― DEAR MICHAEL.
PARTE EXTRA
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HABÍAN QUIENES DECIDÍAN variar a la hora de decir el nombre de esas flores. Muchos optaban por llamarlas jazmines azules, otros las llamaban celestinas. Pero la mayoría terminaba llamándolas jazmines del cielo. A Michael le parecía que ese nombre era bonito. Igual de bonito que estar tumbado en la cama y oír la lluvia caer y caer, igual de bonito que sonreír hasta que la cara comienza a doler, igual de bonito que charlar con un viejo amigo y recordar hasta los momentos más antiguos, e igual de bonito que conseguir un objetivo.
Pero no tan bonito como llegar a sentir muchísimo amor por alguien. Ese sentimiento era distinto.
Y él sabía que había tenido la oportunidad de sentirlo, además de hacérselo sentir a Valentina.
Exactamente un Lunes el mexicano se encontró indeciso en el pequeño negocio del recinto, incluso parecía que se hospedería ahí de tanta tardanza.
—Rojas no, Rugge—escuchó la voz de una chica a lo lejos—. Acá dice que significan sexualidad, nada que ver para una boda.
Sin que esto se tratara de una biblioteca, la dueña del lugar le ordenó guardar silencio a la pelirroja.
Y esa particular forma de hablar alto hizo que Michael se interesara aún más en la charla.
—No te rías tonto—se quejó ella—. No sé qué te causa.
—Risa me causa, Cande, risa.
De un momento a otro el mexicano se mantuvo al lado de la pareja, fingiendo que seguía buscando un ramo de flores para que no se dejara en evidencia sus intenciones.
—No se puede hacer nada serio con vos.
—Son flores, amor—suspiró el italiano—. Ni se van a acordar del regalo, después de irse a su luna de miel obvio que van a estar haciendo "cositas".
—¿Cositas?—repitió con gracia la novia argentina.
—Ya sabes de qué hablo—susurró en su oído y la abrazó desde atrás, antes de mirar al chico de al lado—. ¿Qué nos recomendas?
Michael los miró directamente a los ojos, y se sintió seguro de responder debido a la confianza que reflejaba el joven italiano.
—¿Para una boda?—recibió un sí por parte de la pareja—. Orquídeas, dicen que las blancas representan la delicadeza y pureza...Y pues no sé wey puede ser como decir que su amor es puro o tal vez...Las azules se consideran que son símbolos de paz y apoyo. Pero que no se les ocurra llevar rojas porque se relacionan con el...
—¡Sexo!
La exclamación de Candelaria hizo un gran silencio en toda la florería, un silencio capaz de hacerla enrojecer de vergüenza por todas las miradas y por la risa escandalosa de su novio italiano.
Una vez calmado el ambiente Ruggero volvió a hablar, sólo que esta vez cargó con las orquídeas blancas que la pelirroja había decidido.
—Muchas gracias...Hmm...
—Michael.
—Muchas gracias en serio ¡Ídolo!—lo victoreó la chica—. ¿Te ayudamos nosotros?
—Estoy bien, gracias—contestó luego de tomar un ramo de margaritas.
—¿También las llevas para una boda?
Con un nudo en su garganta negó.
—Para mi novia Valentina—murmuró—. Dicen que las margaritas son para un amor eterno, y eso es lo que ella siempre va a ser para mí.
La pelirroja sonrió atónita al oír a alguien hablar tan así sobre un interés romántico.
—Le van a encantar—aseguró Ruggero—. Nos vemos, genio.
Michael asintió con una sonrisa leve al ver a la pareja alejarse, e internamente les agradeció por hacerlo olvidarse de la odisea que estaba ocurriendo en su vida.
゜・。。・゜゜・。。・゜
En el momento en el que todos estaban reunidos por un objetivo en común, el hombro del mexicano fue tocado suavemente por una rubia de lentes oscuros.
—¿Me ayudas?
Él asintió sin necesidad de pensarlo.
Así que una vez frente al baúl del pequeño auto desbaratado la ayudó a cargar con la foto.
Y no fue hasta colocarla en el bastidor de la ceremonia que los dos suspiraron a la par.
—No puede ser real—soltó las primeras lagrimas Marilina—. No puede ser.
Michael la envolvió en sus brazos, y no se despegó de ella hasta oír movimiento detrás de ellos.
Durante las primeras palabras del encargado principal, fue inevitable no mencionar los dos días de lucha. Y de esa mínima esperanza que para el mexicano ahora no eran más que inútiles. Y más que difíciles de olvidar.
No le importaba en ese momento si Dios había estado ahí siempre. No le importaba.
Para él no tenía sentido.
Era una sola sensación la de ese momento, según él, el mundo te devoraba. Se encargaba de sacarte hasta la última fuerza y te hacía aferrarte a los recuerdos. A los miles y miles de recuerdos.
Esa sensación también la tuvo Karol Sevilla al estar frente a todos, pero más bien Michael se encargo de escrutarla con la mirada ante su presencia.
—Hoy fue otra tortura más, seguramente no soy la única que sintió eso—comenzó a hablar—. No era cuestión de hacer el esfuerzo de levantarse. Era cuestión de hacer lo que nunca más vamos a poder hacer cara a cara. Darle nuestras últimas palabras a Valentina Zenere, nuestra mayor guerrera—hizo una pausa mirando atentamente el pasto—. Una vez tuve que despedirme de mi tía, y aunque en ese momento ya no podía sentir más que tristeza sentí algo más. Curiosidad, curiosidad por las flores que mi abuela le entregó. Eran rosas amarillas, las indicadas para disculparse en un velorio, o eso creía ella. Y en parte eso siempre lo tuve presente. Pero nunca creí que iba a tener que entregárselas a mi compañera incondicional.
Se aproximó al ataúd de Valentina y dejó sobre él un ramo de más de cuatro rosas de ese color.
—No son tantas como para disculparme por mis mil errores—sonrió de lado—. Pero un error sería no reconocer que Valentina era un ángel, y que yo le hice mucho daño a la güerita. Un daño que nunca voy a olvidar, y del que me arrepiento tanto...
Su voz se quebró y sus ojos se cerraron aún con más lágrimas. Fueron segundos para que se flaqueara frente a todos los presentes.
Y que sólo Marilina, quien estaba más destrozada que todos los invitados juntos, la abrazará en signo de consuelo.
Michael observó a dos niños husmear algo en sus celulares y reírse, intentó tranquilizarse, pero la ignorancia de ellos le hizo preguntarse cómo podían estar así frente al funeral de una persona fallecida en un accidente de tránsito.
Se levantó de su asiento y se acercó a ambos, con el rostro más serio que nunca.
—¿Qué les pasa a ustedes dos?
Ellos levantaron la vista y pestañearon varias veces.
—¿Qué te pasa a vos con mis hijos?
—Sus hijos son unos insensibles—le contesto al hombre—. Y usted es un idiota, estamos en medio de un momento serio y los deja usar el celular y reírse ¿Qué pedo?
Se decidió por acabar con la discusión y volver a su lugar, no sin antes mandarle su peor expresión a la familia. Sin embargo el padre no quiso dejarlo así, porque clavó su puño en los labios del mexicano hasta el punto de hacerlo sangrar. Y no fueron más de cinco segundos para que en respuesta, el joven se tirara sobre su rival; descargando toda su ira con sus puños cerrados.
Todos habían venido a honrar a la difunta, pero la situación empeoró tanto que más de un familiar puso fin a la pelea. Y les dieron más de una advertencia a ambos hombres.
Al continuar con el entierro Michael pareció quedarse sin ninguna lágrima, así que en silencio observó a Marilina y Adrian contemplar el ataúd desaparecer y a Marcos Depietri encargarse de darle su mayor consuelo a Karol; ignorando que él también se encontraba igual de roto.
Cuando Marilina se encargó de despedirse de todos el mexicano se acercó a Lucía, quien miraba el cielo claro con la luna ya presente.
—Lamento entrometerme—comenzó a hablarle—. Pero Valu me contó sobre los libros y me pareció que algo tan lindo como esa conexión debe quedarse contigo.
Lucía miró la caja con nostalgia y sonrió al aceptarla, sin dejar que se vieran sus ojos azules por los lentes oscuros que llevaba.
[...] Cuando todos se dispersaron Michael se quedó solo, mirando lo que ahora sería la lápida.
—Me enseñaste de todo, bonita—sollozó sin control alguno—, pero nunca cómo vivir sin ti.
La primera foto que le había sacado a Valentina en la heladería fue la que él ató al ramo.
Quiso poder tener más de esos días felices, pero la cuenta se había acabado. Y quedaba en él hallar una pizca de felicidad en todo el vacío que sentía.
Frunció su ceño cuando oyó detrás de él unas botellas de vidrio ser rozadas entre sí.
Y al voltearse se encontró con Fernanda Serrano mirándolo incómoda.
—Creí que te haría falta.
No se tomó el tiempo de examinar la botella, supo que era alcohol y que ella tenía razón.
—No sabes cuánto, chaparra.
La susodicha se sentó a su lado mientras que su cabello–ahora rubio–se descontroló por la brisa, y con delicadeza entregó una flor violeta.
Al tenerla a su lado Michael distinguió que ella, a diferencia de él, tomaba una coca-cola.
—No tengo que tomar alcohol, si es que la prueba sale positiva...—explicó por lo bajo— Voy a tener que despedirme de él.
—¿Cuánto falta para que te la hagas?
—Algunos días más, y pues...Lo sabremos—masculló—. Pero estoy más que segura de que estoy embarazada.
—No puedes estar segura aún.
Fernanda río fríamente y negó con su cabeza, indicándole a su amigo que no alargara el debate.
Por lo que juntos tomaron de sus bebidas y apreciaron el retrato de Valentina.
—Era muy bonita la güera—reconoció Fernanda—. Siempre fui tan maldita con ella—negó apenada—, tuve que disculparme.
Michael le dió el ultimo sorbo a la cerveza y le preguntó sin más: —¿Qué haces aquí, Fer?
Ella pensó en su respuesta antes de mirarlo.
—No soy la mejor para ofrecer mi pésame, pero sé que la vida es tan injusta como darle las peores batallas a los mejores guerreros—admitió—. También sé que los amigos deben estar en estos momentos. Además de que siempre estuviste conmigo Mike, no puedo dejarte.
Al fin y al cabo Fernanda sabía muy bien sobre llegar a ese momento en el que nada parece mejorar, y sin importarle su situación hallaría la manera de volver resiliente a Michael.
゜・。。・゜゜・。。・゜
Llegadas las ocho de la noche el propietario de la heladería se dirigió al escondite de Valentina, con la intención de llevarse la única foto que tenían juntos. Ya no le encontraba el sentido de mantener de pie el negocio, no sin su novia a su lado.
Si dejar todo atrás significaba vender la propiedad y alejarse de ella, Michael lo haría.
Bajó las escaleras sin abstenerse a recordar que en algún momento estuvieron juntos en el lugar donde se encontraba parado.
Rascó su nuca al ver que cada rincón estaba lleno de los pedidos que colocarían en los expositores, podía ser llamado una pérdida de dinero; pero eso no parecía importarle.
Al ver la foto entre las tantas cosas del escritorio desvió su vista a un sobre con su nombre.
Quizás a cualquiera le daría miedo, pero la letra de su novia hizo que Michael lo tomara rápidamente.
Querido Michael:
Que formal que suena esto ¿No? Demasiado. Y eso que ni siquiera sé si voy a ser capaz de darte esta carta. Ya sabes cómo es que soy.
Pienso y pienso, y finalmente terminó decidiendo cosas que tal vez nunca me convezcan.
Pero eso ya es un tema mío, algo que aunque quiera nunca voy a poder cambiarlo. O eso creía hasta la noche de ayer, sí. Esa en la que llegaste a emborracharte y ni saber cómo es qué paso.
¿Quién sabe, Mike? Sos una caja llena de sorpresas. Vivís siempre al límite que ciertas veces me causa hasta envidia ver como dejas que todo fluya y estés igualmente con una sonrisa de oreja a oreja. Es impresionante. Pero hay quienes dicen que aunque la sonrisa esté nunca sabemos si realmente quiere estarlo. Y eso que es difícil imaginar que la tuya sea una máscara, porque realmente no verte sonreír ya se me hace hasta extraño. Para mí que fuiste payaso en otra vida.
Como ya ves me voy de tema pero retomando lo que dije, la noche de ayer fue en la que realmente decidí ponerle un punto final a eso que me guardo.
Porque no podía dejar que el mexicano que tenía frente a mis ojos, siendo iluminado por la luz de la luna y mirándome en silencio (sin saber lo enamorada que me tenía) se fuera al otro día sin saber lo que yo realmente sentía por él.
Fue como si mi consciencia me susurrara que lo hiciera y sinceramente no me arrepiento de nada.
Eso es lo que mantengo hasta ahora firmemente, escribiendo esta carta y gastando el papel mientras me tiembla la mano de lo vergonzoso que me parezca escribirlo. Debería ser lo suficientemente valiente como para decírtelo cara a cara. Pero si hasta ayer a la noche me dió vergüenza dar un paso para demostrar un poquito más de mí, imagínate decir todo esto.
Todo a su tiempo dicen.
Creo ya te dejé bastante claro lo que te amo, pero tengo mis razones si es que todavía no llegas a entender lo que pudiste llegar a causarme.
Llegaste de repente Mike, sin planearlo.
Me ayudaste desde el minuto uno, literalmente.
Estaba pasando por un momento horrible que si no aparecías, podía haberme puesto a llorar como una nena mientras corría y corría a casa sintiéndome mal por la situación que estaba viviendo.
Nunca me hiciste sentir triste, y no puedo negar que hay veces que dependo de vos, pero cuando no podes estar; lo entiendo.
Creo que sos la persona más pura que pudo haber aparecido en la vida, no puedo enojarme con vos, ni mucho menos hacerte una cuenta de errores ¿Ves por qué te habló de lo bueno que sos?
Tu presencia es lo único que logra hacerme olvidar de todo. Miro tus ojos, tus labios, tus gestos y ninguno me cansa.
Una caricia, un abrazo o un beso y ya me transportas a un lugar mejor. Donde sólo nos quiero a vos y a mí. Apartados de todo mal y siendo felices.
Compartiendo un amor que todos merecemos vivir, pero muy pocos saben sentir.
Les desearía a todos que encuentren a su Michael Ronda y dejen de forzase a buscar su verdadero amor, que solo esperen porque en cualquier momento puede aparecer. Solo hay que estar atentos porque hasta en una heladería y cuando te faltan unos veinte pesos puede aparecer.
Prométeme que nunca pero nunca vas a olvidar lo único que sos. No lo olvides Michael.
Te ama, Valulu.
Él no podía creer que había mojado el papel con lágrimas, nunca se imaginó que llegaría a quebrarse en llanto con sólo leer unas palabras.
No lo creyó. No pudo entender qué haría para superar esa gran historia de amor que Valentina le dejó. Ni mucho menos cómo superaría su muerte.
Valentina era un ángel, tal cual lo dijo Karol.
Y ese ángel estaría siempre presente en el devastado corazón de Michael.
En el momento en el que dejaría la carta en el sobre y luego en el mostrador de la planta superior, encontró unos billetes. Que no necesito contar para saber que eran veinte.
Igualmente sonrió.
Aunque Valentina era algo que ya no tenía, se sintió agradecido de que fuera un recuerdo. Porque realmente ocurrió. Y sería uno de los mejores hasta el fin de sus días.
Cerró el sobre y alzó la vista, teniendo frente a él una puerta de cristal con la lectura de un cartel. «Cerrado» decía éste. Pero Michael supo que la heladería fue el hogar más apreciado que tuvo.
Tan apreciado como ella. Valentina Zenere. Por quien juró abrir las puertas del negocio.
• • •
PERDÓN PERDÓN Y PERDÓN
las entiendo si me odian por el
final tan trágico😂
pero todo aquel que lea, haya votado
y/o comentado y shippee
michaentina se ganó mi kokoro.
GRACIAS POR LEER !
love u chicxs
lou
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