v. obsesionado yo?


❍̥͙̊ ࿔ ˖۪⸙͎ ំஂ chapter five
ICONIC, enzo vogrincic
quince de enero, 2020
Montevideo, Uruguay

1/2

        — ¿Qué la mirás tanto? ¿Te gusta? — pregunta Rafael a mi lado, automáticamente dejo de mirar a Martina, que se encontraba ayudando a colocar unos utensillos de cocina para ambientar mejor la escena. Niego con la cabeza. — No parece.

       — Rafael, por favor. Tengo novia.

        Él levanta los brazos. — Pero tenés ojos, hijo. Además, conozco esa mirada. Yo miraba- miro así a mi espo-

       Lo corto de una. — No, no flashees, con todo respeto. No la estaba mirando a ella, me quedé pensando y mi cabeza se ladeó para ese lado, es todo. — traté de excusarme vagamente, pero evidentemente, Rafael Spregelburg no nació ayer, ni me creyó.

        No podía evitarlo, el cabello rojo que traía la cambió por completo, ahora se veía más... ruda, no sé como explicarlo. La hacía ver distinta a como llegó el primer día, con esas ondas castañas claras tirando a rubio, todas enredadas. Que ahora, eran rojas. Ondas que estaban atadas en un desordenado moño alto. ¿Seguro que no es pelirroja natural? También, estaba su mirada furiosa e interrogante con la que usualmente me miraba. Estem... coso.

         — Si querés que deje de mirarte así, cambiá el trato que le das últimamente. No es la manera para acercarte a una chica, ¿lo sabías? — me palmea en la espalda, para acercarse Martina. Me quedo pensando en lo que dice, yo no quiero acercarme a Martina, es más, quiero alejarla. Hay algo en ella que... no sé, una parte muy adentro me dice que no la deje entrar, pero no sé por qué.

        La veo frente a mí, cruzada de brazos. — ¿Qué?

        — ¿Qué de qué?

       Ella bufa, volteándose. — ¡Rafa sos un mentiroso!

       Trago saliva, observando a Rafael detrás de nosotros, animándome a que pueda entablar una conversación normal y corriente con Martina, ya que siempre terminábamos a las puteadas.

       — ¿Qué onda? — se me sale decirle, ella frunce el ceño, confundida.

       — Tomatelá, sos un tarado. — ahora soy yo el confundido, la veo continuar con lo que estaba haciendo. ¿Ven por qué no se puede hablar civilizadamente con esta pendeja?

       Bufo frustrado, leyendo por última vez la escena que grabaríamos hoy junto a Rafael y a Horacio. Donde él aparecería con una máscara de mi personaje y me haría asustar.

       — Tomá, Horacio. — dice Martina, pasándole la máscara. Me mira por un microsegundo, y yo meto mi cara entre los papeles, ignorándola. No me iba a agarrar mirándola, no señor.

        Martín Barrenechea entró al living de la casa, que digo, mansión en la que grabaríamos las escenas que vendrían a ser el "hogar" de Christian. — Bueno, muchachos, empecemos. Vos, Enzo, acordate, estás durmiendo en el piso, cubierto con cartones, porque Wilmer no consiguió las camas para el dia que las necesitaban, y vos tenías que dormir.

       Asiento. — Vagabundo. — me doy la vuelta para escuchar a Martina susurrar mientras ve su teléfono, burlándose. Procedo a ignorarla, y a meterme en la escena.

       — Después de que te levantes, te acercas, bajas las escaleras, despabilándote, ves movimientos en la casa, gente entrando y saliendo con colchones y muebles desarmados para tu nueva casa. Te quedas mirando el ventanal frente a vos, y ahí, Wilmer — Horacio asintió, colocándose la máscara. — entra en escena, la mayoría piensa que es un fan loco, pero vos lo reconocés y salis contento a saludarlo.

       Ambos asentimos, y me dirijo escaleras arriba, para taparme con los cartones. Debía parecer que pasé una noche de mierda debido a lo incómodo que era dormir en el piso, y encima, sin nada con qué taparse. — ¡Acción!

       Suspiro, sacando los cartones de a poco, viendo de reojo dónde estaban ubicadas las cámaras. Me despabilo, tal y como dijo el director.

• • •

        — Productivo el dia, eh.

         Todos asentimos, sentados en la mesa del living de la Casa prestada por el Barrio Privado de acá. Grabamos tres escenas, junto a Rafael, Horacio y Rogelio. Christian estaba en lo más arriba de su carrera, pero lo hicieron calentar y se fue a piñas con uno. Él quedó como un transtornado, y está por perder un contrato importante que lo trasladaría desde Portugal, a la Liga de Europa.

       — ¿Qué harían ustedes si se mandarían la misma cagada que Christian? — ruedo los ojos al escuchar la pregunta boluda de Martina. ¿Qué hacía acá si ni siquiera habíamos arrancado a grabar con ella?

        La ignoré, cortando un pedazo de la milanesa de carne con puré que había hecho Rafael para este día. Nos habíamos organizado así, cada uno cocinaría algo distinto para poder almorzar ahí aprovechando la cocina de la casa. Antes de ayer, Rogelio nos hizo milanesas... pero de pollo.

       Parecía que no sabían cocinar otra cosa, aunque no me quejaba.

      — Yo creo que todos los futbolistas se mandan cagadas, ¿por qué sería distinto? — opinó Horacio, encogiéndose de hombros.

      Martina negó. — Todos estos futbolistas son unos tipos con problemas de narcisismo y de ira. Todos son absolutamente iguales.

      Rafael alzó una ceja, mirándola como si supiera algo que nosotros no. — ¿Vos no estabas saliendo con un futbolista?

      — ¿Yoooooooo?

      — Mhmm, no sé yo. — seguido de eso los dos estallaron en risas. Horacio, Rogelio y yo, nos miramos, incómodos.

        Me quedé pensando, ¿Ya cuantos tipos se iban asociando a Martina? Este Benjamín, Agustín, el rubio que la abrazaba en una de sus fotos de Instagram, ahora este supuesto futbolista. ¿Es enserio?

      — Martu, se viene tu cumple, ¿no? ¿Ya decidiste en donde vas a hacer la cena? — preguntó Horacio, y sentí una patada fuerte en mi pierna.

     — Eh, ¿Qué te pasa, pendeja? — le dije, sobándome la rótula de la pierna. ¿Qué le pasaba? — Perdón — murmuró ella, bajito.

     — No dije nada-

     — No, Horacio, no te disculpes. Sí, ya decidí, encontré un lugar lindo donde venden menús sin TACC, para tu señora. — sonrió ella. La miré. ¿Su cumpleaños? Me sentía como esa vez en mi primer año de secundaria, donde uno de mis compañeritos hizo su fiesta de cumpleaños y no me invitó.

       Estuve toda la tarde embolado y mi mamá tuvo que darme uno de sus consejos sagrados, de que las personas no siempre congeniarían, y que no me invitarían a sus fiestas. Aprendí a aceptarlo, y no sé por qué se me vino ese recuerdo a la mente.

      Parpadeé, y Martina no estaba. — ¿Qué pasó?

      Rogelio se encogió de hombros. Horacio abrió y cerró la boca. — La llamó, un tal Rodrigo. — contestó finalmente

      Solté una risa irónica. — No puede ser, esta chica está llena de vagos.










█▓▒░ nota ░▒▓█

■ Holaaaaaaaa, me desaparecí, diiisculpennnn, pero les traigo un maratoncito chiquito de dos capitulos para compensarlos <3 Les prometo q ya se viene lo bueno, estos son capítulos medio relleno para no soltar la bomba de una 💋

■ Estoy muy agradecida por todo el apoyo que está recibiendo esta novela, los quiero mucho, gracias, más porfavor.

■ Por si no reconocen a este llamado Rodrigo, es el personaje de Drew Starkey. Decidí cambiarle el nombre, juasjuas. Perdón por tantos nombres sin apariciones, ya todo va a tomar sentido...

■ Ah, si gustan, pueden pasarse por mi perfil que subí otra historia, de Matías Recalt, llamada GTA. Está conectada a esta, ya se van a encontrar durante el acto dos. Tengo otras más en mente, mientras más avance con el plot de Iconic, iré subiéndolas de a poquito. Me encantaría que vayan, voten y comenten🎀🎀

■ No se olviden de votar y comentar, gracias, más por favor. !!!!!

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