Capítulo 11
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Hoseok pasó la noche en vela, no había comido nada en todo el día ni bebido agua, pues al parecer en ese lugar nadie tenía necesidades humanas. Aprendió que todos los que vivían en esa cabaña eran dioses expulsados de la tierra de dioses, por lo que él estaba viviendo bajo el mismo techo con los seres que más odiaba en este mundo.
Pero lo soportaría por Namjoon.
Durante el día no habló con nadie, no los saludó, ni les respondió cuando éstos le hablaron. Le habían insistido preguntándole sobre qué gobernaba y él quería gritarles que sobre nada. Pero tenía miedo que lo echaran de la cabaña si se daban cuenta que no era un dios como todos creían.
Los había contado, al menos a los que había podido ver, y en ese lugar vivían al menos veinte dioses. Hoseok maldijo al pensar en las veinte enfermedades y se preguntó si habían otras cabañas donde otros dioses vivieran así, de esa forma, sin mezclarse con el resto del mundo, en algún otro lugar recóndito del mundo donde hubiera una extraña leyenda como la leyenda de la ventisca.
Era de madrugada y aunque su cabeza caía por segundos y sus ojos se cerraban por el sueño, él no durmió mientras chateaba con Seokjin hablando sobre la condición de Namjoon. Su amigo estaba pasando un tiempo difícil y él odiaba a Jungkook por ello. Tenía miedo que en cualquier segundo su mejor amigo dejara éste mundo.
Suspiró profundo cuando un mensaje de Seokjin avisando que habían estabilizado a Namjoon llegó. Agradeció, aunque fuera al médico que lo estaba tratando por alargar su vida, aunque se sentía egoísta ya que al parecer Namjoon estaba sufriendo.
Escuchó la puerta de la habitación de al lado abrirse y se apresuró a salir en esa madrugada. Tomó su abrigo y abrió su puerta observando que Jungkook desaparecía al final del pasillo. Corrió para seguirlo aunque se sentía mal por su golpe, el hambre y la sed. Notó que el dios del hielo salía de la cabaña y maldijo porque una extremadamente fría madrugada.
Sin embargo, cerró su abrigo y apretó sus labios entre los dientes, saliendo de la cabaña y yendo con dificultad tras la silueta de Jungkook. Intentaba no perderlo pues Jungkook no dejaba huellas en la nieve. Lo siguió hasta que el dios se sentó en la solitaria banca en medio del claro de árboles en el bosque a la cual solamente se llegaba por el sendero.
Dió unos pasos más hacia la banca y sin querer escuchó los suaves sollozos del contrario. Se detuvo entonces y Jungkook giró el rostro. Sus ojos azules brillaban un poco en la oscuridad y la luz de la luna se reflejó en sus lágrimas congeladas. El dios del hielo solamente lo miró por un segundo y luego volteó a ver hacia el horizonte mientras continuaba llorando.
Hoseok no entendía qué sucedía pero ciertamente no tenía el valor de acercarse más e interrumpirlo. Aunque deseaba continuar intercediendo por su amigo, no estaba seguro de poder hacerlo.
Dió un paso inseguro hacia la banca donde Jungkook estaba y un viento helado atravesó el claro, empujándolo hacia atrás.
─ Tu amigo no morirá hoy. ─ Le dijo Jungkook, su voz vacía y quebrada. ─ Vete.
Hoseok tragó saliva, cuando Jungkook se giró nuevamente y pudo ver sus tristes ojos azules de nuevo, se giró y caminó de regreso a la cabaña. Entró, su cuerpo temblando, y se sostuvo de la puerta por el cansancio.
Las palabras del dios lo habían calmado aunque fuera un poco, por lo que caminó de vuelta a su habitación y se quedó dormido sin poder evitarlo más.
Mientras tanto en la banca Jungkook lloró hasta que aparecieron los rayos del sol y el calor descongeló sus lágrimas. Se preguntó hasta qué punto ese humano insistiría, pues sabía que en la cabaña no había nada que cubriera las necesidades de Hoseok. Habían baños simplemente porque la cabaña ya tenía baños cuando fue adquirida. Pero ellos sólo los usaban para bañarse.
De igual forma, Jungkook se preguntó lo que sería para él vivir con el odio de ese humano, ya la carga era pesada sobre él. Más el pelinaranja agregaba algo desconocido, pues eran contados los humanos que tenían el nombre específico del dios al que odiaban. Se preguntó si Hoseok volvería hasta que su vida humana acabase, o, ¿Siquiera se iría de la cabaña tras la muerte de su amigo?
¿Cuánto tiempo más podría soportar al humano que lo odiaba con tanto fervor? Jungkook sabía que odiar estaba prohibido y entendía por qué. Porque el odio es un veneno que poco a poco va manchando toda alegría y te deja en la profunda desgracia. Porque mientras alguien odiaba, el receptor de ese odio a veces ni siquiera sentía algo al respecto, entonces el propio sentimiento era el que dañaba a la misma persona que odiaba.
En pocas palabras el odio es un arma de dos direcciones. No puedes dañar a alguien más sin dañarte a ti mismo. Y el sólo hecho de odiar ya comienza a formar una herida profunda. Por eso era necesario dejar ir el odio, perdonar. Pero mierda, era tan difícil. Casi incontrolable.
Jungkook lo sabía, pues esa era la regla que él había roto. Porque no pudo evitarlo.
Ahora alguien más lo odiaba a él por el solo hecho de existir en ese mundo, se preguntaba si eso era parte de su castigo. Sentir el odio de alguien más hacía él para poder comprender. Pero se negaba a comprender. Suspiró de nuevo, levantándose para volver a la cabaña.
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Hoseok despertó casi al medio día y lo primero que hizo fue revisar su celular. Solamente tenía algunos mensajes de Yoongi saludando y contándole lo mucho que los extrañaba. Hoseok sonrió con el recuerdo del peli azul y le respondió con un poco de información del lugar donde se encontraba. Yoongi le respondió alegremente y Hoseok se animó un poco por ello.
Salió de la habitación y se apresuró a tocar la puerta de al lado. Cuando no hubo respuesta se preguntó si Jungkook no estaría en su habitación, pero aún así volvió a tocar la puerta con más fuerza hasta que sus nudillos dolieron.
La puerta se abrió y Jungkook lo miró con cansancio y resignación.
─ Te dije que tu amigo no morirá hoy. ─ Le recordó.
─ Eso no quiere decir que no muera mañana. Debes curarlo. ─ Insistió Hoseok.─ Debes curarlo.
─ Ya te he dicho que no puedo. ─ Le dijo Jungkook con paciencia pues no entendía porqué Hoseok no entendía.
─ Tiene que haber una forma. ─ Le dijo el pelinaranja. ─ Hazlo, debes curarlo. Tienes que descongelar su corazón.
Jungkook negó con la cabeza y entonces los gritos de Hoseok volvieron, sus palabras dañinas llenas de odio volvían a lastimarlo.
─ ¡Fuiste tan malo que hasta te quitaron tus poderes! ¡¿No es así?! ¡Por eso no puedes curar a un simple humano! ─ Los ojos azules de Jungkook volvieron a aparecer y aunque él realmente deseaba controlarse, las palabras de un simple humano lo estaban descontrolando y ni siquiera comprendía por qué.─ ¡Eres el peor dios, el más idiota! ¡Rompiste las reglas y por tu culpa mi amigo va a morir! ¡Ojalá murieras tú en lugar de él!
─ Callate. ─ Le dijo Jungkook cerrando la puerta pero Hoseok impidió empujando la madera para mantenerla abierta y metiendo su pie entre el marco y la puerta. ─ Humano, estás acabando con mi paciencia. ─ Advirtió Jungkook abriendo la puerta.
─ ¡No me importa! ¡Cura a Namjoon!
─ ¡No puedo! ─ Gritó Jungkook y jadeó luego de eso, era extraño que un dios perdiera los estribos, pero la carga de la maldición estaba haciendo estragos con su mente.
El pelinaranja lo miró con fuego en sus ojos, mostrando el profundo odio que sentía por él y Jungkook no podía culparlo por ello, pero tampoco podía soportarlo.
─ ¡Si puedes!
El dios del hielo extendió su mano hacia el pecho de Hoseok y una sensación helada atravesó el cuerpo del humano. Ambos se miraron a los ojos entonces. Los ojos de Jungkook mostrando el profundo azul y la nieve que caía reflejándose en su interior.
─ Esta es la única forma de curarlo. ─ Le dijo Jungkook y Hoseok llevó su mano a la fría mano de Jungkook en su pecho, justo sobre su corazón.
Sintió frío a pesar de estar en el interior de la cabaña.
─ Es la única forma. ─ Repitió Jungkook quitando su mano, sus ojos volvieron a ser de color café y Hoseok observó al dios del hielo salir por el pasillo.
No podía moverse, su mente se sintió difusa mientras sentía la sensación helada en su pecho, no se iba. Llevó una mano sobre su propio corazón y jadeó asustado. Pero lo primero que hizo fue correr a su habitación y tomar su celular.
Llamó a Seokjin y esperó a que contestara pero no contestaba. Esperó aún sintiendo aquello en su interior mientras sus lágrimas comenzaban a caer. La llamada que esperaba llegó finalmente. Contestó con sus manos temblando.
─ ¡Lo hizo! ─ Le dijo Seokjin con alegría en su voz. Mientras Hoseok se sentaba en su cama y atraía sus rodillas a su pecho para abrazar sus piernas. Sus lágrimas aún estaban cayendo. ─ Lo descongeló, su corazón está latiendo normalmente, los médicos no entienden qué pasó.
Hoseok respiró con alivio y miedo.
─ Eso está bien. ─ Le dijo sonriendo. ─ Él realmente lo curó.
─ ¡Si! ¡Lo hizo! ¡¿Cuándo volverás?! ─ Preguntó Seokjin. ─ No le he dicho a nadie lo que sucedió, pero no se si debería decirles para que todos puedan pedir ser curados.
─ N-No lo hagas. ─ Le dijo Hoseok temblando del frío. ─ Seokjin... no sé si volveré.
─ ¿Qué?
Hoseok respiró profundo, no estaba seguro, o tal vez si lo estaba pero quería negarlo.
─ ¿Qué dice Namjoon? ─ Preguntó intentando cambiar el tema, pues sabía que Seokjin estaba demasiado emocionado.
─ No puede creerlo, porque de repente comenzó a sentirse mejor y las maquina que mide sus latidos volvió a mostrar signos normales. Entonces él me dijo que seguramente habías convencido al dios del hielo, luego de eso sus familiares y el médico entraron a la habitación y no han vuelto a salir. Dijeron que lo tendrían en observación unos días. ─ Y mientras el novio de su mejor amigo seguía explicando, Hoseok lloraba silenciosamente.
¿Ésto estaba bien? ¿Estaría bien? Tenía miedo, pero al menos él no tenía nada que perder, ¿No es así? No es como que tuviera algo grandioso planeado para hacer en su vida. No quería aceptarlo pero él había estado girando casi toda su vida alrededor de Taehyung, como si él fuera el sol y Hoseok un planeta. Pero aquello se había perdido en el camino y a Hoseok solo le quedaban las metas normales de su vida como graduarse y conseguir un trabajo para no morir de hambre cómo lo estaba haciendo en ese momento.
─ Me alegra. ─ Dijo Hoseok. ─ Cuando pueda... dile que me llame, quiero hablar con él después de tanto tiempo.
─ Le diré, y Hoseok... Gracias. Gracias de verdad.
El pelinaranja colgó la llamada y se levantó para ir por su abrigo, se lo colocó y cerró, pero el frío no se iba. Cerró sus ojos con fuerza temblando en su cama.
Esto estaba bien... él quería que Namjoon viviera, él realmente lo deseaba y odiaba a Jungkook. Lo odiaba tanto por haber roto las reglas.
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