iii. contacto no directo, espacio personal

ཻུ۪۪⸙ ❬ ❍̥͙̊ ࿔ ˖۪⸙͎ ំஂchapter three
ICONIC, enzo vogrincic
montevideo, uruguay
diciembre, 2019

(lo volvi a subir pq wattpad me subio una version de antes juasjuas, perdón)

            No podía creerlo, había firmado un contrato para una película extranjera- bue, tampoco tanto, era uruguaya, pero, contaba. Por primera vez, había salido del país para interpretar un personaje que no sea en alguna novela de Pol-ka, aunque, lo admito, eso me abrió muchisimas puertas, y una parte de mí siempre va a estar agradecida.

            Era sábado, doce del mediodía, faltaban cuatro días para navidad. Primera vez que lo pasaba fuera de casa. Estamos todos locos. Por suerte, tenía a Bella, quien me iba a acompañar en este proceso hasta que terminaran las grabaciones. Hablando de Bella...

         — ¿Bella? ¿Dónde andas? — pregunté, agarrando una medialuna de la mesa. No hubo respuesta, miré el reloj, tenía que irme a las una y cuarto, el bondi pasaba a las y veinte, y me dejaba justo en frente a las una y media. Llegaría temprano, por primera vez, Horacio ya me decía bella durmiente, es un osito cariñosito.

        — ¡Bella! — fui hasta su cuarto, que raramente, nunca se encontraba con llave, pero ahora, lo estaba. Me pegué a la puerta. Que esté cerrada completamente solo podía indicar dos cosas.

       1. Se estaba sacando fotos en bolas.

       2. Estaba peleando con Agustín.

       Por el mood en el que mi amiga se encontraba estos últimos días, estaba segura de que era la segunda opción.

       — ¡No me vengas con pelotudeces! Bien que esa vieja que te agarraste ahora te está metiendo en todas esas cosas, parecés un pendejo. ¿Por qué no madurás? Te vas a morir si seguís así. — la escuché gritar. Si, efectivamente, era la opción dos.

      — ¿Para qué mierda me llamás? ¿Qué querés? No, no me cambiés de tema. No me intentes culpar, porque yo no hice nada. ¿Para qué me llamaste?

       — No sé, ni yo sé, Bella. Quería escuchar tu voz, es todo. No sé, perdoname. tenía la llamada en alta voz. Rodé los ojos al escucharlo.

       Uh, Dios. Empecé a forcejear la puerta y a tocar repetidamente. Bella se calló, sabe como la puteo si la encuentro hablando con ese boludo. — Bella, abrime. —volví a tocar. Insistiendo.— Dale, Bella. Me tengo que ir.

      — Y bueno, Martina, andate. — la oí. Abrí la boca, ofendida. Así quedamos. Saqué la llave de repuesto que había debajo de su alfombra, y abrí.

       — Si, Agustín, estoy con Martina. ¿Dónde? En Uruguay, está por grabar una pel- ¿qué te importa?

      Bella se encontraba de espaldas a mí, sin decir nada como por veinte segundos, hasta que la escuché susurrar bajito — Te odio, Agustín. Sos un maldito, me haces sufrir de una manera que ni yo sé explicar. No me volvás a llamar, no cuando te estás cogiendo a una vieja de cuarenta años.

        Di dos pasos largos y le quité el celular. — Pardella, cortala. Dejá de joder, ya sos grande. No quiero volver a escuchar que la llamas. ¿Si? Ubicate. Volvé con tu abuela. — no le dí tiempo a contestar, porque colgué, tirando el celular a la cama. Miré a mi amiga, estaba hecha un desastre, todo el rimel corrido, las lágrimas esparciéndose por sus cachetes que se encontraban rojos, seguramente de tanto estrés y enojo que este tarado le estaba haciendo pasar.

        La abracé, intentando sacarle todas las malas vibras que estaba experimentando. — Andá, perdón. Es que hace mucho no me llamaba.

       — Shh, no te gastes. ¿Me querés acompañar? — acaricié su cabello, viendo la foto que adornaba la mesita de luz de mi amiga, ¿Por qué la seguía teniendo ahí? Como le gusta sufrir a esta chica. Bella se separó unos centímetros. — ¿Para qué?

       La miré, obvia. Hice que se sentara en la cama, mientras le buscaba algo para ponerse, su agua micelar y una toallita desmaquillante. — Para que veamos si te agarrás algo como maquillista. O veas como va toda esta movida. ¿Te pinta? ¿O te vas a ortivar? — sonreí, sacando un jean corto negro y una musculosa rosada de su valija. ¿Por qué ni siquiera se había tomado el tiempo de desempacar?

         Bella suspiró, asintiendo. Comenzó a desmaquillarse, y fue corriendo hasta el baño. Volví a mirar el reloj, eran las una y diecisiete. Bueno, la idea de tomarme mi primer bondi en Uruguay, todavía no se daba. En algún momento me dirigiré hasta el set en colectivo, pero hoy no. Hoy se va en auto.

         Aplaudí internamente, no tenía ganas de gastar plata en el pasaje. No cuando tenía a mi chofer personal. Me acosté en la cama de Bella, sintiendo como su celular vibraba al lado de mi cabeza. Sin pensarlo, me lo guardé en el bolsillo, no sin antes fijarme la hora por última vez.

Pardel 4 llamadas perdidas
@ondabuena bella contestame
@guspardo bella dale, quiero hablar

        — Bella, ¿ya estás? — pregunté, y ella salió, lista en dos pedos. Me sorprendí, ni yo me demoraba tan poquito en alistarme, bueno, se había lavado la cara y puesto unos lentes de sol oscuros. Estaba bien.

       — ¿Tenés la sube? — fruncí el ceño.

       — ¿Eh? ¿Cómo que la sube?

      Ella se encogió de hombros. — El auto pedorro este andaba haciendo ruidos raros, entonces lo llevé al mecánico- va, los de la agencia lo llevaron. Estará listo mañana.

     — Bella, la puta madre que lo parió.

• • •

        Después de corretear el bondi, soportar los empujones de las personas, llegamos al set de grabación a las a las 13:45. Las caras de culo de todos me recibieron animadamente, nunca me había sentido tan avergonzada, era el tercer día y yo seguía llegando tarde. Encima, parecía que venía con mi hija, que obviamente traje obligada (por la cara que Bella tenía.) — Sonreí, por lo menos, apática.

       — Perdón, tuvo una crisis y no la podía dejar sola. ¿Qué hay que hacer?

       Barrenechea alzó una ceja, negando con la cabeza. — Martu... andá a la Sala 2, están haciendo una pasada del libreto. Decí que no estás en todas las escenas.... — bromeó. Sonreí, asintiendo.

       — Ah, Martín. Mi amiga quería ver como es todo el tema de las maquillistas, quería saber si podía ayudar o aportar en algo. Es genial haciendo su trabajo, te juro.

        Mi director miró por encima de mí, y se encontró con una seria Bella, que escondía sus manos en los bolsillos traseros del jean corto. — Bueno, ahora veo. Volá a la Sala.

        Obedecí, trotando hasta el aula que parecía un curso. Toqué dos veces la puerta, y abrí, agitada. — Buenas, perdón.

        Apenas entré completamente a la habitación, juraría que escuché al boludo de Enzo bufar, como el toro que era. Decidí ignorarlo, tal y como él hizo ayer conmigo. En serio, ¿quien se creía que era? ¿Dios? No era nadie, y mucho menos alguien como para forrearme así. No le había hecho nada.

        Tomé asiento al lado de Rogelio García, quien me sonrió y me contagió el buen humor. — ¿Ya descubrió la personalidad de su personaje? — pregunté, abriendo mi mochila.

        Él asintió. — Soy el representante de Christian, el que le arregla los mambos. Damián.

        — ¡Ah la pipetuá, Damián! Me encanta. No como mi nombre, que es el más aburri-

      Me callé abruptamente, ¿la razón? Me interrumpieron, ¿Adivinen quién fue?

       — Encima que llegás tarde, tenemos que esperarte las ganas de que te pongas a repasar el guión. Así o más boluda. — escupió, fríamente.

       Rodé los ojos. Todos en la mesa se miraron, incómodos. — Cortala, toro de mierda. Me tenés cansa- — bajé la mirada a mi mochila. Había metido los papeles que el mecánico del auto le había dado a Bella, en vez de mi guión.

       Ay, mamá. Ahora si me echan.

       — Martina, ponete al lado de Enzo, hay una silla libre. — Nicolás Branca señaló al torito, quien había rodado los ojos dramáticamente. Tragué saliva, asintiendo. ¿Cómo iba a repasar el guión... sin el guión?

         — Che, Horacio. — susurré. — ¡Horacio! — el tipo se dió vuelta, asustado. — ¡Prestame tu guión, porfi!

         Él negó, cruzándose de brazos. Abrí la boca, ofendida. — ¡Horacio! ¡No te pongas la gorra! — ví como otra persona completamente distinta a Horacio, con quién hasta ahora no crucé palabra alguna, me deslizó a través de la mesa su guión.

       Rafael Spregelburd me guiñó un ojo y sonreí, aliviada. Que copado, pensé, cerrando de nuevo mi mochila. Me levanté rápido, y fui hasta Enzo.

        — ¿La primera escena? — preguntó él, sumergiéndose en su libreto. Lo miré de reojo, traía una camisa manga corta como de playa, blanca y una bermuda de jean negra. Instintivamente, miré hacia abajo, y el remerón blanco con una foto del cover de 1989 con la cara de Taylor Swift me sonrió, bue- no a mi, tenía la cara impresa, pero se entiende. Me sentí un tanto... intimidada, pero no lo iba a demostrar.

         Nicolás se enderezó. — Antes de comenzar, quería arrancar contándoles un poco como es la interacción entre sus dos personajes. — los dos centramos nuestra atención en el otro director. — Christian es un futbolista de veintitrés años, en ascenso, está a punto de firmar un contrato para irse a Europa a jugar en un equipo gigante, pero se manda una cagada, sin razonar las consecuencias ni nada, y todo eso se le termina. Se lo muestra más que nada depresivo, todas sus redes sociales están plagadas de comentarios despectivos hacia su persona. — ví como Enzo asentía, mientras anotaba cosas en un cuadernito. Alcé las cejas, yo no había traido nada para anotar. Parece que sintió mi mirada, por lo que me regaló una de sus mejores caras de culo, y dejé de mirarlo, bufando.

         — .... y vos, Martina, tu personaje es todo lo contrario al de Enzo, sos extrovertida, sacás lo mejor de él, sos la razón por la que él sonríe. Hasta en cierto punto, él va a depender de vos emocionalmente. Así que, les pido que resuelvan cualquier quilombo que tengan afuera, y si no los pueden resolver, se olviden de eso mientras grabamos. Porque necesitamos química, Christian necesita esa contención que no recibe de su papá, desgraciadamente, ya que solo lo ve como una máquina que juega al fútbol y trae ingresos económicos a la familia. — alterné la mirada entre Rafael y Enzo, realmente Nicolás era totalmente distinto a Martín, era más... realista, no sé, tenía pinta de que te decía las cosas a la cara sin tener un problema. Por mi parte, yo no tendría ningún lio con Enzo si no fuera él el que me provoca cada vez que cruzamos miradas o palabra alguna.

         — ¿Estamos? — los dos asentimos, calladitos. — Bien, ahora, respondiendo a tu pregunta, Enzo, no. No arrancaremos por la primera interacción con palabras, vayan a la página 200.

         Apuré a hojear el libreto de Rafael, que tenía remarcados con resaltador amarillo fluor las partes de Óscar. Eso me atrasó un poco, debido a que era uno de los protagonistas, aparecía en casi todas las escenas.

        — Listo. — dije, leyendo la primera linea.

ESCENA CRISTIAN Y BELÉN.
CANCHA DE TENIS

Belén está sentada contra la pared de la cancha, escuchando música con los ojos cerrados. Tararea, tranquila.

Christian la ve, se acerca, dudando en sentarse. Finalmente, suspira, y se deja caer junto a ella.

BELÉN
Hola.

     Soy consciente de que Enzo está bastante incómodo, pero escucho como suspira, adentrándose en el personaje.

CHRISTIAN
Hola. Todo bien?

BELÉN
Bien.

Contesta, serenamente. Tratando de no parecer una maleducada, se saca los auriculares que tiene en los oídos y centra completamente su atención en Christian.

BELÉN
¿Acostumbrandote al barrio?

CHRISTIAN
Seh, bastante tranquilo la verdad.

BELÉN
Demasiado.

CHRISTIAN
Seh...

BELÉN
Te dije.

CHRISTIAN
(riendo) Es cierto

Los dos se sumergen en un silencio, que parece incómodo, pero por alguna razón, no lo es. Ambos están comodos con la presencia del otro. Sin darse cuenta, se acercan un poco.

CHRISTIAN
Igual, no todo es tan aburrido. Vos en que andas?

BELÉN
Escuchando música.

CHRISTIAN
Ahí va.

BELÉN
¿Querés escuchar?

         Nicolás nos ordena que nos detengamos. — Bien, va bien, queriendo. Martina, ¿Tenés auriculares? —asentí, dejando el guión en la mesa. Metí la mano en el bolsillo chiquito de la mochila, y los saqué, estaban re contra enredados. No sabía como no se rompían, era un milagro.

        — Bueno, sigamos. Armen la escena.

CHRISTIAN
(encogiéndose de hombros) Si...

Belén desenreda sus auriculares, pasándoselo a Christian. Él se coloca una mitad, acercándose más a Belén.
La música electrónica choca con brusquedad en el oído de él, sorprendiéndolo. Ella no parece ese tipo de chica que escucha este tipo de música.

off

         Enzo cierra los ojos, y sin querer, siente el perfume que Martina está usando. Inhala, despacio, tratando de grabar en lo más profundo de su mente esa fragancia. Traga, despacio, y abriendo sus ojos, vuelve a leer el libreto. Todavía no se da cuenta de que Martina estuvo todo el tiempo mirándolo, interrogante, pero, fingiendo demencia. Se sentía extraño, pero a la vez, como si sería lo más normal del mundo. Ambos... sentían que un imán los acercaba, impidiendo que se separaran.

CHRISTIAN
(risa nasal) Qué raro...

BELÉN
(mirándolo) ¿No te gusta?

CHRISTIAN
No-, sí, sí.

Belen vuelve a cerrar los ojos, tarareando el ritmo de la música. Christian se queda viéndola por unos segundos más, hasta que decide mirar a la cancha, centrándose él también en la música electrónica.
      

         Terminamos de leer la última frase, y Enzo se aleja bruscamente, como consecuencia, nos saca los auriculares de las orejas y cae al piso, en un ruido sordo. Al mismo tiempo, nos agachamos para intentar alzarlo. Nuestras cabezas chocan, y un pinchazo en la parte izquierda de mi cabeza se hace presente. Aprovechando que se separó, alzo rapido mis auriculares y vuelvo a sentarme.

          Ni siquiera se disculpó por el golpe accidental. Rodé los ojos.

         Nicolás nos aplaudió con tres aplausos. — Muy bien, al final yo tenía razón. La química entre ustedes se nota. Gracias al cielo, porque si no, no sé que iba a hacer si se trataban igual que en la vida real. Les agradezco por el profesionalismo, chicos.

          Siento la mirada de Enzo quemarme el rostro, pero no lo miro. Me aguanto. ¿Por qué reaccionaba así? ¿No puede ser un poco más amable? ¿Como una persona normal?

         Las puertas de la sala se abren, y entra Martín, seguido de Bella. De quién, por cierto, durante la lectura de libreto, me había olvidado por completo. —  Martu, me había olvidado de comentarte algo super importante. ¿Podés venir un ratito?

      

█▓▒░ nota ░▒▓█

■ Hola mis bellas!!! No me canso de agradecerles por el apoyo que está recibiendo la novela. Las amo, en serio, gracias, más por favor.

Espero que se pueda entender lo que hice en este cap, cuando el texto se centre en el medio, tal y como pasó cuando leían la escena de la cancha de tenis, Enzo y Martina estarán actuando eso mientras leen.

Apareció AGUSTIN PARDELLA, KEEE, JAJAJAJ (acá lo van a odiar-amar)

martina cuando vio el nombre de agustin: agustin vos ademas de infiel, sos estupido?

■ Loco ya quiero escribir el acto dos, tengo las re ideas😭 pero todo a su tiempo.

me cambie el icon, esos dos son martina y simon hempe (acto 2 muchachas🎀)

Vieron que la sociedad de la nieve logró dos nominaciones a los Oscars!!! VAMOS A VER A LOS CHICOS AHÍ AAAA

■ No se olviden de votar y comentar! Las amooooooo, gracias, más porfavor

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