ੈ♡˳Nadie más que tú-Parte Única ❄
Hace mucho tiempo atrás, existió un reino gobernado por un rey alfa de etérea belleza que poseía un corazón demasiado frío, era tan helado como el mismísimo hielo que cubría gran parte de su amplio territorio.
La razón de su hosca actitud era el resultado de las distintas adversidades a las que tuvo que someterse desde muy corta edad, sin embargo, en medio de ese desastre, existió una sola persona capaz de derretir los muros de ese monarca. Un valiente omega con orbes de ciervo que jamás quiso desistir a la idea de salvar a su alteza, quien se encontraba en un abismo de desesperación.
Los sentimientos de ambos florecieron cual nenúfar en medio de un sucio pantano, volviéndose la perfecta salvación del otro.
Esta es su mágica historia.
❄
—¡Jungkook, Jungkook! ¡Jeon Jungkook!
Un joven de rubios cabellos y mirada felina comenzó a llamar con desesperación al chico que se encontraba perdido en su propio mundo.
—¡Oye tú, idiota!
—¿Qué sucede, Yoongi hyung? —cuestionó el susodicho, por fin saliendo de sus profundos pensamientos.
El otro omega se colocó frente al azabache a una distancia considerable, cruzado de brazos y con un semblante serio.
—Vaya, te llamé por tu nombre y ni te inmutaste, pero dije idiota, y me respondes. Eres muy raro, ¿lo sabías?
—Sí, claro. Cómo digas, hyung —expresó con desinterés, desviando la mirada una vez más a la razón que lo tenía tan distraído, la ventana de su hogareña cabaña, mientras se encontraba sentado, limpiando su filosa espada de forma automática.
—¿Se puede saber que estás viendo, mocoso?
El menor reaccionó al instante ante esa interrogante, poniéndose de pie para evitar que el rubio se le acercara más.
—¿Qué rayos te...?
Antes de que Yoongi terminara la frase, la puerta de la pequeña y humilde casa se abrió de par en par, mostrando la silueta de un alfa de cabellos carbón. Jungkook no desaprovechó la oportunidad para enfundar su espada y asegurarla en su cinturón de cuero.
—¡Jiminnie, alfa! —el rubio cambió su expresión a una de pura felicidad antes de abalanzarse hacia su pareja para darle un abrazo de koala, cuidando no lastimarse en el proceso.
—Hola, mi encantador omega —saludó con cariño, inhalando el delicioso aroma cítrico de su amado con ese toque de leche que le encantaba percibir desde hace un tiempo.
Acto seguido, dejó un beso en su marca al tener el cuello ajeno a su disposición para después saludar con amabilidad al azabache que los miraba con ternura.
Jeon ya estaba más que acostumbrado a ver a la pareja de mayores ser así de mimosa, así que no era nada que lo sorprendiera o incomodara. Lo único que el omega podía resaltar de la situación, era lo gracioso que le parecían los cambios de humor de Yoongi cuando Jimin hacía acto de presencia, pues pasaba de un gatito arisco a uno necesitado de mimos.
Quién lo viera, ¿no?
—Hola Jungkook-ah.
—Buenas tardes, Jimin hyung —correspondió el saludo con una leve sonrisa—. Esta vez llegaste muy pronto, supongo que te fue bien en el trabajo.
—Sí, me fue de maravilla —admitió, bajando a su pareja al suelo—. Por eso, pude traer esto. Espero les guste mucho.
El alfa salió de la casa con rapidez para traer el presente que obtuvo para el par de omegas, enseñándoles un gran cesto de frutas y vegetales frescos, los cuales consiguió a un módico precio en la plaza del comercio.
—Wow, es maravilloso —murmuró Min, dirigiendo su mano al vientre de cinco meses, cubierto por un abrigo que le pertenecía a su novio. La prenda cumplía la función de protegerlo del clima frío y mantener caliento el lugar en el que su cachorrito se formaba día a día.
Pensando lo bien que comerían ese día y los próximos. Por esa razón, el omega de ojos gatunos se esforzaría en preparar comida deliciosa para su manada.
—Me costó conseguirlas, pero lo logré con éxito-admitió con orgullo Park—. Ya saben de la situación en la que estamos, así que esto es todo un logro.
—Por supuesto, no hay ni qué mencionarlo-respondió un poco desanimado Jungkook—. Pero estoy seguro de que mejorará.
Nadie dijo nada como respuesta al comentario esperanzador del cazador, por lo que este prefirió ignorarlo. Sabía de sobra lo que sus amigos pensaban al respecto, pero él quería creer que todavía había solución a los graves problemas en el reino de Hélyx.
—Gracias por cuidar a mi gatito —Jimin hizo una corta reverencia para Jungkook, antes de colocar su brazo por encima de los hombros de su omega.
—No te preocupes, es un placer para mí.
El alfa con aroma mentolado dio un asentimiento con la cabeza, manteniendo la canasta entre sus manos, para después acompañar a su pareja hasta la cocina de la casa. Jungkook soltó un suspiro al verlos desaparecer de su campo visual, mientras se disponía a cerrar la puerta de su vivienda con todos los seguros correspondientes, porque lo menos que quería era que algún ladrón tratara de tomarlos por sorpresa.
Los saqueos era el pan de cada día desde hace unas semanas atrás. Y si los podían evitar, lo harían sin pensar.
La situación en Hélyx iba de mal en peor. En el pasado fue un territorio demasiado próspero y seguro, por lo que no había punto de comparación con las penumbras que la gente vivía en la actualidad y todo indicaba que la culpa de esto recaía sobre su alteza, el príncipe Taehyung, al no querer asumir la responsabilidad de ascender a su puesto en el trono.
¿El motivo de esta actitud tan cuestionable ante los ojos de los súbditos? El joven monarca parecía no estar interesado en acatar dicho deber, pues quizá no estaba del todo preparado y le da miedo cargar con las vidas un reino entero que se iría a la basura más pronto que tarde.
Últimamente sucedían demasiados disturbios a lo largo de la región, por mencionar algunos, varios robos y crueles asesinatos se suscitaban sin importar tu clase social, también destacaban las personas que clamaban por otro rey capaz de ascender al poder, porque les servían todos los posibles candidatos menos el incompetente de Kim.
Pero por más mierdas que hablaran del alfa, Jungkook sabía que no era malo, no podía serlo. Lo dudaba tanto porque ese joven le brindó su ayuda desinteresa cuando más lo necesitó.
Y esa opinión la defendía inclusive de Jimin y Yoongi, quienes eran sus mejores amigos y pareja de alfa y omega respectivamente. El par de tortolitos vivían en su casa desde que el abuelo de Jimin muriera y ellos perdieran la casa por culpa de unas deudas no resueltas a raíz de la decadencia del reino.
Cuando Jeon se enteró de esto, lo menos que deseó fue dejarlos desamparados, mucho menos después de enterarse del embarazo de Min. En ese entonces, el omega apenas tenía un mes de estar en cinta, por lo que debía cuidarse si no quería perderlo y provocar que su lado lobuno se deprimiera ante la perdida.
Park tampoco permitiría que eso sucediera, no importaba si tenía que trabajar todo el día, pero él conseguiría una manera en la que a su destinado no le faltara nada y tuviera un hogar en el que se sintiera protegido.
Lastimosamente, algo así no se conseguía de la noche a la mañana, por lo que el omega de cabellos azabaches no demoró en proponerles que vivieran con él hasta que el alfa reuniera el dinero suficiente para construir una cabaña digna de Yoongi. Por esa razón el cazador estaba muy decidido a apoyarles en lo que fuera posible, justo como se lo prometió al abuelo Min y porque los reconocía como parte de su manada al conocerse desde hace mucho tiempo.
Aunque si lo analizaba con cuidado, ambos jóvenes poseían historias tristes. Yoongi perdió a sus padres cuando era un bebé, quedando al cuidado de su abuelo, mientras que Jimin fue abandonado en un orfanato, pero logró salir adelante e independizarse al alcanzar la mayoría de edad. Unos meses después se conoció con su bello ángel en la plaza del comercio, siendo amor a primera vista al elegir por error la misma manzana que deseaban comprar.
A día de hoy eran muy felices juntos por más que las circunstancias a las que se tuvieron que enfrentar fueran malas, porque su relación era muy estable cómo para decidir traer a un cachorrito a sus vidas, el cual sería una gran responsabilidad para ellos como pareja.
Jungkook era un cazador bastante reconocido, lo suficiente como para subsistir desde adolescente, pues su madre falleció a los meses de la muerte de su padre a causa de un lazo roto y lo único que le quedó fue su cabaña. No se quejaba de lo que le tocó vivir, porque sabía cómo sobrevivir gracias a sus progenitores que le enseñaron a trabajar duro.
Y no era por alardear, ni nada parecido, pero la gente lo consideraba un genio cuando utilizaba cualquier tipo de arma para desempeñar su trabajo y conseguir buenas presas como conejos, corderos o venados.
El hecho de que estuviera en lo más bajo de la jerarquía no significaba que no pudiera defenderse o proveerse a sí mismo, porque era todo lo contrario. Él no necesito de un alfa que le resolviera la vida como si no tuviera la capacidad de salir adelante por sí solo, lo único que le pedía a la diosa Luna era un compañero con el que pudiera contar en las buenas, en las malas y en las peores.
Después de que Yoongi preparara una cena deliciosa como ya era costumbre, pues el arte de la cocina se le diera de maravilla y gracias a los vegetales que Jimin consiguió en el puesto de Jieun, quien era la hija omega de un noble, la cual se mantenía humilde y benevolente como para darle esos alimentos a precios muy bajos a pesar de la escasez que azotaba la zona cuando se le presentaba la oportunidad de ayudarle.
Además, gracias a la fémina el alfa consiguió un trabajo como guardia en su casa, aunque esto fuera sin el conocimiento de su familia, pues lo más seguro es que se opondrían a su buena obra. Pero poco le importaba, porque ella quería colaborarle al joven como fuera, así le diera comida extra de su propio hogar, pues le parecía una persona honrada y muy dedicada a su deseo de cuidar a su omega en estado.
Sobre todo, porque su padre pagaba a sus empleados muy tarde, pues sabía de sobra que una pareja que estaba construyendo una familia no podía vivir a base de agua.
—Gracias por la comida, hyungs.
Jungkook agradeció al sentir su estómago satisfecho cuando terminó de comer la sustanciosa sopa de vegetales, acompañada de un plato de arroz y la carne del cordero que cazó el día anterior. Acto seguido, se incorporó de la mesa para ir a la sala y encender la chimenea para calentar el ambiente de la cabaña después de que sus amigos también agradecieran por el exquisito banquete que se sirvieron sin esperarlo.
—Yoon, ¿te sucede algo? —preguntó el alfa en un susurro luego de que Jungkook se alejará lo suficiente de ellos—. Te noto un tanto pensativo.
—No lo sé, Jungkook está actuando muy raro, y me da curiosidad el descubrir la razón.
—Ya veo, si gustas te ayudaré a descubrirlo-se acercó con la intención de atraerlo a su cuerpo y rodearle la cintura con sus brazos, teniendo precaución de no aplastar su vientre hinchado.
Park adoraba tenerlo ahí y lo mejor era que su novio no oponía la mínima resistencia, aunque en el pasado fuera muy reacio al contacto cuerpo a cuerpo.
—¡Jiminnie, eres el mejor! —exclamó con seguridad, dispuesto a besarle la boca a su chico, quien le correspondió gustoso.
—Si estas serán las recompensas por ayudarte en cualquier cosa, creo que lo haré seguido.
—Eres un tonto —se rio suavemente antes de agregar—. Pero así te amo mucho.
—Lo sé —comentó con orgullo—. Haré lo que sea para complacer a mi amor.
—Gracias, mi vida.
—Un placer, mi gatito.
Y así pasaron unos cuantos días, en los que la vida de Jeon Jungkook seguía su rumbo con naturalidad, hasta que la pareja descubrió el motivo por el que el omega se encontraba tan distraído, más específicamente a raíz de la coronación del alfa incompetente, que dejó de luchar y aceptó su destino como el monarca de Hélyx.
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—No lo puedo creer-reclamó Yoongi, sosteniendo su vientre por la impresión—. Jungkook, abre los ojos. ¡No seas un grandísimo idiota!
—Yoongi hyung...
—Deja de soñar despierto, por favor. El Kim Taehyung que conociste alguna vez, ya dejo de existir. Supéralo de una vez y no terminarás dañado.
—¡No, yo sé que te equivocas! —aseguró con un tono cargado de dolor—. Te lo juro.
—Sé que fue muy bueno contigo cuando eras un niño, me consta. A pesar de que era igual de pequeño que tú, lo recuerdo a la perfección. Sucedió cuando nos reuníamos a jugar en el bosque helado. Pero él dejó de ser así a causa de la muerte de sus padres, pues le tocó crecer rápidamente para hacerse a la idea de lo que le tocaría vivir de ahora en adelante. No pudo ser un niño normal como los demás, porque cargaba con muchas responsabilidades.
Yoongi miraba con pesar a su amigo. Por más que lo tratará de idiota, pues su relación era así desde la infancia, le guardaba un inmenso cariño y estaba muy agradecido por lo que había hecho por su pareja, por él mismo y por su cachorro todavía no nacido.
—Él sigue siendo bueno. Me ayudó cuando casi muero atacado por una manada de lobos salvajes en mi primer entrenamiento como cazador.
—Eso fue hace varios años, la gente cambia, Jungkook-ah —Jimin intervino para darle apoyo a su nervioso omega, después de haber estado guardando por un largo rato—. Puede que ni se acuerde de ti.
—Jungkook, sabemos que lo admiras, pero ya no hay rastro de ese Taehyung con el que compartiste, y te diré la razón. Mientras saliste a cazar, me fui al palacio sin que te enteraras, porque necesitaban ayuda extra en la cocina para el banquete de la coronación de Kim-confesó, bajo la atenta mirada del otro omega, porque su alfa si estaba al tanto de dicha situación desde el inicio.
Su Yoongi siempre fue muy rebelde, así que sabía de sobra que cuando se le metía algo en la cabeza, nada lo haría cambiar de opinión. Por eso, el alfa no era capaz de pedirle que se quedara en la cabaña, porque lo menos que quería era que su omega creyera que lo quería mantener encerrado a causa de su estado, pues según él no era ningún impedimento para que trabajara de vez en cuando. Y Jimin le daba la razón, pero era inevitable no preocuparse o mantener a raya a su lobo protector.
—Jieun fue la persona que me recomendó. Ella siempre se ha portado tan bien conmigo y con Jiminnie, por lo que no pude negarme a su propuesta. Tampoco quería rechazar ese dinero extra que no nos caería nada mal en caso de alguna emergencia. No te lo conté, porque era obvio que te interesarías a tal punto de no querer ir a cazar solo por eso. El príncipe está tan corrompido por el dolor como no te lo imaginas. Parece no tener sentimientos, podría describirlo como un cascarón vacío. Ya nada le importa, sinceramente dudo de su capacidad para manejar el reino y por lo que he escuchado se ha vuelto un completo histérico.
—Por favor, déjenme creer que él sigue siendo el mismo —murmuró en voz baja, tratando de convencerse a sí mismo.
—Y si Taehyung no hubiera cambiado, tampoco comprendo a qué es lo que te aferras. Nunca te haría caso, porque eres un simple cazador y él ahora es un rey.
A Yoongi le dolía decirle aquello, pero quería ser lo más realista posible para que Jungkook no saliera herido por nada del mundo. Jamás se perdonaría verlo sufrir por algo que se podía evitar.
—Lo sé, no tengo la más mínima oportunidad. También dudo mucho que me recuerde, pero me duele que todos lo ataquen y que nadie le dé una oportunidad o le brinde un apoyo sincero, porque no confían en su mandato cuando ni siquiera ha actuado. Confió en que nunca tendrá la intención de dañar a su reino, y no me importa lo que piensen al respecto.
—¡Eres un necio! ¡Terco! ¡Tonto! ¡Idiota! —le gritó con frustración el omega mayor, mientras veía al dongsaeng desaparecer de su campo visual con dirección a su habitación.
—Cálmate, Yoon, piensa en nuestro cachorro —Jimin abrazó a Yoongi por detrás, dejando besos en su marca de unión y caricias en su pancita—. Ya se le pasará, no lo sigas provocando.
—Eso espero—respondió más tranquilo—. Solo quiero que no viva de fantasías que le harán daño.
—Lo entiendo, confiemos en que se resolverá sin que sufra.
El omega asintió con un corto movimiento de cabeza, recibiendo un beso en la mejilla antes de que junto a su pareja observaran por última vez el retrato de Taehyung hecho a mano por Jungkook, el cual encontraron por error en una pequeña libreta desgastada. Descubriendo así el secreto que Jungkook quería ocultar a toda costa al anticipar sus desconcertadas y disconformes reacciones.
El omega de piel nívea era bueno en el dibujo, por esa razón se animó a plasmar la imagen del alfa de cabellos blancos el día en que observaba desde la ventana la entrada de aquel bosque que era tan especial para él. Todos los días, cuando estaba solo, conversaba con el pedazo de papel al sentir que de esa manera le daba ánimos al verdadero Taehyung, brindándole buenas energías en estos momentos en los que nadie confiaba en él.
—Yo sé qué se equivocan, el tiempo me dará la razón.
El cazador declaró al cubrirse con una manta antes de caer profundamente dormido, pidiendo en sueños que su deseo se volviera realidad.
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Jungkook llevaba varios días evitando a Yoongi, los únicos momentos en los que intercambiaba palabras con él eran para agradecerle por la comida o por mantener en orden la cabaña, nada más que eso. Estas actitudes entristecían al omega de Park, pero su orgullo pesaba más.
En una tarde que parecía igual a cualquier otra, después de una tarde productiva en su trabajo de cazador, el azabache decidió ir a ese mágico lugar que no visitaba desde hace tiempo, cuando todavía era un adolescente frágil y lleno de temores. Fue a ese denso bosque que poseía árboles y plantas cubiertos por la más blanca escarcha.
Una parte del suelo estaba tan congelado que servía para patinar sobre la superficie y eso era justo lo que Jeon planeaba hacer para entretenerse. Utilizó los únicos patines para hielo que conservaba desde joven y se dejó llevar, aprovechando que el calzado le seguía quedando a la perfección. Patinó y patinó, con elegancia y delicadeza, como si todo desapareciera a su alrededor. No había nadie más que él, gozando de la sensación de libertad en medio del frío clima que envolvía su silueta con delicadeza.
Efectuaba saltos y giros perfectos con su esbelto cuerpo, sin duda el patinaje le funcionaba como el método más efectivo para escapar de la realidad. Era como si el paisaje también se acoplara a él y a cada uno de sus movimientos. El omega se sentía en otro mundo, tanto así que ni cuenta se dio de que un alfa de orbes azules como el cielo lo observaba con atención.
—Patinas muy bien, eres talentoso-halagó con honestidad, provocando que Jungkook detuviera sus movimientos al escuchar una voz profunda que lo sacó de su ensoñación.
Aquella persona se encontraba a una distancia considerable, por lo que no alcanzaba a verle bien el rostro, sin embargo, era capaz de olfatear su delicioso aroma.
Tequila y Lima. Digno de un alfa.
—Muchas gracias —Jeon agradeció al desconocido, dispuesto a irse, pues no contaba con ninguna arma para defenderse por si algo resultaba mal.
No era novedad que alfas se aprovecharan de omegas, así que mejor prevenir que lamentar.
Porque su aroma natural podría llamarle la atención, pero eso no era suficiente para que confiara en él.
—¿Ya te vas? —preguntó el hombre que se mantenía con la cabeza cubierta por una capa oscura.
—¿Ah? Supongo que querrás estar a solas, ¿no? —dedujo, saliendo de la pista de hielo para cambiar su calzado, mientras el alfa se acercaba poco a poco sin que lo notara.
—No me incómoda, puedes quedarte si gustas.
—Yo no sé si sea-
Jungkook alzó su rostro nuevamente para observar el rostro de aquel hombre. Y todo se volvió claro.
—Espera, tú eres... ¿Taehyung?
Tragó duro, impactado por la situación tan irrealista en la que se vio involucrado sin pretenderlo.
—Me sorprendió que no te dieras cuenta, pero algo me dice que no ves de lejos y esto tampoco ayuda —se quitó la capucha, mostrando su rostro al desnudo.
—Lo lamento tanto, Tae.
Se puso de pie con rapidez para enfrentar a ese alfa que le analizaba con profundidad, pues el alfa estaba deleitándose con ese rico aroma a canela y vainilla. Le parecía un encanto, su lobo interno quería incitarle a romper más la distancia entre ellos para olisquearlo con mayor facilidad, pero debía contenerse por obvias razones.
Una actitud tan primitiva como esa no era digna de un monarca, aunque lo cierto era que por primera vez un impulso de este tipo quería gobernar sus sentidos.
Ningún omega fue capaz de captar su atención de esa manera tan especial.
—Primera vez que escucho a una persona que se refiera a mí solo por mi nombre en diminutivo.
—Ohhh, perdóneme, soy un tonto, su majestad —corrigió, ruborizándose con fuerza—. Espero me disculpe, soy un distraído. Fue por la sorpresa.
Jungkook estaba tan nervioso, porque nunca se imaginó volver a tenerlo tan cerca y de esa forma tan repentina.
—No te preocupes, puedes llamarme Taehyung sin problema —coincidió, manteniendo su rostro estoico, que al omega le parecía un tanto intimidante—. A veces me cansa que me traten como alguien superior e inalcanzable.
—Ya veo, me parece bien-el azabache no comprendía por qué pensaban que el rey cambió cuando era tan amable como para no castigarlo por tratarlo tan informalmente—. Me disculpo de antemano por lo que deseo preguntar, porque no es un tema de mi incumbencia, ¿pero se puede saber la razón por la que estás aquí?
—Vine a despejar mi mente, ya sabes, desconectar un poco de mi cotidianidad —pensó si era correcto revelarle lo siguiente, pero por algún motivo ese bonito omega le brindaba una tranquilidad que no comprendía del todo—. Y a utilizar mis poderes.
—¿Entonces sí es cierto que puedes controlar el hielo? —cuestionó, recordando los rumores que rondaban acerca de dicha capacidad por parte de los primogénitos de los Kim—. Wow, eso debe ser algo genial de hacer —esbozó una pequeña sonrisa y continúo con el hilo de la conversación al percibir que el contrario no quería interrumpirle—. Ser rey también debe ser una tarea más difícil de lo que parece, ¿no?
—No es gran cosa lo que hago —confesó, encogiéndose de hombros—. Produzco hielo, congelo cosas, cambio la temperatura, nada más que eso —el omega se quedó estupefacto ante esas declaraciones, pero si el alfa quería creer que no era nada, él no era nadie para llevarle la contraria—. Aún me falta mucho por aprender, y contestando a tu otra pregunta, no es por esa razón, es solo que no me siento dispuesto a asumir este puesto a pesar de mi entrenamiento desde pequeño.
—Ya veo, lamento no tener un buen consejo para ti. Como puedes notar, no soy de la realeza, soy un hélyxziano más del montón.
—Eso no me importa, pero cambiando de tema, en serio me gustó verte patinar.
—Muchas gracias, no lo hago muy bien-le restó importancia con un ademán, desviando la mirada. Sus orbes chocolate no podían resistir la belleza del gobernante—. Solo lo suficiente para no hacerme daño en el proceso. A fin de cuentas, lo aprendí por cuenta propia.
—Te equivocas, tienes un talento excepcional, y aunque cometas errores, es cosa de práctica. Si quieres puedo enseñarte —propuso, esperanzado en recibir una respuesta afirmativa del omega de sonrisita de conejo.
—¿En serio? —interrogó con incredulidad. No necesitaba ese tipo de conocimientos, porque se ganaba la vida como cazador a diferencia de las personas que adoraban mostrar un talento como este para que les pagaran, pero le hacía ilusión que el serio y atractivo alfa le enseñara.
—Sí, mañana mismo. A esta hora, ¿te parece bien?
—Por supuesto, Taehyung.
—Eso es perfecto, pero ya me tengo que ir —informó, comprobando la hora en su reloj de muñeca. Sin embargo, antes de desaparecer por donde vino, se decidió a realizar una preguntar muy importante al omega—. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Jungkook, Jeon Jungkook.
—Jungkook es un bonito nombre, te queda bien —declaró, despidiéndose con la mano.
El azabache se quedó inmóvil por unos segundos hasta que tomó su bolso, y se fue del lugar a paso rápido, porque tendría mucho que pensar cuando llegara a su cabaña.
Mientras tanto, el alfa se montaba en el caballo que trajo consigo y que dejó esperando en un lugar en específico para no perderlo de vista, pensando en lo mucho que ese omega despertó su interés. Le parecía interesante en todo sentido, además, creía que su nombre lo había escuchado con anterioridad en algún lado. Y tal vez por eso le generaba confianza para charlar tan amenamente con él, lo que se sentía muy raro, pero a su vez creía que sería la mejor manera para distraerse de sus problemas personales.
La manera en la que patinaba era hermosa, poseía un precioso don, porque parecía capaz de crear música al ritmo de su cuerpo que se desplazaba con elegancia sobre el fino hielo. Y ni que decir de las expresiones faciales que le daban la apariencia de un ángel caído del cielo.
Era espectacular, pero solo el tiempo le diría si lograba sorprenderlo aún más.
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Jungkook se encontraba en su cuarto, recordando el pasado que a día de hoy le parecía tan lejano. Taehyung, Yoongi y él se conocieron en el bosque helado cuando eran unos inocentes niños, desconociendo la diferencia de clases sociales que existía entre ellos, la cual se resumía en que uno era de la nobleza y el otro par sencillos pueblerinos.
Su relación era fantástica, pero todo terminó cuando Taehyung quedo huérfano, sin padre, sin madre, sin nadie que lo amparara. Completamente solo, mientras Hélyx se quedaba sin sus máximas autoridades, el rey y la reina Kim.
El infante de cabellera blanca dejó de ir al bosque, trayendo como consecuencia que Jungkook y su hyung se enteraran de la verdadera identidad de ese niño.
Él era un príncipe, destinado a la grandeza desde el momento de su concepción.
—Disfruto mucho al vagar en mis pensamientos —musitó Jungkook con cierta nostalgia—. De verdad me alegra que no me reconociera, pero yo comprobaré que no cambió por mi cuenta y no se lo diré a nadie para probar que se equivocan con él.
Día tras día se reencontraba con la excusa de patinar, pasando un considerable tiempo juntos. Taehyung entretenía a Jungkook usando sus poderes, pues al omega le fascinaba las geniales capacidades del alfa para manejar dicho elemento.
Cada vez que se separaban al atardecer, la pareja anhelaba que el día siguiente día llegara pronto para volverse a encontrar.
Yoongi no decía nada al respecto, pero a Jimin y a él les daba la impresión de que algo grande estaba pasando con su amigo. No obstante, optaron por no meterse para no incomodar a Jungkook como hace semanas atrás.
Tristemente, todavía existían cosas que no dejaban en paz al alfa Kim a pesar de la preciada compañía del omega. Dichos tormentos aparecían en su mente como un latente recuerdo, por lo que a veces se ponía histérico frente a sus súbditos más cercanos.
Sin contar lo nervioso que se ponía cuando las pesadillas más horribles lo acosaban en medio de la noche, donde la más recurrente era la horrible muerte de sus padres. En la que no pudo hacer nada más que ver cómo les arrebataban la vida, en lugar de hacer algo por ellos. Quizá si hubiera sido más fuerte o capacitado para usar sus poderes, otra historia sería, pero el pasado no se podía cambiar por más que uno lo deseara con todas sus fuerzas.
Ese día parecía no ser nada especial, pero lo cierto era que se trataba del aniversario de los reyes, quienes adoraban celebrarlo en compañía de su adorado primogénito a solas, porque al menos por esa ocasión querían sentirse como personas cualquiera.
—TaeTae, hoy iremos a ese bosque que tanto te gusta, ¿te parece bien? —preguntó su madre con dulzura a su hijo que asintió entusiasmado ante la idea.
—Te prometo que hoy disfrutaremos a más no poder, pequeño —aseguró su padre, revolviéndole el cabello con cariño.
Una pena que ese día no sería cómo lo planearon, pues en lugar de ser el más feliz, se convirtió el más triste para la familia real. Y todo por culpa de la inesperada traición de una persona en la que confiaban ciegamente: el mejor amigo del rey, quien era un duque de la nobleza más prestigiosa de Hélyx.
—Esta delicioso, ¿verdad? —cuestionó el padre a su hijo en medio de ese picnic improvisado.
—¡Mucho! ¡Mamá siempre prepara cosas deliciosas! —admitió, saboreando aquel delicioso pastel de manzana con un toque de vainilla y canela muy sutil.
—Gracias, mi dulce osito de invierno, me halagas cómo no te imaginas.
La madre besó la frente del infante luego del tierno cumplido.
En ese preciso instante, la familia escuchó un ruido extraño, y de la nada apareció ese hombre, que conocían tan bien. Los saludó de lo más tranquilo, y los reyes confiados, se acercaron a él para saludarlo como merecían. Pero de la peor manera, el alfa de apellido Choi los traicionó al apuñalarlos a ambos por la espalda. Asesinado a los monarcas que juró proteger y servir hasta su último aliento; arrebatándoles la vida de una manera tan cruel, bajo la atenta mirada del heredero al trono, que apenas era un niño diez años.
El príncipe escapó con vida de la horrible escena, gracias a que uno de los guardias reales no confiaba del todo en ese hombre, por lo que optó por seguirlo de cerca y confirmar con sus propios ojos sus sospechas, y de paso salvando al niño que seguía en estado de shock, tanto así que la capacidad de hablar se le desvaneció en cuestión de segundos. Su mente no podía dejar de reproducir ese espantoso momento en el que veía como la vida abandonaba el cuerpo de sus progenitores a manos del alfa, al que quiso como si fuera un familiar más.
—Todo estará bien, alteza —le prometió el guardia después de atrapa al traidor, mientras las personas que vinieron a socorrerlos, recogían los cuerpos inertes que tenían el suelo helado con el líquido carmín.
Esa experiencia le dolió demasiado a Taehyung, volviéndolo un ser desconfiado, pues eran contadas las personas en las que podía encontrar refugio.
Una vez más el rey se despertaba de la traumática pesadilla, muy agitado y con un nudo en la garganta, que no le permitía llorar, pero al menos tuvo personas que lo cuidaron y velaron por su bienestar. Los más importantes fueron Namjoon, el tutor real, junto a su esposo Seokjin, quienes, a pesar de no ser muy demostrativos, siempre fueron excepcionales con él y lo seguían siendo en la actualidad.
Luego de tomar un vaso de agua, Kim se calmó lo suficiente como para proponerse descansar, pero eso no evitó que un recuerdo en particular atravesara su mente. Justo cuando el alfa subió al trono.
—Taehyung, por favor, piénsalo. Muy pronto debes elegir a un omega como tu pareja para gobernar el reino y engendrar descendencia como las leyes dictan.
Namjoon le rogaba a su majestad con un tono de preocupación en la voz. Lo menos que el hombre deseaba era que el alfa se volviera centro de críticas por algo tan banal como eso, suficiente tenían con los cuchicheos de su mala capacidad para reinar.
—No, nunca lo haré, porque sé que soy una persona cruel. No merezco la dicha de conformar mi propia manada. Mucho menos condenar a un omega a vivir a mi lado por el resto de su vida, porque sé que sería un infierno para la otra persona.
El joven de piel canela expuso sus pensamientos al consejero con un tono tan fría que entristeció al mayor, pues él sabía que el aludido solo repetía las mierdas que la gente que no le conocía decían cada que podían.
—No eres cruel. No te creas las mierdas de la gente que no sabe por lo que pasas día a día.
—¿No lo soy? Me importa muy poco lo que suceda en el reino, también soy un egoísta que piensa solo en sí mismo, No tengo sentimientos, pues me da igual lo que sienta el resto. Muchas veces terminó desquitándome con todo el que pase por mi lado. Estoy tan cansado de ser rey, porque me siento incompleto, depresivo e incapaz de asumir la responsabilidad y eso que ni siquiera ha transcurrido una semana desde la coronación.
—Tranquilo, para eso me tienes a mí, pero en serio te pido que lo consideres. Quizá una unión con la que tu lado alfa y tú se sientan conformes, te pueda devolver un poco de felicidad, y te brinde el apoyo que necesitas para gobernar de la manera adecuada antes de que sea demasiado tarde. Por ahora no te presionaré más, Tae, solo hazme caso.
—De acuerdo, gracias —el tutor lo dejó solo en su habitación tras despedirse de él con un ademán—. Nam hyung y sus ocurrencias.
Después de esa charla, Taehyung se dispuso a seguir leyendo el libro que traía entre sus manos, mientras sus pensamientos se iban a otro lado.
Porque tal vez, solo tal vez, si existía alguien que pudiera ocupar ese lugar.
Ese omega valiente e independiente parecía ser el ancla de salvación del alfa roto, quien ya no era capaz de negar lo mucho que lo adoraba, pues conforme las semanas pasaban, más lo enamoraba con su personalidad tan única y carismática. Siendo un apoyo incondicional para que tomara las riendas de su vida y gobernara como debía, logrando que las tonterías que hizo en su reino poco a poco fueran resolviéndose.
Pero desconocía si era correspondido, así que pronto tendría que descubrirlo.
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Jungkook y Taehyung terminaron su rutina diaria de patinaje en el bosque más temprano que de costumbre, por lo que el menor le propuso al alfa enseñarle algunas técnicas que desempeñaba en su rol de cazador, seguro de inspeccionar el lugar con el objetivo de encontrar unas buenas presas para el mayor.
El rey aceptó la propuesta del omega a pesar de contar con el conocimiento necesario para cazar con cualquier arma, pues esa también era una actividad que practicaba algunas veces. No obstante, prefirió hacer como si nada al querer recibir una clase por parte de Jeon.
Caminaban por el sendero rebosante de escarcha, mientras curioseaban la zona hasta llegar a una montaña muy alta y cubierta de nieve. Taehyung no demoró en posicionarse en un lugar que en realidad era muy inestable, provocando que una parte de esta se rompiera y facilitara su caída a lo que parecía ser un abismo. Jungkook reaccionó con rapidez, demasiado asustado por el ruido estridente. Se acercó lo suficiente para comprobar que el alfa consiguió sostenerse a algo y efectivamente así fue.
El omega agarró al alfa del brazo con facilidad, pues por más omega que fuera, su físico era excelente. Sin embargo, cuando quiso ayudarlo para que subiera a la superficie más estable, descubrió que era en vano, pues el alfa pesaba más y no parecía desear colaborarle en su salvación al estar tan perdido en sus pensamientos.
—¡Tae! ¡Tae! —lo llamó con desesperación, porque cada vez más sentía que el mayor se le resbalaba de las manos.
—Esto me parece tan familiar, Jungkookie —comentó, tratando de recordar.
—Eso no importa ahora. Tengo que ayudarte, pero necesito que tú también me ayudes.
—Lo único que quiero es hacer memoria.
Como si la diosa luna hubiera escuchado su deseo, el recuerdo llegó a su mente, golpeándole con intensidad como si de una ola de mar se tratará.
Cuando Kim era más joven y practicaba el tiro con arco, vio cómo un chico estuvo a punto de ser atacado por una rabiosa manada de lobos. No dudó en actuar, salvándolo con éxito de morir despedazado. Se trataba de un lindo azabache, de piel clara, ojos de color chocolate y figura delgada. Le dio la impresión de ser alguien muy frágil, quizá se trataba de un omega, pero no podría confirmarlo al no detectar su aroma con facilidad, porque parecía estar usando supresores.
—G-Gracias, me rescataste de una buena.
—No fue nada, ¿cuál es tu nombre?
—Me llamo Jungkook.
Y lo último que Kim apreció fue una preciosa sonrisa que aceleró su frío corazón.
—¿Jungkook? —cuestionó volviendo a la realidad—. Tú eres ese Jungkook, el joven que salvé cuando era un adolescente. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Sonriéndose motivado por su descubrimiento, el rey fue capaz de por fin subir dijo al lado del cazador.
—Pensé que sería lo mejor.
Había sido pillado, ya no tenía razón para ocultarlo.
—Eres un tonto —exclamó, abrazando al menor con fuerza—. También eras el niño con el que jugaba en el pasado, ¿no es así, Koo?
—Sí, lo soy —afirmó con la voz quebrada, maldiciendo ser tan sensible en ese instante. Su corazón latía con violencia por el inesperado contacto—. Pensé que te perdería para siempre, Taehyungie.
—Nunca lo harás, siempre estaré contigo y no imaginas lo contento que estoy al descubrir esto, porque las piezas de mi rompecabezas al fin encajan. No sabes lo incompleto que me sentí estos años, tan vacío y solitario. Después de la muerte de mis padres el dolor no me dejaba recordarte, porque creía que no tenía motivos válidos para vivir o ser feliz, pero algo me decía que pronto encontraría ese algo que me faltaba y eso eres tú, mi omega.
El alfa expuso a punto de derramar lágrimas, acunando con delicadeza el rostro del joven de piel nívea, quien se restregaba cariñosamente contra esas manos tan cálidas.
—A veces me daba la impresión de que había escuchado tu nombre antes o al menos sentía que conocía a alguien cuyo nombre tenía relación con Koo. Tal parece que la historia se repitió, con la diferencia de que tú ahora eres mi salvador.
—TaeTae, mi lindo alfa —pronunció con cariño antes de mandar al carajo su poco autocontrol al besar los labios de su primer y único amor.
El único hombre al que aceptaría como su alfa, pues desde que se presentó, a Jungkook nunca le gustó la idea de unirse a alguien que solo lo viera como un adorno. Él necesita a alguien que lo tratara como su igual y que lo aceptara tal y como era. Un omega independiente, capaz de hacer cosas de alfas y no solo servir para cuidar la casa.
Aquel dulce gesto los hizo sentirse dichosos, porque la parsimonia con la que se dedicaron a acariciar los belfos del otro fue hermosa. Eventualmente, el beso se tornó profundo, mucho más íntimo, mientras sus pulmones clamaban por oxígeno. Por eso, no les quedó más opción que separarse a regañadientes de la boca ajena.
—Recordaba que eras muy tímido, aunque parece que eso cambio, pero no te voy a negar que me gusta mucho que tomaras la iniciativa —Jungkook se sonrojó por el comentario y Taehyung volvió a captar su atención al tomarle del mentón para que le viera directo a los ojos—. He encontrado a la persona que gobernará a mi lado y no la pienso dejar escapar.
—¿Eh? ¿A qué te refieres? —inquirió desconcertado y con el rostro cada vez más encendido en rojo.
—Koo, ¿quieres casarte conmigo?
—¡Esto es muy repentino, alfa!
—No me puedes culpar por no saber esperar, omega. Si te tengo a mi lado, sé que seguiré mejorando en mi rol como rey, siendo el monarca Hélyx merece desde la partida de mis padres. Gracias a ti, he podido redimirme y cambiar mis actitudes. Tú descongelaste mi corazón y este volvió a funcionar como antes. Tú has vivido estos cambios en carne propia, no me lo puedes negar. Porque desde que te volví a encontrar, todo empezó a funcionar para el reino. La tasa de asesinatos ha bajado, los precios en la plaza son más justos y los robos son casi nulos, por no decir inexistentes.
—Es cierto, la situación en el reino ha mejorado bastante a comparación de meses atrás. Tanto así que los protestantes han dejado de reclamar que deberían escoger a otra persona para ser rey, porque están contentos con los resultados de tu régimen.
—Pero no creas que solo te quiero por eso, porque también desarrollé sentimientos muy intensos hacia a ti, y al parecer son mutuos, ¿o no?
—Mis sentimientos por ti siempre estuvieron presentes desde que nos conocimos y tomaron más fuerza cuando me rescataste de una muerte segura. Siempre te admiré, eras mi adorado salvador y a día de hoy, creo que la diosa Luna me bendijo con tu aparición.
Jungkook afirmó un tanto cohibido por la propuesta de Taehyung.
—Tú también eres eso para mí, Jungkookie —le sonrió de manera auténtica—. Te convertiste en mi mundo, yo también creo que eres mi destinado, porque lo nuestro no puede ser una trivial coincidencia. Amo tu corazón noble y personalidad aguerrida, cada parte de ti me parece perfecta y digna de admirar. Te amo muchísimo, mi omega.
El rey expresó con determinación, mientras dejaba castos besos en el rostro del cazador.
—Yo también te amo, Tae. No hay nadie más que tú.
—¿Eso es un sí, bonito?
—¿Esto responde tu pregunta, majestad?
El omega cuestionó con una bonita sonrisa en el rostro para después besar con hambre los labios rojizos del alfa, quien lo tomó con posesividad por la fina cintura.
Sellando su amor de la manera más pura que existía.
❄
Taehyung y Jungkook fueron a la cabaña del cazador, dejando al mayor con la boca abierta por la presencia del alfa de blancos cabellos. La nueva pareja le explicó al alfa y a su omega como sucedieron las cosas entre ellos como para que llegaran a ese punto.
Min aceptó su error y pidió perdón por su desconfianza al monarca, sin embargo, Jeon le dijo que no había nada que perdonar, pues él también se portó como un niño malcriado al ignorarlo. Sabía de sobra que su hyung solo se preocupaba por él, como lo haría todo buen amigo.
Desde ese instante, cualquier inconveniente entre ellos se resolvió. Días más tarde se celebró una boda espectacular en el palacio de Hélyx, la cual salió de maravilla al contar con unos buenos organizadores como lo eran Jimin y Yoongi.
Fue un evento genial de principio a fin, una celebración para nunca olvidar, porque el rey se esmeró en darle una sorpresa a su querido esposo. La misma consistía en un hermosa caída de copos de nieve a lo largo del reino, un detalle que practicó día y noche para llevarlo a cabo con la ayuda de sus poderes. Y lo logró con éxito, pues dejó al cazador demasiado sorprendido y contento gracias al ambiente mágico que rodeaba a la fiesta de su sagrada unión.
Después de eso, Taehyung ayudó a completar el dinero que le faltaba a Park para que este por fin pudiera tener un hogar junto a su pareja. La boda de ese par de destinados también fue inolvidable, porque estos ya tenían consigo al precioso cachorro que crecería con el amor de mucha gente buena a su alrededor.
Conforme los meses pasaban, el reino se volvía más próspero que en el tiempo de su anteriores reyes. Sus dos gobernantes daban lo mejor de sí mismos en sus distintas labores, sin perder la esencia que los garantizaba. Amándose, comprendiéndose y apoyándose de forma constante para que el reino fuera un mejor lugar.
Se complementaban tan bien que parecía que ya eran uno solo. Sus ideales eran parecidos, por lo que sus decisiones eran las más acertadas.
El rey omega se encontraba acariciando su abultado vientre de seis meses, porque él por fin estaba viviendo en carne propia la experiencia de concebir un cachorrito en su interior. El próximo heredero era el fruto del amor entre su amado esposo alfa y él.
A pesar de que Taehyung era la máxima autoridad en Hélyx, siempre lo cuidaba y velaba por su bienestar. Justo como en ese momento en los que yacía dormido a lado de Jungkook, envolviéndolo con sus brazos de manera protectora, marcándolo con su olor para calmar cualquier incomodidad que fuera producto de su estado.
Jungkook lo miraba ensimismado, satisfecho de ser testigo del rostro pacífico de Taehyung, pues eso llenaba de felicidad todo su ser. De ahora en adelante esa expresión quedaría grabado en su mente, porque no le cabía dudas de que lo suyo no era casualidad.
Ese bosque de hielo repleto de recuerdos, el propio destino, fue el encargado de unirlos de nuevo para que nunca nada ni nadie los separara, porque esta vez estarían juntos por siempre, sin importar qué.
En las buenas y en las malas, en cada una de sus vidas, por toda la eternidad.
Fin ❄
Espero les haya gustado esta historia, gracias por leer, mis corazones. Un voto o un comentario siempre son muy bien recibidos. No olviden seguirme en IG (kamieshiro) por si gustan estar al tanto de cualquiera de mis historias.
Con amor, Shiro🌙
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