual como es Martina, así que separé el de frutilla y lo aparté junto al peine chiquito de una tienda del mall. — Regalale algo más, siento que es poquito. — bufo al escuchar a Vivi. ¿Pretendía regalarle todo lo que había ahí? Niego en desacuerdo.
— Listo, esto está bien. — alzo las opciones finales para mostrárselas. Ella me entrega un collar super delicado, supongo que es de oro debido al color. Tiene una M tallada en el medio. Esto no lo compró, los hace ella.
— Vivi... le quería regalar uno así a Sofi. No. — le digo, agarrando una bolsita que tenía dibujadas frutillas alrededor de ella. En el medio traía la típica frase que decía De... Para... — ¿Tenés lapicera?
— Si, ahí la busco. — me levanto de la cama para dirigirme a mi escritorio, dándole la espalda a mi hermana.
Siento el ruido de los envoltorios y los paquetes de plástico, y en cuestión de segundos, Vivi está a mi lado, entregándome la bolsita completamente cerrada. — ¿Pusiste el peine y los aritos? — pregunto, agarrando la lapicera negra. Ella asiente, dejándola en el escritorio, diciendo que tenía que irse ya al hospital.
— Gracias, eu. — le digo antes de que traspase la puerta. Sin ella creo que hubiera ido sin absolutamente nada para regalarle a Martina. Aunque tampoco había sido tan mala idea, no creo que ella me regale algo el día de mi cumpleaños.
Si es que seguimos en contacto.
● ● ●
Miro mi reloj por última vez, observando a los autos pasar con rapidez, sus luces cegándome de vez en cuando. Estoy esperando a Rafael, que había insistido en pasarme a buscar. Al principio me negué, pero después recordé que si iba en mi bicicleta, al momento de salir y despedirnos del restaurante, no tendría en qué volver.
— Dale, Enzito. — veo a Rafael bajar la ventanilla del copiloto. Sonrío y entro, asegurándome de no aplastar la bolsa con los regalos de Martina. El hombre me mira de una manera extraña al ver como agarro la bolsa, lo observo, él niega con la cabeza y arranca el auto. No tardaríamos mucho en llegar, ya que quedaba a cuatro cuadras de mi casa.
— Así que no te cayó muy bien Rodrigo. — me dice, rompiendo el silencio que se había formado.
Frunzo el ceño. — ¿Eh?
— Digo, por los audios. — intenta excusarse, me encojo de hombros.
— Nah, yo que sé. Me pareció raro, es todo. ¿Vos lo conociste? Yo no le llevaría mariachis en su cumpleaños a una amiga, menos la sacaría a bailar y la agarraría de esa manera en su cintura... — me callo al notar que Rafael se está riendo.
— Y capaz no son amigos, deben ser algo más, pibe. — dejo de mirarlo y me enfoco en la ventanilla. ¿Por qué teníamos que hablar de esto? ¿Qué carajo me importaba a mí si Martina y este Rodrigo estaban saliendo?
— Sí, yo que sé. Seguro. Le debe tener unas re ganas. — murmuro, leyendo cada vez más cerca el cartel de 'El Fogón' — Ahí estacionate — señalo, un espacio vacío entre dos autos. Él asiente, y en cinco segundos estacionamos.
¿Estoy nervioso? No, ¿por qué habría de estarlo?
Me propuse como meta de la noche tratar de no insultar a Martina, lo que menos quería era hacerla sentir mal el día de su cumpleaños. Aunque, si ella llegara a decirme algo, yo saltaría sin dudar-
— ¿Qué esperas, pibe? — no me dí cuenta de que Rafael se había bajado y estaba esperándome, mirándome desde el otro lado de la ventanilla del copiloto. Soltando un suspiro, abro, y me doy cuenta de que no soy el único bajando del auto.
Cierro la puerta, y la observo. Tiene una pollera de jean demasiado corta, ceñida al cuerpo, parece ser talle 1. Y un top negro sencillo. El cabello rojizo se le mueve como si fuera parte esos comerciales de shampoos. Está riéndose de algo junto a una chica morena, que reconozco como Bella, la amiga que lleva algunas veces al set, y nos ayuda con el tema del maquillaje. Según Martina, estudiaba un curso para ser Maquilladora de Efectos Especiales. La sorpresa se me borra del rostro al notar que a su lado, está este chico rubio.
Rodrigo.
Se está bajando del auto, y al cerrarlo, se une a la conversación de las chicas y pasa su mano discretamente por la espalda baja de Martina. Acercándola a él. Esta chica Bella aprovecha para sacarles una foto, y después se sacan una selfie.
Rafael me hace una seña para que nos acerquemos, y a medida de que mis pies se mueven, siento unas tremendas ganas de irme a mi casa. Siento que sobro acá.
— ¡Hola, chicos! — saluda Rafa, captando la atención de los tres. Bella es la primera en acercarse, para besarlo en el cachete. Despues, estrecha la mano con Rodrigo, y por último se acerca a Martina, susurrándole algo, ella ríe y le acepta un sobre.
Yo estoy parado detrás de Rafael como si fuera el hijo al que trajo obligado. Me obligo a moverme. — Hola. — saludo cortésmente. Bella se acerca y también me saluda con un beso en la mejilla. Desgraciadamente, quedo parado frente a Rodrigo, cuya expresión se endureció en cuestión de segundos. Me enderezo, extrañado por el cambio de actitud.
— Hola, Martina. — hablo, extendiéndole la bolsita. — Esto es parte mía y de Vivi. — nuestras manos se rozan mientras ella agarra la bolsa, y ella ríe, un poco nerviosa.
— Gracias. — dice, sonriéndome por ¿Primera vez en todo este tiempo que llevamos conociéndonos? Me quedo atónito, observando por primera vez de cerca lo azules que son sus ojos. Ella deja de mirarme porque Rodrigo la tironea hacia él, para entrar al local.
Espero a Rafael, que está cerrando el auto. — Nos sentemos los dos juntos. — le digo, tratando de evitar sentarme cerca de la cumpleañera. Él asiente, y me estoy preparando mentalmente para lo que se viene.
Una cena con Martina Domenech.
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