Shonen Showdown.
La Valquiria Mayor, Brunhilde, observaba con el ceño fruncido el marcador del Ragnarok. Los dioses tenían la ventaja, apenas por un punto, pero en una contienda tan crucial, incluso una mínima ventaja significaba la diferencia entre la esperanza y la condena. Era la décima ronda, y el tiempo para maniobrar se agotaba. La humanidad necesitaba un guerrero excepcional, alguien capaz de enfrentarse a lo imposible y sobrevivir.
De repente, su celular vibró. Cuando lo miró, un mensaje apareció en la pantalla: "El siguiente luchador de los dioses es Hades."
El nombre retumbó en su mente como un trueno. Hades, el dios del inframundo, soberano de los muertos. Si los dioses buscaban destruir toda chispa de esperanza en el corazón humano, lo habían elegido bien. Los músculos de Brunhilde se tensaron y la preocupación arrugó su semblante. No había margen para el error; Hades era una amenaza inigualable, un rival más allá de la habilidad o fuerza de cualquier luchador ordinario.
Sin embargo, la determinación llenó sus ojos mientras repasaba en su mente la lista de guerreros humanos. Sabía que debía haber alguien, alguien con una mezcla de locura y valor, capaz de enfrentarse a un dios tan temible. Sus pensamientos viajaron a través de leyendas, historias olvidadas y héroes caídos. Necesitaba un guerrero con el corazón de un león y el alma de un titán, alguien que no temiera mirar la muerte a los ojos y sonreír.
Con dedos temblorosos pero resueltos, comenzó a escarbar en su vasta red de contactos, leyendas y archivos antiguos. Aún quedaba una esperanza, un último as bajo la manga. Para enfrentar a Hades, el rey de los muertos, Brunhilde debía invocar a alguien que hubiera regresado de la muerte misma.
El Ragnarok seguía su curso, y la décima ronda estaba por comenzar. Pero Brunhilde no iba a permitir que la desesperación la dominara.
La desesperación creció en ella mientras intentaba buscar a un guerrero que pudiera luchar contra el dios del inframundo. Sin encontrar a nadie adecuado, le dio un fuerte golpe a la mesa, la cual, por un momento, pareció fallar y apagarse. Sin embargo, tras unos segundos, la pantalla de la mesa se encendió de repente, mostrando un archivo de un chico.
Ichigo Kurosaki, decía el nombre en la ficha. Y debajo de él, un título intrigante: "El héroe de la Sociedad de las Almas."
Su curiosidad la llevó a revisar cada línea del expediente. Lo que leyó fue suficiente para avivar una chispa de esperanza en su pecho. "Híbrido de múltiples razas... un guerrero con habilidades inimaginables, capaz de evolucionar continuamente en combate." Los registros hablaban de un héroe que había protegido a su mundo, enfrentando a seres de todo tipo, desde espíritus oscuros hasta monstruos de inmenso poder, siempre impulsado por un deseo implacable de proteger a sus seres queridos y, si era necesario, a todos los que no podían defenderse.
Brunhilde sonrió, sintiendo una renovada emoción. Este era el guerrero que la humanidad necesitaba. Alguien que no sólo luchaba por la victoria, sino por el bienestar de otros, alguien cuyo corazón valiente era tan fuerte como su espada.
Con una respiración profunda, activó el portal que conectaría el reino de las valquirias con la Sociedad de las Almas. Un destello de energía vibrante iluminó la habitación, y al instante, una figura fue proyectada en la sala, envuelta en un aura de poder y desafío. Frente a ella estaba Ichigo Kurosaki, observándola con una mezcla de desconcierto y determinación.
Brunhilde:—Ichigo Kurosaki, héroe de la Sociedad de las Almas —comenzó Brunhilde, su voz solemne—. El Ragnarok ha llegado, y la humanidad necesita un campeón capaz de enfrentarse al mismo dios del inframundo, Hades. Yo, Brunhilde, Valquiria Mayor, te invoco para ser el luchador de nuestra especie en esta décima ronda.
Ichigo la miró con los ojos entrecerrados, evaluando sus palabras.
Ichigo:—¿Así que... quieres que pelee contra un dios? —preguntó, sin temor en su voz, sólo una intensa resolución.
Brunhilde asintió.
Brunhilde:—No sólo eso. Necesito que pelees en nombre de aquellos que no pueden defenderse. Para mantener viva la esperanza de la humanidad.
Ichigo esbozó una leve sonrisa, un destello de desafío en sus ojos.
Ichigo:—Proteger a los demás, dices... Eso es algo que entiendo muy bien. Si se trata de eso, cuenta conmigo. Pelearé hasta el final.
Brunhilde, satisfecha, extendió una mano hacia él en señal de pacto.
Brunhilde:—Entonces, que los dioses se preparen. La humanidad ha encontrado a su campeón.
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-Arena del Valhalla-
La arena tomó su forma circular una vez más, bajo la luz de las cuatro farolas que arrojaban un fuego ardiente y espectral.
Las calaveras en los extremos de cada farola parecían observar la batalla que estaba por empezar, como guardianes sombríos de este evento final.
Las puertas de entrada, igualmente decoradas con huesos y calaveras, se erguían imponentes en la penumbra, mientras el aire se volvía denso y oscuro, llenando a los presentes con una mezcla de temor y expectación.
En el centro de la arena, una figura pequeña se preparaba para hablar. Heimdall, el vigía del apocalipsis, alzó su cuerno y su voz se expandió con un eco profundo, captando al instante la atención del público.
Heindall:—¡Que todos escuchen! —tronó su voz como un trueno que sacudió la arena—. ¡Con el poder de los dioses y la fuerza de los humanos aquí presentes, declaro el inicio de la décima ronda del Ragnarok!
Un rugido de emoción estalló entre los espectadores. En el lado humano, la multitud gritaba con fervor, convencidos de que esta vez lograrían la victoria. Voces y cánticos de apoyo resonaban, elevando el ánimo y la determinación de quienes deseaban ver a la humanidad triunfar contra los dioses.
Del lado opuesto, el bando divino observaba con sonrisas burlonas y miradas de desprecio. Los murmullos de los dioses y sus seguidores eran de desprecio y superioridad, como si esta contienda no fuera más que un entretenimiento para ellos. Se reían de las esperanzas humanas, convencidos de que ningún guerrero mortal podría derrotar a, su siguiente campeón.
-Entrada del Bando divino-
Hades caminaba por los oscuros pasillos por debajo de la arena, alzando en alto una lanza de dos puntas que sostenía con su mano derecha. Caminaba de frente y decidido, pensando para sí mismo sobre lo que estaría a punto de suceder.
Hades:—Ha pasado algún tiempo...desde que utilicé mi bidente...
Entonces, una voz lo llamo desde sus espaldas:
???:—Señor Hades. Un momento de su tiempo.
El rey de Helheim se volvió hacia atrás, encontrándose con un hombre vestido muy elegantemente, quien se inclinaba para reverenciarlo con la mano izquierda abierta cruzada sobre su pecho. En la frente del individuo había una extraña mancha con forma de rombo, mientras que sus oídos se asemejaban más bien a aletas.
Hades:—Ah, eres tú. Eres el...
???:—¡Sí! ¡Soy el humilde sirviente de Poseidón, Proteus! El dios marino se arrodilló frente a Hades, agachando la cabeza.
Hades:—¿Qué quieres? El dios marino se arrodilló frente a Hades, agachando la cabeza.
Proteus:—Tome esto, señor...Proteus levantó sus brazos, tendiéndole a Hades una almohada y finas mantas sobre las cuales reposaba la punta de un arma que el señor de los muertos reconoció al instante.
Hades:—Esto es... el Tridente de Poseidón...Proteus le acercó el arma con la mirada ensombrecida.
Proteus:—Por favor... lleve a mi señor con usted...imploro el dios marino mientras lagrimeaba. —Y por favor... se lo ruego... ¡¡ANIQUILE A ESOS HUMANOS, QUE ASESINARON A POSEIDÓN, CON EL MARTILLO DE LOS DIOSES!!
Hades dejó escapar una pequeña sonrisa.
Hades:—Ja... Estúpido, mi hermano no era de esos que piden a otros que los venguen.
Proteus presionó la almohada con la que sostenía el tridente contra su pecho, y bajó la cabeza, soltando lágrimas a mares.
Proteus:—M... mis más sinceras disculpas, señor...
Hades:—Sin embargo...—lo interrumpió Hades sombríamente, mientras tomaba la punta del tridente de Poseidón y la levantaba en alto, mirando su resplandor divino con una mezcla de dolor, pena y determinación en sus ojos—. Es mi deber como el hermano mayor tomar venganza por él...
El tridente empezó a brillar muy intensamente, con un poder tal que se convirtió en una luminosa esfera de energía en la mano de Hades, El dios acercó la luz a su lanza bidente, fusionando ambas armas en una sola.
Hades:—Vayamos juntos—exclamó mientras sostenía su lanza a ambas manos. Seguía siendo un bidente, una lanza de dos horcones, pero ahora tenía la intrincadamente detallada guarda del tridente de su hermano, Poseidón, rey de los océanos.
Proteus empezó a derramar lágrimas de alegría.
Proteus:—Un... ¡¡Un millón de gracias, mi señor!!—exclamó arrodillado, pero alzando la mirada con esperanza hacia la cegadora luz que el arma de Hades emanaba. "Ah... gracias a los cielos, Poseidón"—pensó Proteus en su mente, mientras veía como Hades se alejaba por el túnel, dirigiéndose hacia la entrada de la arena—. "Nuestro querido Hades... ¡Vengará su muerte sin duda alguna!
Heimdall alzó la mano, exigiendo silencio antes de anunciar a los luchadores.
Heindall:—¡En esta décima ronda, el representante de los dioses no es otro que este hombre dijo señalando a la puerta del bando divino. —¡¡VINIENDO DESDE EL HELHEIM EN UN MOMENTO DE NECESIDAD ESTÁ ESTE DIOS!!
https://youtu.be/r2S7NeH7qPQ
La atmósfera en la arena cambió instantáneamente cuando las puertas del lado divino comenzaron a abrirse, y una figura majestuosa, envuelta en una presencia tan imponente como el mismo inframundo, se mostró ante todos: El dios del inframundo habia llegado.
Un escalofrío recorrió a los espectadores mientras el dios avanzaba lentamente hacia la arena, con una presencia que irradiaba poder y control absoluto.
Humano:—Esos dioses están actuando extraño...
Vikingo:—¿H-Helheim?—chilló un enorme guerrero vikingo, extremadamente horrorizado—. No puede ser...
Humano:—¿Qué es eso?—preguntó otro hombre, cerca de él.
El antiguo guerrero lo miró con terror.
Vikingo:—Creo... que es a lo que ustedes llamarían... Infierno.
Heindall:—CUANDO ÉSTE DIOS CAMINA, EL MUNDO ENTERO TIEMBLA. CUANDO ÉSTE DIOS PONE MALA CARA, ¡¡TODOS SE ARRODILLAN ANTE ÉL!!
En sus brazos llevaba su hermoso bidente, adornado con detalles que recordaban el tridente de su hermano Poseidón, caído en batallas pasadas.
Los decorativos, reminiscencias del poder del dios del mar, parecían brillar con un resplandor sombrío, como un tributo constante a su memoria.
Heindall:—CERBERO, EL GUARDIAN DEL INFRAMUNDO, SE INCLINA ANTE ÉL. TIFÓN, EL MONSTRUO MÁS TERRIBLE, RONRONEA COMO UN GATITO ANTE SU MERA PRESENCIA.
La apariencia del Dios era cautivadora y aterradora a la vez: de porte alto y semblante atractivo, con un elegante parche diseñado especialmente para cubrir su ojo derecho.
Su cabello plateado, largo y elegante, caía en cascadas hasta su espalda, con mechones que se erizaban en algunos puntos de su cabeza, añadiendo un toque de rebeldía controlada.
Sobre su frente, un patrón en forma de hoja estaba tatuado con precisión, dándole una apariencia aún más enigmática.
Alrededor de su cuello llevaba una gargantilla de púas, y en su oreja izquierda colgaba un pendiente en forma de cuentas, acompañado de varios piercings más pequeños que adornaban la misma oreja. Su atuendo era tan formal como extravagante:
Un abrigo de cuello alto que se extendía hasta la parte superior de su pecho, con insignias decorativas en ambos lados, confiriéndole una apariencia de nobleza implacable.
Sus jeans blancos y los patrones cuadrados en sus zapatos terminaban de completar un estilo único que parecía combinar poder y elegancia en partes iguales.
Hades avanzó con calma hacia el centro de la arena, sin prisa, pero con cada paso marcando su presencia como un eco de autoridad.
Conforme caminaba, los dioses presentes se pusieron firmes y, en un gesto de respeto y devoción, le ofrecieron un saludo militar.
Era un momento solemne; incluso aquellos que solían ser altivos inclinaban la cabeza ante el soberano del inframundo.
Heindall:—EL MAYOR DE LOS TRES DIOSES MÁS PODEROSOS DE GRECIA Y EL REY DEL INFRAMUNDO...
Al llegar al centro, el dios se detuvo y, en un acto final, se quitó su elegante abrigo, dejándolo caer al suelo. El público contuvo la respiración. La apariencia de Hades, ahora libre de su abrigo, parecía aún más intimidante, como si cada detalle de su presencia gritara el poder de un dios que estaba listo para reclamar la victoria.
¡¡¡HADES!!!
Heindall:—AHORA POR PARTE DE LOS HUMANOS VIENE AQUI UNO DE LOS MAS PODEROSOS DE TODOS LOS TIEMPOS!!
Las puertas del lado humano se abrieron y, para sorpresa de todos, la figura que salió fue la de un joven con apariencia ordinaria, vestido con ropa común.
Ichigo en su forma humana, caminaba con paso firme hacia la arena, desconcertando a los humanos y provocando risas y burlas del lado divino.
Los dioses observaban con desdén al muchacho de aspecto sencillo, considerándolo poco digno de enfrentarse al dios del inframundo.
https://youtu.be/EZdiUNX6f2g
Heindall:—UN JOVEN QUE VIVIA UNA VIDA NORMAL DE ADOLECENTE PERO CON LA PARTICULARIDAD DE QUE PODIA VER ESPIRITUS Y UN DIA CONOCIO A ALGUIEN QUE CAMBIO POR COMPLETO SU DESTINO!!!
Sin embargo, Ichigo, impasible ante las risas y miradas, avanzó hasta detenerse en la arena. Cerró los ojos, concentrándose, y en un instante, desató su Shikai en una explosión de poder puro.
Una oleada de energía descomunal sacudió la arena, y una serie de pilares de energía negra y plateada se elevaron en el cielo.
Los dioses en las gradas, que un segundo antes se burlaban, ahora observaban boquiabiertos. Ante ellos, Ichigo apareció con una enorme cuchilla en su mano, un arma colosal de filo negro con un destello plateado, que parecía más un inmenso cuchillo de poder abrumador.
Heindall:—A PARTIR DE ESE DIA SE CONVIRTIO EN UN SER QUE LLEVARIA A LAS ALMAS A UN DESCANSO ETERNO TENIENDO NUEVOS RETOS Y DESAFIOS!!!
Ichigo avanzó hacia el centro de la arena, blandiendo su espada con facilidad, como si fuera una extensión natural de su cuerpo.
Heindall:—SE ENFRENTO EL JUNTO A SUS AMIGOS A TODA LA SOCIEDAD DE ALMAS INCLUYENDO A LOS SHINIGAMIS MAS PODEROSOS DE LA MISMA!!!
A medida que se acercaba, las risas se extinguieron y dieron paso a un silencio impactante. Zeus, Odín, Shiva y Ra observaban en completo asombro; ellos reconocieron a Ichigo, lo identificaron como una leyenda viviente, un guerrero que había trascendido el dominio de los humanos.
Hades, quien esperaba confiado en el centro de la arena, abrió los ojos con sorpresa al observar al muchacho de poder inigualable que tenía frente a él.
Heindall:—SE LANZO AL HUECO MUNDO UN LUGAR LLENOS DE PELIGRO PARA SALVAR A SU AMIGA!!!
Ichigo lo miró sin temor, con una determinación tan afilada como el filo de su espada.
Los dioses menores permanecían en silencio, paralizados por la inmensidad de su poder, mientras el público humano comenzaba a gritar con alegría, vitoreando su nombre con fervor, levantando sus manos en una oleada de apoyo y esperanza.
Heindall:—DERROTO AL SHINIGAMI TRAIDOR CONOCIDO COMO SOSUKE AIZEN EL CUAL HABIA TRANSCENDIDO A UN SER FUERA DE TODA COMPRENSION GRACIAS A UNO DE LOS ARTEFACTOS MAS PODEROSOS JAMAS CREADOS!!!
En las gradas, sus amigos, que también observaban con nerviosismo, no pudieron evitar sonreír y unirse a los vítores, alentándolo con toda su fuerza.
Heindall:—AUNQUE PERDIO SUS PODERES EN AQUELLA LUCHA EL SACRIFICIO QUE DIO FUE ENORME Y CUANDO LOS RECUPERO UN NUEVO DESAFIO LLEGO LA NOMBRADA GUERRA SANGRIENTA DE LOS MIL AÑOS!!!
Al llegar al centro de la arena, Ichigo levantó su espada y apuntó el filo hacia Hades, declarando con una voz firme y decidida:
Ichigo:—Voy a ganar, sin importar qué tan difícil sea.
Heindall:—DONDE EL MISMISIMO REY QUINCY YHWACH LO RECONOCIO COMO LA AMENAZA MAS GRANDE A SUS PLANES Y AUN CUANDO YHWACH ABSORBIO AL LEGENDARIO REY DE LAS ALMAS EL LO VENCIO!!!!
Los ojos de Hades se entrecerraron, asumiendo una expresión seria y llena de respeto hacia el joven que se atrevía a desafiarlo.
Heindall:—CONVIRTIENDOSE A SI EN UN POSIBLE SUCESOR AL NUEVO REY DE LAS ALMAS!!!
Entre el público, Thor permanecía en silencio, con los brazos cruzados, recordando cómo Ichigo había enfrentado a Shinigami de poderes extraordinarios, seres a su propio nivel, y los había superado.
Heindall:—EL HIBRIDO PERFECTO!!!
Los dioses supremos, aquellos que se consideraban intocables, intercambiaban miradas en silencio, plenamente conscientes de que este humano había logrado enfrentar y vencer a un ser de una fuerza inconmensurable, absorbiendo un poder que los dioses mismos apenas podían comprender.
Heindall:—EL HIJO DE LA OSCURIDAD!!!!
Susano'o, con una sonrisa de admiración, agarró la empuñadura de su espada, emocionado, anhelando el día en que pudiera cruzar su hoja con la de aquel extraordinario guerrero.
Por su parte, Hades se ajustó el agarre sobre su bidente y, dejando a un lado cualquier duda o sorpresa, adoptó una postura seria, preparándose para la batalla que estaba por comenzar.
Heindall:—EL SHINIGAMI MAS FUERTE NO.........EL MAS PODEROSO DE TODOS!!!!
¡¡¡¡ICHIGO KUROSAKI!!!!
Hades e Ichigo se miraban fijamente, como si cada uno estuviera intentando leer en los ojos del otro el siguiente movimiento. Ambos sostenían sus armas con una fuerza que casi parecía hacer vibrar el aire a su alrededor:
Hades, con su imponente bidente adornado con los símbolos de Poseidón, e Ichigo, con su inmensa espada de filo negro y plateado, una manifestación pura de su poder.
Los espectadores contenían la respiración.
Cada rincón de la arena estaba envuelto en un silencio expectante. Los dioses mantenían sus miradas fijas en Hades, sus expresiones llenas de confianza y orgullo.
En el lado humano, la tensión era palpable; sin embargo, las miradas de admiración hacia Ichigo y los susurros de esperanza fluían entre la multitud.
Heimdall, de pie en su posición de vigía, levantó su brazo, deteniéndose por un momento en la cima de aquel instante de tensión pura. Sus ojos recorrían a los dos combatientes, que no apartaban la vista el uno del otro, sus cuerpos listos para la batalla.
La atmósfera estaba cargada de una energía feroz y contenida, como si toda la arena pudiera estallar en cualquier segundo.
Con un movimiento rápido y decisivo, Heimdall bajó su brazo y su voz resonó como un trueno en el aire:
Heindall:—¡Que comience el combate!
Al oír la señal, tanto Hades como Ichigo se lanzaron hacia adelante, sus armas alzadas y sus miradas decididas.
La arena fue sacudida por el impacto de su primer choque, un destello de poder puro que iluminó brevemente los rostros asombrados de los espectadores.
La batalla había comenzado, y cada golpe prometía ser el preludio de una lucha épica entre un dios y un guerrero que no tenía intención de retroceder.
Entre el tumulto de la arena, en el lado de las gradas humanas, un grupo especial de personas observaba la batalla con nerviosismo y emoción. Los amigos y seres queridos de Ichigo estaban allí, sus miradas fijas en cada movimiento, cada golpe, cada destello de energía.
Orihime, con las manos juntas cerca de su pecho, murmuraba palabras de aliento, sus ojos llenos de esperanza. Uryu, serio y analítico como siempre, evaluaba cada paso de Ichigo y cada acción de Hades, atento y calculador, pero sin poder ocultar el orgullo por su amigo.
Renji estaba al borde de su asiento, los puños apretados y una sonrisa llena de desafío.
Renji:—¡Vamos, Ichigo! —gritó, su voz un rugido de apoyo. A su lado, Sado observaba en silencio, pero con una intensidad en su mirada que dejaba clara su fe inquebrantable en su amigo.
Rukia, con sus ojos brillando, gritó con fuerza:
Rukia:—¡No te rindas, Ichigo! ¡Estamos contigo!
Toshiro miraba la batalla con la seriedad de un capitán, sus ojos afilados observando cada detalle, mientras Rangiku asentía a su lado, animando con entusiasmo, deseando ver a Ichigo triunfar. Yoruichi, con una sonrisa confiada, miraba a Ichigo y le susurraba desde la distancia, casi como si pudiera hablarle directamente:
Yoruichi:—Demuestra lo que puedes hacer, chico. Urahara, en su característico estilo despreocupado, observaba con interés, aunque no podía ocultar el brillo de orgullo en sus ojos.
Y entre ellos, las personas más queridas de Ichigo estaban allí, apoyándolo. Yuzu y Karin, sus hermanas, lo animaban con toda su energía. Yuzu miraba con preocupación, pero también con una fe absoluta en que su hermano saldría victorioso. Karin, más estoica, apretaba los dientes mientras susurraba con dureza:
Karin:—Vamos, Ichigo, no puedes perder.
Finalmente, en la última fila, una figura familiar pero que destacaba estaba allí: Isshin, el padre de Ichigo. Observaba la pelea con seriedad, sus ojos siguiendo cada movimiento de su hijo, como si estuviera evaluándolo, y al mismo tiempo, en su rostro había un leve orgullo.
Isshin:—Vamos, Ichigo... muéstrales de qué estás hecho —murmuró, aunque sus palabras estaban llenas de cariño y confianza.
Desde las gradas, los gritos y los ánimos resonaban con fuerza, y su apoyo era palpable.
Cuando Ichigo y Hades se separaron tras su primer choque, Ichigo alzó la mirada un instante hacia las gradas humanas y vio a todos sus amigos y familiares allí, dándole ánimos.
Sus miradas lo llenaron de una energía renovada, un recordatorio de todo lo que estaba protegiendo.
Hades notó el destello de determinación en los ojos de Ichigo, y su semblante se volvió aún más serio, entendiendo que aquel joven no solo era fuerte, sino que estaba respaldado por una voluntad inquebrantable.
Fin que les parecio el capitulo?
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