ocho
Namjoon mira el cuerpo inerte y dormido de Jin mientras abraza una almohada, las mejillas del hombre están manchadas de lágrimas secas y salpicadas de un rosa intenso y pese a que tiene los ojos cerrados, se puede ver lo hinchados que están.
Antes de levantarse, acaricia el suave cabello que cae en desorden y luego sale de la habitación hasta su despacho, necesitando hacer una llamada. Sin embargo, ahí está Jungkook recostado de la pared y a su lado está Taehyung, inclinado un poco mientras parece hablarle al oído.
Namjoon sabe que ambos muchachos se ha acercado de manera romántica y no les sorprende que estén juntos todo el tiempo. Cuando ambos notan la presencia, Jungkook frunce el entrecejo y sus ojos brillan con enojo y Taehyung hace una corta reverencia.
—Entra, por favor. —empuja la puerta y camina directamente hacia el escritorio, donde se recuesta del mismo.
—¿Cómo está mi hermano? —demanda el menor mientras cierra la puerta y se cruza de brazos, parándose frente al mafioso.
—El doctor me dijo que estaba bien, en lo que cabe. Tuvo que darle una clase de sedante suave para que pudiera dormir —lame sus labios y peina su cabello hacia atrás con la mano, frustrado consigo mismo—. Sé que Jin es fuerte y lo va a superar.
—Y, ¿cómo fue que dejaste que pasara esto, hyung? ¡Dijiste que lo iba a cuidar!
—Todo se salió de control y Jin quiso quedarse afuera, mientras tanto yo cerraba un trato.
—¿Estás diciendo que fue culpa de Jin hyung? —abre la boca, totalmente incrédulo.
—¡No dije eso! Nada es culpa de él. Es la víctima y todo paso porque no lo tenía a la vista, no pude protegerlo.
—¡Por un cuerno! —grita, por mucho que intente mantener su enojo a raya, lo supera—, esta mierda no tenía que pasar, Namjoon hyung. ¿Crees que mi hermano querrá verte? Si él decide irse, tiene toda la maldita razón y tú-
—Lo dejaré irse, se lo prometí. —suelta con resignación. Jodida mierda, todo esto complico su plan. Él había esperado tanto tiempo para tener al hombre mayor en su vida y todo se derrumbó en un segundo... y fue su culpa—. No cumplí con mi deber al protegerlo y creo que mi castigo es verlo marcharse.
Jungkook arruga el ceño mientras mira al hombre frente a él, sin saber del todo a que se refiere, no obstante, lo deja pasar porque no tiene más nada en que pensar sino en su hermano.
—Haz que ese malnacido pague, Namjoon.
—Lo haré. —y el joven es testigo de como la mirada se le oscurece con enojo.
En el momento en que Namjoon baja del auto, percata a todos los hombres tensos esperándolo fuera del almacén abandonado y todos saben que el asunto es serio cuando Yoongi no se acerca con una broma en la punta de la lengua. El pelinegro visualiza al hombre más bajo y le hace una seña para que comience hablar.
—Los dos están adentro, jefe. —indica abriendo la puerta chirriante.
Todos siguen al hombre una vez que entra y se dirigen al medio del lugar donde hay dos hombres, uno atado a una silla con la cabeza gacha y el otro está sostenido por sus manos con unas cuerdas desde el techo.
—Levanta la cabeza, Ha. —Yoongi patea la silla, haciendo que el cuerpo se balancee.
—Jódete, hijo de puta.
—Todavía no comprendes en qué posición estás, ¿cierto?
—Por supuesto que sí, hombre. Sin embargo, tu jefe tendrá que dejarme ir o mi familia hará un infierno su vida.
El nombrado resopla mientras sale de las sombras, colocándose justo en frente con las manos en los bolsillos y chasquea la lengua, negando.
—Tengo malas noticias; tu familia te vendió a mí por unos cuantos wones, Jaeyeong —sonríe sórdidamente—, así que si te mato ahora mismo, cosa que no haré, ellos no dirán nada en absoluto.
Pánico reemplaza el semblante serio del hombre y comienza a removerse en la silla, tratando de soltar sus manos y pies atados, cosa que es imposible porque Yoongi hizo un buen trabajo.
—¡Eres un bastardo hijo de perra!
—Por supuesto que sí, por algo estoy donde estoy —se aleja y hace una señal hacia Yoongi, quien saca una navaja, comenzado a menearla entre sus manos—. Ahora te enseñaré lo que merece un maldito violador.
—¡Esa perra obtuvo lo que merecía! —escupe de repente—. Y no sabes cuánto disfrute y saboree sus lágrimas mientras me lo cogía. Como lloriqueaba que parara mientras su agujero de puta me succionaba la pol-
Jaeyeong detiene su habla cuando una patada en su pecho hace que caiga hacia atrás y luego el rostro furioso de Namjoon aparece frente a él, una mano enrolla el débil cuello y hace presión mientras se inclina.
—Voy a hacer que pagues por cada maldita palabra y acción que hiciste esta noche, voy a torturarte hasta que agonices, seguido de eso haré que un médico te cure para seguir con la tortura hasta que tú mismo rogaras tu muerte y aun así no dejaré que muera —susurra el pelinegro con la voz ronca—. Yo sí haré que el resto de tus días sea un maldito infierno.
Cuando el rostro comienza a volverse morado, Namjoon lo suelta y quitándose el saco, arroya las mangas en sus antebrazos y le quita la navaja a Yoongi que mira desde una esquina en silencio.
—Levántelo y sobre Mingyu —mira al hombre que debía estar cuidando de Jin, este se pone tenso, pero permanece en silencio—. Pueden usarlo como saco del boxeo, pero procuren no matarlo que mañana debe volver al trabajo.
Luego toda su atención vuelve hacia el maldito bastardo y sin remordimiento clava el puñal en su entrepierna, quien suelta un grito al aire.
Namjoon sonríe divertido.
Jimin mira el monitor, hacia la cámara tres y muerde su labio mientras vuelve a gira en la silla. ¿Ir o no ir? Habían pasado unos largos días desde que el hombre mayor había pasado por la violación, no había salido de la habitación y tampoco dejaba entrar a nadie. Ni a su hermano, que se la pasaba suplicando en la puerta.
La excepción era Namjoon, este si se tomaba el atrevimiento de entrar una vez al día y dejaba platos de comida en la mesa de noche –platos que eran ignorados y tirados a la basura–, intentaba entablar una conversación con la bola encogida y sollozante en la cama, pero luego de minutos sin respuesta sale luciendo tan cansado.
A Jimin le recordaba los primeros días de cuando llegó a la mansión y Jimin lo entendía, el hombre veía el cuarto como su lugar seguro y apostaba todo su dinero que se encontraba miedoso de salir y tener que volver a pasar por lo mismo, ya no sabía en quién confiar. No podía culparlo, él vivió lo mismo hace un par de años.
Pero tampoco quería verlo y dejarlo morir, Jin no le podía dar el gusto a ese bastardo.
Decidiéndose, se levanta de su puesto, se estira mientras recoge el paquete de cartas que están en la mesa con unos cigarros ya fumados, abre la puerta y gime cuando las luces del pasillo lo ciegan. A mitad de pasillo se encuentra con su novio y le sonríe, entrelazando sus brazos en el cuello pálido.
—Hola, honey.
—Hola, tú —las grandes manos bajan por la estrecha cadera y se posan en el trasero del rubio—. Iba a visitarte, amor.
—Oh, ¿en serio? Pero voy de salida, bebé.
Ante eso, las gruesas cejas del mayor se levanta.
—¿A dónde ibas?
—Mhm, Kim Seokjin, intentaré que coma algo, me entristece como se encuentra.
—Amor —comienza con advertencia y niega—, no quiere ver a nadie y si Namjoon se entera de que lo molestaste, nos cortará la cabeza a los dos.
—¿A los dos por qué?
—No impediré que te maten, pero tampoco te dejaré morir solo.
La risa cantarina del rubio resuena por el pasillo y luego junta los labios con los de su amado. —Tan romántico, ¿no?
—Lo soy.
—Bueno, te veo esta noche. Y espero que llegues, tengo un traje que quiero mostrarte —se muerde el labio y deja un beso en la mejilla pálida—. Te amo.
—También te amo y lleva Jungkook contigo para que no se altere.
—Dalo por hecho, bebé.
Da un último beso en los labios de su novio y sigue su camino hasta la sala donde se encuentra con el más joven acurrucado en el regazo del guardaespaldas.
—Oh, es una zona libre de desnudos. —salta el respaldo del sofá e interrumpe la charla suave que comparte la pareja, quienes lo miran con una sonrisa.
—Hola, hyung —saluda Jungkook al mismo tiempo que Taehyung murmura un: —. Al fin saliste de tu cueva.
—Sí, sí —mueve su mano desdeñosamente—. Prepara un plato con las cosas favoritas de tu hermano, haremos que coma.
—¿Qué?
El joven se mira confundido.
—Jungkook, que tu hermano haya pasado una semana y media sin comer es preocupante, debe tener anemia e irrumpiremos en su cuarto para hacer que coma.
—¿Cómo sabes que no come? Namjoon me dice que saca el plato vacío todos los días.
—Hay cámaras a las que solo yo tengo acceso y aunque no conozca a tu hyung, me preocupa y suelo vigilarlo un par de horas al día y he visto como tira la comida.
—¡Mierda! Sabía que tenía que entrar a pesar de que me decía que estaba bien —gruñe levantándose del sofá y luego camina hacia la cocina—. Subo en tres minutos.
Jimin sonríe y dice que esperara arriba, pero antes le saca la lengua a su viejo amigo Taehyung.
—¡Eres un mocoso malcriado, Park Jimin!
—Culpa de Yoongi.
Sube de nuevo las escaleras y se planta frente a la puerta donde está el castaño, toca la puerta dos veces y asoma la cabeza. Nota que a Jin recostado de la cabecera, cubierto con las mismas sábanas hasta la cintura y viendo hacia la ventana con cierta nostalgia, el rostro hermoso está lleno de lágrimas y parece perdido en sí mismo, por lo que el rubio, aclara su garganta tocando la madera nuevamente.
El hombre mayor voltea y su mirada se llena de terror ante el rostro desconocido, se levanta de la cama.
—¿Quién eres y por qué estás en mi cuarto? —grita, intentando caminar hacia el baño, pero sus piernas fallan, a lo que cae al suelo como peso muerto; así que Jimin se apresura a presentarse.
—¡Soy Park Jimin! No voy a hacerte daño, vengo con tu hermano Jungkook. —levanta la mano en redención, para que el castaño vea que no tiene nada en la manos y Jin frunce el ceño, porque el nombre se le hace conocido, pero no puede ubicar el rostro en su cabeza.
—¿Y dónde está Kook-ah? N-no lo veo...
—Estoy aquí, hyung —la voz se filtra detrás de Jimin, quien se sobresalta un poco, pero igual le da una sonrisa —. Yo te hable de Jimin antes, ¿recuerdas? Pero nunca se le ve la cara en los pasillos porque se la pasa encerrado frente a su computadora.
—Oh... —asiente y vuelve a caminar hacia la cama y cuando la luz de la lampara llega a su rostro Jimin abre los ojos horrorizados y Jungkook lo acompaña con un jadeo. Nunca había visto a su hermano tan descuidado— ¿Qué hacen aquí? Le pedí a Namjoon que dijera que no quiero ver a nadie.
—¿Ni a tu hermano? —pregunta Jungkook con un puchero y se acerca dejando la bandeja en la esquina de la cama y toma el rostro de su hyung. Las ojeras son prominentes y mejillas que antes eran esponjosas están hundidas, su piel es cenicienta y apesta. Lagrimas se acumulan en los ojos de más joven y seguido abraza los hombros anchos—. Extrañé ver tu feo rosto. Jin hyung, no preguntaré, ni te haré hablar de lo que paso, pero déjame hacerte compañía, demostrarte que no estás solo.
—No necesito tu lastima, Kookie.
—¡No es lástima! —gruñe en el cuello mientras niega— Debo apoyarte como tu familia y es lo que quiero hacer.
—No pediste mi opinión, pero sé por lo que has pasado y con esto no quiere decir que nos sintamos igual, pero te entiendo perfectamente —Jimin habla todavía desde la puerta, el mayor lo ve por encima del hombro de su dongsaeng—. Pero si te daré un consejo y no le des la satisfacción a ese bastardo de poner tu vida en pausa, con el tiempo sanarás y sin duda tienes personas que se preocupan por ti, te ayudarán a sanar.
Jin se queda viendo al pequeño rubio en la puerta y él sabe que tiene razón, no podía pasar su vida lamentando y lamiendo su heridas enrollado en una cama, debía hacer frente a la realidad, por más dolorosa que fuera, y superarlo. Y todo eso se hacía con tiempo.
Sinceramente, ya estaba cansado de llorar. De esconderse en la habitación y de evitar a todos como la peste. Sabía que muchas personas querían ayudarlo. Siempre escuchaba las suplicas de su hermano detrás de la puerta, y cada vez que entraba Namjoon, él se hacía una bola y escuchaba lo que tenía que decir, no obstante, no respondía. También escuchaba algunas preguntas casuales por parte de algunos de los guardaespaldas.
Entonces, cómo iba a lograr sanar si Jin era su propio obstáculo.
—De acuerdo, tienen razón. —dice luego de unos minutos de silencio.
—Bien, ahora come un poco del emparedado con mermelada y luego te vas a bañar.
—Yo prepararé abajo para jugar cartas. —muestra el grupo de naipes y Jin se tensa, negando.
—No quiero bajar.
—Oh, no, no —ríe— Me refiero al suelo, jugaremos aquí sentados.
—¿Por qué no en la cama? —pregunta confundido.
—¡Porque apestas! —gritan los más jóvenes y las mejillas de Jin se sonrojan.
2.3k de palabras y debía continuar 💀
En este punto, el capítulo siete, ocho y nueve debían ser un solo capítulo, pero como no quería hacerlos muy largo, los he ido cortando y por eso terminan "incompleto".
Pero igual espero que le haya gustado 💖
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